Visita guiada a la torre de San Roque y torre del Agua
de la fortificación moyana.
"Merece
la pena visitar con atención La Coracha y sus torres
–del Agua y San Roque-,
siendo
la última una de las pocas aduanas medievales que todavía se conservan".
Palabras
previas, a modo de introducción.
Permítanme iniciar la entrada con una pregunta: ¿Saben ustedes
qué es una coracha? Nada tiene de extraño desconocer el significado de este
término tan curioso, pues pertenece al glosario castellológico medieval y no de
uso corriente. Tampoco yo lo conocía hasta hace poco tiempo, en que visité y
estudié, aunque someramente, las ruinas de la fortificación de Moya (Cuenca),
una ciudad amurallada, medieval y moderna...[1]
Es por ello que, cada vez que pasaba frente al cerro moyano y veía unos lienzos de muralla descorriéndose por la ladera nororiental, con un torreón en el centro y otro en el extremo, me preguntaba por el objeto de aquella defensa. Finalmente lo averigüé, se trataba de una coracha. Pero, ¿qué es una coracha? Si nos atenemos al concepto, <[Por Coracha entendemos un] Saliente de muralla perpendicular y unida con el recinto fortificado con el fin de proteger un punto concreto, generalmente un pozo o curso de agua. Este tramo puede acabar en una “torre del agua” o cerrarse sobre sí mismo encerrando el pozo o punto a proteger. La coracha tiene (también) una función secundaria, dificultando la circulación del enemigo alrededor del recinto. Es un elemento que sólo se conoce en la Península Ibérica, por lo que no existe el término en otras lenguas europeas>.[2]
Basilio Pavón Maldonado (Malpica del Tajo-Toledo, 1931) dice que en árabe coracha es -qawraya y -quraya; añade que, sin embargo, su origen semántico e histórico es discutido, pues las referencias a las mismas son muy escasas, tanto en las crónicas árabes como en las cristianas medievales. Dicho autor incluye en su texto citado la definición de "coracha" dada por Luis de Mora Figueroa en su "Glosario de la arquitectura defensiva medieval" (1996), diciendo que es "una muralla que partiendo del recinto fortificado permite el acceso protegido a un punto no muy lejano normalmente para producir aguada y con adarve de doble antepecho cuando puede ser hostigada por ambas caras".[3]
Este tipo de estructuras es escaso en nuestra zona, pero es de suponer que existieron, pues nos quedan sus referencias en la denominada "puerta" y "torre del agua" existente junto al río Tinte en Cañete (Cuenca), y también en Albarracín (Teruel) -ambas citada por Pavón Maldonado-. Ello nos lleva a pensar que en los castillos de Ademuz y Castielfabib (Valencia), por su proximidad al Turia y al Ebrón, respectivamente, también pudo haberlas: ya en forma de coracha terrestre o mina subterránea. Otro tanto podríamos decir del castillo de El Cuervo, Libros o Villel (Teruel) -sobre los que no faltan viejas leyendas entre la población, respecto a túneles o comunicaciones subterráneas entre el castillo y el río respectivo-.
Con todo, el propósito del presente trabajo es propiamente descriptivo y fotográfico, para dejar por escrito y con imágenes mis impresiones sobre La Coracha moyana, y divulgar su existencia; queden, pues, las investigaciones historiográficas y arqueológicas para los especialistas.
De
la ubicación y los accesos.
Decía
que La Coracha de Moya se halla en la ladera nororiental del cerro sobre el que
asientan las ruinas de aquella villa, descorriéndose por la ladera hasta la
base del altozano... El visitante o viajero curioso que desee conocer esta
estructura defensiva de la fortaleza moyana puede acercarse hasta ella por
un camino de tierra que sale de la propia carretera que une Landete con Los
Huertos, El Arrabal, Santo Domingo, Garcimolina, Algarra y El Cubillo, desde
donde continúa en dirección a Salvacañete y Cañete: si viaja en dirección norte,
el camino de La Coracha queda a la izquierda de la vía, y a la derecha si lo
hace en sentido contrario. Desde la carretera, la distancia a recorrer hasta la fuente es
apenas de unos cien metros o poco más. Al arribar a La Coracha, el camino
continúa por la ladera del cerro, en dirección a El Arrabal, aldea de Moya.El camino descrito es el más adecuado para visitar el recinto en su parte inferior o más baja, la que corresponde al abrevadero y “torre del Agua”. Desde este punto puede ascenderse por la ladera y entrar en la fortificación: una vez dentro podremos apreciar el grosor y fábrica de las murallas y ver por dentro la mencionada torre. Seguidamente, tendremos la posibilidad de seguir ascendiendo por el recinto interior, hasta alcanzar el rellano donde se alza la torre de San Roque. Como veremos, en este punto hay un camino que cruza ambos tramos de muralla y prosigue en dirección meridional –y ascendente- hasta el caserío de El Arrabal, siendo éste el propio de la aduana o “Puerto Seco” que al parecer controlaba el torreón.
