A
propósito de una excursión a la zona nororiental de la comarca.
“la mayor riqueza del
Rincón de Ademuz es
potencialmente su paisaje y medio ambiente,
un patrimonio natural
legado por la Naturaleza y la geografía,
y por los que nos precedieron
sobre este paisaje”
-Del contenido textual.
Aprovechando la bonanza del tiempo en estos últimos días de
noviembre, ambiente cálido y cielo despejado, decidí dar un paseo por el monte
en motocicleta. La ventaja de ir en moto es que te permite hacer un amplio
recorrido en poco tiempo. Aunque procuro ir despacio, de una parte por
precaución; también para disfrutar del paisaje; y por el ruido, pues me
disgusta asustar a los animales del bosque con los estampidos del motor. Éste
es el mayor inconveniente que le encuentro a este medio de locomoción...
Para ir en moto por el monte cabe ir preparado, con el
vehículo a punto y bien protegido contra el viento y el frío de la cabeza a los
pies. Vestirse para ir en moto es todo un ritual, el verdugo es esencial, el
casco obligatorio y las gafas de sol aconsejables para evitar deslumbramientos y
los peligrosos ultravioleta, que dañan la retina. El cuerpo debe ir bien cubierto con la ropa
acrílica adecuada, guantes para las manos, botas para los pies y rastrojeras en
las piernas. Yo siempre llevo una mochila, muy útil para portar diversos
objetos, la documentación personal y del vehículo, agua, un impermeable, una
navaja, el móvil, etc. Conviene ir con poca carga, procurando que cuando vamos
montados el peso repose sobre el asiento, no sobre la espalda. Para ello basta
con aflojar los tirantes de la bolsa...
Mi idea, decía, era dar una vuelta por el
sector nororiental de la comarca, para disfrutar del paisaje y del día tan
hermoso que lucía, aprovechando de paso para hacer alguna fotografía para un
libro de imágenes que tengo in mente sobre el otoño en el Rincón de Ademuz.
Aunque la estación ya está avanzada y gran parte del colorido otoñal
desparecido de los árboles, desvestidos éstos de sus hojas doradas por los
vendavales de las últimas semanas.
Almendral en otoño junto al camino de Mas del Olmo en "Los Molares" de Ademuz (Valencia), 2015. |
Los caminos de montaña en el sector oriental de la comarca.
Para ir a Mas del Olmo (Ademuz) o
Puebla de San Miguel (Valencia), desde el valle del Turia, mi trayecto
preferido es por Torrealta, aldea de Torrebaja (Valencia). Dado el tráfico pesado que
suele transitar por la carretera, prefiero los caminos y pistas del monte. Es
por ello que para salir de Torrebaja utilizo habitualmente la calle
Fuentecillas hasta la bajada del Pasillo, allí dejo el asfalto y sigo por el
camino de tierra hasta el río, continúo por la izquierda hasta el puente de La
Palanca, que atraviesa el Turia bajo el viaducto de la variante de la CN-330 de
Manzaneruela, en Landete (Cuenca) a Torrebaja. Hace por lo menos dos legislaturas que las
barandas del puente fueron destrozadas por algún vehículo que pasó por allí,
sin que nadie se haya preocupado de su reparación. Su tránsito
podría resultar peligroso, ¡habrá que esperar alguna desgracia para
repararlo! Desde este punto continúo por la izquierda, ya en la ribera
izquierda del río, yendo por el camino de Torrebaja a Torrealta, en término de
Ademuz. A medio trayecto de este hermoso paseo, con pinos a la derecha y restos
de antiguos cultivos en la alta ribera del Turia a la izquierda, encontraremos
un recinto vallado correspondiente a un antiguo vertedero: está clausurado,
pero lleno de todo tipo de objetos de desecho al descubierto. No obstante
hallarse cerrado, hay quien continúa echando todo tipo de cachivaches por la
valla, cuando no los dejan directamente a las puertas del basurero. El
espectáculo es ciertamente lamentable, por lo que sería aconsejable eliminarlo;
el paisaje y el medio ambiente lo agradecerían.[1]
Decía que el camino -en realidad una pista con
el piso en estado aceptable-, lleva hasta Torrealta, y forma parte del camino
peregrinal de la "Vera Cruz" a su paso por estos términos.[2]
A la entrada de Torrealta por el sur encontraremos a nuestra izquierda la
carreterita que procede de la CN-330-420, que atraviesa el Turia unos cientos
de metros más abajo. En el punto de confluencia del camino y la carretera puede
verse a la derecha un pilón encalado en cuya hornacina lucen unos ladrillos cerámicos
representando a san Roque. Poco más adelante hay otro casilicio similar, éste
con la imagen de san Antonio Abad. Entre ambos pilones nace el camino de Mas
del Olmo, que discurre por la Dehesa de los Terreros, vía la fuente de
Vallurgo, Los Molares y la Loma del Romance.
Ascendiendo por la pista asfaltada
la aldea de Torrealta queda a nuestra izquierda. Poco antes de llegar al desvío
del camino que conduce a la rambla de Riodeva, donde la gravera, termina el
asfalto. En el desvío seguiremos por la derecha, enseguida llegaremos a la
parte alta desde donde puede disfrutarse de una estupenda vista del valle del
Turia, con la vega y las distintas poblaciones que pueden verse: Torrealta (hacia
el norte), Mas de los Mudos (al oeste, frente a nosotros) y Torrebaja (al sur,
poco más abajo). Lo más novedoso del paisaje en este punto, quizá sea la
silueta del gran viaducto que atraviesa la vega por encima de Torrebaja,
uniendo las vertientes orientales del valle con las occidentales. En la
occidental destacan las naves del "Parque Artesanal", el
pequeño polígono industrial del municipio, sito al norte del cementerio de Los
Llanos. Por debajo de ambos discurre la antigua CN-420 procedente de Cuenca,
que en este lugar confluye con la variante de CN-330, en dirección a Teruel. El
lugar constituye un embudo, verdadero cuello de botella para dichas vías durante unos cuarenta kilómetros, lo
que pone en evidencia la apremiante necesidad de la autovía de Cuenca a Teruel;
no en vano el tráfico por estas vías se ha triplicado en las últimas décadas.
