martes, 9 de julio de 2013

ANECDOTARIO RINCONADEMUCENSE (V).

Relatos cortos –entre la anécdota y la historia- referidos al Rincón de Ademuz.



“Nada hay más duro que ser hijastro del tiempo.
[Porque] el tiempo sólo ama aquellos que ha engendrado:
a sus hijos, a sus héroes, a sus trabajadores”.
Vasili Grossman (1905-1964), en Vida y destino (1959).








Palabras previas.
Continúo en esta entrada la serie de relatos cortos iniciados tiempo atrás, bajo el título común de Anecdotario rinconademucense. Valgan las introducciones anteriores como palabras previas para la actual, pues se refieren al mismo marco geográfico y tienen parecido contenido; y lo que es más, poseen idéntico propósito, esto es, dar a conocer el Rincón de Ademuz a través de las pequeñas pero reveladoras historias de sus personajes... Una vez más, los actores de los relatos se constituyen en protagonistas de su propia biografía, a la vez que verdaderos héroes y antihéroes de nuestra menuda, pero verdadera tradición local. En última instancia entendemos con el clásico que Las anécdotas constituyen la sal de la  Historia...

Vista parcial de Torrebaja (Valencia), con detalle de la torre-campanario de la parroquial -Santa Marina Virgen- desde la ribera del Turia (2013).

RELATOS CORTOS, ENTRE LA ANÉCDOTA Y LA HISTORIA.

Don José Aznar Blasco (1836-1895) y el cólera de 1885 en el Rincón de Ademuz.
Pregunta retórica, ¿saben quién fue don José Aznar Blasco? No espero que lo sepan, ya que se trata de un cura que hubo en la parroquia de Torrebaja, entonces en la diócesis de Segorbe, en la segunda mitad del siglo XIX. Desconozco cómo sería el hombre, aunque intuyo que debió ser un personaje notable en su contexto. Si ustedes introducen su nombre en el buscador de este blog, observarán que además de en éste, les aparece en dos artículos más: Censo eclesiástico de 1878 en el Lugar de Torrebaja (Valencia)[1] y en La Iglesia de San Joaquín y Santa Bárbara en Arroyo Cerezo, aldea de Castielfabib (Valencia).[2]

Don José Aznar estuvo de cura en Torrebaja desde el 8 de febrero de 1869 hasta su fallecimiento -en 1895-: poseyó el curato durante 26 años, con institución canónica, colación y posesión. Mi primer contacto, mejor conocimiento, del personaje proviene de los libros de Defunción del Archivo Histórico Parroquial de Torrebaja, pues hace unos años, con motivo de un curso de formación continuada, como prueba final había que realizar un estudio de epidemiología. Yo elegí “Estudio epidemiológico del cólera de 1885 en el Rincón de Ademuz”. Dado que contiene multitud de datos, cifras y gráficos, de forma resumida fue primero publicado en la revista Ababol,[3] incluyéndose posteriormente en el primer volumen de la serie Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz.[4]


Calle del Rosario, con detalle del Salón Parroquial y Casa Abadía de Torrebaja (Valencia),
 en primer plano a la izquierda (2013).
           
Una de las cuestiones que más me sorprendieron al realizar el trabajo fue la escasez de noticias escritas acerca de aquella epidemia en la zona, pues la comarca se vio ampliamente afectada, falleciendo un mínimo de 195 habitantes; esto sin contar la villa de Ademuz y las aldeas y núcleos de su término, con lo que la cifra se hubiera podido duplicar o triplicar. El cálculo de la población comarcal intercensal –en 1885- suponía 3.322 habitantes, sin contar Ademuz. Ademuz no pudo incluirse en el estudio, pues durante la revolución y Guerra Civil (1936-39), aquellos bárbaros destruyeron los archivos eclesiásticos y judiciales. Digo “bárbaros” por emplear un término suave, aunque incontestable..., pues la quema de los archivos constituyó una barbaridad imperdonable. En mi juventud estaba por la revolución, como deben estarlo todos los jóvenes; de no ser revolucionario en la juventud, ¿cuándo vas a serlo? No, hoy ya no lo estoy, porque las revoluciones suponen muerte y destrucción, y nunca se sabe cómo terminan. La historia está llena de ejemplos...



