Una mirada retrospectiva al “Análisis
Geográfico Comarcal”
de Carles Rodrigo Alfonso (1998)
“[El Rincón de Ademuz] un territorio unitario,
una comunidad histórica
con orígenes que pueden remontarse
en su actual configuración al siglo XIII”
–Carles Rodrigo Alfonso (Valencia, 1964), geógrafo.
Palabras previas.
Fue durante los Primeros
Encuentros en el Medio Rural celebrados en Torrebaja (Valencia), a
finales de otoño de 1998 cuando conocí a Carles Rodrigo Alfonso
(Valencia, 1964). Coincidimos en el stand de publicaciones que la Asociación
para el Desarrollo Integral del Rincón de Ademuz (ADIRA). Yo estaba
atendiendo la caseta de la asociación y él venía de presentar su libro Rincón
de Ademuz: análisis geográfico comarcal (Valencia, 1998). Carles me propuso
hacer un intercambio, yo le regalaba un cartapacio con mis artículos en Diario
de Teruel editados por la asociación y él me regalaba su libro. Conservo
aquel ejemplar con gran cariño, pues además de que la obra constituye para mí
un texto de cabecera que me ilustra e inspira cuando escribo sobre la comarca,
contiene una afectuosa dedicatoria del autor: Para Alfredo, compañero en la
tarea de “descubrir” el Rincón. C. Rodrigo, 25 de octubre de 1998. Algún día habrá que valorar la actuación de aquella agrupación, uno de cuyos logros fue la edición de este estupendo trabajo...
Los lectores de mis
artículos sabrán que muchas veces cito la obra de este autor, ya que para mí
constituye uno de textos más completos escritos sobre la comarca, publicado
cuando la bibliografía sobre la zona era muy escasa. Juan Piqueras Haba, catedrático de
Geografía de la Universidad de Valencia así lo atestigua en el prólogo de la
obra:
- Carles Rodrigo, geógrafo de profesión y de vocación, es un valenciano de las tierras bajas que ha subido hasta aquí desde Valencia y ha sentido la fascinación por el Rincón de Ademuz. Antes de ponerse a escribir ha leído todo o casi todo lo que había ya escrito sobre esta tierra, que no era mucho. Y, lógicamente, le ha sabido a poco. Por eso, animado por la curiosidad del saber y el conocer, ha viajado y visitado hasta el último paraje... [...] Ha convivido con las gentes, ha establecido contactos que luego se han traducido en amistades, y al final, ha acabado sintiéndose él mismo un miembro más de esta colectividad, con la que ha adquirido un compromiso muy personal.
Prueba
de ello es este libro, cuya “intención rebasa la mera transmisión de
conocimientos y vivencias para adentrarse en el terreno de las propuestas que
puedan mejorar las condiciones de vida de las gentes del Rincón (de Ademuz)”,
termina diciendo el prologuista.
Portada de "El Rincón de Ademuz: análisis geográfico comarcal" (Valencia, 1998), obra de Carles Rodrigo Alfonso. [Tamaño 17x24 cm; 252 páginas], (2015). |
El libro resulta ser
todavía “el más actual y completo que jamás se haya escrito” sobre el tema en
la comarca, pues además de analizar de forma pormenorizada la geografía de la
zona en relación con la historia, la actividad económica y la demografía,
establece un amplio abanico de proposiciones, que son las que vamos a
permitirnos exponer y analizar a continuación. Hace poco volví a releer algunas
páginas de este libro, las relativas a las propuestas de futuro y las
conclusiones;[1] pues es en
el periodo invernal, estando bajo mínimos, cuando más se evidencia la severa
realidad del Rincón de Ademuz, su retraimiento y orfandad.
Propuestas de
futuro para el Rincón de Ademuz.
El autor comienza por
reconocer la enorme dificultad que entraña “la elaboración de un proyecto de
futuro para el Rincón (de Ademuz)”, al tiempo que justifica el esfuerzo que
ello supone por dos razones básicas, de un lado “una nueva actitud desde la
administración” y de otro, “por el empeño de al menos un sector de residentes”.
