A propósito del Proyecto de Desarrollo Rural
para la Laponia del Mediterráneo.
“Que a nosotros, que nacimos de celtas y de
iberos,
no nos cause vergüenza, sino satisfacción
agradecida,
hacer sonar en nuestros versos
los broncos nombres de la tierra nuestra”
-Marco Valerio Marcial (40-104
d.JC),
poeta latino natural de Bilbilis
(actual Calatayud, Zaragoza)-.
Palabras previas.
El
gran poeta latino Marco Valerio Marcial marchó a Roma en su juventud
–año 64 d.C-, para completar sus estudios jurídicos al amparo de Séneca el
Joven (4 a.JC-65 d.C). Pero Séneca cayó en desgracia y acabó suicidándose,
dejando a Marcial desamparado... Malvivió en Roma, llevando una vida bohemia y
llena de privaciones, hasta que alcanzó la fama. Finalmente regresó a su
tierra, la actual Calatayud –esto fue hacia el año 98 d.C-: fue entonces
cuando escribió estos versos, en los que manifiesta con orgullo su ascendencia
celtíbera y el amor a su tierra. Entre otras cosas, el poeta nos enseña aquí a
no avergonzarnos de nuestros orígenes, por humildes que estos sean... Porque el
amor a la tierra de uno no viene condicionada a que ésta sea grande, rica o
bella, sino a que sea nuestra.
Lícitamente
podríamos preguntarnos, ¿qué es eso de un proyecto de desarrollo rural para la
Laponia del Mediterráneo?, ¿Qué tiene que ver el Rincón de Ademuz y esta zona
nórdica llamada Laponia? Pues sencillamente que nuestra comarca, sita en el
poniente valenciano, entre Aragón y Castilla-La Mancha, se halla incluida en lo
que ha venido en denominarse la “Serranía Celtibérica” de España. ¿Y qué
elementos comunes poseen ambas regiones? Principalmente que se hallan
escasamente pobladas, hasta el punto que la densidad poblacional es la misma,
esto es, de 0 a 7,9 habitantes/ km2, mientras que el resto del
territorio de la Comunidad Europea la densidad de población es superior a 8
hab/km2.
Valga
lo anterior para decir que el propósito de la entrada no es más que un
comentario a ciertos aspectos de este magno proyecto de desarrollo rural -el mejor concebido, más completo y concienzudo de los que hasta ahora hemos visto-, sin
más ánimo que el puramente divulgador del propio trabajo y de la problemática
que afecta a nuestra zona. Pues el plan lo merece, ya que coloca el dedo en la
llaga de nuestros males y penurias, cual es la despoblación de la comarca, poniendo
en peligro su futura viabilidad desde el punto de vista demográfico, económico
y poblacional.
El proyecto lo dirige Francisco
Burillo Mazota, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza en la
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de Teruel. Sus autores son Mª Pilar
Burillo-Cuadrado, Francisco Burillo-Mozota y Enrique Ruiz-Budría. Su desarrollo
ha tenido lugar mereced a la labor de un amplio grupo de investigadores –Segeda
y la Serranía Celtibérica: de la Investigación Interdisciplinar al Desarrollo
de un Territorio-, y ha sido financiado con fondos públicos estatales y
europeos, provinciales y locales, siendo continuador de otros trabajos previos,
que se remontan al año 1984: simposios acerca de los celtíberos celebrados en
Daroca. El objetivo de este magnífico proyecto es “recuperar la historia, base
del desarrollo de la Serranía Celtibérica”. El soporte es un folleto de 36
páginas (21x30 cm), compuesto en tapa blanda, bellamente ilustrado con
imágenes, planos y gráficos; también existe en forma digital (.pdf).[1]
El encargado de desarrollar y llevar a cabo el citado proyecto será el Instituto
Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural –con sede en el Campus
de Teruel y en el Parque Arqueológico de Segeda-.
De
los celtíberos, una singular cultura de ámbito universal.
