Homenaje al escritor casasaltense
en la entrega de los Premios Nacionales de
Cultura en Barcelona 2014
-a propósito del 50º aniversario de la publicación de "Els altres catalans" (1964)-.
-a propósito del 50º aniversario de la publicación de "Els altres catalans" (1964)-.
“Dicen que de desagradecidos está
empedrado el infierno.
Seguro que tengo un
adoquín allí...”
-Francisco Candel (1925-2007),
escritor y periodista-.
Palabras
previas.
La
primera vez que escribí acerca de Paco Candel –me refiero a Francisco Candel
Tortajada (1925-2007)-[1] utilicé el mismo título de esta entrada, pues me pareció el más adecuado a la
idea que pretendía reflejar del personaje, el de un hijo del Rincón de Ademuz
emigrado a Barcelona. Aquel primer suelto se publicó en Diario de Teruel (199),[2] y más tarde, modificado y ampliado el texto formó parte de mi primer libro.[3] Los libros, como las personas, cambian con el tiempo; hay algunos que se conservan, otros mejoran, mientras que otros empeoran o se hacen anticuados...
Años
después tuve la ocasión de escribir de nuevo acerca del escritor, esta vez con
motivo de su fallecimiento en Barcelona, ocurrido el 27 de noviembre de 2007.
Allí desarrollaba mi visión del personaje, basada en la particular relación
epistolar que años antes había mantenido con él.[4]
El comentario de aquella correspondencia sirve para adentrarnos en la comprensión
del escritor como persona, ya que sin entrar en confidencias nos permite una visión
más íntima de su forma de ser.
Mi
conocimiento del escritor, sin embargo, databa de los años setenta, justamente
a raíz de la publicación de su libro Viaje al Rincón de Ademuz
(Barcelona, 1968) –basado en las notas y observaciones tomadas, tras un viaje
que hizo a la zona en septiembre de 1964, acompañado de varios amigos
catalanes-. Por la época en que Candel hizo aquella excursión yo era un
preadolescente recién llegado a Barcelona para cursar el Bachillerato, y para
nada conocía al escritor. Fue años después, tras la publicación de su libro,
cuando le conocí. Por entonces yo ya residía en Valencia. Un compañero me pidió
le dejara un libro que estaba leyendo, y cuando terminé se lo dejé.
Valga un inciso para decir que
no me gusta dejar mis libros, entiendo se trata de una pequeña manía, pues soy muy cuidadoso con estos objetos y siempre que he dejado
alguno he tenido problemas. En el verano de 1972 estuve viajando en autostop
por varios países de Europa, Francia, Bélgica, Holanda... Durante la estancia
en París fui a la embajada China y pedí uno de aquellos libritos que llamaban El
libro rojo de Mao –un ejemplar pequeño de tapas duras y hojas finas-:
me dieron uno y lo guardé como un trofeo. ¡En lo político, lo verdaderamente progre entonces
era ser maoísta! En cierta ocasión dejé prestado el libro de Mao Zedong y ya no
me lo devolvieron. Me enfadé mucho, más por el significado que para mí tenía el
libro que por su contenido, pues el del dirigente chino era un tostón de
difícil digestión, ¡al menos eso me pareció al lerlo! Disculpen la digresión...
Volviendo al relato, decía que
un compañero me pidió un libro que yo estaba leyendo y se lo dejé. Cuando llegó
el momento de devolvérmelo me hizo una propuesta: yo le regalaba el libro que
le había dejado y él me daría otro a cambio. Acepté por cortesía, ya que mi libro tenía
más precio, por ser una edición en tapa dura de La rebelión de las masas
(1929) de Ortega y Gasset. En el intercambio mi amigo me obsequió con un
ejemplar en rústica de Viaje al Rincón de Ademuz (1977) de
Francisco Candel. Con el tiempo comprendí que no había salido tan perjudicado,
pues aunque el libro de Candel no es de los mejores, me descubrió al personaje
y al escritor casasaltense. Tiempo después me volví a comprar otro ejemplar del
libro de don José...
