A propósito de una visita a las
ruinas de la ermita de santa Bárbara.
“Casi todas (las casas de Ademuz) gozan la
deliciosa vista
que el Turia y campos inmediatos les
presentan;
pero el sitio mas ventajoso para disfrutarla
es el castillo,
situado en la cumbre del cerro”
-Antonio J. Cavanilles, Observaciones (Madrid, 1797)-.
Dedicado al señor Jesús Blasco Sánchez y a su esposa,
la señora Ana Camañas Peinado,
amigos de Ademuz.
la señora Ana Camañas Peinado,
amigos de Ademuz.
En
nuestro recorrido por los miradores del Rincón de Ademuz arribamos hoy al del
Castillo de Ademuz y ermita de Santa Bárbara: un solar devastado donde yacen
las ruinas de una capilla del Setecientos
y estructuras medievales defensivas, todo ello muy perdido. Si hubiera quien se
atreviera a valorar y escoger el mejor mirador entre los existentes en la
comarca no cabe duda que lo tendría difícil, pues son muchos y variados los que
hay -todos ellos sobresalientes-: el Mirador de la Hoz en Ademuz,[1]
el Mirador de las Hoces del Ebrón en Castielfabib,[2]
el Mirador de Mirar Bueno en Puebla de San Miguel,[3]
el Mirador de San Roque en Vallanca,[4]
etc.
Cuando
pronunciamos la palabra “mirador” solemos pensar en un lugar alto, elevado, en
una atalaya desde la que contemplar algo hermoso, ya sea paisaje natural o
arquitectónico. En mi vida he tenido la suerte de poder viajar, algo que
recomiendo encarecidamente, pues los viajes permite al ser humano alejarse de
su lugar de origen, conocer gente nueva y otros paisajes, lo que aprovecha para
ampliar el horizonte de nuestra mente. Y después regresar para contarlo; porque
lo mejor de los viajes es volver a casa. Pero si entre los paisajes que he conocido hubiera
de elegir no lo dudaría: primero, el panorama de la Acrópolis de Atenas desde
la colina Filopapos al atardecer; segundo, la ciudad de Jerusalén desde la
iglesia de Lacrima Christi, también conocida como Jesús flevit –lugar
donde dice la tradición que Cristo lloró a la vista de la ciudad-: desde aquí puede verse la ciudad santa en su perspectiva oriental, dos de sus más célebres puertas, la de los Leones y la Dorada, y el cementerio judío a los pies de la muralla. Se trata de
lugares de ámbito urbano que reúnen una belleza inefable, sobrecogedora,
maravillosa. Decía cierto pintor francés, Jacques-Louis David o Delacroix, que
no hay paisaje sin cielo. Pero el verdadero paisaje debe contener a mí
entender, además de naturaleza, construcción que lo humanice.
Propiamente,
los paisajes del Rincón de Ademuz carecen de la grandiosidad de las grandes
construcciones de la antigüedad, pero poseen en abundancia otros elementos
indispensables que los hace igualmente magníficos: valles y montañas, obra
humana y cielos despejados. Aunque la obra humana no sea más que una cija de
muros desmochados. Porque la belleza de un lugar se halla antes en el que le
contempla que en el propio paisaje...
Espectacular vista general de Ademuz (Valencia), desde el Pico Castro (897 m), 2004. |
En
busca del Castillo de Santa Bárbara.
Para
visitar los restos del castillo de Santa Bárbara hay que ir a Ademuz, villa del
Rincón de Ademuz y cabecera de esta comarca del poniente valenciano, la cual se
halla fuera de su provincia de origen, entre Cuenca y Teruel. Una vez en Ademuz
pueden seguirse varios caminos para subir al castillo: uno, directamente
desde el Vallado, popular barrio situado en la parte más elevada del caserío, bajo el propio castillo; otro,
yendo por la calle Cruces, en dirección al cementerio local; otro más, yendo
por el camino del barranco de la Virgen, que finalmente confluye con la parte
alta de la citada calle Cruces.
Las
dos primeras opciones nos permitirán conocer por dentro el caserío de Ademuz,
sus gentes, las callejas estrechas y empinadas, y su complejo urbanismo. Lo de
conocer gente es una posibilidad, pues cabe también que no encontremos a nadie.
Si pretendemos subir al castillo con vehículo, antes que aventurase por las
calles, lo mejor es ir por el camino del barranco de la Virgen, que va por la
ladera septentrional del cerro sobre el que se asienta el caserío ademuceño.
