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viernes, 16 de enero de 2015

PASEO DE INVIERNO POR LA RIBERA DEL TURIA.

Reflexiones y soliloquios de un lugareño.



"A la pregunta de si soy optimista o pesimista, 
yo respondo que mi conocimiento es pesimista, 
pero mi voluntad y mi esperanza son optimistas"
-Albert Schweitzer (1875-1965), 
médico, filósofo y teólogo alemán-.
 




Palabras previas.            
Estos días de mediados de enero están siendo espléndidos, despejados, luminosos, tranquilos. Aunque las mañanas amanecen con abundantes escarchas sobre los tejados de las casas y en el campo, las tardes resultan templadas, primaverales, agradables... Venciendo la pereza me decido a salir un rato después de comer, si me quedo en el sofá viendo las noticias de la tele acabo durmiéndome y cuando me despejo el sol ya se ha puesto. Además, me cansan los noticiarios, siempre lo mismo, con más sucesos que noticias e interminables minutos de deportes, que me asquean. Estos días están con lo del atentado de París, lo del “Charlie Hebdo”, un semanario satírico por lo demás penoso. Aunque uno no puede por menos que solidarizarse con los parisinos y contra el terrorismo de cualquier tipo y jaez... Pero ya cansan, siempre las mismas escenas y tantos o cuantos policías armados hasta los dientes, y toda la movida. Cuando en España sufrimos los atentados de los trenes de Atocha en Madrid –el inolvidable 11 de marzo de 2004- hubo muchos más muertos –casi doscientos- y me da la impresión que no se produjo tanta alarma internacional, ¡tuvimos que lamernos nosotros mismos las heridas! Pero sí, hay que mover las conciencias por la libertad en una sociedad democrática, abierta y respetuosa de los derechos individuales y colectivos, y estar contra el terrorismo, venga éste de donde venga... En cualquier caso, ¡yo no soy Charlie!

Vivo en la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), en el centro del pueblo, pero las calles aledañas están vacías, sin más vida aparente que unos gatos ateridos y sin ánimo ni para buscar el calorcito del sol. Una vecina los alimenta con la comida que le sobra y aquí están todo el día, esperando el rancho. Deben ser gatos que no saben buscarse la vida, suponiendo que haya algún ratón o pájaro que cazar. Si dejaran de alimentarlos se irían, porque no son estos felinos animales fieles, ni agradecidos. Más bien son como algunas personas, que a la mínima sacan las uñas y te arañan. Las acacias del seto central muestran sus ramas desnudas, con las primeras heladas las hojas cayeron yertas sobre el asfalto, dejando a la vista los nidos vacíos. Aunque llena de coches, porque la Plaza sirve de aparcamiento municipal, decía que la zona está deshabitada, sin gente, y cada día somos menos en el vecindario. 

Hace poco murió una vecina, aunque ya estaba en una residencia de ancianos. Creo que falleció en el hospital general de Teruel, nuestro centro de referencia. Para las urgencias y consultas externas sanitarias los vecinos del Rincón de Ademuz acudimos o nos llevan al hospital Obispo Polanco. Caso de una urgencia vital, si tuviéramos que ir cada vez al hospital de referencia que nos corresponde en Valencia no llegaríamos vivos..., ¡y menos mal que tenemos centro de salud de atención primaria! Es el problema de tantos y tantos lugares en España, me refiero a las zonas limítrofes de cada Comunidad Autónoma, en los que queda más cerca el hospital de la capital de provincia vecina que el de la propia. La gente de por aquí es sufrida, no se queja, ¡qué remedio! Lo mismo les pasa a los de nuestro entorno conquense, que tienen que ir a Cuenca, a unos cien kilómetros. Del Rincón de Ademuz a Teruel hay unos cuarenta kilómetros por una carretera plagada de curvas –la CN-330-, lo que supone media hora de trayecto, y cuidado no te encuentres con algún convoy de coches y camiones, ¡entonces serán tres cuartos de hora largos...!
            
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Vista de la bajada de la calle Fuentecillas en Torrebaja (Valencia),
en dirección a la Fuente de los Pobres y Casas de la Venta (2013).
            
            
Por la calle Fuentecillas hasta las Casas de la  Venta.
Normalmente siempre hacemos el mismo paseo, ya se sabe, las personas somos animales de costumbres. Digo hacemos, porque suelo pasear con mi mujer. Pero a veces voy sólo. Cuando paseamos juntos hablamos de nuestras cosas, de las incidencias del día, del trabajo, de los hijos, tema preferido de los padres... Pero ir solo también tiene sus ventajas, al menos a mí me sirve para pensar y reflexionar sobre las cosas, incluso para rezar... Dirigirse a la Divinidad en medio de la Naturaleza es una agradable experiencia. Tuve un amigo que cuando iba al campo o la montaña rezaba el padrenuestro cantando, era una persona alegre, feliz, ¡esta era su forma de demostrarlo y agradecerlo!
            