No cabe duda que la
administración autonómica ha cambiado su forma de ver y percibir ese trozo de
territorio valenciano situado fuera de su provincia, entre Cuenca y Teruel,
prueba de ellos son las cuantiosas inversiones públicas habidas en los últimos
años en la comarca. Pero también cabe reconocer que la actitud de los propios
rinconademucenses hacia su tierra ha variado, desde la resignación y la apatía
de los años inmediatamente posteriores a la gran emigración de los años sesenta
hasta las posturas más activas y entusiastas de hace unos años, incluso de la
actualidad. Este “sector de residentes” está formado por gente de edad
intermedia, muchos de ellos padres con hijos pequeños o en la adolescencia,
conscientes de que ésta es su tierra y de que quieren vivir aquí; y ello no
sólo porque la aman, sino porque creen en sus posibilidades de desarrollo, convencidos
de que aquí también se puede vivir y prosperar.
El autor justifica el
diseño de un “plan comarcal de actuación” basándose en esta voluntad de vivir
en la zona de cierta parte de la vecindad rinconademucense, propósito que
debería establecer “los objetivos, las estrategias y las acciones para
conseguirlos”. Ciertamente, el plan que propone no es más que un marco teórico,
aunque sólidamente asentado en “el análisis de la actual situación de la
comarca y en las circunstancias que han conducido a ella”, lo que supone un
profundo conocimiento de “su problemática y sus posibilidades”. El propósito
último del proyecto es “estabilizar el actual volumen de población” en la zona,
incluso “conseguir un ligero incremento de esta población residente”, rejuveneciendo
su media de edad. ¡Ahí es nada, que diría el clásico! Ello nos da entender que
el autor ha detectado el problema capital de la comarca, cual es la
despoblación, efecto y consecuencia a su vez de sus características generales:
montañosa, rural, escasamente poblada y remota. La cuestión del despoblamiento
ha sido puesta también de relieve por el estudio que conocemos como “Serranía
Celtibérica” de España (2013), territorio parejo al de una Comunidad Autónoma
española, ubicado en pleno Sistema Ibérico y enmarcado por tres capitales de
provincia –Soria, Teruel y Cuenca-, con una superficie de 63.102,97 km2,
habitado por 503.566 habitantes, lo que supone una densidad de población de
7,98 hab/km2, cifra análoga a la que poseen la zona de Laponia en
los países escandinavos.[2]
La comarca del Rincón de Ademuz se halla incluida en el territorio de la
Serranía Celtibérica, pero su densidad de población es todavía más baja, pues
apenas alcanza los 6,79 hab/
km2, lo
que evidencia una dramática situación demográfica.
Densidad de población de los municipios del Rincón de Ademuz (2013).
Municipio
|
Extensión
(km2)
|
Población
(habitantes)
Hombres/Mujeres
|
Densidad
Población
(Hab/km2)
|
ADEMUZ |
100,66
|
1.203
(640/563)
|
11,95
|
CASAS ALTAS
|
15,89
|
159
(83/76)
|
26,99
|
CASAS BAJAS
|
22,61
|
213
(111/102)
|
9,42
|
CASTIELFABIB
|
106,27
|
262
(129/133)
|
2,46
|
PUEBLA DE SAN MIGUEL
|
63,72
|
75
(43/32)
|
1,17
|
TORREBAJA
|
4,82
|
445
(235/210)
|
92,32
|
VALLANCA
|
56,49
|
159
(88/71)
|
2,81
|
TOTAL
|
370,46
|
2.516
(1.329/1.187)
|
6,79
hab/km2
|
Datos de población tomados del INe (2013). Elaboración
propia.
Consciente de los
déficit de la comarca, el autor advierte que las propuestas anteriores deberían
completarse “con un crecimiento del nivel y calidad de vida”, para lo cual
debiera estimularse “el desarrollo de un sistema productivo eficiente”, lo que
supondría aumentar “la ocupación laboral” y “la dotación de todo tipo de
servicios, incluidos los culturales”.
