Aportación al conocimiento de la Guerra Civil (1936-39)
en el entorno comarcal del Rincón de Ademuz
“Nunca vamos a ocultar nuestro mayor
desprecio
por
todo aquel que añore la larga noche del franquismo”.
Régulo Algarra Hernández
La Posguerra en Landete y Moya
(Cuenca, 2012).
Palabras
previas.
Hace
pocos días, con motivo de la festividad de Pentecostés, estuve en la ermita de
Santerón en Algarra (Cuenca).[1]
El amigo que tenía que recogerme, conocedor de mi afición por el estudio de
todo lo referente a la Guerra Civil española (1936-39) en el Rincón de Ademuz me regaló un librito. Me
lo entregó envuelto en una bolsa de plástico, diciendo: Te traigo un regalo;
¡a ver qué te parece...! A mí no me ha gustado. Así que si no te gusta, lo
tiras... Como íbamos de marcha se lo cogí y tras darle las gracias lo metí
en la mochila, para verlo en otro momento.
Al
día siguiente, al sacar las cosas de la alforja encontré el regalo de mi amigo,
se trataba de un librito en gran formato –La posguerra en Landete y Moya
(Cuenca, 2012)-, que firmaba Régulo Algarra Hernández.[2]
La portada contiene un llamativo fragmento de la obra de Paco Ribera: La
Apoteosis de la Victoria (1939) y la contraportada una postal con el
retrato de Franco y otros jefes militares de la época, en cuyo frontis figuran
varias banderas, incluida la española y otra con una cruz gamada y un ¡Viva
España! -en la parte inferior-.
Sujetando el ejemplar con la mano derecha, fui pasando las páginas de atrás hacia delante con la izquierda, buscando el índice. No lo hallé, porque carece de él; pero sí que observé algunas de las fotografías, cuyos textos o pies de foto me pusieron en alerta. No hallé el contenido e índice que buscaba, decía, pero sí la dedicatoria: Dedicado al Juez Baltasar Garzón. No hacía falta mirar más para ver el tipo de obra de qué se trataba: la dedicatoria basta para que el deseo de leerlo se polarice entre los que defienden y denigran al que fuera magistrado... Personalmente, no desearía ser juzgado por un juez-político que se reconoce de izquierdas. Tampoco por otro de derechas, sino por un juez imparcial y justo. La verdad es que me llevé una gran decepción: ¡Una pena! -pues esperaba encontrar otro tipo de trabajo, que aportara datos historiográficamente aprovechables para documentar el periodo histórico-.
El autor debió quedarse a gusto, pues se despacha con una terminología vulgar e inadecuada para una obra histórica, que puede aprovechar para cierta parroquia, pero totalmente inútil para la divulgación y el conocimiento serio de la Historia. Lo lamentable, sin embargo, es que algunas partes de su contenido podrían servir como testimonio de lo que se pretende reivindicar, pero falla la expresión, por la forma ofensiva y desconsiderada de decir las cosas... Pero esto es sólo una opinión, de ahí que me pregunte, ¿por qué el autor no se ha limitado a contar lo que tuviera que narrar y se ha embarcado en una vorágine de expresiones absolutamente cuestionables desde el punto de vista conceptual e histórico, además de hirientes? Lo desconozco, pero pienso que ha desaprovechado una estupenda oportunidad para hacer un buen relato sobre un dramático periodo de la historia de España, quedándose en un burdo libelo o panfleto, esto es, un escrito acerca de hechos históricos, doctrinario y maniqueo. Para probar lo que digo, aparte de invitarles a ojear el libro -¡Seguro que hay lectores a los que lamentablemente pueda interesar!-, permítanme comentar algunos de los pies de foto, y las expresiones utilizadas en el texto.
Portada del libro La Posguerra en Landete y Moya (Cuenca, 2012) de Régulo Algarra Hernández. |
De
las fotos y sus textos al pie:
En
mi opinión, las fotos reseñadas pecan de tendenciosas, siendo en cualquier caso
decididamente perturbadoras, impropias de un texto serio que pretenda ilustrar
objetivamente acerca de un hecho histórico.
Tabla con las
reseñas de las fotos contenidas en el impreso (2012).
PÁGINA
|
DESCRIPCIÓN
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TEXTO AL PIE
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1
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Ramo
de flores atado a una verja, con un edificio con ventanas detrás.
