A propósito del testamento del muy magnífico Johan de Espejo,
abierto en Castielfabib el 9 de junio de 1540.
"Item
quiero que mi cuerpo sea sepultado en la Yglessia de
Castielfabib,
en la capilla
de Santa Catalina...".
Del
testamento de Johan de Espejo,
doncel
habitador de Castielfabib (1540).
Palabras
previas, a modo de introducción.
El propósito del presente artículo
es dar a conocer un suceso –cual fue el descubrimiento casual de la cripta de
“los Espejo” en el templo parroquial de Castielfabib (Valencia)-: un hecho que en su
momento pasó seguramente inadvertido, pero que resulta de capital importancia
para comprender la evolución histórica del complejo arquitectónico que es la iglesia-fortaleza de Nuestra
Señora de los Ángeles y su vinculación con esta ilustre familia.
El hallazgo tuvo lugar en una fecha
inmediata a la terminación de la Guerra Civil (1936-39), con motivo de unas
obras de reparación que hubo que realizar en el piso del templo, muy
deteriorado por efecto del saqueo y destrucción sufrido durante la revolución.[1]
Del hecho se hizo eco Miguel Marín Adán (1907-2001), que lo supo por boca de
uno de los peones que participó en el descubrimiento –José Durbán Martínez,
un joven de 14 años-. En el asunto intervino el párroco de entonces -don Enrique
Fornas Lázaro (1880-1973)-, quien exclamó: ¡Pero esto es una iglesia o
un cementerio! –ordenando seguidamente tapiar el boquete abierto en el
suelo del templo y enlosarlo-.
Vista parcial del caserío de Castielfabib (Valencia), entre el complejo arquitectónico de la iglesia-fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles a la izquierda y El Torrejón a la derecha. |
Marín Adán no precisa
la fecha concreta del hallazgo de la cripta –tampoco señala el lugar exacto del templo
donde se produjo-, pero comenta que en el hecho intervino el mencionado párroco,
del cual sabemos por su sobrino, el señor Emilio Jarque Fornas
(Castielfabib, 1914), que su tío volvió a Castielfabib después de la guerra:
- En el verano de 1939, cuatro o cinco meses después de la guerra, mi tío Enrique vino a Castiel de visita... Al cabo de un año volvió de nuevo, esta vez para quedarse. Vino a petición de los vecinos, porque parece que los feligreses no estaban muy contentos con el cura que había... Estuvo algunos años -de 1940 a 1945- recuperando la iglesia de los destrozos sufridos durante la contienda, y ordenando la parroquia. Habían desaparecido muchas cosas, el órgano, las imágenes..., andas, estandartes, ornamentos, vasos sagrados, archivos... Ya no quedaba nada del antiguo esplendor. La destrucción fue terrible..., como si se hubieran cebado más que en otros lugares.[2]
Además
del testimonio relativo a la destrucción sufrida por la iglesia parroquial de
Castielfabib, el relato manifiesta que don Enrique estuvo por segunda vez como
párroco en la villa en la primera mitad de los años cuarenta; ello nos permite
afirmar que el hallazgo de la cripta de "los Espejo" tuvo lugar en esa época,
esto es, en los años difíciles de la posguerra (1940-45).
El conjunto arquitectónico de la iglesia-fortaleza de Castielfabib (Valencia), visto desde poniente (2012). |
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Del hallazgo casual de la
cripta.
Marín Adán hizo público el hallazgo
en el capítulo 18 de un extenso artículo en el Diario de Teruel –Castielfabib.
