Crónica y testimonio de la ofrenda de flores
a la "Virgen de Tejeda" en Garballa (Cuenca),
a propósito del LIV Septenario de Tejeda.
a propósito del LIV Septenario de Tejeda.
"[...] da igual que la imagen porte cabellera o no la lleve, pues,
aunque sería preferible seguir la costumbre, lo importante es el símbolo:
María
de Tejeda no es otra que María, la madre de Jesús de Nazaret y
madre espiritual
de los creyentes. Todo lo demás son zarandajas y ganas de fastidiar..."
-del contenido textual-.
El pasado miércoles -7 de
septiembre de 2011-, víspera de la
Virgen de Tejeda, estuve en
Garaballa (Cuenca) con unos amigos, fuimos a ver la ofrenda de flores que las
cofradías de los pueblos del entorno brindan a esta Virgen, “perla del
Marquesado" de Moya. Este año la festividad tiene un significado especial,
pues también se celebra el LIV Septenario de Tejeda, con la subida de la
imagen a Moya (Cuenca), para celebrar el novenario.
Para ir desde el Rincón de
Ademuz hasta Garaballa, el mejor trayecto es ir por Landete y desde aquí -pasando
por la ermita de la Fuen
María-, tomar después la dirección de Garaballa. La tarde era
estupenda, en las choperas de los barrancos ya comenzaba a pintar el otoño, y
el cielo mostraba un azul intenso iluminando los espesos pinares serranos.
Durante el trayecto hablamos de los beneficios que nos ha traído la nueva
carretera de Manzaneruela (Cuenca) a Torrebaja (Valencia), comunicando los
pueblos del Rincón de Ademuz con los de Cuenca por esta vía, cuando antes era
necesario bajar hasta Santa Cruz de Moya, atravesando las temibles “Emes”, o subiendo
hasta Salvacañete por las empinadas cuestas de “El Hontanar”. Todos estos
pueblos, tan próximos visualmente, quedaban enormemente lejos por la falta de
buenas comunicaciones. Asimismo, hablamos de las semejanzas entre la Virgen de
Tejeda y la Virgen
de Santerón, pues ambas tienen similitudes en su hallazgo/aparición, en
la vestimenta y la forma de venerarlas, incluido los célebres septenarios y su
popular celebración.
Vista parcial del monasterio de Tejeda en Garaballa (Cuenca), desde la entrada (2011). |
Al llegar a Garaballa lo
primero que llama la atención es el campanario del monasterio y el caserío
anexo, que se distribuye meridionalmente entorno del mismo, ascendiendo por la
vertiente de un cerrillo alomando. Aunque llegamos a buena hora, los campos que
rodean el monasterio ya están invadidos por multitud de vehículos, hasta el punto
de ser necesarias varias parejas de la Guardia Civil para dirigir el tráfico y ordenar
los aparcamientos: nos envían a una zona arbolada frente al convento, donde ya
hay varias docenas de vehículos estacionados sobre los rastrojos. Para ir desde
el lugar del estacionamiento hasta el monasterio cabe pasar por una carretera
que discurre frente a la fachada noroeste de los edificios conventuales: junto
a éstos concurren unas fincas baldías, lo que me hizo recordar una simpática
anécdota que contaba mi padre siendo yo niño, y que resulta del tenor siguiente:
- Había un matrimonio muy pobre en la zona, tan pobre que sólo tenía una burra para laborar sus escasas tierras. El caso es que necesitaban otro animal, de ahí que pensaran en echar la burra al caballo, para ver de tener un muleto... Llevaron el animal a la remonta, y como tardara en preñarse cavilaron ofrecer a la Virgen de Tejeda el primer muleto que tuvieran, y los siguientes ya serían para ellos. Sea por lo que fuere, en el siguiente apareo la burra se preñó y nació un hermoso muleto... El animal crecía sano y fuerte, siempre corriendo de un lado para otro tras la burra, hasta que llegó el momento de ofrecerlo a la Virgen. El caso es que el animal era muy hermoso, y el matrimonio se encariñó con él, además de serles muy útil para las faenas del campo. De ahí que fuera el matrimonio a hablar con el prior, para dilucidar