A propósito de una visita al lugar de los hornos,
con motivo de su restauración.
con motivo de su restauración.
Al señor Antonio Romero Muñoz (Torrebaja, 1933-Barcelona, 2020),
que me acompañó en la visita, evocando sus recuerdos de infancia.
Pasear, ya sea caminando o en
bicicleta, es una de las actividades más placenteras que podemos disfrutar los
que vivimos en zonas rurales, tal el valenciano Rincón de Ademuz. Cuando
voy a caminar suelo hacerlo con mi esposa por la ribera del Turia y zonas
aledañas del monte frontero a Torrebaja, lo que llamamos la “Dehesa de
los Terreros”, término de Ademuz (Valencia).[1]
En estos casos salgo del pueblo por la calle Fuentecillas, siguiendo el antiguo
camino de Ademuz a Teruel, cuyo trazado urbano corresponde a la calle Cantón y
la citada de Fuentecillas hasta las casas de La Venta y su cruce con la
bajada del Pasillo, que desciende desde la carretera de Cuenca-Teruel hacia el
río por la partida de El Reguero, sita en la zona noreste del pueblo, próxima
al puente de La Palanca.[2]
Horno de yeso de La Dehesa, con el señor Antonio Romero Muñoz (Torrebaja, 1933), dando la medida humana del horno (2011). |
Con frecuencia me suelo encontrar con mi vecino Antonio –me refiero a Antonio Romero Muñoz (Torrebaja, 1933)- que vive por debajo de la fuente de los Pobres. Alguna vez hemos hablado de ir a visitar los hornos de yeso; de ahí que al verme me diga: “A ver cuándo vamos a ver los hornos...” –yo le respondo que cualquier día, esperando disminuya el calor del estío-. Un día de finales de verano decidimos ir a visitar los mencionados hornos, quedando para el día siguiente a primeras horas de la mañana: amanece espléndido, con un cielo azul intenso; y provistos de agua, buen calzado, un bastón y sombrero (elementos imprescindibles para ir por el monte) nos encaminamos al lugar de los hornos. La primera indicación se halla al comienzo de la calle Fuentecillas, junto al banco que hay frente al Consultorio Municipal -señalando la dirección y la distancia (1,8 km)-; la segunda en un poste que hay frente al pilón de la Virgen del Pilar; la siguiente en el cruce de la bajada del Pasillo con el camino de la ribera y la cuarta a la entrada del puente de La Palanca. Antonio ya me había hablado de la técnica de hacer el yeso, según lo recordaba de su infancia, por haberlo visto hacer a su padre, que poseía una propiedad próxima al lugar donde vamos:
- Sí, mi padre –se refiere a Francisco Romero Corbalán (a) el Rullo (1888-1983)- tenía una finca por esta parte de la Dehesa que llamamos “Los Aljezares”, cuando necesitaba obrar en casa él mismo se hacía el yeso, porque entonces no corría el dinero... Siendo yo un muchacho le vi hacerlo, era un proceso sencillo, pero costoso: primero arrancaba las piedras del monte y las iba colocando en el horno, que no era más que una pared en semicírculo abierta por arriba y por delante: las primeras las colocaba haciendo la forma de arco, unas encima de otras, dejando un hueco abajo para el fuego... En la parte inferior colocaba las más gordas y las pequeñas por arriba, en hiladas bien puestas, y tapándolas luego con tierra, pero dejando algo de tiro... Y luego le prendía fuego al horno, metiendo aliagas sin parar, hasta que la piedra se recocía... Ya no recuerdo el tiempo que tardaba, pero serían muchas horas, dependiendo de las piedras que pusiera, aunque sólo utilizaba aliagas, porque leña apenas había... Una vez cocida la dejaban enfriar y al día siguiente o cuando fuera volvía y comenzaba a destapar el horno, sacando las piedras y machacándolas con un mazo hasta que se hacía todo polvo... Las machacaba directamente sobre el suelo, recogía lo más fino y lo ponía en sacos, los cargaba en un mulo que tenía y los llevaba a casa... Claro, no era un yeso tan fino como el que venden ahora, sino más basto y se moría pronto a la hora de obrar, pero era muy resistente...