Vista general de la vertiente septentrional del cerro de Moya (Cuenca), con detalle de La Coracha y torre de San Roque a la izquierda (2012). |
Vista general de la vertiente septentrional del cerro de Moya (Cuenca), con detalle de La Coracha y torre de San Roque a la izquierda (2018). |
Sin embargo, para comprender la configuración del conjunto, lo más aconsejable es subir hasta El Arrabal y desde allí continuar andando hasta las ruinas de Moya, entrando por la Puerta de la Villa (siglo XVI), que se halla en el Tercer Recinto: esto para los que gusten de caminar y la edad y el estado físico se lo permitan. Porque otra posibilidad es subir en coche hasta la entrada del conjunto Histórico-Artístico, siguiendo las rampas que discurren por la ladera, para entrar en la fortaleza por la Puerta de Carros (siglo XIV), que se halla en el Cuarto Recinto. Yendo por este último camino, tendremos que dejar el vehículo en una explanada o placeta frente a la entrada principal, que posee una gran verja de madera. Desde este punto continuaremos andando por La Carrerilla, hasta la mencionada Puerta de la Villa... Si decidimos utilizar esta vía veremos que, desde la entrada principal, el camino discurre al pie de una gran muralla, denominada Segundo Recinto –siglo XIII-, que es la que propiamente encierra las ruinas de Moya. Al principio del camino, una vez atravesada la verja de madera, veremos un acceso fortificado a la izquierda, se trata de la Puerta de San Juan (siglo XIII). Poco más de cien metros adelante encontraremos la mencionada Puerta de la Villa, esta a la derecha, abierta como decíamos en el Tercer Recinto –siglo XIV-. Desde este punto continuaremos en dirección norte por la calle del Cortijo, para ver La Coracha desde el mirador de su nombre, que se halla junto a la Puerta de la Calzadilla (siglo XIII), abierta en el extremo septentrional del Segundo Recinto.
Valga un consejo: para visitar las ruinas de Moya, como las de cualquier otro lugar histórico, hay que ir sin prisas y dejarse llevar de la intuición y el gusto de cada uno. Lo más prudente, sin embargo, es haberse informado antes acerca de la historia del lugar, ésta será la forma de extraer el máximo provecho al recorrido. Quien tenga prisa o no disfrute de las ruinas, esto es, de la historia y el paisaje que desde Moya se disfruta, mejor que no vaya o lo deje para otra ocasión... Pero si decide ir, recuerde el dicho: El mejor visitante es el que no deja huella...
Vista de El Arrabal de Moya (Cuenca), sito en la ladera del cerro moyano y que tuvo su origen y desarrollo en relación con la aduana o "Puerto Seco" de La Coracha, visto desde la villa (2012). |
Tanto si hemos ascendido por la Puerta de la Villa como si lo hemos hecho por las rampas, entrando por la Puerta de Carros, veremos que en este punto el camino se unifica y continúa en dirección norte. Poco más adelante, como unos cincuenta pasos o poco más, observaremos un enorme edificio ruinoso a la derecha, se trata de la iglesia de San Bartolomé, desmantelada durante la Guerra Civil (1936-39): posee planta en cruz latina y su último acabado corresponde al barroco, pero se trata de un templo inicialmente gótico (XIV-XV), reformado en siglos posteriores (XVI-XVIII). La parte del crucero correspondiente a la epístola (derecha) es un gran torreón octogonal, que formaba parte de la muralla del Tercer Recinto y posee aspecto defensivo. Frente a esta iglesia se halla la Puerta de San Diego (siglo XIII), ésta queda a la izquierda y se abre en el Segundo Recinto: por este acceso, siguiendo la calleja que llaman bajada de San Bartolomé, podremos entrar directamente en la antigua ciudad, dando directamente a la plaza Mayor, donde está la iglesia de Santa María la Mayor, la Casa del Ayuntamiento o antiguo Pósito y las ruinas de la iglesia de la Santísima Trinidad. Pero esa es otra excursión...