De lo anterior
puede deducirse que la ubicación geográfica de la comarca –zona de montaña,
escasamente poblada y rural- se halla relacionada con la demografía y la
elevada media de edad de sus habitantes, lo que a su vez explica la necesidad
detener la despoblación, asentando la gente a la tierra y potenciando el
sistema productivo, aumentando la ocupación laboral, el incremento del nivel de
vida y la calidad de los servicios, entre los que deben incluirse los
relacionados con la formación y la cultura.
Paisaje rural del Rincón de Ademuz, detalle de barraca tronco-cónica de piedra en seco con el Pico Castro al fondo (897 m), 2006. |
Previamente a
cualquier otra consideración, el autor establece que todo “plan de actuación
debe favorecer un modelo de desarrollo sostenible e integrado”, evitando “el
agotamiento o empobrecimiento de los recursos locales” y completando “las
diferentes actividades y sus efectos multiplicadores”. De ahí que todo plan
sobre la zona deba contener factores como el sostenimiento y la unificación de
los recursos. Respecto a los criterios básicos para el desarrollo del plan de
actuación, nos propone las medidas siguientes –que pueden verse como la
sistematización de una tormenta de ideas-:
** 1] Cooperación intermunicipal, para afrontar los problemas comunes derivados de la baja demografía: implantando formas de gestión mancomunada.
** 2] Ordenación del territorio municipal y comarcal, reformulando los usos del suelo, por ejemplo.
** 3] Explotación preferente de los recursos potenciales de la zona: entorno natural, actividades agrarias y forestales, recursos humanos, patrimoniales y culturales.
** 4] Potenciación del medio ambiente, principal recurso de la comarca: limitando el impacto ambiental de las actividades económicas, el consumo del suelo y la generación de residuos.
** 5] Renovación de la estructura socioeconómica: modernizando las actividades agropecuarias y su comercialización, fomentando de actividades agropecuarias alternativas, manteniendo, recuperando y conservando el medio natural (forestal), desarrollando la red turística, fomentando una pequeña infraestructura industrial y comercial local, implantando nuevas tecnologías de comunicación y mejorando las existentes.
Expuestas las medidas
para el desarrollo del plan de actuación, que no es poco, surge la pregunta,
¿cómo se hace todo esto, de donde deben provenir las fuentes de financiación
para llevarlas a cabo? La exposición de las medidas propuestas, sin embargo, es
básica, ya que supone un estudio previo de la situación, un diagnóstico y una
propuesta de tratamiento –cual si la comarca fuera un paciente, alguien o algo
enfermo-. Respecto a la “Cooperación intermunicipal”, resulta evidente que para
afrontar los problemas de la despoblación no queda otra solución que asociarse
para la gestión de los servicios comunes: gestión municipal, recogida de
residuos sólidos urbanos, abastecimiento de aguas, etc. Baste observar que para
las municipales en algunos pueblos ya está resultando difícil encontrar
personas con que completar las listas electorales, hasta el punto que de seguir
la dinámica demográfica todos nuestros pueblos acabarán siendo concejos
abiertos. Pongámonos la mano en el pecho y seamos sinceros, ¿es preciso
mantener siete ayuntamientos para gestionar un territorio de 370 km2
habitando por apenas 2.500 habitantes? En realidad son menos, ya que una parte
de los censados pasan la mitad del año fuera de la comarca. Sigo preguntando,
¿no sería mejor habilitar un edificio ya existente en alguno de los siete
municipios comarcanos donde ubicar la gestión conjunta de todos ellos? Con los
medios telemáticos actuales ello sería factible. Esto no significaría pérdida
de la identidad municipal, pues cada municipio podría y debería seguir siendo
él mismo, generando un gran ahorro en todos los ámbitos, tanto en recursos
humanos como en infraestructuras, luz, calefacción, refrigeración,
mantenimiento, etc. Lógicamente, el personal sobrante habría que reconvertirlo...