Vista genera de Casas Altas (Valencia), pueblo natal de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), desde la ladera del cementerio municipal (2013). |
Francisco
Candel y el Rincón de Ademuz.
Tuve
la oportunidad de conocer personalmente a Francisco Candel, esto fue durante
una conferencia que dio en Casas Altas -el 7 de agosto de 1997-, bajo el título De
emigrante a escritor.[5]
Decía que tuve la oportunidad, pero la desaproveché, pues por razones de
trabajo no puede asistir a aquella presentación. En aquella charla –y digo
charla pues el escritor hubiera rechazado el nombre más pomposo de conferencia,
de la misma forma que le gustaba ser nombrado como Paco y no como don
Francisco, pues una de sus características más personales era la sencillez y
proximidad en el trato-. Según se dijo, el coloquio de referencia constituyó un
acontecimiento local, ya que era la primera vez que el autor contactaba
directamente con su auditorio rinconademucense. El escritor demostró que, pese
a la distancia y los años transcurridos, no había olvidado su tierra, la tierra
de sus antecesores y también la suya. Escribía el cronista:
- "Adquirió ésta (la conferencia) el significado de un reencuentro de la persona con el lugar de nacimiento, ya que anteriormente Candel hizo escasas visitas y de muy corta duración a su pueblo. Reencuentro emocionante para el escritor, que se vio aclamado por (los) asistentes, procedentes de casi todo el Rincón (de Ademuz); gratificante para los casasalteros –viejos y jóvenes- que pudieron demostrarle su afecto; relevante además, porque hizo aflorar el orgullo de los ademuceros por tenerlo por paisano. Fue una jornada en que se vivió el espíritu de concordia a través de las sanas reflexiones y sabrosas anécdotas de un hijo del terruño, que ha llegado a la fama con sólo su trabajo, su sencillez, su humildad y su hombría de bien".[6]
Un
par de días después de la conferencia de Candel se celebró en su homenaje una
“gachada”, vocablo inventado Ángel Antón –me refiero a don Ángel Antón
Andrés (1922-2011)-[7]
para referirse a una comida de confraternidad basada en nuestras típicas gachas
de maíz.[8]
Sigue diciendo el cronista:
- "El día 9 (de agosto de 1997) tuvo lugar “en homenaje al Paco Candel y como muestra de confraternidad entre las gentes de nuestra tierra” –según rezaba el cartel anunciador- un acto nunca hasta entonces organizado por nosotros: una comida (las típicas “gachas”) que reunió a gentes de varios pueblos. Hubo que limitar la asistencia por falta de espacio, pero el éxito obtenido tanto aquí como en la conferencia hizo que se prometiera que, para el año próximo, se organizaría acto semejante para mayor concurrencia. Todo el mundo quedó muy satisfecho. Tenemos la impresión de que, poco a poco, va ganando terreno ese sentimiento de pertenencia a un terruño de todos, dejando al margen diferencias y rivalidades y resaltando la solidaridad y la comunidad".[9]
Candel
se sintió realmente emocionado con el agasajo que le hicieron en su pueblo, no
pensaba que sus coterráneos le tuvieran en tanta estima. Sus padres habían emigrado
a Barcelona cuando él apenas tenía dos años (1927) y no volvieron a Casas Altas
hasta comenzada la IIª República, cuando ya contaba siete de edad (1932). Desde
entonces vino poco por el Rincón de Ademuz. Uno de los viajes fue el mencionado
de 1964, cuando apareció por la zona con sus amigos catalanes: vinieron andando
desde Teruel y entraron en la comarca por Mas del Olmo, pasaron luego a Puebla
de San Miguel, Sesga y Casas Bajas, siguieron luego por Ademuz y Torrebaja,
regresando a Teruel por esta vía, ya en coche. Un recorrido antológico que
Candel nos describe con su peculiar estilo, lleno de observaciones y
reflexiones. Ocurre con su libro lo que con el de la periodista y escritora
valenciana Mª Ángeles Arazo: ambos datan de la misma época, aunque
el de la periodista -Gente del Rincón (Valencia, 1966)- se
publicó dos años antes. Con estilos absolutamente diferentes, sus autores nos
describen el Rincón de Ademuz que vieron o creyeron ver, ya que sus personajes,
aunque reales, no representan a la generalidad de sus moradores. En cualquier
caso, guardo sus libros con cariño...