Poste señalizado con una chapa, indicando la dirección a los Hornos de yeso de La Dehesa de los Terreros-Ademuz (Valencia), 2011. |
Entretenidos
por la conversación y casi sin darnos cuenta hemos atravesado el puente de La
Palanca sobre el Turia, que se halla bajo el nuevo viaducto de la variante de
la CN-330 (de Manzaneruela, Cuenca a Torrebaja, Valencia). Ascendemos la
costanilla hasta la calzada, para seguir el camino rural que continua por la
derecha, conocido como del “Otro Lado”, ya en territorio de Ademuz: dicho
trazado discurre por la ladera del monte paralelo a la carretera, hasta enlazar
con el camino de Guerrero y el puente de ese nombre. Seguimos, pues, este
camino unos cientos de metros, hasta arribar a un gallipuente que pasa bajo la
carretera, frente a un sotillo de pinos, entrando así en el denominado barranco
de Los Aljezares.
Tomando como referencia la variante de la citada carretera nacional (CN-330: de Alicante y Murcia a Francia por Zaragoza), el camino que conduce a los hornos se halla entre el punto kilométrico 267 y 268, dirección Teruel. Justo a la entrada de la vereda encontramos la cuarta señal, indicándonos que los hornos se hallan 600 metros más arriba. Cruzamos la pasadera y seguimos por la vertiente meridional de la rambla, llegando así al último poste de señalización, éste nos indica que faltan 400 metros para llegar a los hornos: con esta seguridad nos orientamos ladera arriba, siguiendo una senda entre pinos de reforestación y monte bajo, cuyas lindes marcan hileras de piedra celosamente dispuestas.
Tomando como referencia la variante de la citada carretera nacional (CN-330: de Alicante y Murcia a Francia por Zaragoza), el camino que conduce a los hornos se halla entre el punto kilométrico 267 y 268, dirección Teruel. Justo a la entrada de la vereda encontramos la cuarta señal, indicándonos que los hornos se hallan 600 metros más arriba. Cruzamos la pasadera y seguimos por la vertiente meridional de la rambla, llegando así al último poste de señalización, éste nos indica que faltan 400 metros para llegar a los hornos: con esta seguridad nos orientamos ladera arriba, siguiendo una senda entre pinos de reforestación y monte bajo, cuyas lindes marcan hileras de piedra celosamente dispuestas.
Vista frontal e interior de un Horno de yeso de La Dehesa-Ademuz (Valencia), 2011. |
Toda esta zona corresponde propiamente a la "Dehesa de los Terreros”, que fue reforestada en los primeros años sesenta. Conforme ascendemos la vista se hace más hermosa: a nuestros pies queda el camino que hemos seguido, el curso del Turia, destacado por los chopos y sargas que bordean sus riberas, y la zona de El Rento, término de Torrebaja, cuyo caserío aparece en toda su extensión, desde el polígono y Cementerio Municipal (norte) hasta el polideportivo y ermita de San José (sur), y prolongándose hacia el noroeste, siguiendo la nacional 420 en dirección a Los Santos (Castielfabib), vía Cuenca. A nuestra izquierda queda toda la vega del Turia hasta el Pico Castro (897 m), que se eleva majestuoso hacia el sur, impidiéndonos parcialmente la vista de Ademuz. De este modo llegamos a la zona de los hornos de yeso, cuyos restos se disponen a lo largo de la ladera meridional. La totalidad de hornos en la zona alcanza los setenta, aunque dispuestos en distintos sectores. Desde nuestra atalaya se distingue perfectamente la casa de mi acompañante, que comenta lo frecuentado que era el camino viejo de Ademuz en otro tiempo:
- El camino frente a mi casa era muy transitado, por los del pueblo y también por los de Ademuz y otros lugares, que pasaban continuamente, todos los días del año, unos a las minas de Libros, otros yendo o viniendo del campo, acarreando mies o fruta, con cargas de aliagas para los hornos, con yeso o lo que fuera... Por eso la “fuente de los Pobres” estaba siempre tan solicitada... En invierno, desde la puerta de mi casa se veían con frecuencia altas columnas de humo procedentes de los hornos, pues hacer yeso era una labor estacional, cuando las faenas del campo disminuían...