Desde la Plaza hasta la Venta el tramo es cuesta abajo y umbrosa, pues esta parte del pueblo queda al noreste, al nivel de los campos, por aquí no da el sol hasta san Matías, a mediados de mayo. Ya lo dice el refrán: Por san Matías se igualan las noches y los días, y el sol pega en las umbrías… Una vez se llega a la bajada del Pasillo, que lleva hasta la ribera del Turia, todo es llano y en solana. Habitualmente no nos encontramos con nadie, los lugareños de la zona no gustan de pasear. No sé si se debe a algún prejuicio, pero la gente no pasea. Debe ser por la falta de costumbre, ya que los agricultores de antaño se pasaban la vida en las fincas, y cuando tenían un rato libre lo que menos les apetecía era pasear. Pero para los agricultores no hay descanso que valga, siempre tienen algo que hacer, algún aparejo que remendar. Una vecina comentaba que no paseaba porque no tenía con quien, e ir sola le daba corte: Pensarán que estoy buscando algo… –decía-. Pero toda regla tiene su excepción, pues mi padre era persona de campo y lo que más le gustaba los domingos por la tarde era pasear con su esposa, mi madre, para ver y mostrarle el estado de los cultivos... Decía que normalmente no encontramos a nadie, pero estas últimas semanas hay movimiento en la zona, están construyendo un muro de piedra que viene desde el pilón de la Virgen del Pilar hasta más acá de las Casas de la Venta. El muro lo levantan contra el terraplén de la izquierda, frente a las casas... El nombre de esta partida le viene de que ataño hubo aquí una parada de diligencia, venta o parador donde descansar del trayecto y comer, incluso pernoctar, aunque esto debió ser a finales del siglo XIX o principios del XX. Ello no debe extrañarnos, pues el camino que venimos siguiendo corresponde al Camino Viejo de Ademuz a Teruel, un tramo del antiguo Camino Real de Valencia y Castilla a Zaragoza.[1]

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Detalle de la anterior Fuente de los Pobres en Torrebaja (Valencia), 2006.

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Detalle de la nueva Fuente de los Pobres en Torrebaja (Valencia), 2014.
            
No se lo creerán, pero contaba mi padre que en algún momento del último tercio del siglo XIX hubo un proyecto de línea de tren que pasaba por la Venta de Torrebaja. Yo tampoco me lo creía, hasta que vi el trayecto: se trataba del tren de Valencia y Aragón, que llegaba hasta Calatayud, vía Teruel. Aquella línea nunca llegó a realizarse -mejor dicho, se quedó en Liria-; fue un propósito fallido, como tantos de aquella época. Pero hubiera sido estupendo que por el Rincón de Ademuz pasara una línea férrea: Demasiado bonito para ser verdad –pensarán algunos-.

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Detalle de la construcción del muro de piedra
 frente a las Casas de la Venta en Torrebaja (Valencia), 2014.
          
Esta parte del pueblo está cambiando mucho en los últimos años. Antes era una zona muy degradada, la mejora comenzó con la instalación del Consultorio Municipal en el bajo de la Casa Consistorial –ya sé que no es el mejor lugar, pero entonces no había otro-, el ensanchamiento de la calzada, retirando el viejo transformador de la luz, la colocación de un banco de obra frente al consultorio y una larga baranda de hierro desde la calle Cantón hasta casi las Casas de la Venta (1991-95): ésta fue un “regalo” de doña Clementina Ródenas Villena, que presidió la Diputación de Valencia en aquella legislatura provincial. Al finalizar la costanilla de la calle Fuentecillas hay una fuente, la fuente de los Pobres. La vieja fuente de obra ha desaparecido, en su lugar se ha construido otra de piedra frente a la antigua, sobre el muro que salva el desnivel con la huerta. El manantial antiguo servía como abastecimiento de agua a la población, aunque era poco saludable. De hecho en Torrebaja siempre hemos tenido malas aguas y cierta propensión a las tifoideas, ello hasta que en los años sesenta se hizo la canalización para el agua potable que tiene su captación en el nacimiento de las Pozas de El Cuervo (Teruel). Desde entonces tenemos las mejores aguas de la comarca, al menos eso creo. La de los Pobres poseía un largo abrevadero con frontis triangular, que miraba a la huerta. Estoy diciendo de la fuente más antigua que he conocido, la de mi infancia. Después hubo otra fuente con distinta hechura, y ahora otra, con grifo y pilón, per sin abrevadero. Antaño era preciso el aguadero para que las caballerías bebieran el líquido elemento cuando iban o venían del campo, pero hoy ya no hay caballerías... 