Dejamos la vista de la vega del
Turia para adentrarnos propiamente en la montaña. Circundado el montículo por
cuya media ladera discurre la pista nos asomaremos a la rambla de Riodeva, que
queda a nuestra izquierda, justo por encima de la gravera. La rambla, que sirve
de linde entre Libros por Teruel y el Rincón de Ademuz por Valencia, rinde sus
aguas al Turia frente a las Casas de Angelina, por debajo del puente de tablas
que cruza el río en esta parte. A lo lejos puede observarse el caserío de Mas
de Jacinto, aldea de Castielfabib, recostado sobre la vertiente izquierda de la
rambla de Val del Agua, que los lugareños denominan de san Sebastián, en honor
al patrón del lugar y titular de su preciosa ermita.[3]
La pista que venimos siguiendo
posee un firme irregular, con abundante gravilla y frecuentes arroyadas,
resultados de las últimas lluvias. A ambas márgenes de la vía veremos
labrantíos de almendros, muchos de ellos abandonados. Allí donde comienza el
repecho de la ladera del monte frontero hay una bifurcación de caminos. El
de la derecha proviene de la cuesta de La Palanca, por donde subían los
trabajadores que iban a Las Minas de azufre de Libros. El de enfrente es un camino
labrado en los años noventa, que discurre por la media vertiente de los
Puntales del Mediero, en el límite oriental de la Dehesa de los Terreros,[4]
comunicando esta parte con el camino de Mas del Olmo que asciende desde el de
Guerrero, vía la Umbría de la Sagra. Nosotros continuaremos por el de la
izquierda, el principal que venimos utilizando. A partir de aquí nos internamos en
una zona de pinos, yendo por la ladera meridional del monte, con frecuentes
subidas y bajadas, empinados repechos y zigzagueos, por encima del desvío que lleva a la fuente de Vallurgo. Conforme ascendemos el
paisaje se amplía y magnifica, singularmente hacia el noroeste, que queda a nuestra espalda, cuyo horizonte
cierran las estribaciones de la sierra de Albarracín, el cerro Javalón (1.692 m), la
sierra de Rubiales (montes del Rodeno), con la serranía de Cuenca y Santerón
hacia el suroeste.
De este modo llegaremos a un gran
edificio encalado, sito en una plantación de almendros propiedad de Miguel Yuste,
alias el Ratón de Torrebaja. La casona almacén queda a la izquierda del camino,
pero antes de llegar podremos ver a la derecha del mismo -aunque sólo si nos
fijamos bien-, una cisterna que servía para recoger y almacenar el agua de lluvia, con un
curioso techo de falsa cúpula, idéntico al de las barracas de piedra en seco
que hay más adelante. Poco más arriba encontraremos el camino de los Molares,
el que decíamos que sube del valle del Turia por la Umbría de la Sagra y el
barranco del Charcal, que surge por la derecha y confluye en este punto con el
que venimos siguiendo desde Torrealta.
El camino continúa ascendiendo
hasta un punto en que se produce una gran depresión, para continuar luego otra
pronunciada costanilla hasta enfilar el repecho final que lleva a la cima de la
Loma del Romance. Antes de enfilar la subida de la Loma podremos ver a nuestra
izquierda los restos de grandes construcciones y hornos de azufre del antiguo
asentamiento minero de La Azufrera de Libros,[5]
que quedan en la vertiente septentrional, margen derecha de la rambla de Riodeva, que algunos denominan río Eva.
Tras las lluvias de verano los
caminos de tierra quedaron muy afectados. Compruebo con satisfacción, sin
embargo, que desde mi última subida los han arreglado bastante. Al menos el
piso está llano, medianamente apisonado, habiendo desaparecido las profundas arroyadas
que los surcaban en algunos tramos. Tras el penúltimo repecho antes de arribar a la cima de la Loma
del Romance hay un gran piedra a la mano derecha del camino, a modo de mesa en
un rellano. Me gusta parar en este sitio, porque es cómodo para aparcar y por
la estupenda vista que desde aquí puede disfrutarse, singularmente desde el
noroeste al suroeste. Lo más llamativo es la profunda hendidura del valle del
Turia, los pueblos y aldeas que pueden distinguirse –desde las eras de Libros
hasta la villa de Ademuz, incluyendo Mas de Jacinto, Torrealta, Mas de los
Mudos, Torrebaja, Los Santos, Castielfabib, Vallanca, Negrón...- y la
grandiosidad del panorama. Bajo un cielo azul pálido, el horizonte brumoso
subyuga y estremece...
Vista meridional del valle del Turia desde la "Loma del Romance", con detalle de la villa de Ademuz (Valencia), al fondo izquierda (2015). |
Vista noroccidental del valle del Turia desde la Loma del Romance, con detalle de varias poblaciones del Rincón de Ademuz: Torrebaja, Los Santos, Castielfabib (2015). |
El camino continua entre pinos de
reforestación que lucen en sus ramas grandes bolsas sedosas, a modo de regalos
de Navidad. Lamentablemente no son regalos, sino nidos de orugas de
procesionaria (Thaumetopoea pityocampa Schiff), la más
perniciosa de las plagas que sufren los pinares en todo el Mediterráneo.
Enseguida encontraremos un desvío de este camino que surge a nuestra izquierda,
junto a un cartel que indica la dirección del depósito de agua contra incendios
y la pista de aterrizaje existente en la Loma. Merece la pena seguir este
desvío para ver la pista, una amplia planicie que se extiende longitudinalmente
de oeste a este, cuyo horizonte lejano cierra al levante la Sierra de Javalambre con sus
picos cimeros –Javalambre (2.020 m) y Calderón o Alto de las Barracas (1.838
m)- y estribaciones de la Sierra de Tortajada. Al poniente de la pista hay un
gran depósito circular que almacena el agua para caso de incendios, y un pilón
que señala el vértice geodésico del Instituto Geográfico correspondiente a la
Loma (1.210 m).