el dilema que se les planteaba: habían ofrecido el animal a la Virgen, pero no podían prescindir de él... Al prior, que había sido cocinero antes que fraile, enseguida se le ocurrió la solución: deberían traer muleto y burra a los huertos que había tras del convento, atarían a la burra en un punto y dejarían al mulo suelto, y si el animal entraba en el corral del convento significaba que la Virgen lo quería, y tendrían que conformarse. El matrimonio aceptó la proposición, haciendo lo acordado... A todo esto, el día iba avanzando, y a eso del medio día, cuando más calienta el sol y con más furia pican las moscas, un legó abrió una puerta del corral, de forma que el mulo, buscando algo de frescor se metió dentro..., y ¡zas!, el fraile cerró la puerta de golpe. El pobre matrimonio, que estaba allí esperando la decisión de la Virgen, se quedó pasmado, aunque aceptando tan soberana decisión, pero no sin antes exclamar: “¡Virgen de Tejeda, milagros haces, pero bien te los cobras...!
Detalle de la banda de música que amenizó la ofrenda de flores a la Virgen de Tejeda en Garaballa (Cuenca), año 2011. |
Conforme nos acercamos al
lugar de la ofrenda el contexto de fiesta se va caldeando, con el gentío
dirigiéndose hacia la plaza del templo y zonas adyacentes, que aparecen
rodeadas de tenderetes de ropa, objetos de regalo, turrones, caramelos y
chupadores, además de puestos de comida: de ahí que en el ambiente flotara un
agradable aroma de embutido a la plancha, salchichas y choricillos que
despertaba a los muertos. Grupos de gente ataviados con trajes populares portan
preciosos ramos de flores, son los serranos y serranas de las distintas
cofradías que van a la ofrenda. Las calles de la población y entorno del
claustro están engalanados de banderitas, con colchas multicolores, paños o
colgaduras luciendo insignias de la
Virgen, y muchas banderas españolas ciñendo los balcones.
En la placeta del convento la
gente va buscando su acomodo en las sillas dispuestas a ambos lados, dejando un
pasillo central: al fondo hay un tablado con una estructura en la parte
posterior, para colocar las flores de la ofrenda a modo de manto o tapiz
vegetal. Entrando a la derecha hay un puesto librero, donde la asociación “Amigos
de Moya” vende libros y folletos con la historia de la zona, títulos y
autores que me son conocidos y queridos.[1] Actualmente la placeta está
cementada y rodeada de setos, pero antaño era de tierra apisonada: se hallaba
presidida por un crucero en piedra y en la margen del barranco lucían unos
hermosos ejemplares de olmo, que yo ya conocí secos, cuyo tronco apenas podían
abarcar cuatro hombres de buena braza. En otra época no lejana, cuando el
tiempo estacional lo marcaba el santoral, este tipo de celebraciones, además
del propiamente espiritual y religioso, tenía un significado social hoy en
parte perdido: servía para que los familiares y amigos de los distintos
pueblos, aldeas y rentos se vieran y saludaran, para difundir noticias y
novedades, para cerrar tratos y concertar matrimonios...
Atravesamos la plaza y
arribamos al convento, entrando en la iglesia para visitar a la Virgen, cuya imagen
descansa sobre sus andas en un lado del crucero: la recuerdo de cuando vino
como peregrina al Rincón de Ademuz.[2] Se trata de una imagen “de las de
vestir”, con su pequeña carita morena no mayor que una nuez y aureolada de
varias coronas. Lo primero es darle las gracias por poder estar allí, y hacerle
cada cual sus peticiones, para después besar su medalla. Hay una larga cola de
ancianos, mujeres y niños para rozar el medallón con los labios –aunque a los
jóvenes parece que les da vergüenza aproximarse-: la iglesia está llena y se
respira devoción. Mientras unos se acercan a la sala de las ofrendas, donde
exvotos de todo tipo penden de las paredes, otros se sientan o arrodillan para
rezar.
