Visita guiada a los Aguasales y cerro
del Castillo de Barrachina,
partida del término de Moya (Cuenca).
partida del término de Moya (Cuenca).
“Después del almuerzo
iniciamos la subida al cerro del castillo por la ladera occidental...
No hay camino
que valga, razón por la que emprendemos la ascensión
monte a través,
zigzagueando por la ladera, sorteando aliagas y matas de romero”.
Aunque
hacía tiempo que tenía previsto ir al denominado “Castillo de Barrachina” en Moya (Cuenca), no
fue hasta estos últimos días de verano que pude visitarlo. La excursión la hice
en compañía de unos amigos -los señores César Muñoz Aguilar (Casasbajas,
1931) y su hermano Ambrosio (Casasbajas, 1939)-, nietos de Mariano Muñoz Blasco y
Petra Blasco Luz, antiguos renteros de Barrachina. Ambos son naturales de esta localidad del Rincón de Ademuz (Valencia),
y les conozco desde nuestra primera visita al rento, hace ya algunos años.[1]
Quedamos
junto a la fuente de la plaza mayor de Casasbajas –Rey don Jaime-,
y a la hora prevista pasé a recogerles. La plaza del lugar es un amplio espacio
rectangular que se abre en el centro del pueblo, frente a la fachada
septentrional de la iglesia parroquial del Salvador. El lugar estaba
prácticamente desierto, a excepción de un par de clientes sentados frente al bar “El Rulo”
y algunas mujeres que acudían a recoger el pan que traen de fuera, pues ya no
hay horno ni panadería en la población.
El
día estaba parcialmente cubierto, lo que era de agradecer después de los calores
sufridos este verano. En estas primeras horas de la mañana se respira un aire
de especial quietud en nuestros pueblos, ya de por sí tranquilos y silenciosos.
Una suave brisa agitaba las hojas de los arbolitos en torno de la fuente,
impregnando el aire de aroma de pan recién horneado... Mi amigo Ambrosio sale
de la panadería con una cañada, quiere que almorcemos en el rento. Lleva
también jamón serrano, tomates de su huerto y una botella de vino cosechero. Con esas
vituallas, buen calzado, bastón y sombrero tomamos el camino del rento de
Barrachina.
Detalle de fachadas de viviendas en la plaza Rey don Jaime de Casasbajas (Valencia), 2014. |
Detalle del brocal y pilón de la fuente sita en la plaza Rey don Jaime de Casasbajas (Valencia), 2014. |
En
busca del rento de Barrachina.
Para
ir a Barrachina desde Casasbajas (Valencia) cabe seguir dos caminos... El del
interior, que sale de la población por los pajares, vía Los Aljezares –donde la
cruz de don Ramón Fos Adelantado-,[2]
y el de la carretera que lleva a Santa Cruz de Moya (Cuenca), siguiendo la
ribera del Turia hasta el comienzo de “Las Emes”.[3]
Elegimos el de la carretera, atravesamos los túneles por debajo del barranco
del Rayuelo y rápidamente entramos en la comunidad de Castilla-La Mancha.
Aunque hay muchas curvas por lo agreste del terreno, el firme de la carretera
es bueno y el paisaje magnífico.
Justo
cuando la carretera comienza el ascenso que la convierte en “Las Emes”, antes
de atravesar el puente de un profundo barranco, nace un camino a la derecha de
la vía. Dicho camino es el que venimos buscando y que nos llevará hasta el
rento de Barrachina. Al otro lado de la calzada hay una planicie al nivel de la
ribera derecha del Turia, propiamente conocido como Rincón de la Madera,
donde se acumulaban los troncos de los pinos para su recuento, antes de comenzar su
viaje por el río hasta Valencia. En la margen izquierda del Turia la ribera se estrecha,
mientras su ladera asciende rápida, densamente poblada de pinos, se trata de El
Quemao, partida de monte que perteneció a la marquesa de Moya: Siendo
yo niño –recuerda el señor César-, todos los meses venía el guardia forestal
del marquesado a inspeccionar la zona; venía de Fuentelespino de Moya, hacía
noche en el rento, en casa de los abuelos, luego pasaba hasta esta parte del
Quemao...
