sábado, 7 de junio de 2014

FRANCISCO CANDEL TORTAJADA (1925-2007), UN CATALÁN DE CASAS ALTAS (y II).


Homenaje al escritor casasaltense
en la entrega de los Premios Nacionales de Cultura en Barcelona 2014
-a propósito del 50º aniversario de la publicación de "Els altres catalans" (1964)-.



“La realidad ha sido siempre mi argumento...”
-Francisco Cadel (1925-2007),
escritor y periodista-.



Asimismo, aprovecha para aclararme algunas cuestiones familiares sobre las que le había preguntado: "El pintor Juan Genovés también es primo mío, éste, primo hermano. En el caso de Abel Muñoz [Sánchez], los primos hermanos eran nuestros padres". Completa la saga familiar diciendo que "su madre (señora María Candel Muñoz) y mi padre (señor Pedro Candel Muñoz) eran hermanos. Genovés, ahora, vive en Aravaca, un pueblo cercano a Madrid. En Valencia tiene dos hermanos: Eduardo y Palmira. Palmira es la que más frecuentaba Casas Altas, pues ellos adquirieron una casa allí que era de nuestra abuela paterna. Genovés me parece que nació en Valencia, y su relación con el Rincón de Ademuz debe ser como la mía, que de vez en cuando caemos por allí, no tanto como desearíamos". Se está refiriendo al pintor Juan Genovés Candel (Valencia, 1930-Madrid, 2020),[1] premio Nacional de Artes Plásticas (1984), que personaliza lo que se denominó la pintura social de los años sesenta y setenta en España.
  • Las colecciones en las que está representado incluyen las del MOMA y el Salomón Guggenheim Museum de Nueva York, el Art Institute de Chicago, la Galería Nacional de Roma, los Museos de Arte Moderno de Barcelona y Río de Janeiro (Brasil) y el Centro Nacional de Arte Contemporáneo de París. Fue muy conocido en el ámbito popular y político por ser el autor del cartel denominado: Amnistía (1976), icono de la campaña por la liberación de los presos políticos tras la muerte de Franco, encargado por la Junta Democrática, que estaba basado en el cuadro del mismo autor denominado El abrazo (1976).[2]


Detalle de "El Abrazo" (1976), acrílico sobre lienzo (151x201cm), obra de Juan Genovés Candel (1930-2020), en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid).


En esta carta me hace saber su amistad con Ángel Antón Andrés, "que vive aquí en Barcelona, pero continuamente viaja a Ademuz. Él es de la capital del Rincón. Dirige la revista Ababol y pertenece al Instituto Cultural y de Estudios del Rincón de Ademuz (ICERA)". Me dice, también, de la multitud de rinconademucenses o descendientes de ellos que hay en Cataluña: "Cuando doy conferencias acostumbro a encontrarme con paisanos del Rincón. A veces, yendo por la calle, hay personas que me paran para decirme que son de allí. Todos tienen como un sello o halo de honradez que los caracteriza. Mis padres y mis tíos también eran así: la honradez por encima de todo". Sentidas palabras de reconocimiento para la gente de nuestra tierra, rinconademucenses de pro, que emigraron de los pueblos del Rincón de Ademuz y arraigaron en la tierra catalana u otros lugares. Durante mi estancia en Barcelona (1964-70) también yo conocí a docenas de personas del Rincón de Ademuz y pueblos del entorno comarcal castellano y turolense, definitivamente instalados por la zona de la calle Verdi, Travesera Gracia, Dalt y toda aquella parte de la ciudad, por encima de la plaza de Lesseps y el puente de Vallcarca. En cierta ocasión, iba yo paseando por la plaza de Cataluña con mi padre, que había venido a verme, cuando nos encontramos con alguien conocido de estos pueblos. No recuerdo el detalle, pero por lo visto le hice yo algún comentario despectivo, respecto de aquella persona, y él se enfadó muchísimo, diciéndome: Nunca te avergüences de la gente de tu tierra... –palabras que se me quedaron cinceladas en la memoria por el tono empleado y que nunca he olvidado-. Los rinconademucenses podrán ser como sean, pero la probidad y el respeto por encima de todo...