El nombre de la fuente proviene de una casa o albergue que hubo junto a la misma, donde podían guarecerse los pobres que iban de camino pidiendo por estos pueblos. Aquel edificio desapareció hace muchos años. La existencia de este tipo de refugios en los caminos estaba plenamente justificada, tanto por los pobres como por los caminantes. Baste saber que en el Censo Eclesiástico de Torrebaja de 1878, realizado con motivo de la Visita Pastoral del obispo de Segorbe, don Mariano Miguel Gómez (1876-1880), había en el pueblo cuatro "pobres de necesidad", que en aquel momento se hallaban ausentes, pues solían realizar largas salidas para pedir. Aquel censo incluía un espacio temporal de doce años (1886-78), tiempo en el que se habían producido 36 entierros Amore Dei, esto es, sin que el cura recibiera estipendio alguno por ellos, pues correspondían a gente pobre de la localidad.[2] Aunque sigue habiendo pobres, éstos ya no recorren los caminos como antaño, saco al hombro. Los pobres de otro tiempo han sido sustituidos por los transeúntes que hoy día vemos recorrer la carretera general, ya sea en dirección a Cuenca o hacia Teruel: suelen parar en algún pueblo a pedir por las casas, duermen donde les coge la noche y cuando pueden utilizan los albergues municipales de las ciudades, aunque allí sólo pueden pernoctar tres días...


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Detalle de la construcción del muro de piedra
 frente a las Casas de la Venta en Torrebaja (Valencia), 2014.
           
            
El muro que están construyendo frente a las Casas de la Venta es cojonudo, quiero decir de gran potencia... Las piedras lucen más que los bloques o el cemento armado, no en vano es un material noble. Me han dicho que la traen de la cantera de Vallanca, y que la consiguen a buen precio. Debe ser cierto, porque el Ayuntamiento está haciendo multitud de muros por todo el pueblo, hasta el punto que algunos de la oposición han propuesto que se cambie el nombre del pueblo, nombrando a Torrebaja como Torremuros. Bromas aparte, no sé si harán falta tantos muros. Lo cierto, sin embargo, es que las paredes de piedra dan prestancia y embellecen el lugar, además de humanizar el paisaje. Frente a las Casas había una fontana que propiamente llamaban fuente de la Venta, soterrada hace muchos años, y de la que se servían las viviendas de este barrio. Había también un pilón o casilicio de obra bajo la advocación de san Antonio de Padua. El viejo pilón ha sido demolido y en su lugar han dejado hueco en el muro, imagino que para colocar allí la imagen. San Antonio estará contento de tener casa nueva..., aunque quizá le gustaba más la que tenía. ¡Pero vaya usted a saber lo que pensará el bienaventurado hijo del divino san Francisco!
            
Parece que el muro forma parte de la remodelación de la zona, hasta el punto que la pared separa dos niveles en la ladera: por la parte inferior discurre el camino tradicional, pero por la parte superior hay proyectada otra calle, y el murallón servirá de pretil de la de arriba. Por encima de la proyectada discurre otra calle ya cementada, que sirve a las estancias inferiores del Recinto Ferial. El edificio municipal es una gran estructura de obra de la que sólo está útil la parte del sótano. Cuando esté terminado será impresionante, entonces habrá que pensar en su mantenimiento. Pero lo importante ahora es acabarlo y dotarlo de mobiliario. Su fachada da sobre la calle Valencia, ahora prolongada hasta la carretera de Cuenca-Teruel, atravesando la bajada del Pasillo. De la de Valencia parte la calle cementada que digo, circundando el Recinto Ferial por su fachada meridional y dando servicio a las estancias inferiores del edificio municipal. Y por debajo de está la proyectada que protege el muro; y en un nivel inferior, la vía tradicional del camino de la Venta: Muchas calles para tan poco tráfico... –dirán otros-.
            
Más allá de la mayor o menor utilidad que tenga tanto vial, a mí me da que pensar en los cambios que está sufriendo la zona. Sucede que apenas nos damos cuenta, pero la urbanización de esta parte del pueblo cambiará radicalmente su aspecto. Hace cien, cincuenta años nadie hubiera creído que por esta parte se pudieran construir viviendas, ya que todo eran huertos. Hoy día está ya todo urbanizado, o casi, y pronto se podrán construir aquí viviendas. En otra época toda esta parte norte del pueblo era poco apreciada, por el frío y el cierzo que la castigaba. Hoy, sin embargo, parece no tener esto importancia frente a la belleza del panorama. El caso es que los señores del Ayuntamiento han decido que el casco urbano crezca por esta parte, y no les falta razón, pues el sector tiene su salida natural a la carretera nacional por esta parte. Esperemos no se olvide la zona de la Porcal, los Callejones y la zona de la Hoya, partidas orientadas a la solana, estupendamente dispuestas sobre la vega del Ebrón; así como el barrio de los Pajares, con sus incomparables vistas sobre la vega del Turia.

