A propósito de la celebración anual de
la romería de
Puebla de San Miguel,
Puebla de San Miguel,
que tiene lugar el domingo más próximo al 22 de mayo.
“La Puebla por tal razón/ a vuestra imagen preciosa/
dirige muy obsequiosa/ su devota procesión...”.
De los Gozos de Santa Quiteria.
Palabras previas.
Hoya
de la Carrasca es un pequeño lugar o aldea de Arcos de las Salinas,[1]
donde se halla la ermita de santa Quiteria: llegado el domingo más próximo al
22 de mayo, allí acuden en romería los vecinos de distintos pueblos de la
comarca de Gúdar-Javalambre (Teruel) y del Rincón de Ademuz (Valencia), pero
los que de ninguna manera pueden faltar son los de Puebla de San Miguel… No
pueden ni quieren faltar, ya que, según la tradición, si lo hicieran perderían sus
derechos sobre la ermita: y este edificio es el único bien inmueble que los pueblanos poseen fuera de su municipio.
Así viene siendo de generaciones, y mientras
quede un pueblano la costumbre romera no se perderá, en tanto constituye parte de
su identidad. A los de la Puebla de San Miguel les ocurre con santa Quiteria
lo que a los vallanqueros con la Virgen de Santerón: cada cual puede ser como
quiera, y creer lo que Dios le de a entender; pero no será buen pueblano si no
estima ni respeta la devoción a santa Quiteria, "valedora contra la rabia y abogada universal" -al decir de los Gozos que se le cantan.
La
celebración de santa Quiteria en Hoya de la Carrasca posee una doble
manifestación: de una parte la romería y celebración eucarística en la ermita,
a la que sigue la invitación a un refresco por parte de los lugareños; y de otra, la entrega
de la caridad, ésta bajo la forma de un “mollete” de pan que los "caridaderos" de
Puebla de San Miguel entregan a los asistentes en el collado Calderón. Una tradición "caridadera" similar puede verse en la vecina localidad de Mas del Olmo (Ademuz), por santa Bárbara.[2] En cuanto
al momento estacional, la festividad tiene lugar en primavera (mayo), ello nos
permite enmarcar la celebración entre las romerías penitenciales (rogativas), por el
contrario de las de acción de gracias, que suelen tener lugar en otoño e
invierno; sin embargo, el evento posee una significación mixta.
La
presente entrada es una crónica y un testimonio, además de la revisión y
ampliación de un artículo previo, siendo su objetivo dar a conocer la romería
de santa Quiteria, virgen y santa cristiana del siglo II, bajo cuyo título se
halla la Ermita de Hoya de la Carrasca.[3]
La cartografía y toponimia quiteriana es relativamente abundante en el conjunto del
territorio español: en nuestro entorno más próximo se la celebra también en
Cascante del Río (Teruel), Fuentelespino de Moya (Cuenca) y en Calles
(Valencia).
Puebla de San Miguel (Valencia), vista desde la carretera de Losilla de Aras (Valencia), 2013. |
Santa Quiteria, entre la tradición y la
leyenda.