Francisco Candel Tortajada (1925-2007),
durante una firma de ejemplares
[Foto Archivo Fundación Candel (s/f)].
 

Como fuera que yo le había pedido a Candel recortes de prensa, referentes a alguna reseña o apreciación de sus libros, me comenta: "Respecto a las críticas sobre mi obra, que me pides, debo de tenerlas, pero desperdigadas por carpetas que me es difícil rebuscar. Vivo ahogado por los papeles. Mi cuarto de trabajo es una cafarnaum de libros, carpetas, revistas, periódicos, yo qué sé. He desistido de poner órdenes". No me envió, pues, ninguna crítica de sus libros, pero cualquiera puede obtenerlas hoy día, no hay más que teclear su nombre o el de cualquiera de sus libros en los buscadores de internet y obtendrá docenas de resultados. No obstante, respondió sobradamente las cuestiones que le planteaba sobre su persona y obra, añadiendo: "Para lo perezoso que soy, sobre todo para contestar cartas, creo que me he excedido", aunque me dio su teléfono para aclarar cualquier duda que tuviera "y para lo que necesites".

Y continua: "Me he leído con sumo interés tus artículos bajo el enunciado “Desde el Rincón de Ademuz”. Magníficos. Los tres sobre nuestra guerra –el de los relatos y los dos del bombardeo de Torrebaja- son impresionantes y estremecedores. Ignoraba esa “Guernika del Rincón” como tú la llamas. Escalofriantes. No creo que se haya explicado mucho, tal vez nada, me refiero por escrito, esa barbaridad. También los dos artículos sobre las manzanas me han gustado sobremanera. Cuando mi “Viaje al Rincón de Ademuz” ya digo que Torrebaja olía a manzanas". Y añade unos sabrosos comentarios al respecto: "Son las mejores manzanas que he saboreado en mi vida. Nunca las he encontrado en ningún mercado y pensaba que no se había intentado comercializarlas. Cuando mi padre vivía, algunos veranos iba a Casas Altas y regresaba con algunas cajas de manzanas. Regalaba algunas a personas a las que debía agradecimiento, y siempre quedaban sorprendidos de su olor y sabor". Deliciosas manzanas del Rincón de Ademuz, tantas veces ponderadas. A mi padre le ocurría igual, siempre se las alababan cuando mandaba por Navidad una cajita a cada una de mis tías de Barcelona, porque ciertamente tienen –o más bien debería decir tenían, pues ya quedan pocos frutales- un sabor insuperable. Y termina diciendo: "En fin, felicidades por tus artículos. Me parece que me he extendido demasiado. Perdón. Un abrazo. Francisco Candel. ¡Feliz Año Nuevo!".


Francisco Candel Tortajada (1925-2007),
en su casa, durante una de las últimas entrevistas que le hicieron
[Fotografía de Consuelo Bautista, procedente de El País Semanal (2005).


Con la información que me envió y la que obtuve por otros medios, compuse un extenso artículo –“Francisco Candel, un catalán de Casas Altas”-, publicado en dos piezas en mi columna "Desde el Rincón de Ademuz" que yo escribía todos los jueves para Diario de Teruel.[3] Una vez publicados, le remití copia de ambos artículos y otros publicados con anterioridad, para que tuviera conocimiento de mi humilde labor periodística y presuntamente literaria (con perdón).

Fue entonces cuando recibí la segunda carta de Candel –el 15 de junio de 1999-, en respuesta a los artículos enviados, donde hace referencia a los mismos y en especial al escrito sobre su persona y obra. Qué puedo decir, excepto que me llenó de alegría y satisfacción, al ver enjuiciado mi trabajo por un escritor profesional, donde me halagaba con tantas palabras de rendibú, aunque sólo fuera por cortesía, para estimularme como principiante. ¡Eso pensé yo entonces y sigo pensando hoy! Decía allí: "Recibí, va para un mes, tu hermoso trabajo “Francisco Candel: un catalán de Casas Altas”, ocupando dos números del Diario de Teruel. Un millón de gracias y perdona mi retraso en dártelas. Dicen que de desagradecidos está empedrado el infierno. Seguro que tengo un adoquín allí...".

