viernes, 6 de junio de 2014

FRANCISCO CANDEL TORTAJADA (1925-2007), UN CATALÁN DE CASAS ALTAS (I).


Homenaje al escritor casasaltense
en la entrega de los Premios Nacionales de Cultura en Barcelona 2014
-a propósito del 50º aniversario de la publicación de "Els altres catalans" (1964)-.



Dicen que de desagradecidos está empedrado el infierno.
Seguro que tengo un adoquín allí...
-Francisco Candel (1925-2007),
escritor y periodista-.


            



Palabras previas.
         
La primera vez que escribí acerca de Paco Candel –me refiero a Francisco Candel Tortajada (1925-2007)-[1] utilicé el mismo título de esta entrada, pues me pareció el más adecuado a la idea que pretendía reflejar del personaje, el de un hijo del Rincón de Ademuz emigrado a Barcelona. Aquel primer suelto se publicó en Diario de Teruel (199),[2] y más tarde, modificado y ampliado el texto formó parte de mi primer libro.[3] Los libros, como las personas, cambian con el tiempo; hay algunos que se conservan, otros mejoran, mientras que otros empeoran o se hacen anticuados...
            
Años después tuve la ocasión de escribir de nuevo acerca del escritor, esta vez con motivo de su fallecimiento en Barcelona, ocurrido el 27 de noviembre de 2007. Allí desarrollaba mi visión del personaje, basada en la particular relación epistolar que años antes había mantenido con él.[4] El comentario de aquella correspondencia sirve para adentrarnos en la comprensión del escritor como persona, ya que sin entrar en confidencias nos permite una visión más íntima de su forma de ser.
            
Mi conocimiento del escritor, sin embargo, databa de los años setenta, justamente a raíz de la publicación de su libro Viaje al Rincón de Ademuz (Barcelona, 1968) –basado en las notas y observaciones tomadas, tras un viaje que hizo a la zona en septiembre de 1964, acompañado de varios amigos catalanes-. Por la época en que Candel hizo aquella excursión yo era un preadolescente recién llegado a Barcelona para cursar el Bachillerato, y para nada conocía al escritor. Fue años después, tras la publicación de su libro, cuando le conocí. Por entonces yo ya residía en Valencia. Un compañero me pidió le dejara un libro que estaba leyendo, y cuando terminé se lo dejé.

Valga un inciso para decir que no me gusta dejar mis libros, entiendo se trata de  una pequeña manía, pues soy muy cuidadoso con estos objetos y siempre que he dejado alguno he tenido problemas. En el verano de 1972 estuve viajando en autostop por varios países de Europa, Francia, Bélgica, Holanda... Durante la estancia en París fui a la embajada China y pedí uno de aquellos libritos que llamaban El libro rojo de Mao –un ejemplar pequeño de tapas duras y hojas finas-: me dieron uno y lo guardé como un trofeo. ¡En lo político, lo verdaderamente progre entonces era ser maoísta! En cierta ocasión dejé prestado el libro de Mao Zedong y ya no me lo devolvieron. Me enfadé mucho, más por el significado que para mí tenía el libro que por su contenido, pues el del dirigente chino era un tostón de difícil digestión, ¡al menos eso me pareció al lerlo! Disculpen la digresión...

Volviendo al relato, decía que un compañero me pidió un libro que yo estaba leyendo y se lo dejé. Cuando llegó el momento de devolvérmelo me hizo una propuesta: yo le regalaba el libro que le había dejado y él me daría otro a cambio. Acepté por cortesía, ya que mi libro tenía más precio, por ser una edición en tapa dura de La rebelión de las masas (1929) de Ortega y Gasset. En el intercambio mi amigo me obsequió con un ejemplar en rústica de Viaje al Rincón de Ademuz (1977) de Francisco Candel. Con el tiempo comprendí que no había salido tan perjudicado, pues aunque el libro de Candel no es de los mejores, me descubrió al personaje y al escritor casasaltense. Tiempo después me volví a comprar otro ejemplar del libro de don José...

Vista genera de Casas Altas (Valencia), pueblo natal de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), desde la ladera del cementerio municipal (2013).

            
Francisco Candel y el Rincón de Ademuz.
           