            
Al pasar junto a los trabajadores del muro nos detenemos un momento para saludarles: pienso en el duro trabajo que realizan, todo el día a la intemperie... No sé cuál será su jornal, pero sea el que fuere se lo ganan bien, acarreando grava, amasando cemento y subiendo piedras al muro... Esta zona de las Casas de la Venta era inundable, al menos antes se anegaba con las repuntas del Turia. Ahora, con el desvío del Ebrón quizá sea más difícil que el río se salga. Al respecto, muchas veces oí contar una anécdota a mi padre, conforme en cierta ocasión hubo que sacar al abuelo de los Bolos por el tejado de la casa donde vivía, pues el agua llegó hasta la primera planta: los animales del corral se le ahogaron y el burro se salvó de milagro... El vecino Daniel Sánchez Aparicio (Torrebaja, 1941), nacido en las Casas de la Venta, me contaba que años después de la guerra todavía podían verse grandes agujeros en los campos de cultivo que hay tras las casas, entre éstas y la ribera del Turia, donde explotaron algunas de las bombas que dejaron caer los aviones nacionales durante el bombardeo del 26 de noviembre de 1938, y que tanto daño hizo en el pueblo, matando a mucha gente y destruyendo edificios.[3] 

Recuerdo también que en la segunda mitad de los años sesenta pasó por Torrebaja una o varias familias gitanas, recalaron en las Casas de la Venta y aquí estuvieron varios años. Los chicos asistían a la escuela, aunque faltaban con frecuencia. Los hombres hacían cestos de mimbre y las mujeres los vendían por las casas. Algunos de ellos consiguieron trabajo en los aserraderos locales, no sé si los Doñates o los Cesáreos; el caso es que acostumbrados a la vida nómada no se adaptaban a los horarios -un día que llegaban tarde, otro que no iban, siempre con algún pretexto- y tuvieron que dejarlo. Eso sí, eran buena gente, como lo somos todos al fín. La única queja que había era por parte de los propietarios de los huertos vecinos, por las hortalizas que les desaparecían. Y si faltaba alguña gallina o conejo en el pueblo, ya pueden imaginar quiénes se llevaban la culpa, ¡los gitanos de la Venta! Eran también gente dura, sufrida, sobre todo las mujeres. Una noche parió una de ellas, y a la mañana siguente temprano la puérpera se presentó en la farmacia a comprar un rollo de algodón en rama... No sé si de enfermedad, pero uno de los varones jóvenes falleció, y lo enterraron en el cementerio municipal. Nadie sabe de donde vinieron, y de la misma forma un día se marcharon: ¡Que se han marchado los gitanos de la Venta...! -comentó la gente del pueblo-. Es probable que los dueños de los huertos próximos a la Venta respiraran aliviados. Nadie supo con certeza a dónde fueron, pero para Todos los Santos, y esto durante muchos años, siempre volvía alguno de aquella progenie  a poner flores en la tumba del gitano muerto...

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Detalle de la construcción del muro de piedra
 frente a las Casas de la Venta en Torrebaja (Valencia), 2014.

            
Por la ribera del Turia.
Dejamos las Casas de la Venta, para llegar a la bajada del Pasillo y continuamos hasta la ribera del Turia. En el cruce de caminos hay un pilón de obra a la izquierda, bajo la advocación de la Virgen del Pilar. El pilar está encalado, posee tejadito piramidal coronado por una cruz de hierro y una hornacina en cuyo interior mora la imagen sobre su pilar. Por detrás tiene una puertita y por delante una verja, en la que siempre hay un ramo de flores: ¡Virgen del Pilar, san Antonio bendito, ruega por nosotros! –murmuraban antaño los devotos al pasar frente a los casilicios-. Hoy la gente anda muy descreída, no sé lo que dirán o pensarán al pasar por el lugar; probablemente nada...
            
Desde la bajada del Pasillo hasta el río el camino es de tierra y discurre en llano. Por la mano derecha fluye una acequia de cemento, se trata del último tramo de la vieja acequia de Castielfabib. La red de acequias en el Rincón de Ademuz es impresionante, resultado de generaciones de agricultores que las idearon y labraron. En Castiel hay algunas a gran altura, labradas sobre la misma roca. A ambas manos del trayecto hay campos de cultivo, muchos perdidos. El camino aparece en un trecho lleno de broza y zuros de mazorca, evidenciando el paso de la máquina que ha cosechado el maíz de algunas fincas. Al llegar a la ribera el camino se bifurca por la ribera derecha del río, hacia arriba y hacia abajo. Por la derecha el camino se interna en la partida del Rento, de este nombre por ser la única que se hallaba roturada en la época señorial, cuando Torrebaja era una aldea de Castielfabib, siendo la zona que rentaba, ya que la mayor parte del término estaba sin roturar... Desde esta parte de la ribera del Turia puede observarse una magnífica vista de Torrebaja, quizá de las más bellas, aunque es mejor verla por la  mañana, antes de que el sol alcance su cenit. El contorno del caserío se dibuja con nitidez en el contraluz de la tarde, en suave declive hacia el valle, destacando la ermita de san Roque en la parte alta del pueblo, que corresponde al barrio de las Eras o los Pajares. En el centro del cuadro emergen la silueta del torreón de los Picos y la torre-campanario de la parroquial...