Vista de la derruida iglesia de San Bartolomé, desde la Puerta de la Calzadilla, abierta en el extremo nordeste del Segundo Recinto de Moya (Cuenca), 2012. |
Vista de la Puerta de la Calzadilla, sita en el extremo nororiental del Segundo Recinto de Moya (Cuenca), frente al Mirador de La Coracha (2018). |
Nosotros continuaremos por la calle del Cortijo que venimos siguiendo, caminando por la base del gran lienzo de muralla del Segundo Recinto, que queda a la izquierda. Dejaremos atrás el testero de la arruinada iglesia de San Bartolomé y los cubos del crucero, y enseguida llegaremos al mirador de La Coracha, situado frente a la Puerta de la Calzadilla (siglo XIII): el único acceso que permite la entrada de vehículos rodados a la antigua villa. Junto al mirador hay un panel con un texto alusivo a la torre de San Roque y La Coracha:
Una coracha es una torre que protege un punto de recogida de agua y está conectada por un paño de muralla -en este caso doble- al recinto principal de una fortificación, como es el caso de la villa de Moya. La coracha desciende por la parte norte hasta el pie del monte, donde se eleva protegiendo un manantial. Ya que se comunica con el Segundo Recinto podemos establecer su fecha de construcción entorno al siglo XIV. Sin embargo, entre medias existe la llamada Torre de San Roque que da servicio a dos puertas desaparecidas al norte y al sur, de las que sólo queda (en la del norte) la tranca de cierre./ En realidad es un paso custodiado cuya función se interpreta como el Puerto Seco de Moya que citan las fuentes documentales. Era incómodo para los carreteros que debían pechar las mercancías procedentes de Aragón ascender hasta el cerro, del mismo modo que controlar el paso de mercancías desde lo alto de Moya. Por ello a media altura se levantó la Torre de San Roque, que es una de las pocas aduanas medievales conservadas. El interior se divide en dos plantas, sostenida la superior por una bóveda de cañón apuntada que cubre a la primera. Su acceso en arco plano es posible que corresponda ya a los últimos años del S. XV o primeros del XVI. Desde este punto el camino llevaba directamente al Arrabal de Moya, que debe su fundación y desarrollo a los impuestos aduaneros a partir de la centuria de 1300.
El texto -obra de Michel Muñoz García, Arqueólogo Especialista en Restauración Arquitectónica-[4] resulta muy explícito, revelando el significado del término y de las ruinas, cuyo contenido iremos detallando... Visto en perspectiva, cabe decir que se trata de dos segmentos de muralla que, conformándose a las irregularidades del terreno, descienden en forma oblicua, desde el extremo nororiental del Segundo Recinto (siglo XIII-XIV) hasta la base del cerro. En su obra citada, Pavón Maldonado se refiere al castillo-fortaleza de Moya como "documentado a partir de los siglos XII-XIII, concedido por los Reyes Católicos a Andrés Cabrera, primer marqués", diciendo que la de Moya:
- Es (un) ejemplo de coracha espacial perimetral [en contraposición a la "coracha espigón", que daría a un río, mar o lago] motivado por el agua que desde la fortaleza dibuja especie de embudo dentro del cual en su parte más estrecha se encuentra una Torre gruesa aparte de otras, de esquinas redondeadas donde se encontraba el pozo o manantial de agua.
El autor define la estructura moyana como un "espacio perimetral" en forma de "embudo", diciendo que en el punto en que empieza a estrechar hay una "Torre gruesa". Ciertamente, en un somero altozano sito en el centro de esta doble muralla, se alza un imponente torreón exento -conocido como torre de San Roque-: frente al torreón existe una plazoleta, que es también un paso entre dos puertas desaparecidas, pues lo que ignora -al menos no lo dice-, es que aquella "Torre gruesa", según la interpretación actual, custodiaba también una aduana o "Puerto Seco".
Vista general de la torre de San Roque, "Puerto Seco" o aduana sita en La Coracha de Moya (Cuenca), 2012. |
Desde
el punto en que nos encontramos, de espaldas a la Puerta de la Calzadilla,
observamos que tanto el torreón como las murallas se hallan deteriorados en su
parte alta; ello significa que originariamente pudieron tener más altura. En
todo caso, no se evidencia que poseyeran adarve ni almenas, y que la doble
muralla se concebiría para una defensa más eficaz caso de un ataque por ambos
flancos. No obstante la altura del observatorio, el propio torreón nos impide
ver la “torre del Agua”, que se halla en el punto inferior del cerramiento y
protege el manantial.