Yo no sé cómo ni de qué manera, habría que pensarlo. Pero resulta evidente que
no podemos seguir consumiendo un producto que podemos comprar por la tercera
parte de lo que nos cuesta producirlo. Conste que no estoy diciendo de la
desaparición física de los municipios, como se ha realizado en otros lugares de
la Unión Europea, sino de la gestión conjunta de los recursos administrativos
municipales de la comarca. Aunque es evidente que en España sobran
Ayuntamientos, ya que de los 8.116 actualmente vigentes, 1.070 poseen menos de
100 habitantes. A tenor de la dinámica demográfica cabe pensar que en el curso de los próximos cinco-diez años algunos de los pueblos de la comarca se encontrarán entre esos ayuntamientos españoles con menos de un centenar de habitantes, lo que pondrá en entredicho su continuidad como entidad municipal. Esto ya sucedió en los años cuarenta del siglo XIX, en que Torrealta, pueblo con consistorio y término propio tuvo que adscribirse al más próximo, Torrebaja, por no reunir los 30 vecinos que marcaba la ley (Madoz, 1849, tomo XV, p. 72).
Un paso más sería la constitución de un Pleno
de la Mancomunidad, a modo de Ayuntamiento Comarcal, en el que cada municipio
tuviera uno, dos o más representantes, en función de su extensión y censo. En cualquier caso, la Mancomunidad “debería tener capacidad de
actuación en aquellas cuestiones que sobrepasan el ámbito municipal y con ello
superar el problema de las escasas dimensiones demográficas municipales”; pues
el problema sigue siendo el mismo, la baja densidad de población (6,79 hab/km2).
Las funciones básicas de esta entidad supramunicipal debieran ser, “la gestión
compartida en cuestiones relacionadas con la ordenación del territorio, la
promoción económica, la dotación de servicios y la política cultural”. La
expresión práctica de estas cuestiones podría estar en la creación de una
Agencia de Desarrollo Local eficiente y sus funciones prácticas: información,
formación, asesoramiento, gestión-tramitación, empleo, etc.
Paisaje rural del Rincón de Ademuz, corrales y parideras en el camino de Val de la Sabina a Sesga en Ademuz (Valencia), 2003. |
Respecto a la
“ordenación del territorio municipal y comarcal”, el asunto se hace
especialmente necesario en lo que hace a las actividades agrícolas, ganaderas e
industriales. No puede ser que cada municipio tenga su "poligonito",
de la misma forma que ciertas actividades industriales no pueden desarrollarte
dentro del casco urbano. Me consta que en un pasado reciente hubo intentos por
parte de los ayuntamientos locales de construir un espacio comarcal dedicado a
las actividades industriales que actualmente tienen lugar en la zona o pudieran
desarrollarse en el futuro. Pero no fue posible, cada municipio quiso arrimar
el ascua a su sardina y no hubo entendimiento, prevaleciendo la mentalidad
localista y aldeana de siempre... Torrebaja construyo su Parque Artesanal
en Los Llanos y Ademuz anda en la delimitación del suyo. Los demás ni se lo plantean, por innecesario. Pero hubiera sido bueno disponer de un polígono para todos los municipios de la comarca en algún lugar apropiado de la zona, primando en su elección la proximidad a las vías de comunicación existentes.
Respecto de la
“explotación preferente de los recursos potenciales de la zona”, el autor
estima que estos son el entorno natural, las actividades agrarias y
forestales, los recursos humanos, así como los patrimoniales y
culturales. No resultará difícil ponerse de acuerdo en que el “entorno
natural”, digamos el medio ambiente, los cielos despejados y las aguas
abundantes de que hablaba Cavanilles (1797), constituyen el mayor potencial de
nuestra comarca. Lo primero es valorar estos recursos, lo segundo delimitarlos
y protegerlos, para finalmente explotarlos. El proceso ha comenzado con la
delimitación y declaración de ciertas áreas de especial interés, como el Parque
Natural de Puebla de San Miguel, en el que se incluyen zonas específicas
como el “Mirador de Mirar Bueno” y “Las Blancas”[3]
o la delimitación de la “Muela de los Tres Reinos” como Paraje Natural
Municipal,[4] a los que
deberán seguir otros. Las actividades agrarias y forestales han constituido los
recursos económicos tradicionales del sector primario en la zona, lo que se