Además del espectáculo de la
Naturaleza, a ambos lados de la cabecera de la planicie pueden admirarse dos
espléndidas barracas de piedra en seco, una cuadrangular al norte y otra
circular al sur. Para visitar la primera cabe recorrer unos cientos de metros
entre labradas de almendros, para ver la segunda hay que perderse entre los
pinos de reforestación. Ambas construcciones son magníficas, aunque puestos a
elegir me quedo con la segunda, por su forma particular y por la vista que
puede contemplarse desde sus aledaños, el extremo meridional del valle del
Turia y el caserío de Ademuz: la diferencia en la altitud entre la villa y la Loma se aproxima a los 500 m. En toda la zona podremos ver muchas
de estas singulares fábricas, algunas francamente notables como hemos destacado
en alguna ocasión.[6]
El vehículo que utilizo en esta
excursión me permite recorrer de alto en bajo la pista de aterrizaje, que sufre
un suave declive hacia levante, incluso perderme por caminos laterales; uno de
éstos, el de la derecha, abierto entre zonas de cultivo, me permite salir de
nuevo al camino principal, por debajo de los corrales y parideras presentes en
el ángulo que forma el desvío por donde se accede a la pista. Barracas,
corrales, descubiertos y parideras son frecuentes en la zona, constituyendo
muestras físicas inequívocas de la abundante actividad agropecuaria que hubo
antaño por estos latitudes. Todas se hallan integradas en el paisaje,
resultando muchas de ellas de gran belleza formal, paredes de mampostería,
jambas de piedra labrada, dinteles de madera, coberturas de teja árabe
dispuesta en canal y cobija, con la excepción de la barracas de piedra en seco
(sin aglomerante), que lucen falsas cúpulas basadas en lajas de piedra coronadas
por un piedra cimera denominada copete.
Vista frontal de la barraca de piedra en seco sita en la ladera meridional de la "Loma del Romance", con la villa de Ademuz (Valencia), al fondo del valle (2015). |
Vista frontal de la barraca de piedra en seco sita en la ladera septentrional de la "Loma del Romance" en Ademuz (Valencia), con la sierra de Rubial al fondo (2015). |
Detalle de bolsones de procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa Schiff), en la "Loma del Romance" en Ademuz (Valencia), 2015. |
Vuelto al camino principal, el paisaje se amplía de
nuevo, aunque durante un trecho discurre entre pinos. Son tierras pobres,
blanquecinas, calizas, más propias para el centeno que para el trigo, que
requieren del barbecho bianual. La amplia planicie desciende suavemente desde
la Loma del Romance hasta Mas del Olmo, quedando las fincas abancaladas. Los
muros de los abancalamientos, como las propias barracas de piedra en seco
fueron construidas con las losas que surgieron en las roturaciones. Se trata de
piedras calcáreas, planas, algunas de grandes dimensiones, lo que favorece su
utilización para levantar los márgenes y las casetas. En un punto de la
planicie tomo un desvío del camino principal, que surge a la derecha,
dirección suroeste. El camino lleva a la vertiente occidental de la loma
existente a esta mano del paisaje, viéndola desde la del Romance. Se trata de
zonas de cultivo entre pinares reforestados en los primeros cincuenta del
pasado siglo. Docenas de mozos de estos pueblos y aldeas participaron en las
brigadas que realizaron las roturaciones y plantaciones de pinos.
Una plaga devastadora se come los
pinares.
Al poco de internarme por este
desvío del camino principal observo una cierta tristeza en el paisaje.
Enseguida me de doy cuenta, no obstante, que se debe al color grisáceo que
manifiestan los pinos, cuyas acículas aparecen deshilachada –roídas y
mortecinas- sin su color verde habitual. Al mismo tiempo advierto a modo de
ramas o cuerdas oscuras que atraviesan la calzada de tierra. Al aminorar la
macha veo que no se trata de cuerdas o ramas, sino de orugas encadenadas en
largas hileras, de las que pueden contarse cientos, miles, millones de ellas...
El nombre de "procesionaria" con que se conoce a estas orugas se debe a su
peculiar forma de desplazarse, en fila india, formando procesión. Lo cierto es
que me invadió cierta aprensión, pues a mi paso y sin querer ni poder evitarlo
las ruedas de la moto las iban machacando. Me pareció que las gusanos se estaban
trasladando de una zona a otra del pinar, con la intención de construir sus
nidos en los pinos en mejor estado, para pasar el invierno. Nunca había visto
cosa semejante y debo confesar que me quedé sobrecogido al ver tantas orugas, y
los efectos devastadores que causan en los pinos. Me detuve para observar de
cerca el fenómeno y hacer alguna fotografía. Las orugas aparecían por el suelo,
en los troncos y ramas, muchas de ellas apiñadas, construyendo en los extremos
de las ramas sus bolsones de seda con febril efervescencia. No cabe duda que
barruntaban un cambio de tiempo, con importantes bajadas de temperatura, como
ciertamente sucedió en los siguientes días.
La infestación de la procesionaria
castiga gravemente a una amplia extensión de pinos reforestados del sector
suroriental de la Roma del Romance, aunque en mayor o menor
medida afecta a casi todos los pinos de la zona. Observando las consecuencias no me
cabe duda de que se trata del flagelo más importante que sufren los pinares
españoles, y mediterráneos, una verdadera calamidad. La procesionaria pertenece al orden de los
lepidópteros (insectos comúnmente voladores, vulgarmente conocidos como
“mariposas”), familia thaumetopoeidae, especie Thaumetopoea
pityocampa. Además de a los pinos afecta a todas las pináceas, y coníferas
en general, como cedros y abetos. En nuestra zona, los pinos más afectados son
los laricios (Pinus nigra) y el pino silvestre (Pinus sylvestris),
también el pino carrasco (Pinus halepensis) y el piñonero (Pinus
pinea).
