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miércoles, 6 de junio de 2012

UNA CIERTA VISIÓN DE LA POSGUERRA EN LANDETE Y MOYA (CUENCA) [y II]


 Aportación al conocimiento de la Guerra Civil (1936-39) 
en el entorno comarcal del Rincón de Ademuz








En el primer párrafo transcrito, se alude a la condición “izquierdista” de la familia de don Agustín, según parece simpatizante de la causa republicana. Sin embargo, me resulta muy curiosa, y extraña, la afirmación de que el clérigo fue “apresando como quintacolumnista”, esto es, por ser simpatizante oculto de los que se habían alzado contra la República –o lo que quedaba de ella- para trabajar clandestinamente en beneficio de la causa “nacional” o franquista. Es por ello que, a tenor de las investigaciones personales realizadas al respecto, me niego de entrada a aceptar semejante suposición. Mis pesquisas me llevaron al señor Secundino Navarro Sáez (Fuentelespino, 1931), sobrino carnal del sacerdote asesinado, el cual me ofreció el siguiente testimonio:
  • [...] tanta era la afición que (mi tío) tenía por la caza que se vino de párroco a Henarejos (Cuenca), para poder cazar a gusto. Mi padre y el maestro –se refiere a Andrés-Avelino, otro de los hermanos- también eran cazadores, los tres compartían esa afición. Al estallar la guerra mi tío se vino a Fuentelespino, donde también tenía casa. Aquí lo tuvieron escondido, durante bastante tiempo, en distintos lugares del pueblo. Primero estuvo en su casa [...] Ya le digo, estuvo escondido en distintos lugares del pueblo; la gente lo sabía, pero nadie se metió con él ni dijo nada. Contaba mi madre que mi tío era muy inocente, no pensaba que alguien pudiera querer hacerle daño, ni tenía conciencia del peligro que corría. En la época que le detuvieron estaba escondido en una casa vieja en el centro del pueblo, pero lo cogieron en el monte…[1]
Vista del cerro de Moya (Cuenca), desde la carretera de Landete (2012).

            Y sigue:
  • Resulta que un día se fue con unos sobrinos de su ama de llaves, a cortar colmenas a la Hoya Gutiérrez, una partida a varios kilómetros de aquí, entre Fuentelespino y Santo Domingo. Estando allí, para distraerse un poco pensó en cazar y mandó a uno de los resobrinos al pueblo, para pedir a mi padre que le diera la escopeta y el perro. [...] Pero sucedió que, estando mi tío cortando la miel, se acercó por allí un leñador de Santo Domingo de Moya, que fue al colmenar a pedir agua para beber. Y entonces fue cuando vio a mi tío… Mi tío Agustín era muy conocido en la zona, le llamaban “el cura manchado”, por una cicatriz roja que tenía en un lado de la cara… Parece que se la había hecho de pequeño, al quemarse durante un matacerdo o haciendo el frito, que se cayó y se quemó.[2]

            Y prosigue, diciendo:
  • El caso es que el leñador dio parte al Comité de Santo Domingo (de Moya) y enseguida fueron a buscarle… Vinieron como fieras, lo agarraron y se lo llevaron. [...] Tras detenerle lo subieron a Moya y según el secretario que había entonces en Santo Domingo, amigo de mi padre, le hicieron padecer lo que quisieron. Le mandaron sacar cosas de una iglesia, maderas o lo que fuera y no sé cuántas perrerías. Allí lo tuvieron un tiempo, él pedía agua para beber, pero ni agua le daban… Después se lo llevaron y lo entregaron a los de Ademuz… Los de Ademuz lo condujeron hacia esa parte del “Pinar Llano”, por encima de Negrón (Vallanca), donde el rento de Benarruel, allí lo mataron. Lo mataron y lo dejaron allí tirado, medio enterrado…; cuando murió tenía unos sesenta y pocos años. Después de la guerra fuimos a buscarle, mis padres, mis tíos y yo… Yo tenía entonces unos 8 años, pero me acuerdo perfectamente. Llevamos un par de carros de yugo con mulas y un cajón de muerto de los que se hacían entonces en los pueblos. El rentero que lo había enterrado nos indicó donde estaba. Porque la familia sabía que estaba enterrado en el rento, pero desconocía el lugar exacto. Sacamos lo que quedaba de él y nos trajimos los restos al cementerio de Fuentelespino, donde está enterrado. Lo enterramos en el panteón familiar de doña Antonia Navarro y su esposo, don Rafael, médico de aquí, amigos de mi padre y de mi tío; allí puede ver su lápida.[3]
Almendro en flor en los llanos de Landete (Cuenca), año 2'012.

