A
propósito de una visita a la aldea castielfabiense,
que
está bajo el patronato de san Diego de Alcalá
"El
titular de la Ermita es María Inmaculada,
y
en el paramento lateral de sencilla mampostería sobresale un rústico
contrafuerte;
y
una gruesa imposta que remata la pared sirve de asiento al socarrén"
-Luis
B. Lluch Garín (1907-1986), en Ermitas y paisajes
de Valencia (1980)-.
A
modo de introducción.
Cuesta
del Rato es aldea de Castielfabib (Valencia), y pasa por ser una de
las poblaciones más desconocidas del Rincón de Ademuz; en todo caso
es de las menos visitadas, y no solo porque esté apartada, que
también, sino porque el viajero piensa que no hay nada que ver en
ella... Pero se equivoca quien piense así, pues allí se halla
la Ermita de María Inmaculada, también conocida
como Ermita de la Purísima Concepción, una sencilla construcción que, vista por fuera más parece pajar que
ermitorio, cuyo interior sorprenderá al visitante por
su sencillez y diáfana hermosura.
Un panel situado en la fachada, a la derecha de la entrada, informa que la ermita fue fundada bajo la advocación de San Diego, probablemente vinculada a los franciscanos del convento de San Guillermo de Castielfabib, y que empieza a estar documentada a partir del siglo XVIII. Su actual título canónico se halla en relación con la definición del dogma de la Inmaculada Concepción por el papa Pío IX (1854). En la actualidad, la ermita sigue siendo un anejo de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles de Castielfabib, pues contrariamente a otras emitas o iglesias de la zona nunca alcanzó el título de iglesia parroquial. Seguramente, por su proximidad a la villa y la escasa población que tuvo siempre la aldea: su máxima poblacional lo alcanzó en 1888, con 177 habitantes.[1] De hecho, Pascual Madoz no la menciona al decir de Castielfabib (1847):
Como puede verse, el texto no menciona la ermita de Cuesta del Rato, reseñando no obstante la vicaría de Arroyo Cerezo, y las ermitas de Los Santos y Mas de Jacinto, incluso la de San Roque -que aunque situada en la aldea-barrio de Los Pajares, término de Castielfabib censaba en Torrebaja. Desconocemos el motivo por el que el estadista no menciona la ermita de Cuesta del Rato -tal vez por olvido de los informantes, pues la ermita existía y cabe pensar que cumplía su función.[3]
Un panel situado en la fachada, a la derecha de la entrada, informa que la ermita fue fundada bajo la advocación de San Diego, probablemente vinculada a los franciscanos del convento de San Guillermo de Castielfabib, y que empieza a estar documentada a partir del siglo XVIII. Su actual título canónico se halla en relación con la definición del dogma de la Inmaculada Concepción por el papa Pío IX (1854). En la actualidad, la ermita sigue siendo un anejo de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles de Castielfabib, pues contrariamente a otras emitas o iglesias de la zona nunca alcanzó el título de iglesia parroquial. Seguramente, por su proximidad a la villa y la escasa población que tuvo siempre la aldea: su máxima poblacional lo alcanzó en 1888, con 177 habitantes.[1] De hecho, Pascual Madoz no la menciona al decir de Castielfabib (1847):
- [Tiene] una iglesia parroquial (Ntra. Sra. de los Ángeles) de primer ascenso, servida por un cura de patronato real y un beneficiado; tiene por aneja la vicaría de la aldea de Arroyo Cerezo, cuya iglesia se halla dedicada á San Joaquín y Sta. Bárbara; y dependen también de su jurisdicción la ermita de San Marcos en la aldea de Los Santos, la de San Sebastián en Más de Jacinto, Ntra. Sra. de Gracia cerca de la villa, y la de San Roque muy inmediata al lugar de Torrebaja, hacia el SE.[2]
Como puede verse, el texto no menciona la ermita de Cuesta del Rato, reseñando no obstante la vicaría de Arroyo Cerezo, y las ermitas de Los Santos y Mas de Jacinto, incluso la de San Roque -que aunque situada en la aldea-barrio de Los Pajares, término de Castielfabib censaba en Torrebaja. Desconocemos el motivo por el que el estadista no menciona la ermita de Cuesta del Rato -tal vez por olvido de los informantes, pues la ermita existía y cabe pensar que cumplía su función.[3]
La ermita fue ampliada en algún momento de su historia. Observando la fotografía que publica Luis B. Lluch Garín en su libro Ermitas y paisaje de Valencia (1980, vol. 1: 522), puede verse claramente que la cobertura fue elevada, poniendo un machón en el hastial y recreciendo los muros. Obviamente, el aspecto etéreo que luce su interior es consecuencia del juego de arcos y columnas, propiciado por la elevación del tejado. De este mismo tiempo puede datar el grueso socarrén de las fachadas laterales. El recinto de la sacristía, situado tras el altar, lado del evangelio, es también obra posterior. En los años noventa del pasado siglo (1990) se construyó la espadaña actual y se vació la campana que luce, cambiando también la cobertura del atrio exterior, que de verter a dos aguas pasó a ser un tejadillo de solo una. En los últimos años se han remozado las fachadas con cemento monocapa, poniendo también un tejadillo sobre el machón del muro meridional.
