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domingo, 23 de diciembre de 2012

VILLANCICOS PARA LOS ANCIANOS DE LA RESIDENCIA DE ADEMUZ.

 A propósito de la visita del Coro Interparroquial 
 la centro de día y residencia de Ademuz.


“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer,
alguien a quien amar y alguna cosa que esperar”.
Thomas Chalmers (1780-1847),
ministro presbiteriano, teólogo y escritor escocés.








Nota previa


El presente texto es un artículo de crónica y opinión, relativo a la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de Tercera Edad de Ademuz (Valencia), y contiene fotografías tomadas al afecto, donde pueden verse ancianos residentes y otras personas asistentes al acto. Si alguien piensa que las fotografías pueden resultar ofensivas a la intimidad o dignidad de los afectados o sus familiares, o se hallaran afectadas por la Ley orgánica 15/1999, de 13 de diciembre de Protección de datos de carácter personal, el autor está dispuesto a retirar de inmediato cualquiera de las fotos expuestas; bastaría para ello que me lo hiciera saber a través del correo-e del blog que arriba se indica.

Gracias.
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El pasado martes –18 de diciembre de 2012, a las 18:00 horas- el Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz estuvo en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz, cantando villancicos a los ancianos residentes... La actuación resultó un éxito, porque cantaron de maravilla, ¡como los ángeles! podríamos decir: la única diferencia de estas criaturas celestiales con nuestros cantores y cantoras es que mientras aquellas carecen de género y el tiempo no pasa para ellas, los miembros de la coral son mayoritariamente mujeres, con una media de edad más bien avanzada. Por lo demás, ya digo, cantaron estupendamente, al menos ese fue el sentir de los oyentes: hecho que deducimos de sus entusiastas aplausos.

Antes de continuar, permítanme una puntualización. La expresión “tercera edad” me suena a eufemismo, pues no es más que una forma políticamente correcta de nombrar a los viejos. Según esta clasificación, la infancia y juventud sería la “primera edad”; la vida adulta y madura, la “segunda edad”; y la senectud en general, la “tercera edad”; esto es, desde algún momento de la jubilación en adelante. Pero también podría establecerse una “cuarta edad”, donde colocar a los individuos que han alcanzado una senectud extrema, cuyo segmento vital cabría concretar. Pero todo esto no es más que un intento por teorizar sobre ese momento de la vida en que los seres humanos dejan de ser jóvenes... Lo único cierto es que con el tiempo las personas envejecemos, lo cual resulta una evidencia de Perogrullo, y lo viejo, viejo es... Por más vueltas que le demos, y mucho que se la quiera disfrazar, esto es una verdad incontrovertible.


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Vista meridional de la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Valencia), 2004.

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El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

No se trata de comparar personas con objetos, pero una diferencia entre ambos es que con el paso del tiempo, los individuos –digamos los prójimos y uno mismo- se deterioran, se estropean y hacen feos, en todo caso no mejoran. No mejoran en ningún sentido, ni física ni intelectualmente; y sólo algunos lo hacen moralmente... Mientras que los objetos, si son bellos y están construidos con buenos materiales, con el paso del tiempo se convierten en antigüedades más o menos valiosas, por las que hay gente que paga mucho dinero... Mientras que a los viejos, a no ser que tengan buena pensión, no hay quien los quiera. Basta ver las residencias donde se almacenan; allí nadie quiere ir, pero hay que hacer cola para entrar. Otra característica de la vejez son las arrugas, y por mucho que haya que aceptarlas, como la misma vejez, las arrugas no favorecen: ni en la cara ni en el vestido, pues al fin la piel no deja de ser un ropaje en el que nos envolvemos. Sin embargo, como decía el escritor y filósofo francés Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592), Las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara... Lo que el pensador no dice es cómo detectar las “arrugas del espíritu”; ciertamente no resultan fáciles de ver, quizá algún día inventen unas gafas especiales para objetivarlas, pero en el fondo todos sabemos cuando alguien se halla afectado por este tipo singular de dobleces anímicas o espirituales.