Llegados al lugar de los hornos
hacemos un recorrido previo por la zona, viendo cómo están dispuestos, su
fábrica y hechura. Todos están abandonados, ya que en la zona no se hace yeso
con este método desde mediados los años cuarenta o primeros cincuenta del
pasado siglo XX; sin embargo, la mayoría están relativamente bien conservados y
varios de ellos han sido restaurados por el Ayuntamiento de Torrebaja y la Generalidad Valenciana,
con el propósito de darlos a conocer y explicar su estructura y funcionamiento.[3]
Observamos que hay algunos hornos solitarios o emparejados, pero la mayoría se
hallan formando grupos de tres o seis, dispuestos en torno de una plazoleta
común. Desde esta placeta se servían los hornos (carga, encendido y
mantenimiento del fuego, y cocción), aprovechando también para la trituración
de las piedras de yeso con los mazos y el rulo.
Vista frontal de un Horno de yeso de La Dehesa-Ademuz (Valencia), con detalle de los paramentos laterales (2011). |
Vista fronto-lateral de un Horno de yeso de La Dehesa-Ademuz (Valencia), con detalle de los paramentos laterales (2011). |
Los hornos están colocados
contra el talud, a pocos metros de la cantera, aprovechando el desnivel para el
llenado de los mismos por arriba y para la propia sujeción del horno, cuya
fábrica se basa en mampostería de piedra arenisca levantada en seco (sin
argamasa), formando un cono irregular; más ancho en la parte alta que en la
base, de uno a dos metros de diámetro y no más de dos de altura. El yeso, como
la mampostería, el ladrillo de barro cocido y la madera han sido siempre
materiales de construcción humildes, propios de las zonas con pocos recursos
como resulta ser el caso del Rincón de Ademuz: la cantidad de restos de
hornos de yeso, tejerías y caleras así lo demuestra. De hecho, la mayoría de
las construcciones antiguas en estos pueblos utilizaron el tapial y el yeso, el
cual puede verse todavía en el enlucido de las fachadas, sosteniendo pilares y
conformando escaleras, pisos y techos; en la distribución de las viviendas, en
corrales, cambrillas y variedad de elementos constructivos.
Como hemos visto, había vecinos
que se fabricaban ellos mismos el yeso, pero la cantidad y distribución del
conjunto de hornos que estamos visitando sugiere la idea de una producción,
aunque preindustrial y temporal, intensiva; pues no tiene sentido que cada
vecino que pretendiera obrar se construyera su propio horno. Otra posibilidad
es que estos hornos fueran utilizados por distintas personas, pagando algún
tipo de canon al dueño o al municipio. Obviamente, el yeso producido en estos
hornos debía después transportarse a las obras a lomos de caballería; pero
también se construían hornos al pie de las construcciones, como resulta el caso
de Sesga (Ademuz), donde aún puede verse un horno de yeso junto al
cementerio de la aldea, cuyo aljez debió utilizarse en su fábrica.
Vista frontal de un Horno de yeso de La Dehesa-Ademuz (Valencia), con detalle del paramento interior (2011). |
La producción de
yeso viene detallada en el mencionado panel explicativo, mediante un explícito
texto (de Camila Mileto y Fernando Vegas) ilustrado con sugerentes
dibujos (de Guillermo Guimaraens Igual). El proceso se describe en
doce pasos, siendo del tenor siguiente (retocado):
- El proceso comenzaba por la extracción de la piedra de aljez (1), para lo cual se empleaban barrenas (2) para perforar la roca e introducir cuñas de madera o metal (3) a golpe de mazo, con el propósito de desprender las rocas de la cantera. La utilización de barrenos de dinamita es dudosa en la zona, aunque posible. La fábrica del horno (4) se situaba sobre el terreno, preferiblemente en zona de pendiente, para encajar la parte posterior del mismo en el terreno, y se construía (5) con mampuestos de piedra “viva”, dejando una abertura de acceso (6) por el frente. Previamente a la carga del horno, había que revestirle por dentro con arcilla, para evitar la fuga de calor entre las juntas. Posteriormente, se cargaba el horno, comenzando por crear con las propias piedras de aljez una falsa cúpula (7), aproximando las rocas en hiladas horizontales. A la cúpula se le dejaba una abertura en la parte inferior para alimentar el fuego. Afianzada la cúpula, se cargaba el cilindro del horno con las rocas de aljez, levantando a la vez el muro frontal sobre la boquera. Seguidamente, se vertían (8) los restos y tierra sobrante de la cantera para colmatar los intersticios entre las piedras, y poder dominar mejor el fuego del interior.