Vista de la plaza de la Iglesia en Ademuz (Valencia), con detalle del acceso al templo, la fuente con pilón en el frontis de Las Gradas y la calle Boticario, al fondo (2014). |
Vista de la plaza de la Iglesia de Ademuz (Valencia), con el templo a la derecha, la barbacana a la izquierda y el portal de San Vicente al fondo (2014). |
Detalle del muro que sujeta la barbacana de la plaza de la Iglesia en Ademuz (Valencia), 2014. |
Para
nuestro recorrido partiremos de la plaza de la Iglesia -anteriormente, plaza de
don Blas Mañez-, frente a la parroquial de San Pedro y San Pablo, cuyo edificio fue declarado por la Generalidad Valenciana en 2007 en Bien de Relevancia Local (BRL).[5] Además de la iglesia, lo más
característico de esta plaza es la barbacana que tiene al levante, muro de
grandes dimensiones que salva el desnivel con la calle inferior, y la fuente
con pilón que hay en el frontis de Las Gradas, escalinata de doble vertiente
que permite el acceso al templo por su puerta oriental. La plaza tiene su
entrada principal por la calle Mesón, que procede de la parte inferior y norte
de la villa y sale por el Portal de San Vicente, que guía para la parte más
antigua y meridional del caserío, donde se halla la plaza del Ayuntamiento y la
Casa Consistorial. Dicha puerta es la única que queda de las que poseía la
antigua muralla medieval. Dicho así habremos de entender que el Portal de San
Vicente permitía el acceso a la villa antigua por esta parte, de forma que el
templo parroquial, fábrica del siglo XVII, se hallaba extramuros. La plaza de
la Iglesia posee forma alargada, en dirección norte-sur, con el templo a la
espalda (oeste) y la barbacana al frente (este). La barbacana posee un pretil y
un banco corrido en su base, constituyendo un balcón natural sobre la vega del
Turia. Propiamente, la plaza posee otra vía de acceso por la calle Boticario,
que discurre por encima y paralelamente de la del Mesón -aunque lo de paralela
es un decir imposible en Ademuz-. Asimismo podría decirse de la calle que pasa
por la base del muro de la barbacana, que lleva a la avenida de Valencia, en lo
que constituye el acceso meridional de la villa. La plaza de la Iglesia posee
otros dos accesos o salidas, circundando el templo por sus fachadas norte y sur,
aunque estas sólo son practicables caminando.
Vista de la vega del Turia desde Las Gradas de la iglesia de Ademuz (Valencia), con detalle de La Celadilla al fondo (2014). |
Detalle del acceso a la calle Cruces por la escalinata de los Toriles, que pasa frente a la puerta austral del templo parroquial de Ademuz (Valencia), 2014. |
Acceso a la calle Cruces por la escalinata de los Toriles en Ademuz (Valencia), 2014. |
El
acceso meridional es conocido como escalinata de los Toriles, rodea el templo
por su fachada sur y continúa por la occidental, subiendo hasta la calle
Cruces. Lo de los Toriles tiene su explicación... Resulta que los lugareños son
muy aficionados a los festejos taurinos, hasta el punto de que hasta hace pocos
años montaban en la plaza de la Iglesia unas complejas estructuras de madera
atadas con cuerdas, formando a modo de coso donde torear los astados. Como
corral o toril utilizaban una zona estrecha sita entre el templo y la
escalinata que sube hasta la calle Cruces. La plaza de la Iglesia es quizá la
más popular entre los lugareños, más si cabe que la del Ayuntamiento,
seguramente por ser más lucida. Allí se celebra en la actualidad el mercadillo
semanal, siendo también el lugar de paso obligado entre la parte antigua del
pueblo y la más moderna. Como fuera de esperar, su aspecto no ha sido siempre
el mismo, ya que hasta pocos años después de la guerra civil (1936-39) -muchos
vecinos todavía lo recordarán-, hubo allí un copudo olmo rodeado de un murete.
Del árbol ya nos dice Madoz a mediados del siglo XIX (1845): debía ser el mismo
olmo, pues entre la cita del estadista y la época en que lo talaron apenas pasó
un siglo, y estos árboles son muy longevos. Probablemente se secó y lo talaron,
aunque hay quien dice que lo cortaron porque quisieron, y que el alcalde de
entonces se llevó la leña...[6]
Para
subir al castillo iremos por la escalinata de los Toriles, rodeando la fachada
meridional del templo hasta la citada calle Cruces. Esta vía es la que
tradicionalmente se ha utilizado en Ademuz en los entierros: el cortejo fúnebre
salía por la puerta austral del templo, ascendía por la escalinata y llegaba al
cementerio, que se encuentra en una planicie de la parte alta del pueblo, por encima del castillo.
Durante el trayecto, el féretro era portado a hombros por los vecinos, amigos y
familiares del muerto: así lo habría querido él, y de esta manera lo
entendían sus deudos, además de que durante muchos años no había otra forma de
hacerlo. Antiguamente la escalera era más estrecha, pero hace años se estrechó,
en detrimento de los Toriles. Los peldaños son amplios y la subida cómoda, dada
su disposición en varios tramos. La parte alta sobrepasa en altura a los
tejadillos de las capillas laterales, lado del evangelio del templo, y coincide
con la capilla de la Comunión, que se halla hacia la cabecera y posee forma
octogonal. La escalinata y la parte correspondiente de la calle Cruces poseen una
baranda lateral. Desde este punto veremos que los muros de piedra y hormigón
para salvar el desnivel son comunes en Ademuz, dada su ubicación en la ladera
del cerro sobre el que asienta. Asimismo, veremos unas peculiares
construcciones de planta estrecha, sitas entre dos niveles del terreno, muy
típicas en la villa.
Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle del templo y la escalinata de los Toriles a la derecha (2014). |
Vista del caserío de Ademuz (Valencia), subiendo por la calle Cruces: detalle de arquitectura local con los omnipresentes muros salvando el desnivel entre calles (2014). |
Siguiendo
por la calle Cruces veremos que ésta se dirige hacia la derecha, en posición
ascendente. Se trata de una calleja cementada relativamente estrecha y sinuosa, con
viviendas a ambas manos. Algunas de las casas muestran su aspecto antiguo,
grandes portalones, ventanas rejadas y amplios balcones o solanares de madera
torneada. Conforme ascendemos podremos observar que el panorama se abre a
nuestra derecha, ampliándose hacia levante, para mostrarnos la vega del Turia a
su paso frente a la población. Y ello hasta un punto en que los tejados de las
casas quedan por debajo de la vía. Continuamos ascendiendo hacia la parte más elevada de la villa, lo que se evidencia en que los edificios se han convertido en pajares,
con sus eras en la parte alta. Puede dar la impresión de que las construcciones
se han convertido en pajares, pero es más bien lo contrario, los antiguos
pajares se han ido habilitando como viviendas. Uno de los elementos más
significativos del paisaje que descubriremos en nuestra ascensión es la mole
del Pico Castro (897 metros de altitud), sito en posición norte respecto a la
villa, con su típica forma de chimenea: coronado por una amplia cornisa
plateada de gran potencia, sus laderas se muestran pinadas hasta casi la base,
producto de la reforestación de posguerra. Hacia la derecha, el espectáculo
resulta igualmente excelente, con los tejados del caserío a nuestros pies,
hasta la vega del Turia que se muestra en un plano más hondo, para volver a
elevarse en la loma de la Celadilla, que queda enfrente. Por detrás del
montículo el paisaje se amplía hacia el sureste, dibujándonos un panorama
ciertamente esplendoroso. La vega discurre por la parte central del valle, con
el Turia en su margen izquierda y la carretera que viene de Santa Cruz de Moya,
vía Casasbajas y Casasaltas por la derecha. En un punto el río cruza la vega
pasando a la derecha, lo que se evidencia por la hilera de chopos ya tocados
por el otoño que circundan sus riberas: en ambas márgenes crecen tupidos
maizales y árboles frutales. A la altura de Los Arenales observamos un nuevo
elemento en el paisaje, nuevo porque no surgió hasta los años noventa del
pasado siglo: se trata del gran viaducto que salva la vega, correspondiente a
la variante de la carretera nacional 330 que viene de Manzaneruela y se dirige
a Torrebaja. Por detrás del puente, a la izquierda aparece el pico de La Muela
(905 m), con una cornisa dorada de gran potencia en la parte alta y laderas
pinadas, émulo del Pico Castro. Con motivo de las obras de la nueva carretera se realizaron ciertas prospecciones arqueológicas de urgencia en la base de La Muela -junio y julio de 1995-, que llevaron al descubrimiento del yacimiento ibérico denominado "Los Arenales", también conocido como "La Celadilla" de Ademuz.[7] En un plano más alejado se adivina el Pico
Picadoras (893 m), al suroeste de Val de la Sabina. El horizonte más lejano lo
cierran al sureste las estribaciones de la sierra de Tortajada, frente a
Casasaltas y Casasbajas. Otro elemento curioso del paisaje, sito éste en la
Vega, margen derecha del Turia, entre éste y la desembocadura del río Boilgues,
es la plaza de toros de Ademuz, única en la zona y que evidencia la específica
pasión taurina de los ademuceros, compartida por muchos rinconademucenses.
Vista del caserío de Ademuz (Valencia), ascendiendo por la calle Cruces, camino del cementerio local (2014). |
Vista del caserío de Ademuz (Valencia) con detalle de arquitectura local: balconadas y solanares en una vivienda de la calle Cruces (2014). |
Arribados
a la parte más elevada de la calle Cruces, ésta hace un brusco giro a la
izquierda, junto en el punto donde irrumpe el camino que viene del barranco de
la Virgen. Aquí calle y camino se hacen uno para continuar por la ladera hasta
el cementerio local. En la parte alta (derecha) de la vía observaremos una
serie de pilones con una hornacina en la parte alta, se trata de las estaciones
del Vía Crucis.[8] Los pilones son de ladrillo rojo macizo, asentados sobre
una base de roca caliza labrada, coronado todo por una cruz sobre la cobertura
piramidal. En la hornacina moran las cerámicas con las representaciones de la
pasión de Cristo. Los azulejos son bonitos, quiero decir agradables de ver por
su hechura y colorido, pero los casilicios se hallan muy deteriorados. Los
pilones muestran restos de jalbegue, lo que les resta vistosidad. Sucede lo que
con todas las obras de este tipo, que no se sabe muy bien de quién son, si de
la Iglesia, la parroquia o el municipio, lo que conlleva que nadie se ocupe de
su conservación. Lo cierto, sin embargo es que se hallan en Ademuz y forman
parte del patrimonio cultural y religioso de la villa, y como tal debieran
tratarse. Este último tramo del camino hasta el Cementerio conviene hacerlo
tranquilamente, admirando el hermosísimo paisaje que se nos muestra. Podemos
mirarlo y remirarlo una y mil veces, y no nos cansaremos, pues contiene algo en
su bosquejo singularmente armónico y
tranquilizador, quizá por la amable y conocido...