Detalle de pinos de reforestación afectados por la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa Schiff), en las proximidades de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2015. |
Detalle de pinos plagados de procesionarias (Thaumetopoea pityocampa Schiff), en las proximidades de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2015. |
Introducción al ciclo biológico de la procesionaria
del pino.
En el hemisferio norte, el ciclo
biológico de la procesionaria del pino comienza en verano, con la aparición de
las mariposas revoloteando en los pinares. Tras el apareamiento, la hembra pone
sus huevos en las hojas (acículas) de los pinos, y cuatro o seis semanas
después nacen las orugas, lo que viene a suceder entre mediados de septiembre y
mediados de octubre. Las incontables procesiones de orugas que yo vi por los
caminos, en el bosque de pinos reforestados por debajo de la Loma del Romance,
correspondían a las nacidas este otoño. ¿Dónde iban las orugas en su procesión?
Parece que se estaban trasladando de los pinos donde nacieron (y ya
esquilmados) a otros en mejor estado biológico, para construir allí los
bolsones o nidos de seda donde refugiarse para pasar el invierno. Con la
llegada de la primavera (desde febrero a primeros de abril), las orugas salen
de sus refugios invernales, siendo éste el momento en que son más voraces, y
dañinas para los pinos, a los que defolian. Alcanzada su madurez bajan al
suelo para enterrarse, crisalidando dentro de su capullo, algo similar a lo que
sucede con los gusanos de seda, aunque estos no se entierran. Llegado el verano
las mariposas salen para aparearse, comenzando así un nuevo ciclo biológico.
Se ha dicho que las orugas de la
procesionaria del pino raramente matan los pinos de cuyas hojas se alimentan.
Lo cierto, sin embargo, es que los debilitan considerablemente, exponiéndolos a
otras plagas que son las que realmente los matan. Al ver la gran extensión de
pinos afectados por la procesionaria me pregunté si las autoridades
responsables del monte serán sabedoras de lo que está sucediendo con nuestros
bosques de pinos. Y de saberlo, ¿qué están haciendo para combatir esta terrible
plaga? Digo terrible, porque es realmente espantosa. Los pinos afectados, que
son cientos y miles distribuidos por varias hectáreas, constituyen un
espectáculo ciertamente penoso, escalofriante y sombrío, indefensos como se
hallan los árboles ante la voracidad de las insaciables orugas. Estas orugas son también
peligrosas para los humanos, singularmente para los niños, a los que producen
alergias y urticarias, y para los animales, a los que pueden matar si las
ingieren. Lo peligroso de las orugas son los “pelitos urticantes” que las
recubren, allí es donde se encuentra el veneno que portan. Cada oruga puede llevar hasta medio millón de estos pelitos, denominados tricomas. En
cuanto se sienten atacadas las orugas los sueltan, todavía más si se las toca,
dispersándose y flotando en el aire, de ahí la irritación, picor y sensación de
quemazón que producen en las mucosas al entrar en contacto con ellos.
Detalle de hilera de orugas procesionarias (Thaumetopoea pityocampa Schiff), en las proximidades de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2015. |
Detalle de orugas procesionarias (Thaumetopoea pityocampa Schiff), en las proximidades de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2015. |
Lucha contra la procesionaria.
Los expertos consideran que es muy difícil luchar contra
la procesionaria del pino, prueba de ello es la gran extensión de bosques
afectados por todo el Mediterráneos y sur de Europa. En su difusión está
colaborando el denominado "cambio climático", la bonanza de las temperaturas invernales,
consecuencia del calentamiento global. Para controlar la colonización de la
procesionaria existen varios métodos, unos biológicos, otros químicos y
físicos, y también naturales.
-Métodos biológicos:
--Entre estos destaca el compuesto
por bacterias (Bacillus thuringiensis), que mezcladas con agua
pueden pulverizarse con sulfatadoras convencionales o mediante cañones pulverizadores sobre
tractores o todoterrenos (los tratamientos aéreos, con avionetas o helicópteros, en Ultra Bajo Volumen (ULV) están prohibidos en la Unión Europea desde septiembre de 2012).
Para que el tratamiento sea efectivo debe efectuarse en los estadios larvarios
iniciales, esto es, cuando las orugas son pequeñas (entre mediados de
septiembre y mediados de octubre, antes que desarrollen los pelos urticantes, y en cualquier caso antes de embolsarse); al
comerse las acículas del pino impregnadas del bacilo, las orugas mueren. Los
tratamientos con bacilos thuringiensis son aceptados por la agricultura
ecológica, pues su incidencia sobre el medio ambiente y la salud animal es
nula, o mínima.
--Dentro de esta clasificación se
hallan también los insecticidas biorracionales, entre los que se hallan
los inhibidores de la síntesis de quitina; su mecanismo de acción consiste en
alterar la muda de las orugas y por ende el crecimiento. Para la procesionaria se emplea el
“diflubenzuron”, utilizado de forma similar a la fumigación con bacterias. Es
también respetuoso con el medio ambiente y resulta eficaz para grandes
extensiones de bosque, cuando la orugas se hallan en los estadios larvarios
iniciales. Para ello es necesario realizar muestreos en las puestas de huevos,
para determinar el momento del nacimiento de los gusanos, o mediante trampas de
feromonas, para obtener la “curva de vuelo de los machos”, lo que facilita la
determinación del momento en que eclosionarán los huevos.
--Asimismo, se emplean las feromonas
sexuales, método consistente en utilizar las hormonas sexuales de la hembra
para atraer a los machos a unas trampas de las que no pueden salir. De esta
forma la fecundación de las mariposas hembras no tiene lugar. Para ello se usa
una feromona sintética, denominada “pityolure”. Se usa en pinares con bajo
nivel de infestación, razón por lo que se aconseja una vez se ha controlado una
plaga masiva, constituyendo un complemento ideal de la fumigación con bacilos o
inhibidores de crecimiento. Como se dice arriba, dichas trampas con feromonas
sirven también para determinar el nacimiento de las orugas, lo que
permite elegir el momento adecuado para los tratamientos señalados. Estas trampas se cuelgan en las ramas de los propios pinos, bastando una por
hectárea. Su colocación está indicada cuando las mariposas salen de los
capullos, de ahí la importancia de determinar los vuelos iniciales.