Tuve la oportunidad de conocer personalmente a Francisco Candel, esto fue durante una conferencia que dio en Casas Altas -el 7 de agosto de 1997-, bajo el título De emigrante a escritor.[5] Decía que tuve la oportunidad, pero la desaproveché, pues por razones de trabajo no puede asistir a aquella presentación. En aquella charla –y digo charla pues el escritor hubiera rechazado el nombre más pomposo de conferencia, de la misma forma que le gustaba ser nombrado como Paco y no como don Francisco, pues una de sus características más personales era la sencillez y proximidad en el trato-. Según se dijo, el coloquio de referencia constituyó un acontecimiento local, ya que era la primera vez que el autor contactaba directamente con su auditorio rinconademucense. El escritor demostró que, pese a la distancia y los años transcurridos, no había olvidado su tierra, la tierra de sus antecesores y también la suya. Escribía el cronista:
  • "Adquirió ésta (la conferencia) el significado de un reencuentro de la persona con el lugar de nacimiento, ya que anteriormente Candel hizo escasas visitas y de muy corta duración a su pueblo. Reencuentro emocionante para el escritor, que se vio aclamado por (los) asistentes, procedentes de casi todo el Rincón (de Ademuz); gratificante para los casasalteros –viejos y jóvenes- que pudieron demostrarle su afecto; relevante además, porque hizo aflorar el orgullo de los ademuceros por tenerlo por paisano. Fue una jornada en que se vivió el espíritu de concordia a través de las sanas reflexiones y sabrosas anécdotas de un hijo del terruño, que ha llegado a la fama con sólo su trabajo, su sencillez, su humildad y su hombría de bien".[6]

            
Un par de días después de la conferencia de Candel se celebró en su homenaje una “gachada”, vocablo inventado Ángel Antón –me refiero a don Ángel Antón Andrés (1922-2011)-[7] para referirse a una comida de confraternidad basada en nuestras típicas gachas de maíz.[8] Sigue diciendo el cronista:
  • "El día 9 (de agosto de 1997) tuvo lugar “en homenaje al Paco Candel y como muestra de confraternidad entre las gentes de nuestra tierra” –según rezaba el cartel anunciador- un acto nunca hasta entonces organizado por nosotros: una comida (las típicas “gachas”) que reunió a gentes de varios pueblos. Hubo que limitar la asistencia por falta de espacio, pero el éxito obtenido tanto aquí como en la conferencia hizo que se prometiera que, para el año próximo, se organizaría acto semejante para mayor concurrencia. Todo el mundo quedó muy satisfecho. Tenemos la impresión de que, poco a poco, va ganando terreno ese sentimiento de pertenencia a un terruño de todos, dejando al margen diferencias y rivalidades y resaltando la solidaridad y la comunidad".[9]

            
Candel se sintió realmente emocionado con el agasajo que le hicieron en su pueblo, no pensaba que sus coterráneos le tuvieran en tanta estima. Sus padres habían emigrado a Barcelona cuando él apenas tenía dos años (1927) y no volvieron a Casas Altas hasta comenzada la IIª República, cuando ya contaba siete de edad (1932). Desde entonces vino poco por el Rincón de Ademuz. Uno de los viajes fue el mencionado de 1964, cuando apareció por la zona con sus amigos catalanes: vinieron andando desde Teruel y entraron en la comarca por Mas del Olmo, pasaron luego a Puebla de San Miguel, Sesga y Casas Bajas, siguieron luego por Ademuz y Torrebaja, regresando a Teruel por esta vía, ya en coche. Un recorrido antológico que Candel nos describe con su peculiar estilo, lleno de observaciones y reflexiones. Ocurre con su libro lo que con el de la periodista y escritora valenciana Mª Ángeles Arazo: ambos datan de la misma época, aunque el de la periodista -Gente del Rincón (Valencia, 1966)- se publicó dos años antes. Con estilos absolutamente diferentes, sus autores nos describen el Rincón de Ademuz que vieron o creyeron ver, ya que sus personajes, aunque reales, no representan a la generalidad de sus moradores. En cualquier caso, guardo sus libros con cariño... 

Detalle de la portada del libro de Francisco Candel "Viaje al Rincón de Ademuz" (1977), edición de Plaza &Janés, S.A.

