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miércoles, 26 de septiembre de 2012

EL CAMINO DE LA "VERA CRUZ": DE ADEMUZ A LANDETE [y II].

 Descripción del camino peregrino, 
en su primer tramo conquense.






          
La entrada principal al recinto se halla cerrada por una gran verja de madera, pero nosotros entramos por una puerta aneja, dispuesta para los peatones. Junto a la entrada hay un cartel con un plano, dos retratos a plumilla –correspondientes a los primeros marqueses de Moya- y un texto ilustrativo, que dice:
  • La villa de Moya fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1982, se asienta en un cerro con una extensión aproximada de 140.000 m2, cuya visibilidad le confiere una posición estratégica privilegiada. Los primeros vestigios de ocupación datan de la edad de bronce y en la edad del hierro debió ser un importante castro ibérico según se deduce de los hallazgos cerámicos. En 1176 se cita que los moros de Moya junto a los de Cuenca y Alarcón entraron por las tierras de Uclés, que ya era de la Orden de Santiago. Sin embargo, las pruebas arqueológicas de un hisn –poblado fortificado- o medina árabe –ciudad- en Moya son de momento muy parcas./ Hasta 1183 no hay un intento decidido de repoblar estas tierras, concediéndose (a) uno de los arcedianatos de Cuenca por parte del obispo Janes. En 1210, el Rey Alfonso VIII concede fuero a la villa, provocando la ruptura de la tregua con los almohades. La contienda subsiguiente se saldará favorablemente al bando cristiano en la batalla de las Navas de Tolosa (1212)./ En las cortes de Valladolid de 1351 se menciona a Moya como “Puerto Seco”, es decir el lugar de frontera donde pecharán todas las mercancías provenientes de los Reinos de Aragón y Valencia, lo cual explica la riqueza e importancia que esta villa adquiere en la baja edad media. Por ello, fue codiciada por Don Juan Pacheco –el Marqués de Villena-, que la puso sitio en 1451 con poca fortuna. [La villa] Fue confirmada en 1475 a D. Andrés De Cabrera, esposo de Doña Beatriz de Bobadilla camarera de Isabel la Católica. Cinco años después la villa y sus tierras ascendieron al rango de marquesado./ A fines del S. XVI, el paisaje urbano medieval se transforma en la característica ciudad convento española al construirse el edificio de las Concepcionistas y reformarse la práctica totalidad de sus iglesias. [El lugar] Se abandona definitivamente en los años 50 del S. XX.

 
Resulta comprensible que no se hayan encontrado en las ruinas de Moya restos de baluartes árabes, pues los moros nunca tuvieron ninguna fortificación en Moya. El error parte de la conocida crónica del fraile calatravo Francisco de Rades y Andrada (+1599). Escribe el historiador en su crónica:
  • Este mismo año los Moros que poseían la cibdad de Cuenca con las villas de Alarcón y Moya entraron por tierra de Uclés en 1173 que era de la Orden de Santiago y la robaron y talaron aunque no pudieron ganar el castillo de Uclés ni el de Alharilla que eran los mas principales de aquella tierra porque los Cavalleros de la Orden les resistieron varonilmente.[1]

Pero mal pudieron colaborar los moros de Moya con los de Cuenca y Alarcón en la acometida contra Uclés y Alharillas, porque a la fecha –1173- Moya era un cerro pelado. De facto, las ruinas moyanas más antiguas que conocemos proceden de edificios construidos entre los siglos XIII y XV.[2]
 
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Vista de la iglesia de Santa María la Mayor de Moya (Cuenca),
con detalle del pórtico y espadaña, desde la plaza del Mayor (2012).

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Acceso a las ruinas de Moya (Cuenca), 2012.

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Torres y murallones en el acceso a las ruinas de la antigua villa fortificada de Moya (Cuenca), 2012.

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Plano de Moya (Cuenca), con detalle de la ubicación de cada elemento del conjunto,
según aparece en un panel a la entrada de las ruinas (2012).

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Detalle del antiguo empedrado en una calle de Moya (Cuenca), 2012.