Vista de la vega del Turia desde la calle Cruces de Ademuz (Valencia), 2014. |
Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle de arquitectura local (2014) |
Hacia
el suroeste veremos aparecer un nuevo elemento en el paisaje, se trata del
cerro de Horca, con su forma troncocónica, sito en la margen derecha del río
Boilgues, frente a la villa. Desde su base vemos ascender un camino asfaltado
que pasa frente a la ermita del Rosel, proveniente de Libros, Torrebaja, El Soto
y Ademuz, y que conduce hacia el Pinar Llano: se trata del antiguo Camino Real
que lleva para Castilla, vía Pedro Izquierdo y Santo Domingo de Moya. Al final
del camino que venimos siguiendo arribaremos al cementerio, cuyo solar se halla
a la derecha, cercado de altos muros. Se trata de un camposanto parroquial,
dependiente de la Iglesia. Según me hacen saber, la Iglesia ha ofrecido su
gestión al Ayuntamiento, pero éste ha rechazado el ofrecimiento, razón por la
que los nichos se los fabrican los propios vecinos asociados en cooperativas.
Adosada al muro del cementerio se halla la antepenúltima estación del Vía
Crucis, los dos últimos pilones se hallan en la placeta que hay frente al
recinto cementerial, cuya entrada se halla en la fachada meridional. La
explanada frente al muro oriental del santo lugar forma un estupendo balcón
natural sobre el valle del Turia, con el caserío de la villa a nuestros pies.
Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m) desde la calle Cruces en Ademuz (Valencia), 2014. |
Detalle de la parte alta de la calle Cruces en Ademuz (Valencia), 2014. |
Vista de la vega del Turia, con detalle del caserío de Ademuz (Valencia) a nuestros pies, y el Pico Castro (897 m) al fondo iquierda (2014). |
El
Mirador del Cementerio se halla protegido por una sólida baranda de hierro,
varios pinos sombrean la placeta del mirador, en cuyo centro se halla la última
estación de la Pasión: Jesús es colocado en el sepulcro. Merece la pena
detenerse un momento para admirar el espectáculo que desde este punto se ofrece
al visitante, ya que se trata de unos de los más fastuosos de la comarca. A
nuestros pies, los tejados del caserío de Ademuz. De norte a sur, la vega del
Turia, cuyo cauce sinuoso viene señalado por los chopos y sargas que circundan
sus riberas. En la margen derecha, en posición septentrional, frente a la
población, la eminencia del Pico Castro, con su pétreo capitel coronando la
cima y sus laderas pobladas de pinos, por cuya base discurre la carretera que
lleva para Teruel. Al otro lado del valle, margen izquierda del río, los
Puntales del Mediero, frente a Torrebaja, cerros que forman parte de Los
Molares (1.077 m), en cuya parte baja se aprecian las rojizas arcillas de Los
Terreros y la zona reforestada de La Dehesa. En la misma margen, el graderío de
montañas baja hasta el valle, conformando el paraje de Los Planos, afloraciones
terciarias de característico colorido. A los pies del Pico Castro veremos el
puente de El Sotillo, que cruza el Turia a la entrada de Ademuz. El camino del
puente lleva hacia levante, en dirección a Mas del Olmo y Sesga, vía Val de la
Sabina, aldeas de Ademuz. La carreterita, más bien camino rural asfaltado, pasa
por detrás de la pinada loma de La Celadilla, por cuya ladera norte discurre la
rambla del Val.
El
río Turia fluye sinuoso por la vega y se acerca por el norte al caserío de
Ademuz, frente al que forma una amplia herradura, para alejarse de nuevo en
dirección sureste: atraviesa el valle y continúa su trayecto por la parte
izquierda del mismo, camino de Los Arenales. En este paraje veremos el gran viaducto
de la carretera de Manzaneruela a Torrebaja, que desde las Casas de la Balsa
salva el valle y se inserta en un tajo del monte abierto a los pies del Pico de
la Muela. Decíamos que La Muela constituye otro de los iconos del paisaje
ademuceño, junto con el Pico Castro y el Cerro de Horca. Sus eminencias rojizas
conforman a modo de doble diadema, una en la parte alta de la cornisa y otra en
la inferior. Por detrás de La Muela se abre paso la rambla del Val, cauce que
recoge las aguas de las vertientes occidentales de las estribaciones de
Javalambre, desde Puebla de San Miguel a esta parte, abocando al Turia en El
Sotillo, a los pies del Pico Castro. Frente a La Muela, otro lado del Turia, se
alza el Cerro de Horca, cuyas laderas escalonadas fueron antiguas zonas de
cultivo hoy en gran parte abandonadas. El cerro se halla coronado por una
cornisa pétrea de gran potencia: todas estas formaciones montañosas van
desmoronándose por efecto de la karstificación (disolución de la roca por el
agua) y gelivación (acción del hielo y deshielo sobre la roca) que la afectan.