Santa
Quiteria es una santa cristiana del siglo II, que murió virgen y mártir, cuya
vida permanece entre la tradición y la leyenda, como tantas otras
bienaventuradas de esa época. Su nombre aparece en los santorales antiguos,
como el martirologio de san Jerónimo -Martirologio
Hieronymianum-, sin más fundamento que estimular la devoción cristiana. Su nombre –Quiteria- procede del griego
Kythere o Kuteria, y significa “la roja”, en atención, quizá, a la sangre de
su martirio, pues murió degollada:
- La leyenda habla de Quiteria como una de las nueve hijas que de un solo parto tuvo Calsia, la esposa del entonces gobernador romano en Gallaecia (extremo noroccidental de la península Ibérica, que incluía la actual Galicia), Lucio Castelio Severo. Repudiadas por su familia nada más nacer, Quiteria y sus hermanas (Librada, Marina, Victoria, Germana, Eufemia, Marciana, Genibera y Basilia), fueron adoptadas en secreto por cristianos del lugar y educadas según su fe. Perseguidas y amenazadas, las jóvenes se vieron obligadas a huir a diferentes lugares, siendo finalmente todas ellas martirizadas.// Quiteria viviría primero retirada en los montes gallegos, para luego recorrer gran parte de Hispania y llegar incluso al sur de la Galia, volviendo a Hispania, hasta la ciudad de Marjaliza (en la actual provincia de Toledo), donde encontraría la muerte siendo apenas una niña.[4]
La
misma hagiografía, dice:
- Tradicionalmente se le han atribuido milagros de sanación relacionados con el mal de la rabia, creencia que la leyenda atribuye al hecho de que los perros siempre se calmaran en presencia de Quiteria. Parte de sus reliquias se veneran en Marjaliza (Toledo), Burlada y Tudela (Navarra) y Lanuza (Huesca).[5]
Existen otras versiones acerca de la vida y muerte de esta santa. Según la leyenda, Quiteria
fue la octava hija de unos malvados reyes occitanos. Estando su madre embarazada,
golpeó a una mendiga -también gestante- que le solicitaba ayuda. Para evitar la
maldición que la indigente le lanzó, se dice que mandó arrojar a sus propias
hijas al río. Al tiempo, el padre encontró a Quiteria, pretendiendo casarla
contra su voluntad. Para evitar el matrimonio –se había bautizado en secreto y
hecho voto de castidad-, huyó al bosque. Su padre la buscó durante años, hasta
que la encontró gracias a sus perros de presa, pues era gran amante de la caza.
Era tanta la furia del padre que azuzó a las bestias contra su propia hija,
matándola, y devorando también al padre.[6]
Santa Quiteria
ha sido invocada durante siglos como protectora contra la rabia, enfermedad de
gran arraigo en las comunidades agrícolas y ganaderas, donde es frecuente el
contacto con animales susceptibles de padecerla. La rabia (del latín, rabies), es una enfermedad vírica
específica, propia de ciertos mamíferos –perros, lobos, zorros, gatos…-,
transmisible al hombre y a otros animales por mordedura. Tras un período de
incubación variable (1-6 meses), aparece la enfermedad, que se manifiesta por
un trastorno de la sensibilidad y el movimiento.[7]
Imagen de santa Quiteria en la ermita de su nombre en Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel), 2013. |
Hoya de la Carrasca, lugar de Arcos de las
Salinas.
Hoya de la
Carrasca, lugar de Arcos de las Salinas, se halla íntimamente unida a Puebla de
San Miguel, y por ende al Rincón de Ademuz. El nexo de unión actual se halla en
la devoción conjunta a santa Quiteria... Sin embargo, su vinculación viene de
lejos. A la hora de estudiar la delimitación foral del “País Valencià” –entre
1240 y 1261-, el historiador Enric Guinot Rodríguez dice que el común de los
especialistas en historia foral valenciana está conforme en que la versión
catalana de los Fueros es de comienzos de abril 1261: en esta fecha hubo una
modificación de los textos, se tradujeron y fue cuando Jaime I los juró por vez
primera. Según el historiador:
- [...] la nova redacció en catalá dels límits del regne va incloure una modificació dels seus límits per la banda de Terol, generant un conflicte legal que calgué solventar en el tribunals reials al llarg de tota la década de 1260; el rey Jaume I, en fer o aprobar la traducció del Furs valencians en la primavera del 1261, hi inclogué una modificació del territori del regne amb l`annexió del termes d`Ademús i Castellfabib, i a més, ratifià la inclusió en ell de tots o part del termes de Mosquerola, Linares, Puertomingalvo, Ruviols, Nogueruelas, Loba, Alventosa, Mançanera, Torrijas, Abejuela i Arcos de les Salines, que són els termes municipals turolencs actuals compresos en la delimitasió de les fites descrita en la traducció del Furs de 1261.[8]
Al decir del