En
el arranque del camino que conduce a Barrachina hay una placeta donde aparcamos
el vehículo. El camino es más bien una trocha bordeada de aliagas, romeros,
hinojos y espartos bordes (albardín), que discurre por la vertiente alta de un
profundo barranco. En algunos puntos se han levantado grandes paredones, para
ampliar la vía y contener el terraplén. Observamos también algunas cornicabras
(Pistacia terebinthus), del género pistacia, cuyas hojas recuerdan las del algarrobo, arbustos de boj común (Buxus sempervirens),
de hojillas rojizas por la sequía, tupidos tamariscos (Tamarix spp.). En la parte alta de la
ladera frontera hay una oquedad con las paredes oscuras, que propiamente llaman
la cueva Ahumada: Allí hacían sal, hirviendo el agua de los Aguasales...
–comentan mis acompañantes-. Ellos nunca vieron hacer sal allí, pero es lo que
siempre han oído. Los muros de la gruta aparecen oscuros, por el humo u otras
razones.
El
camino por el que ascendemos es relativamente amplio, parece que en algún
momento histórico fue usado incluso por carros, pero hoy se halla abandonado.
Las piedras de la ladera caen sobre la vía y la maleza tiende a envolverlo
todo. El barranco se halla seco, aunque en lo profundo del lecho crecen los
carrizos, prueba que conserva algo de humedad: Nosotros siempre lo hemos
conocido con agua, aunque fuera un hilillo... Poco más adelante llegamos a
un punto donde el camino que venimos siguiendo toca la rambla, la cual se
ensancha ampliando su cauce.
Detalle del comienzo del camino que lleva al rento de Barrachina en Moya (Cuenca), desde la antigua CN-330 (2014). |
Detalle de muros de piedra en el camino que lleva al rento de Barrachina en Moya (Cuenca), desde la antigua CN-330 (2014). |
Detalle de una planta de esparto o atocha (Stipa tenacissima), empleada para hacer pleita, en el camino del rento de Barrachina en Moya (Cuenca), 2014. |
Una
visita a los Aguasales.
Dejamos el
camino y nos desviamos hacia la izquierda, por una zona gredosa que se interna
en otro barranquito de la parte opuesta. El cauce de esta ramblita aparece como
cubierta de escarcha, por cuyo centro discurre un líquido de aspecto
ferruginoso. Al acercarnos más observo que el agua es clara, lo oscuro es el
cauce. A ambas márgenes el lecho aparece nevado. Pero no se trata de nieve,
sino de sal...
Poco
más arriba observo una pequeña cascada, con gruesos chorretones níveos a modo
de estalactitas. El somero nacimiento de la fuente salada es apenas
perceptible, ya que nace bajo una roca. Por los alrededores se observan multitud de
trozos de cerámica procedente de vasijas de barro, y restos de carboncillos y
ceniza que emergen apenas rascas la superficie: Parece que la producción de
sal estaba muy perseguida entonces, pero la gente hacía sal hirviendo el agua...
Sí, la hacían por la noche, para que no los pillaran... Quizá venga de
ahí la expresión ¡Vaya noche para hacer sal! -que empleaban los viejos-.
Ello podría explicar la existencia de los tizones y la ceniza que los arrastres
de tierra hacen emerger. Los fragmentos de cerámica, bases de cántaros, asas y
otras piezas, podría explicarse porque la extracción de sal estaba vedada, quizá
encontraron a alguien recogiendo agua y le rompieron las vasijas con las que se
recogía o almacenaban el agua... –pero esto no es más que una hipótesis improvisada-.