Su iglesia y templos, sufragáneos del obispo de Albarracín-Segorbe
(1983-84)-: el texto incluye dos títulos: “La parroquia y los Espejo”, donde
realiza unas consideraciones constructivas e históricas, y otro nombrado: “Se descubre el
pudridero”, que es la forma en que llama al panteón o lugar de enterramiento
familiar bajo el piso del templo. No se trata, propiamente, de de un "pudridero" al estilo del existente en el panteón de los reyes de San Lorenzo del Escorial (Madrid), puesto que los huesos no se trasladaban a un sarcófago una vez desaparecida la carne, sino de un lugar de enterramiento definitivo. Respecto al estado en que quedó el
templo tras el saqueo ocurrido durante la revolución, Marín Adán dice:
- Vaciado el templo de cuanto capaz de arder contenía, quedó el recinto sin específico destino, aunque preferentemente se depositaban artículos de almacén. A él se acogían, también, soldados en tránsito y concurrían los que tenían un destino en las oficinas militares radicadas en la villa, numerosas ciertamente. Éstos, cuando tenían tiempo libre, encendían con frecuencia fuego para calentarse y hacer algunos condimentos./ Se llega así al gélido invierno (de) 1937-38 y como tales concurrentes careciesen de leña para encender el fuego [levantaron el pavimento y extrajeron algunas] vigas para, troceadas, mantener el fuego.[3]
El frente sur de Teruel y toda la zona del Rincón de Ademuz estuvieron prácticamente inactivos hasta noviembre de 1937, con las características de un frente de escasa actividad (pasivo). Todo cambió, sin embargo, con motivo de las maniobras tácticas para la toma de Teruel por el Ejército Popular de la República. Para aquella operación se establecieron tres grandes masas de maniobra y una de reserva. La que afectó a nuestra zona fue la Columna de la Izquierda (Sur), formada por el XVIII Cuerpo de Ejército: contaba con las divisiones 34 y 64, un batallón de carros, cuatro grupos de artillería y otros cuatro batallones de fortificación. A los efectos de la maniobra táctica de concentración, las fuerzas de la División 34 se repartieron en tres pueblos de la zona: Ademuz, Castielfabib y Torrebaja.[4] Según parece, las actuaciones de los soldados y milicianos
refugiados en el templo de Castiel afectaron gravemente al piso, hasta el punto de ocasionar lesiones
que debían ser reparadas de inmediato, por el evidente peligro para los
asistentes:
- Terminada la contienda, dado el riesgo que el roto suponía para los feligreses, a instancias del párroco don Enrique Fornas Lázaro, el Concejo envió a reparar el pavimento un albañil y varios peones los que, curiosos, trataron de indagar el amplio hueco extendido bajo el pavimento a restaurar, sin sospechar era la bóveda del panteón, bajando el pinche de 14 años José Durbán Martínez, provisto de luz...[5]
El mencionado peón, a la sazón
pariente del relator, dice que provisto de una luz descendió al piso inmediato,
como un metro por debajo del pavimento, para inspeccionar lo que había:
- "Cuando, de pie, les decía (a los de arriba que allí) no había nada, cedió el piso bajo mis plantas colándome por el agujero quedando colgado por los brazos con el cuerpo en el vacío, extrayéndome tras el susto morrocotudo. Colocados unos tablones, bajé con otros trabajadores, tratando de indagar con la luz pendiente de una cuerda la oscuridad del fondo, sin otro resultado que observar ciertos bultos junto a las paredes".[6]
Tras esta operación regresaron a la
planta y mandaron buscar las llaves del “Carrerón” -por donde se accede al piso
inferior del templo-. Para entender correctamente esta parte del relato hay que
saber que el denominado “Carrerón” es un túnel en pendiente por donde se arriba
desde la villa al templo -y por donde se supone que se subía primitivamente al castillo, para lo cual hay que imaginarse que la actual sacristía y el saliente de la cabecera del templo no se habían construido todavía-. Por su mano derecha el pasadizo discurre paralelo a la
