ENTRADAS 2022

domingo, 17 de abril de 2016

ANTONIO DÍAZ DÍAZ (a) Antonino, NATURAL Y VECINO DE ARROYO CEREZO (CASTIELFABIB).



Evocaciones y remembranzas de un octogenario del Royo, aldea de Castielfabib (Valencia).



“Pertenezco a la última generación de los que nacimos y vivimos aquí...”
-del contenido de la entrevista-.





Consideraciones previas.

El señor Antonio Díaz Díaz (a) Antonino es un conocido mío, octogenario, natural y vecino de Arroyo Cerezo, aldea de Castielfabib (Valencia) popularmente conocida entre los lugareños como “El Royo”, así la nombra Cavanilles en sus Observaciones (1795-97). Le conocí hace unos años, a través de mi mujer, que me lo presentó en una visita que hicimos a la aldea, con motivo de cierto trabajo que yo pretendía hacer relativo a la iconografía funeraria en el cementerio y la iglesia del lugar.[1]

Desde entonces he frecuentado varias veces a Antonino, en alguna subida a la Cruz de los Tres Reinos y casi siempre que paso por el Royo camino de Veguillas de la Sierra, Alobras o Tormón (Teruel), o a la inversa, viniendo de Tormón procedente del Rodeno. Invariablemente, según el momento, me lo suelo encontrar paseando por la carreterita que lleva a Veguillas, o tomando el sol en las proximidades de la intersección de la que sube desde la general con la que se interna en la aldea.

Antonino vive con su sobrino Jesús en el núcleo urbano que llaman “barrio de Abajo”, su casa se halla próxima al edificio de las antiguas Escuelas Nacionales, hoy reconvertido en Consultorio Médico. Mi invitado de hoy es un hombre de espíritu sencillo, cualidad a la que une la bondad de carácter y su afabilidad, quiero decir que es persona sociable y cortés. Al despedirnos de nuestros encuentros casuales le decía: Antonino, cualquier día subiré a hacerte una visita..., para que me cuentes cosas de la aldea. -Cuando quieras, solía responder-. Así que una tarde de mediados de abril, con un cielo azul intenso tachonado de grandes nubes blancas, subimos a visitarle.

 
Vista parcial de Arroyo Cerezo-Castielfabib (Valencia),
correspondiente al barrio de Enmedio (o de la Iglesia), 2015.

Para subir al Royo desde el valle del Turia.

Para subir al Royo desde el valle del Turia hay que coger la CN-420 que viene de Cuenca, dejando atrás la aldea de Los Santos y Castielfabib, que quedan a la derecha, y continuar por la Hoya Hermosa, ambos Colladillos –el de Abajo y el de Arriba- y seguir hasta el valle del Hontanar. El paisaje es muy atractivo, la carretera tiene buen piso y el trazado se ha mejorado considerablemente, si lo comparamos con el antiguo, que poseía un sinfín de curvas.

Los transportistas y comerciantes de antaño que subían en carro con sus productos desde el valle a los pueblos de Cuenca, solían portar un par de machos punteros de repuesto, para salvar el repecho del puerto, después las caballerías regresaban. La subida es hoy un agradable paseo en coche y una buena excursión caminando. Sobrepasado el paraje de la fuente del Hontanar, que queda a la derecha, frente a las ruinas del antiguo caserío temporero, y el vivero de la Diputación, que queda algo más arriba, la carretera continúa hasta la Casa Molina, antiguo rento desaparecido bajo la nueva vía. En este punto, de la nacional parte un desvío a la derecha que sigue el antiguo trazado, circunda la loma, deja a la derecha La Nava y continúa por La Vacariza hasta otro desvío a la derecha, que lleva a Arroyo Cerezo, Veguillas, Alobras y Tormón, pueblos estos de Teruel.

Desde el último desvío hasta la aldea el trayecto discurre entre pinos de reforestación, la vía es sinuosa pero en buen estado. En cierto punto del camino, cuando comienzan a verse las primeras casas, conviene detenerse para admirar el paisaje, ciertamente magnífico. Arroyo Cerezo es un caserío longilíneo distribuido en varios núcleos –el de Abajo (donde el Molino), el de Enmedio (donde la Iglesia) y el de Arriba, también conocido como La Casilla-. Una vía asfaltada, antiguamente de tierra, une los distintos núcleos. Entre el de Abajo y el de Enmedio se halla el Cementerio Local, un huertito vallado sembrado de cruces, del cuyas tapias emergen algunas sabinas y cipreses.

Vista parcial de Arroyo Cerezo-Castielfabib (Valencia),
correspondiente al barrio de Enmedio, con detalle de un cerezo en flor (2015).