Según informó el regente de Castielfabib y encargado de Los Santos, don Jesús Calvo Martínez (Torrebaja, 1903) para la Guía de la Iglesia en la Diócesis de Valencia (1963), "La ermita de la Purísima (Cuesta del Rato), sufrió desperfectos durante la guerra [...] y fue parcialmente reconstruida, sin ayuda del Estado.[4]
Por sus características, la ermita ha sido declarada Bien de Relevancia Local (BRL).[5]
Por sus características, la ermita ha sido declarada Bien de Relevancia Local (BRL).[5]
Camino de Cuesta del Rato, en busca de la Ermita de María Inmaculada.
Para
ir del centro de la comarca a Cuesta del Rato –cuyo topónimo alude
a la pendiente en que se halla el Lugar, camino de la partida de “El
Rato”- hay que subir por la carretera N-420 en dirección a Cuenca,
y sobrepasado el repecho del desaparecido caserío de Las Monjas
desviarse hacia Castielfabib por la CV-479, y continuar por la
misma carretera en dirección a El Cuervo (Teruel). A medio camino de
esta localidad hallaremos un desvío a la derecha, justo tras
rebasar una cerrada curva. Ya en la CV-482 hallaremos un
área de recreo, correspondiente a un campamento de verano, y poco
más adelante un sólido puente sobre el río Ebrón, heredero del
viejo pontón de tablas que le precedió. Arribado al lugar del
viaducto –desde donde ya se divisan las primeras casas de la aldea-,
no puedo evitar acordarme de cierta anécdota que me contó el señor
Emilio –me refiero a Emilio Jarque Fornas (Castielfabib,
1914-Barcelona, 2010), sobrino de don Enrique Fornas
Lázaro (1879-1973), párroco de
Castielfabib durante el primer tercio del siglo XX, incluidos
algunos años después de la guerra civi-. Al hilo de sus recuerdos,
mi informante esboza una semblanza del sacerdote, mientras dice del
viejo pontón por el que se accedía a Cuesta del Rato:- Mi tío Enrique era una persona muy recta. Yo era su monaguillo y mi tío Manuel Jarque Casino, un hermano de mi padre, le hacía de sacristán. Recuerdo que a veces íbamos con el sacerdote a Mas de Jacinto y a Cuesta del Rato –aldeas de Castiel-, para ayudarle en los oficios, por las fiestas o en algún entierro. Llevábamos una borriquilla que tenía... Nosotros, el sacristán y yo, andando y el sacerdote montado. Cuando íbamos a Cuesta del Rato había que atravesar el río Ebrón. Entonces no había puente, sino pontón. Me acuerdo que él iba delante, montado, y nosotros detrás. Y conforme pasaba, nosotros nos quedábamos mirándole, a ver si se caía..., porque el pontón era muy precario; pero nunca se cayó... Mi tío Enrique era una persona pacífica y muy tratable. Conmigo era cariñoso, pero también recto y serio, muy estricto; alto, muy buen mozo. En la iglesia llevaba bonete, pero por la calle usaba gorro. No llevaba gafas, no; tampoco bastón. Claro, llevaba una sotana larga, como era habitual entonces.[6]
El
testimonio ilustra el hecho de que los curas de Castielfabib tenían
que desplazarse a las aldeas (Cuesta del Rato, Mas de Jacinto...) para celebrar en determinados días
(domingos, festivos de guardar, fiestas patronales), y con ocasión
de entierros y otros acontecimientos. Ello explica también el motivo por el que se construyó
la ermita de Cuesta del Rato, y tantas otras de los pueblos y aldeas
del entorno, para que los aldeanos no tuvieran que desplazarse hasta la parroquial de la
villa para oír la Santa Misa y el cumplimiento pascual.
Decía
que desde el puente sobre el Ebrón ya se divisan las primeras casas
de la aldea, dispuestas sobre el saliente del cerro, entre el
barranco de La Rambla y el de La Parada...[7]
Desde este punto me llama la atención un enorme cerezo en
flor -que destaca entre el verde tierno de los árboles circundantes-
situado en una finca a la derecha del camino: al acercarme escucho el
suave zumbido de las abejas que, lujuriosas, abordan las flores en
tropel... El espectáculo es magnífico y la quietud absoluta. Hasta
bien entrados los años sesenta del pasado siglo, el camino,
polvoriento y estrecho, subía por la derecha para adentrarse en el
caserío por la parte baja, circundándole por la zona meridional y
continuando por la calle de la Iglesia hasta el centro del poblado.