Lo que no podemos obviar desde nuestra atalaya es el paisaje... Al pie del cerro discurre la carreterita arriba mencionada, que procede de Algarra, Garcimolina y Santo Domingo: pasa frente al cementerio de la última población, bordea un cerrito poblado de almendros y continúa por la base del monte en dirección meridional, esto es, hacia El Arrabal de Moya, Los Huertos de Moya y Landete. A la izquierda vemos la vega de Santo Domingo y el río Ojos de Moya, cuyo trazado viene señalado por la hilera de chopos que ciñen sus riberas. Del caserío destacan las fachadas blancas y los tejados rojizos de las casas, que se arraciman en torno de su iglesia –Santo Domingo de Guzmán-, templo de nueva planta del que sobresale su campanario. Al fondo izquierda veremos los montes de Santerón, con la cima del Pico Talayón (1.602 m). Hacia el nordeste, observaremos en la distancia el caserío de otra aldea moyana, Pedro Izquierdo de Moya, que se recuesta contra la ladera de un alcor, cuya ermita -San Cristóbal- se adivina en forma de puntito blanco sobre la cumbre. Al levante, el horizonte lejano lo cierra el pico Javalambre, la sierra de este nombre y sus estribaciones meridionales, la Sierra de Tortajada.
Lo que no podemos obviar desde nuestra atalaya es el paisaje... Al pie del cerro discurre la carreterita arriba mencionada, que procede de Algarra, Garcimolina y Santo Domingo: pasa frente al cementerio de la última población, bordea un cerrito poblado de almendros y continúa por la base del monte en dirección meridional, esto es, hacia El Arrabal de Moya, Los Huertos de Moya y Landete. A la izquierda vemos la vega de Santo Domingo y el río Ojos de Moya, cuyo trazado viene señalado por la hilera de chopos que ciñen sus riberas. Del caserío destacan las fachadas blancas y los tejados rojizos de las casas, que se arraciman en torno de su iglesia –Santo Domingo de Guzmán-, templo de nueva planta del que sobresale su campanario. Al fondo izquierda veremos los montes de Santerón, con la cima del Pico Talayón (1.602 m). Hacia el nordeste, observaremos en la distancia el caserío de otra aldea moyana, Pedro Izquierdo de Moya, que se recuesta contra la ladera de un alcor, cuya ermita -San Cristóbal- se adivina en forma de puntito blanco sobre la cumbre. Al levante, el horizonte lejano lo cierra el pico Javalambre, la sierra de este nombre y sus estribaciones meridionales, la Sierra de Tortajada.
Vista de La Coracha de Moya (Cuenca), con detalle de la torre de San Roque (arriba) y "torre del Agua" (abajo), desde el camino que conduce al abrevadero (2018). |
Vista de La Coracha de Moya (Cuenca), con detalle de la torre de San Roque (arriba) y "torre del Agua" (abajo), desde el camino que conduce al abrevadero (2018). |
Descenso
a La Coracha: descripción y significado.
Desde
el mirador donde nos hallamos es casi imposible bajar hasta La Coracha, lo
impide el desnivel que en este punto forma la muralla del Tercer Recinto, aunque también podría bajarse saliendo por la "Puerta Falsa" o de San Francisco, pero el camino es accidentado...
Conviene, pues, regresar por el mismo camino que hemos venido y bajar por la
Puerta de la Villa: desde este punto, frente al arco romano o inferior, podemos
seguir ladera a través hasta La Coracha, pasando por la base el torreón de la
muralla que corresponde al crucero –lado de la epístola- de la iglesia de San
Bartolomé. Se trata de un trayecto incómodo por la pendiente, pero merece la pena, pues nos
permitirá admirar la estupenda hechura octogonal de la torre, que debió ser un
cubo de la muralla del Tercer Recinto y por ende parte del sistema defensivo.
Las esquinas del octógono están hechas de piedra caliza labrada, mientras que
sus lienzos se basan en piedra bien hilada.