Propiamente, la zona es conocida como Los Aguasales -en razón de las fuentes saladas que
hay-: La sal era para los animales, no para consumo humano... Mis acompañantes se
criaron en el rento y de niños recorrían estas trochas con los animales -en especial el señor César-: Una o
dos veces al mes traíamos aquí el rebaño, para que las ovejas y corderos tomaran
la sal... Pascual Madoz (1806-1870), en su Diccionario (Madrid, 1846) ya dice de una "masada o caserío de Barrachina", ubicada "entre barrancos y montes cubiertos de pinos" a una legua al sur de Moya y poblada entonces por tres vecinos, mencionando la existencia en su término de "fuentes de agua salada que sirven para el surtido de los habitantes y abrevadero de los ganados".[4] Los animales del monte también buscan el salitre, particularmente los
rumiantes. Además de con los animales, mis acompañantes venían también con su abuela Petra a coger agua con garrafas, luego en
el rento la dejaban evaporar al sol... A las caballerías también se les ponía en el
pesebre una piedra rojiza de sal que traían de una cantera de Santa Cruz de Moya (Cuenca), para
que la lamieran...
Barranco de Los Aguasales, Moya (Cuenca), 2014. |
Detalle de fuente salada en el barranco de Los Aguasales, Moya (Cuenca), 2014. |
Barranco de Los Aguasales, Moya (Cuenca), 2014. |
En
la parte alta de la misma ladera donde nos encontramos hay un risco que
sobresale del monte, le denominan La Peñarroya, en razón de que su parte
central e inferior muestra este color: La peña servía como reloj, pues al
mediodía se ilumina completamente... La sombra que hace conforme avanza el
sol marca las siguientes horas del día... Entonces no hacía falta llevar reloj,
además de que pocos tenían. Las pendientes de esta parte del monte aparecen hoy
peladas, con sabinas dispersas y pinos, ya que al abandonarse los cultivos la naturaleza reclama lo suyo.
En otro tiempo, sin embargo, fueron tierras de labor abancaladas, donde crecía
el cereal y frondosos viñedos de viejas cepas, cuyas uvas sacaban un grado estimable de
alcohol: A la hora de vendimiar las uvas se bajaban a lomos de animales,
mediante banastos, hasta la carretera; de allí a Casasbajas iban por
la carretera, con carros...
Atravesando
de nuevo la rambla dejamos la zona de Los Aguasales y volvemos al camino
que venimos siguiendo. En un extremo del cauce izquierdo hay una barraca de
piedra en seco con la techumbre cubierta de tierra: La barraca la utilizaban
para guarecerse en las tormentas, y para guardar el hato... La parte más
elevada del cerro forma una cordillera rocosa llamada Los Ceñajos, cuya
cresta cierra el horizonte hacia el suroeste... Algunos puntos oscuros en los
roquedos delanteros señalan la existencia de cuevas, cuya boca se amplía
conforme ascendemos. El camino muestra grandes rehoyos de tierra rojiza,
resultado de las lluvias torrenciales. Este verano apenas ha llovido, los
romeros y aliagares aparecen agostados, resecos, amarillentos. A ambos lados
del camino y por toda la ladera aparecen arnachos, saladillos, ontinas blancas
y otros arbustos muy apreciados por los ganados y conejos: La abundancia de
estos arbustos indica que ya no hay animales que los pasten... Asimismo, el
arnacho (Ononis tridentata) es un buen indicador de la existencia de
yeso en el suelo, pues crece sobre este tipo de formación geológica, resultado
de la evaporación del mar eoceno. Abundan también los árboles del tipo Juníperus,
como los enebros de punzantes hojillas, cuyas nebrinas (gálbulos, propios de los enebros femeninos) dicen si se
utilizan o utilizaban en la elaboración de la ginebra, y macerados en aguardiente sirven para fabricar un resolí llamado ratafía. También se ven algunas
sabinas y espinos albares (majuelos), aunque dispersos...
Detalle de arnacho (Ononis tridentata), arbusto leñoso muy abundante en la zona, que crece en suelos de yeso (2014). |
Por
esta parte del camino abundan las piedras de espejillo, pues son tierras de
aljez... En otro tiempo cuando las gentes tenían necesidad de obrar ellos
mismos se hacían el yeso quemando estas piedras calizas. Para los hornos
empleaban todo tipo de arbustos, aliagas y romeros, ya que la leña escaseaba.
Para los hornos de pan cocer empleaban el mismo combustible, de ahí que los
montes más cercanos a las poblaciones estuvieran prácticamente pelados...