investigador, la frontera entre Valencia y Aragón en la zona limítrofe con la
Comunidad de Aldeas de Teruel quedaba poco clara, en relación con los límites
históricos de la Comunidad de Aldeas turolenses dados por Alfonso II el Casto
–en 1177-:
- Cal tenir en compte, però, que aquesta franja de terra pertanyent a Terol segons els seus furs i privilegis antics, veïna en el seu moment de la València islámica, havia romàs prácticamente despoblada durant les darreries del segle XII i bona part del segle XIII; inicialment va ser emprada com a zona de guerra i saqueig per per l`esmentat consell, però és clar que va restar closa i perdudes aqueixes possibilitats a partir de la creaciò del regne cristià de València; tanmateix, subratllem el fet que des del 1240 [...] la frontera entre Aragó i València havia restat fixada sense dubtes per aquestes contrades en el llit del riu Alventosa.[9]
Y continúa
diciendo:
- Simultàniament, la delimitació del regne en el text en cátala dels Furs [...], dóna una clara continuïtat al seu territori i no evidencia un tall entre el territori situat vora del riu d`Alventosa i el Racó d`Ademús sinó que pot parlar-se clarament d`un espai continu entre els termes d`Arcos i el d`Ademús; el que no havia estat aclarir fins ara és que aqueixa delimitació va durar pocs anys, no arriba a les acaballes del regnat de Jaume I, ja que entre la seu ratificació del 1261 i finals d`aqueixa década el consell de Terol va pledejar repetidament amb diversos membres de la noblesa i el mateix rey pequè li fossen reconoguts els termes assignats en 1177 [otorgats por Alfons el Casto] així com la seua sobirania sobre ells, la qual cosa va aconseguir totalment,...[10]
En esa misma
década –años sesenta del siglo XIII- se produjo un hecho que habría de
condicionar la situación del Rincón de Ademuz en el contexto geopolítico del
Reino de Valencia, cual fue la cesión por Jaime I de la villa de Arcos de las
Salinas al concejo de Teruel, para que formara parte de su Comunidad de Aldeas
-hecho que tuvo el 17 de junio de 1269-:
- [...] damus et concedimus vobis probis hominibus et universitati concilii Turolii in perpetuum villa de Archos cum terminis suis pro aldea Turolii, cum omnibus suis iuribus que nos ibidem habemus exceptis salinis nostris eiusdem ville et sale ipsarum et partem quam percipimus in decima eiusdem ville…[11]
La consecuencia es clara, a
partir de esa fecha el futuro Rincón de Ademuz quedó geográficamente separado
del Reino valenciano, ya que al pasar Arcos de las Salinas a la Comunidad de
Aldeas de Teruel truncó la continuidad del territorio de Ademuz y Castielfabib
con Valencia, pues hasta entonces era un totum continuum hasta la
capital.
La primera vez que estuve en
Hoya de la Carrasca (2007), un vecino del lugar me dijo que por el centro del
caserío pasaba un antiguo camino de tránsito entre reinos –se refería al Camino
Real que comunicaba Aragón con Valencia-, y que según tradición allí hubo una
“cadena” o aduana donde se pagaban impuestos por el paso de mercancías. Tiempo
después encontré la justificación historiográfica de aquella tradición, pues consta documentalmente que en cierto momento
histórico las villas de Ademuz y Castielfabib, recurrieron a
las Cortes de Monzón, para que se suprimieran aquellas “tablas” de Hoya de la
Carrasca, que perjudicaban su comercio, aunque sin éxito. Justificadamente, resultaría comprensible que existiera una estrecha vinculación entre
la fundación del caserío, el paso real y la aduana, asimismo que con la
erección de la ermita de santa Quiteria en el lugar. Aunque el caserío se
explicaría por la simple razón de las zonas de cultivo, hoyas y manantiales: de
esta forma Hoya de la Carrasca tuvo su momento de esplendor poblacional en tiempos de la II
República (1931-36), cuando se construyó la escuela y el cementerio.
Respecto a la construcción de la
ermita de santa Quiteria existe otra leyenda, conforme dicho santuario se
hallaba antiguamente en Puebla de San Miguel –en las inmediaciones del nuevo
cementerio pueblano, donde existen restos de una cimentación- y que los vecinos
la trasladaron piedra a piedra hasta su actual emplazamiento... Con todos los
respetos, semejante idea no parece muy razonable, pues carece de sentido
desmontar un edificio para llevar sus piedras a otro lugar, donde dicho
elemento existe en abundancia: y menos todavía a lomos de caballería, por malos
caminos de herradura. El fundamento de esta fábula puede estar en que es
probable que los pueblanos participaran de alguna forma en la erección de la
ermita, lo que les conferiría el derecho sobre la misma, y a celebrar en ella su romería... Pero
esto no es más que una conjetura.