Hornos de yeso de Los Terreros-Ademuz (Valencia): Extracción de la piedra de aljez con mazo y cuña (1). |
Hornos de yeso de Los Terreros-Ademuz (Valencia): Extracción de la piedra de aljez con la barrena de hierro (2). |
Hornos de yeso de Los Terreros-Ademuz (Valencia): Extracción de la piedra de aljez con cuña (3); construcción de la fábrica del horno (4). |
Hornos de yeso de Los Terreros-Ademuz (Valencia): la fábrica del horno se construía con mampuestos de piedra “viva” (5). |
Hornos de yeso de Los Terreros-Ademuz (Valencia): dejando una abertura de acceso (6) por el frente. |
- Arribado el día propicio para encender el horno (con previsión de tiempo seco y viento favorable), se procedía al enlucido del frontal del horno con barro, evitando así el paso del aire y la salida de calor. A continuación se procedía al encendido (9), utilizando básicamente aliagas como combustible (la madera y las ramas de pinos eran escasas entonces, de facto no había pinos en la zona). Al principio, el horno debía alimentarse ininterrumpidamente, para elevar rápidamente la temperatura interior.
- Propiamente, la cocción podía durar un día entero (24 horas), aunque se solía realizar a caballo de dos días, con una noche por medio, pues parece que el fuego se controlaba mejor en la oscuridad. Para vigilar el proceso se vertía paja seca en la parte alta, de forma que si prendía significaba que la piedra ya estaba lista; se procedía entonces a echar tierra sobre esa parte, desviando así las llamas hacia otras zonas por quemar.
- Concluida la cocción se tapaba con tierra la parte superior, así como la boquera de alimentación, utilizando piedras y barro. De esta forma, el horno se dejaba enfriar durante varios días, aproximadamente diez, tras lo cual se procedía a la extracción de la piedra cocida de aljez (10). Una vez limpia y preparada se extendía sobre la era o placeta, procediéndose al machacado y triturado, utilizando mazos y un rulo troncocónico (11), similar al utilizado para preparar las eras antes del trillado, para lo cual se utilizaba un animal (burro, macho, caballo...). Finalizado el proceso, el producto resultante se cribaba con un cernedor de tamiz variable (12), obteniendo así un yeso limpio y fino, listo para su empleo.
Hornos de yeso de Los Terreros-Ademuz (Valencia): el horno se dejaba enfriar durante varios días, tras lo cual se procedía a la extracción de la piedra cocida de aljez (10). |
Hornos de yeso de Los Terreros-Ademuz (Valencia): el producto resultante se cribaba con un cernedor de tamiz variable (12), obteniendo así un yeso limpio y fino, listo para su empleo. |
La experiencia daba al yesero el discernimiento de cada paso del proceso, cuyo momento más delicado era propiamente la cocción y el alimento del fuego, sin olvidar el intervalo de la carga del horno y su tapiado. Ello indica que la producción de yeso era una actividad que requería ciertos conocimientos, además de destreza y habilidad, los cuales sólo podían adquirirse con la práctica y el tiempo. De ello dependía la calidad del producto y la seguridad de la construcción en que se empleara.