Representación de la Santa Cena, relieve en un cáliz de la iglesia de Torrebaja (Valencia),
obra de plata en su color, repujada y
fundición de un taller madrileño,
correspondiente a la familia Sellan (1872).
            
Decía que apenas hay referencias a aquella catástrofe, con la excepción de una nota hallada en el libro de Bautismo de aquel año en Torrebaja, donde el párroco –lo era don José Aznar-, escribió:
  • Teniendo tres partidas de bautismo sin extender, por falta de papel sellado: no yendo los estanqueros á traer por temor al cólera; y no teniendo en estos tiempos los libros parroquiales carácter oficial, ante el Gobierno, hago y haré uso del papel simple./ Torrebaja, 10 de junio de 1885.[5]

Entre las conclusiones del estudio, valga un párrafo como muestra:
  • En cuanto al cronograma epidémico, hemos comprobado que la primera defunción se produjo en Torrebaja, seguida de otra en Casas Bajas, Castielfabib, Vallanca y Casas Altas. El último fallecimiento tuvo lugar en Vallanca, a mediados de octubre (día 14). Además de los núcleos principales se afectaron casi todas las aldeas: Arroyo Cerezo, Cuesta del Rato, Los Pajares, Los Santos, Mas de Jacinto, Negrón y Torrealta –datos que contrastan con los hallados por Philipp Hauser (1887), quien no halló afectados en dichos lugares, cuando ciertamente los hubo-. Tampoco hay correlación entre los datos numéricos hallados por Hauser y los encontrados por mí, ya que mientras yo acumulo un total de 195 defunciones por cólera (excluido Ademuz), él encuentra 260 (incluido Ademuz), en la siguiente distribución [Hauser/Sánchez Garzón]: Ademuz [36/--], Castielfabib [64/87], Casas Altas [40/24], Casas Bajas [41/17], Puebla de San Miguel [00/00], Torrebaja [35/41] y Vallanca [44/26]. En principio, resulta sorprendente tanta diferencia en el número de casos entre ambos estudios, asimismo en lo referente a las defunciones de cólera en Ademuz, donde era esperable mayor número de casos por ser el lugar con mayor población. Obviamente, resultan más fiables los datos de mi publicación, toda vez que han sido extraídos directamente de las actas contenidas en los Libros de Defunciones de los juzgados municipales y parroquiales (Torrebaja), donde se reseñaron los fallecimientos por todas las causas, lo que evidencia, en suma, que las fuentes para ambas monografías fueron distintas.[6]

Representación de la Oración de Jesús en el Huerto, relieve en un cáliz de la iglesia de Torrebaja (Valencia), obra de plata en su color, repujada y fundición de un taller madrileño, correspondiente a la familia Sellan (1872).

            
Volviendo a nuestro cura, cabe decir que donde mejor puede conocerse al personaje es a través de los Registro Parroquiales -Quinque libri-: los textos de las Actas de Bautismo, Confirmación, Matrimonio, Excomunión y Defunción resultan un primor de perfección y belleza, tanto por el tipo de letra con que escribe –plumilla y tinta negra tirando a rojiza-, como por la forma de hacerlo, letra inclinada hacia delante, trazos precisos tipo redondilla y un texto sereno. Las Actas de los libros parroquiales responden a un protocolo que ya quisiéramos se hubiera conservado, pues ofrecen datos y detalles de gran valor para el estudio de la época y la genealogía de las personas. Pero es en el citado informe del Censo eclesiástico del Lugar de Torrebaja, escrito con motivo de la Santa Visita del Obispo de Segorbe, don Mariano Miguel Gómez (1876-1880) donde más claramente se refleja su carácter.
            