Para un novato como era yo entonces –y lo sigo siendo, pese a los libros y artículos publicados-, sus palabras me llenaron de satisfacción, pues pensé que quizá no estaban tan mal mis escritos. Lo único que tenía que hacer era perseverar y esforzarme en mejorar. Por lo que se ve, el escritor volvió a releer mis textos para comentarlos: "He vuelto a leer los dos artículos, al ir a escribirte, y sigo encontrándolos majísimos, admirando lo bien que has sabido barajar los datos que te pasé, incluso dándoles una concatenación de títulos de mis obras perfectamente encajados en la anécdota biográfica". Fuera o no sincero -¿por qué no habría de serlo?-, sus palabras me resultaron altamente halagadoras, reforzando mi ego y dándome seguridad para futuros escritos. Fue un detalle alentador, propio de las grandes personas como lo era Candel, conocedor del esfuerzo técnico y creador que supone enfrentarse con una hoja de papel en blanco... Nunca se lo agradeceré bastante, pues no fue cicatero en el halago, como bien hubiera podido serlo y suelen ser los mediocres.

Francisco Candel Tortajada (1925-2007),
en las desaparecidas Cases Barates de Can Tunis en Barcelona
[Fotografía de Pepe Encinas (s/f)].



Sin embargo, parece que aquellos textos contenían algún error, a los que no dio importancia, pues dice que "son baladíes e intranscendentes", añadiendo que "si llegas a publicar un libro con tus artículos, me lo decías y subsanábamos un par de cosas, que insisto e insisto, no tiene la menor importancia ante la bondad del contenido y la correcta interpretación de mi obra y persona, por decirlo así". ¡Qué precepto tan útil y cuánto agradecí sus palabras, pues me proporcionaron una enseñanza que no he olvidado! Cuando hay que hacer una crítica –literaria o de cualquier otro tipo- a alguien, si te ves obligado a decir algo negativo, antes hay que señalar un par de cosas positivas y otra después..., o no decir nada.

A continuación comenta lo que hizo con mis escritos: "Mandé fotocopia de los dos artículos a la editorial que ha publicado la última edición de “Donde la ciudad cambia su nombre” (1957). Me piden te dé las gracias por la reproducción de la portada de la novela. Ya sabes, los editores, como otras empresas comerciales, siempre buscando la publicidad". Cabe decir que, con anterioridad, me había hecho enviar por la editorial “La Biga”, que realizó la última edición de aquella famosa novela suya, un ejemplar, cuya tapa fotocopiada había puesto yo para ilustrar el artículo de referencia. Asimismo, comentaba otros que previamente le había enviado, correspondientes a otras colaboraciones mías en la misma sección del diario turolense: "También me leí el resto de tus artículos. A parte de gustarme es como ponerme un tanto al corriente de nuestra tierra. Había visitado la torre de Castielfabib, cuando fui a dar la conferencia a Casas Altas, y ha sido para mí como una recreación de aquel momento y un enriquecimiento erudito". Aquí se refiere al artículo titulado “La torre-campanario de Castielfabib”, momento que aprovecha para hacer patria, al decir "nuestra tierra" y reconocer sus orígenes, de los que nunca renegó Candel. Menciona también la conferencia que pronunció en Casas Altas, invitado por ICERA, a la que se alude arriba.

Detalle de Francisco Candel Tortajada (1925-2007),
paseando con el M.H. Jordi Pujol
[Fotografía procedente de la "Fundación Paco Candel" (s/f)].
 