Ahora, sin embargo, la carreterita está asfaltada y asciende por el
borde izquierdo de la ladera, para internarse en la aldea por su
vertiente occidental. Arribado al lugar el camino prosigue por la
izquierda, en dirección a Las Eras y el Cementerio local: la vía continúa por el Carril hasta Tormón y El Rodeno, vía la partida de El Rato.
El
centro de Cuesta del Rato en una plaza cementada, cerrada al levante
por un frontón de pelota, tras el que se halla la Ermita de María
Inmaculada. En el extremo opuesto del frontón hay un edificio
notable -recientemente rehabilitado, en estilo arquitectónico
tradicional-, donde actualmente se halla el centro social y el bar.
En la primera planta se ubicaba la antigua Escuela, mientras que en
la parte alta estaba la vivienda del maestro. La planta baja -a la
que se accede por detrás, rodeando el inmueble-, fue el local del
viejo horno comunal, hoy en desudo. El antiguo horno de pan cocer se
ha habilitado para otras funciones: una zona para consultorio médico
y otra como almacén de la cantina. Estos son, pues, los espacios
públicos más notables de la aldea: la plaza, la ermita, la casa del
Lugar y el cementerio municipal.[8]
La
ermita de la Inmaculada, alma del lugar.
Para
visitar la ermita vamos a pedir la llave al bar, allí nos indican
que la tiene una vecina que vive al otro lado de la plaza, frente al
ermitorio. Tras identificarnos, la señora no tiene inconveniente en
dejarnos la llave del templo, indicándonos que cuando terminemos la
visita se la echemos al buzón de su casa. En nuestra visita nos
acompaña Olegario, un mozo viejo como el mismo se denomina –me
refiero al señor Olegario Monleón Mañas (Cuesta
del Rato, 1934)- vecino con el que he trabado conocimiento durante mi
recorrido por el lugar:
- Este frontón -dice- era antaño muy conocido y apreciado, pues era el único que existía en la contornada; siendo yo muchacho aquí venían mozos de otros pueblos, de Castiel y El Cuervo a jugar a la pelota... Antes era poco más de la mitad que ahora, pero lo ensancharon. Hasta ese momento tenía en el centro un hueco de ventana a modo de espadaña con reja para la campana de la iglesia, pero cuando hicieron la torre actual la quitaron...
La Ermita de María Inmaculada en Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), 1966. [Foto tomada de Lluch Garín, 1980: 522]. |
El
abogado, escritor y periodista valenciano Luis B. Lluch
Garín (1907-1986), en su periplo por las ermitas del Rincón
de Ademuz (1966), dice de Cuesta del Rato:
- Lo cierto es que el frontón, de enlucido muy afollado, tiene como remate una albardilla de tejas y una tela metálica para las pelotas altas, y luego en su centro hay un ventanita con reja y una espadaña, o más bien, un hueco en la pared con su cimbalito...[9]
Respecto
de la ermita, anota:
- La puerta de entrada es lateral y tiene un pequeño atrio que es más bien un saledizo con tejado moruno a dos vertientes. Este atrio tiene dos arcos, y en las paredes laterales dos hornacinas encima de los apeaderos. Todo está pintado de color azul pálido, y la puerta de madera de dos hojas, muy desvencijada, aparece adornada con clavos forjados de tosca cabeza.[10]
Vista
desde un altillo terroso frente al ermitorio, la iglesita impresiona
de ser un pajar o almacén rural, a no ser por la espadaña que se
alza a la izquierda, pegada al borde derecho del frontón, en cuya
fachada luce una somera hornacina para la campana. Se trata de un
edificio muy simple -rayando la humildad- de planta alargada y
paredes de piedra con sencilla mampostería, cuya fábrica sigue el
estilo tradicional: orientado de este (cabecera) a oeste (pies), con
cobertura a dos aguas y alero de amplio socarrén. En sus muros
destacan sólidos contrafuertes: uno en la meridional y dos en la del
norte, del mismo estilo que la construcción.
Por
su fábrica, la ermita podría datarse en el Setecientos, y
por su proximidad al Convento de san Guillermo (Castielfabib) se le
pretende vincular con los franciscanos, sus últimos moradores. Lo cual resulta perfectamente factible, pues estos mismos frailes atendieron en
algún momento de su historia la ermita de San Marcos, en Los Santos.