hace evidente recorriendo las distintas zonas del regadío y en el secano de
nuestros municipios. El sentir general, sin embargo, es que la agricultura y la
ganadería no son rentables, lo que justifica su abandono y casi desaparición
como actividad económica en la zona. Pero son justamente las tareas agrarias y
ganaderas las que mantienen casi en exclusiva la economía de ciertos municipios,
aunque residualmente. En relación con lo que estamos comentando hay unas
palabras del médico e historiador oscense, Mariano Iñiguez Ortiz (1862-1952), que resulta perfectas, además de
premonitorias, para definir la situación del Rincón de Ademuz y la causa de sus
problemas:
- Los países de suelo pobre y clima ingrato, cuando no son mineros o industriales, tienen una producción escasa que fatalmente limita el número de pobladores. Cuando en esas regiones la natalidad supera la mortalidad, emigra el exceso de población en busca de sol y de pan; y si nuevas fuentes de producción y riqueza no modifican la economía del país, transcurren los años y los siglos sin que inmigre ningún grupo de familias.[5]
Paisaje urbano del Rincón de Ademuz, detalle de carro de varas con ruedas adaptadas en Ademuz (Valencia), 2003. |
Nuestra zona no es
minera ni industrial, su suelo es pobre y escaso, excepto en las zonas de regadío,
y el clima poco grato, típicamente continental: veranos cortos y calurosos e
inviernos largos y fríos. La producción fue siempre escasa, y la economía
familiar y de sobrevivencia. Dichas circunstancias limitaron siempre el número
de habitantes, hasta el punto de que en el siglo XVII la población era similar
a la actual, incluso algo superior. Sólo en los años veinte del pasado siglo XX
la zona alcanzó su clímax poblacional, con algo más de 11.000 habitantes
(1920). Los recursos se hallaban entonces al borde de la explotación, con todas
las tierras susceptibles de cultivo roturadas, incluso las laderas de cerros y
montañas. Fue en ese tiempo cuando la natalidad superó la mortalidad, siendo
este el motivo y el comienzo de la emigración del exceso de población en busca
de pan, antes que de sol y de cielo. Hubo un momento en los años cuarenta y
cincuenta en que la producción y exportación de manzanas autóctonas supuso la
posibilidad de una fuente de riqueza impensable, aunque la situación duró poco,
ya que la coincidencia en el tiempo con el desarrollismo español de los años
sesenta y la creación de grandes zonas de cultivo propiciaron la emigración
masiva de estos pueblos, y su vaciamiento. La extensión del minifundio y el arraigado sistema de producción familiar impidieron su adaptación a las nuevas exigencias de producción y comercialización...
Sigue diciendo el historiador:
- En estas condiciones se encuentran muchos valles de la cordillera ibérica. Gentes fecundas y dotadas de enorme vitalidad, sin más ingresos que los limitados de la agricultura y la ganadería, cada año envían al llano, a las ciudades o a América numerosos emigrantes sin recibir en su seno otros elementos extraños que algún comerciante, el maestro de escuela y el sacerdote, todos los cuales influyen algo en la cultura, pero casi siempre son incapaces para modificar las ideas y sentimientos ancestrales.[6]
Leyendo con atención
veremos que está retratando la situación de la Celtiberia en general y de
nuestra comarca en particular. Pues ese fue el comienzo de la emigración a las
grandes ciudades españolas y a América.[7]
Comerciantes, maestros, médicos, sacerdotes... fueron prácticamente los únicos
elementos foráneos que recibían las cerradas comunidades rurales de entonces.
Los emigrantes que marcharon a las ciudades en su mayoría no regresaron, fue un
viaje de ida; sólo algunos de la emigración americana retornaron; en cualquier
caso su influencia fue insuficiente “para modificar las ideas y sentimientos
ancestrales” de nuestras gentes. Estamos diciendo, obviamente, de la emigración
de los años veinte y treinta del pasado siglo. La de la segunda mitad de la
centuria, años cincuenta, sesenta y setenta tuvo otras características, pero en
el fondo fue lo mismo. La mayoría de los que se marcharon a Europa regresaron a
España, pero los que marcharon directamente de los pueblos a las ciudades, no
volvieron, o lo hicieron ya jubilados.
