Reflexiones de un lugareño,
a propósito del paisaje, la historia y el paisanaje.
“Hállase Vallanca en
una cuesta rápida;
sus calles y edificios
sin gusto,
ni más comodidades que
las precisas para el abrigo de [sus] vecinos,
de las caballerías y
frutos”
-Antonio Josef
Cavanilles (1797)-.
Palabras previas.
Para ir a Vallanca desde Ademuz escogeremos la carretera CV-478 que parte de esta población por la margen izquierda del barranco Seco, en dirección oeste... Podríamos subir andando, siguiendo el curso ascendente del Bohílgues o río de Vallanca, que rinde sus aguas al Turia en Ademuz; pero ésta es una amena excursión a la que dedicar una mañana, y que dejaremos para otra ocasión.
El
propósito de la entrada es arribar al cerro de Vallanca donde se halla la
ermita de san Roque, para observar el mirador y lo que desde allí puede
contemplarse -la naturaleza, el paisaje y alguna noción de historia local-; pues no hay naturaleza sin historia, ni paisaje sin
paisanaje.
Vallanca es una de las poblaciones más antiguas del Rincón de Ademuz, territorio inicialmente formado por dos extensos municipio –Ademuz y Castielfabib-: con ocasión de su Iglesia, que tiene origen matricial, a Vallanca ya se la nombra en los años treinta del siglo XIII (1232), y le cabe el honor de haber sido la primera que se independizó de Ademuz, hecho que tuvo lugar en el Antiguo Régimen, a finales del siglo XVII (1695), reinando Carlos II de España (1665-1700). Gozó por ello del título de Villa Real, al igual que Puebla de San Miguel, que también se segregó de Ademuz para constituirse en municipio independiente, ésta a mediados del siglo XVIII (1765), reinando Carlos III de España (1759-1788). Los demás municipios comarcanos se constituyeron como tales ya en el siglo XIX, a partir del segundo cuarto de esa centuria.
Vista general de Vallanca (Valencia), desde el cerro frontero (2011). |
En busca de Vallanca, antigua Villa Real.
Decía arriba que para ir a Vallanca elegiremos la carretera que parte de Ademuz,
según salimos o entramos a ésta por el acceso meridional. El kilómetro 0 de la
carreterita que lleva a Vallanca y su aldea de Negrón nace donde el puente por
el que la avenida de Valencia salva el Bohílgues antes de abocar sus aguas al
Turia. Justo en este cruce de caminos nos encontramos a 6 kilómetros de
Vallanca (oeste), a 8 de Torrebaja y a 44 de Teruel (norte). A 4 de Casas Altas,
a 6 de Casas Bajas, a 17 de Santa Cruz de Moya (sur) y a 92 de Requena
(sureste).
Esta
parte del caserío de Ademuz que mira el barranco Seco se la conoce como La
Solana, pues está orientada al poniente y prácticamente se ve bañada por el sol
todo el día; gran parte de las edificaciones corresponden a antiguas eras y
pajares. Al comienzo de la vía veremos un camino asfaltado a la mano izquierda que conduce a la Fuente Vieja y al molino de la Villa, siendo por esta parte
por donde se sube hasta Vallanca siguiendo el curso del Bohílgues. La carretera
de Vallanca continúa en llano durante más de un kilómetro, hasta que cruza el
barranco y comienza la subida. Durante la ascensión por la ladera conviene
detenernos en algún punto para contemplar el panorama, que se hace más agreste
y escarpado por momento. Mirando hacia el sureste veremos la eminencia del
castillo de Ademuz –donde la arruinada Ermita de Santa Bárbara-, con el caserío
descorriéndose por la ladera, la Vega del Turia y el puente que sobrevuela Los Arenales, y que corresponde al tramo nuevo de la CN-330 de
Manzaneruela (Landete) a Torrebaja. Frente a Ademuz se alza el cerro de Horca,
por donde trepa la vía que conduce al Pinar Llano, en dirección a Moya
(Cuenca). A nuestros pies y durante todo el trayecto discurren las hoces del
Bohílgues, mientras que en la margen opuesta la ladera se eleva en sucesivas labradas escalonadas, hasta cerrar el horizonte al poniente.