El
primer camino lo hicieron los renteros y propietarios de fincas de la zona, más
tarde los forestales trazaron otro, pero éste no llegó a utilizarse... El
camino atraviesa una zona de arcillas muy oscuras, continuando después las
vetas calcáreas y los yesares. Tras varios repechos se llega a una zona llana, desde donde ya
puede verse el caserío de Barrachina y las zonas de cultivo. Las casas se
hallan a la izquierda, sobre un somero altozano, parcialmente arruinadas. Por
detrás del caserío el alcor se eleva en rápida pendiente, constituyendo el puntal
Redondo. Las antiguas fincas de labor se explayan en suave declive hacia
levante, buscando el cauce del Turia... Hacia el norte el vallejo lo cierran
unos cerritos arcillosos aplanados, por cuya ladera discurre el camino que
viene de Casasbajas. Cierta parte más rojiza del cerro es conocida como Los
Atajillos, se trata de sendas secundarias que acortan el camino en
dirección al rento: Cuando ensancharon el camino principal, en los desmontes
encontraron restos humanos... Las sepulturas que los contenían estaban
formadas por losas de piedra, a modo de féretros.
En cierto
punto del camino que venimos siguiendo, ya en la parte llana, afloran piedras
de rodeno: En cierta ocasión el abuelo Mariano encontró en esta ladera una
piedra rodena perfectamente labrada, de unos sesenta centímetros de diámetro y
unos seis centímetros de grosos, perforada por el centro... Pensando que
era un molino de mano la llevó a la casa y allí desapareció, debió llevárselo
alguien... El presunto molino de mano, también llamado portátil, fue
hallado en la ladera occidental del cerro del castillo. Decía que mis
acompañantes han traído algo de comer, así que nos sentamos junto a una barraca
parcialmente derruida para almorzar. Durante el ágape, mis acompañantes evocan
recuerdos de su infancia en el rento:
- <El abuelo Mariano Muñoz Blasco y la abuela Petra Aguilar Luz tuvieron diez hijos -cinco chicos y cinco chicas-: Ambrosio, que era nuestro padre, María (que casó con uno de la Balsa en Ademuz), Eduvigis, Esteban (que murió en guerra, durante la batalla del Ebro), Mario, Mariano, Felicidad, Basilia, Eugenio y Felisa, que todavía vive... Los hijos varones, después de la faena subían a Casasbajas para ir a la escuela nocturna con una maestra. Dormían en el pueblo y a la hora de almorzar ya estaban en el rento. Las chicas no iban, el abuelo decía que a las muchachas no les hacía falta ir a la escuela... Ellos sí, por eso aprendieron todos a leer y escribir, nuestro padre tenía una caligrafía muy maja. Los abuelos tenían aquí mucha hacienda, un cuarto o más de las tierras del rento eran suyas. Aquí se cultivaba de todo, igual que en la huerta de Casasbajas, frutales, hortalizas, cereales, etc. Las mejores tierras de secano eran para el trigo y la cebada, las más flojas para la avena y el centeno. También había mucha viña, el abuelo tenía un cubo en el rento... Contaban los abuelos que aquí habían estado los moros, y que cuando los expulsaron decían: ¡Barrachín, Barrachín, cuánto oro se queda en ti...!>.