Con toda probabilidad, había colaboración entre el clero regular y el
secular o diocesano. Los observantes de Castielfabib estaban sujetos a una regla estricta, que gobernaba todos los actos de su vida, desde el tejido y la hechura del hábito hasta la forma de comportarse y el adorno de las celdas. Cuando salían del convento para pedir limosna, celebrar en alguna iglesia o ermita o ayudar a bien morir a algún cristiano, debían ir siempre acompañados (en pareja). No podían tocar dinero, ni fumar en público (lo que permite deducir que sí podían utilizarlo en privado, como estornutatorio), etc.[11]
Lo cierto, sin embargo, es que aunque la humildad del ermitorio resulte acorde con la sencillez propia de los observantes franciscanos, el vínculo de estos con la ermita de Cuesta del Rato no se halla documentado, basándose en indicios. Como el hecho de que la ermita acoja una hermosa imagen de san Diego (de Alcalá o de San Nicolás) bajo cuya advocación se halla Cuesta del Rato: dicho santo fue un fraile franciscano, muy popular entre los humildes, a la vez que patrono de los hermanos legos de esta orden. Sea como fuere, los lugareños adoptaron a san Diego como patrono y protector de su lugar -su onomástica se celebra el 13 de noviembre.
Lo cierto, sin embargo, es que aunque la humildad del ermitorio resulte acorde con la sencillez propia de los observantes franciscanos, el vínculo de estos con la ermita de Cuesta del Rato no se halla documentado, basándose en indicios. Como el hecho de que la ermita acoja una hermosa imagen de san Diego (de Alcalá o de San Nicolás) bajo cuya advocación se halla Cuesta del Rato: dicho santo fue un fraile franciscano, muy popular entre los humildes, a la vez que patrono de los hermanos legos de esta orden. Sea como fuere, los lugareños adoptaron a san Diego como patrono y protector de su lugar -su onomástica se celebra el 13 de noviembre.
En los años sesenta, cuando Lluch Garín escribe, todavía no se había construido la torrecita para la campana. Pero el atrio exterior que describe, ubicado a los pies del templo, resulta tal cual él lo pinta, sólo que ahora esta blanqueado, como la espadaña, y el detalle de que la cobertura del atrio vertía a dos aguas, mientras que hoy lo hace a una, resultado de ser continuación del tejado. Lo cierto es que el jalbegado no le favorece, pues no entona con el color del resto del edificio, ni con el arcilloso de los montes del entorno. La puerta también es distinta, pues el viejo portón desvencijado de dos hojas ha sido sustituido por otra puerta, de la que llama la atención la gruesa llave que la abre.
Sigue diciendo el periodista:
- Entramos en la capilla pisando el umbral desgastado de piedra blanca y nos encontramos a la (izquierda) la escalerita que sube al coro, cuyos escalones tienen una moldura de madera pintada de azul. El coro termina en una barandilla larga de balaustres pintados de gris. La pila del agua bendita está bajo el revolcón de la escalera, y es una pila exenta formada por un lebrillo vidriado sostenido por una gruesa columna de yeso./ Otras dos columnas de obra, redondas y finas con la base alargada y adornadas con anillos a modo de sencillo capitel, sostienen la viga del coro y forman un atrio interior.[12]
El
periodista se sentó en el poyo corrido que hay bajo el coro elevado,
para tomar nota de lo que iba viendo, y escribe:
- A mi alrededor hay una imposta pintada de color amarillo fuerte que tapa la unión de la pared con el piso del coro, y un poyo de obra enjalbegado./ El piso es un tendido de yeso con muchos bultos y desniveles, y el techo tiene dos vertientes que arrancan de la viga de carga. A los lados de ésta y a mitad de la techumbre hay otras dos vigas paralelas como refuerzo.[13]
Descrito
el piso y la cobertura, se entretiene en observar los arcos y pilares
que la sostienen:
- Hay cuatro pilares libres y otros cuatro embebidos (en los muros laterales) que forman juego con aquéllos. De pilar a pilar se abren unos arcos de medio punto. Las bases de estos pilares son cuadradas y los capiteles están formados por simples molduras. Entre los dos pilares de la derecha está el púlpito que es un semicírculo con ménsula cónica, todo de obra, y un tornavoz que tiene la forma de una corona principesca./ Los pilares están pintados de rojo y ocre, y en la cimbra de los arcos destacan círculos blancos y negros formando una alegre cadena de color.[14]
Respecto
a las capillas, anota:
- Hay una capilla de la Milagrosa entre muchos exvotos que casi todos ellos son vestiditos de niña con lazos de varios colores. Un cuadro pequeño del Ecce-Homo está rodeado de varias vasijas caseras con aceite y su torcida./ En el altar mayor destaca el doble templete: uno grande, y otro más pequeño colocados sin simetría. En el (hueco) central está la Inmaculada, y a sus pies muchos jarritos y botellas con flores artificiales. [...]/ En la capillita de la derecha veo una imagen desconocida. Le pregunto a Samuel, y Samuel no sabe responderme, pero cuando salimos se lo pregunto a un viejo y me dice que es San Diego.[15]
Resulta