            
La descripción del lugar de las ruinas se escapa a las posibilidades de este artículo... Aunque someramente, diré sin embargo que se trata de un espacio singular, de cuya magia se apercibe uno en cuanto atraviesa las desdentadas murallas que lo circundan. Iglesias arruinadas, conventos demolidos, muros desmochados, estrechas callejas con restos de su empedrado original... Junto a las ruinas principales hay paneles explicativos que ilustran al visitante acerca de su significado, con una breve reseña histórica, basada en textos, dibujos y esquemas coloreados. El recinto es oblongo, orientado de norte a sur: la parte septentrional se halla ocupada por las ruinas de distintos edificios, viviendas, templos y claustros –iglesia de san Juan, de san Bartolomé, de san Miguel, convento de Concepcionistas, Hospital de la Madre de Dios, de Cautivos, Casa de las Rejas, y otros edificios, estos restaurados, como la Casa Ayuntamiento o antiguo Pósito –que luce una estupenda balconada en madera- y la magnífica iglesia de Santa María la Mayor –con su pórtico y espadaña a los pies, aquel al lado del evangelio y ésta en el de la epístola-; ambos edificios miran a la plaza Mayor. En el lado norte de la Plaza Mayor yacen las ruinas de una gran iglesia -la Santísima Trinidad (siglos XIII, XVI y XVII)- cuya importancia y tamaño se pueden inferir de la impresionante espadaña que luce todavía: en dicha iglesia tenían su sede dos cofradías, la del Santísimo Sacramento y de la Vera Cruz (Sáez Fernández, 2011).

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Acceso al castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
con detalle de la Torre del Homenaje al fondo (2012).
            

La parte meridional del cerro se halla ocupada por el castillo-fortaleza de los mencionados primeros marqueses de Moya –don Andrés Cabrera (1430-1511) y doña Beatriz de Bobadilla (1440-1511)-, recinto amurallado del que todavía restan diversas estructuras almenadas y el soberbio torreón del Homenaje. Un panel explicativo del conjunto fortificado, dice:

  • Edificio símbolo por excelencia de la Edad Media, el castillo es medio de dominio con que la nobleza feudal se asegura la posesión de una villa. En caso de disturbios o revueltas, la guarnición se encastillaba a la espera de refuerzos. En realidad este edificio no asegura la posesión de la villa, sino (que) protege a los que aseguran esa propiedad./ Su origen seguramente debemos remontarlo a 1215 cuando Enrique –se refiere a Enrique I de Castilla (1214-17)- le entregó diversas propiedades y el mismo Alcázar de Moya a la Orden de Santiago. Sus caballeros construyeron un primer castillo en el extremo (meridional) del recinto con el fin de crear la albacara (para la protección y resguardo de personas y ganados) aprovechando parte de la muralla del S. XII. La función de esta se comprende como lugar protegido en el que acantonar hueste antes de una expedición. El último cuarto del S. XV marcó la gran transformación cuando el primer Marqués de Moya, D. Andrés Cabrera promovió la construcción de la Torre del Homenaje y las barreras (falsasbragas) artilleras. El carácter simbólico de la primera se manifiesta en la celebración del acto del homenaje, donde el alcalde de la fortaleza –nunca el vasallo del pueblo llano- rendía pleitesía al señor de la misma. Estratégicamente era también una unidad independiente de los recintos exteriores para aislarse en caso de crisis. A este respecto, al cuerpo superior de esta torre se accedía mediante un puente levadizo de contrapeso. Por dentro se conservan unos lujosos espacios dotados de cortejadores y chimeneas. Originalmente tenía por lo menos una altura más que fue desmontada en época carlista.

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Ruinas del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
con detalle de la entrada y Torre del Homenaje en su fachada septentrional (2012).