El lector podrá comparar las versiones que se exponen y extraer sus propias conclusiones. Sin embargo, desterramos a priori la hipótesis del “quintacolumnismo”, por resultar absolutamente descabellada, además de mezquina, pues pretende justificar políticamente el asesinato. A don Agustín Navarro Zapata, con independencia de su querencia ideológica y la de su familia, le detuvieron, torturaron y asesinaron por la única razón de ser sacerdote, persona consagrada de la Iglesia Católica. Todo lo demás son detalles –unos necesarios y otros accesorios- que nos ayudan a comprender la historia de su muerte... Según vemos, fue detenido por cargos públicos –concejales- del Ayuntamiento de Moya, los que después de torturarle o permitir su tortura, “se lavaron las manos, incapaces de enfrentarse a los esbirros de Ademuz”. Y sigue diciendo el ponente: “Enterado el Comité de Ademuz, envió a nueve sicarios para asesinarle”. Dicha afirmación nos permite suponer que los “esbirros de Ademuz” debían ser temibles –como quizá lo fueran-, hasta el punto de inspirar temor en los miembros del Ayuntamiento moyano... Pero no, ninguna de estas afirmaciones resulta convincente, pues ¿qué interés podía tener el Comité de Ademuz en la muerte del párroco de Henarejos, más allá del anticlericalismo generalizado entre amplios sectores de la izquierda? ¿Acaso los del Comité de Ademuz podían inmiscuirse en los asuntos del Comité de Moya? Lo más probable es que los de Moya avisaran a los de Ademuz y les entregaran voluntariamente al sacerdote, sin más presión que la ejercida por su cobardía, incapaces de matarle ellos con sus propias manos, y para no verse directamente implicados en el asesinato. Lo mismo que habían hecho los del Ayuntamiento y Comité de Ademuz, que detuvieron y entregaron al párroco –me refiero a don Blas Mañes Palomar (1869-1936)- a la pandilla de El Chileno que habría de asesinarle en La Huérguina (Cuenca), el 14 de agosto de 1936.[4] 

No obstante, cabe recordar que los milicianos de Ademuz ya tenían alguna experiencia en esto de buscar, detener y matar curas, pues pocos días después de lo de don Blas asesinaron a don Ramón Fos Adelantado (1891-1936), cura párroco de Corcolilla de Alpuente, natural de Segorbe, al que hallaron escondido en el rento de Benarruel: le condujeron hasta el de Barrachina, y camino de Casasbajas le mataron en Los Aljezares, dándole un tiro de fusil en la cabeza; esto fue el día 16 de agosto de 1936.[5] Con todo, comparto la opinión del ponente, los asesinos materiales de don Agustín fueron los milicianos de Ademuz, no los del Comité o Ayuntamiento de Moya, aunque su colaboración resultó determinante.

Como el autor, también lamento las deleznables matanzas de sacerdotes; eso y la destrucción de iglesias, imágenes y archivos es algo que yo personalmente nunca podré perdonar a ciertos grupos de la izquierda –muy minoritarios por otra parte-: muy minoritarios, o no tan minoritarios, en todo caso muy efectivos –página 50-.

            Relación de vecinos de Moya (Cuenca) encausados en la detención del sacerdote don Agustín Navarro Zapata, asesinado durante la revolución y Guerra Civil (1936-39).
NOMBRE Y APELLIDOS
CARGOS PÚBLICOS
DESTINO ACTUAL
(1942)
Cirilo Garrote Alegría (*)
Concejal
En la cárcel
Eulogio Sánchez Casas
-
-
Alejandro Sáez Garrote
-
-
Daniel Corral Guillén
-
-
Zacarías Alemán Martínez
-
-
Tomado SÁNCHEZ GARZÓN (2011), p. 73. Nota: (*) Actuó como concejal de la segunda Corporación Municipal de Moya, desde el 20 de junio de 1938 hasta el 29 de marzo de 1939.

Almendros en flor en los llanos de Landete (Cuenca), año 2012.