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Residentes durante la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de Ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

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Residentes durante la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de Ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

Uno puede aceptar o rechazar la vejez, sus arrugas y achaques, si no la acepta, tanto peor para él. Yo me someto a su imperio como un hecho ineluctable, toda vez que tampoco puedo evitarla, aunque considero que lo más razonable es preparase para cuando llegue, como también es el caso de la jubilación. Pero lo que no consigo reconocer es eso de que “la arruga sea bella”, otra afirmación sandia. Mi suegra, la señora Ángela Sendra Rodríguez, mujer sabia a su manera, me decía: Fill, ¡quin lletja és la vellesa...! [“Hijo, ¡qué fea es la vejez...!”] -yo no le contestaba, pero creo tenía toda la razón-. Por eso pienso que hay que estar preparado para aceptar la vejez, hermana de la soledad, la enfermedad y la muerte; porque indefectiblemente –ya lo decía el inefable Platón- "la vejez rara vez viene sola".

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Residentes durante la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de Ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

Decía que el Coro Interparroquial fue a la Residencia de Ancianos de Ademuz a cantar villancicos a los viejos... Como es sabido, los villancicos son canciones típicas de la Navidad y su contenido propiamente navideño. Pero no siempre fue así, pues en sus orígenes –siglo XV, segunda mitad- este tipo de tonadas trataba temas populares de todo tipo, procediendo de formas musicales y poéticas más antiguas, denominadas “cántigas” o canciones. Se trataba, pues, de cancioncillas con estribillo, armonizadas a varias voces. El nombre de “villancico” se cree proviene de que dichas letrillas eran cantadas por villanos, esto es, los moradores de las “villas” bajomedievales y renacentistas, gente campesina asociada al mundo rural; de ahí su naturaleza popular, pues su temática primera se refería a asuntos relativos a cada pueblo o comarca: introducidas en las iglesias acabaron asociándose propiamente al tiempo navideño. Personalmente los villancicos siempre me han resultado entrañables –afectivos, íntimos, familiares- y por ello un poco tristes, porque en mi devenir los asocio a personas y situaciones ya desaparecidas; aunque esto es sólo una apreciación personal.

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Residentes durante la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de Ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

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Residentes durante la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de Ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).
Fui a presenciar la actuación del Coro Interparroquial porque me habían invitado, y también por compromiso, todo hay que decirlo, pues mi esposa canta en la coral... El edificio de la Residencia es una construcción magnífica, digamos que para muy bien: luce ladrillo cara vista en sus fachadas, el tejado vierte a dos aguas y posee unas columnas en su pórtico y laterales. Podría decir que es de mi gusto, porque entona con las edificaciones de la villa, por el contrario del nuevo instituto de Ademuz que se halla al lado, cuyo estilo me parece horrendo. La Residencia se halla a la salida de Ademuz, quedando en una hondonada que hay a la izquierda de la carretera que lleva a Casasaltas y Casasbajas, entre el nuevo centro de enseñanza y el Cuartel de la Guardia Civil, esto es, en la margen izquierda del Boilgues o río de Vallanca, que forma un ángulo antes de verter sus aguas al Turia. Toda esta zona se la conocía como “Cerrado de don Jesús”, aludiendo a la propiedad de una conocida familia ademuceña.

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Paisaje humano del Rincón de Ademuz, don Ramón Laporta Girón (segundo por la derecha), Gobernador Civil de la provincia durante una vista a Ademuz-Valencia, con diversas autoridades civiles y eclesiásticas locales, entre las que destacamos a don Jesús Eced Carreras (a la izquierda, con sotana) [Tomada de SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Del paisaje, alma del Rincón de AdemuzValencia, 2011, vol. IV, p. 181].
La historia del edificio y su construcción merecería artículo aparte, pues tiene su propio desarrollo. Según parece, esta nombrada familia de Ademuz cedió los terrenos y cierta cantidad de dinero de su herencia para la construcción de un centro donde pudieran estar los ancianos de Ademuz y otros pueblos de la comarca sin tener que salir de su tierra. Al respecto, Jesús Blasco –me refiero a don Jesús Blasco Sánchez (Casasbajas, 1939), que fue alcalde de Ademuz-, me comenta:
  • Sobre cómo llegó a construirse la residencia, pues todo empezó con la buena intención de la familia Eced de que las personas mayores de Ademuz y el Rincón dispusieran de instalaciones para vivir sus últimos años bien atendidos y permaneciendo en su pueblo natal... Hay que tener en cuenta que la situación en aquellos años era bastante precaria, hablamos de los años 70... En principio, parece que la intención de don Jesús era que la familia edificara directamente la residencia, pero los años pasaron, y el hombre se hizo mayor, por lo que tuvo que desistir de estas intenciones... Lo cierto es que las gestiones (para la construcción) se hicieron al final con el apoyo del Ayuntamiento de Ademuz y la colaboración de la Diputación Provincial, creo recordar que fue por los años 1975-78, cuando las primeras elecciones locales democráticas; el edificio lo construyó Francisco Blasco Aparicio, el Frando, siendo alcalde Martirián...