-Métodos químicos:
--Para el control químico de la
procesionaria existen los insecticidas convencionales, tipo
“piretrinas”: Alfacipermetrin, Cipermetrin o Deltametrin.
Para grandes extensiones de pinar se emplean los cañones pulverizadores (sobre
tractores o todoterrenos), dada la prohibición de los medios aéreos. Los tratamientos
con este principio activo se realizan a lo largo del invierno (febrero y
marzo), cuando las orugas jóvenes (más sensibles) están embolsadas, para lo
cual hay que mojar bien el bolsón donde se resguardan. Con este método
se pretende matar los gusanos antes de que bajen al suelo para la
crisalidación, interrumpiendo así su ciclo biológico.
-Métodos físicos:
--Aquí se podrían incluir las actuaciones como la
“eliminación mecánica de los bolsones”, esto es, cortar las ramas donde se
instalan las bolsas de orugas, para lo cual existen una tijeras especiales,
propiamente denominadas “orugueras”, caracterizadas por la longitud de sus
brazos, al objeto de alcanzar las ramas más altas, evitando en todo caso las
guías terminales del pino (que afectaría su crecimiento). Dicha actuación debe
realizarse entre finales de noviembre y mediados de diciembre. Para completar
el tratamiento, los bolsones con las orugas deben quemarse.
--“Rotura de bolsones”, acción
reservada a los nidos más altos, para lo cual se utilizan sistemas varios
(escopeta de perdigones, palos, etc.); al romperse la bolsa de seda en
invierno, las orugas mueren de frío. Dicha acción debe realizarse por la tarde,
con el fin de que las orugas no tengan tiempo de reparar las bolsas de seda
rotas.
--“Barreras de contención”, sistema que consiste en
colocar en el tronco del pino (a uno o dos metros del suelo), una pieza de
plástico o similar en forma de cono truncado invertido, con la parte más ancha
hacia arriba, con el objeto de interrumpir la bajada de las orugas al suelo
para la crisalidación. De esta forma, los gusanos quedan aquí detenidos,
muriendo de inanición. Una variante de este método es colocar una barrera de
plástico o similar en el suelo, alrededor del tronco, con el objeto de evitar
la dispersión de las orugas, aplicándoles después los insecticidas para
matarlas. El sistema puede ser útil en jardines y áreas pequeñas, pero no en
bosques de gran extensión.
-Métodos naturales.
--Bajo este apartado se incluyen
los sistemas basados en la “protección y el fomento de las aves insectívoras”,
conocidas como depredadoras de la procesionaria, entre las que destacan los
herrerillos (Cyanistes caeruleus) y carboneros (Parus major), aves comunes especialmente voraces con estas orugas, cantoras y muy bellas. Para
ello basta colocar en las ramas de los pinos cajas para la nidificación
(anidaderas), singularmente en los pinares jóvenes. Existen, sin embargo, otras
muchas especies de pájaros que se comen a las orugas: abubillas, críalos,
cuervos, urracas, etc. Depredadores de las orugas de procesionaria son también
las avispas, las cigarras y las hormigas, además de diversos parásitos dípteros
e himenópteros.
La utilización de cualquiera de
estos métodos de lucha contra la procesionaria del pino debe decidirla la
autoridad competente, con el asesoramiento de los técnicos especialistas, que
previamente habrán estudiado el ciclo biológico exacto del parásito en cada
zona, y su estado larvario.
Más allá del camino de la
procesionaria.
Salí de la pinada afectada por la
plaga de la procesionaria con el ánimo compungido, ya que aunque conocía la
existencia de esta plaga, evidente por los albos bolsones que penden de las
ramas de los pinos, jamás había observado sus devastadores efectos. El camino
que venía siguiendo me llevó hasta un cerro donde se hallan las antenas de
comunicaciones que tiene instaladas la Generalidad Valenciana, sitas por encima de Los Planos y Las Clochas de Ademuz.
Circundando el cerro llegué hasta una zona de sembrados, desde donde pueden
observarse las laderas meridionales de la Loma del Romance. Durante este último
tramo la panorámica por la izquierda (que es el poniente) resulta
impresionante, en especial el valle del Turia y su vega, desde Torrealta hasta
Ademuz. Por el mismo camino regresé hasta el principal de Mas del Olmo, atravesando
de nuevo la zona de pinar afectada por la procesionaria. La atravesé rápido y
apenado, aplastado con las ruedas las orugas que llenaban el camino...
Vuelto al camino
principal, éste continúa en suave descenso hasta la aldea de Ademuz, con
amplias fincas de cultivo a cada mano de la vía. El paisaje otoñal ha cambiado
radicalmente al compararlo con el de primavera, trocándose en campos recién
labrados y apisonados los verdes trigales y cebadales, con el sempiterno
horizonte montañoso de Javalambre al fondo. Durante el trayecto observé varias
barracas de piedra en seco, algunas muy notables. En la bajada saludé a un
tractorista procedente de la parte de la Loma, que se detuvo al verme parado al
borde del camino. Me preguntó si necesitaba algo, al decirle que sólo estaba
haciendo unas fotografías me ofreció agua para beber. No es fácil encontrase
con alguien por estas latitudes, pero siempre es de agradecer un saludo, cuánto
más un sincero ofrecimiento.
Vista de pinos de reforestación afectados por la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa Schiff), en la "Loma del Romance" en Ademuz (Valencia), con el macizo de Javalambre al fondo (2015). |
Vista frontal de una magnífica barraca de piedra en seco, en las proximidades de Mas del Olmo-Ademuz (2015). |
Vista posterior de una magnífica barraca de piedra en seco, en las proximidades de Mas del Olmo-Ademuz (2015). |
Vista fronto-lateral de una magnífica barraca de piedra en seco, en las proximidades de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2015. |
Camino del rento de Altamira.