Detalle de la portada del libro de Francisco Candel "Viaje al Rincón de Ademuz" (1977), edición de Plaza &Janés, S.A. |
Francisco
Candel siempre se tuvo por valenciano, de Casas Altas... Así lo reconoció y de
esta forma lo ponía en sus libros; y ello no obstante su “poca valencianidad
externa o por lo menos idiomática” –como el mismo reconocía-. Nuestro
compatriota figura inscrito en el Registro Civil del Juzgado Municipal de
Casas Altas (Valencia) como nacido:
- A las dos del día treinta y uno de mayo [de 1925], en la calle del Molino, número 17, siendo hijo legítimo de Pedro Candel Muñoz y de Felipa Tortajada Blasco, naturales de esta población, casados, de treinta y siete años de edad el primero y de treinta y nueve la segunda, ocupados en las labores propias de su sexo.// Nieto por línea paterna de Julián Candel Adalid y de Patrocinio Muñoz Tortajada, naturales de esta población, aquel difunto y por línea materna de Juan Tortajada Marino y de María Blasco Rubio, naturales de esta, la última difunta.[10]
Líneas
familiares (genealogía) de Francisco Candel Tortajada.-
Nombre y apellidos
|
padres
|
Abuelos
|
|
Paternos
|
Maternos
|
||
Francisco
Candel
Tortajada
(Casasaltas, 1925-Barcelona, 2007)
|
Pedro Candel Muñoz
Felipa Tortajada Blasco
|
Julián Candel Adalid
Patrocinio Muñoz Tortajada
|
Juan Tortajada Marino
María Blasco Rubio
|
Elaboración
propia (2014). Nota: todos los reseñados figuran como naturales de
Casasaltas (Valencia).
Existe una Relación nominal de
“señalizaciones” en el cementerio de Casas Altas (Valencia), por orden
alfabético del primer apellido (2013), donde puede comprobarse la frecuencia
de los apellidos correspondientes a la genealogía de Francisco Candel
Tortajada.[11]
En su conocido
libro sobre el Rincón de Ademuz, el propio Candel aporta algunos datos sobre su
familia. Menciona a una célebre abuela materna [María Blasco Rubio], a la que
apodaban la Quicana, “una mujer garrida y de armas tomar”, de la que se
contaban múltiples proezas, famosa en la zona por sus andanzas. Pretendía curar
la rabia y decía tener “gracia”, para sanar enfermedades por cierta anomalía
con la que había nacido, un “velo o telo” en el paladar. Poseía unas cruces de
Caravaca, mediante las que predecía la meteorología y ejercía cierto tipo de
curanderismo, por razón del cabello de los enfermos y las mencionadas cruces.
Cobraba en especie y en dinero, siendo persona reputada.
Al referirse a
su madre [Felipa Tortajada Blasco], Candel la define como “una verdadera
señorita. No trabajaba en el campo, como las demás mozas del pueblo. Hacia
labores e iba a la iglesia”. En cuanto a su padre [Pedro Candel Muñoz],
lo define como de menor categoría social que su madre, pues “era de una familia
muy humilde, y su madre viuda” la cual “tuvo que bregar mucho para sacar siete
hijos adelante”, advirtiendo que el padre de Candel era de familia numerosa,
contaba siete hermanos. Sin embargo, una vez en Barcelona, su madre “trabajó
como una negra, sobre todo en la guerra, y la postguerra, siempre sin una queja
y sin aludir a su pasado; trabajó tanto que, mis tías, esto es: sus cuñadas,
decían de ella con admiración: Y eso que siempre se crió tan regalada...”.