Respecto a los últimos tiempos del cura hay un detalle esclarecedor, pues el sacerdote, por lo común tan correcto y esmerado en la redacción de los registros parroquiales, vemos que al final estos ya son de otra mano, aunque todavía firmados y signados por él: su rúbrica, tan firme y asentada, aparece en los últimos momentos rota y laboriosa, evidenciándose que le afectaba algún tipo de temblor. Los libros parroquiales han conservado su Acta de Defunción –ocurrida el 19 de noviembre de 1895-, que dice:
  • En el lugar de Torrebaja Provincia de Valencia/ Diócesis de Segorbe á veinte de Noviembre de mil/ ochocientos noventa y cinco el Ecónomo de Castielfa-/ bib D. Francisco Izquierdo dio sepultura eclesiástica/ al cadáver de D. José Aznar Pbro., Cura propio de este/ Pueblo de Torrebaja de cincuenta y nueve años de edad/ hijo legítimo de los difuntos Buenaventura e Isidra/ Blasco naturales de Segorbe y fallecidos en Torrebaja. Falle-/ ció el día anterior á las Once de la mañana á conse-/ cuencia de una Asma según relación facultativa./ Fueron testigos de su entierro Francisco Valero y/ Ramón Martínez. Y lo firma el Ecónomo sucesor. Luis Tortajada, Pbro.
Detalle de querubín, relieve en un cáliz de la iglesia de Torrebaja (Valencia), obra de plata en su color, repujada y fundición de un taller madrileño, correspondiente a la familia Sellan (1872).

            
En el margen izquierdo del texto aparece una nota con el dígito del Acta de Defunción del libro –191-, el nombre del finado –D. José Aznar Blasco- y la edad –59 años-. Debajo, dice: “Otorgó testamento/ dejando a la igle-/ sia un legado de/ 125 P y 200 misas/ rezadas con limos-/ na de 150”.
           
Según vemos, dejó a la Iglesia 125 pesetas, más otra cantidad para 200 misas rezadas por su alma. Firma el Acta de Defunción su sucesor, don Luis Tortajada –se refiere a don Luis Tortajada Gómez-, natural de Puebla de San Miguel, Coadjutor de Castielfabib, con residencia en Los Santos (Castielfabib), a la vez que ecónomo de Torrebaja. Su fallecimiento tuvo lugar el 19 de enero de 1933 y sus restos descansan en el Cementerio Municipal de Torrebaja: le sucedió don Vicente Just Carot, que estuvo poco tiempo; en su lugar estuvo don Jesús Calvo Martínez (natural de Torrebaja, hijo de Justo y de Carmen), que apenas duró unos meses, pues enseguida comenzó la guerra.


Detalle de la lápida de don Luis Tortajada Gómez (1868-1933), cura párroco de Torrebaja (Valencia), natural de Puebla de San Miguel (Valencia), que sustituyó en el curato a don José Aznar Blasco (1836-1895).


Acerca de la niña que se cayó del solanar y se mató.
En el primer capítulo de la presente serie –Anecdotario rinconademucense (I)- recogí la historia de una niña fallecida al caer de un solanar, donde su madre estaba tendiendo la ropa. Dice el texto de referencia:
  • A principios del siglo XX hubo en Torrebaja un matrimonio que vivía en la calle Cantón... Dicha calle circunda la parte baja del pueblo y formaba parte del camino viejo de Ademuz a Teruel, constituyendo parte del Camino Real que comunicaba Valencia con Zaragoza. La casa donde vivía este matrimonio tenía una galería o solanar en la parte alta. El solanar, que suele estar encarado hacia el poniente, tenía también un tendedero que sobresalía de la barandilla. En cierta ocasión, la esposa se hallaba tendiendo ropa con una niña pequeña que tenía. No se sabe muy bien qué sucedió, pero la niña se cayó del solanar y se mató... Pudo ser un descuido de la madre, en todo caso fue un trágico accidente del que desconocemos las circunstancias. Dicen que para unos padres, la muerte de un hijo es lo peor que puede sucederles. No voy a discutir la razón de este argumento, pero sin duda que puede haber cosas peores. Prueba de ello es que todos los días a la hora de comer, el marido de aquella señora le ponía sobre la mesa la ropita ensangrentada de la niña muerta. La esposa dejó de comer y poco tiempo después murió...

Detalle del solanar sito en una antigua casa de la calle Fuente, que baja hacia la del Cantón,
 en Torrebaja (Valencia), desde donde presuntamente se cayó la niña de marras.