Si
seguimos este trayecto, ladera a través, en un punto confluiremos con el más
cómodo que viene de El Arrabal; este camino es el habitual, bajando desde la
Puerta de la Villa hasta la aldea y continuado luego en dirección norte, para
entrar en La Coracha por una abertura de la muralla (sur), que nos permitirá
acceder directamente a la placeta frente a la Torre de San Roque. Dicha entrada
a la plaza tiene una salida similar abierta en el muro opuesto (norte). Si nos
atenemos a la explicación dada en el panel informativo, entenderemos que ambas
aberturas –una en la parte sur y otra en la del norte- eran el paso que
obligadamente debían seguir los arrieros, porteadores y carreteros para
pagar los impuestos por el paso de mercaderías desde Aragón. Ya que el punto de
paso no era más que una aduana o “Puerto Seco” donde pechar...
Vista fronto-lateral de la torre de San Roque en La Coracha de Moya (Cuenca), con detalle del acceso abierto en la fachada de poniente (2012). |
Entrada a la torre de San Roque en La Coracha de Moya (Cuenca), con detalle del arco recto, cuyas dovelas desprendidas se hallan al pie de la puerta (2012). |
La Torre de San Roque es una sólida estructura cuadrangular de piedra con las esquinas achaflanadas, cuya puerta principal y única se abre en la base de la fachada occidental. La entrada mira a la plazoleta existente entre los dos pasos de muralla citados, y posee un dintel de piedra caliza labrada, con un arco recto, cuyas piedras se han desmoronado y yacen al pie de la entrada. Sobre la entrada se observa un vano de ventana, descentrado hacia la derecha, y otro similar en la fachada meridional, éste en un plano inferior. El interior muestra una gran estancia cuadrangular con dos alturas, soportándose el piso de la primera en una gran bóveda de medio cañón y apuntada, basada en piedras colocadas de canto. En la fachada meridional posee un gran ventanal abocardado, parcialmente cegado. A la segunda planta se accedería mediante una escalera de madera movible, que pudiera retirarse desde arriba, pues se ve un gran hueco en el piso alto, sin peldaños o señales de ellos que permitieran el acceso, subir y bajar.
Vista del interior de la torre de San Roque en La Coracha de Moya (Cuenca), con detalle del techo que forma una bóveda de medio cañón apuntada, y un ventanal abocardado a la derecha (2012). |
El torreón de San Roque sería el punto defensivo en aquel sector de muralla, donde se establecería la guardia y posiblemente los cobradores del impuesto. Ateniéndonos a la estructura descrita resulta bastante lógico que así fuera, pues para favorecer el pago de la pecha y evitar que los transportistas tuvieran que subir hasta Moya, se construyó este punto de control a medio camino del cerro.
Las
entradas o huecos abiertos en las murallas de ambos lados se hallan muy
desportillados y carecen de dinteles, posiblemente por haberse desprendido sus
piedras y haber sido objeto de depredación. No obstante, en una de ellas se
observa un hueco, que bien pudiera corresponder al palo de la tranca. En todo
caso, la hipótesis resulta razonable, pues entre ambas aberturas discurre un
camino muy perdido que une la parte septentrional del cerro con la aldea de El
Arrabal y pasa por la placeta, frente a la fachada y puerta principal de la Torre de San Roque.
Pero
el torreón de San Roque no servía sólo para proteger la Aduana donde pechaban
las mercancías, sino que aprovechaba para defender la “torre del Agua” y toda
la estructura de La Coracha, pues se halla en un punto intermedio. Decíamos que
ni las torres ni las murallas muestran indicios de haber tenido adarves ni
almenas, pero sí aberturas en toda la tramada con forma de arpilleras, que bien
hubieran podido servir a los fines defensivos de un presunto ataque a dos
bandas.
De
alto en bajo, la estructura de La Coracha muestra un pronunciado desnivel... No se
observan restos de escalones, pero es posible que originalmente los tuviera: de
otra manera, la subida de agua desde la torre inferior hasta la villa hubiera
sido muy costosa en caso de asedio, de ahí la necesidad de graderías... En tiempos de paz, el agua se subiría
desde la fuente hasta la villa por el camino habitual, mediante caballerías con aguaderas. Con todo,
la villa posee varias cisternas o aljibes donde se almacenaba el agua de
lluvia, siendo los más conocidos el de la casa del Corregidor y los del
convento de las Concepcionistas, monjas de clausura de la Concepción
Franciscana (siglo XVII), además de los que deberían haber en el castillo y otras viviendas particulares.