Comienzo de la CV-478 que lleva a Vallanca (Valencia) desde Ademuz (Valencia), con detalle de la distancia a Torrebaja y Teruel (2014). |
Vista de La Solana de Ademuz (Valencia), desde un punto de la carrera de Vallanca (2014). |
Detalle del "Canto Gordo" en la carretera de Ademuz-Vallanca (Valencia), 2014. |
Vista parcial del caserío de Vallanca (Valencia), desde el "Canto Gordo" (2014). |
Vista de Vallanca (Valencia), desde la CV-478, con detalle del camino de la vega (2014). |
Vista de Vallanca (Valencia), desde la CV-478, con detalle del camino de la vega (2014). |
En un punto del trayecto observaremos un enorme mogote de piedra que se alza sobre el precipicio, se trata del “Canto Gordo” que divide término entre Ademuz y Vallanca: sobrepasado este paraje comienzan a verse las primeras casas de Vallanca. Poco más adelante, en torno al kilómetro 6 de la CV-478 ya puede verse la Villa en un plano general, dispuesta en la parte baja de una ladera, abocada a la Vega. Por la Vega discurre el riachuelo del Bohílgues y junto al río el antiguo camino que viene de Ademuz y las fincas de cultivo, en cuyas márgenes crecen altos chopos y copudas nogueras. El caserío de Vallanca, que mira al poniente, se observa al fondo, en la confluencia de los montes de uno y otro lado, centrado por la torre-campanario de la parroquial, Nuestra Señora de los Ángeles, mientras que en la zona izquierda (noroeste) destaca el níveo edificio de la Ermita de San Roque, dispuesto en un cerrito sobre el cantil.
Detalle del cartel que da noticia de la erección de Vallanca (Valencia) como Villa Real en tiempos de Carlos II de España en 1695 (2014). |
VILLA REAL DE VALLANCA
Por Real Privilegio
de Su Majestad
El Rey Carlos II [el
Hechizado] dado en la Villa
de Madrid a los
catorce días del mes de
octubre de 1695 quedó
erigida en Villa
real el lugar de
Vallanca, siendo
comisionado Bruno
Salcedo, oidor de la
excelentísima y Real
Audiencia de la
ciudad y Reino de
Valencia.
El texto cerámico
resulta de gran interés, explica sucintamente cómo el último de
los Austrias concedió el título de Villa Real a Vallanca en los últimos años de
su reinado. Con todo, la fecha de erección no es exactamente la que se anota en el texto, pues fue el 14 de abril de 1695. Valga
como prueba una breve cita:
- En el Archivo de la Villa de Vallanca existe un Decreto R[eal] sobre pergamino, firmado por el Señor Rey Don Carlos Segundo [1665-1700] en el día 14 de abril del año 1695= y 13= de su Reinado, con su sello pendiente, y de el consta:// Que su Magd elevaba y elebó [fol. 25v] a Vallanca a la clase de Villa Real con los mismos derechos, y privilegios que gozan las dichas reales Villas de este Reyno; Y con separación ê independencia absoluta de la Villa de Ademuz â la qual prohíve que pretenda superioridad alguna sobre la de Vallanca.[1]
El
texto precedente fue escrito en fecha incierta por el doctor don José López,
rector de Vallanca, aunque debió ser durante reinando Carlos IV (1788-1808), pues en
dicho documento se le cita como “católico y prudentísimo monarca (que Dios
prospere)” -de haber fallecido diría "que Dios haya o tenga en su gloria"; de vivir y haber cedido sus derechos al trono, no se le nombraría ya como "prudentísimo monarca"-. Del documento y de su autor se dice más adelante, sólo cabe
anticipar que fue escrito en el contexto de un juicio promovido por el Comendador
de Montesa en el Rincón de Ademuz contra los curas de Puebla de San Miguel,
Torrebaja y Vallanca, con relación al reparto de ciertos frutos: el pleito se llevó en la Audiencia Real de Valencia y la sentencia -pronunciada el 24 de diciembre de 1815- fue favorable a los curas y vicarios de la demanda del Caballero Comendador, conde de Castellflorido. En cualquier
caso, el pergamino original de concesión del villazgo a Vallanca todavía existía
en el Archivo de la Villa a finales del siglo XVIII-principios del XIX. Hoy, sin embargo, ha desaparecido, como tantas otras cosas...