            
La historia me intrigaba y sobrecogía a la vez, por eso decidí investigarla, para comprobar la existencia de los personajes, y su veracidad. Para comenzar la pesquisa volví a hablar con el informante, la señora Trinidad Martínez Arnalte (Torrebaja, 1941), vecina de mi confianza a la que creo incapaz de inventar o tergiversar una historia. Puesto en contacto con ella, me refirió:


  • La tía Amparo la Pinaza, mujer del tío Cayetano el Carpintero, sabía muchas historias antiguas del pueblo... Contaba ella que una hija de los Peperrojos, hermana del tío Lamberto y de dos hermanos más, casó con un Sebastiano y tuvieron varias hijas: la Jesusa, Carmen y otra que no recuerdo cómo llamaban... Un día, estando la madre con la niña en el solanar –ese que tiene ahora Jesús el Peteque, junto a la casa del tío Jesús el Romualdo, padre de Amalio- se le cayó y se mató; no sé que edad tendría la niña, pero pequeña... Después de lo ocurrido, todos los días, a la hora de comer, el padre, que debía tener muy mala entraña, colocaba en la mesa la ropa ensangrentada de la niña... La mujer no comía, enfermó de tristeza y poco después murió, decían que de desconsuelo, por tanto tormento como parece le daba el marido.

Calle Fuente en su tramo que baja hacia la calle del Cantón en Torrebaja (Valencia), 2013.

            
Ante el lujo de detalles aportado por el relato, lo primero que hice fue identificar a los personajes que se citan, pues todos ellos existieron. Quiero decir que fueron vecinos del pueblo, a algunos incluso les conocí. Cuando dice de la informante original, “la tía Amparo la Pinaza, mujer del tío Cayetano el Carpintero”, se está refiriendo a la señora Antonia Pinazo Martínez (1895-1971) y a su esposo, el señor Cayetano Gómez Muñoz (1895-1975).[7]

Respecto a la madre de la niña accidentada, “una hija de los Peperrojos, hermana del tío Lamberto y de dos hermanos más, que casó con un Sebastiano”, supe que se trataba de la señora Antonia Gimeno Gimillo, esposa del señor Jesús Arnalte Gómez, hermano de Ramón (1873-1949) y de Abelina (1892-1977), la mujer de Salvador Verbena Muñoz (1890-1962).

Cuando dice que “tuvieron varias hijas: la Jesusa, Carmen y una niña a la que no sé cómo llamaban...”, interpreté que se estaba refiriendo a la señora Amparo Arnalte Gimeno (1906-1989), alias la Jesusa y a su hermana Carmen Arnalte Gimeno (1909-1961), alias la Estanquera. Yo ya tenía investigada a esta progenie por otra anécdota: Indagando en la genealogía familiar averigüé que ambas fueron hijas de Jesús Arnalte Gómez y de Antonia Gimeno Gimillo: él hijo de Francisco Arnalte y María Gómez (a) los Sebastianos -así apodados por una abuela paterna, Sebastiana Esparza-; ella hija de Ramón Gimeno Gómez (1855-1928) y de Carmen Gimillo (a) los Peperrojos.[8]


Vista interior del Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia), 2013.
            

Con estos datos en el haber no había más que buscar en los Libros de Defunción la existencia de una niña con los apellidos “Arnalte Gimeno”, hija de Jesús y de Antonia. Ciertamente, en los Registros Parroquiales consta la defunción y el entierro de una niña nombrada María Magdalena -de 6 días de edad-, cuya transcripción literal, dice:
  • En el pueblo de Torrebaja, Provincia de Valencia/ Diócesis de Segorbe, á veintinueve de Mayo del año mil/ nuevecientos once: Yo D. Luis Tortajada, Pbro., Cura párroco-/ co de este pueblo di sepultura eclesiástica al cadaver de/ Maria Magdalena de seis día(s), hija legítima de/ Jesús Arnalte y Antonia Gimeno, que falleció el dia/ anterior a las cuatro, a consecuencia de Enteritis agu-/ da según relación facultativa. Y para que conste lo firmo. Luis Tortajada, Pbro./ cura.[9]
          