            
Poco más abajo, refiriéndose a las "Barreras de Artillería", otro panel dice:
  • Las barreras o falsasbragas que comienzan a proliferar en la segunda mitad del S. XV, son la consecuencia directa de adaptar la tradicional poliorcética medieval –se refiere a la estrategia militar para atacar o defender ciudades fortificadas o castillos- a los nuevos medios artilleros de expugnación. Al ser complicado izar piezas de fuego a las altas torres y recintos de los castillos, se optó por la construcción de esos antemurales perimetrales donde se alojarían las cámaras de tiro, y a los que se les protegería de un foso seco normalmente excavado en la roca natural./ El castillo de Moya dispone de dos barreras, una cubierta mirando al interior de la albacara y la que aloja la entrada principal. Más que para protegerse de amenazas exteriores, estas barreras se concibieron como respuesta a la violencia antiseñorial que proliferó en esta época. Una revuelta armada por parte de la población de la villa podía de un plumazo privar a los marqueses de su más preciada posesión, por lo que se concibió que esta pudiera ser reducida por la artillería del castillo que les mantendría a raya, mientras se tomaban medidas para restablecer el orden./ La entrada a la barrera se protegía por matacanes y un puente levadizo, las torres se adornaban con arquillos ciegos, y aparte de las troneras son destacables la existencia de espingardas para arma de fuego portátil. En la barrera que mira la albacara se aprecian sistemas de tiro que denotan la influencia del sistema poliorcético que por entonces se estaba construyendo en el castillo real de Medina del Campo (Valladolid).

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Vista del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
con detalle del acceso y Torre del Homenaje
-la población de Manzaneruela (Landete) se observa al fondo izquierda- (2012).

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Muro de un torreón, detalle de aspillera o tronera "de palo y orbe"
en el castillo-fortaleza de Moya (Cuenca), 2012.

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Detalle de la Torre del Homenaje del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
 desde la Albacara -siglo XIII- de la Orden de Santiago (2012).

            
A la vista de tanta Historia como reúne el lugar, uno no puede dejar de preguntarse por el sentido del devenir histórico... El gran historiador griego Polibio (200-180 a.JC), entiende la historia de una sociedad, cultura o civilización, como una sucesión de etapas, tal la infancia, juventud, madurez, senectud y muerte de un ser vivo, a lo que cabría añadir la sucesión de las distintas formas de gobierno o regímenes políticos: monarquía, tiranía, aristocracia, oligarquía, democracia y demagogia -lo que conocemos como anaciclosis-. De esta forma, la demagogia entraría en crisis, para dar lugar nuevamente a una monarquía y así comenzar otra vez el ciclo. Según esta concepción recurrente de la Historia –sin duda influida por el fatum o tijé, esto es, por la fuerza ineludible del destino-, toda sociedad y todo régimen político tienden a degenerarse... Frente a la concepción helenística se halla la interpretación de la Historia traída por el cristianismo que, conforme al saber bíblico, la concibe de forma lineal y continuada -aunque no necesariamente recta, pudiendo tener altibajos, detenciones y retrocesos-, en cuyo centro, sin embargo, dotando de sentido al proceso, se halla Cristo. Dicho de otra forma, para el cristiano la Historia ha tenido un comienzo y tendrá un fin, y el progreso o retroceso de la misma depende de la libre voluntad del hombre.[3] "No olvidemos –lo decía Sánchez Albornoz- que la historia es la hazaña de la libertad y la libertad, la hazaña de la historia...".


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Vista de Santo Domingo-Moya (Cuenca), desde las ruinas de la iglesia de San Bartolomé, en cuyo desmontaje -durante la Guerra Civil (1936-39)- fue obligado a trabajar don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), cura párroco de Henarejos natural de Fuentelespino, finalmente asesinado en el rento de Benarruel el 30 de agosto de 1936.

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Vista de Los Huertos de Moya y Landete
-con detalle del Pico de Ranera al fondo de la serranía de Cuenca-,
desde la Albacara del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca), 2012.

            
Además de la historia, lo más espectacular del cerro donde asientan las ruinas de Moya es su privilegiada posición –a 1.155 m de altitud-: hacia el norte, desde la puerta de la Calzadilla y Mirador de la Coracha, la vista se extiende hasta la sierra pinada de Santerón, a cuyos pies se hallan las poblaciones de Algarra y Garcimolina, y más próxima a nosotros, la aldea de Santo Domingo de Moya. Hacia el sur, desde el extremo meridional de la Albacara de la Orden de Santiago -del siglo XIII-, la vista alcanza hasta el pico de Ranera y sus estribaciones, con las vegas de Landete y Los Huertos a nuestros pies. Hacia el este, desde la puerta de San Diego e iglesia de San Bartolomé, se distingue la aldea de Pedro Izquierdo y las tierras gredosas sobre las que asienta, y la de El Arrabal, ésta en la misma ladera del cerro moyano, extendiéndose en la lejanía hasta Javalambre y sus ramificaciones, que cierran por esta parte el horizonte. Hacia el poniente, desde la puerta de los Ojos, la vista permite observar los campos de cultivo de rojizas tierras arcillosas, con sembraduras y almendrales, hasta perderse en la línea azulada de los montes más lejanos.