Siguen
diciendo:
- <Yo me críe aquí en el rento con los abuelos –señala el señor César-, a los siete años ya iba con un tío nuestro a vigilar el ganado... Los residentes en el rento, aunque naturales de Casasbajas eran vecinos de Moya, y cuando tenían que votar en la República iban a Moya, y también para pagar los arbitrios. Después de la guerra hubo por aquí mucho trasiego de guardias civiles y maquis... Los guardias solían preguntar a los niños: ¿Habéis visto a los bandoleros? En cierta ocasión iba yo con el ganado, ya casi de noche, y me aparecieron cuatro parejas de civiles: Me preguntaron por la Hoya de Mora. Les dije que no conocía esa partida, pero sí una llamada Hoya el Moro. De la sierra de Santerón los maquis bajaban por esa parte, y cruzaban el río hacia Santa Cruz de Moya. En una cueva que hay por esa parte es donde se concentraban los maquis, allí fue donde cogieron o mataron a varios... En otra ocasión vinieron guardias de Ademuz y de Santa Cruz, con caballos y andando, y se juntaron aquí en el rento una veintena... Luego vino una pareja de guardias de Algarra, éstos venían andando con sus macutos y pasaban aquí la noche: Se guisaban ellos mismos y los abuelos les proporcionaban los medios... Después ya vinieron de Santa Cruz, hasta que la cosa de los maquis acabó y dejaron de venir...>
En relación
con el maquis, se alude aquí a “Cerro Moreno”, lugar de Santa Cruz de Moya
donde hubo un campamento de la Asociación Guerrillera de Levante y Aragón
(AGLA): dicho campamento fue asaltado por la guardia civil, causando la muerte
de varios guerrilleros –esto fue el 7 de noviembre de 1949-. En este campamento
se integraron algunos vecinos, y actuaba como centro de enlace y soporte del
maquis.[5]
Los hermanos Muñoz Aguilar -César (izquierda) y Ambrosio (derecha)-, posando en el rento de Barrachina en Moya (Cuenca), con detalle del antiguo caserío, al fondo-izquierda (2014). |
Vista del rento de Barrachina en Moya (Cuenca), desde el camino que discurre por la base del "cerro del Castillo", con detalle del caserío al fondo (2014). |
Vista del rento de Barrachina en Moya (Cuenca), desde la cota media del "cerro del Castillo", con detalle de las zonas de cultivo y el antiguo caserío, al fondo-izquierda (2014). |
Vista del entorno del rento de Barrachina en Moya (Cuenca), con detalle del "Puntal Redondo" a la izquierda, y el caserío de Barrachina en la base del mismo, a la derecha (2014): |
Subida al
cerro del castillo de Barrachina.
Después del
almuerzo iniciamos la subida al cerro del castillo por la ladera occidental... No hay camino que
valga, razón por la que emprendemos la ascensión monte a través, zigzagueando
por la ladera, sorteando aliagas y matas de romero. La pendiente es
pronunciada, aunque con abancalamientos de trecho en trecho; el piso es de tierra y piedras sueltas, sirviéndonos de ayuda -y de impedimento- algunos
roquedos que, cual muralla natural, hallamos en la parte alta de la vertiente. Conforme ascendemos el horizonte se
amplía hacia poniente, descubriéndonos una nueva perspectiva del valle y de su
entorno.
En cierto
punto de la ascensión apreciamos piedras con restos de calicanto adheridos, lo
que indica que debió haber algún tipo de construcción en esta parte. En el
zigzagueo arribamos a la cima por la ladera noroccidental, en donde hay a modo
de depresión en la falda. En el ángulo septentrional observamos los restos de una cimentación circular o redondeada, basados en mampostería de piedra local sin labrar o escasamente labrada, aparejada sin orden en los tamaños ni en las hiladas, tomada con argamasa de cal y
canto de grano grueso. En el interior de un hipotético torreón a medio excavar encontramos una
cesta terrera y una azada, lo que nos hace suponer que alguien ha estado
buscando restos antiguos, hecho que se confirma por los trozos de cerámica variada (celtíbera e islámica/andalusí) que
hay acumulados en un lado. No podemos más que lamentar este tipo de vandalismo
arqueológico, pues para que una excavación sea productiva debe ser realizarla
por especialistas, siguiendo los protocolos adecuados a cada caso y circunstancia.
La cima del
montículo denominado “castillo de Barrachina” es una planicie irregular -de forma alargada, orientada de norte a sur- que
debió poseer algún tipo de parapeto o muralla en todo o parte de su perímetro,
torreones o estructuras similares. Pues en el extremo sureste hay también
restos de edificaciones antiguas, del mismo estilo que las descritas. Dado el
tipo de fábrica y la situación, es de pensar que el cerro pudo ser utilizado
como atalaya desde la que vigilar y defender el paso del Turia, que discurre por la base
oriental del altozano. En el interior del recinto fortificado hay también restos de construcciones muy perdidas, y varios socavones que pueden corresponder a prospecciones furtivas...