Vista de la torre de San Roque en La Coracha de Moya (Cuenca), con detalle de la entrada abierta en la muralla meridional, y la población de Santo Domingo al fondo (2012). |
Descenso por entre los muros de La Coracha en Moya (Cuenca), hasta la "torre del Agua" (2012). |
Entrada a la "torre del Agua" en La Coracha de Moya (Cuenca), 2012. |
La
bajada desde la Torre de San Roque hasta el manantial resulta penosa por la
pendiente, singularmente el último tramo. El sector inferior de La Coracha lo
forma la elevación de la propia muralla que denominamos “torre del Agua”, esto
es, una estructura similar a la torre de San Roque, pero hueca por dentro: al
interior de la torre, donde se hallaba y se halla todavía la fuente, se accede
mediante una puerta enmarcada por un arco de medio punto, abierto en un lado del
muro posterior del cuadrángulo. Por dicho paso había
que descender para cuidar del manantial y recoger el agua... Varias piedras del arco se han desprendido y el
interior está lleno de escombros, zarzas y arbustos. La importancia de este sector de la fortificación se refleja en el grosor de sus muros, que en este punto alcanza casi tres metros, y en la solidez de su fábrica, que le ha permitido mantenerse durante siglos sin apenas cuidados.
Detalle del abrevadero de La Coracha de Moya (Cuenca), sito al pie de la "torre del Agua" (2012). |
Vista de la muralla septentrional de La Coracha de Moya (Cuenca), desde el abrevadero, con detalle de la "torre del Agua" en primer plano y la torre de San Roque arriba (2012). |
Para
visitar el abrevadero de la “torre del Agua” hay que salir
de La Coracha y bajar hasta el nivel inferior del monte. Se trata de un recinto
circundado por un murete de piedra, donde se halla el aguadero, cuyo pilón y balsa lo forman unas losas de piedra colocadas verticalmente: allí se recoge el agua que
fluye por un caño dispuesto en la raíz de la torre. Dicha agua serviría
para el uso humano -bebida y aseo-, y para los animales, como lo evidencia el
camino que pasa a su vera, en dirección a la aldea de El Arrabal. El agua
sobrante sale por una somera zanja muy perdida, abierta entre la ladera y los añosos chopos que sombrean el lugar. Desde este punto puede
admirarse una estupenda vista de Santo Domingo de Moya, cuyo caserío aparece más allá de
la vega, al fondo izquierda, que es el norte. Situados bajo los chopos
que circundan la zona, mirando hacia el abrevadero de La Coracha, podremos
observar una estampa de fuerte sabor bajomedieval o renacentista: no en vano la estructura
data del siglo XIII-XIV.
Vista del abrevadero existente al pie de la "torre del Agua" en La Coracha de Moya (Cuenca), 2012. |
Vista de la "torre del Agua" en La Coracha de Moya (Cuenca), desde el desaguadero (2012). |
Vista de la muralla septentrional de La Coracha de Moya (Cuenca), con detalle de la torre de San Roque, arriba (2012). |
Comentario al grabado de Pedro Soriano.
En relación con la previa descripción de La
Coracha, merece la pena comentar un
estupendo grabado de Pedro Soriano –me refiero a Pedro Soriano García
(Fuentelespino de Moya, 1935)- que aparece en el libro “Moya, su historia, sus
tierras, sus hombres, sus tradiciones” (Valencia, 2000).
Desconozco si el tallista se ha basado en alguna ilustración antigua –como es lo
más probable- o se trata de una idealización; en todo caso, la aportación
resulta interesante, por algunos elementos que detalla, los cuales nos ayudan a
comprender de forma visual cómo pudo ser la estructura en su forma original. Lo
más notable del grabado es el bosquejo de las almenas en todo el perímetro
de la fortificación, incluidas las torres –de san Roque y del Agua- y otra de menor entidad que ubica en la muralla meridional, entre las anteriores: en un punto de este lienzo del muro existen unos desportillados que
bien pudiera corresponder a la base de esa presunta torre.
Respecto al almenado y adarve, actualmente no quedan restos, pero es evidente
que la muralla debió tener mayor altura y pudo contenerlos. Respecto a los torreones, resulta indudable que ambos baluartes fueron
más elevados y también pudieron lucir este tipo de defensas. Otro tanto podría
decirse del torreoncito entre ambas torres.
Por lo demás, el artista dibuja unos torreones con esquinas en ángulo recto,
aunque lo cierto es que son achaflanados, esto es, con los bordes redondeados.
Además, dibuja un arco adovelado en la fachada oriental de la “torre del Agua”,
con un recinto o cerca en la base. Ciertamente, pudo existir un murete externo
cercando el abrevadero, pero no el arco ni la entrada que dibuja en el mismo.