El camino asfaltado que lleva a la aldea, al arribar a caserío continúa por la derecha en dirección a los citados pueblos de Veguillas de la Sierra, Alobras y Tormón, sitos en posición septentrional. Desde este punto el camino continua hacia arriba, que es poniente, uniendo los distintos núcleos, hasta la parte más alta, en que se bifurca en sendos caminos de tierra: por la derecha continúa hasta la Cruz de los Tres Reinos,[2] vía la fuente del Abrevador, mientras que por el de la izquierda se arriba hasta la Hoya del Peral, aldea de Salvacañete (Cuenca), vía El Mojón. El caserío se halla en un ameno valle, entre dos imponentes cerros, en la margen derecha del Regajo, que así llaman algunos aldeanos a su rambla. Según el momento del día y la estación el paisaje que podemos observar es cambiante. Por la mañana el sol ilumina las vertientes orientales de La Muela y el Campo del Royo, dibujando un panorama espléndido. Al atardecer, con los rayos iluminando desde poniente, es paisaje es también muy hermoso, apreciándose mejor el progresivo escalonamiento de las vaguadas de ambos cerros.

Aunque pueda parecerlo, Arroyo Cerezo no es un lugar oculto -ni absolutamente desconocido-: aquí nació Tomás Díaz Díaz (1913-1936), recientemente canonizado en la catedral de Barcelona como fray Buenaventura de Arroyo Cerezo, fraile capuchino de 23 años, “acribillado a balazos” en La Verneda (Barcelona), durante la revolución y Guerra Civil (1936-39);[3] y Pantaleón Lagunas Díaz (1907-1941), detenido en el campo de prisioneros XI-B de Fallingbostel, en la Baja Sajonia (Alemania) tras la invasión alemana de Francia, y deportado a Mauthausen (Austria), donde falleció en 1941, a los 37 años.[4] El destino de ambos royanos fue ciertamente trágico, como trágicos fueron los tiempos que les tocó vivir...

El señor Antonino Díaz Díaz (Arroyo Cerezo, 1936),
en la cocina-comedor de su casa, tras la entrevista (2016).

Contenido de la entrevista.

Arribamos al Royo a media tarde, la altitud salvada desde el valle es considerable, no en vano la aldea se halla a 1.380 metros sobre el nivel del mar, lo que se hace evidente en la temperatura ambiente, peinada a estas horas de la tarde por una suave brisa de montaña. Propiamente, Arroyo Cerezo es el núcleo habitado de la Comunidad Valenciana a mayor altura, por encima incluso de Sesga, aldea ésta de Ademuz, situada en la vertiente oriental del Rincón de Ademuz, a 1.080 metros. Recorrimos la aldea en toda su longitud sin encontrar a nadie, desde el barrio de Abajo hasta el de la Casilla, sólo allí vimos a una mujer de aspecto huidizo que nos miraba desde el quicio de la entrada de su casa. Volvimos a bajar hasta el de Abajo, aquí encontramos a un vecino, que amablemente nos acompaña hasta la casa de Antonino, ya que no sabíamos exactamente dónde vivía.

La puerta de entrada a la casa de Antonino está formada por un gran portón de dos hojas en madera que da a un patio cementado, por donde se accede a la vivienda propiamente. Tras dar unos golpes en la puerta, y algunas voces llamándole, apareció. Antonino se alegró mucho de vernos, al menos eso me pareció. Tras enseñarnos esa parte de la casa que corresponde al zaguán, una cocina y la antigua cuadra, que sirve hoy de leñera, nos invitó a pasar a otra estancia donde él y su sobrino Jesús hacen la vida, un espacio de techo bajo que aprovecha de cocina-comedor, allí una estufa de leña caldeaba el ambiente.

La de Antonino son dos casas unidas, con la peripecia arquitectónica que puede imaginarse. La vivienda está remodelada, es sencilla, muy ordenada y extremadamente limpia. Decía que la estancia donde estuvimos poseía un calefactor ubicado en el hogar del antiguo fuego bajo, con un fondo de ladrillos cerámicos coloreados bajo la campana. En la pared frontera a la de la chimenea luce una espléndida alacena antigua, con vaseras en la parte alta para la vajilla y huecos en la inferior, para los cántaros. Una mesa con sillas centra la habitación, en uno de cuyos lados hay un sofá, junto a una ventana que ilumina la estancia. Mi entrevistado nos presentó a su sobrino, hijo de una hermana, ya fallecida, que vive con él. La conversación mantenida fue del tenor siguiente:

El señor Antonio Díaz Díaz (Arroyo Cerezo, 1936) con su sobrino Jesús,
 en la cocina-comedor de su casa, tras la entrevista (2016).


-- Antonino, cuéntanos algo de tu vida, ¿dónde y cuando naciste, quieres fueron tus padres, tienes hermanos...?
  • Mi nombre es Antonio Díaz Díaz, nací aquí en Arroyo Cerezo, en 10 de mayo de 1936, el mes que viene cumpliré los ochenta años... Mis padres fueron Pascual Díaz Pérez y Generosa Díaz Lagunas, y fuimos tres hermanos: Petra, José y yo. Petra fue la madre de éste –señala a Jesús, que está atizando la estufa-. Mi vida en la aldea era como la de los demás chicos de entonces, de niño a la escuela y luego a trabajar en el campo ayudando a mis padres, con las ovejas, labrando, sembrando, segando y todas las faenas del campo... Claro, también hice la mili, soy de la quinta del 57, estuve en Paterna y cuando me licencié volví al pueblo y aquí he estado siempre... No, no me he casado ni emigré como hicieron la mayoría de los de mi quinta. Me quedé aquí con mis padres, y después con mi sobrino... Aquí había mucho trabajo, no tuve motivos para marcharme.