Nombra otros artículos que le envié: "Los de La historia en llamas también han sido para mí un conocimiento mejor del Rincón de Ademuz. Los más divertidos los del Agua de pozo para el Dictador. Además, en esos dos, recoges una historia testimonial que para mí, muchas veces, tiene más valor realista y sentimental que la puramente bibliográfica". Y continúa: "Muy bonito lo de los almendros en tu Imagen de Dios. Kazantzakis tiene una hermosa novela titulada Cristo de nuevo crucificado. Yo sólo conozco ésa y Alexis Zorba". Se refiere al artículo titulado “Mi imagen de Dios”, donde puse un bellísimo haikú del autor cretense Nikos Kazantzakis (1885-1957), aquel que dice: -Háblame de Dios –le dije al almendro-. Y el almendro floreció. Algún tiempo después leí yo aquella novela Cristo de nuevo crucificado (1954), un escalofriante (emocionante y turbador) relato, “un llamado, un grito de alerta, ante la hecatombe moral del hombre contemporáneo, que necesita a Cristo...” -como dijo Francisco Dussuel en El Mercurio (1956)-. Una novela altamente recomendable, que ningún cristiano debería dejar de leer... Y Candel, reconocido hombre de izquierdas y ateo contumaz, la conocía y había leído.

Antes de terminar, dice: "Corto mi rollo. No sin enaltecerte la Muerte del calendario rural, cuyos dichos y refranes me han traído el recuerdo de mis padres y mis tíos cuando hablaban del pueblo". Se refiere al artículo donde se hace referencia al contraste entre la ruralidad y la civilidad, en detrimento de la primera, pues ya no son los ciclos agrarios los que marcan la vida de las gentes del campo, como se demuestra en el cambio del lenguaje y en las costumbres del agricultor, hasta el punto que el riquísimo refranero del santoral católico se ha quedado obsoleto. Son los refranes, dichos y sentencias del mundo rural, recogidos en aquellos artículos, los que evocan en Candel el lenguaje de sus padres y sus tíos, cuando hablaban de cosas del pueblo, de Casas Altas..., su bendita tierra añorada.

Y sigue: "También ha sido bueno, digámoslo así, conocer a través de tus escritos, o tener noticia, del poeta Ricardo Fombuena Vidal. Etcétera". Se refiere al artículo “Ricardo Fombuena Vidal, un poeta en Torrebaja”, cuya existencia desconocía Candel, sorprendiéndole la calidad de sus versos.[4] Seguidamente, manifiesta haber leído, también, los artículos de mis compañeros de página en el periódico turolense: "Es curioso cómo me ha gustado tener noticias de detalles, digamos, del mundo y la sociedad turolense. Al igual que con el Rincón de Ademuz, algo telúrico y ancestral te remueve las entrañas con esas lecturas". De esta forma percibí que el escritor, al menos en esta etapa final de su vida, sentía la llamada de la tierra que le vio nacer, de sus ancestros.

Como con anterioridad yo le hubiera pedido que si hallaba algo referente a la comarca me lo hiciera saber, dice: "... si encontrara algo (...), te lo diría... También debes de tener conocimiento, y no sé si te lo dije en anterior carta, de la revista “Ababol”, que edita el Instituto Cultural y de Estudios del Rincón de Ademuz, que dirige Ángel Antón Andrés, que vive aquí en Barcelona, ademucero de pro, con quien me veo de vez en cuando". Por supuesto, yo conocía la revista trimestral y a su director, aunque todavía no colaboraba como colaboré después con dicha publicación, editando allí muchos de mis trabajos cronísticos, histórico-literarios y de investigación. Termina diciendo: "Perdona la tardanza y la lata que con la largura de la contestación te estoy dando. Un abrazo. Francisco Candel". Obviamente, la carta no fue ninguna pesadez, tampoco su extensión, pues me supo a poco, ya que uno no se cansa nunca de recibir halagos y comentarios juiciosos de una persona admirable, como era para mí Paco Candel.

Francisco Candel Tortajada (1925-2007), escribiendo a máquina en su casa de Barcelona
[Fotografía de Elena Encinas (s/f)].
 