Con todo, Candel nunca oyó decir a su madre nada de su insólita abuela María la
Quicana. De hecho anota: “Mi madre era muy religiosa, pero de una devoción
razonada, consciente y consecuente, serena y reflexiva, poco amante de llamar
la atención, que frecuentaba la buena sociedad del pueblo, pues tertuliaba con
el médico, el maestro, el secretario, el cura, el estanquero”. Mientras que su
abuela “sólo iba a la iglesia el día de Jueves Santo y debía ser una mujer
estrafalaria, escandalosa como la pólvora”. Lo de ir a misa sólo el Jueves
Santo tiene su sentido en cierto tipo de curanderismo, ya que el
agua bendita consagrada ese día en la iglesia se usa como talismán para los ritos.
Su madre sólo
tenía un hermano, llamado Felipe, ambos de carácter contrapuesto, pues frente a
la apacibilidad y sencillez de la madre el tío era “un tronera y un loco”. De
hecho parece que la madre de Candel había salido al abuelo Juan, un “hombre que
no hablaba por no ofender”, mientras que el tal Felipe –practicante de
profesión- había salido a la abuela Quicana, esto es, afectado de
“quicanismo”, hasta el punto de contarse de él muchas proezas y poseer cierta
celebridad. Parece que era muy jugador y siempre portaba una baraja encima. En
cierta ocasión, volviendo de cazar con el perdigacho, se jugó con un aldeano
con el que se encontró la escopeta y el reclamo contra el burro de aquél, y se
lo ganó. Entró en Casas Altas montado en el borrico, un animal tan pequeño que
le arrastraban los pies, y se lo regaló a su cuñado [Pedro], el padre de
Candel: “Y mi padre tuvo, desde entonces, burro”. Otra vez, estando en
Valencia, el tal Felipe se puso a orinar en plena calle y un municipal de
denunció, sancionándole con diez reales de multa. El hombre le dio un duro,
diciendo: No me devuelva usted el cambio. De ese modo ya tengo pagada otra
meada... Parece que las excentricidades del célebre tío materno de Candel
contenían cierta dosis de insania, pues acabó loco, ingresado en el nosocomio
de Teruel. Allí estaba cuando estalló la guerra y su hijo Ovidio, de apenas
dieciséis años, que había entrado en la ciudad “con los rojos” lo sacó
del manicomio. Acabada la contienda volvió al centro psiquiátrico, donde años
después falleció. Candel reconoce ser despistado y refractario a aprenderse el
vericueto de los laberintos y conocencias familiares. Sin embargo, gustaba de
recordar las evocaciones de su madre, cuando vivían en el pueblo: tertulias,
amistades, diversiones y relaciones... De niño la escuchaba embelesado,
mientras narraba todas aquellas historias y ahora relacionaba los nombres con
las personas que le presentaban.
Vista general de Casas Altas (Valencia), pueblo natal de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), desde la carretera de Ademuz-Valencia (2013). |
Mi relación
epistolar con Francisco Candel.
Como decía
arriba, no conocí personalmente a Francisco Candel... Sin embargo, tuve el
placer de relacionarme epistolarmente con el escritor, intercambiándonos algunas
cartas. Como fuera que pretendía escribir un artículo sobre el personaje, me
puse en contacto con Abel Muñoz Sánchez de Casas Altas (Valencia), uno de los parientes
lejanos que le quedaban al escritor en esta tierra. Amablemente, el señor Abel
me proporcionó las señas y seguidamente escribí al autor. En mi carta de
presentación le pedía noticias de su vida y obra, y poco después recibí su
respuesta. Al igual que dije entonces, ¡qué placer recibir en estos tiempos una
carta escrita a mano! La carta se acompañaba de un curriculum vitae
mecanografiado, perfectamente expresivo, donde se apreciaban metódicas
anotaciones manuscritas de última hora, y un listado con sus publicaciones,
cronológicamente ordenado.
Francisco
Candel Tortajada (Casas Altas, 1925-Barcelona, 2007), lista de publicaciones
(1956-2006).