-- Aunque eras muy pequeño, ¿qué recuerdas de la guerra aquí en la aldea?
  • De la guerra no tengo recuerdos, porque ya te digo que nací en 1936, dos meses antes de que comenzara... Lo que recuerdo es lo que me han contado, lo que oí contar de niño, que sacaron todo lo que había en la iglesia y lo quemaron en la plaza... Contaban que la tía Anselma, una mujer que vivía en una casa de la Casilla (barrio de Arriba) quiso coger algún santo de los que echaban a la hoguera, para guardarlo, porque le hacía duelo que lo quemaran y le dijeron: Señora, deje eso y quítese de ahí que la quemamos a usted también... La iglesia se quedó vacía, y la ocuparon los soldados de Intendencia que hubo aquí: Siempre he oído que guisaban el rancho en la sacristía, para que saliera el humo hicieron un agujero en la pared, todavía recuerdo yo haber visto el agujero ennegrecido por el hollín, pues no lo cerraron hasta tiempo después de haber acabado la guerra... Las imágenes de los santos las fueron comprando poco a poco después de la guerra, porque no dejaron una: Primero trajeron la de san Joaquín, que está a la derecha del altar, luego la de santa Bárbara, que está en el centro y luego la de san Roque, que está a la izquierda... Me acuerdo cuando trajeron a san Joaquín, lo trajo un hombre de aquí al que decían Mariano Lagunas, que hacía el transporte con un carro... Antes sólo había un camino de herradura, pero cuando la guerra abrieron la pista por donde viene ahora la carretera, y los soldados la engravaron desde el empalme con la general hasta Veguillas. La iglesia es muy antigua, dicen que antes fue la casa de una señora marquesa, la dueña de todo esto, parece que la cedió para iglesia del pueblo; puede que sea cierto, al menos yo siempre lo he oído así. En el cruce de caminos que hay en el barrio de Arriba, el de la derecha lleva a la fuente del Abrevador y el de la izquierda al Mojón, había un montón de piedra y unas cruces de madera adonde se iba en Semana Santa a hacer el vía crucis... Enfrente de la iglesia, en una esquina de la plaza estaba la casa del cura, allí estuvo también la escuela con una maestra a la que decían doña Dolores, que era de Pego, un pueblo de Alicante... La casa del cura acabó hundiéndose, ahora sólo queda el solar...


-- En relación con la guerra, en cierta ocasión me contaste acerca de una chica que murió en el monte, por causa de una bomba o granada que estalló...
  • De esto sí que me acuerdo, esto sucedió hacia 1941-42, tendría yo cinco o seis años... Nosotros entonces vivíamos en una casa del barrio del Enmedio, junto a la iglesia. Había ido yo con mi madre por agua al Regajo, y de vuelta oímos un estallido, al girarnos vimos una columna de humo que salía por debajo del camino de Veguillas, a unos cien metros de un corralico que hay junto a la carretera, enseguida se supo lo de la bomba, que había matado a la Carmen...  Ocurrió que un señor ya mayor fue a pastar el ganado, como el hombre era viejecico mandaron con él a una nieta, para que le acompañara... La chica se llamaba Carmen Adalid, tenía sobre quince años. En esto que fue otro pastor, al que llamaban José Rodilla, el Burras, que todavía vive, el muchacho se acercó donde ellos estaban y para que no se juntaran las ovejas (de ambos ganados), el abuelo y José  fueron a separarlas, pero antes encendió unas matas de enebro para que se calentara la nieta... Entonces estalló una bomba que había bajo las matas y la niña murió. El padre casi se vuelve loco... Sí, la chica murió en el acto y la enterraron en el cementerio de aquí, lo recuerdo bien porque mi madre está enterrada encima, le tocó así en el orden de sepulturas que seguían, y sobre ella pusieron después a un cuñado de la Carmen, marido de una hermana suya a la que decían Tomasa, porque el marido de Tomasa falleció de accidente en Torreblanca, Castellón, viniendo de Barcelona, y lo trajeron aquí...

Cuando dice de Carmen Adalid, se refiere a la joven Carmen Adalid Mañas, de 16 años, hija de Martín y de Manuela, que falleció "en las afueras de la Aldea" el día 18 de abril de 1942, a las diecinueve horas, como consencuencia de "shok traumático por hemorragia interna" [Registro Civil de Castielfabib, Libro de Defunciones, Año 1942, folio 395, número 52].

El señor Antonino Díaz Díaz (Arroyo Cerezo, 1936),
en la cocina-comedor de su casa, tras la entrevista (2016).