Vista del Pico Castro (897 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que sube al cementerio (2014). |
Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle del cerro de Horca, desde el camino que sube al cementerio (2014). |
Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que sube al cementerio (2014). |
Vista de la vega del Turia en Ademuz (Valencia), desde el camino que sube al cementerio (2014). |
Vista del Pico Castro (897 m) en Ademuz (Valencia), desde la placeta del cementerio (2014). |
Detalle la entrada principal del cementerio de Ademuz (Valencia), desde el camino que baja al castillo y ruinas de la ermita de Santa Bárbara (2014). |
Dejamos
el Mirador del Cementerio para descender por un camino cementado que nace en la
plazuela, junto al penúltimo pilón del Vía Crucis: Jesús muerto, en brazos de su madre. A los pies del pilón hay un
bloque de piedra a modo de asiento que señala el camino que lleva al “huerto de
la muerte”, cuya entrada se halla en el muro meridional: posee un gran portón
de dos hojas de madera enmarcado por un arco recto de piedra, cubierto de
tejadillo y coronado por una cruz latina: dos añosos cipreses custodian el
margen derecho de la entrada. En nuestro recorrido bajamos por el camino
cementado que conduce al solar del antiguo castillo medieval de Ademuz y a la
ruinosa ermita de Santa Bárbara, ambos sobre la eminencia del cerro que domina
la villa en esta parte. En su tramo final el camino desciende en brusca
pendiente, entre antiguas labradas, donde todavía se mantienen algunos
almendros y oliveras, para dar a una somera placeta frente a unos ruinosos
edificios: se trata de viejos pajares con su era. Unos pilones de obra impiden
el tránsito de vehículos al recinto histórico. Resultará obvio decir que desde
el Mirador del Cementerio hasta la placeta de la era podremos seguir
contemplando el grandioso panorama que se nos ofrece por la izquierda y que
hemos tratado de describir. Conforme descendemos, el paisaje ademuceño se nos
ofrece en una nueva perspectiva, destacando la torre-campanario de la
parroquial, cuyo chapitel emerge entre el caserío, casi al alcance de nuestras
manos. Asimismo destaca el cuerpo del templo con su cobertura a tres aguas, los
tejadillos y contrafuertes de las capillas del lado del evangelio, la cúpula de
la capilla de la Comunión...
Vista del cerro de Horca en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y ermita de Santa Bárbara (2014). |
Desde
los pilones que marcan la entrada al recinto propiamente arqueológico puede
observarse una singular perspectiva del camino por donde hemos descendido desde
el Mirador del Cementerio: lo más llamativo es la eminencia pétrea que corona
el cerro de los Zafranares, a cuyos pies se halla el camposanto, y el
pronunciado declive de las terrazas, donde todavía perviven viejos almendros
resecos. Antes de atravesar los pilones nos acercamos a un panel con texto y
fotos que hay en un rincón de la era, hoy placeta: lamentablemente, el texto
resulta ilegible y las fotografías borrosas por efecto de la intemperie. Ya
hemos manifestado muchas veces este fenómeno, que no hay quien se ocupe del
mantenimiento de este tipo de indicadores que hay en tantos lugares de
interés... Ello resulta penoso, ya que si un visitante foráneo se acerca hasta
este lugar, ¿cómo podrá saber qué es lo que está viendo, su origen y proceso
histórico?
Atravesando
la hilera de pilones que marcan el recinto arqueológico nos toparemos con una
fuentecita de hierro que hay en la base de unas rocas calizas. La fuente no tiene
agua. Junto a un muro de la derecha vemos varios árboles: un cerezo, una
higuera, un serval común, un tamarindo… Las mencionadas rocas calizas tras de
la fuente forman franjas horizontales de mediana potencia, a modo cimientos
aéreos de lo que pudieron ser lienzos de muralla o muros de torreón basados en
mampostería de piedra tomada con cal y canto. Dada su ubicación bien podrían
corresponder a la entrada principal de la fortaleza, presumiblemente dispuesta
entre torreones. De hecho sería la zona mejor fortificada, pues el resto del
recinto posee sus propias defensas naturales en la altitud y lo escarpado del
terreno. La fuentecita marca el ángulo de dos caminos: uno se dirige hacia
abajo, donde el depósito del agua potable que sirve a la población y las ruinas
de la ermita de santa Bárbara, y otro hacia arriba, donde una somera plazuela,
en cuyo margen meridional pueden observarse restos de muro similares a los
descritos. Caminamos hacia arriba, para ver con una mejor perspectiva los
restos arqueológicos mencionados. Desde la placeta, en la que hay mesas y
bancos de madera, farolas y alguna papelera, puede observarse otro lienzo de
muro parejo a los descritos, cuya base caliza se ha desmoronado parcialmente.
Estos fragmentos de muro o torreones son lo que queda del antiguo castillo de
Ademuz. Pascual Madoz (1845), que fue Ministro de Hacienda y autor de una Ley
de Desamortización que lleva su nombre, comenta de Ademuz y su castillo:
- <Dominando la población, sobre un cerro, cuya falda está ocupada (por el caserío), se ve el antiguo y desmantelado castillo, obra de los árabes [...] Los moros la llamaron Adamuz, y la cercaron de altos muros y torreones: en el año 1212 la conquistó D. Pedro 2º de Aragón, y la pobló de cristianos, pero disfrutaron poco de su posesión, porque el rey moro de Valencia, la tomó luego pasándolos a cuchillo; la reedificó, y á su fort(aleza) añadió un cast(illo), cuyos restos conserva en su parte mas elevada. El rey D. Jaime 1º de Aragón la conquistó por segunda vez en 1259, después de una gran resistencia y mucha pérdida de gentes, y la mandó poblar de cristianos de su ejército á quienes concedió muchos privilegios. Este pueblo fue de los primeros asi en la religión cristiana, como en el señ(orío) de los reyes de Aragón>.[9]
Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y ermita de Santa Bárbara (2014). |
Antes
de seguir adelante conviene aclarar algunas afirmaciones contenidas en el
párrafo citado. Cabe decir, no obstante, que Madoz no es historiador, ni lo
pretende. Respecto a los asuntos históricos, él se limita a recoger lo que se
sabía o se creía saber en su tiempo, tomando muchas veces la información de los
propios lugares que trata. Afirma el texto que “los moros [...] la cercaron de
altos muros y torreones”: obviamente se refiere a la localidad, sin mencionar
propiamente un castillo o fortaleza. Por lo que sabemos, en tiempo de los moros
ya existía algún tipo de estructura defensiva en Ademuz, bien sea torreón o
castillejo, formando parte de una línea imaginaria que unía Albarracín con
Alpuente, vía Jabaloyas, Tormón, El Cuervo, Castielfabib, Santa Cruz de Moya...