roca del monte, mientras que por la izquierda permite el acceso al nivel
tercero y cuarto del torreón donde se halla el templo, el cual se ubica en la
planta tercera o cuarto nivel, si contamos el sótano donde estaba la antigua
herrería. Entre el acceso al nivel tercero y cuarto hay otro callejón, por
allí se entraba a las cuadras de la vivienda del sacristán, que estaba
contigua a la entrada del templo, hoy derruida. Cabe añadir que por este mismo callejón se llega también a la "villa vieja" de Castielfabib, esto es, al peñasco situado noroeste de la iglesia bajo el que discurre el túnel llamado de "La Umbría". Propiamente, el testimonio dice
que abrieron la puerta del piso inferior al de la iglesia y comprobaron que no
había ningún tipo de bóveda, sólo las cimbras del techo, deduciendo así la
existencia de un piso intermedio entre el de la iglesia y el del nivel
inferior:
- "Picados por la curiosidad, se ensanchó el boquete (del piso del templo) y con una soga me bajaron, provisto de un farol de carburo, no teniendo límites mi sorpresa ante el espectáculo fantástico y macabro que me rodeaba, pues el local abovedado y dividido en compartimentos estaba lleno de estantes del piso al techo, repletos de momificados cuerpos de hombres y mujeres engalanados con llamativas mortajas. Las mujeres con largo pelo tendido, rubias algunas, con la faz mejor conservada que ellos".[7]
Los albañiles avisaron de inmediato al
párroco, haciéndole partícipe del hallazgo:
- "[El sacerdote] ordenó se extrajesen, sacándolos al piso del templo, y cuando hubieron dieciocho de mujeres y cinco de varones, exclamó: ¡Pero ésto es una iglesia o un cementerio! Cubran la bóveda, echen el enlosado y dejémosles reposar donde se encuentran. Los (cadáveres) extraídos fueron seguidamente inhumados en el cementerio municipal".[8]
Según el relator, “la cripta se
cerró, dejando en su lugar a los silenciosos moradores durmiendo el sueño
eterno. No se pensó en descubrir la puerta de acceso, únicamente posible desde
el interior” –eso es lo que, resumidamente, le contó el joven José Durbán
Martínez: una de las pocas personas que han estado en el mausoleo en la
modernidad. El artículo no dice nada respecto de la situación, estructura
y acceso al recinto mortuorio, de ahí que resulte difícil entender cuando dice
que sólo era posible abrir desde dentro. Imaginamos que tendría un acceso, pues
no es razonable pensar que cada vez que hubiera un enterramiento tuvieran que
abrir un boquete en la pared o el techo y luego tapiarlo. Debe haber
una explicación más sencilla...
Entrada al "Carrerón" o puerta "de la Reja", que permite el acceso a la iglesia-fortaleza de Castielfabib (Valencia). |
Tramo bajo del "Carrerón" visto desde la parte superior, con detalle de la hornacina, donde -según la tradición- hubo una imagen de la "Virgen de la Zarza", patrona de Cañete (Cuenca). |
Tramo medio del "Carrerón" por donde se accede a la parte que fueron las cuadras y otras dependencias de la Casa del Sacristán, anexa por arriba a la entrada del templo, hoy desaparecida (2012). |
Tramo alto del "Carrerón" con detalle del arco apuntado al frente -correspondiente al tramo que conduce desde la entrada hasta la sacristía-, en la iglesia-fortaleza de Castielfabib (Valencia). |
El testamento de Johan de Espejo,
doncel habitador de Castielfabib.
Marín Adán no sólo recogió el suceso
del hallazgo de la cripta de "los Espejo" en la iglesia de Castielfabib, si no
que lo relaciona con el testamento del “muy magnífico Johan de Espejo, doncel
habitador de la villa de Castielfabib, del reino de Valencia”, dictado en Gea
de Albarracín el 5 de septiembre de 1532 y abierto en Castielfabib el 9 de
junio de 1540.
Nuestro autor dice haber encontrado
el documento "husmeando por bibliotecas y archivos barceloneses, especialmente
el de la Corona de Aragón", pero sin cifrar su ubicación. Yo traté de buscarlo,
pero sin éxito, hallándolo finalmente en el número 33 la revista Teruel (1965).