-- ¿Qué recuerdas de la escuela de tu infancia aquí en la aldea?
  • Yo entré en la escuela a los seis años (curso 1942-43), cuando se empezaba en aquel tiempo... No sé cuánta gente habría aquí entonces, unos cincuenta o sesenta vecinos quizá, pero todas las casas estaban ocupadas. Muchas casas se han juntado, como la mía, que eran dos casas, otras han desaparecido. Entonces no había escuela, las clases se daban en una casa que el ayuntamiento tenía alquilada, estaba por encima del molino. Íbamos una treintena de muchachos, chicos y chicas juntos, los de seis años que acababan de entrar con los de catorce, que ya se salían... A cada uno nos daría la clase que fuera, pero el maestro era el mismo. Mi primer maestro fue una señora de Los Santos, doña Aurelia, que estuvo mucho tiempo, veinte años estaría, después se bajó a Castielfabib, esto sería por el año 1945-46, y allí se jubiló... Después hubo otra maestra, a la que llamaban doña Pura, que era valenciana. Vino después otra a la que decían doña Angelita, también de Valencia. La que vino después fue doña Piedad... Doña Piedad estaba casada con un hombre al que llamaban don Manuel, no sé qué sería pero era muy aplicado. Ella era la maestra, pero él hacía también de maestro cuando salía, y de practicante, aquí y en La Veguilla... Claro, se apañaría con los médicos: Entonces la cosa estaba así... Doña Piedad tenía tres hijos, dos chicas y un chico que era de mi edad, los tres venían a la escuela. Después de doña Piedad vino otra a la que decían doña Dolores, que era ya mayor... Los muchachos se le escapaban de clase, no los podía controlar..., claro, los muchachos hacían lo que querían de ella. En mi infancia hacía mucho más frío que ahora, en la escuela había una estufa, cada alumno llevaba un palico de leña, después los vecinos llevaban cargas, para que los muchachos no tuvieran que llevar cada día su tarugo. No, no me acuerdo de los libros que llevábamos a la escuela, sería cartillas de leer, libretas para escribir y alguna enciclopedia, no recuerdo. Primero se aprendían las letras, a leer y escribir, luego las cuatro reglas: sumar, restar, multiplicar... El edificio de las Escuelas lo construyeron en la segunda mitad de los cincuenta, yo ya no fui a ella, pero mi sobrino sí que fue... Se construyó estando Samuel de secretario en Castiel. Samuel se crió en Veguillas, donde su padre era maestro, y Cándido el padre de mi sobrino Jesús y Samuel fueron juntos a la escuela en Veguillas, eran de la misma quinta y muy amigos. Una vez el padre de Jesús estaba labrando con el par en una finca junto a la carretera de Veguillas y alguien que iba tomando notas por allí, no sé si escritor o periodista, le hizo una fotografía. Tiempo después Samuel vio la fotografía en una revista en Madrid y le reconoció: Pero si éste es Cándido -dijo-; sacó copia de la foto y se la trajo...

Se alude aquí al señor Samuel, secretario que fue del Ayuntamiento de Castiel... Se refiere a don Samuel Rubio Herrero (Fonsagrada-Lugo, 1924), interesante personaje, enamorado de la historia del Rincón de Ademuz y autor de varios libros: Biografía del Sabio Naturalista y orientalista valenciano D. Simón de Rojas Clemente y Rubio (Madrid, 1991);[5] Historia verdadera de la Cruz que chilla y fundación del Hospital de San Joaquín (Valencia, 2001); Montes y gancheros de la comarca del Rincón de Ademuz (Valencia, 2006).


El señor Antonino Díaz Díaz (Arroyo Cerezo, 1936),
en la cocina-comedor de su casa, tras la entrevista (2016).