Poco más
adelante llegaremos a la entrada de Vallanca... De pretender visitar la Villa
merece la pena seguir la calle que nace a nuestra derecha –por debajo del
edifico de las antiguas Escuelas Nacionales-, y que conduce al centro, donde la
plaza de España, el Ayuntamiento y la iglesia parroquial, para admirar el lugar y perderse por
las callejas del caserío. Pero nuestro objetivo es ir al Mirador de San Roque,
razón por la que continuaremos por la carreterita que conduce a Negrón y que
circunda el caserío por la parte baja. Sobrepasada la Cueva de Tosca llegaremos
al otro extremo del pueblo, donde la fuente de los Caños y la Avenida de la
Virgen de Santerón: por aquí pasa la imagen de la Virgen sobre sus andas cuando la bajan de Santerón, y cuando la vuelven a subir a su ermitorio durante los Septenarios.
Poco más
arriba hay otro edificio, se trata de la antigua Casa del
Médico, edificio de los años cincuenta sito a la derecha de la carretera. A la misma mano, bajo una frondosa
noguera, veremos un pilón encalado con el frontis señalado por números romanos:
se trata del último descansadero de la Virgen, el octavo desde Santerón, que
luce el número del último Septenario (XLII) correspondiente a 2012. Poco más
adelante, en la mano izquierda, veremos un puente que salva el Bohílgues –se
trata del viaducto de La Puente, el más antiguo del río-, cuyo camino conduce hacia las cuestas de
Moya. La carretera hace en este punto una cerrada curva a la derecha y otra
también muy cerrada poco más adelante. Salvado este punto hay un camino de
tierra a la derecha, junto a una acequia de aguas prístinas y frescas: se trata
del comienzo del barranco del Nogueral, que lleva para Arroyo Cerezo y la
carretera de Cuenca. La vía principal continúa en llano por la vega hacia la
Fuente de la Teja y el Polideportivo Municipal, y sigue hacia la Fuente del Romero
y el Prado Vega, que queda a la derecha. Desde este punto la vía continua
cuesta arriba, camino de Negrón.
Detalle de bancos y jardineras bajo una higuera a la entrada de Vallanca (Valencia), 2014. |
Pero para
subir hasta el “Mirador de San Roque” tomaremos el desvío cementado que nace a
la derecha, poco antes del segundo recodo tras La Puente. Esta vía lleva al
ermitorio por la ladera del cerrito que hay al oeste de la población, una zona
de naves, eras y pajares bastante degradada. Enseguida llegaremos a la parte
llana del cerro, donde se halla la terraza que venimos buscando y la Ermita de San Roque.
Desde el
Mirador de San Roque.
El “Mirador de
San Roque” se halla en La Covatilla, un cerrito al noroeste de Vallanca... Se
trata de una zona elevada con una parte relativamente llana donde se asienta la
ermita de San Roque. Por encima del ermitorio veremos uno de los depósitos del
agua potable que abastece la población y en su derredor una zona de recreo con
columpios, balancines y otros artilugios de juego infantil. La carreterita que
conduce a la ermita desde el pueblo y el cementerio municipal -o la que hemos
seguido nosotros desde la avenida de la Virgen de Santerón-, se hace una en esta
parte, y continúa hacia el norte en arriscada pendiente por el monte público de
El Cabezo y Los Calarizos, en dirección a Castielfabib, vía los rentos de Las
Tóvedas de Arriba y Abajo.
Vista parcial de la fachada de la Ermita de San Roque en Vallanca (Valencia), con detalle del tronco del viejo olmo que había en la placeta y el caserío al fondo (2014). |
Vista de la Ermita de San Roque en Vallanca (Valencia) [Tomada de LLUCH GARÍN (1980), vol. I, p. 528]. |
Vista de la ermita de San Roque en Vallanca (Valencia), con detalle de sus fachadas frontal (meridional) y de levante (2014). |
Vista de la Ermita de San Roque en Vallanca (Valencia), con detalle de sus fachadas este y meridional (2014). |
Vista de la Ermita de San Roque en Vallanca (Valencia), con detalle de sus fachadas este y septentrional (2014). |
Lo más
llamativo del lugar es la ermita, cuya fábrica destaca por el
desafortunado jalbegado de sus paredes; no es el blanco el color más
apropiado para su integración en el entorno. La primera descripción del edifico
la hizo el escritor y periodista valenciano Luis B Lluch Garín (1966): La ermita pintada de blanco domina el
buzamiento de la colina. Ella sola llena el cabezo pelado sin más compañía que
la del viejo olmo...[2]
La construcción es realmente singular, orientada de norte a sur, posee planta
de cruz latina, como la neoclásica iglesia de El Salvador de Casas Bajas. Ello
supone que la cobertura resulte muy llamativa y laboriosa de montar. Para
contemplar a placer la fachada podemos sentarnos en un de los bancos que hay
enfrente, junto al tronco seco del secular olmo que había hasta hace unas
décadas, talado por causa de la grafiosis. El frontis es plano,
basado en mampostería con piedras labradas en las esquinas. Luce una entrada con
arco de medio punto y dovelas enmarcando un portón de dos hojas forrado de
cinc. El arco de formalete resulta anacrónico, quiero decir que no es el esperable en un edificio neoclásico como éste, donde entonaría más un arco recto, pues son rectas las líneas predominantes en la construcción. Arcos semejantes al de la ermita de San Roque pueden verse en la de San Miguel de Val de la Sabina (Ademuz)[3] y en la de San Cristóbal en Tormón (Teruel),que también posee una “cruz trinitaria” redondeada.[4]
A ambos lados del portón hay dos ventanucos: el de la derecha, cegado.