curioso encontrar aquí al señor Samuel, su acompañante en aquel
periplo de las ermitas comarcanas –se refiere a don Samuel
Rubio Herrero (Fonsagrada, Lugo, 1924-Madrid, 2018), secretario del Ayuntamiento de Castielfabib
entonces-, al que homenajeamos desde aquí por su labor de
investigación y literaria.[16]
Interior de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), con detalle del presbiterio (2018). |
Nuestra
descripción de la ermita de la Inmaculada Concepción de Cuesta del
Rato responde a una visita efectuada casi medio siglo después de la
del periodista y el secretario, de ahí que haya algunas cosas
cambiadas, aunque permanece lo esencial. Lo primeo es la construcción
de la espadaña anexa, entre el frontón y el atrio exterior: la
torrecita no existía pero sí el pórtico, aunque ahora vierte a un
agua y se halla encalado, en vez de pintado de azul. Permanecen los
huecos a ambos lados de la entrada, sobre los poyos laterales del
atrio exterior. La puerta es también nueva y de doble hoja, de la
que destaca su grueso llavín. El piso del templo es de baldosas en
tonos ocres, con una hilera de bancos a cada lado, dejando un pasillo
central que conduce al presbiterio, el cual aparece un peldaño
elevado sobre el piso, asimismo enladrillado.
Nada
más entrar, lo que más llama la atención es la amplitud del
espacio interior, en lo que colaboran los tonos pastel de la pintura,
y el juego de columnas y arcos que soportan la techumbre: a la mano
izquierda hallamos las escaleritas de acceso al coro, elevado sobre
dos pilares a los pies del templo. En el arranque de la escalera
observamos la misma pila del agua bendita, que el periodista describe
como un “lebrillo” o recipiente vidriado a modo de pila bautismal
soportado sobre una sólida columna de obra. Por debajo del coro hay
un poyo corrido, donde el periodista se sentó para tomar nota de lo
que iba observando. Para nuestra descripción subimos al coro, desde
donde se observa una perspectiva nueva, quizá más completa que
desde abajo. La balaustrada es de listones sencillamente labrados,
pintados en color madera.
Interior de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), con detalle del púlpito de obra (2018). |
Desde
nuestra atalaya observamos la nave central y única del templo, que
avanza en forma de tres segmentos de obra de los pies a la cabecera,
separados éstos por dos juegos de tres arcos de medio punto –uno
central (mayor) y dos laterales (menores)- dispuestos
perpendicularmente al eje de la construcción y soportados sobre
cuatro espléndidas columnas cuadrangulares -con molduras e impostas
voladas en todo su perímetro a modo de capitel. De la misma forma,
los arcos poseen como adorno un resalte en su borde del mismo color
que los capiteles. Desde el presbiterio se accede a la estancia de la
sacristía por una puertita que hay al fondo del testero, lado del
evangelio.
La
cobertura del pequeño templo vierte a dos aguas, con armadura tipo
parhilera, esto es, basada en parejas de vigas desbastadas
(denominadas alfardas
o
pares),
dispuestas en cada vertiente del tejado, que confluyen en una gruesa
viga superior cuadrada (llamada
hilera)
–sistema que corresponde a la más sencilla de las típicas
techumbres mudéjares a dos aguas. El espacio entre las vigas está
enlucido, con la característica de que cada tramada lateral aparece
sujeta en su parte media por una traviesa longitudinal redondeada,
que se apoya en las mencionadas columnas cuadrangulares. Dichas
columnas forman los referidos arcos de medio punto: dos centrales
(mayores) y otros laterales (menores) apoyados en las pilastras
embebidas de los muros. Este tipo de armadura produce un empuje
importante sobre los muros laterales, de ahí la necesidad de los
contrafuertes -aunque en este caso el empuje se halle atenuado por
los pilares que soportan la viguería de ambas vertientes. Los
cuerpos posterior y central se hallan ornados por dos grandes
lámparas de forja pendientes del techo, que, junto con otras luces
dispuestas en diversa localización, colaboran en la iluminación,
pues el templo carece de ventanas.
Interior de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), con detalle de la hornacina de la "Virgen del Rosario", sita en el cuerpo central, lado del evangelio (2012). |
Interior de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), desde el coro, con detalle del presbiterio (2018). |
Interior de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), con detalle del alto coro, desde el presbiterio (2012). |
Interior de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia),
con detalle del presbiterio (2013)
|
Antes
de dejar nuestra atalaya nos asomamos a la espadaña para ver la
campana, al recinto se accede desde el mismo piso del coro por una
puertita con cerrojos. El vano se abre hacia el sur y luce una
campana de tamaño medio con yugo metálico –Purísima Concepción-,
vaciada en la fundición de "Salvador Manclús" de Valencia, en 1990.[17]
Datos de la campana de la Ermita de María Inmaculada en Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia).