TÍTULO DE LA OBRA |
GÉNERO LITERARIO
|
AÑO PUBLICACIÓN
|
Hay una juventud que aguarda |
Novela
|
1956
|
Donde la ciudad cambia su nombre |
Novela
|
1957
|
Han matado a un hombre, han roto un paisaje |
Novela
|
1959
|
¡Échate un pulso, Hemingway! |
Relatos
|
1959
|
Temperamentales |
Novela
|
1960
|
Los importantes: Pueblo |
Novela
|
1961
|
Los importantes: Élite |
Novela
|
1963
|
Els altres catalans |
Ensayo
|
1964
|
Sala de espera |
Teatro
|
1964
|
Richard |
Teatro
|
1964
|
¡Dios, la que se armó! |
Novela
|
1964
|
Richard |
Novela corta
|
1965
|
El empleo |
Novela corta y relatos
|
1965
|
La carne en el asador |
Artículos
|
1966
|
Parlem-ne |
Conferencias
|
1967
|
Una nova terra |
Cuento infantil
|
1967
|
Viaje al Rincón de Ademuz |
Libro de viajes
|
1968
|
Los hombres de la mala uva |
Relatos
|
1968
|
Trenta mil pessetes per un home |
Relatos
|
1969
|
A palo limpio |
Volumen de obra completa
|
1969
|
Novela social |
Conferencia
|
1969
|
Fruit d`una necessitat |
Artículos
|
1969
|
L`altre català |
Fascículo
|
1969
|
Avui començo a treballar |
Cuento infantil
|
1970
|
Brisa del cerro |
Novela
|
1970
|
Los que nunca opinan |
Encuesta
|
1971
|
Historia de una parroquia |
Novela
|
1971
|
Ser obrero no es ninguna ganga |
Ensayo
|
1972
|
Inmigrantes y trabajadores |
Ensayo
|
1972
|
Apuntes para una sociología del barrio |
Artículos
|
1972
|
Encara més sobre els altres catalans |
Ensayo
|
1973
|
El perro que nunca existió y el anciano padre que tampoco |
Novela corta y Relatos
|
1973
|
Diario para los que creen en la gente |
Novela
|
1973
|
Carta abierta a un empresario |
Ensayo en forma de cartas
|
1973
|
A cuestas con mis personajes |
Autoestudio
|
1975
|
Crónicas de marginados |
Artículos
|
1976
|
Barrio |
Ensayo
|
1977
|
Un charnego en el senado |
Crónica política
|
1979
|
El Candel contra Candel |
Antología
|
1981
|
Hemos sido traicionados |
Novela
|
1982
|
El jurament |
Cuento
|
1985
|
Els altres catalans vint anys després |
Ensayo
|
1986
|
Aquella infantesa esvaïda |
Novela corta
|
1987
|
El juramento y otros relatos |
Cuentos o relatos
|
1987
|
Joan Martí |
Biografía de un pintor
|
1987
|
La nova pobresa |
Ensayo
|
1988
|
Ferran Soriano |
Biografia de un escultor
|
1988
|
Crónica informal, sentimental i incompleta (1936-86) |
Memorias y trabajos
periodísticos
|
1992
|
Els que no poden seguir |
Ensayo
|
1993
|
Un Ayuntamiento llamado ellos |
Novela
|
1994
|
Memòries d`un burguès i un proletari: de la República al 23-F (1931-81) [*] |
Novela y cuento
|
1996
|
Les meves escoles, ricords d`infantesa |
Biografía y memorias
|
1997
|
Primera història, primera memòria |
Biografía y memorias
|
2006
|
[*]
En colaboración con Enric Vila i Casas. El presente listado fue
elaborado a partir del enviado por el propio autor (1998), habiendo añadido la
última obra (2006). Tomado de SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 463.
La respuesta
de Candel a mi carta comenzaba diciendo: <Querido paisano y amigo: Me satisfizo
recibir tu carta. Muchas gracias por tu amabilidad. Déjame que te trate de tú.