Durante todo el año siguiente estuve trabajando en la preparación de mi libro Desde el Rincón de Ademuz (2000), donde coloqué la serie de artículos publicados durante los dos años anteriores en Diario de Teruel. Uno de los primeros ejemplares fue para Francisco Candel, pues, sin duda, se lo merecía. Tiempo después recibí carta suya, agradeciéndome el envío –esto fue el 1 de noviembre de 2000-, donde me dice: "Querido amigo: Recibí tu magnífico libro. Muchas gracias por el envío, muchas gracias por sacarme y citarme en él, y si yo fuese una autoridad o un político del Rincón, te condecoraría. Es muy bonito. Difusorio. Ameno. Instructivo. Lo estoy repasando, leyendo, picoteando, muchos etcéteras. He visto tu foto junto a la escultura modernista. Pareces más joven de lo que eres". Bueno, sin duda me vio con buenos ojos... Palabras halagadoras donde las haya, hasta el punto de decir "..., y si yo fuere una autoridad o un político del Rincón, te condecoraría". ¿Qué podía decir yo?, emocionarme y expresarle mi agradecimiento más sentido... Aquél era mi primer libro, producto de mucho esfuerzo e ilusión –sólo el que haya escrito un libro puede entender lo que supone de esfuerzo y dedicación- razón por la que cualquier cortesía y reconocimiento te enternece. Especialmente si viene de alguien como un escritor consagrado, como era Candel. Me satisfizo escribir el libro y estoy orgulloso de haberlo hecho, pero hoy lo haría distinto y probablemente mucho mejor, aunque sólo fuera por la experiencia. En los libros, como en tantas cosas de la vida, muchas veces no hay segundas oportunidades. Los errores e imperfecciones quedan y no hay más remedio que apechugar, resistir y seguir adelante...

Detalle de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), con el M.H. Jordi Pujol
[Fotografía procedente de la "Fundación Paco Candel" (s/f)].


Y prosigue: "Haré lo posible por escribir algo sobre él, aunque en estos momentos sólo dispongo de un espacio de 40 líneas en el periódico Avui. Me alegro de que hayas agotado esa primera edición, aunque haya sido de 1.000 ejemplares. Te advierto que muchos tirajes de libros de grandes editoriales hacen tirajes parecidos. El libro es baratísimo. Dado su volumen y grosor, a 5.000 pesetas resultaría barato". Sin duda, la tirada para la comarca era razonable. Se hubiera podido hacer una mayor, pues aquella edición se agotó pronto. En todo caso sería bueno poder hacer algún día una segunda edición, revisada y aumentada, pero nadie se ha interesado en ello todavía. Su precio de venta al público se estableció inicialmente en nueve euros, precio irrisorio, pues valía treinta. Pero como tuvo una ayuda del programa Leader y de la Diputación Provincial de Valencia, gestionadas por el Ayuntamiento de Torrebaja, con participación de diversas entidades comerciales, se consideró que el precio establecido era acertado, para que todo el mundo que lo deseara pudiera tener su ejemplar.

Comenta a continuación: "Si escribo algo sobre Desde el Rincón de Ademuz te lo haré llegar". Y continua con algunas cuestiones personales y familiares, en relación con el deseo que le había manifestado de conocerle, si volvía a Casas Altas: "De momento es difícil que viaje al Rincón de Ademuz ni a ningún sitio. Tengo desde hace un tiempo a mi mujer enferma y no puedo moverme prácticamente de su lado. En julio me hicieron un homenaje en la Biblioteca Valenciana de San Miguel de los Reyes y tuve que hacer un viaje relámpago. Llegar el día del homenaje y regresar a la mañana siguiente. Una lata". Y -cortés y sincero- concluye elogiándome: "Felicidades por el libro y por la publicación. Un abrazo. Francisco Candel".