* Ubicación: Espadaña.
* Denominación: "La Purísima Concepción".
* Fundidor: Salvador Manclús (Valencia).
* Año: 1990.
* Diámetro de boca: 50 cm.
* Peso: 72 kg.
Datos de la campana de la Ermita de María Inmaculada en Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia).
* Ubicación: Espadaña.
* Denominación: "La Purísima Concepción".
* Fundidor: Salvador Manclús (Valencia).
* Año: 1990.
* Diámetro de boca: 50 cm.
* Peso: 72 kg.
Campana -"Purísima Concepción" (1990)-, sita en la espadaña de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), 2012. |
Marca de fábrica de la campana de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), 2012. |
El
presbiterio, elevado un escalón sobre el piso del templo, luce un
altar de madera exento y otro de obra detrás, sobre el que hay un
retablo de yeso basado en una hornacina con arco interior y
elevaciones laterales simulando una corona. En el centro del altar
luce un cuadro encristalado con una imagen del Ecce-Homo y
a un lado una cunita con el Niño Jesús; en la hornacina
central hay una imagen de la Inmaculada Concepción,
en escayola de buena factura. Sobre ésta, bajo la cúpula de la
hornacina, un crucifijo. A la derecha del Altar Mayor vemos otro
altarcito de obra, con una sencilla hornacina en la parte superior
formando un arco de medio punto soportado en pilastras con impostas y
adornos geométricos en su cara anterior: aquí se halla la imagen de
un varón con hábito franciscano y delantal, en cuya halda lleva una
garba de rosas: representa al patrón del Lugar, san
Diego, cuyo nombre es una variante de Santiago –me
refiero san Diego de Alcalá (por el lugar
madrileño donde falleció, en 1463), también conocido como
san Diego de San Nicolás (por el lugar sevillano
donde nació, en 1400)-. Dicha imagen -asimismo en escayola de
buena factura, como la de la Inmaculada- representa a un joven
franciscano imberbe, que esboza una suave sonrisa, mientras su cabeza
luce halo dorado de santidad.
La
iconografía tradicional suele mostrar a san Diego de
Alcalá con sus atributos, esto es, portando unas llaves,
por haber sido portero de varios conventos de su orden, además de
Guardián y cocinero. Y también con un delantal, en cuyo regazo
porta una brazada de rosas, aludiendo a un curioso y milagrero
episodio de su hagiografía:
- San Diego era tan generoso con quienes pedían a la puerta del convento, que sus superiores lo encontraban excesivo y fastidioso. En cierta ocasión vieron que el lego portaba algo en el delantal, y suspicaces porque ya había dado la limosna de ese día, se le aproximaron para reprenderlo; entonces, los panecillos o mendrugos de pan que el fraile llevaba se convirtieron en aromáticas rosas.
Al respecto, existen varios cuadros que representan "El milagro de las rosas de san Diego", entre ellos está el de Annibale Carracci (1560-1609), un fresco sobre muro en la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi (ca.1604) y el de Francisco Zurbarán (1598-1664), óleo sobre lienzo (ca.1658). Acerca de la vida de san Diego, cabe ver la obra de Marco de Lisboa (1591, vol. III, fol. 155 y ss; y la de Moreno de la Rea, "Vida del Santo Fray Diego" (1602).
Detalle de la imagen de san Diego de Alcalá -patrón de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), sita en la Ermita de María Inmaculada (2012). |
En el testero, lado del evangelio, se halla la puerta de acceso a la sacristía. A ambos lados del presbiterio se abren dos hornacinas -directamente labradas en el muro-: en la de la epístola (derecha) hay un sagrario de madera imitando una casita con una lámina de Juan de Juanes en el frontis; mientras que en la del evangelio (izquierda) hay una pequeña figura del Sagrado Corazón de Jesús.
En
el segundo cuerpo o central, adosado a la derecha hay un púlpito
semicircular con su tornavoz formando media corona, todo en obra, al
que se accede mediante unas escaleritas; mientras que en el muro
frontero (del evangelio) se abre otra hornacina, similar a las del
presbiterio, donde luce una imagen de la Virgen
del Rosario,
junto a otras imágenes de menor tamaño.