Asimismo, había otros castillos, castillejos o torreones a ambos lados de esta
línea: Villel, al este, y Huélamo, Salinas, Alcalá de la Vega, Boniches,
Algarra, Mira, éstos al oeste. Se dice también que “en el año 1212 la conquistó
D. Pedro 2º de Aragón, y la pobló de cristianos”. A tenor de lo que demuestra
la historiografía, la conquista cristiana tuvo lugar realmente en 1210, antes
de la batalla de las Navas de Tolosa, por Pedro II el Católico de Aragón: el
cronista Jerónimo Zurita (1512-80) recoge y comenta en sus Índices (Zaragoza,
1577) detalles de aquel momento:
- <A finales de marzo (de 1210) el rey (don Pedro de Aragón) reúne sus tropas en Monzón, y hace una incursión por tierras del reino (almohade de Valencia). [En aquella expedición] Conquistan la villa de Ademuz, Castielfabib y Sertella, con sus castillos. Estas fortalezas no se agregan al reino de Aragón, sino que forman el reino de Valencia, que puestas en la frontera eran como las primicias de una gran expedición. Los castillos próximos se rindieron y aceptaron las condiciones propuestas. [...] y aquel día en presencia del rey, del obispo de Zaragoza se ofreció y entregó a don Pedro de Montagudo maestre del Temple y a su orden>.[10]
Volviendo
al estadista, dice éste que los cristianos que repoblaron la localidad
“disfrutaron poco de su posesión, porque el rey moro de Valencia, la tomó luego
pasándolos a cuchillo; la reedificó, y á su fort(aleza) añadió un cast(illo),
cuyos restos conserva en su parte mas elevada”. Es cierto que tras la conquista
cristiana de 1210 existe un vacío documental de varios años sobre la zona,
quiero decir que no hay constancia fehaciente de que realmente esto fuera así.
En cualquier caso, si Ademuz fue reconquistado por los moros, Zurita afirma que
Castielfabib no lo fue. Lo más probable es que la zona constituyera una
frontera inestable, con incursiones de ambos bandos. Respecto a los tratados establecidos en los años veinte y treinta entre el rey don Jaime y el destronado rey de Valencia -Zeid Abuceit
(1195-1268)-: por el primero, firmado en Calatayud el 20 de abril de 1229, cuando el rey de Aragón se hallaba preparando la conquista de Mallorca, se estipula que a cambio de su amistad y protección, Zeid cedería a don Jaime la cuarta parte de cuanto se recuperase de su reino y fuera de la conquista aragonesa: el Conquistador deja en prenda los castillos de Ademuz y Castielfabib, permutándolos por los de Peñíscola, Morella, Cúllar, Al puente, Jérica y Segorbe, que deberían ser ocupados por vasallos del rey aragonés (ACA: Pergaminos Jaime I, nº 373). De este momento escribe el cronista aragonés (la negrita es mía):
- <[Pactos de Jaime I y el rey de Valencia] Por el mes de abril Zeit Abuzeit rey de Valencia, arrojado de su reino, se confedera con el rey (don Jaime) por sí y en nombre de su hijo Zeit Abahomet. En prenda de su pacto (el rey moro) promete entregarle seis fortalezas: Peñíscola, Morella, Cullera, Alpuente; Jérica y Segorbe. El rey (cristiano) le hace juramento de que le prestará su ayuda y le ofreció de entregar Castielfabib y Ademuz. Este (el rey moro), dio las máximas esperanzas al romano pontífice y al propio rey (don Jaime) de que, abjurada la impiedad, abrazaría la religión cristiana y recibiría el sagrado bautismo>[11]
Por el segundo
pacto, datado en Teruel a 30 de enero de 1232, el destronado rey de Valencia,
previendo la dificultad de volver a reinar, renuncia a los derechos del primer
pacto en favor de don Jaime (ACV: Pergaminos de Jaime I, nº 480).[12] Los
compromisos firmados entre Zeid y don Jaime no fueron obstáculo para otras
transacciones... Así vemos que con fecha 26 de febrero de 1231, el rey de
Aragón empeña ante el rey de Navarra -Sancho VI el Fuerte (1194-1234)-
varios castillos, entre los que se hallan el de Ademuz y Castielfabib,
con sus pobladores y pertenencias, para la conquista de Mallorca (AGN,
Cartulario 3, p. 175). Tras su desempeño, ambos castillos pasaron de nuevo al
rey de Aragón...
Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y la ermita de Santa Bárbara (2014). |
Vista de la vega del Turia y Pico Castro (897 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y la ermita de Santa Bárbara (2014). |
Mediante el tercer acuerdo establecido entre el destronado rey moro de Valencia y don Jaime, datado éste en Teruel el 28 de mayo de 1236, se produce la confirmación de los tratados anteriores y se establecen otros nuevos (ACA, Perg. Jaime I, nº 678).[13] Los
castillos puestos en garantía por don Jaime –Ademuz y Castielfabib- debieron quedar en manos del señor
de Albarracín, pues hay un documento, de fecha de 13 de febrero de 1241, por el
que el III señor de Albarracín -don Pedro Fernández de Azagra (1196-1246), autotitulado vasallo de Santa María- se compromete
devolver a don Jaime los castillos y villas de Ademuz y Castielfabib en el plazo de dos años, contados a partir de la próxima fiesta de san Juan, 24 de junio (ACA,
Perg. Jaime I, nº 831).[14] Asimismo,
existen varios documentos más que vinculan a don Jaime con el IV señor de Albarracín -don Álvaro Pérez de Azagra (1246-1260)-, a través de nuestras villas -Ademuz y Castielfabib-: mediante el
último registro, datado éste en Calatayud, a 7 de febrero de 1256, el
rey don Jaime confirma al IV señor de Albarracín los feudos que en ese momento le
concede y los que ya poseía –Calatayud, Híjar, Daroca, Teruel y Ademuz-,
prometiéndole además su ayuda caso de guerra con Castilla o contra quien le hiciese daño, a cambio de su lealtad y apoyo contra el mismo rey castellano, poniéndole en fianza el castillo de Albarracín (ACA, Perg. Jaime I, nº 1.440).[15] Según el pacto, con fecha de 1256 el "honor" de Ademuz y demás lugares citados (Calatayud, Híjar, Daroca y Teruel), pasaron a manos del señor de Albarracín... (Almagro, 1959:342-343).[16]
Para acabar de
complicar el asunto, traemos al texto el primer Testamento de Jaime I -publicado en
Barcelona, el 1 de enero de 1242-: mediante éste, el rey Conquistador reparte
sus reinos entre sus herederos: deja Aragón y Cataluña a su hijo Alfonso de Aragón (1222-60), además de
varios condados feudalmente autónomos, aunque no en lo político. Y al infante
Pedro -futuro rey don Pedro III el Grande (1276-1285)- le deja
"tot el regne de València", además de Mallorca y demás islas,
Montpellier y varios condados y castillos de la Occitania. Lo más interesante
del asunto, sin embargo, es que cuando se pone a describir los límites del
Reino de Valencia usa los definidos en la versión latina de los Fueros;
asimismo, cuando establece los límites con Aragón utiliza el cauce del río
Alventosa, tal como dicen ambas versiones de los fueros, latina (1240) y
romanceada (1261). El testamento incluye un anexo, mediante el que deja al
infante don Pedro, además del Reino de Valencia, dos castillos: Castrum
Habib et Adamuz.[17] Si le dejó el Reino de Valencia y los castillos de
Ademuz y Castielfabib significa que a la fecha del testamento (1242) éstos no
se hallaban todavía dentro de los límites del nuevo reino cristiano; de lo
contrario no tendría sentido decir que le deja "tot el regne de
València" y los castillos del pre-Rincón de Ademuz, bastaría con decir el
Reino de Valencia.
Asimismo, el
estadista Madoz (1845) afirma que “El rey D. Jaime 1º de Aragón la conquistó
(la villa y el castillo de Ademuz) por segunda vez en 1259, después de una gran
resistencia y mucha pérdida de gentes, y la mandó poblar de cristianos de su
ejército á quienes concedió muchos privilegios”. Propiamente, la cita resulta
dudosa, pues da a entender que desde la supuesta reconquista de los moros
valencianos el castillo y población de Ademuz habían permanecido en manos
musulmanas hasta esta presunta segunda conquista cristiana de 1259. Como hemos
visto, ello no es cierto. Además de que no hay documentos que refrenden tal
afirmación, la propuesta no resulta creíble, pues a mediados del siglo XIII no
podía haber en el interior del Reino de Valencia un reducto musulmán por
conquistar, me refiero entre Castilla y la Corona de Aragón por esta parte,
como cabe deducir si fuera cierta la tesis de que en 1259 don Jaime de Aragón
“la conquisto (a los moros) por segunda vez”. En cualquier caso, como hemos visto, en 1256, Ademuz se hallaba en manos del señor de Albarracín, no de los moros... Bien es cierto, sin embargo, que, como se dice arriba,
a la fecha de los Fueros latinos (1240), la zona del Rincón de Ademuz no se
hallaba todavía entre las fronteras del nuevo reino cristiano de Valencia.
Aunque ya lo estaban en el texto romanceado (catalán) de estos Fueros (1261),
en que se nombra específicamente el castillo de Ademuz y el de Castielfabib,
afirmando que “aquests dos castels són del regne de València”.[18]
Ello no significa que entre ambas fechas (1240-1261) los castillos de Ademuz y
Castielfabib estuvieran por conquistar, sólo que todavía no se habían incluidos
entre los límites del recién creado reino cristiano de Valencia. En cualquier
caso, de estar todavía "por conquistar", esto es, por pasar a la Corona, dichos castillos no se hallaban en manos
de los moros, sino en manos del señor de Albarracín.