Antes de dejar la zona damos una vuelta final por el entorno,
deambulando por las placetas y hornos, en cuyo interior han crecido los pinos
reforestados. La labor llevada a cabo en la restauración de algunos hornos
resulta apreciable, pues servirá para dar a conocer una actividad poco conocida
por los rinconademucenses actuales, pero que resultó básica para la
construcción de todo tipo de edificaciones en el pasado. Marchamos del lugar
satisfechos, con la sensación de haber aprovechado la mañana, y utilizamos el
descenso para admirar de frente el paisaje: con la frondosa vega del Turia a
nuestros pies, el bien dispuesto caserío de Torrebaja en segundo plano y los tupidos
montes de Santerón al fondo, cerrando al poniente el horizonte. Vale.
[1] Se denomina Dehesa de los Terreros a una partida de monte sita en término de Ademuz, frente a Torrebaja (Valencia), equivalente a seis mil doscientas veintiocho hanegadas (516 hectáreas, 6 áreas y 26 centiáreas), que se extiende entre la rambla de Riodeva (norte) y el corral del Azud (sur), y desde el Cerrellar (este) a las heredades de cuesta de la Palanca (oeste). Con fecha 7 septiembre de 1920, la mitad intelectual de este monte fue adquirido por los señores Román Sánchez Garrido y Roque Gómez Gómez (de Torrebaja) como mandatarios y en nombre del pueblo de Torrebaja a las hermanas, señoras Emilia e Isabel Asensi Pascual. Posteriormente, con fecha 25 de mayo de 1932, dichos señores cedieron al Ayuntamiento de Torrebaja la mencionada propiedad por el precio de 8.600 pesetas, equivalente al coste de la misma más los gastos. Asimismo, con fecha 1 de junio de 1908, los señores Manuel Sánchez Muñoz (propietario de Torrebaja) y Pedro Navarro Ruescas (médico de Ademuz), dueños pro-indiviso y por partes iguales de la otra mitad intelectual o indivisa del citado monte de Los Terreros (Ademuz), poblado de romero, leñas y pastos, “de su libre y espontánea voluntad ceden y traspasan perpetuamente a los Ayuntamientos de Ademuz y Torrebaja pro-indiviso y por partes iguales entre ellos, el usufructo, administración y aprovechamiento de todos los productos de la mitad indivisa e intelectual de monte denominado de los Terreros”, siendo el valor de los derechos objeto de cesión equivalente a mil pesetas; dichos señores adquirieron la propiedad por compra a doña Ana Pascual y Bartrina, según escritura otorgada en Valencia, a 30 enero de 1899. Archivo Histórico Municipal de Torrebaja [AHMTb], sección Escrituras de propiedad. SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La Dehesa de los Terreros en Ademuz (Valencia), del jueves 22 de octubre de 2015. ID. La Dehesa de Torrebaja en Ademuz (Valencia), del sábado 24 de octubre de 2015.
[2] El nombre del puente de La Palanca, con toda probabilidad procede de la existencia en la zona de algún artilugio (palanca o manivela) relacionado con el transporte de madera por el Turia, pues en dicho lugar, margen izquierda del río, confluían varios arrastraderos de pinos, procedentes de las estribaciones de la sierra de Javalambre y Puebla de San Miguel.
[3] Hay un panel explicativo patrocinado por el Ayuntamiento de Torrebaja y la Consejería de Cultura de la Generalidad Valenciana, cuyo texto procede de: MILETO, CamiLa y VEGAS, Fernando (2008). Homo faber. Arquitectura preindustrial del Rincón de Ademuz [Edita: Mancomunidad de Municipios del Rincón de Ademuz. Ilustraciones: Guillermo Guimaraens Igual. Dibujos: Estudiantes de Arquitectura de los talleres], Zaragoza, pp. 194-195. DL:Z-471-2008 ISBN: 978-84-8321-976-8
1 comentario:
Alfredo en varias ocasiones he iniciado la excursión a estos hornos, pero realmente nunca hemos llegado pues nos metíamos dirección hacia Torrealta, o hacia las minas de Libros-Riodeva, por la parte norte de los molares. Gracias a tu explicación ya me ha quedado clara la ubicación exacta, y me ha gustado mucho saber como se elaboraba el yeso por nuestra comarca.
La próxima vez que vaya por Torrebaja, intentaré acercarme a ver estas construcciones, ya te contaré. Gracias por la información.
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