Mapa del Rincón de Ademuz, con detalle de la carretera de Puebla de San Miguel a Losilla de Aras -CV-363-, vía Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel). |
A Hoya de la Carrasca, en busca de la Ermita de Santa
Quiteria.
Para ir a Hoya de la Carrasca
desde el Rincón de Ademuz, lo mejor es partir de Ademuz... En todo caso, a la
salida de Ademuz en dirección norte hay que cruzar el Turia por el puente del
Sotillo y continuar por el camino rural que conduce a Mas del Olmo,[12]
vía Val de la Sabina.[13]
Arribados a Mas del Olmo, atravesaremos el puente que cruza la rambla y
continuaremos por la carreterita -CV-363- que conduce a Losilla (Valencia), vía
Puebla de San Miguel. Las distancias entre las poblaciones de la zona son
relativamente cortas, aunque ampliadas por el sinuoso trazado, que
discurre por un firme en muchos tramos defectuoso y en pendiente. De Ademuz a Val de la
Sabina hay 3,5 km. A Mas del Olmo y Sesga 12 km -para ir a Sesga hay que desviarse en Val de la Sabina-. Y hasta Puebla de San Miguel 17
km. El día de la romería –domingo, 19 de mayo de 2013- la
plaza de San Miguel se hallaba muy concurrida, llena de gente y de vehículos
que se preparaban para realizar la peregrinación de santa Quiteria: aunque el
tiempo era desapacible y estaba parcialmente cubierto, encontramos muchos romeros por el
camino, singularmente gente joven...
Dejamos Puebla de San Miguel y
continuamos por la carretera de Losilla de Aras (Valencia), vía Hoya de la Carrasca, lugar de
Arcos de las Salinas (Teruel). A nuestra derecha queda la hermosa Ermita de la
Inmaculada Concepción, situada al levante de la villa, por encima del
viejo cementerio parroquial. Poco más adelante nace a nuestra izquierda el
camino que lleva al Conjunto Monumental de Las Blancas, donde las
centenarias sabinas, y a nuestra derecha el antiguo camino que viene de Puebla
de San Miguel, que también lleva al nuevo Cementerio Municipal. Conviene
detenerse un momento en este punto, ya que desde aquí se observa una de las
vistas más agraciadas de la Puebla, con el caserío en la hondonada, arracimado
en torno de la parroquial...
Puebla de San Miguel (Valencia), desde la carretera de Losilla de Aras (2013). |
Hasta bien
sobrepasado el ecuador del siglo XX, Puebla de San Miguel se hallaba comunicada
con Teruel y Valencia por rústicos caminos de herradura en buen estado (1849).[14]
Sin embargo, la comunicación con el resto de las aldeas ademuceñas de la parte
oriental de la comarca y con la propia villa de Ademuz, desde donde recibía el
correo, era muy penosa, basada en trochas y caminos deficientes. Con razón, el escritor
casasaltense afincado en Cataluña –Francisco Candel Tortajada
(1925-2007)- durante su excursión por esta parte del Rincón de Ademuz (1964), dice de Puebla de
San Miguel:
- Este es el pueblo más aislado de los que hemos visto hasta ahora. Procedente de Valencia les llega una especie de pista muy poco transitable -se refiere a la carretera de Losilla-, y los pueblos, por ese lado, les quedan distanciados. Para salir del pueblo hacia Ademuz tienen que andar cinco horas. Por la parte de Riodeva (Teruel), el trayecto es igual de largo y sólo encuentran pueblos incomunicados.[15]
Mediados los años cincuenta del siglo XX se inauguró la carretera de Losilla de Aras a Puebla de San Miguel, tramo de unos dieciocho kilómetros abierto entre densos pinares. La vía se labró merced al esfuerzo de la Diputación Provincial de Valencia, asistida por los servicios técnicos estatales, tiempo antes de que la localidad dispusiera de alumbrado eléctrico (1955).[16]
Desde la construcción de aquella carretera, la calle del Sol de Puebla de San
Miguel, más conocida como calle Larga, dejó de constituir el acceso principal
del pueblo, en su comunicación con Losilla, Aras de Alpuente (ahora de los
Olmos) y demás localidades de la zona aragonesa, privilegio que ahora ocupa la
nueva vía asfaltada, capaz de permitir el paso de automóviles. El vecino Fermín
Luz Yuste (Sesga, 1927), que trabajó de jornalero en esta carretera, recuerda:
- La carretera de Losilla, que pasa por Hoya de la Carrasca y llega hasta Puebla de San Miguel, la empezaron después de la guerra. En las curvas que hay antes de llegar a Losilla, estuve yo un mes trabajando. ¿Por qué época? Pues unos veinte años tendría (1947), antes de ir a la mili... Estuve trabajando con Juanito, otro muchacho de aquí, preparando el cemento para un muro de piedra que hacían unos canteros gallegos... Trabajábamos unas diez horas diarias, pero entonces nos hospedábamos en Losilla, en un caseto que había; allí dormíamos, nos guisábamos y eso... Entonces movieron la de la Hoya de la Carrasca para acá, hacia la Puebla, y me vine a ésta a trabajar; porque aunque tenías que andar cuatro horas todos los días –ida y vuelta- dormía en mi casa por las noches. No, no iba yo sólo; íbamos treinta o cuarenta mozos de la aldea. Entonces había población aquí y el trabajo requería mucho personal, porque no había máquinas como ahora. Los agujeros los hacíamos a mano, con las barrenas, hasta que se taladraba la piedra. Los cartuchos se ponían por la mañana y los explotaban al medio día. Los contaban hasta que estallaban todos: uno, dos, tres… Si alguno no detonaba había que tener cuidado...[17]
Por esta razón y hasta el momento en que se
abrió la nueva carretera, la romería desde Puebla hasta Hoya de la Carrasca se
realizaba exclusivamente caminando y a caballo de los animales de labor
–burros, machos, mulas, yeguas y caballos…-, bien enjaezados para la ocasión,
con mantas de cuadros y galanas monturas.
La marcha comenzaba
temprano, lo cual no era problema para los lugareños, acostumbrados a
levantarse al alba, pues, antaño, la misa en el ermitorio de santa Quiteria se
celebraba puntualmente a primeras horas de la mañana. En grupos, según afinidades
amistosas y familiares, casi todos los vecinos partían en alegre procesión, así
lo recogen los tradicionales gozos:
Desde el niño hasta el
mayor,/todos esperan el día
de acudir en romería,/ bien
haga frío o calor,
a vuestra casa de amor/ guiados
de cierta señal.
Los gozos explican
parcialmente la necesidad que tienen los pueblanos de realizar su peregrinación,
pues la tradición considera que la primera marcha fue para pedir a la
santa protección contra cierta epidemia que afectó la zona, de la que cuentan
no se contagió ninguno de los que fue, “mientras
que muchos de los que se quedaron (en Puebla), fallecieron”.[18]
Justificadamente, se trata de una romería penitencial anual (primavera), cuyo
origen fue una rogativa, realizada en cierto momento de crisis social
(epidemia); reflejo y expresión a su vez de la necesidad intrínseca del hombre
(existente en todas las culturas y religiones) de relacionarse con el mundo
sobrenatural.[19] Sin
embargo, también tiene un componente de acción de gracias (propio de las romerías
de otoño), bien manifiesto en la donación de una caridad bajo la forma de un “mollete”
de pan, lo que constituye la ofrenda.
La carretera asciende por la ladera sinuosa y
escarpada del monte, plagado de altos pinos, romeros, sabinas y aliagares, que
a estas alturas de mayo lucen su punzante colorido en el agreste paisaje serrano.
En dirección sureste, atravesamos la partida de Los Pucheros, zona de labradas entre pinares, a los pies del Cabezo
Moro (1.245 m), que se yergue majestuoso a nuestra derecha. Lo que ha sido
ascensión y luego bajada hasta el pedregoso barranco de Jorge, donde se
halla la fuente de Don Guillén con su
abrevadero y zona de acampada, se convierte ahora en una interminable subida
por la ladera bordeada de pinos albares (Pinus
sylvestris L). A la derecha de la pista quedan la Loma del Calvo (derecha)
y Villuenga (izquierda). La ascensión culmina en el límite de provincias, lugar
eminente del camino, bien señalizado por una hita de buen tamaño levantada en obra, que
yace en alto, junto a un formidable árbol. A dicho punto habremos de volver los
romeros después de la misa, pues frente al mojón nace la pista que conduce al
collado Calderón, donde se hace la celebración mundana y el reparto del pan de santa
Quiteria.