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Carece
de texto al pie.
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8
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Hombres
rapados, uniformados con chaquetilla y pantalones con alpargatas (b/n)
|
Presos del franquismo |
9
|
Calaveras
(3), semienterradas (b/n).
|
Carece
de texto al pie.
|
12
|
Ruinas
(color)
|
San
Bartolomé
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14
|
Esqueletos
|
Carece
de texto al pie
|
15
|
Mujeres
(4), vestidas de negro, con peineta y mantilla, libros y rosarios en la mano
(b/n).
|
Tocadas
con la gracia del Espíritu Santo
|
16
|
Personas
cargadas con bultos y caminando (b/n).
|
Abandonadas
de la mano de Dios
|
18
|
Mujeres
tocadas con velos o pañuelos, presuntamente en procesión (b/n).
|
El
lóbrego paisaje del franquismo, en cualquier lugar
|
21
|
Escena
militar, niños y mayores uniformados
|
Los
políticos del mañana, que es el hoy
|
24
|
Franco,
Mola y otros militares y civiles
|
¡Que
no quede ni uno con vida!
|
26
|
Hombres,
cabeza descubierta, brazo en saludo falangista
|
Nunca
lo olvidaremos
|
28
|
Hombre
sentado y mujer derecha, a su lado
|
Mis
abuelos
|
30
|
Grupo
de mujeres de distintas edades, unas sentadas y otras de pie, cabeza rapada.
|
El
rapado degradante era un castigo habitual
|
34
|
Templo
parroquial
|
Landete.
La iglesia acoge a sus héroes
|
35
|
Hombres
uniformados
|
¡Soy
el novio de la muerte!
|
38
|
Mujeres
con niños y gendarmes
|
El
doloroso exilio
|
40
|
Mujeres,
una con bulto (niño) en brazos
|
El
hambre y la desesperanza, únicos frutos de la autarquía
|
45
|
Esqueletos
en paralelo
|
Carece
de texto al pie
|
46
|
Clérigos
(obispos) y militares, los primeros saludando brazo en alto
|
Por
la victoria hacia Dios
|
50
|
Franco,
bajo palio y un obispo con mitra
|
La
Iglesia a tus pies, Caudillo
|
51
|
Vista
frontal del Valle de los Caídos
|
¿La
casa de Dios?
|
52
|
Dos
hombres jóvenes clavados en tierra hasta las rodillas y dándose garrotazos
(alude al conocido cuadro de Goya, Duelo a garrotazos o La riña,
que inicialmente corresponde a las pinturas negras de la Quinta del Sordo.)
|
Carece
de texto al pie
|
Elaboración propia (2012). Nota:
A todas las
fotos les falta la referencia, esto es, dónde fueron tomadas, lugar, año y
asunto concreto que pretende significar.
Además de las fotos, el librillo contiene un interesante esquema –página 36-, referido al Mapa del “Evadido Carrasco”, conteniendo parte de la documentación pasada a los nacionales, con la ubicación del aeródromo de Landete. Y la copia de la carátula de un Programa de Fiestas (Landete, 1926), donde aparecen los nombres de diversos anunciantes, “miembros de la burguesía local que adquirirán especial protagonismo político en las siguientes décadas...” –página 43-.