Hecho este receso, continuemos con la transcripción de improperios y manifestaciones del opúsculo de referencia: “Los Comités Revolucionarios locales fueron los responsables de buen número de crímenes en toda España, en irracional reciprocidad a la muchísimo peor política de exterminio desatada por las hordas fascistas desde el primer momento” –página 26-. “[...] de la participación de los alcaldes fascistas en la caza de rojos...”, “[...] sólo concebibles  en una cloaca política como el franquismo, o la Alemania nazi:...” –página 27-. “Su familia sufrió el acoso insoportable de los esbirros del régimen” –página 29-. “No merecen perdón; ni aquellos carniceros ni sus descendientes, que tratan de impedir la revisión de aquellos crímenes, porque sencillamente siguen en guerra contra el rojo”, “Pero mi madre no volvió a ir a misa en toda su vida. ¿Algo que objetar?” –página 30-: No, nada que refutar, el que su madre vaya a misa o deje de ir es asunto suyo, voluntario, personal e intransferible. Y sigue: “El paralelismo con las obras del Valle de los Caídos es evidente, pues también fueron realizadas por presos del franquismo, una más del mar de injusticias propias de la tiranía fascista”, “[...] sí que hubo víctimas de la guerra, solo que causadas por la barbarie fascista, ya que murieron a resultas del bombardeo del pueblo por la criminal aviación de Franco” –página 32 y 33-. “El gallego –se refiere a Franco- no dejaba de tener cierta coherencia, “[...] Pero el cínico general era consciente de sus atropellos...” –página 35-. “[...] la deleznable jauría revanchista del aparato represor”, “Sólo a los vencedores nefandos es imputable la indignidad del vencido, sólo a ellos hay que pasar factura de las claudicaciones de un pueblo impotente y aterrorizado, obligado a subsistir en medio de la barbarie fascista y policial”, “Antes de dejar Landete, [...] Albendín ordenaría colocar el nauseabundo emblema del yugo y las flechas a la entrada del pueblo” –página 37-.

Esta misma página 37 contiene un párrafo numinoso e inmarcesible que merece el bronce, razón por la que lo coloco en un punto aparte:
  • <Dios tiene la magnífica oportunidad de hacer justicia, al menos por una vez, sin esperar al Juicio Final; caso contrario, espero que las almas de los represaliados le hagan la vida insoportable su vida de ultratumba –se refiere a Isidro López Albendín, comandante y juez militar-, aunque no voy a rezar por ello. Mi madre y mi tía Ventura, que todavía viven gracias a Dios, con certeza tienen algunas cosas que decirle para cuando le alcancen en el más allá, y yo, casi deseo morirme ya para encontrarlo...>[6]

Escalofriante parágrafo, que destila un odio insondable, visceral, puro, sincero, patológico... Como el de aquel pastor lusitano -Viriato- que juró odio eterno a Roma. Todos sabemos que de la justicia humana es relativamente fácil escapar, pero los creyentes estamos convencidos de que nadie puede  escabullirse de la divina; de una u otra forma, en ésta o en la otra vida, el malvado lo pagará: ese es mi convencimiento y mi creencia, porque sin una justicia superior la vida carecería de sentido. Y continua con otro párrafo, éste para la piedra, diciendo:
  • <¡A qué extremo de degradación no someterían los fascistas al pueblo español, que todavía hay quien justifica la represión ejercida en base a la victoria obtenida en la contienda! Sin duda, la degeneración moral de las dictaduras cada muy hondo en el inconsciente de los pueblos. ¡Ni siquiera había ni hay lugar en sus corazones para apiadarse de las víctimas inocentes que malvivían y morían en las cárceles y los campos de concentración, o de aquella legión de desgraciados de todas las edades que huían del ensañamiento gubernamental cruzando la frontera francesa! ¡Cristianos de calderilla!>[7]

No seré yo quien responda estas frases, porque conozco algo del sufrimiento humano y con el dolor ajeno sé que no debe bromearse. No obstante, aquí se hace una generalización, mezclando verdades universales con otras que no lo son tanto y que merecerían ser restringidas a su preciso contexto, porque las cosas no son siempre lo que parecen. Respecto de la derrota “izquierdista” y del exilio exterior, incluyendo entre éstos a “aquella legión de desgraciados de todas las edades que huían del ensañamiento gubernamental cruzando la frontera francesa”, dice el catedrático y político Julián Besteiro Fernández (1870-1940), que fue presidente del PSOE (1925-32), y representante de la línea moderada de este partido durante la República y en la guerra:
  • <La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas. Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizá los siglos –aludiendo a la bolchevización o sovietización del PSOE por Largo Caballero y sus partidarios-. La política internacional rusa, en manos de Stalin y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoievski y de Tolstoi. La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas –se refiere a los “nacionales” o franquistas- que se han batido en la gran cruzada anticomintern>.[8]
Foto de juventud de Julián Besteiro (1870-1940), catedrático y político, presidente del PSOE, representante de la linea moderada del socialismo español, frente a Largo Caballero y Prieto [Tomada de Wikipedia, La enciclopedia libre].