Cuando dice de la familia Eced se refiere a don Jesús Eced Carreras y sus hermanos: doña Enriqueta, don Vicente y don Manuel (militares), don Antonio (farmacéutico), y don Hernando, que falleció antes de la guerra. Entre todos los hermanos sólo tuvieron una sobrina, hija de don Antonio, que falleció moza, con 22 años. Don Jesús era natural de la villa, sacerdote, en cuya parroquia sirvió como vicario, estando ya jubilado: fue un ademucero notable, seguramente tendría sus cosas, como las tenemos todos, aunque el rasgo más destacado de su forma de ser creo fue el gran amor a su tierra, y a sus gentes. Francisco Candel, escritor casasaltense afincado en Cataluña, en su conocido título Viaje al Rincón de Ademuz (Barcelona, 1977), producto de su estancia en la zona –septiembre de 1964- recoge unas personalísimas impresiones acerca del clérigo, que merece la pena exponer:
  • En la plaza de Ademuz, que parece una azotea, hay una fuente de siete caños. La iglesia está cerrada, pero vamos a buscar al cura, tal como nos indican que hagamos si la queremos ver; el cura vive en la parte vieja de la ciudad, y, efectivamente, nos la enseña. El cura se llama don Jesús, tiene setenta años y una úlcera de estómago desde 1914. Recoge de treinta mil a treinta y cinco mil kilos de manzanas al año y campa por las suyas; esto es: no depende del Obispado ni de nadie.[1]
  • Cuando el hombre se entera de que somos catalanes nos cuenta que antes, él, les tenía mucha manía a los catalanes. No le agradaban porque sólo iban a la suya, les gustaba mucho el dinero y eran separatistas. Cuando estalló la guerra civil huyó a Marsella. Allí se reunió con exiliados fascistas catalanes y vio cómo estos hombres daban mucho dinero para la causa de Franco. Además, ayudaban a que se pasaran al bando nacional los que llegaban huyendo de la zona roja, pagándoles gastos y viajes. Fue entonces cuando se dio cuenta de que los catalanes eran altruistas y patriotas y ya no les tuvo nunca más manía, sino todo lo contrario. ¡Anda que bien!, que dice mi padrino don Serafín.[2]
  • [Cuando Candel y sus amigos estuvieron en Ademuz] En la iglesia estaban cambiando las vigas –ello fue en septiembre de 1964-. Esto costaba mucho dinero, decía el sacerdote. La iglesia era pobre, nadie ayudaba, continuaba quejándose; él daba lo que podía de su peculio./ El hombre –se refiere obviamente a don Jesús- era muy fascista. –Desde esos púlpitos –los señalaba- que ustedes ven, cuando las hordas marxistas se hicieron con el poder se predicaba el amor libre. Lo predicaban nada menos que las mujeres, incluso muchas hijas de buena familia...[3]
  • El arcipreste [de Ademuz] había muerto, de ahí la vacante que señalábamos. Don Jesús se cuidaba de la iglesia pese a no tener cargo oficial o nombramiento. Lo hacía por amor a su tierra. Este intenso amor a su tierra pensamos era la única nota positiva de este hombre enjuto, pelo blanco, gafas gruesas, avejentado, y que te recuerda, no sabes por qué, al sacerdote viejecito que en el soneto de José María Pemán enseña la iglesia de los Venerables.[4]
Termina diciendo:
  • Desde la puerta de la iglesia, con el brazo extendido, como cuando nos mostraba los púlpitos prevaricadores, el cura señala los montes rojos de enfrente. Están pelados. Los despoblaron, cuenta, hace siglos ya. Había muchos hornos de cerámica que necesitaban constantemente leña. Los pinos vinieron de perilla. Pero estos talamientos generales y totales de bosques en toda España, sigue diciendo, han convertido nuestra tierra en un país seco y árido. El hombre sigue desarrollando su teoría./ -Ahora nos encontramos metidos en todo un círculo vicioso. No llueve porque no hay bosques y no hay bosques porque no llueve./ Andaban entonces, cuando por allí pasamos, con lo de la repoblación forestal. En las laderas se veían unos puntitos verdes. Eran los arbolillos: pinos.[5]
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Vista general del caserío de Ademuz-Valencia, con detalle del edificio de la Residencia de ancianos y Centro de día (en primer plano, a la izquierda), 2011.