El mencionado testamento es muy extenso, a la vez que sustancioso, del que –al
objeto del presente trabajo- merece la pena recoger algunos de sus párrafos:
- Item quiero que mi cuerpo sea sepultado en la Yglessia de Castielfabib, en la capilla de Santa Catalina donde están sepultados los cuerpos de mi padre y madre y de mi cara y amada muger con cuyos huessos quiero que mi cuerpo sea sepultado; y ssi casso fuesse yo muriesse donde no hubiere lugar de luego poderme lebar a sepultar donde dicho tengo, en tal casso quiero que mi cuerpo sea sepultado en la yglessia donde yo moriré; y entonces dado y como ssea derecho lo lleven a dicha yglesia de Castiel y capilla de Santa Qatalina y allí ssea sepultado.[9]
La manda testamentaria es muy clara,
pidiendo el testador ser enterrado en la capilla de Santa Catalina de la
iglesia de Castielfabib, donde se hallaban sepultados sus padres y esposa, "con
cuyos huesso quiero que me cuerpo sea sepultado", especificando, además, lo que
debería hacerse caso de morir fuera de la villa. Desconocemos el motivo de la
devoción del testador por esta santa cristiana del siglo III, natural de
Alejandría, apuntando que pudiera ser por su relación con la muerte, lo que se
evidencia en la célebre oración que, según la tradición, la santa hizo antes de
su martirio.[10]
El
siguiente párrafo del testamento, dice:
- Item que quando en el lugar donde yo muriere sse diga en la yglessia donde seré sepultado todo el año cada día una missa: las siete primeras sean de nuestra Señora, porque sea rogadora a nuestro Señor Dios por mi alma, porque a suplicación suya la reziva en su gloria, y las otras sean de un tretenario a Sant Amador y las otras sean de Requiem. Con que las missas de los ssábados se digan de nuestra Señora y todas las missas que en este año por mí se dirán se offrezca pan, vino y candela, y el clérigo que la dirá ruegue a nuestro Señor Dios por las almas de mi padre e madre y de mi muger y mía, aziendo Comemoración de ellas como se suele azer en qualquier añal.[11]
Manda
el testador que durante todo un año, en la iglesia donde fuere enterrado, se
diga cada día una misa, estipulando que las siete primeras sean para la Virgen
María, además de las de los sábados, para que ruegue a Dios por su alma, y las
otras en forma de “trentenario” a san Amador, y las restantes de Réquiem.
En todas las misas debería ofrecerse –imaginamos que a los asistentes y
singularmente a los pobres- pan, vino y una vela: ello debe entenderse como una
expresión de caridad, pero también para atraer a la misa a los fieles, para que
rogasen por el alma del difunto.
En
el siguiente, dice:
- Item quiero quel día de mi defunción, o quando mis marmesores les pareciere que sea y más servido nuestro Señor Dios, por las almas [...], porque aquellos ruegen a Nuestro Señor Dios por mi alma, y esta limosna sea lo antes que podiere ser ca yo sea muerto. Y quiero que la ropa de mi cassa sse dé al espital de Castiel; ropa en valor de quarenta sueldos, para que se abriguen los pobres y rueguen a nuestro Señor Dios por mi alma. De lo que abrá de azer en mí novena y cabo della y cabo de año no digo nada, déxolo para [que] ssea como a mis marmessores y erederos les parecerá, porque ssea como les pareziere que sea y mas servido nuestro Señor Dios.[12]
Según vemos, la inhumación de Johan de Espejo en la capilla de santa Catalina constituye un típico enterramiento apud ecclessiam -dentro de una iglesia-, paradigma de enterramiento cristiano de tradición medieval, junto con el denominado ad sanctos -inmediato a una ermita o lugar de martirio de un santo-, según la terminología del historiador medievalista francés Philippe Ariès (1977).[13] Asimismo, resulta
curiosa, a la vez que interesante, la mención del Hospital de Pobres de Castielfabib, al que el
testador manda se de la ropa de su casa, "ropa en valor de quarenta sueldos, para que se abriguen los pobres y
rueguen a nuestro Señor Dios por mi alma" –la licencia para la erección de un Hospital en la villa fue dada en
Valencia el 1 de julio de 1446 por Juan II, infante de Aragón y rey consorte de
Navarra, a la sazón Lugarteniente de Aragón y Valencia en tiempos de Alfonso V el Magnánimo (1416-1458)-.[14]
Por todo lo anterior vemos que el dicho señor Johan de Espejo era persona
notable, lo cual resulta evidente tras la lectura del testamento. Pero, cabe
preguntarse, ¿quién era realmente Johan de Espejo, cuál era su influencia y
posición social como para pedir ser enterrado en una capilla de la iglesia de Castiel
donde ya yacían los restos de su predecesores, y los de su "cara y amada muger";
quiénes fueron sus ascendientes?