            
Francisco Candel siempre se tuvo por valenciano, de Casas Altas... Así lo reconoció y de esta forma lo ponía en sus libros; y ello no obstante su “poca valencianidad externa o por lo menos idiomática” –como el mismo reconocía-. Nuestro compatriota figura inscrito en el Registro Civil del Juzgado Municipal de Casas Altas (Valencia) como nacido:
  • A las dos del día treinta y uno de mayo [de 1925], en la calle del Molino, número 17, siendo hijo legítimo de Pedro Candel Muñoz y de Felipa Tortajada Blasco, naturales de esta población, casados, de treinta y siete años de edad el primero y de treinta y nueve la segunda, ocupados en las labores propias de su sexo.// Nieto por línea paterna de Julián Candel Adalid y de Patrocinio Muñoz Tortajada, naturales de esta población, aquel difunto y por línea materna de Juan Tortajada Marino y de María Blasco Rubio, naturales de esta, la última difunta.[10]


Líneas familiares (genealogía) de Francisco Candel Tortajada.-
Nombre y apellidos
padres
Abuelos
Paternos
Maternos
Francisco
Candel Tortajada
(Casasaltas, 1925-Barcelona, 2007)
Pedro Candel Muñoz
Felipa Tortajada Blasco
Julián Candel Adalid
Patrocinio Muñoz Tortajada
Juan Tortajada Marino
María Blasco Rubio
Elaboración propia (2014). Nota: todos los reseñados figuran como naturales de Casasaltas (Valencia).

          
Existe una Relación nominal de “señalizaciones” en el cementerio de Casas Altas (Valencia), por orden alfabético del primer apellido (2013), donde puede comprobarse la frecuencia de los apellidos correspondientes a la genealogía de Francisco Candel Tortajada.[11]


En su conocido libro sobre el Rincón de Ademuz, el propio Candel aporta algunos datos sobre su familia. Menciona a una célebre abuela materna [María Blasco Rubio], a la que apodaban la Quicana, “una mujer garrida y de armas tomar”, de la que se contaban múltiples proezas, famosa en la zona por sus andanzas. Pretendía curar la rabia y decía tener “gracia”, para sanar enfermedades por cierta anomalía con la que había nacido, un “velo o telo” en el paladar. Poseía unas cruces de Caravaca, mediante las que predecía la meteorología y ejercía cierto tipo de curanderismo, por razón del cabello de los enfermos y las mencionadas cruces. Cobraba en especie y en dinero, siendo persona reputada.

Al referirse a su madre [Felipa Tortajada Blasco], Candel la define como “una verdadera señorita. No trabajaba en el campo, como las demás mozas del pueblo. Hacia labores e iba a la iglesia”. En cuanto a su padre [Pedro Candel Muñoz], lo define como de menor categoría social que su madre, pues “era de una familia muy humilde, y su madre viuda” la cual “tuvo que bregar mucho para sacar siete hijos adelante”, advirtiendo que el padre de Candel era de familia numerosa, contaba siete hermanos. Sin embargo, una vez en Barcelona, su madre “trabajó como una negra, sobre todo en la guerra, y la postguerra, siempre sin una queja y sin aludir a su pasado; trabajó tanto que, mis tías, esto es: sus cuñadas, decían de ella con admiración: Y eso que siempre se crió tan regalada...”. Con todo, Candel nunca oyó decir a su madre nada de su insólita abuela María la Quicana. De hecho anota: “Mi madre era muy religiosa, pero de una devoción razonada, consciente y consecuente, serena y reflexiva, poco amante de llamar la atención, que frecuentaba la buena sociedad del pueblo, pues tertuliaba con el médico, el maestro, el secretario, el cura, el estanquero”. Mientras que su abuela “sólo iba a la iglesia el día de Jueves Santo y debía ser una mujer estrafalaria, escandalosa como la pólvora”. Lo de ir a misa sólo el Jueves Santo tiene su sentido en cierto tipo de curanderismo, ya que el agua bendita consagrada ese día en la iglesia se usa como talismán para los ritos. 