Respecto
al esquema, decía que me parece muy interesante esta aportación, pues alude al
aeródromo de Landete, utilizado por el ejército “republicano” o frentepopulista
para operaciones en el frente turolense, singularmente La batalla de Teruel
(1937-38). El señor Antonio Fortea Esparza (Torrebaja, 1930-Barcelona,
2012), hijo de Miguel y de Gerónima, dice al respecto:
- Contaba mi padre que cuando la guerra, el Estado Mayor del XIX Cuerpo de Ejército estableció aquí en Torrebaja un parque móvil y puso el taller de reparación de vehículos en el garaje de Elpidio [Cañizares Gómez (1909-96)]… Entonces había pocos mecánicos, pero pusieron a mi padre al frente del taller; porque mi padre entendía de coches más que muchos mecánicos de entonces… Sí, era muy buen profesional y por eso lo hicieron Jefe de Parques y Talleres del XIX Cuerpo de Ejército de Levante. Cada semana tenía una reunión en Bétera, donde bajaba por cosas del trabajo. Por entonces trajeron una cantidad de camiones rusos, pero aquellos vehículos sufrían una avería frecuente, y es que por el frío se les partía la culata. Porque aquel invierno, cuando la toma de Teruel, hizo muchos grados bajo cero… Sí, la culata es la tapa que cubre por arriba las válvulas del motor y claro, al romperse perdían aceite. Y no había forma de arreglarlas… Pero mi padre tuvo la idea de soldarlas con una mezcla de plata y antimonio, de esta forma hacía la soldadura y las arreglaba. Sí, ésa era la única forma en que se podían componer… Luego trasladaron el parque móvil a Casasbajas, aunque aquí dejaron algo; por eso fue de bajarnos a Casasbajas, donde yo fui a la escuela...// Yo no sé cómo sería, pero (estando en Torrebaja) hizo amistad con ese señor, al que decía Tito, que entonces era coronel de aviación. Aquel señor pilotaba un avión y muchas veces fue a bombardear a Teruel. El campo de aterrizaje estaba próximo a Landete, en unos llanos que hay a la derecha. Aterrizaba y con un coche que tenía se bajaba a Torrebaja. Iba al taller de Elpidio y charlaba con mi padre. Varias veces les vi juntos, hablando… Se ponían bajo unos árboles que había frente al garaje, otro lado de la carretera, donde ahora está la casa del tío Plácido, que en aquellas fechas no la habían construido todavía. Yo era entonces un crío de seis u ocho años, y claro, no sabía quién era aquel individuo. Eso lo supe después, por los comentarios de mi padre, que lo nombraba cuando hablaba de la guerra… Como sabes, el tal Tito fue un cabecilla comunista que gobernó en Yugoslavia durante muchos años.[3]
Se
alude aquí al aeródromo o campo de aviación de Landete, que el Mapa del
“Evadido Carrasco” sitúa próximo a la población -1,8 km-, a la derecha de la
carretera de Utiel. Asimismo, se menciona al que fuera Mariscal Tito
(1892-1980), que participó en el reclutamiento de las Brigadas Internacionales
que dieron apoyo al ejército “republicano” o frentepopulista durante la guerra
española. Aquí se destaca su intervención en el frente de Teruel.
Posteriormente, este personaje fue el dictador comunista que dirigió Yugoslavia
desde el final de la II Guerra Mundial hasta su muerte, primero como Jefe de
Gobierno (1945-53) y después como presidente de la República Federal Socialista
yugoslava, cargo para el que fue elegido con carácter vitalicio, en 1974.[4]
El Mariscal Josip Broz Tito (a) Tito (1892-1980), dirigente comunista y dictador yugoslavo [Tomado de Wikipedia, La enciclopedia libre]. |
Vista parcial de Santo Domingo de Moya (Cuenca), desde la carretera de Pedro Izquierdo, con el cerro moyano al fondo (2012). |
Del
texto y sus comentarios:
Tras
la dedicatoria al magistrado Garzón, dice: “Uno de los argumentos esgrimidos
por la derecha vergonzante para ocultar la posguerra civil, es que sucedió hace
mucho tiempo” –página 2-. Desconozco donde se halla esa “derecha vergonzante”,
pero yo soy un decidido partidario del estudio serio, objetivo y desapasionado
de la II República (1931-36), la Guerra Civil (1936-39) y el franquismo
(1939-75), período histórico conjunto que entiendo como una unidad, en tanto se
hallan íntimamente relacionados; y digo esto pese a pertenecer a ese conjunto
de ciudadanos que podría calificarse de conservador en lo político, liberal en
lo ideológico y católico en las creencias -con perdón-.
En la misma página, refiriéndose al período franquista, dice: “[...] el país entero –se refiere a España- estaba sometido a un confinamiento físico, social y político propio del peor ambiente carcelario, impuesto por los triunfadores...”. ¿De verdad hay alguien con un mínimo sentido de la realidad y conocimiento histórico que pueda sostener semejante afirmación y quedarse tan tranquilo? Yo viví veintitrés años de mi vida bajo el franquismo –de 1952 a 1975- en Torrebaja (Valencia), Barcelona y Valencia, y jamás tuve la sensación de vivir en semejantes condiciones; es más, siendo hijo de un sencillo agricultor, pequeño propietario, como eran la mayoría de los del Rincón de Ademuz entonces, pude estudiar una carrera universitaria y abrirme paso en la vida, como tantos otros de mi época... Rechazo de plano, pues, esa afirmación tan categórica; aunque quizá estoy yo confundido y estamos hablando de países y tiempos distintos.