Sobre la piedra angular del arco luce una cruz latina labrada en piedra tosca,
similar a otras que pueden verse en las demás fachadas. Sobre el hastial vemos
una sencilla espadaña de ladrillo con una cruz en la parte alta, aunque sin
campana. En la parte inferior derecha del arco de entrada hay un cuadro
encristalado con texto y dibujos que ilustran someramente acerca de las características
del edificio, y por encima de éste un cuadro de ladrillos cerámicos enmarcados
en hierro con la representación de la XV estación del Vía Crucis: Resurrección
de Jesús. Dicha Estación corresponde a la tradición larga, ya que la corta
concluye en la XIV estación: Entierro de Jesús. Digamos que se trata de
la culminación de la Pasión y Muerte del Señor -y la más importante-, ya que sin
Resurrección de Jesús no hay cristianismo que valga.
Detalle del plafón cerámico con la última Estación del Vía Crucis: Resurrección de Jesús -en la fachada principal de la ermita de San Roque en Vallanca (Valencia)-, (2014). |
Decía que el
plafón de la Pasión está compuesto por 12 ladrillos cerámicos encuadrados en
hierro y con una cruz del mismo material en la parte superior. El cuadro posee
una cenefa con motivos vegetales (amarillo y azul), centrando la figura de
Cristo Jesús resucitado sobre la tumba de piedra abierta, en cuyo margen
inferior izquierda hay un soldado con una lanza: “¡Verdaderamente, éste era
Hijo de Dios!” –dice el centurión (Mt 27, 54-56) . A Cristo se le representa
envuelto en una túnica con el torso desnudo, la cabeza en un halo de santidad,
la mano derecha levantada mientras en la izquierda sostiene un estandarte con
una cruz roja... La representación evoca el Noli me tangere –palabras del Evangelio joánico (Vulgata) con las que Jesús se dirige a María
Magdalena tras la Resurrección: “Déjame (No me toques, suéltame, no me
retengas...) porque todavía no he subido al Padre" (Jn 20:17).[5]
Los ladrillos vienen firmados por “Afar”, sin fecha (s/f).
En una esquina de la
fachada de levante hay un plafón semejante, correspondiente éste a la XIV Estación:
Jesús es puesto en el sepulcro. El cuerpo muerto de Jesús, envuelto en un sudario, es
transportado entre dos varones al sepulcro. Una figura femenina se halla
arrodillada delante, la cabeza baja, mientras la Virgen María contempla la
escena. Jesús y María portan halos de santidad. Otro plafón, éste en una
esquina de la fachada septentrional, representa la XIII Estación: Jesús
adorado en la Cruz en brazos de su madre. Jesús es colocado a los pies de
su madre, dos figuras femeninas se hallan a su lado. Al pie de la cruz hay otra masculina, con las manos en oración. La XII Estación: Jesús muere en
la Cruz, está colocada en el depósito del abastecimiento de agua potable.
Jesús crucificado y muerto en la cruz. María, su madre santísima, aparece al pie de la
cruz, rodeada de varias figuras, una de ellas barbada, mientras un soldado con
lanza mira a otra arrodillada al pie del madero.