Detalle de la ofrenda de flores a la Virgen de Tejeda en Garaballa (Cuenca), año 2011. |
Al salir encontramos muchos
conocidos, singularmente de Ademuz y otros pueblos del Rincón. De pronto
comienza a sonar una voz por los altavoces: es el cura del santuario, que pide
hombres y mujeres, y “cuanto más hombres mejor” -lo que hace sonreír a muchos
por el doble sentido de las palabras-, pues hace falta fuerza bruta para sacar
la imagen a la placeta. Resulta que no hay hombres que se presten, pues son
remisos a sacar la imagen sin su tradicional “peluca”... Los medios de
comunicación, siempre ávidos de carnaza informativa, ya han publicitado el
asunto, cuestión aprovechada por los enemigos de la Iglesia y de la religión
para burlarse: da igual que la imagen porte cabellera o no la lleve, pues,
aunque sería preferible seguir la costumbre, lo importante es el símbolo: María
de Tejeda no es otra que María, la madre de Jesús de Nazaret y madre espiritual
de los creyentes. Todo lo demás son zarandajas y ganas de fastidiar...
Finalmente sale la imagen, portada a hombros y sobre sus andas, y es colocada
junto al tablado. Comienza a sonar la música alegre de una banda, mientras el
locutor anuncia el nombre de las cofradías que van entrando en la placeta y
haciendo el oportuno comentario: precedidas por el estandarte, los serranos y
serranas ataviados con trajes regionales traen flores para ofrendar a la Virgen, flores que van
siendo dispuestas sobre una estructura metálica en forma de gran cortinaje
vegetal.
Detalle de las cofradías que ofrecieron flores a la Virgen de Tejeda en Garaballa (Cuenca), año 2011. |
La ofrenda dura varias horas,
pues son muchas las cofradías: la gente llena la plaza y calles adyacentes,
todo es bullicio, alegría y colorido, mientras la pequeña Virgen de cara
morenita parece sonreír complacida desde su pedestal... Mañana será la fiesta
grande, onomástica de Tejeda y víspera del Septenario: la venerada imagen de la Virgen será portada a
hombros y subida hasta Moya, donde la festejarán durante nueve días. De regreso
al Rincón de Ademuz, hacemos un alto en la ermita de la Fuen María (Landete),
para hacer una merienda-cena: se trata de un lugar arbolado precioso, con
césped, agua, mesas, bancos y asadero. Cuando terminamos el ágape ya es de
noche, aunque luce una hermosa luna llena iluminando el natural escenario. Vale.
NOTAS:
[1] GÓMEZ, E y SÁEZ, T., Moya, su historia, sus hombres, sus tradiciones, Valencia, 2001. SÁNCHEZ CREMADES, J Mª., En la espesura de la Serranía, el misterio de Tejeda, Madrid, 2004. GÓMEZ, E y SÁEZ, T., Los Septenarios: Moya por Santa María, Valencia, 2004. Moya (Cuenca), tierra de frontera (1269-1375), historia y documentos, libro coordinado por Teodoro Sáez, en el que han participado Juan Pitarque, Niceto Hinarejos y Eusebio Gómez, Valencia, 2007.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, A., La Virgen de Tejeda en el Rincón de Ademuz, en: sección Crónica de la revista Ababol 36 (2003) 33-35. ID., Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 163-164.
Vista del prado que sirvió de aparcamiento, con detalle del monasterio de Garaballa (Cuenca) al fondo (2011). |
Es muy normal que en Semana Santa, el día de todos los Santos, romería y ofrendas florales a la virgen, las personas partícipes del evento lleven flores para alabar a la virgen o rememorar a sus seres queridos. Por ello si acudes a esta celebración debes de acudir con tu ramo de flores.
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