Continua la retahíla de lindezas: “obsesión grotesca del dictador” –se refiere a Franco-. Un apunte, resulta curioso que los que califican a Franco de dictador, que sin duda lo era, son los mismos que al nombrar a Fidel Castro le denominan “dirigente cubano”. Es sólo una observación que les invito a comprobar. Y continua:  “[...] sólo por el trato otorgado a los exiliados no podemos sentir más que desprecio por las clases e individuos que hicieron posible la pervivencia del franquismo”, “[...] me inunda el corazón el sufrimiento generado por la chusma fascista llenos de odio...”, “Incluso se negaron a hacer algo tan sencillo y entrañable como recibir a los ancianos y honorables miembros de las Brigadas Internacionales”, “¡Pero si son responsables del periodo más execrable de la historia de España!”, “La República hubiera liquidado el asunto de la guerra civil en apenas unos meses”, “En cambio, el odio de las derechas ha llegado intacto hasta nosotros. Volverían a hacerlo Cara al Sol con la camisa nueva” –página 38-.

Fantástico, apoteósico, inconmensurable... Respondiendo y matizando cada afirmación se podría escribir un libro, pero no seré yo quien lo haga. Y continua: “Nunca vamos a ocultar nuestro mayor desprecio por todo aquel que añore la larga noche de franquismo. Estos indeseables fueron lo que, extinguieron toda esperanza de dignidad en este país, dieron su beneplácito a la oscuridad y al vacío moral de la dictadura”, “Somos un pueblo que deja mucho que desear, y de modo invariable, los gobernantes de este país –se refiere a España- han sido nuestro peores enemigos siglo tras siglo” –interesante reflexión, que comparto con el ponente-. “[...] especialmente la derecha cafre” –página 39-. “En cualquier caso, lo que el régimen fascista represor llamaba enemigo interior, no era más que el pueblo, sólo el pueblo y lo mejor del pueblo, pues el resto eran sólo cómplices o verdugos, y sus hijos y nietos son los que ahora nos niegan el derecho a desenterrar nuestros muertos”. Una pregunta, ¿quiénes les niegan a desenterrar a sus muertos?. Y Sigue: “[...] al concluir la guerra de España EE.UU ofreció a Franco una ayuda económica que el sátrapa rechazó al negarse a aceptar las condiciones políticas que llevaba aparejadas” –página 40-. “[...] sólo al dictador debe hacerse responsable de nuestra exclusión de los planes de ayuda posbélicos; al dictador y a aquellas masas falangistas babeantes, fanáticas y cómplices, que llenaban la Plaza de Oriente aclamándole mientras el país se consumía abrumado por las penalidades” –páginas 40 y 41-. “Recuerden bien los que la vivieron cómo el término libertad era particularmente despreciado y ridiculizado en la larga noche del franquismo” –página 43-. Esto me recuerda la famosa frase de Lenin: La libertad, ¿para qué? –de ahí que todas las dictaduras se parezcan, aunque unas más que otras-.

Nueva frase para la posteridad:
  • <Para reconocerlos –se refiere al núcleo sociológico de la derecha- basta con conectarse a las radios y medios de difusión de la derecha cerril, jauría de perros rabiosos que, en resumidas cuentas, no pueden perdonar haber ganado la guerra en las tapias de los cementerios y recibir en las urnas, años después, el revés de la España democrática, teniendo que disfrazarse con carátula constitucional en lugar de exhibir, cara al sol, su instinto criminal de dominación> [9]

Otra soberbia frase, paradigmático epitafio para colocar en un monumento sobre la reconciliación. Y sigue: “Básicamente, esa es la peligrosa semilla que la chusma fascista vencedora de la guerra civil intentó borrar de la Historia de este país, llevando a cabo una verdadera limpieza ideológica en forma de extermino humando selectivo, y no cabe suponer lo que habría hecho la República si hubiera ganado la guerra...” –página 44-. ¿Qué cabe suponer habría hecho el Gobierno “republicano” o frentepopulista de Negrín y los comunistas de haber ganado la guerra? No lo dice, aunque podemos suponerlo. Para ello podemos recurrir a la hemeroteca y consultar un artículo escrito por Indalecio Prieto en El Liberal, el 14 de julio de 1936, esto es, al día siguiente del asesinato de Calvo Sotelo, donde dice: "Será -refiriéndose a que el asesinato iba a significar la guerra-, una batalla a muerte, porque cada uno de los bandos sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel" -palabras proféticas, que se cumplieron a rajatabla-.[10] ¿Qué creen ustedes que habría sucedido en España de haber ganado la guerra los que la perdieron? Obviamente, nunca lo sabremos, pero a tenor de lo dicho creo que hubiera ocurrido lo mismo, o algo peor. Basta dar un repaso a lo acontecido en los países que quedaron bajo la órbita soviética tras la II Guerra Mundial. Cuatro días después del artículo de Prieto se produjo el golpe militar derechista, cuyo fracaso supuso el comienzo de la Guerra Civil. 