La identificación es correcta, pues existió una niña de nombre María Magdalena Arnalte Gimeno, hija de Jesús y de Antonia, fallecida el día 28 de mayo de 1911 –a los 6 días de su edad-, la cual murió de “Enteritis aguda” –según relación facultativa-. De ser cierta la anécdota, la niña debiera haber muerto como consecuencia de una caída, esto es, por un accidente. La anécdota indica que la madre “[...] no comía, enfermó de tristeza y poco después murió, decían que de desconsuelo, por tanto tormento como parece le daba el marido”. Según los mismos registros, la madre, Antonia Gimeno Gimillo, falleció al día siguiente de haber inhumado a la niña, esto es, a los siete días del alumbramiento, pero por otra causa. Dice el Acta de Defunción (la negrita es mía):
  • En el Pueblo de Torrebaja, Provincia de Valencia, Dióce-/ sis de Segorbe á treinta de Mayo de mil nueve-/ cientos once: Yo D. Luis Tortajada, Pbro. Cura propio de/ esta parroquia dí sepultura eclesiástica al cadáver de/ Antonia Gimeno Gimillo, de treinta y un año de/ edad, hija legítima de Ramón y Carmen, esposa en/ primeras nupcias de Jesús Arnalte, que fallecio el/ mismo dia a las seis, á consecuencia de Nefritis puer-/ peral según relación facultativa, despues de haber reci-/ bido los St. Sacramentos y bendición apostolica. Y/ para que asi pueda constar lo firmo. Luis Tortajada, Pbro./ cura.[10]

Vista interior del Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia), 2013.

            
Según puede verse, la niña María Magdalena Arnalte Gimeno, de 6 días de edad, hija de Jesús y Antonia, falleció el 28 de mayo de 1911, como consecuencia de “Enteritis aguda”, siendo enterrada al día siguiente, día 29 de mayo. La madre, Antonia Gimeno Gimillo, de 31 años de edad, hija de Ramón y Carmen, falleció al día siguiente del entierro de la hija –el 30 de mayo de 1911-, a consecuencia de “Nefritis puerperal”. De todo lo cual se deduce que la anécdota relatada no es cierta, al menos en los términos que se cuenta, pues carece de soporte documental en esta genealogía. Podría ser que hubiera habido otra hija anterior, todavía no identificada. No obstante, dados los detalles del relato, me resisto a creer que la historieta sea totalmente inventada, quedando pendiente de nuevas pesquisas. 

De este modo, ampliando la investigación a los primeros años del siglo XX, halle el acta de defunción de la niña Felicita Arnalte Gimeno, de cinco años de edad, hija de Jesús y de Antonia, fallecida el día 3 de agosto de 1906 en su propio domicilio a consecuencia de “Fractura de cráneo con hemorragia cerebral”.[11]

El hallazgo del acta de defunción de Felicita Arnalte Gimeno (1901-1906) hace que debamos replantearnos la historia, pues el documento acredita que el matrimonio formando por Jesús Arnalte Gómez (a) el Sebastiano y Antonia Gimeno Gimillo (a) la Peperroja tuvieron cuatro hijas: Felicita, Amparo la Jesusa (1906-1989), Carmen la Estanquera (1909-1961) y Mª Magdalena (la última fallecida de “Enteritis aguda” el 28 de mayo en 1911, a los cinco días de vida). El hecho de que la niña Felicita fuera la primera de las hijas conocidas del matrimonio demuestra que la anécdota contiene datos falsos, ya que el relato dice que después de la muerte accidental de la niña la madre “no comía, enfermó de tristeza y poco después murió por tanto tormento como parece le daba el marido”. Obviamente no pudo ser así, ya que después de Felicita hubo tres hijas más, la última (Mª Magdalena) fallecida el 28 de mayo 1911. La madre falleció de “Nefritis puerperal” dos días después, el treinta de mayo de 1911, a los 31 años de edad. Ello significa que cuando la niña Felicita falleció la madre tenía 26 años.