Se dice en el trabajo que los pueblos celtíberos desarrollaron su cultura por
gran parte del occidente europeo, siendo ya nombrados desde la Antigüedad. El
origen de su fama se halla en su enconada resistencia a la conquista romana,
personificada en Numancia: el historiador griego Diodoro de Sicilia (90-30
a.C) ya escribió de aquel momento histórico. También el escritor romano Plinio el Viejo
(23-79 d.C) escribió acerca de la calidad del hierro de sus armas, “verdadero
acero según los análisis actuales”, hasta el punto que los propios romanos
copiaron sus armas, atendiendo a la flexibilidad de las mismas, eficacia de
su punta y el doble corte. Aunque fueron varios los escritores grecolatinos que
escribieron de los celtíberos, además de los nombrados: Apiano, Marcial, Estrabón...
La
labor investigadora de la última centuria ha permitido conocer variedad de
aspectos de la cultura de este pueblo peculiar: “sus aldeas y ciudades, sus
cementerios y rituales religiosos, su lengua y sus costumbres, sus técnicas
artesanales y decorativas, sus estrategias económicas, etcétera”. Obviamente, los
celtíberos no fueron ajenos a las influencias culturales de su entorno,
sabiendo asimilarlas y elaborarlas, adaptándolas a sus necesidades con
originalidad.[2]
Respecto
de la estructura y articulación de la Celtiberia, sabemos que estaban
organizados en ciudades-estado (Contrebia, Nertóbriga, Numancia, Segeda...),
ubicándose en el Sistema Ibérico: aunque siguen el modelo griego, “sus
asentamientos son de dimensiones mucho menores y de escasa monumentalidad,
fruto de una estructura social peculiar, basada en los fuertes lazos de
parentesco, que impedían la acumulación de riquezas”, favoreciendo que los
celtíberos vivieran tanto en el campo como en ciudades. Los pueblos celtíberos no
constituyeron nunca un Estado político único, estaban formados por etnias
distintas (arevacos, pelendones, titos, belos...), siendo la lengua el elemento
más distintivo de su cultura. La fecha de entrada en la península ibérica de
estos pueblos es desconocida, desconociéndose asimismo si penetraron por el
occidente o cruzando los Pirineos. Muchas de las ciudades acuñaron moneda, y
poseían archivos con escritos sobre metal (bronce).[3]
Entre
las ciudades celtíberas del norte peninsular desacató Segeda, por encima de
Numancia y Sagunto en extensión. Roma le declaró la guerra en 154 a.C,
acusándola de haber incumplido los pactos de Graco, al haber ampliado su
muralla. Ello hizo que el Senado romano trasladara la elección de los cónsules,
de los idus de marzo (día 15) a las kalendas de enero (día 1), lo
que supuso un desplazamiento del calendario anual, siendo el origen del
vigente. En aquella guerra los celtíberos (Segeda y Numancia)
derrotaron a los romanos en la batalla de Vulcanalia –el 23 de agosto de 153
a.C-: como consecuencia la ciudad de Segeda (en Poyo de Mara) fue abandonada,
refundándose con el mismo nombre en el lugar de Durón de Belmonte de Gracián.[4]
Moneda celtíbera de la ciudad de Segeda, acuñada ca.153 a.JC [Tomado de BURILLO-CUADRADO et alter (2013), p. 6]. |
Una
reivindicación:
que la Celtiberia sea reconocida Patrimonio de la
Humanidad.
Según
explican los autores, los Simposia de Daroca sobre los celtíberos (1984)
lograron aglutinar a una serie de investigadores del mundo celtíbero
(celtiberistas), formando “un foro estable de conocimiento y debate”. En este
contexto se elaboró un documento, el cual fue presentado por el Director de
Patrimonio del Gobierno de Aragón a la UNESCO, solicitando se declarara la
Celtiberia Patrimonio de la Humanidad (1998). Aceptada en primera instancia, la
propuesta fue desestimada ante la falta de apoyos (2006). Asimismo, los
investigadores llegaron al acuerdo “para seleccionar los lugares arqueológicos
vinculados con la cultura ibérica con el fin de proponer el desarrollo de una
Ruta Celtibérica, establecer los puntos que debían formar parte de la misma y desarrollar
una página web”. Ello fue posible merced al Ayuntamiento de Calatayud (Zaragoza), que se
comprometió a través de un convenio con el Centro de Estudios Celtibéricos de
Segeda (2007). El convenio cesó, sin que se sumaran nuevas instituciones al
proyecto (2011). Los propósitos de entonces constituyeron el germen del actual
proyecto Serranía Celtibérica, cuyo objetivo es:
-Identificar, conocer e
inventariar el patrimonio arqueológico existente en el territorio de la
Celtiberia Histórica.