En otro punto equipara la “entidad intelectual” de tres políticos de la República –Largo Caballero, Julián Besteiro y Gil Robles-: dos socialistas de distinta tendencia y otro “posibilista”, católico y conservador. Alude después a José Antonio Primo de Rivera, “cuya fantasmagoría simplista no era más que una boutade para idiotas y asesinos sedientos de venganza de clase, en el extremo opuesto a los energúmenos de la FAI –se refiere a la Federación Anarquista Ibérica-, igualmente utópicos, desalmados y cobardes” –página 44 y 45-. “Al final, sólo pagaron los rojos, sin distinción; los otros, por el contrario, fueron premiados con los laureles, sinecuras y miserias de un régimen inicuo y deleznable, cuyos acólitos, por cierto, aún siguen coleando, como ha quedado de manifiesto en el acoso al juez Baltasar Garzón” –página 45-. “Hace relativamente poco, pudimos ver a un lobezno de las juventudes del PP –se refiere al Partido Popular- burlándose de los muertos de las cunetas y de sus familiares en un acto público, y no digamos las hienas de las tertulias mediáticas para nostálgicos del franquismo” –página 46-.

El uso de la expresión "fascista" como insulto continuado y los calificativos aplicados a los anarquistas de la FAI -utópicos, desalmados y cobardes- nos lleva a pensar que el autor del libelo es socialista histórico o comunista de viejo cuño, quiero decir de los que mantienen el espíritu de la guerra, pues los marxistas y los libertarios ya eran enemigos acérrimos desde los tiempos de Marx, Engels, Bakunin y Pí y Margall, esto es, de la I Internacional -me refiero a la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), fundada en Londres en 1864-. En la misma página aparece otra frase para la eternidad, de concentrada animadversión anticlerical:
  • <Es que lo llevan en la sangre, y no lo ocultan; unos, sentados en los escaños del Congreso, otros, vociferando entre la enloquecida jauría de la prensa y la televisión fascistas, casi todos, disfrazados de corderitos cristianos de misa semanal, y siempre dispuestos a justificar su alzamiento. Si su Dios de venganza les ama, ya pueden guardarse la parte de amor que a nosotros nos corresponde; nos basta con un poco de justicia, no le pedimos más, aunque hay que decir que, hasta la fecha, ha preferido dejar la justicia en manos de sus peores hijos. No cabe duda: ese Dios de pacotilla que pregonan las derechas, y sólo protege a los suyos>[11]

Se hacen aquí afirmaciones ofensivas y juicios de valor carentes de toda lógica. Dios, el Dios de los cristianos al que se refiere el texto, no es un Dios de venganza, sino de amor: podrá rechazarse su amor, pero Él ama a todos y a todos alcanza su justicia: no hay que confundir la justicia de Dios con la de los hombres, pues ésta nos la damos nosotros mismos a través de nuestro sistema jurídico, con sus fiscales, jueces y magistrados. La justicia de Dios es distinta, obligadamente tiene que ser de otra forma; de lo contrario no habría diferencia entre el Creador y lo creado. Sólo hay un Dios, con independencia de quien lo pretenda acaparar. En todo caso, los que creyentes entendemos que no es de pacotilla, pero esto es materia de fe y a nada obliga ésta si no se comparte. En el reverso de la misma piedra podría colocarse la continuación del párrafo, que dice:
  • <Eso sí, en Lourdes, la Sagrada Providencia se ha tomado la molestia de curar hasta la fecha a unos sesenta y tantos tullidos. Para eso, mejor hubiera sido dedicarse a otros menesteres, como impedir la masacre del holocausto, el terremoto de Haití, o realidades aberrantes como la prostitución infantil y la trata de blancas. Cualquier humilde médico rural es muchísimo más milagroso que el ejército de los santos.>[12]