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Vista parcial del caserío de Torrebaja (Valencia), desde la ribera del Turia,
con detalle del torreón de los Picos y la torre-campanario de la parroquial (2015).
 
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Vista parcial del caserío de Torrebaja (Valencia),
desde el Rento, con detalle de la torre-campanario de la parroquial (2015).
            
La torre de los Picos resulta el edificio más emblemático de Torrebaja y forma parte de la antigua casa solar de los Ruiz de Castellblanque, señores del lugar... El torreón muestra unas formas boladas y lanceoladas en la parte más alta, se trata de ornamentos arquitectónicos típicos del barroco. Torrebaja se levanta en un suave promontorio arcilloso, al pie de un cerrito alomado, pues su origen como núcleo urbano es reciente, no más allá del siglo XVII. En esa época ya no hacía falta construir los pueblos en alto para favorecer su defensa, o al amparo de un castillo medieval, tal el caso de Ademuz y Castielfabib.[4] La belleza y espectacularidad de estas villas corre pareja a su incomodidad para vivir, hasta el punto de que lo que ayer era una ventaja es hoy un inconveniente manifiesto. Es por ello que el torreón de los Picos de Torrebaja debe verse antes como manifestación de orgullo señorial que como elemento defensivo...
            
En nuestro paseo de hoy, sin embargo, hemos decido tomar el camino de la izquierda, aguas arriba del Turia. Sobre la ribera crecen frondosos chopos lombardos, álamos blancos y tamarindos. Junto a los tamarices la vieja acequia de Castielfabib rinde finalmente sus aguas al río, aunque éstas proceden del Ebrón, a kilómetros de aquí. El Turia es un río sometido a gran estiaje, tanto por la falta de lluvias como por el aprovechamiento para el riego. Sus aguas siempre poseen cierta turbidez, mucho más cuando llueve, en que según la procedencia de las lluvias puede llegar a bajar del color del chocolate, o blanquecinas, de donde su antiguo apelativo de río Blanco o Guadalaviar para designar al padre Turia: según algunos estudiosos el hidrónimo Turia procede del idioma de los celtíberos, pues hay una palabra vasca de fonéntica –Zuria/ Tsuria, que significa blanco. Asimismo Guadalaviar, palabra deriva del árabe -Walada-abiar, también con significado de blanco. Esta partida de campo se la conoce como el Reguero. Siguiendo aguas arriba enseguida encontraremos el puente de la Palanca, de este nombre por cierto artilugio que al parecer hubo, para favorecer el almacenamiento y la bajada de maderas por el río. 

El puente antiguo que yo he conocido era de tablas, aunque hoy es de cemento. Desde hace años le faltan las barandas de protección, arrancadas por algún vehículo que por aquí pasó. Junto al camino, frente al puente hay un poste de madera con una señal roja aflechada indicando la dirección del camino peregrinal de la Vera Cruz, que cruza el río en esta parte. Este tramo del camino cruza el Turia a la altura del antiguo almacén de las Minas de Libros. Desde allí baja por la ribera izquierda, pasa por el Ventorro y las Casas de Angelina, frente a Mas de Jacinto, vadea la rambla de Riodeva, atraviesa Torrealta y continúa hasta el mencionado puente de la Palanca: aquí atraviesa de nuevo el río y discurre por el camino que venimos siguiendo hasta Torrebaja, desde donde baja hasta el polideportivo y continúa hasta la ermita de san José, baja hasta el molino del Señor (o de Abajo), cruza el Turia por el puente de Guerrero y sigue por la ribera izquierda del río, hasta Ademuz: el camino atraviesa la comarca de norte a sur, procede de Puente la Reina (Navarra) y llega hasta Caravaca de la Cruz (Murcia), vía Landete.[5]

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Vista parcial del caserío de Torrebaja (Valencia),
con detalle del camino que baja del Pasillo, desde la ribera del Turia (2015.

            
A la entrada del puente de la Palanca hay unos arbustos de sarga (sargatillo), muy abundantes en toda la ribera, cuyos brotes están a punto de estallar, incontenibles, barruntado la primavera, aunque todavía estamos a mitad del invierno. Al respecto, en otro lugar escribí:

  • Las antiguas culturas mediterráneas atribuían al sargatillo (agnocasto, sauzgatillo, sauce gatillo...) virtudes relacionadas con la castidad. Dice el Doctor Andrés de Laguna (1566): “Llámase en Griego esta planta Agnos, que quiere decir casta y entera, porque las matronas que guardaban castidad en los sacrificios a Ceres (diosa de la Agricultura), se acostaban sobre sus hojas”. Respecto a sus virtudes, el mismo autor comenta que “attrahe la leche à las tetas, provoca el menstruo, desseca el esperma, tienta el cerebro y da gana de dormirVid LAGUNA, A de. Pedacio Dioscórides Anazarbeo: Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos, Salamanca, 1566, tomo 1, p. 88. De la misma forma, en latín, agnus significa “cordero”, por lo que “agnus castus” se traduce a su vez por “Casto Cordero”, el símbolo cristiano de la castidad. Todo lo anterior contribuyó a atribuir al “agnocasto” o sargatillo cierta fama de planta reductora del apetito sexual, por lo que era frecuente verlo plantado en los patios y claustros de conventos y monasterios. Según la farmacopea actual, la utilidad de la planta para estos fines resulta dudosa.[6]

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Vista del puente que salva la vega del Turia, correspondiente a la variante de la carretera N-330 de Manzaneruela (Landete) a Torrebaja (Valencia), partida del Reguero (2015).