Probablemente nunca sepamos la verdad respecto a lo que se dijo tras la muerte accidental de la niña Felicita, esto es, que “todos los días, a la hora de comer, el padre, que debía tener muy mala entraña, colocaba en la mesa la ropa ensangrentada de la niña...”. La señora Alicia Giménez Arnalte, nieta por línea materna de Jesús y Antonia me comentó: “Esto que has escrito es una barbaridad, mi abuelo no pudo hacer semejante cosa, porque quería muchísimo a su mujer”. Nadie puede decir lo contrario, pero la anécdota referida circuló por el vecindario. La misma señora Alicia Giménez Arnalte me refirió que, según le contaba su madre, “la abuela padecía una enfermedad de la sangre llamada policitemia vera y que le aplicaban sanguijuelas como tratamiento”. Propiamente, sin embargo, falleció de “Nefritis puerperal”; ello no significa que no padeciera dicha enfermedad. Valga el punto para decir que la policitemia vera (también conocida como enfermedad de Vaquez-Osler) es un síndrome mieloproliferativo en el que las células de la sangre sufren un gran incremento en su número; principalmente de hematíes, pero también de leucocitos y trombocitos, afectando principalmente a varones entre los cincuenta y sesenta años. Pudo tratarse de un caso muy particular, pues la paciente en cuestión era una mujer joven (fallecida a los 31 años). Asimismo, resulta sorprendente que a la fecha del suceso (1911) la enfermedad que sufría la señora Antonia Gimeno Gimillo pudiera diagnosticarse con tanta precisión en el medio rural que era Torrebaja. De hecho, la enfermedad había sido descrita por primera vez por Vaquez, en 1892 y definida por Osler en 1903-1904.[12]

El investigador se ha limitado a recoger el suceso y a tratar de verificarlo con los instrumentos a su alcance. No obstante los errores cronológicos y conceptuales que el relato contiene, me resisto a creer que el hecho fuera totalmente inventado. Propiamente, los testimonios orales pueden sufrir tergiversaciones y añadidos con el paso del tiempo, hasta desnaturalizar la historia original, como puede suceder en el presente caso.

Una reflexión final: de ser cierto el hecho de que el padre “colocaba en la mesa la ropa ensangrentada de la niña” fallecida, ¿cómo pudo saberse este dato? Se me ocurren dos opciones: la primera, que la propia madre lo contara; la segunda, que alguien lo viera. De ser inventado, la persona que concibió semejante patraña demostraría una absoluta desvergüenza. Por lo demás, es razonable que la familia se sienta herida o molesta por haberme atrevido a recoger y comentar una anécdota con semejante contenido. Tras pedir disculpas sólo puedo añadir que las personas tenemos tendencia a enorgullecernos o abochornarnos frente a los hechos de nuestros antepasados, pero en ningún caso somos responsables. 

Líneas familiares de los hermanos “Arnalte Gómez” de Torrebaja (Valencia).
Nombre y apellidos
padres
Abuelos
Paternos
Maternos
Abelina, Jesús y Ramón Arnalte Gómez (a) los Sebastianos.
Francisco Arnalte Esparza y
María Gómez Asensio.
Domingo Arnalte y
Sebastiana Esparza.
Isidro Gómez y
Vicenta Asensio de El Cuervo (Teruel).
Elaboración propia (2013).


            
Acerca del Alpargatero, un ratero y carterista valenciano.            
Durante mi infancia en Torrebaja –años cincuenta y sesenta del pasado siglo- se contaban muchas historias del Alpargatero, un caco de poca monta que parece tenía amedrentado al vecindario. Nadie ha sabido darme razón de su nombre, pues sólo se le conoce por el apodo. Desconozco asimismo cual fuera su grado de peligrosidad o maldad, pero la sola mención de su apelativo inspiraba en los niños algo más que temor: Nombrar al Alpargatero era como señalar al hombre del saco, quizá peor, pues aquel era real... No sé de dónde le venía el apodo al “Alpargatero”, pero yo me lo imaginaba como un hombre malo y feo con alpargatas, de aquellas de tela de lona con suela de esparto y vetas negras... Aunque parece que no era mal parecido y tenía buena planta.
            
De mis conversaciones con la señora Trinidad Martínez Arnalte (Torrebaja, 1941), recuerdo una historieta en relación con el Alpargatero:

  • Seguro que habrás oído contar la historia del Alpargatero, un ratero que había sido carterista en la ciudad, y apareció por Torrebaja después de la guerra... Se decía que este hombre procedía de una familia bien de Valencia, pero ni sus padres ni hermanos pudieron nunca con él. Comentaban de él que era una persona educada y de buena apariencia, que hablaba con corrección. A Torrebaja vino con una mujer, nieta de la tía Cuentas, llamada Leonor: Sí, por lo visto era una sota de cuidado... Se había marchado a Barcelona con el marido de la señora Trini la Retratista, que era fotógrafo. Pero una vez allí lo abandonó, y su mujer lo recogió de nuevo. Fue una de aquellas idas y venidas (de Barcelona a Torrebaja) cuando la Leonor se trajo al Alpargatero...