Nos hallamos
en un punto estratégico del término de Moya... Hacia el norte se aprecia la
antigua carretera nacional 330, la entrada del segundo túnel (según se baja) y el caserío de
Casasbajas, pueblo valenciano del Rincón de Ademuz: una zona de frontera entre Aragón y Castilla desde época medieval. Hacia el sur se observa la
misma carretera en la parte denominada Las Emes, que penosamente
asciende por la ladera camino de Santa Cruz de Moya. Frontero por levante está el monte Quemado. Al poniente se halla el Puntal Redondo,
el arruinado caserío del rento y los otrora ricos campos de cultivo.
Hacia poniente, el horizonte lo cierran La Dehesilla y Los Ceñajos. En la vertiente opuesta de este último monte se hallaba el caserío y rento de Asturias, por donde pasó el sabio abate valenciano Antonio Josef Cavanilles (1745-1804) camino de Vallanca, vía el Pinar Llano -en 1792-: "Salí de este pueblo [Santa Cruz de Moya] por el barranco y camino de Asturias que guia para las tierras de Ademuz, y por tres quartos de hora subí la cuesta hasta llegar á las elevadas llanuras" -dice el ilustrado botánico en sus Observaciones (Madrid, 1797)-.[6]
Vista septentrional del valle del Turia, desde el cerro del "Castillo de Barrachina", con detalle del segundo túnel de la antigua CN-330 y el caserío de Casasbajas (Valencia), al fondo (2014). |
A modo de
epílogo.
La excursión
al “castillo de Barrachina” nos ha descubierto un lugar recóndito e inédito del término de
Moya (Cuenca), muy vinculado al Rincón de Ademuz por Casasbajas (Valencia). Nos ha
sorprendido el lugar de Los Aguasales y sus fuentes salitrosas, el
conocimiento de ciertos arbustos y el siempre admirable paisaje de nuestra
humilde tierra, incluyendo el nombre respectivo de las partidas del término.
A priori, imaginaba yo que con el
“castillo de Barrachina” sucedía lo que con el “castillo de los moros” de Sesga
(Ademuz), que ni es castillo ni fue nunca de los moros, pues éste resulta ser un castro o
despoblado celtíbero. Pero me equivocaba... Pues, a tenor de los estudios de superficie realizados por Huélamo Gabaldón y Solias Arís (1996), basados en distintas variables -el enclave, el topónimo, los restos arquitectónicos y la cerámica hallada (de predominio andalusí, aunque mezclada con restos ibéricos)-, el yacimiento puede pertenecer a un hisn (lugar fortificado y hábitat islámico) que tuvo su vigencia entre los siglos IX-X y XII-XIII, el cual desapareció o fue abandonado tras la conquista cristiana de estos lugares a principios del siglo XIII. De la misma forma, la cerámica celtíbera, "muy rodada", indica un asentamiento ibérico previo al islámico. Dicen los autores citados en las conclusiones de su admirable trabajo...
Respecto al enclave:
- <Dadas las características topográficas del enclave, es evidente la función defensiva y de control de paso sobre el río Turia, una vía natural de comunicación entre la Serranía y la costa, en un punto de confluencia de muchos intereses. La comarca donde se asienta la fortaleza de Barrachina se encuentra en un lugar fronterizo entre Sharq-al-Andalus (el Levante) y la Marca Media (al-Tagr al-Awsat), en los límites de los territorios de Albarracín, Alpuente y Santaver-Toledo-Cuenca. Por ello, el dominio de esta vía de paso pudo ser importante en determinados momentos>.[7]
Respecto a las técnicas constructivas (tipología):
- <Las características técnicas de la construcción de la fortificación andalusí de Barrachina, con presencia de hiladas de piedras a sardinel como falsos tizones nos remiten a paralelos formales considerados, habitualmente, como beréberes y típicos del Tagr al-awsat, la Marca Media. La distribución de este estilo constructivo se centra en el curso alto y medio del Tajo, el curso alto del Duero y, especialmente, la zona del Sistema Ibérico, todos ellos, territorios con ecosistemas que permiten un aprovechamiento ganadero, base económica fundamental de esos grupos tribales norteafricanos>.[8]
Respecto de la cerámica:
- <La cerámica nos informa, asimismo, a través del estudio de sus paralelos, de dos grandes regiones: Levante (Sharq-al-Andalus) y Marca Media (Tagr-al-Awsat), aunque también, lógicamente, los mismos tipos aparecen en otros lugares, como es el caso de la Marca Superior (Tagr-al-Alá). Ello no puede extrañar, pues ha de tenerse en cuenta que nos encontramos ante un lugar que va basculando en las influencias que recibe a partir de las cambiantes fronteras y relaciones que se van estableciendo alo largo de la Edad Media>.[9]
Respecto a la cronología del asentamiento:
- <La cronología del asentamiento nos la proporcionan las cerámicas recogidas en la prospección y ésta iría desde los siglos IX-X, con piezas como las ollas de tipo valenciano, hasta los siglos XII-XIII, con cerámicas que ofrecen una clara filiación almohade, como pueda serlo la cantimplora o alguna de las formas de ataifor. Esto probaría que el yacimiento estuvo en uso hasta, como mínimo, la conquista cristiana de la zona, que se produce entre los dos últimos decenios del siglo XII y los dos primeros del siglo XIII>[10]
Y concluye:
- <A partir de aquí, y para finalizar, podemos ver como las noticias históricas confirman las fechas que nos ha proporcionado la arqueología acerca del abandono de la fortificación, hecho éste que tendría lugar a finales del siglo XII o a inicios del XIII. El conocimiento histórico de ese hecho resulta importante desde el momento en que nos proporciona un límite cronológico para la presencia de cerámicas andalusíes en este territorio>.[11]
Sirva el punto para insistir en la necesidad de evitar cualquier tipo de actividad (prospección de superficie o en el subsuelo) en un yacimiento arqueológico que no sea llevada a cabo por profesionales debidamente autorizados. Cualquier otra actuación podrá ser calificada de vandálica, y denunciable.
Vista del barranco de Los Aguasales, desde el cerro del "Castillo de Barrachina" en Moya (Cuenca), con detalle de Peñarroya en la ladera izquierda (2014). |
Por lo
demás, el hallazgo de vestigios de actividad humana -un presunto “molino de mano” tallado en piedra rodena en la ladera del cerro del
castillo y las “tumbas basadas en losas, a modo de féretros" en las vertientes
meridionales del monte del Esparto- apoya la hipótesis de que la zona del rento de
Barrachina estuvo ocupada desde épocas mucho más antiguas que las del hisn islámico, pudiendo corresponder a asentamientos celtíberos. Lamentablemente, los
hallazgos referidos nunca fueron documentados... Vale.
[1] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz,
Valencia, 2009, vol. III, p. 146.
[2] ID. Don Ramón Fos Adelantado, cura párroco de Corcolilla de Alpuente en la Causa General de Valencia, del sábado 19 de octubre de 2014.
[3] ID. Los guerrilleros del maquis antifranquista, ¿héroes o villanos?, del sábado 26 de abril de 2014.
[4] MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar, Madrid, 1846, vol. IV, p. 38.
[4] MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar, Madrid, 1846, vol. IV, p. 38.
[5] Ibídem.
[6] CAVANILLES PALOP, Antonio Josef. Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos, de Orden Superior, en Madrid en la Imprenta Real, Año de 1797,/Valencia 1989, volumen II, párrafo 100, pp. 72-73. Vid SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Rincón de Ademuz visto por el botánico Cavanilles, del jueves 15 de marzo de 2012.
[7] HUÉLAMO GABALDÓN, Juana María y SOLIAS ARÍS, José María. La fortificación rural andalusí de Barrachina (Moya, Cuenca), en Moya I. Estudios y documentos, Edita Diputación Provincial de Cuenca, 1996, pp. 58-88.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[7] HUÉLAMO GABALDÓN, Juana María y SOLIAS ARÍS, José María. La fortificación rural andalusí de Barrachina (Moya, Cuenca), en Moya I. Estudios y documentos, Edita Diputación Provincial de Cuenca, 1996, pp. 58-88.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
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ANEXO GRÁFICO
ANEXO GRÁFICO
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