-Potenciar medidas para su
protección, conservación y museización.
-Realizar actividades
didácticas, formativas y docentes, dirigidas a escolares, bachilleres,
universitarios y sociedad en general, tendentes a la difusión, transmisión de
conocimientos, sensibilización y valoración de la etapa histórica
correspondiente a los celtíberos.
-Crear una marca de identidad
colectiva con una población histórica valorada, los celtíberos, única a escala
universal, un referente que puede impulsar internacionalmente este Territorio.
Y en última instancia, “convertir
la Ruta Celtibérica en un medio del desarrollo social y económico, sostenible y
permanente del ámbito rural donde se encuentra, como un elemento clave del
turismo rural”. De esta forma, la Ruta Celtibérica se constituye en punto de
encuentro temporo-espacial:
- Junto a los yacimientos arqueológicos, centros de interpretación y museos visitables, agrupa los eventos y festividades de carácter histórico vinculados con lo celtibérico. La ruta celtibérica promocionará también las poblaciones y espacios naturales relacionados con la misma. Se contactará con hoteles, casas rurales, balnearios y restaurantes para que puedan encontrar en ella su promoción y el visitante su servicio. [Generando además] una marca única para encauzar la valoración, venta y exportación de los productos agroalimentarios de la Celtiberia.[5]
Como propiamente señalan sus
autores, tan ambicioso proyecto responde además a las exigencias recogidas por
la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural: Fomentar el turismo
rural, en particular a través de una adecuada ordenación de la oferta y la
mejora de la demanda turística, con una atención preferente al fomento de un
turismo sostenible en las zonas rurales prioritarias, [...] dando prioridad a
la conservación del medio ambiente, el paisaje y el patrimonio natural y
cultural. [...] Proteger el patrimonio histórico-artístico ubicado en los
municipios rurales y fomentar su mantenimiento y restauración adecuados.
Vista del cerro Morrita en La Nava de Castielfabib (Valencia), lugar de interés arqueológico y paisajístico, donde se ubica un castro celtíbero (2014). |
La Ruta Arqueológica de los
Celtas, un Itinerario Cultural Europeo.
Inicialmente, se cursó una solicitud
ante el Instituto Europeo de Itinerarios Culturales, “para que la Ruta
Celtibérica fuera reconocida como Itinerario Cultural Europeo” (2008). Dicha
solicitud fue denegada, arguyendo que “era necesario que tuviera un desarrollo
transnacional”. Sabiendo de la existencia de un Itinerario Cultural Europeo de
Los Celtas –aprobado por la Unión Europea en 1992-, los autores del proyecto
solicitaron la inclusión de la Ruta Celtibérica en dicho itinerario. Pero éste
ya no existía... No obstante, conscientes de su trascendencia, los autores del
proyecto propusieron al Instituto Europeo de Itinerarios Culturales relazar la
iniciativa de la Ruta Celtibérica desde Teruel, con el lema “Ruta Arqueológica
de los Celtas”. Actualmente se está haciendo una lista de socios, habiéndose
recibido ya la adhesión de importantes yacimientos europeos: Hallstatt
(Austria), Bibracte (Francia), Monterenzio (Italia).[6]
Con toda propiedad, los autores del
proyecto llaman la atención al respecto de que “todas las actuaciones en
yacimientos arqueológicos celtas en Europa se han centrado en el medio rural,
por lo que su promoción conjunta incidirá positivamente en el desarrollo de la
Europa del Interior”, proponiendo relacionar el territorio de la Celtiberia con
el eje Praga-Teruel-Algeciras, lo que supondría “la construcción de los tramos
de autovía correspondientes a la Travesía Central de los Pirineos (TCP) y la
A40, que comunique Teruel con Cuenca”, de forma que:
- Se vertebraría una red de comunicación que recorriendo la zona del interior europeo hasta Algeciras, generando el camino europeo más corto de acceso a África. Con este nuevo eje Teruel se convierte en un punto estratégico de comunicaciones, al convertirse en punto de encrucijada con la autovía Mudéjar que une Zaragoza con Valencia, uno de los principales puertos mediterráneos.[7]
Mapa de Europa, con detallede la Ruta Arqueológica de los Celtas, vertebrada por el eje Praga-Teruel-Algeciras [Tomado de BURILLO-CUADRADO et alter (2013), p. 10]. |
La Serranía Celtibérica, un
territorio de exclusivo interés en la Unión Europea.