A finales del mismo año volví a recibir carta suya –el 30 de diciembre de 2000-, donde me comunicaba la publicación del artículo que había compuesto sobre mi libro, aparecido en el diario Avui: "Querido amigo: Me ha llegado tu carta antes de que yo te enviara mi artículo. Me ha sorprendido –gratamente sorprendido- que ya tuvieras noticia de él. Si te digo que he recibido tu carta cuando iba a remitírtelo, no te lo creerás, pues si llevaba fecha del 12, ¿cómo no lo había enviado ya?". Se refiere a que yo tuve noticia del artículo que él había escrito sobre mi libro, a través de internet, con fecha de 21 de diciembre, aunque el escrito en cuestión se había publicado el día 12 de dicho mes. Por eso le sorprende que yo lo conozca antes de habérmelo mandado, porque no había pensado en dicho medio de comunicación. Seguidamente me ofrece la justificación, por no haberme enviado antes el artículo: "Tengo la mujer en el hospital y esto me obliga a parar poco en casa, pues está en esos momentos de que todo son pruebas y análisis y ese enconado buscar hasta encontrar lo que sea, que te desespera, pues cada día es encontrar otra anomalía que hay que contrastar e investigar de nuevo. Es una ramificación kafkiana. Aquí sí que es aquello de que el que busca encuentra. Con tantos aparatos, un día analizarán el alma". A través de sus palabras, asistimos a un momento doliente en la vida de Candel, como es la enfermedad de su esposa, cuando le están realizando pruebas diagnósticas, para averiguar el origen de sus males, la angustia y el temor por lo que pudiera ser, la estancia en el hospital y las horas de espera sufriendo el momento de los resultados... De hecho, su esposa falleció al año siguiente (+2001). ¡Descanse en paz!

Detalle del icono de cabecera de la "Fundación Paco Candel" en Barcelona.



Y vuelve sobre el asunto que tratábamos: "Bien. Había olvidado, respecto a tu saber de mi artículo, lo de vía internet, que también debe ser como los médicos, todo lo encuentran, todo lo saben". Sin embargo, no por ello deja de manifestarme su satisfacción, por lo que le digo en la mía, respecto a que el libro ha tenido buena aceptación: "Y celebro lo de las librerías, aunque tu libro no sé si habrá podido interesarles, pues aquí, excepto los ademucenses, pocos saben del Rincón. Hubo el caso de ese Salvador Alemán, que me trajo tu libro, así es que ya tengo dos, y no me dio tiempo de hablar con él y saber de dónde era y por qué me traía el libro, pues marchó disparado, no sé si porque tenía el coche mal aparcado o qué". Se refiere a que alguien le regaló mi libro, incluyendo una tarjeta de presentación, pero que no tuvo oportunidad de hablar con él, por la rapidez con que se marchó. Es de suponer que se lo regalaron porque le conocían, sabiendo que él era del Rincón de Ademuz, y porque salía en el libro. Y termina diciendo: "Te adjunto la versión castellana de mi artículo. Yo los escribo en castellano y los de Avui me los traducen. Un abrazo. Francisco Candel". La carta incluía la versión castellana del artículo en cuestión y un recorte de prensa, con la versión catalana. 