Manifestaciones del estilo -siempre manipuladoras y demagógicas- brotan en las siguientes páginas del panfleto, pero no podemos reproducirlas todas, queden pues en el original para los más interesados.  Baste decir al respecto, sin embargo, que todas las civilizaciones, culturas y religiones han tratado de explicar la existencia del mal en el mundo, porque sin duda el mal existe, de la misma forma que existe el bien y el amor, esto es Dios. La coexistencia de Dios y el mal no resulta fácil de explicar, Gottfried W. Leibniz (1646-1716) trató de hacerlo en su Ensayo de teodicea (1710), diciendo de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal.[13] Pero la Teodicea, esto es, “la justificación de Dios”, resulta ser una rama de la Teología natural, y como tal no puede ofrecernos una explicación definitiva ni absolutamente satisfactoria al estilo de las ciencias experimentales, donde, por otra parte, nada es tampoco definitivo. No obstante, merece la pena reseñar la conclusión final del escrito de marras, que dice:
  • <Si alguien dedujera de mis palabras que formo parte del ejército de nostálgicos que no ha superado las secuelas de la Guerra Civil, está en lo cierto. Los que poseemos el sentido de la justicia no superaremos jamás las secuelas emocionales de exterminios tales como la hecatombe nazi, la masacre de Uganda o la barbarie injustificable del fascismo español. Los cómplices y herederos de la dictadura, que poseen atrofiado el sentido de la justicia, prefieren echar tierra encima de la Historia, en gran medida para ocultar su mala conciencia./ Y no, nunca vamos a perdonar el trato inhumano dado a los nuestros>[14]
 Y a todos los inocentes de uno y otro bando que sufrieron injustamente la violencia y la inmoralidad de sus verdugos y matadores. Respecto a lo de "cómplices de la dictadura", cabe decir que esta expresión no es más que una majadería, como tantas otras que se vierten en el texto. Vale tanto como decir "cómplices de la democracia"  que disfrutamos, cuando vemos las prevaricaciones, corruptelas y latrocinios que se producen entre algunos jueces, políticos, sindicalistas y sus conmilitones y beneficiarios. En este sentido, ¿somos también nosotros cómplices de todos los abusos que suceden en nuestra democracia? Pues quizá de alguna forma sí, porque votamos a los que lo consienten...


Contraporta del libro La Posguerra en Landete y Moya (Cuenca, 2012), de Régulo Algarra Hernández.

Antes de terminar, quiero exponer unas palabras del jesuita Fernando García de Cortazar (Bilbao, 1942),
[15] catedrático de Historia  Contemporánea de la Universidad de Deusto con las que me siento plenamente identificado y que suscribo, por si mis anteriores comentarios y manifestaciones no hubieran sido lo suficientemente contundentes:
  • <Es un lugar común en el discurso de muchos políticos españoles que la guerra civil fue una lucha entre “fascistas” y “demócratas”. La manipulación de la historia se repite y se olvida interesadamente que el odio podrido reventó tanto en Badajoz como en Madrid –léase Paracuellos del Jarama-; que la lucha incivil no era una lucha sola, sino muchas luchas enconadas en el corazón de España; que en la ruina de la República no sólo contribuyó la “agresión fascista” sino la ceguera sectaria y la incompetencia de una gran parte de la izquierda; que en el bando republicano no todos eran, ni muchos menos, demócratas ni defensores de la libertad.../ La guerra civil es ya historia universal, y no puede ser interpretada con reproches ni en términos de culpabilidad o condena anacrónica de quienes aún no habían nacido, sino tan solo, y ya es bastante, con un impulso insobornable de saber de verdad qué ocurrió y averiguar por qué. No para que los vivos seamos ventrílocuos de los muertos, sino para deshacer las mitologías del pasado en las que suelen basarse algunas ideologías, para ser capaces de hablar con voces no condenadas al eco perpetuo de la estupidez o del ajuste de cuentas con el presente...>[16]

Perdón por una cita tan extensa, pero me ha parecido necesaria y concluyente...
  

Palabras finales.
Personalmente, me repugna cualquier situación o estado de injusticia o violencia social y política, individual o colectiva, incluyendo el Holocausto nazi, la masacre de Uganda, el incalificable GULAG –campos de trabajo forzados de la Unión Soviética-,[17] las vergonzantes purgas masivas del estalinismo y del comunismo en general. Pues el marxismo y el fascismo, basados en el sentimiento de clase o en la raza, constituyen las peores lacras ideológicas del siglo pasado y probablemente de todos los tiempos, hasta el punto de ser primos carnales vestidos de distintos colores. Al decir del economista, historiador y filósofo austriaco -Ludwig von Mises (1881-1973)-[18]: Es la idea –esto es, la ideología marxista- la que ha creado el concepto de clase y no la clase quien ha creado la idea. Asimismo, el también austriaco, filósofo, sociólogo y teórico de la ciencia -Karl Popper (1902-1994)-[19] estima que el concepto “lucha de clases” posee una mera función interpretativa de la historia, pero que no puede utilizarse como teoría para predecir el desarrollo futuro de los acontecimientos: una cosa es interpretar los hechos desde el punto de vista que nos interesa y otra las teorías científicas que nos permiten descubrir leyes naturales que determinan el funcionamiento del desarrollo social o humano.[20] 