El registro testamentario le
denomina "muy magnífico señor, doncel habitador de la villa de Castielfabib,
del reino de Valencia": la denominación de "magnífico" es un título honorífico
–como se da hoy al rector de una universidad-; mientras que lo de “doncel”
alude a un joven noble que todavía no ha sido armado caballero; pero no era
este el caso de Johan de Espejo, que ya debía ser persona anciana,
inclinándonos más en el sentido de una persona que había estado en la milicia,
habiendo servido previamente de paje a los reyes o personas de la nobleza.
El muy magnífico Johan de Espejo
testó a favor de sus hijos:
Relación
de hijos y herederos de Johan de Espejo (1540).
NOMBRE |
OBSERVACIONES
|
Francisco Despejo.
|
Doncel (al que nombra heredero
universal, junto con Jaime).
|
Jaime
Despejo.
|
Doncel (al que nombra heredero universal,
junto con Francisco).
|
Espera
de Hormiño/de Oruño.
|
Casada.
|
Johan
Despejo, micer.
|
El
cual premurió a su padre dejando tres hijas: Johanita, Ysabelita y Anita.
|
Jerónimo
Despejo
|
Desapareció,
probablemente en la guerra; en todo caso no se sabía nada de él.
|
Lorenzo
Despejo, mosen.
|
Canónigo de Mora y rector
de Saldón, que era el menor.
|
Elaboración propia (2012).
Como "marmesores" o albaceas nombra a su hermano Johan Yñigo, alcaide de
Mora, y en ausencia de éste a su otro hermano, micer Francisco y al
señor comendador Castellblanque, su sobrino, y en ausencia de algunos de
éstos a su sobrino García Vizcarra, doncel de la villa de Moya. Y en
ausencia de todos los anteriores nombra a mosen Diego Millán, bayle (juez ordinario) de Castiel
y a su hijo Francisco Despejo.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).
Continúa en:
[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2011). El expolio de las iglesias y ermitas de Castielfabib (Valencia) durante la revolución, con detalle de los daños, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, pp.317-327.
[2] ID (2009). Emilio Jarque Fornas, la persistencia de la memoria, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, p. 112.
[2] ID (2009). Emilio Jarque Fornas, la persistencia de la memoria, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, p. 112.
[3]
MARÍN ADÁN, Miguel. Castielfabib. Su iglesia y templos,
sufragáneos del obispo de Albarracín-Segorbe, en Diario
Teruel, sábado, 15 de septiembre de 1984, p. 2.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). Refugios antiaéreos en Torrebaja y otras noticias de la Guerra Civil (1936-39), en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, p. 334.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). Refugios antiaéreos en Torrebaja y otras noticias de la Guerra Civil (1936-39), en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, p. 334.
[5] MARÍN ADÁN (1984), p. 2.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.
[9]
GARCÍA MIRALLES, fray Manuel. Linajes de Albarracín: la casa de los Dolz de
Espejo, en: Rev. Teruel 33 (1965) 77-123. SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). Del
paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, Anexo
documental, Documento nº 10, pp. 449-452.
[10] Oración de santa
Catalina antes del martirio: "Dios mío, escúchame y, por tu amor,
concede a cuantos se acuerden de mí, la abundancia de pan y la salud de su
cuerpo. Aleja de nosotros toda enfermedad, todo desastre y concede a cuantos
veneren mi martirio no morir de repente ni perder ningún miembro.../ Que las
mujeres que están en cinta no aborten ni mueran en el parto. Que nuestro pueblo
y nuestro país no pasen necesidad. Que los consuelos del cielo desciendan sobre
nosotros y concede a mis devotos la remisión de los pecados. Si alguno se
acuerda de tu sierva Catalina en la hora de la muerte, concédele que tus
ángeles le conduzcan al santo reposo del paraíso".
Tomado de http://webcatolicodejavier.org/SantaCatalinaMartir.html
Tomado de http://webcatolicodejavier.org/SantaCatalinaMartir.html
[11] GARCÍA
MIRALLES (1965), pp. 77-123.
[14]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2001). Aproximación a la Historia del Convento de San
Guillermo en Castielfabib y Noticia del Hospital de la villa, Valencia, pp. 124-128 y 153-154.
Vista parcial de la torre-campanario de Castielfabib (Valencia), con la cúpula octogonal de cobertura piramidal -que recae el presbiterio- y el recinto de la sacristía, en primer plano (2012). |
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