-- Cuando cumpliste los catorce años terminaste la escuela, ¿qué hiciste entonces, a qué te dedicaste en los años siguientes?
  • Lo que había aquí eran campos y ganados, así que a pastar con cuatro ovejas y ayudar en casa, lo que me mandaban... Bueno, cuando digo cuatro ovejas quiero decir cuarenta o cincuenta, las que teníamos entonces. Iba a labrar con los machos, a sembrar, segar... Según la zona, se sembraba trigo, cebada, centeno, avena... Cada año se cambiaba de cultivo, aquí se hacía barbecho, las tierras descansaban un año y al siguiente se cultivaban. Sí, también se cultivaban hortalizas y frutales, cerezos, ciruelos, manzanos... Porque había partidas en las que se podían regar, pero cuando canalizaron el agua para la bebida comenzaron a perderse estos cultivos... El agua potable la trajeron en 1977: Claro, antiguamente no había agua corriente en las casas, para beber se utilizaba la del Regajo; con esta misma agua se regaban algunos huertecicos, pero al traer el agua a las casas se fueron perdiendo esos cultivos, porque no había suficiente agua. El agua viene de la fuente del Abrevador, allí nace la rambla del Arroyo, subiendo hacia la Cruz de los Tres Reinos. Hoy el único que cultiva los frutales es Domingo, el hermano de Alejandro... Con los ganados iba yo por todas las partidas, por lo que llamamos el Campo, los Llanos, yendo hacia Veguillas..., por la Muela y los Cerros, estas eran zonas de cultivo pobres, por eso las han plantado de pinos... Iba también por los Regueros, esa parte de huerta que hay subiendo hacia la fuente del Abrevador: El agua nace en una cueva que hay en las mismas riscas... Ahora la han tapado con una verja, para evitar la entrada de animales. Claro, esa misma agua es la que se utilizaba para llenar la balsa del molino, que molía a balsadas... Cuando se acababa el agua de la balsa, cerraban; y hasta que se llenaba de nuevo no se podía moler. En verano tampoco molían, porque el agua se empleaba en los riegos de las huertas que había... El fundador del molino de Arroyo Cerezo fue el padre del tío Pascual Casino, de nombre le decían Guillermo, apodado el Sastre. El tío Pascual ya vio que esto iba a menos, sí, que iba para abajo, que no tenía futuro, así que alquiló el molino a uno de Torrebaja llamado Ángel y se buscó algo mejor por el Puerto de Sagunto, en Valencia. El tío Ángel fue el último molinero que hubo aquí, se marcharía hace cincuenta años... Como te decía, este hombre era de Torrebaja y estaba casado con una mujer de Tormón llamada Petronila. Ángel era hermano de Consuelo, mujer de Ceferino el Rito, sí, los que tenían un bar y tienda en la carretera... Claro, recuerdo haber ido muchas veces a moler al molino de Arroyo Cerezo, me mandaba mi padre, yo bajaba con una caballería cargada con la talega de trigo y luego me subía la harina molida. Sí, el molinero se cobraba la maquila que le correspondía...

Se hace mención aquí del tío Ángel, el último molinero que hubo en Arroyo Cerezo... Se refiere al señor Ángel Arnalte Gómez, hijo de Teodoro (de Vallanca) y de Rita (de Torrebaja), que fueron once hermanos: Angelina, Josefina, Pilar, Vicente y Jesús, que eran gemelos, María, Mª del Carmen, Milagros y una gemela que falleció de meses, y Consuelo, que casó con Ceferino Gómez Gómez (a) el Rito. Previamente, el citado señor Ángel estuvo de molinero en Tormón, allí conoció a Petronila, después estuvo en Arroyo Cerezo, y finalmente en el molino de San José, en Torrebaja (Valencia).[6]


El señor Antonino Díaz Díaz (Arroyo Cerezo, 1936),
con su sobrino Jesús, en la cocina-comedor de su casa, tras la entrevista (2016).




-- Háblanos de las fiestas de Arroyo Cerezo, ¿cuáles eran las más importantes, cuándo se celebraban?
  • Las fiestas más importantes de la aldea se celebraban en octubre, para la Virgen del Pilar, esto en mi infancia y juventud... Después, cuando la gente comenzó a marcharse, las pasaron a agosto, porque en octubre ya no quedaba nadie. En las fiestas se celebra a san Joaquín, santa Bárbara y san Roque, los patrones de aquí... Las fiestas duraban tres días, cada día se le dedicaba a uno: Sí, son los santos que hay en la Iglesia... Se hacía la misa y luego una procesión con las imágenes, dando una vuelta por detrás de la iglesia. Pero ahora no se hace ni misa, el cura ya no sube y la iglesia está muy mal, hay que arreglarla... Muchos años atrás estuvo don Urbano, el cura de El Cuervo que atendía esta parroquia; él era albañil de profesión y arregló algo el tejado. Últimamente subían los curas de Torrebaja –don Ricardo Cebolla Juan y don José Antonio Durá Bataller-, pero ahora no sube ninguno. Claro, para las fiestas venía una orquesta y se hacía baile... Antaño venía un músico ciego de Los Santos, le llamaban Domingo...

-- Cuando llegó el momento hiciste el servicio militar, ¿dónde te tocó hacer la mili, qué recuerdos tienes de entonces?
  • Yo soy de la quinta del 57, la mili la hice en Paterna, Valencia, y estuve muy bien allí... No, yo no había salido antes de la aldea, aquella fue mi primera salida. Me destinaron al XVII de Artillería, estuve allí un año y medio. Allí había unos sargentos que eran de Torrebaja, los hermanos Tortajada Aliaga, Enrique y Evaristo, ya han muerto los dos. Enrique estaba en las oficinas y Evaristo era instructor. Si, tuve un mes de permiso y volví al pueblo. Cuando terminé la mili, pues otra vez a la marcha de siempre, los animales y la faena del campo. Al invierno cuidar los animales y quemar leña en la estufa... Muchas veces fui a plantar pinos a La Vacariza, nos contrataban por día, sin asegurar y nos pagaban cincuenta pesetas diarias: De las ocho de la mañana a las cinco de la tarde... Entonces había mucho trabajo aquí, y el que quería trabajar, trabajaba. El trabajo consistía en hacer hoyos con la azada y el pico, luego trajeron unos bueyes, aún recuerdo haber ido yo a labrar con ellos, en cierta ocasión me mandaron a la Dehesa de Torrebaja, allí estuve varios días labrando... De Torrebaja me mandaron a Vallanca, y de allí ya plegué, lo dejé... Porque comenzaba la primavera y había mucha faena que hacer en el campo, labrar y eso... Para el trigo, el campo se labra el primavera y se siembra en otoño, para segar en julio y agosto del año siguiente. He tocado todos los palos del campo..., también los ganados. Con las ovejas iba por todas las partidas del término, por las labores y rastrojales. Sí, esa ha sido mi vida desde que volví de la mili, ayudar en casa con los animales y las faenas del campo. Claro, la siega era a mano, con la corbella, y la trilla en las eras. Se acarreaban los haces desde el campo, se hacinaban preparando bien los haces para que si llovía no se mojara el grano y luego se trillaba en la era con los machos y el trillo. Las eras estaban repartidas por toda la aldea, eran zona común y cada vecino utilizaba la parte que necesitaba. La era estaba donde el pajar, el pajar era de cada uno pero luego se fueron apropiando de las eras...