Al menos, en el muro no hay rastro de dicha estructura, como lo
evidencia una atenta observación de esa parte del muro. Con todo, dejamos a la arqueología la última palabra...
La
cúpula de la torre del Agua.
Al
poco de publicar esta entrada recibí en mi correo personal la nota de un lector,
persona sensible y amante de su tierra –me refiero al señor José Benedicto
Sacristán (Fuentelespino de Moya, 1950)-, quien tras ponderarme el artículo
y las fotos, me hace partícipe de la existencia de algo que yo ignoraba:
- <Por si no lo sabes [...], desde el pilón de la fuente se puede acceder al yacimiento del agua. Yo estuve hace más de 20 años, entrando por el agujero que hay sobre el caño. Dentro hay una bóveda magnífica, bajo la cual se halla el yacimiento, donde mana el agua a borbotones, como los Ojos de Moya pero con menos caudal. La puerta por donde se accedía desde el interior está cegada. Te aseguro que es fantástico. Esto solo se le puede decir y recomendar a las personas respetuosas con las piedras, el entorno y la historia, pues ya sabes que hay mucho vándalo que destroza todo lo que encuentra. Si te decides a ir ya me contarás, pero lleva una buena linterna y sé discreto...>.
Me quedé
sorprendido, pues ya digo que desconocía la existencia de esta bóveda. Pero
para ser sincero debo decir que -estando allí- tuve el deseo de entrar por el
agujero existente sobre la pila del abrevadero. Pero no me atreví, pues el
fondo estaba muy oscuro... Fue así que una mañana me acerqué de nuevo hasta La
Coracha, para ver con mis propios ojos aquella maravilla de cúpula de la que me
decía el correo. Armado con una cámara en una mano y una luz de gas en la otra,
me introduje con cuidado por la abertura del muro frontal, donde el abrevadero.
A mis pies corría un canalillo de obra, que conducía el agua hasta el caño de
hierro exterior. Sobre mi cabeza, el muro desportillado. Enseguida di a una
gran oquedad, espacio cubierto por una gran cúpula a modo de bóveda similar a
la del Torreón de San Roque, soportada en arcadas laterales –una al norte y
otra al sur- basadas en ladrillos de barro cocido: al pie de la pared del fondo
había una pileta, por donde brotaba el agua, aunque no a borbotones. En un lado
del muro, bajo la arcada de la derecha (norte), observé una escala muy pina con
peldaños de piedra labrada, que ascendía hasta una abertura superior, abierta
en el interior de la torre del Agua.
Dichas
escalerillas servían para entrar desde dentro de la torre, constituyendo la
entrada habitual -de fábrica- al nacimiento, mientras que el agujero abierto en el muro
frontal de la torre fue hecho a posteriori: para encontrar desde fuera
el hontanar y favorecer la canalización. Sea como fuere, mi informante tenía
razón, la cúpula es magnífica y vale la pena verla, pues sirve para comprender
mejor la estructura de La Coracha y su significado. La entrada no constituye
ningún peligro, aunque hay que ir con cuidado y llevar buena iluminación. Yo no
la llevé, al menos fue insuficiente, pues las fotografías con que pensaba
ilustrar esta parte del texto quedaron muy oscuras e inservibles. Respecto a la
advertencia del informante -al que aprovecho para dar públicamente las gracias por su comunicación-, conforme sea “discreto” pues “hay mucho vándalo que destroza todo lo que encuentra”, tengo el
convencimiento de que por parte de los lectores habituales de esta página, no hay
nada que temer; al menos, eso espero...
Palabras finales, a modo de epílogo.
La
Coracha moyana es una curiosa estructura defensiva que protege una fuente -cuya
fábrica se data en el Trescientos-: está basada en dos lienzos de
muralla formando "embudo", que discurren por la ladera nororiental del cerro, entre el
Segundo Recinto y la “torre del Agua”, que no es más que la elevación de la
parte baja de la muralla.
De
esta forma, la construcción posee forma de pasillo amurallado, con una torre
central –la torre de San Roque- que servía también para controlar el paso de
mercaderías procedentes de Aragón, a la vez que para salvaguardar la “torre del
Agua”, que se halla por debajo de aquella, enmarcando el hontanar. Los muros y
torres carecen de adarves y almenas, pero pudieron tenerlos; poseen aberturas a modo de aspilleras
abiertas en los muros, lo que permitía su defensa desde el interior, caso de un
ataque a dos bandas.