Paisaje urbano del Rincón de Ademuz, acceso a corral en Casas Altas (Valencia), con detalle de un cubo de plástico a la entrada (2003). |
El historiador malagueño, José Sánchez Jiménez
(1975) lo dice de otra manera, pero al fin resulta lo mismo :
- Cuando la libertad no es posible porque no hay opciones y la seguridad se enrarece porque falla el trabajo o las perspectivas de futuro, el espacio en que se vive se vuelve inhóspito y consiguientemente el hombre emigra. A pesar de todo, el despoblado continúa manteniendo su personalidad también hoy en que el porvenir de la vida rural cambia... [...] Las formas de vida rural están en transición o cambio, pero no es el agricultor ni el hombre rural el principal responsable de la crisis de la agricultura en una coyuntura concreta que él no ha producido, ni controlado ni apenas colaborado en su desarrollo.[8]
A propósito de la emigración, uno no puede por menos que preguntarse,
¿por qué se marchó realmente la gente de nuestros pueblos, cuáles fueron los
motivos sustanciales que les empujaron al éxodo? El mismo autor anota las
causas y factores más o menos relevantes de emigración, distribuyéndolos entre
“sociales o parasociales” y “económicos”, según un estudio previo referido a la
provincia de Segovia (Roberto Sancho Hazack, s/f):
Factores más relevantes de emigración |
|
Sociales o parasociales
|
Económicos
|
Deseo de que mejoren los hijos
|
Dificultades económicas personales
|
Dureza de la vida del campo
|
Deseo de ganar más
|
Falta de ambiente “agradable” en los
pueblos
|
Falta de trabajo o irregularidad del
mismo
|
Factores menos relevantes de emigración |
|
Sociales o parasociales
|
Económicos
|
Malas condiciones de vivienda
|
Irregularidad de ingresos
|
Deseo de estar con otros familiares ya emigrados
|
Irregularidad de las producciones
|
Poco cariño por la agricultura
|
|
Poco cariño por el pueblo
|
Elaboración
propia: tomado de Sánchez Jiménez (1975).
En líneas generales, en el cuadro propuesto pueden verse las causas y
factores más relevantes de emigración en los años sesenta y setenta en España.[9]
Hoy habría que revisarlos, incluyendo entre las variables el factor edad y el
estado social, y distinguiendo entre jóvenes y solteros, por un lado y entre
adultos y casados con hijos, por otro. Entre los primeros, las causas y
factores de emigración podrían encontrarse en la “Dureza de la vida del campo”,
el “Poco cariño por la agricultura”, dada su escasa rentabilidad, la “Falta de
ambiente agradable en los pueblos”, incluyendo en este apartado la
dificultad para relacionarse y de encontrar pareja, y el “Deseo de ganar más”
–por este orden-. Entre los últimos, quizá sean el “deseo de que mejoren los
hijos” y la “falta de trabajo o irregularidad del mismo” las causas y factores
que les llevan a emigrar. Para comprobarlo, cabría hacer un estudio al respecto
en la zona...
Continúa en:
[1] RODRIGO ALFONSO, Carles (1998). El
Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Valencia, pp.
226-240.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Rincón de Ademuz y la “Serranía Celtibérica” de España (y II), en Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 5 de enero de 2015.
[3] ID. “Las Blancas” de Puebla de San Miguel (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 15 de septiembre de 2014.
[4] ID. “La Cruz de los Tres Reinos”, historia y mito en el paisaje, en Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 15 de octubre de 2014.
[5] IÑIGUEZ ORTIZ, Mariano (1924). “Ritos
celtibéricos. Las fiestas de San Pedro Manrique. I: Las hogueras de San Juan.
II: Las móndidas”, Sociedad Española de Antropología, Actas y Memorias, 3,
Madrid, p. 57. Citado por BURILLO-CUADRADO, Mª Pilar, BURILLO-MAZOTA,
Francisco y RUIZ-BUDRÍA, Enrique. Serranía Celtibérica (España). Un
proyecto de Desarrollo Rural para la Laponia del Mediterráneo,
Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural, Campus de Teruel,
Parque Arqueológico de Segeda, Servicio de publicaciones de la Universidad de
Zaragoza, Zaragoza, 2013,
[6] Ibídem.
[7] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. De Torrebaja a los Estados Unidos de América en los años veinte, en Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 13 de diciembre de 2013.
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