Según recogen los autores, los
territorios de montaña, así como las áreas escasamente pobladas y las zonas
rurales han sido objeto de especial atención, por parte del Consejo de las
Comunidades Europeas. En este sentido, la Constitución Española de 1978 “exige
a las Administraciones Públicas otorgar un tratamiento especial a las Zonas de
Montaña” (art. 130.2), y la Ley de Agricultura de Montaña establece un régimen
jurídico especial para estas zonas. Asimismo, con la adhesión de España a la
CEE (1986) se homologaron los criterios de Indemnización Compensatoria de las
Zonas de Montaña y Zonas desfavorecidas. Además, la Ley para el Desarrollo
Sostenible del Medio Rural (2007), reconoce que la baja demografía es un factor
básico aplicable al mundo rural. Por otra parte, las investigaciones llevadas a
cabo por los autores sobre el territorio definido como Serranía Celtibérica
ponen en evidencia su dramática situación, “pues reúne tres de las seis
condiciones que la Unión Europea ha establecido para que los territorios de
especial interés reciban ayudas pertenecientes a los fondos estructurales”:
Región Montañosa, Región Escasamente Poblada y Zona Predominantemente Rural
Remota, circunstancias que “la sitúan, a su vez, en el lugar más desfavorecido
de España”:
- El hecho de que hasta el presente no se haya visibilizado este territorio con sus características extremas, ni haya existido una entidad ni cauces apropiados para su promoción ha dado lugar a que no esté reconocido como tal, y que los apoyos recibidos hayan sido puntuales para zonas determinadas, como los planes especiales de Teruel y Soria, como compensación parcial del Estado Español y de su respectiva Comunidad Autónoma, a la exclusión realizada por la Unión Europea del reparto de los fondos estructurales.[8]
La Serranía Celtibérica, un
territorio con identidad propia.
La elaboración y el desarrollo del
proyecto Ruta Celtibérica llevó a sus autores a “visibilizar” que dos milenios
atrás el extenso territorio objeto de estudio constituía en su mayor parte la
Celtiberia, que se situaba en el Sistema Ibérico Central:
- Su delimitación geográfica se ha realizado a partir de la cota de 700 metros, [...] El hecho de que la Serranía Celtibérica sea un proyecto para el siglo XXI ha dado lugar a que se incluyan territorios de similar problemática actual, aunque en otros tiempos desarrollaron la cultura ibérica, como por ejemplo la zona del Maestrazgo y Gúdar-Javalambre. Actualmente se halla caracterizado por su máxima despoblación, causada por sus condiciones de montaña y su clima continental extremo.[9]
La Serranía Celtibérica se extiende
por un área de más de sesenta mil kilómetros cuadrados, con un censo de poco
más de medio millón de personas, lo que supone una densidad de población
equivalente a 7,98 habitantes/ km2. Pero como cabría esperar y
demuestran los autores, dicha “cifra (es) superior a la real dado que la
población estable en gran parte de sus poblaciones es menor”, dado que muchos
son residentes estacionales que pasan una parte del año en las ciudades, aunque
empadronados en sus pueblos de origen. La despoblación y su problemática
explican los movimientos sociales surgidos de estas zonas deprimidas: Teruel
Existe, Soria Ya, la Otra Guadalajara y Plataforma Cívica
por Cuenca.[10]
Respecto al reparto territorial, la
Serranía Celtibérica se extiende por cinco Comunidades Autónomas -Aragón,
Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y La Rioja- y diez
provincias -Burgos, Castellón, Cuenca, Guadalajara, Rioja, Segovia, Soria,
Teruel, Valencia y Zaragoza-: esto es, formando un gran triángulo isósceles,
cuyo vértice estaría grosso modo en Soria y los demás ángulos en Teruel y
Cuenca, de forma que nuestra comarca, el Rincón de Ademuz, ocuparía la base de
dicha figura. La zona constituye además un lugar geográfico especial, dado que
“concentra el mayor conjunto de divisorias de aguas, vertiendo hacia el
Mediterráneo y hacia el Atlántico”, pues en él tienen su origen los afluentes
de los grandes ríos peninsulares: Ebro, Duero, Tajo, Guadiana, Júcar, Turia.[11]
Detalle de la Delimitación geográfica de la Serranía Celtibérica [Tomado de BURILLO-CUADRADO et alter (2013), p. 12]. |
Territorios particulares con
necesidades específicas.