Detalle de los cantiles que coronan el cerro de los Zafranares en Ademuz (Valencia), con detalle del cementerio local en la base (2014). |
Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle el Pico Castro (897 m) al fondo, desde el camino que conduce a las ruinas del castillo y ermita de Santa Bárbara (2014). |
Lo
anterior parece hallarse en contradicción con lo que hemos visto que dice
Zurita (1578): “Estas fortalezas (Ademuz y Castielfabib) no se agregan al reino
de Aragón (tras su conquista), sino que forman el reino de Valencia, que
puestas en la frontera eran como las primicias de una gran expedición”. O con
lo que escribe Madoz (1845): “Este pueblo (Ademuz) fue de los primeros asi en
la religión cristiana, como en el señ(orío) de los reyes de Aragón”. Tras la
conquista cristiana de Pedro II de Aragón, mal podían nuestras villas agregarse
al reino cristiano de Valencia, pues éste no se formaría hasta muchos años
después, tras la conquista de la capital por Jaime I el Conquistador en 1238. Lo razonable es
pensar que la zona pasaría a ser administrada y defendida desde Teruel y
Aragón, como demuestra la historiografía. Lo que sucede es que los hechos de
conquista tuvieron lugar a principios del siglo XIII y el cronista aragonés
escribe en el siglo XVI, esto es, sabiendo lo que sucedió después.
© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.
De la Real Academia de Cultura Valenciana
(RACV).
Continua en:
DESDE EL MIRADOR DEL CASTILLO DE ADEMUZ (VALENCIA) [y II].
Continua en:
DESDE EL MIRADOR DEL CASTILLO DE ADEMUZ (VALENCIA) [y II].
[1] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Réquiem por la Carrasca de Negrón en Vallanca (Valencia),
del martes 23 de septiembre de 2014.
[2] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. El Mirador de las Hoces del Ebrón en Castielfabib (Valencia), del sábado 24 de mayo de 2014.
[3] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Las Blancas de Puebla de San Miguel (Valencia), lunes 15 de septiembre de 2014.
[4] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. El Mirador de San Roque en Vallanca (Valencia), del jueves 8 de mayo de 2014.
[5] Bien de Relevancia Local según la Disposición Adicional Quinta de la Ley 5/2007, de 9 de febrero, de la Generalitat, de modificación de la Ley 4/1998, de 11 de junio, del Patrimonio Cultural Valenciano (DOCV Núm. 5.449 / 13/02/2007).
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. En busca de los olmos desaparecidos del Rincón de Ademuz, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 107-118.
[5] Bien de Relevancia Local según la Disposición Adicional Quinta de la Ley 5/2007, de 9 de febrero, de la Generalitat, de modificación de la Ley 4/1998, de 11 de junio, del Patrimonio Cultural Valenciano (DOCV Núm. 5.449 / 13/02/2007).
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. En busca de los olmos desaparecidos del Rincón de Ademuz, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 107-118.
[7] CASTELLANO CASTILLO, Juan José y SABATER PÉREZ, Ana. El siglo IV a.C., en el Alto Turia: el vertedero y la torre de Los Arenales (La Celadilla, Ademuz-Valencia), en SAGVNTUM (PLAV), 31:195-204.
[8] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Los Vía Crucis del Rincón de Ademuz: origen y significado devocional, en: Del paisaje, Alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 167-174.
[9] MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar, Madrid, 1845, pp. 83-83.
[8] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Los Vía Crucis del Rincón de Ademuz: origen y significado devocional, en: Del paisaje, Alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 167-174.
[9] MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar, Madrid, 1845, pp. 83-83.
[10] ZURITA,
Jerónimo. Índice de las gestas de los reyes de Aragón desde comienzos del
reinado al año 1410, Edición preparada por Angel Canellas López,
Cronista Oficial de la Diputación Provincial de Zaragoza, Zaragoza, 1984, vol.
I, p. 143.
[11] Ibídem, p. 166.
[12] MARTÍNEZ ORTÍZ, José. Referencias a Teruel y su provincia en los documentos de Jaime I el Conquistador, Colección Catálogos Documentales, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 1960, p. 35, doc. 22.
[13] Ibídem, p. 39, doc. 33.
[14] Ibídem, p. 54, doc. 82.
[15] Ibídem, p. 74, doc. 149.
[16] ALMAGRO BASCH, Martín. Historia de Albarracín y su sierra, tomo III; El señorío soberano de Albarracín bajo los Azagra, Teruel: Instituto de Estudios Turolenses, 1959, pp. 343-343.
[17] GUINOT RODRÍGUEZ, Enric. Els límits del Regne. El procés de formació territorial del País Valencià medieval (1238-1500), Edicions Alfons el Magnánim, Institució Valenciana D`Estudis i Investigació, Generalidad Valenciana, Diputación Provincial de Valencia, Valencia, 1995, p. 34.
[18] Ibídem, p. 31.
[12] MARTÍNEZ ORTÍZ, José. Referencias a Teruel y su provincia en los documentos de Jaime I el Conquistador, Colección Catálogos Documentales, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 1960, p. 35, doc. 22.
[13] Ibídem, p. 39, doc. 33.
[14] Ibídem, p. 54, doc. 82.
[15] Ibídem, p. 74, doc. 149.
[16] ALMAGRO BASCH, Martín. Historia de Albarracín y su sierra, tomo III; El señorío soberano de Albarracín bajo los Azagra, Teruel: Instituto de Estudios Turolenses, 1959, pp. 343-343.
[17] GUINOT RODRÍGUEZ, Enric. Els límits del Regne. El procés de formació territorial del País Valencià medieval (1238-1500), Edicions Alfons el Magnánim, Institució Valenciana D`Estudis i Investigació, Generalidad Valenciana, Diputación Provincial de Valencia, Valencia, 1995, p. 34.
[18] Ibídem, p. 31.
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