En cierto lugar próximo a Mas del Olmo
el camino que venimos siguiendo se bifurca, mientras uno continúa hacia la aldea (sita al sureste) el
otro se desvía hacia la izquierda en dirección Riodeva (sita al norte). Me
decido por el último, que es por donde Francisco Candel (1925-2007) y
sus amigos catalanes entraron en el Rincón de Ademuz en septiembre de 1964,
procedentes de Teruel, en su célebre viaje. Mi intención no es emular su recorrido, ya que ellos
vinieron andando, sino acercarme hasta Altamira, un rento en el extremo
septentrional del término de Ademuz en el que estuve esta primavera pasada,
recogiendo fotos para un libro de imágenes que hice en el que se dice de las
aldeas y lugares del Rincón de Ademuz (2015). El propósito de hoy era
fotografiar el despoblado, las ruinas y su copudo pino señero en otoño. El piso
del camino es irregular, con profundas arroyadas en algunos tramos, producto de
las pasadas lluvias estivales. Tiene un tramo de subida y otro de bajada, el de
subida discurre en suave ascenso, rodeado de fincas de cultivo abancaladas,
mientras que el de descenso es más agreste y encosterado, pasando entre
encinas, quejigos y otras variedades de quercus.
En un punto del camino de bajada,
poco antes de llegar a la fuente de la Canaleja, donde Riodeva toma el
agua para el abastecimiento público, surge un desvío a la mano izquierda, que
lleva hasta la masada de Altamira. Esta nueva vía tiene también un tramo de
subida muy pedregoso, hasta una zona llana de tierra, ya a la vista del rento.
Merece la pena detenerse un momento para contemplar una vista general del antiguo
caserío, ubicado en la parte baja del cerro de Altamira. El de Altamira es un
montículo cónico, como muchos otros de la zona, sito en la margen izquierda de
la rambla de Riodeva. Desde la cima del monte, que fue un castro celtíbero,
evidente por los restos de cerámica de arrastre de esta época que puede verse
en superficie, puede admirarse una sorprendente perspectiva, con la población
de Riodeva a la cabecera, que es el este, en las estribaciones de Javalambre,
las minas de caolín al norte, en las laderas septentrionales de la rambla, que
discurre hacia poniente, buscando rendir sus aguas al Turia frente a las Casas
de Angelina (Libros) y Mas de Jacinto (Castielfabib). Llama poderosamente la
atención la franja de las minas y los desmontes producidos por la actividad
industrial, que dejan al descubierto las rojizas entrañas térreas, asalmonadas y
blancas del monte.
Vista meridional del caserío del antiguo rento de Altamira en Ademuz (Valencia), en el extremo septentrional del término (2015). |
Vista de la Hoya y Dehesa de Altamira en Ademuz (Valencia), desde los corrales del rento, en el extremo septentrional del término (2015). |
Vista parcial del caserío y corrales del antiguo rento de Altamira en Ademuz (Valencia), en el extremo septentrional del término (2015). |
El caserío de la antigua masada de
Altamira es hoy un despoblado formado por un conjunto de corrales,
descubiertos, eras, pajares y otras edificaciones, agrupadas en torno de un
secular pino. Inicialmente el rento estuvo habitado, constan los intentos del
señor de Torrealta, don Francisco Garcés de Marcilla, a mediados del siglo
XVIII (1760), por formar un asentamiento agropecuario permanente para explotar su hoya
y dehesa. El intento de poblar la zona fracasó, y a principios de siglo pasado
(1917), el barón de Andilla vendió su propiedad al Ayuntamiento de Riodeva.
Hasta mediados de la pasada centuria, el rento estuvo ocupado sólo de forma
temporal, permaneciendo hoy totalmente arruinado.[7]
Dejé la zona del rento de
Altamira, regresando al camino principal de Mas del Olmo a Riodeva. Antes de
emprender la vuelta bajé un trecho en dirección a Riodeva, hasta encontrar la fuente
de la Canaleja, que queda a la izquierda del camino, al amparo de una chopera. La
de la Canaleja es un hontanar de un solo caño con un alargado abrevadero, todo
ello sombreado por álamos lombardos que a esta altura de la estación ya había
perdido su follaje dorado. Pasé por este mismo lugar en verano, venía entonces
de Riodeva, en dirección a Mas del Olmo. Me llamó la atención entonces la
frondosidad del lugar, el verde oscuro de los chopos de la rambliza que forma
el amanadero. Ya entonces pensé en volver en otoño, para recoger alguna fotografía
con los chopos amarillos, pero he llegado algo tarde, ya que como digo la
mayoría del follaje otoñal ha desparecido. Lo intentaré el año próximo, Dios
mediante, pues el lugar merece la pena...
Desde la fuente de la Canaleja,
en el extremo septentrional del Rincón de Ademuz, el camino de vuelta a Mas del
Olmo constituye una penosa subida rodeada de zonas de cultivo alternadas con
bosquecillos de chaparros, quejigos y otros quercus. Al llegar a la cima
el camino continúa en descenso, y luego en llano, ya por la vertiente opuesta,
en dirección meridional. En ningún punto del trayecto encontré a nadie, son lugares solitarios. De tener algún percance, aquí me quedo, pensé. La tierra es arcillosa, rojiza, para tornarse
después blanquecina, caliza. El paisaje muy agreste, aunque humanizado por lo que resta de la actividad agraria; las fincas abancaladas,
aquí predomina el cereal y los almendros, aunque ya nada es lo que fue, pues
muchas propiedades se hallan baldías, con los portillos desmoronados. A lo lejos, esto es, al suroeste, se
distingue la silueta de la Loma del Romance y la pista que baja hacia la aldea
de Ademuz. Arribado al camino principal que venía siguiendo, dejo el de
Altamira y continúo hacia Mas del Olmo por la izquierda. A unos cientos de metros arribo a una
zona vallada denominada "Mal Paso", área de acampada sombreada por chopos lombardos y
sargas, y centrada por una fuente, en cuyo entorno hay mesas, asientos y unas
construcciones con servicios y quemadores. Junto al abrevadero veo a un vecino
que está dando de beber a un animal que porta del ronzal, al que acompaña un
perro nervioso de pelaje claro que acude al verme.