En los prolegómenos del texto el autor alude a la Causa General, diciendo: “Inestimable fuente de información, compuesta por los partes de denuncia de los alcaldes de “La Victoria”, base de las primeras represalias, las más duras del aparato franquista después de los asesinatos de los primeros días, creada por decreto de 26 de abril de 1940”. Ciertamente, la Causa General es una fuente inestimable de datos sobre el período histórico, pero no es cierto que fuera “base de las primeras represalias”, toda vez que se trata de un expediente estrictamente informativo: prueba de ello es que cuando el fiscal inquiere a los ayuntamientos acerca del destino de los encausados, los alcaldes responden: en libertad, en paradero desconocido, en prisión, fallecidos o fusilados. No, la Causa General no sirvió para encausar ni juzgar a nadie, puesto que se hizo a posteriori, cuando los inculpados ya estaban en su mayoría juzgados y sentenciados. Al menos en lo que hace a los distintos ramos (municipios) del Rincón de Ademuz.[5]
Vista de los viñedos en los llanos de Landete (Cuenca), año 2012. |
El
texto continua desgranando su letanía de improperios, engarzando perla tras
perla en un rosario terminológico frenético, como: “ralea fascista”, “desalmado
general”, refiriéndose al general Franco –página 3-; “[...] esbirros de su
ralea política”, “régimen fascista, despiadado e inicuo” –página 6-; “He aquí
la fuente de la que manaba el instinto salvaje de venganza que convirtió a la
derecha rural española en alimañas sedientas de sangre republicana”; “[...]
ralea de mandos militares que fundamentalmente defendían los intereses de clase
agraria privilegiada”, “Nada que justificara las cotas de represión posterior,
y menos, que ésta fuera orquestada y dirigida por el régimen (franquista), que
no dejó de ser militar y siniestro hasta la muerte del dictador” –página 7-;
[...], los hijos y nietos de aquellos fascistas nos niegan el derecho a
recuperar nuestros muertos de las cunetas y las tapias de los cementerios”
–página 9-. “En la España del terror [...]” –página 13-. “Huelga decir que la
clase despreciable de individuos que hizo posible la noche oscura del
franquismo...”, [...] en una guerra injusta que los fascistas habían empezado y
no terminaron hasta muchos años después...”, “Estas cosas sólo suceden cuando
la guerra la ganan asesinos sin escrúpulos, y son peores cuando además se hacen
pasar por buenos cristianos” –página 14-. “[...] y es que las democracias no
pueden vivir sumidas en la borrachera de venganza que envenenó a la ralea que ganó la guerra de España”,
“Los rojos somos, sin duda, mucho mejores que aquellos iluminados mediocres que
llenaron nuestras vidas de yugos, flechas y ejercicios espirituales” –página
15-. “Ese era el tipo de indeseables que ganó la guerra civil, y han procreado:
ahora sus hijos y nietos no nos permiten sacar nuestros muertos de las cunetas,
mientras los suyos, insisto, ya están confortablemente enterrados en
camposanto” –página 16-. [...] el prestigioso
siquiatra fascista Vallejo-Nájera:...”, “[...] de los esquemas eclesiásticos
tradicionales que cobraron fuerza incontenible en la larga noche del
franquismo”, “[...] el criminal objeto de venganza de fascistas fanáticos y
resentidos...” –página 18-. “estado fascista”, “gobierno fascista”,
refiriéndose al Estado español y al Gobierno franquista, respectivamente
–página 19-. “Naturalmente, el país se convirtió en una inmensa prisión que
definía plenamente la naturaleza carcelaria del régimen:...” –página 20-. “La
Falange era, en suma, el equivalente franquista de las SS nazis, incluida la
caricatura grotesca del Frente de Juventudes, semillero indiscutible de los
cuadros directivos de la derecha dirigente actual, aunque algunos de los que
nos gobiernan procedan ideológica y genéticamente, en segunda o tercera
generación, de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, otra familia
vergonzante del régimen, igualmente responsable de la represión, en grado de
complicidad ostensible. Todos ellos, supremos justificadores del Alzamiento”
–página 21-. “[...] y se pierden en la maraña de bellaquerías que los nuestros
y sus familiares tuvieron que soportar en la ciénaga del franquismo”, “[...]
fue condenado por rojo, torturado y arruinado por un régimen despreciable de
fascistas que nunca rindieron ni van a rendir cuentas por ello” –página 22-.