Respecto a la Dehesa de Torrebaja y la reforestación de la zona, ver: LA DEHESA DE TORREBAJA EN ADEMUZ (VALENCIA), del sábado 24 de octubre de 2015, y AGUSTÍN CHICHARRO NAVARRO, GUARDIA CIVIL RETIRADO del domingo 10 de febrero de 2012.


-- ¿Cómo es que no te has casado, tuviste alguna novia en la aldea o de estos contornos?
  • No me he casado, ni he tenido novias... -dice, riéndose-. Claro, los mozos de aquí íbamos a las fiestas de los pueblos, de Veguillas, Alobras, Tormón, Salvacañete..., hasta Torrebaja hemos bajado, andando. Donde más íbamos era a Veguillas, el pueblo más cercano... Sí, he conocido gente viviendo en las Tóvedas de Abajo: Allí vivían el tío Daniel y la tía Martina, que luego se fueron a Vallanca. En las de Arriba también hubo gente viviendo, pero ya no me acuerdo bien... Allí hubo uno al que llamaban Pascasio que se casó en Castiel: El matrimonio tuvo varios hijos, dos chicas y dos chicos... Las hijas y uno de los chicos eran mudas, sólo hablaba uno de los chicos, al que decían Antonio, no sé si vivirá todavía, andaba por Teruel. El mudo estuvo de pastor en Castiel con uno al que decían Enrique, no recuerdo su nombre..., el mudo le decían. Una de las chicas mudas se casó en Madrid con otro mudo. El tío Pascasio aún era primo lejano de mi madre...
 
Detalle de la alacena y cantarera en la cocina-comedor de la casa
del señor Antonio Díaz Díaz (Arroyo Cerezo, 1936), 2016.



-- ¿Cómo has vivido el despoblamiento de Arroyo Cerezo en las últimas décadas, crees que la aldea tiene algún futuro, cómo piensas que evolucionará todo esto...?
  • No sé, la gente se fue yendo porque aquí no había forma de vida... Los que se marchaban dejaban su casa, y las tierras las arrendaban. Las tierras buenas aún se fueron cultivando, pero la peores se dejaron, muchas se plantaron de pinos, otras están abandonadas, llenas de aliagas. Del cementerio para arriba, a la parte que toca las casas le llaman La Hoya, más arriba, hacia el Mojón están El Cebadal y la Hoya de los Lázaros: Lo que vale algo, lo trabajan los tractores... Los que se marcharon de jóvenes, cuando se jubilaban venían a pasar temporadas a la aldea, se han arreglado cosas y eso... Pero conforme se han hecho mayores han dejado de venir, unos por enfermedad, otros porque se han muerto. Claro, los que se criaron aquí tienen la querencia, los recuerdos de su infancia y juventud; pero los hijos y nietos ya no saben nada de esto, se han casado con gente de otros lugares y ni vienen ya... Sí, las casas ahí están, algunas bien arregladas, pero cerradas... Esto pasa aquí, en Veguillas y todas partes. Pertenezco a la última generación de los que nacimos y vivimos aquí... Yo no me marché por no dejar a mis padres, porque tenía trabajo y me encontraba bien aquí... Después faltaron los padres de Jesús, y como él no podía trabajar, sólo ir con las ovejas, pues fue pasando el tiempo y me quedé aquí.