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Vista de Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca),
desde las murallas del castillo-fortaleza de Moya (2012).

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Vista de los campos de cultivo existentes en la vega de Moya (Cuenca),
desde la vertiente occidental del cerro, con la serranía conquense al fondo (2012).

            
La hora de comer nos cogió en el castillo y allí mismo comimos lo que llevábamos, un bocadillo y fruta como postre, para sestear después a los pies del torreón del Homenaje. Dejamos las ruinas de Moya con cierta nostalgia, debiendo continuar nuestro Camino... El camino peregrino continúa por debajo del cerro, poco antes de entrar en Los Huertos de Moya, por una vía de tierra que sale a la mano izquierda de la carretera: el poste tiene una señal aflechada indicando en sureste. Poco más adelante hay que salvar un fuerte desnivel para subir a la planicie, que continúa hacia los llanos de Landete por entre campos de cultivo, rastrojos, tierras yermas y almendrales, hasta salir a la carretera de Teruel; esto es a la altura de la piscina municipal, por encima del Cuartel de la Guardia Civil.


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Poste señalizado del Camino de la Vera Cruz,
indicando el camino de Landete, por debajo de Moya (Cuenca), 2012.

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Receso en el patio de un restaurante de Los Huertos-Moya (Cuenca).


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Ladrillo cerámico indicando un punto de sellado de la Credencial del Peregrino 
en Los Huertos-Moya (Cuenca), 2012.

            
Existe una vía alternativa, yendo directamente por la carreterita que venimos siguiendo, hasta llegar a Los Huertos: ésta fue la que nosotros seguimos, para tomar una infusión del tiempo en el "Restaurante Moya", donde la casa rural Señorío de Moya, que posee un espléndido patio sombreado ciertamente agradable. Mitigado el calor continuamos la marcha, yendo directamente a Landete por la carretera comarcal. En Landete hay buenos lugares donde comer y pernoctar: conviene dejarse llevar de la intuición y perderse por sus callejas, de sabor rural y urbano a la vez, aunque sin dejar de visitar la iglesia parroquial –Nuestra Señora de la Asunción- y la plaza del Ayuntamiento, donde la Casa Consistorial, entre otros lugares de interés. La localidad se halla a 989 metros de altitud y censa 1.381 habitantes, lo que la sitúa entre las más importantes de la zona. Y si el peregrino dispone de tiempo, no debería dejar de visitar la ermita de la patrona -Virgen de la Fuen María- un lugar con encanto muy estimado por los landeteros, aunque ésta queda fuera de la población, yendo por la carretera de Fuentelespino de Moya...


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Calle a la entrada de Landete (Cuenca) -procedente de Los Huertos-Moya (Cuenca)-,
con detalle de la torre-campanario de la parroquial al fondo (2012).

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Fachada principal y pórtico de la iglesia parroquial
Nuestra Señora de la Asunción de Landete (Moya), 2012.

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Detalle de un antiguo cartel anunciador -basado en ladrillos cerámicos-,
en la fachada de una casa de Landete (Cuenca), 2012.

            
Palabras finales.
            
El Camino de la Vera Cruz de Ademuz (Valencia) a Landete (Cuenca), sale de la villa ademuceña por el cerro de Horca, en busca del Pinar Llano, una altiplanicie con cultivos de almendro, eriales, páramos y rastrojares. Lo más notable del trayecto es el espectáculo de los horizontes que pueden admirarse en los cuatro puntos cardinales, además del silencio y la soledad que reina en estos elevados parajes.
            
El Camino continúa hasta encontrarse con la carreterita de Negrón, aldea de Vallanca, lo que sucede a la altura de las ruinas del rento de Benarruel, un lugar en despoblado que tiene su historia en relación con la Guerra Civil (1936-39), y que en el pasado formó parte del poblamiento disperso de estos términos.
            