Su madre sólo tenía un hermano, llamado Felipe, ambos de carácter contrapuesto, pues frente a la apacibilidad y sencillez de la madre el tío era “un tronera y un loco”. De hecho parece que la madre de Candel había salido al abuelo Juan, un “hombre que no hablaba por no ofender”, mientras que el tal Felipe –practicante de profesión- había salido a la abuela Quicana, esto es, afectado de “quicanismo”, hasta el punto de contarse de él muchas proezas y poseer cierta celebridad. Parece que era muy jugador y siempre portaba una baraja encima. En cierta ocasión, volviendo de cazar con el perdigacho, se jugó con un aldeano con el que se encontró la escopeta y el reclamo contra el burro de aquél, y se lo ganó. Entró en Casas Altas montado en el borrico, un animal tan pequeño que le arrastraban los pies, y se lo regaló a su cuñado [Pedro], el padre de Candel: “Y mi padre tuvo, desde entonces, burro”. Otra vez, estando en Valencia, el tal Felipe se puso a orinar en plena calle y un municipal de denunció, sancionándole con diez reales de multa. El hombre le dio un duro, diciendo: No me devuelva usted el cambio. De ese modo ya tengo pagada otra meada... Parece que las excentricidades del célebre tío materno de Candel contenían cierta dosis de insania, pues acabó loco, ingresado en el nosocomio de Teruel. Allí estaba cuando estalló la guerra y su hijo Ovidio, de apenas dieciséis años, que había entrado en la ciudad “con los rojos” lo sacó del manicomio. Acabada la contienda volvió al centro psiquiátrico, donde años después falleció. Candel reconoce ser despistado y refractario a aprenderse el vericueto de los laberintos y conocencias familiares. Sin embargo, gustaba de recordar las evocaciones de su madre, cuando vivían en el pueblo: tertulias, amistades, diversiones y relaciones... De niño la escuchaba embelesado, mientras narraba todas aquellas historias y ahora relacionaba los nombres con las personas que le presentaban.

Vista general de Casas Altas (Valencia), pueblo natal de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), desde la carretera de Ademuz-Valencia (2013).


Mi relación epistolar con Francisco Candel.
Como decía arriba, no conocí personalmente a Francisco Candel... Sin embargo, tuve el placer de relacionarme epistolarmente con el escritor, intercambiándonos algunas cartas. Como fuera que pretendía escribir un artículo sobre el personaje, me puse en contacto con Abel Muñoz Sánchez de Casas Altas (Valencia), uno de los parientes lejanos que le quedaban al escritor en esta tierra. Amablemente, el señor Abel me proporcionó las señas y seguidamente escribí al autor. En mi carta de presentación le pedía noticias de su vida y obra, y poco después recibí su respuesta. Al igual que dije entonces, ¡qué placer recibir en estos tiempos una carta escrita a mano! La carta se acompañaba de un curriculum vitae mecanografiado, perfectamente expresivo, donde se apreciaban metódicas anotaciones manuscritas de última hora, y un listado con sus publicaciones, cronológicamente ordenado.

Francisco Candel Tortajada (Casas Altas, 1925-Barcelona, 2007), lista de publicaciones (1956-2006).

TÍTULO DE LA OBRA

GÉNERO LITERARIO
AÑO PUBLICACIÓN

Hay una juventud que aguarda

Novela
1956

Donde la ciudad cambia su nombre

Novela
1957

Han matado a un hombre, han roto un paisaje

Novela
1959

¡Échate un pulso, Hemingway!

Relatos
1959

Temperamentales

Novela
1960

Los importantes: Pueblo

Novela
1961

Los importantes: Élite

Novela
1963

Els altres catalans

Ensayo
1964

Sala de espera

Teatro
1964

Richard

Teatro
1964

¡Dios, la que se armó!

Novela
1964

Richard

Novela corta
1965

El empleo

Novela corta y relatos
1965

La carne en el asador

Artículos
1966

Parlem-ne

Conferencias
1967

Una nova terra

Cuento infantil
1967

Viaje al Rincón de Ademuz

Libro de viajes
1968

Los hombres de la mala uva

Relatos
1968

Trenta mil pessetes per un home

Relatos
1969

A palo limpio

Volumen de obra completa
1969

Novela social

Conferencia
1969

Fruit d`una necessitat

Artículos
1969

L`altre català

Fascículo
1969

Avui començo a treballar

Cuento infantil
1970

Brisa del cerro

Novela
1970

Los que nunca opinan

Encuesta
1971

Historia de una parroquia

Novela
1971

Ser obrero no es ninguna ganga

Ensayo
1972

Inmigrantes y trabajadores

Ensayo
1972

Apuntes para una sociología del barrio

Artículos
1972

Encara més sobre els altres catalans

Ensayo
1973

El perro que nunca existió y el anciano padre que tampoco

Novela corta y Relatos
1973

Diario para los que creen en la gente

Novela
1973

Carta abierta a un empresario

Ensayo en forma de cartas
1973

A cuestas con mis personajes

Autoestudio
1975

Crónicas de marginados

Artículos
1976

Barrio

Ensayo
1977

Un charnego en el senado

Crónica política
1979

El Candel contra Candel

Antología
1981

Hemos sido traicionados

Novela
1982

El jurament

Cuento
1985

Els altres catalans vint anys després

Ensayo
1986

Aquella infantesa esvaïda

Novela corta
1987

El juramento y otros relatos

Cuentos o relatos
1987

Joan Martí

Biografía de un pintor
1987

La nova pobresa

Ensayo
1988

Ferran Soriano

Biografia de un escultor
1988

Crónica informal, sentimental i incompleta (1936-86)