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Vista general del caserío de Torrebaja (Valencia),
con detalle del poste indicador del Camino de la Vera Cruz en la partida del Reguero (2015).

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Detalle del puente que salva la vega del Turia,
correspondiente a la variante de la carretera N-330 de Manzaneruela (Landete)
a Torrebaja (Valencia), partida del Reguero (2015).

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Detalle del puente que salva la vega del Turia,
correspondiente a la variante de la carretera N-330 de Manzaneruela (Landete) a Torrebaja (Valencia), partida del Reguero, con las naves del Parque Artesanal al fondo (2015).


Por encima del puente de la Palanca discurre el soberbio viaducto de la CN-330, variante de esta vía procedente de Manzaneruela (Landete) y que llega hasta Torrebaja (Valencia). El puente salva la vega del Turia, hasta enlazar con la CN-420 que viene de Cuenca, ambas carreteras constituyen la misma calzada hasta Teruel. El viaducto, obra de ingeniería en los años noventa, es impresionante, sólido y muy hermoso, símbolo del progreso que debiera contribuir al desarrollo de la comarca. Bien es cierto, sin embargo, que no posee la espectacularidad, por su altura, si lo comparamos con el que la misma carretera salva el valle del Turia a la altura de los Arenales o la rambla del Val en Ademuz; aunque los tres resultan magníficos.
     
Acertadamente, el proyecto “Serranía Celtibérica” en España propone la creación de una Ruta Arqueológica de los Celtas, uniendo la ciudad de Praga con Algeciras, vía los Pirineos, Teruel y Cuenca. Desde Teruel, la vía uniría también Valencia y su puerto, uno de los más importantes del Mediterráneo. De Teruel a Cuenca, la vía discurriría por el Rincón de Ademuz, pero haría falta unir por autovía estas dos ciudades, la aragonesa y la castellana, así como el tramo central de los Pirineos. El proyecto citado es muy ambicioso, poniendo en evidencia uno de los mayores problemas que afectan a la comarca en particular y a la “Serranía Celtibérica” de España en general, cual es la baja densidad de población, por debajo de los 8 habitantes por kilómetro cuadrado –lo que equipara el territorio con Laponia, en los países escandinavos-. La “Serranía Celtibérica” supone un amplio territorio que se extiende por todo el sistema Ibérico central –unos 63.102,97 km2, con una población en torno a los 503.566 habitantes-, conformando una triángulo isósceles, cuyo vértice superior se hallaría en Soria capital y su base entre Cuenca y Teruel: el Rincón de Ademuz quedaría entre ambas capitales. El mismo trabajo pone en evidencia los graves problemas que explican su despoblación: región montañosa, escasamente poblada y rural, cuya accesibilidad se califica de remota -por hallarse a más de tres cuartos de hora de una ciudad de más de 50.000 habitantes, según criterio de la Unión Europea-.[7] Definitivamente, el alma del Rincón de Ademuz posee vocación rural...

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Detalle del puente que salva la vega del Turia, correspondiente a la variante de la CN-330 de Manzaneruela (Landete) a Torrebaja (Valencia), en la partida del Reguero (2015).

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Camino junto a la ribera del Turia a su paso por Torrebaja (Valencia),
con detalle de un bosquecillo de chopos blancos o álamos (Populus albus), 2015.

En nuestro paseo de invierno pasamos bajo el puente de la carretera nacional de Manzaneruela a Torrebaja, continuando por el camino de la ribera derecha del Turia, aguas arriba hasta la Canal. La Canal es un artilugio en forma de tubo metálico con pasaderas que atraviesa el río en esta parte, llevando el agua de riego de la acequia de la Masada al Otro Lado, que es ya Ademuz. El tubo puede subirse o bajarse mediante una manivela, para evitar lo arrastre la corriente en caso de una crecida del río, lo que ha sucedido muchas veces –en especial cuando la canal era de madera-. El derecho consuetudinario establece que la parte del Otro Lado se riegue con el agua sobrante de dicha acequia. Impresiona ver estas grandes acequias, y la cuadrícula de las fincas, resultado de la Concentración Parcelaria llevada a cabo en el término hace unos años. Es de lamentar que la mayoría de fincas se hallen abandonadas, por falta de agricultores y brazos que las pongan en marcha: ¡La agricultura no renta! –exclamarán los lugareños, y no sin razón-. 