Desde este punto, la Vía sigue en dirección a Pedro Izquierdo, aldea de Moya, cuyo caserío asienta en las cotas bajas de un cerrito alomando y pedregoso, cuya cima corona la Ermita de San Cristóbal: desde el lugar del ermitorio puede admirarse otro magnífico espectáculo, con el caserío aldeano a los pies, el de Santo Domingo poco más adelante y el cerro de Moya con sus ruinas a la izquierda, hasta perderse en el poniente más lejano.
            
De Santo Domingo a Moya hay un tiro largo de fusil, pero conviene ir despacio, disfrutando del panorama del cerro y de la silueta recortada de sus ruinas. Para subir a Moya caminando conviene hacerlo por El Arrabal, accediendo al tercer recinto por la Puerta de la Villa y entrando en la antigua población por la Puerta de San Diego, ésta en el segundo recinto, frente a la devastada iglesia de San Bartolomé-; pero si vamos en bicicleta es mejor subir por la rampa de la ladera, hasta la Puerta de Carros y  entrar en el segundo recinto por la Puerta de San Juan, o continuar hasta la  de San Diego, para ir directamente a la plaza Mayor –donde se halla la casa del Ayuntamiento o antiguo Pósito y la iglesia de Santa María la Mayor-, y comenzar desde este punto la visita. Lo cierto, sin embargo, es que cada cual puede hacerlo desde donde le plazca. Quien guste de la Historia podrá leer los paneles informativos, allí se instruye acerca del origen de estas ruinas y de su importancia y significación en el pasado medieval y moderno; aunque, quien no disfrute con las piedras viejas, siempre podrá hacerlo con el paisaje...

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Indicadores de dirección -Teruel y Valencia- sitos en la carretera nacional 330, a la salida de Landete (Cuenca), 2012.
          
En suma: el trayecto de la Vera Cruz desde Ademuz hasta Landete reúne condiciones de las que podrá disfrutar en abundancia el peregrino o excursionista –bien sea caminante o ciclista-: pues aquí se dan cumplida cita un agreste y abierto paisaje, y una densa historia, pudiendo disponer también de muchas ocasiones para recapacitar y meditar en silencio y soledad. Vale.






[1] RADES DE ANDRADA, Francisco. Chronica de las tres órdenes y cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara: en la qual se trata de su origen y successo, y notables hechos en armas de los maestres y caualleros de ellas: y de muchos senores de título y otros nobles que descienden de los maestres: y de muchos otros linajes de España (Toledo: J. de Ayala, 1572), p. 14.
[2] La nota de referencia y su cifrado me ha sido proporcionada por don Niceto Hinarejos Ruiz, ilustre paleógrafo, latinista y estudioso local, al que se cita en la Bibliografía Recomendada.
[3] SUÁREZ, Luis (2008). La construcción de la cristiandad europea, Biblioteca Homolegens, Madrid, p. 38.


Etapa Teruel-Landete: detalle de alturas (máxima: 1.174,87 mts, mínima: 717,28 m), distancia (83,72 km) y desnivel acumulado (1.174,27 mts) [Tomado de http://www.caminoveracruz.blogspot.com.es]



BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
* GÓMEZ, Eusebio y SÁEZ, Teodoro. Moya, su historia, sus hombres, sus tradiciones, Edita "Asociación Amigos de Moya (Cuenca)", Valencia, 2001.
* ID. Los septenarios. Moya por Santa María, Edita "Asociación Amigos de Moya (Cuenca)", Valencia, 2004.
* PITARQUE, Juan, HINAREJOS, Niceto y GÓMEZ, Eusebio [Coordinador: Teodoro SÁEZ]. Moya (Cuenca), tierras de frontera (1269-1375), Historia y Documentos (a la luz del Archivo de la Corona de Aragón), Edita "Asociación Amigo de Moya (Cuenca)", Valencia, 2007.
* SÁEZ FERNÁNDEZ, Teodoro. Guía práctica de Moya (Cuenca), Edita "Asociación Amigos de Moya (Cuenca)", Segunda edición, Valencia, 2011 [Cuenta con la colaboración especial de Eusebio Gómez García y de Niceto Hinarejos Ruiz e incluye un plano general desplegable de las ruinas de Moya].  

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