El señor Jesús Terrer Díaz, hijo de Cándido y de Petra, hermana de Antonino, tiene 65 años y posee una discapacidad en una pierna. Continua diciendo Antonino:
  • Claro, como mi sobrino no podía trabajar, labrar y eso, iba con las ovejas, pero ya se las ha quitado... No sabemos bien lo que le pasó, dijeron si se había caído de la cuna y se había hecho daño en la cadera, pero nadie se dio cuenta. El niño se quejaba, porque le dolería, y a los nueve meses lo llevaron al médico: Dijo que se la había salido el hueso de la cadera, pero ya no tuvo solución... El caso es que han ido pasando los años y aquí hemos estado, ésta ha sido mi vida. Hace años que estoy jubilado, cobro mi pensión y me encuentro bien. Y no nos falta de comer, qué más podemos pedir... Arroyo Cerezo y otros muchos lugares con este van mal, a pique del todo, tienden a desaparecer. Esto pasa aquí y en muchos otros lugares de España. Lo que sucede aquí es que no hay vida... Antes la gente vivía de su trabajo en el campo, con lo que sacaban de las tierras y los animales de corral, pero ahora han puesto la vida imposible. Alguien que quiera hacerse ganadero ahora, no puede... Ponen normas para que la gente no pueda trabajar. Para hacer una nave tienes que irte fuera del pueblo, llévale después agua, luz y lo que precisa... ¿Dónde está el dinero que hace falta para montar eso? Y luego el rendimiento, ¿qué? Nada, que no se puede vivir ni prosperar aquí... Ahora el monte está plantado de pinos, eso no vale para el ganado, porque los pinos se comen la hierba. También estaban los rastrojos, pero ahora sólo quedan cuatro bancales, los tractores los labran todos los años, dando más labor a la tierra y abono..., antes sólo se labraba año sí año no. Ya te digo, lo que vale lo labran todos los años y lo que no, perdido está, no cría nada, más que aliagas... ¿De qué va a comer el ganado entonces? Por eso te digo que aquí no hay vida, ni hay futuro... Mira, en Veguillas, que es un pueblo, no una aldea como esto, hace tiempo que ya no queda ningún animal, si acaso algún gato o perro... En Tormón tampoco, sólo en Alobras hay algún ganado. Todo esto tiende a desaparecer, porque no hay gente joven... Es lo que decimos: En un rebaño, si no dejas corderas el ganado desaparece... –eso pasa aquí; y donde no veas muchachos, malo-. Ya te digo, aquí no hay nada, sólo una brigadica en el monte, que no sé lo que harán, pero poco... Y a los tractores que hay les falta tierra, se tienen que ir a otros lugares si quieren trabajar. Sí, el campo se les queda pequeño...

Vista parcial de Arroyo Cerezo-Castielfabib (Valencia),
correspondiente al barrio de Enmedio (o de la Iglesia), con detalle de la parroquial (2015).


Una de las peculiaridades del Royo son sus casas de piedra, los porches que tienen ¿a qué crees que se debe este tipo de construcción?
  • No sé, quizá al clima y al tipo de piedra que hay por la zona... Aquí hace frío en invierno, antes nevaba mucho; a veces pasábamos varias semanas sin poder salir de casa, la aldea se quedaba aislada. Con el cierzo la nieve se helaba y pasaban días hasta que se iba... Los animales tenían que estar en el corral, y a echarles... Claro, se sacaban a la rambla para beber. Pero ahora no hace frío, al menos como antaño; este invierno apenas lo hemos notado... Enfrente de las Escuelas hay una casa de piedra de las antiguas, con porche, que se está cayendo. Es de Benigno y sus hermanos, sí, un pastor que se bajó a Torrebaja y tuvo varios muchachos... La piedra de estas casas la sacaban de una cantera que hay a la salida de la aldea, sí, de ahí la sacaban. Esa casa que te digo era una casica baja, pero siendo yo pequeño recuerdo que la levantaron y la hicieron más casa: Ahora tiene planta baja y cambra... Claro, es muy maja, arreglándola quedaría muy bien, porque está aislada, con vista a todos lados. Las casas típicas de la aldea son de planta baja, con un piso para las habitaciones y cambra, están orientadas al mediodía y tienen porche. El porche se hacía para proteger la entrada de la lluvia y la nieve. Aquí el aire de poniente es malo, cuando llueve mete la lluvia dentro de las casas... Claro, la gente toma el sol en el porche, y aprovecha para hacer faenas de la casas, escascorar almendras, remendar aperos y eso...


-- ¿Cuáles son los cultivos típicos de Arroyo Cerezo, y las comidas tradicionales?
  • Lo que mejor se da aquí son los cereales, el trigo, la cebada, el centeno... No, el maíz no se da bien, por la altitud; no hay clima suficiente y las mazorcas no granan. Claro, gachas sí comemos, las hacemos de trigo, con chichorra de cerdo, tajadas, conejo, sardinas, bacalao, ajoaceite... Las tajadas, el conejo, el bacalao y lo demás se hacen aparte, luego se añaden a las gachas, en el mismo caldero. Así se han hecho aquí siempre. Pero cuando más se hacían las gachas era para el matacerdo. Con el caldero de cobre, agua, sal..., cociendo de tres cuartos a una hora. Después se sacan del fuego y se remueven con un palo hasta que se pierde la harina; a la masa que resulta se le añade todo lo demás que te decía. Las gachas típicas se comen directamente del caldero... No, tampoco la viña no se da bien aquí, por el frío; el vino se compraba en Casas Bajas y otros pueblos, aunque también venían aquí a vender... Patatas y macucas para los animales sí que se cultivaban... Como te decía, lo que mejor se da es el cereal... Antes se consumía todo aquí, como pienso para los animales; ahora se vende, pero sacan poco. Hace treinta años el trigo iba más caro que ahora: Se llegó a pagar a treinta y tres pesetas kilo..., ahora a veintiocho. Pero la vida ha subido mucho desde entonces, y no te digo la maquinaria y el gasoil, los talleres. Los agricultores de ahora tienen que trabajar mucho para no ganar nada...