Y otro tanto podría decirse del nazismo respecto de la raza... No debe olvidarse que el PCE y el PSOE, hasta Santiago Carrillo y Felipe González respectivamente eran marxista-leninistas.  Hoy sólo resultan aceptables sistemas basados en el respeto a la vida, a la libertad y a la propiedad -derechos inalienables inherentes a la integridad de la persona, ya definidos en el siglo XIV por el Papa Clemente VI (1342-1352)-. Respecto a “la barbarie injustificable del fascismo español” cabría mucho que decir y matizar, pues el franquismo o dictadura de Franco (1939-75), tuvo una andadura de tres décadas y media, ciertamente con sus luces y sombras, pero tiene muy poco que ver en sus consecuencias con el nazismo alemán o el estalinismo soviético. No seré yo, pues, quien defienda o añore la opresión y la iniquidad de cualquier régimen dictatorial -totalitario o autoritario-, ni tampoco echaré nunca tierra sobre la Historia de ignominia que en distintos períodos se ha abatido sobre la humanidad: porque estimo la vida y la dignidad del ser humano, y valoro el conocimiento que puede extraerse del pasado, además de no tener mala conciencia. 

Por lo demás, aunque no soy defensor ni cómplice de la dictadura, soy tan legatario de ella como el resto de los españoles. Y me pregunto, ¿qué propone el autor del libelo que se haga con estos individuos que alegremente califica de “derecha vergonzante”, “ralea fascista”, “lobeznos del PP”, “alcaldes de La Victoria”, “esbirros del régimen”, “los que hicieron posible la pervivencia del franquismo” y todos los “nostálgicos de la larga noche de franquismo” en general...? Los depuramos, los confinamos en un campo de reeducación -del estilo de los jemeres rojos de Pol Pot en Camboya o Mao Tse-tung en China tras la revolución cultural- o los enviamos directamente al GULAG? Sería interesante conocer la propuesta del ponente al respecto. Aprovecho el punto para decir que estoy conforme en que debemos estar dispuestos a luchar contra el fascismo en todas sus manifestaciones, pero que los únicos verdaderos fascistas que se muestran hoy en España son los etarras y los que les jalean que, en base a no sé qué reivindicaciones nacionalistas e independentistas, han matado a docenas de personas inocentes e indefensas en los últimos cuarenta años. ¡Ellos son los fascistas! Este mes de junio se cumplen 25 años de la masacre de "Hipercor" en Barcelona.[21] Por eso quiero homenajear desde aquí al señor José Valero Sánchez, que murió en aquel horrible atentado y a todos los que fallecieron con él. José dejó una joven viuda, la señora Amparo Pinazo Gómez -hija de Francisco y Amparo- de Torrebaja (Valencia), con la que tantas veces había jugado yo de niño en el pueblo. ¡¡¡Por Dios, que no se nos olvide!!! El amigo de referencia –me refiero al que me regaló el librito que estamos comentando- me recomendó lo tirara si no me gustaba. No me ha gustado, pero tampoco lo voy a tirar: me lo guardaré como muestra de lo que no debe escribirse, porque aunque cuenta hechos verídicos injuria a las personas y desnaturaliza el sentido de la Historia.
            
Parafraseando al embajador veneciano en la corte de Madrid -Sebastiano Foscarini (1682-86)-, me digo para terminar que, aunque los españoles tenemos ingenio, capacidad y medios suficientes para restaurar la hermandad entre las gentes y pueblos que conformamos este gran país llamado España, difícilmente lograremos hacerlo; y aunque enteramente capaces de salvar nuestro Estado y nuestra cultura, es muy probable que no lo logremos –porque nos falta voluntad de hacerlo-. Prueba de ello es que después de setenta años de la guerra el espíritu cainita y el odio de entonces todavía no se ha apaciguado, porque hay intereses ocultos en que la herida no se cierre y el aborrecimiento, esto es, la animadversión y el rencor se sigan transmitiendo de abuelos a padres e hijos a través de los “genes” de las ideas. Deberíamos preguntarnos con el clásico: Cui prodest, cui bono... ¿A quién beneficia esta permanente reivindicación victimista de la Guerra Civil? La pregunta debe responderla cada uno...