Memorias y trabajos periodísticos
1992

Els que no poden seguir

Ensayo
1993

Un Ayuntamiento llamado ellos

Novela
1994

Memòries d`un burguès i un proletari: de la República al 23-F (1931-81) [*]

Novela y cuento
1996

Les meves escoles, ricords d`infantesa

Biografía y memorias
1997

Primera història, primera memòria

Biografía y memorias
2006
                [*] En colaboración con Enric Vila i Casas. El presente listado fue elaborado a partir del enviado por el propio autor (1998), habiendo añadido la última obra (2006). Tomado de SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 463.



La respuesta de Candel a mi carta comenzaba diciendo: <Querido paisano y amigo: Me satisfizo recibir tu carta. Muchas gracias por tu amabilidad. Déjame que te trate de tú. Es una mala costumbre que tengo y que me sale sin darme cuenta. Haz tú lo mismo>. Por el encabezamiento vemos que Candel es una persona sumamente correcta, que trata de aproximarse al interlocutor mediante un trato de sincera cordialidad. Lo cierto es que yo continué tratándole de usted, cuestión de educación y de respeto, pues su edad –él ya tenía entonces sobre 73 años- y su autoridad como escritor constituían para mi un grado que debía respetar.

Y continua: "Voy a ver si pongo remedio a lo que me pides en la tuya, pues soy desvalijado, desordenado, despistado y cada vez más perezoso. Te adjunto un currículum. Lo escribí hace ya tiempo. Tenía que ir a Rusia, invitado por una editorial de allí que quería encargarme un libro, pero me rompí una pata y no pude ir. Cuando me restablecí, ya había caído el muro de Berlín y todo había cambiado en aquel país". Siempre agradecí su disposición, el esfuerzo que pudo suponerle ponerse a redactar las cartas que me dirigió, siendo como era Candel una persona muy ocupada en sus propios asuntos literarios y compromisos sociales. Como dice, adjuntaba un currículo, compuesto para una editorial rusa, comentando su fractura de pierna y su restablecimiento, cuando ya había caído el muro berlinés (1989).

Sigue diciendo: "El currículum en cuestión que te adjunto es el que les envié [a los rusos]. Por ello resulta un tanto autovanidoso, pues era mi carta de presentación. Ahora, cada vez que lo uso, añado o quito o lo remodelo un tanto. Verás que a mano ya hay añadiduras posteriores. Es que hice muchas fotocopias, para no calentarme más el coco, teniendo que redactar de nuevo cuando me piden algo biográfico". Me envió, pues, el mismo currículo que a la editorial rusa, pero yo no lo encontré “autovanidoso”, más bien todo lo contrario, pues otros con menos bagaje personal y literario se hubieran dado más bombo. Y desde entonces, cada vez que lo necesitaba “para no calentarme más el coco” utilizaba el mismo impreso, con las pertinentes correcciones y añadidos. ¡Sin duda, Candel era un hombre práctico!

Detalle de las tapas (portada y contraportada) de la primera novela de Francisco Candel "Hay una juventud que aguarda" (1956).


Detalle de la portada de la segunda novela de Francisco Candel "Donde la ciudad cambia su nombre" (1957).
 

De esta forma, los cuarenta títulos del listado original se habían convertido en cincuenta y dos. Además, entre la fecha de elaboración del currículo y aquel momento (1998) el título Donde la ciudad cambia su nombre (1957) llevaba un par de ediciones más. A propósito dice: "Acaba de publicarse la última edición y le diré a la nueva editorial que te mande un ejemplar", como ciertamente hizo, pues al poco tiempo recibí el libro prometido. Por entonces ya había dejado de colaborar con la emisora "Catalunya Radio", y el artículo semanal que publicaba en El Periódico de Cataluña se había convertido en quincenal o mensual, "depende de mi negligencia y desidia". En cuanto a las habituales conferencias que había dado o seguía dando, "la mayoría las doy en Barcelona y otras poblaciones catalanas".

Detalle de la portada de una de las mejores y quizá la más conocida de las novelas de Francisco Candel "Els altres catalans" (1964).
 