Tras una pausa, sigue diciendo:
  • Claro que teníamos horno, cuatro había... Mis padres tenían uno en el barrio de Arriba, y las mujeres venían allí a amasar; lo quitamos cuando empezó a venir el panadero. Ten en cuenta que aquí había mucho cereal, y teníamos molino... En el barrio de Abajo, entre varios formaron como una sociedad y el horno se lo quedó uno de ellos, que era el encargado de mantenerlo, de traer la leña, de encender, hornear y todo lo que lleva de consigo el horno. Los demás pagaban la poya y tenían derecho a amasar, sí, pagaban al hornero un pan de cada veinte que amasaban... No, dinero no pagaban, lo hacían en especie, porque el dinero no corría. La masa la ponían en los escriños, unos cestos o capazos muy majos que hacían con encañadura de centeno. Así se arreglaba la gente... No, aquí no hay ninguna tienda. El pan lo trae un panadero de Salvacañete. Vienen varios vendedores todas las semanas, traen frutas, verduras, carnes, embutidos, queso, pescado y otros productos congelados..., y el camión del butano. Los vendedores vienen con furgonetas. Las frutas y verduras las trae El Pellejero de Ademuz, las carnes y embutidos vienen de la parte de Cuenca, el del pescado de Requena, los jueves. Antaño la gente se apañaba con lo que tenía, pero ahora tenemos de todo...

El señor Antonino Díaz Díaz (Arroyo Cerezo, 1936),
en la cocina-comedor de su casa, tras la entrevista (2016).

A modo de conclusión.

Entretenidos con la conversación hemos pasado la tarde sin darnos cuenta. En el exterior apenas queda un tenue resplandor, porque en la montaña, cuando el sol dice de ponerse se pone en un instante; en cualquier caso, la luz que queda es insuficiente para un par de fotografías que pretendía hacer a mis entrevistados en la puerta de su casa. No me resisto, sin embargo, a hacerles una foto dentro, junto a la estufa, frente a las vaseras.

Antes de despedirnos nos enseñan algo más de la casa, que antes eran dos distintas. Se trata de una vivienda antigua de techos bajos, con estancias a distintos niveles... La vieja cuadra de una de ellas hace hoy de leñera. Si el lugar donde uno vive es reflejo de las personas que en ella moran, la de mis entrevistados constituye un paradigma de ello.., por la pulcritud y el orden que muestra.

En un corralito anexo tienen unas cuantas gallinas ponedoras, Antonino quiere que nos llevemos unos huevos de corral para probarlos. En otra estancia, Jesús nos enseña la cocina donde suele guisar, él es el encargado de hacer la comida para su tío y para él. Se tiene por buen cocinero, hace de todo lo que ellos suelen comer, aunque sin alardes culinarios.

Antonino es un hombre mayor, en la octava década de su vida, mientras que su sobrino Jesús se halla en la sesentena cumplida. Ambos poseen como un halo de sencillez y bondad que les caracteriza, resultado quizá de haber aceptado la vida tal cuál les ha sobrevenido. Se conforman con lo que les ha tocado, viviendo en íntimo contacto con la naturaleza y disfrutando de lo que han podido.

Profundamente integrados en su medio y conocedores del mismo, ambos son conscientes de que pertenecen a un mundo en trance de desaparecer, cual fue el de sus padres y abuelos. En cualquier caso, son absolutamente realistas y sufridos, careciendo de veleidades: Pertenezco a la última generación de los que nacimos y vivimos aquí... –dice Antonino sin nostalgia ni resentimiento. Vale.






[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Iconografía y epigrafía funeraria en el cementerio de Arroyo Cerezo, aldea de Castielfabib (Valencia), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del 17de mayo de 2013. ID. La iglesia de san Joaquín y santa Bárbara en Arroyo Cerezo, aldea de Castielfabib (Valencia), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del domingo 12 de mayo de 2013. 
[2] ID. La Cruz de los Tres Reinos, historia y mito en el paisaje, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 15 de octubre de 2014. 
[4] ID. Del Rincón de Ademuz a los campos de concentración nazis, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del martes 1 de marzo de 2016. 
[5] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2022). Samuel Rubio Herrero (Fonsagrada, 1923), un secretario devenido en escritor, en Desde el Rincón deAdemuz (I)autopublicación Kindle Direct Publishing (Amazon), segunda edición, pp. 387-388.
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2011). Trinidad Martínez Arnalte, la persistencia de la memoria, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, p. 259.

No hay comentarios:

Publicar un comentario