Vista de la fuente de la Canaleja en Ademuz (Valencia), detalle del pilón y abrevadero (2015). |
Vista de la fuente de la Canaleja en Ademuz (Valencia), con detalle de los chopos que la circundan (2015). |
Detengo el vehículo, aparco y me
acerco a charlar un momento con el vecino, ya que como digo no resulta frecuente
encontrarse con alguien por estos andurriales. Además, me gusta conversar con
la gente de cada lugar, siempre se aprende algo. Al acercarme, el vecino parece
receloso, así que me identifico y explico el motivo de mi excursión. Al
nombrarle a varios vecinos de la aldea a los que conozco parece sosegarse.
Hablamos también del tiempo, del día tan estupendo que hace, aunque no es
habitual en esta época, de la fiesta de Santa Bárbara que celebrarán dentro de
poco, de los panes de la caridad y de los caridaderos. Varias veces he estado
en la aldea para recoger los molletes.[8] El vecino, que reside habitualmente en
la aldea, está casado y tiene un hijo fuera ya mayor. El animal que le acompaña
es una burra de pelaje negro que compró a un vecino de Alobras, Teruel; la
llama "Lola", parece un animal pacífico y tranquilo como suelen ser los de su
especie. El hombre la utiliza como montura y le sirve de compañía, como la
perra que le sigue. Mi contertulio nació al comienzo de la II República y
después del servicio militar participó en los trabajos de reforestación de la zona a comienzo de los años cincuenta: iban cuarenta o cincuenta mozos del lugar, él entre ellos. Eran
tiempos duros, de mucho trabajo y escaso jornal. Entonces la aldea rebullía de gente, con más
de cien vecinos, lo que suponía unos cuatrocientos habitantes en 1950. Para dar de comer a tantas bocas cabe pensar que todo el término estaría cultivado, hasta las laderas más empinadas. Sin embargo, el mantenimiento de la dinámica poblacional en Mas del Olmo no se debió a la expansión agrícola, sino al auge de La Azufrera de Libros: el cierre de las minas y la crisis local de la agricultura supuso el progresivo despoblamiento de la aldea: 312 habitantes en 1960, cifra que descendió a 33 habitantes en los primeros años noventa (1991-96), y ello pese al centenar de casas censadas.[9] Asimismo, gran parte de las fincas se hallan yermas, abandonadas, por causa de la falta de brazos que las cultiven. Los vecinos que quedan podrían contarse con los dedos de las manos, estando la mayoría jubilados. Decía Homero de sus héroes que "la necesidad les obligó a ser guerreros". A los vecinos de Mas del Olmo, como a otros tantos de las aldeas, pueblos y lugares de estos pagos, la necesidad (de comer) les obligó a ser emigrantes, otra forma de ser guerreros; y se marcharon para no volver, pues fue un viaje sin retorno...
Le comento al vecino la impresión que me ha causado la plaga de procesionaria que afecta a los pinos en cuya plantación intervino él. "¡Sí, es triste ver cómo los pinos se debilitan y mueren, con lo que costó plantarlos! Parece que la peste ataca más a los árboles de las tierras blancas, calizas. Otras veces han fumigado con avionetas para controlarla, pero ahora parece que no hacen nada". Conversando, conversando, resulta que conoció a mi padre, que fue tratante en los años cincuenta, cuando se celebraban ferias de animales en Ademuz. Como es conocido, éstas tenían lugar donde el molino Nuevo, y había dos anuales: una en marzo (por San José) y otra en noviembre (por Todos los Santos), a esta última se la denominaba "de los burros", porque acudían los comerciantes de animales para la carne, de asnos y machos viejos. Hay un tono de añoranza en la voz de mi informante, apenas queda nada de aquel mundo de su juventud. Desapareció el trasiego de gentes y animales por los caminos. Los campos están hoy en gran parte baldíos, las casas cerradas, las calles desiertas, el horno de pan cocer es hoy un "Museo del Pan" que pocos visitan, como las antiguas escuelas, también cerradas; sólo en momentos puntuales del año regresan algunos descendientes del lugar, al verano, por Santa Bárbara, en Pascua... El lugareño vive con su mujer en la aldea, se dedica a sus almendros, aunque en esta época sólo sale al campo por la mañana... Comentaba que en sus trabajos le acompaña siempre su burra y la perra vieja color canela que tiene. Me invita a tomar una cerveza a su casa, y se lo agradezco; le hago saber que tengo prisa, como ciertamente sucede; así que quedamos para charlar y tomar algo en otra ocasión. Antes le pedí que posara para una fotografía con la burra, aunque fuera de espaldas; mas celoso de su imagen no consistió, sólo me permitió sacar una foto del animal...
Le comento al vecino la impresión que me ha causado la plaga de procesionaria que afecta a los pinos en cuya plantación intervino él. "¡Sí, es triste ver cómo los pinos se debilitan y mueren, con lo que costó plantarlos! Parece que la peste ataca más a los árboles de las tierras blancas, calizas. Otras veces han fumigado con avionetas para controlarla, pero ahora parece que no hacen nada". Conversando, conversando, resulta que conoció a mi padre, que fue tratante en los años cincuenta, cuando se celebraban ferias de animales en Ademuz. Como es conocido, éstas tenían lugar donde el molino Nuevo, y había dos anuales: una en marzo (por San José) y otra en noviembre (por Todos los Santos), a esta última se la denominaba "de los burros", porque acudían los comerciantes de animales para la carne, de asnos y machos viejos. Hay un tono de añoranza en la voz de mi informante, apenas queda nada de aquel mundo de su juventud. Desapareció el trasiego de gentes y animales por los caminos. Los campos están hoy en gran parte baldíos, las casas cerradas, las calles desiertas, el horno de pan cocer es hoy un "Museo del Pan" que pocos visitan, como las antiguas escuelas, también cerradas; sólo en momentos puntuales del año regresan algunos descendientes del lugar, al verano, por Santa Bárbara, en Pascua... El lugareño vive con su mujer en la aldea, se dedica a sus almendros, aunque en esta época sólo sale al campo por la mañana... Comentaba que en sus trabajos le acompaña siempre su burra y la perra vieja color canela que tiene. Me invita a tomar una cerveza a su casa, y se lo agradezco; le hago saber que tengo prisa, como ciertamente sucede; así que quedamos para charlar y tomar algo en otra ocasión. Antes le pedí que posara para una fotografía con la burra, aunque fuera de espaldas; mas celoso de su imagen no consistió, sólo me permitió sacar una foto del animal...