Llama la
atención la belleza y solidez de toda la obra -singularmente la torre de
San Roque-, toda fundamentada en piedra. El torreón posee forma cuadrangular,
esquinas romas, entrada en la fachada de poniente, con dintel en arco recto
labrado en dovelas de piedra caliza, dos alturas y amplio espacio interior, estando el piso alto sostenido por una bóveda de cañón apuntada.
Vista de Santo Domingo de Moya (Cuenca), desde el desaguadero de La Coracha (2012). |
Nuestros
predecesores sobre este paisaje nos dejaron monumentos admirables, aunque en
muchos casos se hallen en estado ruinoso, como es el caso que hemos tratado de
describir... Sorprende que siendo nosotros (como sociedad) más ricos en bienes materiales que
quienes los construyeron, no seamos capaces de mantenerlos. Respecto a las
construcciones eclesiásticas y caritativas, podríamos pensar que se debe -como
decía el obispo de Segorbe Aguilar y Serrat (1881-99)-, a que “tenemos menos
virtudes y confianza en Dios”. Pero tocante al patrimonio histórico-artístico
civil, ¿a qué se debe nuestra indiferencia? No creo sea sólo por falta de dinero,
cuando se malgasta o se ha malgastado tanto en otros ámbitos.
En suma: dentro del conjunto Histórico-Artístico de las ruinas de Moya (Cuenca), merece la pena visitar con atención La Coracha y sus torres –del Agua y san Roque-, siendo la última "una de las pocas aduanas medievales" que todavía se conservan. Vale.
En suma: dentro del conjunto Histórico-Artístico de las ruinas de Moya (Cuenca), merece la pena visitar con atención La Coracha y sus torres –del Agua y san Roque-, siendo la última "una de las pocas aduanas medievales" que todavía se conservan. Vale.
[1] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Visita guiada a las ruinas de Moya (Cuenca), en Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 18 de octubre de 2012.
[2] Cf. ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE AMIGOS DE LOS CASTILLOS, voz Coracha.
(Consultada el 24 de marzo de 2012).
[3] PAVÓN MALDONADO, Basilio. Corachas y agua en la Edad Media y Moderna: España, Portugal y norte de África [...]. ID. Corachas hispanomusulmanas: ensayo semántico arqueológico, en Al-qantara: Revista de estudios árabes, vol VII, fasc. 1-2, 1986, pp. 331-382.
[4] MUÑOZ GARCÍA, Michel (Miguel Ángel), Arqueólogo Especialista en Restauración Arquitectónica, ARES, Arqueología y Patrimonio Cultural CB.
[3] PAVÓN MALDONADO, Basilio. Corachas y agua en la Edad Media y Moderna: España, Portugal y norte de África [...]. ID. Corachas hispanomusulmanas: ensayo semántico arqueológico, en Al-qantara: Revista de estudios árabes, vol VII, fasc. 1-2, 1986, pp. 331-382.
[4] MUÑOZ GARCÍA, Michel (Miguel Ángel), Arqueólogo Especialista en Restauración Arquitectónica, ARES, Arqueología y Patrimonio Cultural CB.
ARCHIVO FOTOGRÁFICO:
La serie fotográfica que se expone se refiere al interior de la "torre del Agua", estructura perteneciente a la Coracha del Castillo de Moya (Cuenca), y me fue proporcionada por el señor Víctor Martínez (Barcelona, 1984), con ascendientes paternos en Ademuz (Valencia). Sirvan estas palabras a modo de agradecimiento por su colaboración.
Vista parcial del interior de la "torre del Agua", correspondiente a la Coracha del Castillo de Moya (Cuenca), con detalle del canalillo que lleva el agua hasta el abrevadero exterior (2018). |
Vista parcial del interior de la "torre del Agua", correspondiente a la Coracha del Castillo de Moya (Cuenca), con detalle de la pileta del amanadero (2018). |
Vista parcial del interior de la "torre del Agua", correspondiente a la Coracha del Castillo de Moya (Cuenca), con detalle del canalillo que lleva el agua hasta el abrevadero exterior (2018). |
Vista parcial del interior de la "torre del Agua", correspondiente a la Coracha del Castillo de Moya (Cuenca), con detalle del muro posterior y arco de la bóveda (2018). |
Vista parcial del interior de la "torre del Agua", correspondiente a la Coracha del Castillo de Moya (Cuenca), con detalle del acceso interior (2018). |
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