Desde
este punto el camino es de bajada, internándose la romería en el término de
Arcos de las Salinas, localidad perteneciente a la recién nominada comarca
turolense de Gúdar-Javalambre. Hemos recorrido ya más de la mitad del camino
que separa Puebla de la Hoya –unos nueve kilómetros- y los romeros empiezan a
acusar el cansancio de la marcha. Para los automóviles no hay distancias, pero
el trayecto se alarga cuando se realiza caminando, como lo realizaban antaño:
entonces entretenían la marcha conversando, con canciones y risas, rezos y
silencios, según edad y circunstancia de los parroquianos. Para el peregrino
actual, sin embargo, el camino es, además, un prolongado espectáculo, regalo
para todos los sentidos, donde la naturaleza se muestra en toda su magnificencia.
De pronto, tras una amplia revuelta de la
carretera, para nuestro asombro y deleite, se abre un panorama aún más
espectacular: mar espeso de pinos y oleaje de sierras encrespadas perdiéndose
en la lejanía… Desde lo alto del monte se distingue el minúsculo caserío de
Hoya de la Carrasca, ubicado en la parte inferior de la ladera, perfectamente
integrado en el entorno: rodeado de paradas abancaladas, donde el verde tierno
de las cebadas de otros años ha dado paso al ocre de las tierras en barbecho.
En contraste, se muestra el albo refulgente de la Ermita de Santa Quiteria, “enfundada en sutiles auras de serranía”
–como la viera el incansable viajero y buen conocedor de estas sierras, Luis
Gispert Macián (1984)-.[20]
Al frente adivinamos la localidad de Losilla –donde comienza la carretera
CV-363 que venimos siguiendo desde Mas del Olmo-. A nuestra izquierda (noreste)
queda la villa de Arcos de las Salinas, cuya carretera continúa en dirección a
Torrijas (Teruel), mientras que a nuestra derecha (suroeste) queda Aras de los
Olmos (Valencia).
Vista general del caserío de Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel), con detalle de la Ermita de Santa Quiteria al fondo (2013). |
Siguiendo las
sinuosidades de la carretera descendemos por la ladera, hasta llegar al
caserío. Durante todo el año Hoya de la Carrasca permanece solitaria y
silenciosa, pero en día de santa Quiteria se muestra exultante en su sencillez.
Según cuenta la tradición lugareña, el protocolo mandaba que los vecinos de
Puebla se detuvieran en cierto punto del camino, poco más arriba de los
primeros pajares, esperando la llegada de los de la Hoya, que acudían a
recibirles con su cruz procesional. Allí se producía el encuentro entre las dos
comunidades montañesas. El permiso para la entrada en la aldea se personificaba
en el reverencial beso del cura de Puebla al crucifijo. Tras el ósculo,
parabienes y cortesías, se fundían todos en fraternal comitiva hasta la ermita,
donde se realizaba el oficio religioso: era habitual que los de Puebla pusieran
el cura, toda vez que iban a su ermita.
Vista general del caserío de Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel), con detalle de la Ermita de Santa Quiteria a la izquierda (2013). |
Vista parcial del caserío de Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel), con detalle de las primeras casas al fondo (2013). |
Vista parcial del caserío de Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel), con detalle de la entrada al caserío (2013). |
Detalle de la primera casa de Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel), con detalle del nombre escrito sobre la fachada jalbegada (2013). |
Camino cementado que conduce a la Ermita de Santa Quiteria en Hoya de la Carrasca-Arcos de las Salinas (Teruel), con detalle del edificio de la Escuela a la derecha (2013). |
Continuamos hasta la aldea -apenas una decena de casas-, por cuyo centro discurre el antiguo camino Real del que decíamos. Algunas viviendas han sido remozadas y muestran sus fachadas jalbegadas, pero la mayoría han sido pasto de la desidia y el abandono, razón por la que aparecen escombradas, dejando amplios solares entre las que todavía se mantienen en pie. La arquitectura de las viviendas muestra un estilo arquitectónico tradicional de sabor antiguo. El núcleo de la población está a la derecha de la carretera, donde unos chopos sombrean el frontispicio de una casa, en cuya delantera figura el nombre del lugar –HOYA DE LA CARRASCA- con grandes letras negras sobre fondo de cal. Mientras que la ermita queda a la izquierda, junto a cambrillas y pajares con eras y llenas de hierbajos. Como comentábamos, la tradición vecinal dice de la existencia de una aduana en la localidad, representada por una cadena que interrumpía en este punto el paso por el histórico camino: especie de tabla donde se registraban todas las mercancías y se pagaban derechos, al pasar de un reino a otro (Tomás Laguía, 1965)
De la Real Academia de Cultura
Valenciana (RACV).