Para situar al lector, cabe decir que Guillermo Cortés Casino (1866-1940), viudo de Teresa Cañizares y con dos hijos –Marino Cortés Cañizares y otro-, casó en segundas nupcias con Leonor Martínez Romero, hija de la tía Cuentas. Al tal Guillermo Cortés Casino ya le conocemos de otros relatos, pues fue quien lanzó la piedra que mató al joven Ramón Cañizares Arnalte –en 1917-.[13] De este segundo matrimonio del señor Guillermo nacieron tres hijos: Isabel, que casó con un hermano de Manuel Hernández Argilés (1918-1992), el marido de Pura la Chinicas, y tuvo dos hijos -Vicente y Manolo-, que pusieron una tienda de ropa en Barcelona; otro al que decían simplemente “Cortés”, un muchacho “que tenía los dientes muy salidos”, y otra hija llamada Leonor Cortés Martínez, una moza “alegre de cascos”, siendo ésta la que se lió con el marido de Trini la Retratista, y la que trajo al Alpargatero a Torrebaja.


Vista de la entrada occidental a Torrebaja (Valencia), por la CN-430 de Cuenca a Teruel, con detalle de los edificios (a la izquierda), que fueron propiedad del señor Segundo Miguel Benedicto (1898-1994), ca.1975.

Sigue diciendo la informante:
  • Resulta que el tío Segundo el Solano -se refiere al señor Segundo Miguel Benedicto (1898-1994)- vivía en Teruel, donde parece tenía algún negocio de cuadras, posada o lo que fuera. De vez en cuando venía a su masía de Villel y a su casa de Torrebaja, que estaba en la carretera, junto a la de Abel Bea... El caso es que el tío Segundo tenía fama de rico, y seguramente lo era. Un día vino de Teruel y después de estar un rato en el café se fue a dormir... Debía ser en este tiempo que comienza a refrescar y la gente se encierra temprano en casa. El caso es que la habitación donde dormía estaba en la planta baja, a un lado del pasillo de la entrada; la habitación tenía una ventana con reja que daba a la carretera. Parece que el hombre no tenía costumbre de cerrarse por dentro, pero aquella noche se cerró..., como si la Providencia le hubiera avisado, para protegerle de lo que tenía que ocurrirle aquella noche.

Salida occidental de Torrebaja (Valencia), por la CN-420, en dirección Cuenca,
con detalle des "casitas baratas" promovidas por el Ayuntamiento (2013).

          
Cabe decir, para situar al lector, que la zona que se está describiendo se halla a la salida de Torrebaja, en la misma carretera, en dirección a Cuenca, en esta parte donde se hallan ahora las “casitas baratas” que promovió el Ayuntamiento. Continúa diciendo:

  • La puerta del cuarto del tío Segundo tenía una claraboya en la parte alta, y nada más acostarse vio él una luz por el cristal... El hombre se levantó, preguntando: ¿Quién va, quién está ahí...? -pero nadie le contestó-. La luz fue directa al cuarto, y el que fuera empezó a mover la manija de la cerradura, hacia un lado y otro... Suerte que la puerta era sólida, de madera buena, de lo contrario la hubiera echado abajo. El tío Segundo se fue hacia la ventana, la abrió y empezó a pedir ayuda: ¡Auxilio, socorro, auxilio...! -pero ningún vecino se asomó ni respondió a las llamadas, ni la tía Doñata, una mujer viuda que vivía enfrente, ni los tíos de Josefina la Chesa, que vivían al lado-. Mientras tanto, la puerta iba que volaba... Carmen la Bernarda, que por entonces ya vivía donde el partidor, tampoco acudió... El tío Segundo se puso a llamar entonces a sus vecinos de enfrente por el nombre: ¡Amparo, Teodoro, Amparo, Teodoro...! Sin embargo, la tía Amparo la Jesusa y su marido, aunque ya estaban durmiendo y tenían las habitaciones por detrás, se despertaron por los gritos -esto me lo contaba la tía Jesusa, que les cogió en el primer sueño, por eso fue que les costó despertarse-.