Detalle de un corral-descubierto junto al camino de Mas del Olmo a Riodeva, vía rento de Altamira en Ademuz (Valencia), 2015. |
Vista parcial del área de descanso y acampada de "Mal Paso" en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle del abrevadero y los quemadores (2015). |
A modo de epílogo.
Tras despedirme del vecino de Mas
del Olmo emprendí el regreso, dudando por un momento si hacerlo por el camino
rural asfaltado que lleva a Ademuz vía Val de la Sabina o retornar por donde
había venido. Me decidí por este último trayecto, vía la Loma del Romance, porque me
pareció más corto, y rápida la bajada. No obstante, al llegar a Los Molares, donde lo de Miguel
Yuste, en vez de seguir el camino de Torrealta (noroeste) tomé el de la
izquierda (suroeste), para bajar al valle por la Umbría de la Sagra y el
barranco del Charcal. Esta ruta ofrece además unas vistas estupendas de la vega
del Turia, desde Torrealta hasta Ademuz, con Torrebaja a los pies. Al llegar al
valle la vía pasa por debajo de la variante de la CN-330, para dar al camino de
las Casas de Guerrero, y atraviesa el Turia por el puente de Guerrero, frente
al molino de Abajo o del Señor, ya en Torrebaja. Al llegar a la Ermita de San José,[10] frente a la que luce un copudo castaño de indias (Aesculus
hippocastanum) con un banco circular de obra entorno de su tronco, pueden
seguirse dos vías: hacia Torrebaja, por la derecha, vía el molino de San José y hacia Ademuz por la
izquierda, siguiendo el camino de Las Vueltas.[11]
Los actuales caminos de la montaña
recorridos en este trayecto se hallan en buen estado, aunque podrían estar
mejor. Especialmente si se cuidaran los drenajes y se apisonara el piso con
zahorra, así no se desharían ni se formarían las profundas arroyadas que se
forman cada vez que cae una lluvia importante. Supongo que ello supondría una inversión imposible de asumir, pues los recursos son limitados. En cualquier caso son de
agradecer los trabajos realizados en estas vías rurales, y merece la pena conservarlas con mimo, pues aunque parezca que no
conducen a ninguna parte, permiten llegar a muchos sitios, a los cultivos, a
las aldeas y a disfrutar de las maravillas de la naturaleza en estado puro.
Desconozco si las autoridades
responsables del cuidado y mantenimiento del monte son sabedoras del estado de
los pinares existentes en esta parte nororiental del Rincón de Ademuz, en los
que hemos visto una devastadora plaga de procesionaria asolando el bosque. Se
trata de miles y miles de pinos, extendidos por muchas hectáreas, cuyas frondas
han perdido su típico color verde y lustroso, para adquirir otro
pardooscuro y exangüe, debido a la roedura de sus hojas por las orugas. Y de
saberlo, me pregunto si tienen pensada alguna intervención urgente, pues el pinar,
imperdonablemente, agoniza. En cualquier caso, los municipios afectados, o la Mancomunidad de Municipios en su conjunto, deberían exigir ante quien corresponda alguna solución.
En suma: la mayor
riqueza del Rincón de Ademuz es potencialmente su paisaje y medio ambiente, un patrimonio
legado por la Naturaleza y la geografía, y por los que nos precedieron sobre este
paisaje. Nuestra responsabilidad como vecinos y moradores de estos pagos es
cuidarlo y mantenerlo, para dejarlo a las nuevas generaciones, al menos como
nosotros lo recibimos. Vale.
[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Puntos de contaminación ambiental en el Rincón de Ademuz, en Desde el Rincón de Ademuz, del del domingo 7 de enero de 2018.
[2] ID. El camino de la "Vera Cruz" a su paso por el Rincón de Ademuz, en Desde el Rincón de Ademuz, del martes 11 de septiembre de 2012.
[3] ID. La ermita de San Sebastián en Mas de Jacinto (Castielfabib), en Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 4 de mayo de 2012.
[4] ID. Acta de reconocimiento de los límites del monte “Dehesa de los Terreros” (Ademuz), en Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 2 de noviembre de 2015.
[5] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo (2008). El barrio minero y la Azufrera de Libros (Teruel),
una visita guiada (I y II), en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz,
Valencia, vol. II, pp. 387-424.
[6] ID. Las barracas de piedra del Mas del Olmo, paradigma de riqueza patrimonial local, en Desde el Rincón de Ademuz, del domingo 26 de febrero de 2013.
[7] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo (2015). El Rincón de Ademuz en imágenes: aldeas y lugares (I), Valencia, pp. 281-293.
[8] ID. A Más del Olmo (Ademuz), por Santa Bárbara, en Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 7 de diciembre de 2011.
[8] ID. A Más del Olmo (Ademuz), por Santa Bárbara, en Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 7 de diciembre de 2011.
[9] RODRIGO ALFONSO, Carles (1998). El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Valencia, pp. 91-92.
[10] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La ermita de San José en Torrebaja (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 13 de marzo de 2013.
[10] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La ermita de San José en Torrebaja (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 13 de marzo de 2013.
[11] ID. El camino de Las Vueltas, una vía histórica de comunicación entre Ademuz y Torrebaja, en Desde el Rincón de Ademuz, del viernes, 11 de diciembre de 2020
Muy buena información relacionada con la procesionaria gusano, sin duda info que debemos tener a la mano
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