La
sacristía, a la que decíamos se accede por una puertita abierta en
el testero, lado del evangelio, es un pequeño recinto donde se
guardan las ropas litúrgicas, el servicio del altar y otros objetos;
posee techo bajo con vigas de madera y teja árabe que vierte a una
sola agua, y una ventanita como ventilación. Vista desde el
exterior, la pared de la sacristía se halla en línea con la fachada
norte del templo, sobresaliendo en la cabecera e impresionando de ser
obra posterior. Es más, el propio templo -visto al exterior desde el
lado de la sacristía-, parece haber sufrido una remodelación, pues
la techumbre ha sido elevada a partir de una obra previa, como lo
prueba el machón o pilar central que soporta la viga cimera y el
recrecimiento del hastial desde un nivel inferior.
Vista posterior de la Ermita de María Inmaculada en Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), tras la rehabilitación (2018). |
A
modo de epílogo.
La
ermita de María Inmaculada, también Inmaculada Concepción
de María de Cuesta del Rato (Castielfabib) es una pequeña
y joya de la arquitectura religiosa tradicional -propiamente
declarada Bien de Relevancia Local por su valor patrimonial.
Su
construcción se halla documentada a partir del siglo XVIII, aunque
probablemente está basada en otra ermita anterior, según se
evidencia desde el exterior por el mencionado recrecimiento del
hastial, visto desde la cabecera.
Lo
más notable del edificio -cuya erección pudo estar mediada por los
franciscanos Observantes del vecino Convento de Castielfabib- es la
estructura de la cubierta (tipo parhilera) y el juego de arcos de
medio punto transversales al eje longitudinal del templo, junto a las
columnas que los soportan: todo ello produce un efecto de elevación
y amplitud interior insospechada. Y el alto coro, con pasamanos de
madera torneada, desde cuya posición se disfruta de la mejor
panorámica de la nave del templo, con sus espléndidas columnas y
delicadas arcadas.
De
las imágenes que contiene, sobresale la de la titular del templo
–María Inmaculada-, que hay en la
hornacina del retablo mayor y la del patrón de la aldea -san Diego
de Alcalá-, que reside en otra hornacina, ubicada también
en el presbiterio, lado de la epístola.
Asimismo,
son dignas de mención las lámparas de forja que posee. Por lo
demás, el servicio de altar –cáliz, copón y vinajeras- es
sencillo, como el acetre y el hisopo de latón, la cruz procesional y
una banderola o estandarte tipo farpa que tiene.
En
suma:
merece la pena subir hasta Cuesta del Rato, aldea de Castielfabib
(Valencia), para conocer la preciosa Ermita
de María Inmaculada,
tan preciosa como el nombre de su advocación, donde también mora la
imagen de san Diego de Alcalá, humilde lego franciscano,
predecesor y legatario de los Observantes de San Guillermo, y
benéfico tutor del lugar: san Diego es el único santo canonizado
por la Iglesia Católica en el siglo XVI: lo fue por el Papa Sixto
V (1588)
a instancias de Felipe
II de
España, por su intercesión en la milagrosa curación de su hijo, el
príncipe Carlos. De los carismas de este santo cabe destacar su
sencillez de vida, además de la bondad y el amor que
siempre demostró a los pobres. Vale.
© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).
Véase también:
* ICONOGRAFÍA FUNERARIA EN EL CEMENTERIO DE CUESTA DEL RATO (CASTIELFABIB), I y II.
[1] RODRIGO ALFONSO, Carles (1998). El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Edita Asociación para el Desarrollo Integral del Rincón de Ademuz (ADIRA), Valencia, p. 57 y 86.
[2] MADOZ, Pascual (1847). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, tomo VI, p. 166.
[3] Resulta de interés, no obstante, la mención del lugar de Torrebaja, cuya independencia de Castielfabib para constituirse en Lugar con Ayuntamiento propio puedo tener lugar por esta época. En cualquier caso, a la fecha de 1849 ya estaba constituido como tal, teniendo agregado el de Torre Alta. Vid MADOZ, 1849, tomo XV, p. 72.
[4] Guía de la Iglesia en la Diócesis de Valencia (1963), Delegación Diocesana de Información y Estadística del Arzobispado de Valencia, Valencia, pp. 410-144.
[5] Bien de Relevancia Local (BRL). Disposición Adicional Quinta de la Ley 5/2007, de 9 de febrero de la Generalidad, de modificación de la Ley 4/1998, de 11 de junio, del Patrimonio Cultural Valenciano (DOCV Núm. 5.449/13.02.2007).
[2] MADOZ, Pascual (1847). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, tomo VI, p. 166.
[3] Resulta de interés, no obstante, la mención del lugar de Torrebaja, cuya independencia de Castielfabib para constituirse en Lugar con Ayuntamiento propio puedo tener lugar por esta época. En cualquier caso, a la fecha de 1849 ya estaba constituido como tal, teniendo agregado el de Torre Alta. Vid MADOZ, 1849, tomo XV, p. 72.