Paco Candel –me refiero a Francisco Candel Tortajada (1925-2007)- nos pinta a don Jesús con trazo grueso. Cada párrafo del escrito podría tener una amplia contrarréplica, pero no es el momento ni el lugar para hacerla. Por lo demás, no voy a discutir cómo era el sacerdote, porque no le conocí. En todo caso, aún siendo cierto lo que el escritor dice, su retrato resulta incompleto, subjetivo y parcial. Me llama la atención, sin embargo, cuando dice: “El hombre era muy fascista”. No sé lo que Candel quiere decir exactamente cuando le aplica tal calificativo, aunque conociéndole no resulta difícil imaginarlo. Con todo, el concepto “fascista” ha evolucionado mucho desde los años treinta, cuando la Guerra Civil (1936-39): entonces media España era “fascista”, frente a la otra media, que era “roja”. Perdón por las generalizaciones, pues nunca son verdaderas. De hecho, ni todos eran "rojos" en la España republicana  ni todos "fascistas" en la nacional. Con todo, después de la contienda y hasta muchos años después, ser “rojo” fue un estigma, pero con el paso del tiempo se invirtieron los términos de esta valoración, y ser “rojo” pasó a ser signo de distinción -lo que suponía cierto pedigrí político-; mientras que lo de “fascista” se convirtió en un insulto... 

Desconozco si don Jesús fue un “fascista”, pero tan digno -o indigno- puede ser una cosa como la otra, porque la dignidad y todo lo que ésta conlleva no está en las ideologías, que también, sino básicamente en las personas. En todo caso, debió ser un “fascista” bienhechor, porque la residencia de ancianos de Ademuz es una cosa buena, además de necesaria, y sin él ni su familia, ciertamente no existiría. Quizá existiera otra, pero no ésta. Otro tanto podría decirse de la actual "Casa Abadía", una magnífica vivienda donada a tal fin a la iglesia de Ademuz por don Jesús Eced Carreras. Asimismo, cuando nuestro informante dice de Martirián se refiere a don Martirián Sánchez Monterde, que fue el primer alcalde de la democracia en Ademuz, siendo elegido primero por Unión de Centro Democrático (1979-83) y en una segunda legislatura municipal por Organización Independiente Valenciana (1983-87), un partido político de corte regionalista.


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El "Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz", durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

Para ir a la Residencia desde la carretera hay que bajar una cuestita y atravesar una valla de obra con cancela de hierro... Cuando llegamos los residentes y visitantes ya estaban ocupando sus puestos, sentados en una amplia sala dispuesta como auditorio. La sala estaba bien iluminada y todo muy limpio, quiero decir pulcro, ordenado, aseado. Lo digo porque no todas las residencias y centros de ancianos lo están. Contra la pared de la izquierda había varios abuelos, hombres y mujeres sentados en sus sillas de ruedas, sujetos con arneses. El resto de residentes y visitantes ocupaban el centro y fondo de la sala. En el ángulo anterior derecha se hallaban el coro, ellas con sus estolas rojas al cuello, ellos vestidos de oscuro. Frente al coro el director, señor Abel Muñoz de Casasaltas daba unas últimas instrucciones, mientras el organista, señor Daniel Aparicio de Torrebaja ajustaba el instrumento.[6] Decía que la mayoría de miembros del coro son mujeres, pero también hay alguna voz masculina muy potente. En cuanto a la procedencia, se reparten entre Ademuz, Casasaltas, Casasbajas, Torrebaja y Vallanca. Faltan voces de Castielfabib y sus aldeas, así como de Puebla de San Miguel...


Programa del Concierto de Navidad del "Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz" en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz, basado en villancicos y canciones populares (Navidad, 2012).
Como asistente visitante, durante la actuación del Coro estuve sentado en diversos lugares, debiendo levantarme en alguna ocasión para tomar alguna foto. Las fotos de interior, a no ser que sea una muy buena cámara, no suelen ser de calidad; hay que hacerlas sin flash y ello tiene un problema, el tiempo de exposición. Ello supone que se mueve el fotógrafo -que hace la foto a mano alzada- o lo hace el fotografiado: invariablemente el resultado es una foto de poca calidad.