Explican los autores que la Unión
Europea (UE) es consciente de que en la zona comunitaria hay territorios con
desventajas respecto a otros, toda vez que ciertas condiciones geográficas
constituyen un grave condicionante para su desarrollo. Ello ha hecho que se hayan
reconocido varios tipos de regiones particulares:
-Regiones Fronterizas.
-Regiones Montañosas.
-Regiones Insulares.
-Regiones Escasamente Pobladas
(SPR: Sparsely Populated Regions).
-Regiones Ultrapirenaicas.
-Regiones Rurales.
Como indica el epígrafe de su
nombre, dichas regiones son fácilmente reconocibles, lo que supone que cada una
de ellas requiera actuaciones distintas de cara a su desarrollo, pues hay que
tener en cuenta “los cambios demográficos y los fenómenos migratorios, la
accesibilidad o la integración regional” que afecta a cada una. Propiamente, la
Serranía Celtibérica responde al concepto de tres de estas regiones: Región
Montañosa, Región Escasamente Poblada y como Zona Rural.[12]
En opinión de la Unión Europea,
¿cuáles son las características de una Región Montañosa?
Conceptualmente, “las Regiones
Montañosas son los territorios más propensos a ser afectados por el
cambio climático, la dependencia de un número limitado de actividades dentro de
cada sector económico, la presión relacionada con el turismo y la pérdida de la
biodiversidad. Esto hace que su base productiva rica, pero frágil, requiera
esquemas de desarrollo bien definidos, que buscan promover las fuentes de
crecimiento económico y, al mismo tiempo, contribuir a la preservación del capital
natural”.[13] Al
respecto, la Unión Europea ha convenido los retos a los que se enfrentan este
tipo de regiones:
-Diferentes condiciones geográficas
y climáticas.
-Baja accesibilidad.
-Baja densidad de población: que
desincentiva las inversiones y conduce a un bajo nivel de servicios.
-Migración de los jóvenes por falta
de trabajo, lo que induce cambios demográficos.
-Fragilidad del sistema ecológico.
-Encarecimiento de las
infraestructuras, por causa de la topografía.
Pero, ¿qué condiciones debe reunir
un territorio de montaña, según la definición topográfica? Al respecto, los
autores recogen una serie de criterios, siendo el primero el relativo a la
Altitud, que debe ser superior a 2.500 m. Territorios con altitud inferior a la
reseñada deben cumplir otra serie de condiciones relativas a los grados de
pendiente en un determinado radio. Por ejemplo, los territorios entre
1.000-1.500 metros de altitud se consideran zona de montaña cuando en un radio
de 3 km se superen los 5º. Pero si las pendientes son menores, todavía podrá
considerarse zona montañosa si las altitudes en un radio de 7 km son mayores de
300 m. Existen también lo que denominan “Áreas de Transición”, en el que se
incluyen los territorios con baja altitud pero dependientes de las zonas consideradas
de montaña.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).
[1]
BURILLO-CUADRADO, Mª Pilar, BURILLO-MAZOTA, Francisco y RUIZ-BUDRÍA, Enrique. Serranía Celtibérica (España). Un proyecto de Desarrollo Rural para la Laponia del Mediterráneo, Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural,
Campus de Teruel, Parque Arqueológico de Segeda, Servicio de publicaciones de
la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2013, 36 páginas.
[2]
BURILLO-CUADRADO et alter (2013), p. 5.
[3] Ibídem, p.
7.
[4] Ibídem, p.
9.
[5] Ibídem, pp.
10-11.
[6] Ibídem, p.
11.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem, p.
13.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] Ibídem, p.
15.
[13] Ibídem.
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