Detalle del plafón cerámico con la XIII Estación del Vía Crucis: Jesús adorado en la Cruz en brazos de su madre -en la fachada este de la ermita de San Roque en Vallanca (Valencia)-, (2014). |
Detalle del plafón cerámico con la XIV Estación del Vía Crucis: Jesús es puesto en el sepulcro -en la fachada posterior (septentrional) de la ermita de San Roque en Vallanca (Valencia)-, (2014). |
El interior de
la Ermita de San Roque tiene poco que ver, lo más interesante es su planta en
cruz latina y el maderaje de su cobertura, basado en el sistema de par-hilera
típico del mudéjar aragonés: posee una viga central doble (hilera), que
apoya en el arco de diafragma, mientras que los pares (alfardas) apoyan
en los estribos laterales de las paredes, sin tirantes. Previo al arco toral,
existe un sencillo púlpito de obra sin tornavoz, ubicado en el lado de la
epístola. El crucero posee cúpula semiesférica y dos arcos con bóveda de cañón
en los brazos laterales. El ermitorio guarda la imagen del patrón durante todo
el año, con la excepción del día de su onomástica en que es bajado en procesión a la
parroquial: durante el acto se sube de la iglesia la imagen de los
“santos de la piedra” (san Abdón y san Senén), que pasan el día en la ermita,
mientras se baja el santo de Montpellier a la parroquial: se trata de un
intercambio temporal, apenas una excursión de horas, pues por la tarde la
procesión vuelve a subir a la ermita con san Roque, cuya imagen se deja en su lugar para bajarse la de los “santicos de la piedra”.[6] Y así hasta el año siguiente... Se trata de sencillas tradiciones heredadas del mundo rural de nuestros antepasados, y de las que somos legatarios. Me pregunto, no obstante, si tendrán algún sentido para los nuevos vallanqueros y rinconademucenses en general, pues el nuestro ya no es el ámbito de la ruralidad: ¿conocen los jóvenes los carismas de san Roque o el sentido de procesionar a los simpáticos "santicos de la piedra"? ¡Lo dudo mucho! Habrá que adaptar la tradición de antaño al mundo actual, buscando nuevos sentidos a lo que creyeron nuestros padres y abuelos, rogando a nuestros patrones que nos libren, si no de la peste y el pedrisco, sí de las asechanzas de la nueva realidad: de la falta de confianza en la Divina Providencia, de la despoblación y el abandono de los campos, de la soledad y el desamparo de nuestros mayores -que pronto seremos nosotros. No quisiera que mis palabras sonaran a sermoncillo; lo que quiero decir es que tanto los individuos como la sociedad necesitamos de vidas ejemplares -héroes, santos, mitos...- a los que emular por sus virtudes cívicas y sociales, amén de por su santidad.
Respecto a la
construcción de la Ermita de San Roque, se ha especulado que pudiera ser una de
las dos que cita el obispo de Segorbe -fray Francisco Gabaldá Guarch (1589-1660)- en
su Relación ad limina de 1656, aunque el prelado no menciona su
advocación.[7] En ese caso
podría pensarse si una sería la de San Antonio de Padua en Negrón y otra
la de San Roque en Vallanca, aunque se hallara ésta bajo otra
advocación. Sin embargo, la actual ermita se data en el primer
tercio del siglo XVIII –ello no significa que pudiera haber otra anterior más antigua, correspondiente a la que nombra el prelado. Especulando
sobre el tema vemos que Vallanca alcanzó su independencia jurisdiccional de
Ademuz el 14 de abril de 1695, por concesión de Carlos II de España.[8]
Curiosamente, su iglesia Nuestra Señora de los Ángeles era
matricial, con territorio propio e
independiente desde su fundación. Con motivo de la toma de posesión de su villazgo tuvieron lugar
una serie de hechos, que cronológicamente reseñamos en la siguiente tabla:
Relación cronológica de los
actos que tuvieron lugar en Vallanca con motivo de la toma de posesión de su
villazgo (1695).
1695,
abril 14
|
* Real Decreto, concediendo a Vallanca el título
de Villa Real, firmado por el rey Carlos II de España (1665-1700).
* Comisión Real al señor don Bruno Salcedo y
Vives, miembro de su Real Consejo y su Oidor (Juez) en la Real Audiencia
de Valencia, mandándole ir personalmente a Vallanca para el cumplimiento de
las Letras Reales.
|
1695, diciembre 2
|
* Leandro Báguena, vecino de Vallanca y
apoderado del Comisionado, presentó todos los enunciados al señor Juez
Comisionado.
|
1695,
diciembre 8
|
* El señor Juez Comisionado llegó a Vallanca por
la noche, acompañado de Alberto Colomer, su escribano, Notario Real y
vecino de Valencia.
|
1695,
diciembre 9
|
* Elección de Pedro Espierrer como
“trompeta público de Vallanca, para pregonar los convenientes pregones”.