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Residentes durante la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

Los miembros del coro estaban algo nerviosos, como suele ser habitual antes de un estreno, especialmente cuando importa el resultado. Estaban nerviosos, decía, y no por falta de preparación, pues han estado ensayando durante las últimas semanas. Personalmente, me admiran estas mujeres cantoras, capaces de sacrificarse una o dos veces a la semana para acudir a los ensayos, dejando sus actividades personales o familiares en pro de una actividad tan magnífica como la música. Son muchos días de ensayo, cantidad de horas repitiendo las canciones para que el día de la actuación todo resulte perfecto. Sí, son gente admirable, al menos a mí así me lo parece. Yo entiendo poco de canto, quizá porque tengo poco oído. Pero sé valorar el esfuerzo y la dedicación de este grupo musical, unido por su fe religiosa y amor a la música. Porque la música es una de las actividades más excelsas que ha sido capaz de desarrollar el ser humando, lo cual es otra cosa indubitable: y para reconocerlo no hace falta entender de armonía, acordes ni solfeo.

Probablemente, y ello no es más que un suponer, muchos de los asistentes al acto musical tampoco entendían de conciertos. Pero allí estaban, algunos de ellos sin saber exactamente dónde, aunque escuchando atentamente y aplaudiendo en su momento. Ciertamente, había otros que sólo miraban... Pero daba gozo verles a todos ellos, un gozo que a veces me sabía a triste, al ver el destino que nos aguarda. Porque la llegada de la vejez sólo es cuestión de tiempo... Por mi profesión conozco el mundo de los ancianos, de sus carencias y dificultades físicas y cognitivas. Me admiraba ver la solicitud y cariño con que las cuidadoras les trataban. Los ancianos agradecen el buen trato, aunque quizá algunos no se lo merezcan. Entiéndase lo que quiero decir, un anciano no es mejor persona por ser anciano, sucede lo que con los jóvenes o adultos. Pero todos o casi todos agradecen el buen trato. Decía el conde de Chesterfield (1694-1773), célebre político y escritor inglés que “la vejez no mejora el corazón del hombre, más bien lo endurece”. ¡Vivir para ver! –que diría aquel-. Desconozco la experiencia que pudo tener este señor para llegar a semejante conclusión, pero no la comparto. Los viejos muestran a veces actitudes egoístas y tacañas, pues ya digo que por ser viejos no somos necesariamente mejores; pero he visto a muchos cómo se les humedecían los ojos ante una simple caricia, bastando para ello con apretarles la mano o escuchar sus historias. Quizá sea también porque los viejos tienen la lágrima fácil, pero lloran por los ojos y los ojos siguen siendo los espejos del alma.


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Residentes durante la actuación del "Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz" en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).
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El "Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz", durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).
Decía que a veces tengo que tratar con viejos, y no siempre me resulta agradable; porque algunos ancianos van sucios, huelen mal, tienen rarezas o son de mal carácter... Aunque los comprendo, porque no debe ser fácil ser viejo: padecen más el frío, les fallan las fuerzas y la movilidad, incluso para asearse... Pero para sobreponerme al trance pienso que bien pudieran ser mis padres y que de vivir me gustaría les atendieran como yo procuro hacerlo. Yo no soy quién para juzgar a nadie, tampoco para emitir juicios morales. Pero recuerdo que mi madre contaba una anécdota o relato cuya veracidad carece de importancia, pues lo que cuenta es el significado. Decía ella que en cierta ocasión un hijo llevaba a cuestas a su padre, en dirección del asilo... En cierto momento el hijo se detuvo, apoyándose sobre un pilón que había en el camino. Entonces el viejo se puso a llorar y el hijo le preguntó: ¿Por qué llora, padre...? Y él le respondió: Porque me ha acordado que en este mismo poyo paré yo cuando llevaba a mi padre al asilo... Entonces el hijo, dio media vuelta y regresó a su casa con el anciano a cuestas. Sí, es una historia simplona, pero tan simple como cierta. 