Asimismo, comentaba otras cuestiones de interés, como que "en Hospitalet le pusieron mi nombre a una sala de lectura para niños y en Santa Perpetua de Moguda a una escuela para adultos". Referente a la cantidad de datos que me proporciona, opina que ya son demasiados, apareciendo una vez más su proverbial modestia, por lo que dice: "Manéjalos como puedas. Tampoco te preocupes demasiado. No soy triquismiquis y nunca le enmiendo la plana a un colega, menos siendo paisano". Resulta curioso el comentario, y siempre lo recuerdo, en especial cuando alguien se acerca a mis textos con el sólo afán de poner de relieve algún error o imprecisión. Agradecí la confianza, respetando estrictamente la información proporcionada, incluyendo ese <nunca le enmiendo la plana a un colega>, especialmente lo de colega, cuando yo distaba mucho de ser su condiscípulo, todo lo más un simple aficionadillo con buena voluntad. También me gustó lo de paisano, otra cuestión que cabe destacar en Candel, pues como se anota arriba, él jamás ocultó su condición de rinconademucense.

Francisco Candel Tortajada (1925-2007),
fotografía del escritor repartida entre los asistentes en el homenaje que se cita (1992).
 

Como fuera que yo le había pedido algún retrato, me dice: "En cuanto a las fotos, el trabajo que he tenido para encontrar alguna". No obstante, me envió varias, algo pequeñas y poco apropiadas para ser reproducidas en prensa, demás de antiguas -menos en una, en todas aparecía junto a otras personas, por lo que añade-: "La foto individual es del año 1992, y es la que repartieron cuando el homenaje que menciono en el currículum. Siempre que me piden alguna fotografía, me las veo y me las deseo, pues en las muchas que corren por casa, siempre estoy en grupo". La foto mayor, donde aparece solo, corresponde a la que le hicieron cuando aquel homenaje multitudinario, al que asistieron: Jordi Pujol, Pascual Maragall y otros políticos, gente de la cultura y muchos convecinos y asociaciones de barrio. A propósito, resulta curiosa la relación que siempre mantuvieron el político (Pujol) y el escritor (Candel), pese a militar en campos ideológicos y sociales tan distintos. Con independencia de las simpatías personales que pudieran unirles, cabe tener en cuenta el fino instinto político del Presidente de la Generalidad, que supo intuir y valorar la importancia de la novelística candeliana como factor de integración de los emigrantes en la sociedad catalana. Prueba de ello son las actividades culturales en torno al 50º aniversario (1964-2014) de la publicación de Els altres catalans (1964), una de las más celebradas obras del escritor casasaltense.




Continúa en:




[1] Cf. Wikipedia, voz Francisco Candel.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Francisco Candel, un catalán de Casas Altas, en Diario de Teruel, 6 y 13 de mayo de 1999.
[3] ID. Francisco Candel, un catalán de Casas Altas, en Desde el Rincón de Ademuz, Valencia, 2000, pp. 183-187. ID (2022). Francisco Candel Tortajada (1925-2007), un catalán de Casas Altas, en Desde el Rincón de Ademuz (I), autopublicación Kindle Direct Publishing (Amazon), segunda edición, pp. 229-223.
[4] ID (2008). Francisco Candel Tortajada, en la hora de las alabanzas, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp. 221-237.
[5] De emigrante a escritor, sección Crónica, revista Ababol 11 (1997), 37.
[6] Ibídem.
[7] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. A Ángel Antón Andrés, in memoriam, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[8] ID. Tiempo de gachas en el Rincón de Ademuz, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 12 de diciembre de 2012.
[9] De emigrante a escritor, en revista Ababol 11 (1997), p. 37.
[10] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 223.
[11] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Iconografía y epigrafía funeraria en el cementerio de Casas Altas (Valencia), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 22 de noviembre de 2013.

2 comentarios:

mariano dijo...

Gran trabajo amigo Alfredo,escrito con profusión de documentación y con muchos detalles que nos hacen valorar al personaje y su familia! Qué contento debe estar Paco Candel,allí donde esté .viendo trabajos como el tuyo que valoran su obra y nos ilustran sobre su vida y su familia! Enhorabuena por tanto trabajo y tan bien hecho.Es el mejor homenaje que se le puede hacer a este periodista y escritor de Casas Altas, de esta tierra del Rincón de Ademuz valenciana y castellana y con tantos lazos de unión con Salvacañete y la Serranía de Cuenca. Un abrazo. Mariano.

ALFREDO SÁNCHEZ GARZÓN dijo...

Gracias por tus palabras, amigo Mariano, siempre tan amable en el comentario y generoso en el elogio..., como lo era el propio Paco Candel. Un abrazo.