Continúa en:
[1] Cf. Wikipedia, voz Arcos de las Salinas.
[2] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. A Mas del Olmo (Ademuz), por Santa Bárbara, en la web Desde el Rincón de Ademuz,
del miércoles 7 de diciembre de 2011.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La romería de santa Quiteria, en revista Ababol 42 (2005) 4-12. ID (2007). La romería de santa Quiteria, una marcha penitencial con dimensión mundana, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 333-337.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La romería de santa Quiteria, en revista Ababol 42 (2005) 4-12. ID (2007). La romería de santa Quiteria, una marcha penitencial con dimensión mundana, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 333-337.
[5] Ibídem.
[6] GÓMEZ, Sergi (1999). Santa Quiteria, en Calendario de fiestas de
la comunidad valenciana: Primavera, Edita Fundación Bancaja, Valencia, p. 267.
[8]
GUINOT RODRÍGUEZ, Enric (1995). Els límits del Regne. El procés de formació
territorial del País Valencià medieval (1238-1500), Edicions Alfons el
Magnánim, Institució Valenciana D`Estudis i Investigació, Generalidad
Valenciana, Diputación de Valencia, Valencia, p. 43.
[9] Ibídem, p.
45.
[10] Ibídem.
[11]
Archivo Histórico Provincial de Teruel, pergaminos del Archivo Municipal,
Teruel, nº 27. Cf. GARGALLO MOYA, Antonio (1988). El concejo de Teruel en la Edad Media,
tesis doctoral inédita, Universidad de Zaragoza. GUINOT RODRÍGUEZ (1995),
p. 89.
[12] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Iconografía funeraria en el cementerio de Mas del Olmo (Ademuz), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 22 de febrero de 2012. ID. Las barracas de piedra de Mas del Olmo (Ademuz), paradigma de riqueza patrimonial local, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 22 de febrero de 2012.
[13] ID. Pilones y ladrillos cerámicos del “Vía Crucis” de Val de la Sabina, aldea de Ademuz (Valencia), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 1 de marzo de 2013. ID. Iconografía funeraria en el cementerio de Val de la Sabina (Ademuz), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 10 de abril de 2013.
[17]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009). Fermín Luz Yuste, la persistencia de la memoria,
en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol.
III, p. 126.
2 comentarios:
Gran trabajo amigo Alfredo y muy documentado.Me has dado y nos has dado a conocer un lugar desconocido para mi en el entorno de nuestras tierras.Me ha encantado. Llevo tiempo desconectado de las redes sociales y sin pulbicar nada en los blogs por distintas circunstancias profesionales y falta de tiempo. A ver si este verano vuelvo a retomar todo.
¡Enhorabuena por este y por los demas trabajos de tu blog!
Saludos cordiales.
Mariano
Estoy encantada, mi hermana encontró anoche este blog y me lo pasó rápidamente. Nuestro padre es de la Hoya de la Carrasca, y mis hermanos y yo unos enamorados de nuestro pueblo. De hecho salimos en algunas fotos. Muchas de las cosas que usted cuenta las conocía yo de haber hecho mis investigaciones, pero ha tenido usted mucho mérito el haber recogido tantos datos, y tan precisos, que nos sirven para no olvidar la historia del lugar mas querido por nosotros. Sobre todo viendo que los mayores cada vez son menos, y nos cuentan menos cosas. Muchas gracias!!
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