Las circunstancias de la vida actual hacen que muchas familias ingresen a sus padres y abuelos en una residencia. Los nietos ven como una cosa natural que esto sea así. Por ello no debemos extrañarnos cuando, llegado el momento, los hijos les lleven a ellos también, como si fuera su destino natural... ¡Pero ojo, que las residencias son necesarias y las situaciones de cada familia distintas! Sin embargo, donde mejor están los viejos es en su casa, rodeados de los suyos, con sus cosas y recuerdos... Sí, ya sé que no siempre es posible, pero habría que hacer un esfuerzo porque así fuera... Por otra parte, se dice que en la actualidad algunas residencias se están quedando vacías, porque los hijos y nietos sacan a los padres y abuelos de ellas, para poder vivir de la pensión de los ascendientes. ¡No sé si será cierto, pero de serlo resulta una triste paradoja!

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El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

Todo esto y muchas cosas más pensaba yo mientras observaba a los asistentes, en tanto escuchaba la actuación del Coro Interparroquial en la Residencia de la Tercera Edad de Ademuz, una residencia pública de gestión privada y mixta (de asistidos y válidos). Según me detallaba una trabajadora, el centro posee 42 plazas para residentes fijos y otras 10 de día. Después de la función, la dirección invitó a los miembros del coro a un tentempié, como agradecimiento por su dedicación. A todo esto, los residentes se fueron marchando, unos andando por su pie, otros con sus andadores y los más impedidos en sus sillitas de ruedas, empujados por sus cuidadoras...


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El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).
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El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).
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El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).


En suma: como viene siendo habitual, el Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, que ya tiene una larga trayectoria.[8] Realizó su Concierto de Navidad –más bien un recital de canciones y villancicos- en la Residencia de Ademuz: siendo ésta su particular forma de agasajar a los ancianos residentes, anunciándoles la Buena Nueva del nacimiento del Niño Dios. Anuncio que para el cristiano comporta alegría y humor, elementos imprescindibles para vivir con salud. Ya sabemos que la clave para envejecer es vivir mucho tiempo..., pero lo importante no es envejecer en cantidad, sino hacerlo bien; esto es, llenando los años de vida e ilusión. Ya lo decía Thomas Chalmers (1780-1847), célebre teólogo presbiteriano y escritor escocés: "La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar”. Esto es, trabajo, amor, esperanza...

Un amigo, conocido de los lectores de este blog –me refiero al escultor torrebajense José Lucas Carrión Vázquez, (a) Lucas Karrvaz-,[8] comentaba: “resulta curioso, en esta sociedad lo políticamente correcto es no llamar a nada por su nombre: a los negros se les denomina gente de color, a los viejos personas de tercera edad, a los ciegos invidentes, a los paralíticos o cojos, minusválidos, a los locos, enfermos mentales...”. Tiene razón, pero en el fondo todo sigue siendo lo mismo, pues las cosas no mejoran aunque las llamemos de otra manera. Y añadía: “Lo único cierto es que dentro de poco, nuestros ancianos seremos nosotros...”. Por ello, porque les queremos y no nos olvidamos de ellos, aprovechamos para felicitar desde aquí a todos nuestros ancianos, deseándoles una tranquila, feliz y Santa Navidad. Vale.




[1] CANDEL, Francisco (1977). Viaje al Rincón de Ademuz, Edita Plaza-Janés Editores, S.A., Barcelona, p. 138.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem, p. 139.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem, pp. 139-140.
[6] SANCHEZ GARZON, Alfredo. DanielAparicio Sánchez, organista de Torrebaja (Valencia), en: Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[7]  SANCHEZ GARZON, Alfredo. El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en el LIV Septenario de Moya(Cuenca), en Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[8]  SANCHEZ GARZON, Alfredo. Lucas Carrión-Vázquez (a) Lucas Karrvaz (I y II), en Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 18 de agosto de 2012.



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Residente durante la actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).
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El organista del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, con el acordeón, durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).
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El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz, durante su actuación en la Residencia de ancianos y Centro de día de Ademuz (Navidad, 2012).

1 comentario:

  1. Hola Alfredo, no has podido elegir mejor artículo para leer y reflexionar en estas Navidades. No debemos nunca olvidarnos de nuestros mayores y menos en estas fechas tan entrañables, cuando solemos recordar más a nuestros antepasados, en mi caso, abuelos. Son nuestro nexo de unión con el pasado.

    Por otro lado, mi enhorabuena al Coro Interparroquial por la labor realizada en la comarca del Rincón del Ademuz. La música une a las personas.

    Un abrazo.

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