Dice el texto en español:
“Nuestro tiempo finisecular se asemeja a aquel otro del mundo clásico romano, cuando los hombres no creían en los viejos dioses y Cristo no estaba todavía. Eso escribe Alfredo Sánchez Garzón en su libro -Desde el Rincón de Ademuz (2000)- y a propósito de la muerte del calendario rural. El teólogo Xavier Tilliette le decía a Quim Aranda en este mismo diario que, durante la segunda parte de este siglo, se ha perdido la impronta de Dios en el hombre. Ahora ya no se cree en el viejo Cristo, o se cree racionalmente, que es como no creer; los nuevos Cristos: Gandhi, Marx, el Che, se andan diluyendo, y quienes los relevarán o suplantarán, no están o no han venido todavía. También el calendario rural tuvo plena vigencia entre las gentes hasta los años 1950-60, cuando en relación con la climatología y la actividad agraria, y bajo las fechas claves de cada estación, marcaba la vida vecinal. El hombre del tiempo, con sus partes meteorológicos, lo ha subsanado como icono y como oráculo. La crisis que atraviesa la agricultura en el Rincón de Ademuz y pueblos comarcales de Cuenca y Teruel –agronomía del minifundio, donde se practicaba una economía familiar de subsistencia- ha contribuido, junto a la emigración y el subsiguiente éxodo del campo, a la desrruralización de aquellos lugares.// Desde el Rincón de Ademuz es un libro de gran formato, majamente editado, lleno de fotos y datos, soberbio para los adoradores del Rincón y utilísimo para quienes quieran conocer en profundidad esas en cierto modo ignotas tierras y a sus amables habitantes.// Y cosa rara: pese a su envergadura, es un libro barato. Alfredo Sánchez Garzón es de Torrebaja y yo de Casas Altas, ambos, pues, paisanos. Aunque se trata de un enclave abrazado por Cuenca y Teruel, el Rincón de Ademuz es valenciano; lo sigue siendo aunque su lengua sea un castellano repleto de modismos aragoneses y no la lengua catalana o valenciana, llamadla como queráis. Conviene recalcar este lo <es> y lo que <sigue siendo>. Los enclaves o franjas de frontera siempre son tratados al desgaire y a trasmano por las tierras a las que pertenecen y por las que a lo mejor deberían pertenecer. Aquí en Catalunya, y cuando voy de conferencias, sobre todo, me encuentro muchas veces con ademucenses entre el público: de mi pueblo, de el del autor, de Ademuz capital, de Castielfabib, de Vallanca, de Casas Bajas, de Puebla de San Miguel, de Mas del Olmo, de Los Santos, de Negrón... El otro día llaman a la puerta y un señor que tenía prisa puso en mis manos un Desde el Rincón de Ademuz. En la tarjeta que lo acompañaba, de parte de él, Salvador Alemán Macià, y de su mujer, Honorina Antón Férriz. Viven en Cunit (Tarragona), pero uno de los dos o los dos deben de ser de allí. Ya he dicho que son gente amable y también muy maja. Francisco Candel”.[5]


Gracias, amigo Paco, muchas gracias por tus palabras: ¿Qué más puedo decir...?



Glosa del personaje, a modo de epílogo.
Sirvan las páginas precedentes a modo de sincero homenaje particular –sencillo y franco, como el mismo autor- al personaje, vida y obra de Francisco Candel Tortajada, un catalán nacido en Casas Altas. A su través hemos realizado un somero recorrido, buscando detalles de su persona y de su vínculo con el Rincón de Ademuz, según sus propias declaraciones en el libro expuesto -Viaje al Rincón de Ademuz (1977)-, así como en los comentarios introducidos por él mismo en su currículo y en la correspondencia que mantuvimos, donde destaca el puntual respeto que mostró por mi modestísimo trabajo.

Se han dicho tantas cosas sobre Candel: escritor del proletariado, portavoz de los desheredados y marginales, que llegó a la literatura por la política o viceversa..., que resultaría prolijo, siquiera, enumerarlas. Al fin, como todos los humanos, fue un hijo del tiempo que le tocó vivir, aunque consciente siempre de sus humildes orígenes –de los que nunca renegó ni a los se refirió con afectación-. Transterrado, como tantos otros de esta zona, que sobrevivió a la migración en un tiempo y en unas condiciones adversas, y que sobresalió en la nueva tierra de acogida por su esfuerzo y perspicacia en captar la realidad social de su entorno, sin dejar de ser fiel a sus principios morales y ciudadanos. No en vano había dicho: La realidad ha sido siempre mi argumento...

Detalle de "Gegantó Paco Candel" en Barcelona
[Tomada de su página en Wikipedia, La enciclopedia libre].