La tierra de la zona es buena, resultante de los arrastres aluviales y el microclima del valle, relativamente benigno, aunque continental. Y el agua abundante, pudiendo utilizarse la del Turia y su afluente el Ebrón. Sin embargo, la mayoría de los campos están abandonados, sólo quedan algunas fincas con viejos frutales (manzanos) y los cultivos de maíz y alfalfa como forraje para los animales, y ello porque están subvencionados. Durante un viaje a Galicia recuerdo que por la zona castellana se veían grandes fincas con maíz, ¡regadas por aspersión! Yo pensaba en los fecundos campos de Torrebaja y en sus aguas desaprovechadas, y me entristecía... Porque el agua es, y lo será todavía más en el futuro, uno de los mayores activos de la comarca. Así lo reconocía ya el ilustrado abate Cavanilles(1745-1804) en sus Observaciones (1797): Gozan las tierras de Ademuz aguas abundantes y puras, y un cielo despejado.

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Detalle de la Canal sobre el Turia en Torrebaja (Valencia),
 que lleva el agua de la acequia de la Masada al Otro Lado (Ademuz), 2015.

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Detalle de acequia de riego en Torrebaja (Valencia) a la altura de la Canal,
con las naves del Parque Artesanal al fondo (2015).

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Vista general del caserío de Mas de los Mudos (Castielfabib),
desde la Canal en Torrebaja (Valencia), 2015.
            
Desde la Canal hasta el Cau el camino sirve de divisoria de términos: a la derecha queda Ademuz y a la izquierda Torrebaja. El camino lleva a la carretera nacional de Cuenca-Teruel, saliendo a esta a la altura de los Pilones, poco antes de la aldea de Mas de los Mudos (Castielfabib). El territorio de la margen derecha del camino decía que es término de Ademuz, los propietarios se negaron a forma parte de la Concentración Parcelaria de Torrebaja y sus fincas quedaron sin concentrar, lo que se evidencia en el mayor abandono de esta partida y en la multitud de parcelas. La partida de la zona final del camino, antes de salir a la carretera nacional, se denomina el Cau, aludiendo al cauce del Turia que una vez pasó por allí. El río hacía un gran meandro que cruzaba el valle, de monte a monte, produciendo grandes desastres cuando el río se salía. Esta fue la razón de que a finales del siglo XIX o principios del XX, según proyecto de 1887, los propietarios de fincas en la zona decidieran actuar, cortar la sinuosidad y echar el río por la ladera oriental del valle, tal como puede verse en la actualidad. En recuerdo de aquellos trabajos quedó un mojón trifinio junto al camino, entre éste y la carretera. La hita marca los límites municipales de Ademuz (este), Castielfabib (oeste) y Torrebaja (sur). El nombre de la partida, el Cau, evoca el antiguo trazado del río...[8]
            
Todos los lugares, por pequeños y humildes que sean tienen su historia... El Rincón de Ademuz posee además un rico patrimonio -natural y paisajístico, cultural y arquitectónico-, resultado de una peculiar orografía y de su larga trayectoria como comarca, gestada por la propia geografía y por la historia. La crisis que actualmente padece tiene raíces propias, exacerbadas por la propia crisis general del país. En estos casos, los eslabones más débiles de la cadena económica son los que más sufren. La administración es consciente, prueba de ello han sido las múltiples actuaciones llevadas a cabo en la zona, por ejemplo la Concentración Parcelaria de Torrebaja en el sector agrario. Aunque no se observe ningún beneficio aparente, la huerta posee amplios caminos, acequias de cemento y buenas comunicaciones. Faltan más ayudas, sin embargo, pues aunque las fuentes de producción tradicionales parezcan agotadas, todavía tienen mucho que ofrecer; quizá haya que explotarlas de otra forma, con otros productos y novedosas formas de cultivar. Lo más importante es frenar la despoblación de los municipios y el deterioro de los servicios, conservar los que tenemos y discurrir acerca de nuevas fuentes de riqueza basadas en la naturaleza y el medio ambiente, ya que los recursos disponibles son abundantes y variados. En cualquier caso, ya lo apuntaba Rodrigo Alfonso en las conclusiones de su trabajo: En tanto esperamos “una situación más favorable”, lo prioritario es "conservar lo presente e incrementar la calidad de vida en el futuro”, para lo cual “deben emprenderse acciones decididas y coordinadas” desde el ámbito privado y la administración.[9] Pues esperar que la comarca se levante y camine por sí misma es sencillamente imposible… Con todo, me pasa lo que al polifacético sabio alemán Albert Schweitzer (1875-1965): A la pregunta de si soy optimista o pesimista, yo respondo que mi conocimiento es pesimista, pero mi voluntad y mi esperanza son optimistas. Porque contra todo pronóstico, aunque las perspectivas para nuestra comarca fueran terroríficas, que lo son, cabe mantener la esperanza…

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Detalle de acequia de riego y sifón, obras correspondientes a la Concentración Parcelaria de Torrebaja (Valencia), partida del Reguero (2015).