Descansemos
un momento en este punto, para hacer la reseña del asesinato de don Cesáreo
Sáez Ferrer, sacerdote natural de Fuentelespino de Moya y párroco de Landete
que aquí se menciona, cuyo cadáver fue hallado en el “barranco de la Zorra”,
zona de monte entre Garaballa y Aliaguilla, el 26 de agosto de 1936.[6]
Según se anota, los asesinos del clérigo fueron los integrantes de una pandilla
de matones, “chusma de indeseables del Comité de Utiel, responsable de
innumerables fechorías”, que “según los documentos de la Causa General”, estaba
formada por una docena de individuos encabezada por Félix Andrés Hernández
(a) el
Blanquillo –página 23-.
Entre los que se nombran se halla un tal Joaquín Martínez (a) Malacara –me refiero a Joaquín Martínez Cerón
(a) Malacara-. Traigo aquí a este personaje porque
también aparece como jefe de la pandilla que asesinó al señor Manuel-Aurelio
Cortés Soriano, de 47 años, natural de Libros (Teruel), residente en El
Campo (Villel), a Manuel Gómez Esparza, de 61 años, natural de Torrebaja
(Valencia), residente de la masía de Viñuelas Altas o de Las Ritas en Villel, a
Tomás Gómez Esparza, de 57 años, natural de Torrebaja y residente en la
masía de Viñuelas Altas y a Ignacio Gómez Gómez, de 77 años, natural de
Torrebaja, residente en la masía de Viñuelas Altas. Dichos vecinos fueron
arrestados en sus domicilios en la noche del 7 de septiembre de 1936 y
conducidos a Villel, en cuyo cementerio fueron fusilados en la tarde del día
siguiente.[7]
Los señores Manuel y Tomás eran cuñados, no hermanos, pese a compartir los
mismos apellidos y el señor Ignacio era su suegro, pues aquellos se hallaban
casados con sendas hermanas, hijas del señor Ignacio, todos ellos naturales de Torrebaja.
Hecha
la reseña, continuamos con la serie terminológica, indigesta pero necesaria
para comprender la naturaleza de la monografía y la mentalidad de su autor: “La
mayoría de ellos –ser refiere a los componentes de la cuadrilla de El Blanquillo- fueron fusilados por el ejército fascista
cuando entró en Utiel”, “[...] multitud de asesinos falangistas y militares que
sembraron el terror en todas partes, en mayor medida que los rojos” –página
23-. “[...] mientras que el mando fascista, único responsable de la guerra, llevó
a cabo una magna operación de exterminio, sistemática y programada, que se
prolongó hasta mucho después” –página 24-.
Almendros en flor en los secanos de Landete (Cuenca), año 2012. |
Con
la mano en el pecho, ¿de verdad cree usted que el único responsable de la Guerra
Civil (1936-39) fue “el mando fascista”? Resulta evidente que no conoce la
historia, que se la han enseñado mal o que el día que se explicó usted no
asistió a clase. Aunque también depende del colegio donde la estudiara.