Es una mala costumbre que tengo y que me sale sin darme cuenta. Haz tú lo mismo>.
Por el encabezamiento vemos que Candel es una persona sumamente correcta, que
trata de aproximarse al interlocutor mediante un trato de sincera cordialidad.
Lo cierto es que yo continué tratándole de usted, cuestión de educación y de
respeto, pues su edad –él ya tenía entonces sobre 73 años- y su autoridad como
escritor constituían para mi un grado que debía respetar.
Y continua: "Voy
a ver si pongo remedio a lo que me pides en la tuya, pues soy desvalijado, desordenado,
despistado y cada vez más perezoso. Te adjunto un currículum. Lo escribí hace
ya tiempo. Tenía que ir a Rusia, invitado por una editorial de allí que quería
encargarme un libro, pero me rompí una pata y no pude ir. Cuando me restablecí,
ya había caído el muro de Berlín y todo había cambiado en aquel país". Siempre
agradecí su disposición, el esfuerzo que pudo suponerle ponerse a redactar las
cartas que me dirigió, siendo como era Candel una persona muy ocupada en sus
propios asuntos literarios y compromisos sociales. Como dice, adjuntaba un
currículo, compuesto para una editorial rusa, comentando su fractura de pierna
y su restablecimiento, cuando ya había caído el muro berlinés (1989).
Sigue
diciendo: "El currículum en cuestión que te adjunto es el que les envié [a los
rusos]. Por ello resulta un tanto autovanidoso, pues era mi carta de
presentación. Ahora, cada vez que lo uso, añado o quito o lo remodelo un tanto.
Verás que a mano ya hay añadiduras posteriores. Es que hice muchas fotocopias,
para no calentarme más el coco, teniendo que redactar de nuevo cuando me piden
algo biográfico". Me envió, pues, el mismo currículo que a la editorial rusa,
pero yo no lo encontré “autovanidoso”, más bien todo lo contrario, pues otros
con menos bagaje personal y literario se hubieran dado más bombo. Y desde
entonces, cada vez que lo necesitaba “para no calentarme más el coco” utilizaba
el mismo impreso, con las pertinentes correcciones y añadidos. ¡Sin duda, Candel era un hombre práctico!
Detalle de las tapas (portada y contraportada) de la primera novela de Francisco Candel "Hay una juventud que aguarda" (1956). |
Detalle de la portada de la segunda novela de Francisco Candel "Donde la ciudad cambia su nombre" (1957). |
De esta forma,
los cuarenta títulos del listado original se habían convertido en cincuenta y
dos. Además, entre la fecha de elaboración del currículo y aquel momento (1998)
el título Donde la ciudad cambia su nombre (1957) llevaba un par de ediciones
más. A propósito dice: "Acaba de publicarse la última edición y le diré a la
nueva editorial que te mande un ejemplar", como ciertamente hizo, pues al poco
tiempo recibí el libro prometido. Por entonces ya había dejado de colaborar con
la emisora "Catalunya Radio", y el artículo semanal que publicaba en El Periódico
de Cataluña se había convertido en quincenal o mensual, "depende de mi
negligencia y desidia". En cuanto a las habituales conferencias que había dado
o seguía dando, "la mayoría las doy en Barcelona y otras poblaciones catalanas".
Detalle de la portada de una de las mejores y quizá la más conocida de las novelas de Francisco Candel "Els altres catalans" (1964). |
Asimismo, comentaba
otras cuestiones de interés, como que "en Hospitalet le pusieron mi nombre a
una sala de lectura para niños y en Santa Perpetua de Moguda a una escuela para
adultos". Referente a la cantidad de datos que me proporciona, opina que ya son
demasiados, apareciendo una vez más su proverbial modestia, por lo que dice: "Manéjalos
como puedas. Tampoco te preocupes demasiado. No soy triquismiquis y nunca le
enmiendo la plana a un colega, menos siendo paisano". Resulta curioso el
comentario, y siempre lo recuerdo, en especial cuando alguien se acerca a mis textos
con el sólo afán de poner de relieve algún error o imprecisión. Agradecí la
confianza, respetando estrictamente la información proporcionada, incluyendo
ese <nunca le enmiendo la plana a un colega>, especialmente lo de colega,
cuando yo distaba mucho de ser su condiscípulo, todo lo más un simple
aficionadillo con buena voluntad. También me gustó lo de paisano, otra cuestión
que cabe destacar en Candel, pues como se anota arriba, él jamás ocultó su condición
de rinconademucense.