Entrada occidental de Torrebaja (Valencia), por la CN-420, en dirección Teruel,
con detalle de las "casitas baratas" promovidas por el Ayuntamiento (2013).

            
Y concluye diciendo:
  • Finalmente, la tía Jesusa se levantó y fue a la ventana de su casa, preguntando al tío Segundo qué le pasaba. Asustado, el tío Segundo le contestó: ¡Amparo, que tengo gente en casa..., alguien que me quiere robar! Al oír a la vecina, la puerta del cuarto del tío Segundo dejó de moverse, y los ladrones huyeron. Se marcharon por detrás de la casa, atravesando los huertos. ¡No podían ser más que los ladrones! A todo esto, la tía Amparo echó carretera adelante, hasta el café, donde todavía había gente, y también la Guardia Civil, y refirió el asunto: ¡Que hay gente en casa de Segundo, que quieren robarle...! Los guardias y toda la gente acudieron a casa del tío Segundo, a ver qué pasaba. Al día siguiente se dijo que la tía Francesa, mujer de Julián el Letedo, vio pasar aquella noche, frente a su casa –que estaba por encima del Partidor de la acequia de Castiel- dos personas corriendo. Y en la casa de Segundo encontraron una cuerda pendiente de una viga..., con un nudo de ahorcar. Se pensó que los ladrones querían sacarle la firma al tío Segundo, dinero o lo que fuera, y luego ahorcarlo... Más tarde se supo que días antes, alguno de la familia del tío Abel había visto al Alpargatero rondando la casa.
            
Cuando dice “la tía Francesa, mujer de Juan el Letedo”, se refiere al matrimonio formado por la señora Luciana Vialanait Carriere y al señor Julián Martínez Cañizares, padres de Luciano y de Julián el Francés (Millau-Francia, 1931).[14]




[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Censo eclesiástico de 1878 en el Lugar de Torrebaja (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 24 de octubre de 2011.
[2] ID. La iglesia de San Joaquín y Santa Bárbara en Arroyo Cerezo, aldea de Castielfabib (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del domingo 12 de mayo de 2013.
[3] ID. Estudio epidemiológico del cólera de 1885 en el Rincón de Ademuz, en revista Ababol 37 (2004) 21-25 y Ababol 38 (2004) 12-15.
[4] ID. Estudio epidemiológico del cólera de 1885 en el Rincón de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 123-132.
[5] Archivo Histórico Parroquial de Torrebaja [AHPTb]. Libro de Bautismos, 1885, tomo IV, p. 177.
[6] SÁNCHEZ GARZÓN (2007), p. 132.
[7] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Anecdotario rinconademucense (IV), en Desde el Rincón de Ademuz, del martes 2 de julio de 2013.
[8] ID. Anecdotario rinconademucense (III), en Desde el Rincón de Ademuz, del martes 2 de julio de 2013.
[9] Archivo Histórico Parroquial de Torrebaja (Valencia) [AHPTb], Libro de Defunciones, Año 1911, p. 110r, nº 504. Archivo Histórico del Juzgado Municipal de Torrebaja (Valencia) [AHJMTb], Libro de Defunciones, Año 1911, Acta nº 110, folio 110.
[10] [AHPTb], Libro de Defunciones, Año 1911, p. 110r, nº 505. [AHJMTb], Libro de Defunciones, Año 1911, Acta nº 111, folio 111.
[11] [AHJMTb], Libro de Defunciones, Año 1906, Acta nº 24, folio 24.
[12] JOHN B. MIALE, M.D. (1985). Hematología. Medicina de laboratorio, Editorial Reverté, S.A., Barcelona, p. 785. ISNB: 84-291-5550-3
[13] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Anecdotario rinconademucense (III), en Desde el Rincón de Ademuz, del martes 2 de julio de 2013.
[14] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Julián Martínez Vialanait, (a) el Francés, en Desde el Rincón de Ademuz, del domingo 24 de diciembre de 2011.

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