Arribados a este punto debemos tomar otro respiro, pues aquí se nombra a don Agustín
Navarro Zapata (1871-1936), natural de Fuentelespino de Moya y párroco de
Henarejos, también asesinado por entonces.[8]
Dice el texto de referencia:
- <Agustín Navarro Zapata era cura de Henarejos y Fuentelespino, y curiosamente pertenecía a una familia muy significada de izquierdas. Iniciada la guerra, se refugió en Fuentelespino y sus alrededores, pero reconocido por unos miembros del Comité Revolucionario de Moya, fue apresando como quintacolumnista y recluido en la iglesia de Santo Domingo de Moya, donde según D. Eusebio –se refiere al autor de donde ha tomado los datos- fue torturado y obligado a trabajar en le derribo de la iglesia de San Bartolomé –esto último lo hemos constatado por diversos testimonios-. Parece cierto que dos miembros del comité, de cuyos nombres no tenemos constancia absoluta certeza, yendo a por leña le habían detenido en las Lomas de Pajaroncillo, donde se ocultaba. Enterado el Comité de Ademuz, envió a nueve sicarios para asesinarle. Lo hicieron junto al rento de Benarruel, el 30 de agosto de 1936>[9]
Y
continúa, diciendo:
- <Los testimonios de varios moyanos confirman esencialmente las conclusiones del P. Eusebio Gómez, aunque este pasa por alto, o desconoce, algunos detalles dignos de reseñarse. Según ciertos relatos, el alcalde y presidente del Comité Anacleto Contreras, Virgilio Alemán y Luis Montero conminaron al sacerdote a marchar de Moya la noche antes de ser asesinado, pero él declinó la oferta en la errónea creencia de que nada iba a sucederle, quizá por pertenecer a una familia de izquierdas, y ser él mismo simpatizante de la causa republicana. Todo hace suponer que, en último extremo, los del Comité de Moya no quisieron hacerse responsables de la muerte del sacerdote y se lavaron las manos, incapaces de enfrentarse a los esbirros de Ademuz, a diferencia de lo que habían hecho con los de Utiel, pero lo cierto es que ellos no le asesinaron, aunque su colaboración acabó siendo decisiva. Hay algo que probablemente no comprenderemos nunca totalmente: ¿Cómo fue que el Comité de Moya se mostró protector del cura local. D. Mauro, y en cambio detuvo a D. Agustín, exponiéndolo a las iras de los asesinos del Comité de Ademuz? Puede que la clave esté en el comportamiento de uno y otro, pero eso es sólo una hipótesis, nada justificativa del trágico final del sacerdote. Otra, sería la siguiente: en tiempo de guerra, la circulación de personas estaba rigurosamente controlada, y para moverse de un lugar a otro era preciso poseer un salvoconducto que otorgaban los ayuntamientos y los comités. Si Navarro no poseía acreditación para abandonar el pueblo como es de suponer, puede que los del Comité de Moya, excesivamente sensibilizados contra el quintacolumnismo en los inicios de la guerra, le detuvieran sin prever las consecuencias de su acción. Quede en el aire.>[10]
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).
Nota: Las citas de Wikipedia, La enciclopedia libre, son meramente informativas, no bibliográficas.
[1] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. La celebración de Pentecostés en el Rincón de Ademuz (Iy II), en Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 1 de junio de 2012.
[2] ALGARRA
HERNÁNDEZ, Régulo. La posguerra en Landete y Moya, Cuenca, 2012
[Tamaño folio, tapa blanda, 52 páginas, fotos en B/N, excepto tres que aparecen
en color].
[3]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La Guerra Civil española (1936-39) en el Rincón de
Ademuz, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia,
2009, vol. III, pp. 184-185.
[4] Josip Broz
Tito. (2012, 4 de junio). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de
consulta: 08:58, junio 5, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Josip_Broz_Tito&oldid=56731606.
[5]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz: Acerca
de la Causa General (1940-46), Valencia, 2011, vol. IV.
[6] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), cura párroco de
Henarejos, en la Causa General, en: Del paisaje, alma del rincón de
Ademuz, Valencia, 2011, vol. IV, p. 78.
[7]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Anexo I al artículo: Contra las tapias del
Cementerio de Villel (Teruel), en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia,
2009, vol. III, pp. 469-479. ID. Anexo II al
artículo: Contra las tapias del cementerio de Villel (Teruel), en: Del
paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2011, vol. IV, pp. 463-475.
[8] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), cura párroco deHenarejos (Cuenca), en la Causa General, en Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 8 de marzo de 2012.
[9] ALGARRA
HERNÁNDEZ (2012), p. 25.
[10] Ibídem.
Alfredo,
ResponderEliminarEnhorabuena, lo has "clavao"!.
Yo también ojeé el libro en cuestión y no se puede definir mejor, tanto el estilo, como el contenido como el autor!
Alfredo,
ResponderEliminarEnhorabuena, lo has "clavao"!.
Yo también ojeé el libro en cuestión y no se puede definir mejor, tanto el estilo, como el contenido como el autor!