* Entre lo que hizo, pregonó que todos los
vecinos, bajo pena de 10 L, a las 9:00 horas del día siguiente deberían
acudir a la Iglesia a los sones de la Misa Mayor, para oír leer los Decretos
Reales.
|
1695,
diciembre 10
|
* Antes de las 9:00 horas se juntaron todos los
vecinos, donde solían hacerlo, para elegir y nombrar Justicia y demás cargos
del Ayuntamiento, “a fin de darles la verdadera Real, Actual y Corporal
posesión”.
* Después fueron todos a la iglesia como estaba
mandado, donde oyeron leer con voz clara e inteligible, los Decretos Reales;
luego oyeron la Misa Cantada, y concluida la epístola el Señor Juez
Comisionado, teniendo en sus manos un Misal abierto, juramentó a todos los
cargos electos.
* Terminada la Misa el Juez Comisionado [Bruno Salcedo y
Vives] dio a
todos los electos posesión Real, verdadera, actual y corporal de los asuntos
de su competencia [molino, horno, panadería, taberna, carnicería cárcel, casa
de la Villa, aguas, mesón y tienda], ordenando a los arrendatarios, o que
administraban dichas regalías, que desde ese momento y día no reconociesen a
otro dueño que a la Villa de Vallanca, a la que debían acudir con todos los
pagos, y recibir de ella todos los arriendos y ordenanzas que le corresponden.
* Aquel mismo día se fijó la horca en un cerro
cercano a la población; haciéndose todo pacíficamente, sin contradicción, ni
oposición de persona alguna, ni de los oficiales Reales de Ademuz.
|
1695,
diciembre 11
|
* Por mandato del señor Juez Comisionado, su
secretario y notario [Alberto Colomer], a petición del síndico
(representante) de la Villa [Leandro Báguena] se dio copia de todo lo
realizado, guardándolo en el Archivo de la Villa.
|
1695,
diciembre 20
|
* La Villa tomó posesión de la “Dehesa de los
Barrancos” (que es el Prado Vega).
|
Cf. SÁNCHEZ GARZÓN
(2002), p. 310.
En el
Antiguo Régimen, la toma de posesión del villazgo en una población era un acontecimiento de suma
importancia para una comunidad -tanto desde el punto de vista político como
social y económico-: pues de esta forma se constituía en municipio
independiente. En el caso de Vallanca, el encargado de dar cumplimiento al Real
mandato fue don Bruno Salcedo y Vives, miembro de su Consejo y su Oidor
(Juez) en la Real Audiencia de Valencia, quien con fecha 2 de diciembre de 1695
se personó en la localidad para dar cumplimiento a las Letras Reales. El
acontecimiento se desarrolló protocolariamente, "haciéndose todo
pacíficamente, sin contradicción, ni oposición de persona alguna, ni de los
oficiales Reales de Ademuz". De todo lo realizado se levantó acta,
guardándose una copia en el Archivo de la Villa: el original de aquel documento
no se ha conservado, pero todavía existía a finales del siglo XVIII-principios
del XIX, según lo testimonia el expediente realizado por el doctor don José
López, sabio rector de Vallanca.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).
Continúa
en:
.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La ermita de San Miguel Arcángel en Val de la Sabina (Ademuz), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 30 de marzo de 2013.
[4] ID. Tormón, pueblo de Teruel (I y II), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 1 de febrero de 2017.
[4] ID. Tormón, pueblo de Teruel (I y II), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 1 de febrero de 2017.
[5] Cf. Wikipedia, voz Noli me tangere.
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía, obra conjunta Coordinada por Nuria Millán Eslava y Ruth Sánchez Férriz, con textos de Alfredo Sánchez Garzón, Editada por el Ayuntamiento de Vallanca, Valencia, pp. 120-122.
[7] CÁRCEL ORTÍ,
Mª Milagros (1989). Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas,
Edita Generalidad Valenciana, Valencia, tomo III [Segorbe], p. 1522.
[8] SÁNCHEZ
GARZÓN (2002), p. 282 y 310.
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