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Detalle del puente que salva la vega del Turia, correspondiente a la variante de la CN-330 de Manzaneruela (Landete) a Torrebaja (Valencia), partida del Reguero (2015).

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Detalle del puente que salva la vega del Turia, correspondiente a la variante de la CN-330 de Manzaneruela (Landete) a Torrebaja (Valencia), en la partida del Reguero (2015).

            
Fin del paseo y regreso al pueblo.
Llegados a la umbría del Cau, damos la vuelta y regresamos al pueblo... Por la carretera no cesan de pasar vehículos en uno y otro sentido. La aldeita de Mas de los Mudos queda poco más adelante, junto a la vía. Se trata de un puñadito de casas desarrollado junto al antiguo camino de Ademuz a Teruel, asentándose allí los cultivadores de los campos aledaños, quizá para no tener que desplazarse cada día desde Torrebaja, Torrealta, Mas de Jacinto...
            
Andamos un trecho por el mismo camino que hemos venido, pero en vez de continuar por el de la Canal tomamos otro que nace a la derecha. La pista discurre junto a un drenaje que queda a la izquierda, anegado de agua, eneas y carrizos secos. Se trata de una zona húmeda con muchos manantiales, siendo esta la razón de que poco después de la guerra civil se construyera aquí un gran canal subterráneo que discurre por el centro del valle, de norte a sur. La conducción todavía es útil, y sirve para drenar las humedades de las fincas, y para vaciar el agua de las otrora frecuentes riadas. Poco más adelante pasamos frente al sifón que hace la acequia de la Masada para salvar el camino. La vía es amplia, el piso de tierra y grava apisonada. El sol poniente baja con rapidez en este tiempo invernal. Frente a nosotros queda el puente mediante el que la carretera de Manzaneruela a Torrebaja salva la vega del Turia.

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Vista de la bajada del Pasillo en Torrebaja (Valencia),
con detalle del pilón de la Virgen del Pilar (2015).

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Vista del muro que se está construyendo en Torrebaja (Valencia),
frente a las Casas de la Venta, con detalle del pilón de la Virgen del Pilar (2015).

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Vista del muro que se está construyendo en Torrebaja (Valencia),
frente a las Casas de la Venta (2015).

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Vista del muro que se está construyendo en Torrebaja (Valencia), frente a las Casas de la Venta,
con detalle de la hornacina reservada para la imagen de san Antonio de Padua (2015).

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Vista del muro que se está construyendo en Torrebaja (Valencia),
frente a las Casas de la Venta (2015).
            
Pasamos bajo el viaducto, con la vista puesta en el caserío de Torrebaja, que se halla al fondo. El camino que venimos siguiendo aboca al del Reguero, prolongación de la bajada del Pasillo hasta la ribera del Turia. Continuamos por la derecha, hasta el pilón de la Virgen del Pilar. A esta hora de la tarde la zona ya está en umbría, aunque es media tarde, pues los obreros que levantan el muro de la Venta todavía están trabajando. El esfuerzo del trabajo debe calentarles de alma, pues no parecen experimentar frío. Al pasar junto a ellos nos saludamos de nuevo, ellos con el cansancio del día dibujado en el rostro. En la parte de la huerta, margen izquierda del camino, hay un ganado de ovejas paciendo, sonido de esquilas... Encaramos la costanilla de la calle Fuentecillas, pasando junto a la fuente nueva. Conforme nos acercamos al pueblo percibos el familiar aroma de leña quemada, tal vez de pino mezclada con manzano o almendro. No vemos a nadie, la gente debe estar en su casa, recogida, al amor de las estufas, braseros y calefacciones... También nosotros nos recogemos, buscando el calorcito del hogar. ¡Y si Dios quiere, mañana será otro día! Vale.



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[1] SÁNCHEZ GARZON, Alfredo. La “fuente de los Pobres” en Torrebaja, un receso en el Camino Real, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 19 de noviembre de 2011.
[2] ID. El censo eclesiástico de 1878 en el lugar de Torrebaja (Valencia), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 24 de octubre de 2011.
[4] ID. Desde el Mirador del Castillo de Ademuz, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 8 de noviembre de 2014. ID. Desde el Mirador del Castillo de Castielfabib, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 4 de diciembre de 2014.
[5] ID. El camino de la “Vera Cruz” a su paso por el Rincón de Ademuz, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del martes 11 de septiembre de 2012.
[6] ID. Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, p. 245.
[7] BURILLO-CUADRADO, Mª Pilar, BURILLO-MAZOTA, Francisco y RUIZ-BUDRÍA, Enrique. Serranía Celtibérica (España). Un proyecto de Desarrollo Rural para la Laponia del Mediterráneo, Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural, Campus de Teruel, Parque Arqueológico de Segeda, Servicio de publicaciones de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2013, 36 páginas Vid SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Rincón de Ademuz y la “Serranía Celtibérica” de España (I y II), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 5 de enero de 2014.
[9] RODRIGO ALFONSO, Alfredo. El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Valencia, 1998, p. 240.

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