Escritor, periodista, político, conferenciante..., básicamente se trata de un hombre polifacético y esforzado, incansable luchador por la democracia -desde la perspectiva de la izquierda-, aunque consciente que la democracia no es patrimonio de esa opción política. Ateo –irreligioso o cuanto menos escéptico-, pero nunca impío. Independiente, también, pero desde legítimas posiciones partidistas. Como tal individuo de izquierdas, se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con él, con sus opiniones y manifestaciones, pero en lo personal e intelectual hay que reconocerle una gran integridad: La honradez por encima de todo... -tenía dicho-. Hombre sereno y poseedor de un elegante humor, solía responder con finura e ironía, eludiendo las preguntas estúpidas e indiscretas que a veces le formularon en docenas de entrevistas a lo largo de su vida. Francisco Candel, el “charnego” universal –como también se le ha llamado-, resulta postreramente un personaje entrañable (cordial, amistoso y familiar), que hacía fácilmente amigos y trataba con deferencia y aprecio a los que se le acercaban: Aunque te advierto que los famosos desmerecen cuando los conoces de cerca –solía explicar-. Al respecto, José Luis de Vilallonga (1920-2007) contaba una anécdota que le sucedió con Lawrence Durrell (1912-1990), autor del célebre Cuarteto de Alejandría (1957-60), en la que se demuestra la veracidad de sus palabras.

El M.H. Jordi Pujol y su esposa, la señora Marta Ferrusola,
delante del féretro de Francisco Candel Tortajada (1925-2007),
durante su exposición en el salón Sant Jordi del palacio de la Generalidad en Barcelona
(24 de noviembre de 2007).

Detalle del plafón cerámico colocado en una calle de Casas Altas (Valencia),
en homenaje al escritor Francisco Candel Tortajada (1925-2007), 2014.

Más acreditado entre los catalanes que entre los propios rinconademucenses –no hay más que ver las noticias de prensa aparecidas con motivo de su fallecimiento y la multitudinaria ceremonia de despedida que tuvo, expuesto su féretro en el salón Sant Jordi del palacio de la Generalidad en Barcelona-, al que nosotros reivindicamos, no obstante, como nuestro: en tanto “oriundo de esta tierra magnífica y desgarrada del Rincón de Ademuz, como tantos de los personajes de sus obras” –y aunque fuera catalán de adopción-. Al fin, no lo podemos evitar, uno es de donde comen sus hijos... –verosímilmente, eso diría él-. Descansa en paz, mi admirado amigo Paco. Y como decía el clásico, sit tibi terra levis, que la tierra te sea leve... En postrer homenaje, el Ayuntamiento de Casas Altas (Valencia) tuvo la feliz idea de dedicarle una calle con su nombre; no en vano es Candel el más célebre y universal de los casasalteros. Vale.




[1] Cf. Wikipedia, voz Juan Genovés.
[2] Nota del autor.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, A., Francisco Candel, un catalán de Casas Altas, en Diario de Teruel, sección: Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 6 y 13 de mayo de 1999.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. A don Ricardo Fombuena Vidal, in memoriam, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[5] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 461. Allí puede consultarse el artículo: “Des del Racó d`Ademús”, versión en catalán del escrito de referencia, según apareció en el diario Avui del 12 de diciembre de 2000. Dicho texto, traducido al castellano fue reproducido también en la sección Scripta Manent de la revista Ababol 28 (2001) 26-27.

2 comentarios:

Ismael Roger Martínez dijo...

Enhorabuena por tu sincero y sentido homenaje al escritor Francisco Candel Tortajada. Es un gran trabajo que me ha animado a adquirir y leer uno de sus libros: "Viaje al Rincón de Ademuz" . Un abrazo y sigue así.

ALFREDO SÁNCHEZ GARZÓN dijo...

Gracias por tus palabras, Ismael, eres muy amable. "Viaje al Rincón de Ademuz" es un libro peculiar dentro de la bibliografía de Candel, tampoco el mejor, aunque creo que en él se retrata más el propio autor que los lugares por donde pasa. Con todo, se puede leer, aunque ya te digo que yo disiento en muchas cosas de las que dice; en cualquier caso, es su visión del Rincón de entonces, de lo que vio o creyó ver... Un abrazo.