Francisco Candel Tortajada (1925-2007), fotografía del escritor repartida entre los asistentes en el homenaje que se cita (1992). |
Como fuera que yo
le había pedido algún retrato, me dice: "En cuanto a las fotos, el trabajo que he
tenido para encontrar alguna". No obstante, me envió varias, algo pequeñas y
poco apropiadas para ser reproducidas en prensa, demás de antiguas -menos en una, en todas aparecía junto a otras personas, por lo que añade-: "La
foto individual es del año 1992, y es la que repartieron cuando el homenaje que
menciono en el currículum. Siempre que me piden alguna fotografía, me las veo y
me las deseo, pues en las muchas que corren por casa, siempre estoy en grupo".
La foto mayor, donde aparece solo, corresponde a la que le hicieron cuando
aquel homenaje multitudinario, al que asistieron: Jordi Pujol, Pascual Maragall
y otros políticos, gente de la cultura y muchos convecinos y asociaciones de
barrio. A propósito, resulta curiosa la relación que siempre mantuvieron el político (Pujol) y el escritor (Candel), pese a militar en campos ideológicos y sociales tan distintos. Con independencia de las simpatías personales que pudieran unirles, cabe tener en cuenta el fino instinto político del Presidente de la Generalidad, que supo intuir y valorar la importancia de la novelística candeliana como factor de integración de los emigrantes en la sociedad catalana. Prueba de ello son las actividades culturales en torno al 50º aniversario (1964-2014) de la publicación de Els altres catalans (1964), una de las más celebradas obras del escritor casasaltense.
De la Real Academia
de Cultura Valenciana (RACV).
Continúa en:
[2]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Francisco Candel, un catalán de Casas Altas, en Diario de Teruel, 6 y 13 de mayo de 1999.
[3]
ID. Francisco Candel, un catalán de Casas Altas, en Desde el Rincón
de Ademuz, Valencia, 2000, pp. 183-187. ID (2022). Francisco Candel Tortajada (1925-2007), un catalán de Casas Altas, en Desde el Rincón de Ademuz (I), autopublicación Kindle Direct Publishing (Amazon), segunda edición, pp. 229-223.
[4]
ID (2008). Francisco Candel Tortajada, en la hora de las alabanzas, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp.
221-237.
[5] De
emigrante a escritor, sección Crónica, revista Ababol
11 (1997), 37.
[6]
Ibídem.
[7]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. A Ángel Antón Andrés, in memoriam, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[8]
ID. Tiempo de gachas en el Rincón de Ademuz, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 12 de diciembre de 2012.
[9] De
emigrante a escritor, en revista Ababol
11 (1997), p. 37.
[11]
SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Iconografía y epigrafía funeraria en el cementerio de Casas Altas (Valencia), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 22 de noviembre de 2013.
Gran trabajo amigo Alfredo,escrito con profusión de documentación y con muchos detalles que nos hacen valorar al personaje y su familia! Qué contento debe estar Paco Candel,allí donde esté .viendo trabajos como el tuyo que valoran su obra y nos ilustran sobre su vida y su familia! Enhorabuena por tanto trabajo y tan bien hecho.Es el mejor homenaje que se le puede hacer a este periodista y escritor de Casas Altas, de esta tierra del Rincón de Ademuz valenciana y castellana y con tantos lazos de unión con Salvacañete y la Serranía de Cuenca. Un abrazo. Mariano.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, amigo Mariano, siempre tan amable en el comentario y generoso en el elogio..., como lo era el propio Paco Candel. Un abrazo.
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