            En suma: las características del escrito de referencia lo convierten en un simple panfleto -subjetivo, perturbador y maniqueo- que perjudica el conocimiento del periodo histórico entre los más jóvenes, a la par que abre la brecha del odio, la incomprensión y la intolerancia. Es más, la repetición de una idea ad nauseam no la convierte en verdadera... Pensaba yo que con la transición política del franquismo a la democracia habíamos superado aquel tiempo, pero veo que no ha sido así, toda vez que hay gente que como el autor del folleto pretenden juzgar la Historia, desenterrar y evaluar a los muertos, negándose al perdón, creyendo que los culpables de las desgracias de nuestro país –me refiero a España- se debieron en exclusiva a los que él llama “fascistas”, ingenua reducción que no hace más que ocultar la verdad de unos hechos muy complejos, aunque ya desvelados en su mayor parte. Porque durante la guerra hubo “fascistas” de muchos colores, no sólo falangistas y en el bando nacional. Decía que no seré yo quien se burle o minimice el sufrimiento personal, familiar y colectivo que produjo la Guerra Civil (1936-39), pero la guerra fue el resultado inmediato del fracaso de la II República, de unos gobernantes que no pudieron, no quisieron o no supieron evitar aquella hecatombe. Como se ha dicho, la causa del colapso de la República no estuvo en los problemas ni en su magnitud, sino en la forma de afrontarlos.[22] Y como bien reconoce el socialista Besteiro, la responsabilidad de la izquierda en el desencadenamiento de la contienda tampoco puede negarse, pues la deriva revolucionaria o bolchevique de una parte del Frente Popular en aquella primavera trágica del 36 fue decisiva en este trance.

Por supuesto que entre los vencedores de la guerra hubo muchos homicidas que debieron ser castigados y no lo fueron, de la misma forma que hubo justos que pagaron por pecadores, y asesinos que quedaron libres, pudieron pasar al maquis o se expatriaron bajo el hábito de "luchadores por la democracia y la libertad" -claro, de la democracia y la libertad que ofrecía la dictadura del proletariado-: pero también es cierto que entre los represaliados hubo muchos asesinos inicuos, que justamente pagaron con su vida. Verdaderamente, la guerra hace aflorar lo mejor y lo peor de las personas, porque la guerra es un tiempo inmisericorde donde la bondad y la maldad andan revueltas. De todo hubo, ello no puede negarse... Sin embargo, es hora de pasar página, para lo que llanamente invito al ponente a la reconciliación y al perdón –que no al olvido, ni al abandono-, pues sin perdón sólo nos quedan dos caminos: el odio y la indiferencia, sentimientos ambos venenosos y destructores para el que los profesa. Vale.




Nota: Las citas de Wikipedia, La enciclopedia libre, son meramente informativas, no bibliográficas.


[1] SÁNCHEZ GARZÓN (2009), p. 144 y SÁNCHEZ GARZÓN (2011), pp. 70-71.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), pp. 41-60, SÁNCHEZ GARZÓN (2009), pp. 41-48 y SÁNCHEZ GARZÓN (2011), pp. 83-90. ID. Don Blas Mañes Palomar en el I Simposio “La Cruz de los Tres Reinos” (Ademuz), en Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[5] SÁNCHEZ GARZÓN (2009), pp. 145-147 y SÁNCHEZ GARZÓN (2011), pp. 105-124.
[6] ALGARRA HERNÁNDEZ (2012), p. 37.
[7] Ibídem.
[8] Julián Besteiro. (2012, 20 de febrero). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 19:37, junio 5, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Juli%C3%A1n_Besteiro&oldid=53975379.
[9] ALGARRA HERNÁNDEZ (2012), p. 44.
[10] PAYNE, Stanley G. El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1936-39), La Esfera de los Libros, Madrid, 2005, pp. 491-492..
[11] ALGARRA HERNÁNDEZ (2012), p. 46.
[12] Ibídem.
[13] Teodicea. (2012, 25 de febrero). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 08:57, junio 7, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Teodicea&oldid=54120760.
[14] ALGARRA HERNÁNDEZ (2012), p. 51.
[15] Fernando García de Cortázar. (2012, 6 de mayo). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 08:39, junio 11, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Fernando_Garc%C3%ADa_de_Cort%C3%A1zar&oldid=55963074.
[16] GARCÍA DE CORTÁZAR, Fernando. Los mitos de la Historia de España, Planeta Historia y Sociedad, Madrid, 2004, Quinta edición, p. 314.
[17] Gulag. (2012, 17 de mayo). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 10:00, junio 6, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Gulag&oldid=56268711.
[18] Ludwig von Mises. (2012, 1 de junio). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 08:14, junio 12, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Ludwig_von_Mises&oldid=56658131.
[19] Karl Popper. (2012, 4 de junio). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 08:59, junio 12, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Karl_Popper&oldid=56741251.
[20] Lucha de clases. (2012, 4 de junio). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 08:17, junio 12, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Lucha_de_clases&oldid=56736748.
[21]  Atentado de Hipercor. (2012, 1 de mayo). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 14:20, junio 19, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Atentado_de_Hipercor&oldid=55803867.
[22] PAYNE (2005), pp. 507-547.

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