[4] Guía de la Iglesia en la Diócesis de Valencia (1963), Delegación Diocesana de Información y Estadística del Arzobispado de Valencia, Valencia, pp. 410-144.
[5] Bien de Relevancia Local (BRL). Disposición Adicional Quinta de la Ley 5/2007, de 9 de febrero de la Generalidad, de modificación de la Ley 4/1998, de 11 de junio, del Patrimonio Cultural Valenciano (DOCV Núm. 5.449/13.02.2007).
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009). Emilio Jarque Fornas, la persistencia de la memoria, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, p. 104. |
[7]
RODRIGO ALFONSO, Carles (1998). El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico
comarcal, Edita Asociación para el Desarrollo Integral del Rincón de Ademuz (ADIRA), Valencia, p. 86.
[8] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Iconografía funeraria en el cementerio de Cuesta del Rato (Castielfabib), en Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 21 de mayo de 2012.
[9]
LLUCH GARÍN, Luis B (1980). Ermitas y paisaje de Valencia, Edita Caja de
Ahorros de Valencia, Valencia, vol. I, p. 521 [Artículo previamente publicado en Diario "Las Provincias", el 22 de septiembre de 1966].
[10] Ibídem.
[11] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2001). Aproximación a la Historia del Convento de San Guillermo en Castielfabib (Valencia), y Noticia del Hospital de la Villa, Edita Ayuntamiento de Castielfabib, Valencia, pp. 50-51.
[12] LLUCH GARÍN, 1980: 522.
[12] LLUCH GARÍN, 1980: 522.
[13] Ibídem.
[14] Ibídem.
[15] Ibídem,
p. 523.
[16]
RUBIO HERRERO, Samuel. Biografía del sabio naturalista y orientalista
valenciano D. Simón de Rojas Clemente y Rubio (1777-1827), Madrid,
1991. ID. Historia verdadera de la Cruz que Chilla y fundación del Hospital
de San Joaquín, Edita Ayuntamiento de Ademuz, Valencia, 2001. ID. Montes
y gancheros de la comarca del Rincón de Ademuz, Edita Asociación VIIIº Centenario
de Castielfabib, Valencia, 2006.
[17] CAPANERS DE LA CATEDRAL DE VAÈNCIA: Inventario de campanas: Purísima de Cuesta del Rato (Castielfabib). Dada su condición, las intervenciones en las campanas deben comunicarse a la Dirección General del Patrimonio Cultural Valenciano adjuntando el proyecto previamente al inicio de los trabajos.
GALERÍA FOTOGRÁFICA:
Vista anterior de la Ermita de María Inmaculada en Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), correspondiente a la fachada meridional del templo (2012). |
Detalle de la imagen de "La Inmaculada Concepción", sita en el Altar Mayor de la Ermita de María Inmaculada de Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), 2012. |
Detalle de "Ecce-Homo" correspondiente a un cuadro encristalado sito en el Altar Mayor de la Ermita de María Inmaculada en Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), 2012. |
Detalle de "Niño Jesús" en una cuna, sito en el Altar Mayor de la Ermita de María Inmaculada en Cuesta del Rato-Castielfabib (Valencia), 2012. |
2 comentarios:
Hola Alfredo en multitud de ocasiones he pasado por la Cuesta del Rato, camino de la Sierra de Albarracín, del paraje del Rodeno, en dirección a Tormón, etc… pero viendo tu artículo me he dado cuenta que nunca he parado en la villa para visitar su callejero bajo el pretexto que parecía verse en tu totalidad con el simple tránsito en coche por su travesía.
Pero después de leer este post, pararé a visitar la ermita. Me ha gustado mucho la descripción que has hecho de toda ella, y de igual manera el episodio del patrón del pueblo San Nicolás de Alcalá. Nunca había oído referencia de este santo; pero su talla y el episodio hagiográfico que cuentas merecen la pena conocerlo por lo curioso del tema.
En definitiva que gracias por darnos a conocer estos pequeños-grandes detalles de nuestro Rincón de Ademuz, gracias por el trabajo que haces, y por hacernos partícipes a todos nosotros.
Un abrazo y hasta pronto.
Excelente artículo y muy buenas imágenes. Respecto a la talla de la Virgen del Rosario, casi seguro me atrevo a afirmar que la estatua no representa a la Virgen María sino a Santa Águeda, básicamente porque la vestimenta así lo sugiere. Además, la forma de la mano con la que sujeta el rosario indica que seguramente lo que sostenía era una copa con dos pechos (atributo de Santa Águeda). Probablemente la copa se perdió o desapareció y alguien optó por ponerle un rosario y convertirla en la Virgen del Rosario, pero muy seguramente se trate de una representación de Santa Águeda.
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