ENTRADAS 2022

viernes, 10 de junio de 2016

LAS “FUERZAS VIVAS” DE TORREBAJA (VALENCIA), MEDIADO EL SIGLO XX (1953).

A propósito de las personas que conformaban la denominadas "Fuerzas Vivas" en Torrebaja, municipio del valenciano Rincón de Ademuz en el primer franquismo
(1939-59).

[Fuerzas Vivas]
“Conjunto de personas con poder o con capacidad de representación
que promueven y controlan la actividad y prosperidad de un lugar”.



Palabras previas, a modo de introducción.

En el Diccionario de la lengua española, Edición Tricentenario, el concepto “Fuerzas vivas” se define como las “Personas o clases representativas de una ciudad, región, país, etc., por su autoridad o por su influencia social”.[1] A los efectos del estudio que se pretende debemos retrotraer su significación a la época que la historiografía española denomina Primer franquismo (1939-59), y más concretamente a la tercera etapa de este período, el denominado decenio bisagra (1951-59) -etapa intermedia entre la Autarquía (años cuarenta) y el Desarrollismo (años sesenta)- caracterizado aquel por el apogeo del nacional-catolicismo.[2]

El concepto suele utilizarse con sentido peyorativo –desdeñoso, ofensivo...- pero no debería ser tal, pues todo dependerá del uso que ese “conjunto de personas con poder o con capacidad de representación que promueven y controlan la actividad y prosperidad de un lugar” haga de su influencia, bien en beneficio propio o del común de la colectividad.

La entrada que se propone constituye una reseña de lo que fueron aquellas autodenominadas “fuerzas vivas” en la localidad de Torrebaja (Valencia), al comienzo de los años cincuenta (1953), que comprendían al clero local, los señores del Ayuntamiento (incluyendo al pedáneo de Torrealta), el Juzgado de Paz, la Comandancia Militar, la Jefatura Local del Movimiento, el Consejo Local y la Delegación Local Sindical. Asimismo, se incluye el Cronista Oficial, el señor Médico, el señor Farmacéutico y los señores Maestros.

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Vista parcial de Torrebaja (Valencia), con detalle de la parroquial Santa Marina Virgen, a la que falta la torre-campanario (erigida en 1959), desde la ermita de San Roque (ca.1957-58).


Material, método y marco teórico.
A los efectos del estudio, se ha partido del libro Torre Baja, mi pueblo (1953), obra conjunta de Vicente Badía Marín (parte geográfica) y José Alejandro Pérez Tarín (parte histórica), editado por el Ayuntamiento de Torrebaja y con destino a las Escuelas. En la parte final del libro (páginas 91 y 92), se reseñan las “Fuerzas Vivas” de la localidad en aquel año, clasificando a cada grupo de individuos bajo el epígrafe correspondiente. Los datos relativos al segmento vital y otros datos biográficos de los individuos que se citan se han obtenido de los archivos municipales, libros del Registro Civil (Archivo Municipal y del Juzgado), Cementerio Municipal y testimonios vecinales. La definición o definiciones de “Fuerzas Vivas” se han obtenido de Google, tecleando la expresión en el buscador y examinando los portales que contenían dicho concepto.


Una cuestión previa, sin que sirva de precedente.
En la fase previa a la composición del artículo realicé una búsqueda en internet relativa a las palabras “fuerzas vivas” y su significado. Entre algunas muy útiles encontré esta otra que podría calificarse de gran interés, en tanto constituye el paradigma de lo que pienso representa dicho concepto para cierta parte de la población, y que el autor del escrito incluye entre sus “Perlas inquietas para mentes heterogéneas” -juzguen ustedes mismos acerca de la cuestión por el párrafo siguiente-:

  • <Una de las instituciones más originales y que más influencia tuvieron durante el franquismo eran las llamadas fuerzas vivas del pueblo. Estas fuerzas vivas estaban representadas por el señor alcalde, elegido a dedo, de familia pudiente, amigote de un gerifalte de alto rango, al que posteriormente y para regocijo de sus herederos, su nombre quedará ligado, por los siglos de los siglos, a una bonita calle del pueblo. Otro actor importante era el cura del pueblo, siempre apoyando a los poderosos desde el púlpito, aleccionando a las mujeres para ser las perfectas esposas y madres ejemplares, vendiendo sus secretos de confesión al mejor postor [...]. El médico, encargado de velar por la salud de sus vecinos, desarrollaba una labor fundamental, por que la salud es lo primero [...]; y por último, pero no en importancia, estaba el señor maestro, que educaba a los niños en los principios del nacional catolicismo, cantando las heroicidades del salvador de la patria y aquello de que éramos la reserva espiritual, y no espiritosa, de Europa>.[3]

He traído el párrafo a esta entrada no porque se lo merezca -pues no deja de ser un “eructo mental”, muestra del remanente de bajo nivel intelectual que circula por internet- sino porque su contenido puede ser “entendido” o “compartido” por ciertas personas. Quiero decir que mucha gente podría estar de acuerdo con lo que se dice. Personas que como el propio autor del texto manifestarían estar influidas por la ideología, con escaso sentido crítico y nulo conocimiento del momento histórico. Propiamente, podrían escribirse muchas páginas al respecto; sin embargo, respondiendo al glorioso autor de estas palabras, y digo glorioso porque memorable es el disparate de sus afirmaciones. Obviamente, el autor no cita fuentes como referencia de lo que afirma, cabría pensar pues que ha salido de su propio magín, que ha vivido esas experiencias en su propia carne, incluso que es la conclusión de algún enjundioso trabajo de investigación por él realizado. ¡Lástima no podamos verlo publicado! El concepto “fuerzas vivas” es antiguo, ni mucho menos es una “institución” propia de franquismo; de hecho ha existido siempre con distintos nombres, ya que conceptualmente significa “Conjunto de personas con poder o con capacidad de representación que promueven y controlan la actividad y prosperidad de un lugar”. Existió en la Restauración, en la Dictadura primorriverista, en la II República, en el franquismo y existe hoy día, en plena democracia española. El concepto “fuerzas vivas” podría superponerse al de “poderes fácticos”, la principal diferencia entre ambos es la “visibilidad”, mientras el primero es un grupo visible, reconocido, palpable, el segundo es un poder invisible, irreconocido, intangible. Al mismo tiempo, los “fácticos” son poderes que suelen trabajar en su propio beneficio, no en los del común.

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Vista de la calle carretera de Teruel en Torrebaja (Valencia), con detalle de la Casa del Médico a la derecha, construida en la segunda mitad de los cincuenta, luciendo el "Victor" en la fachada, sobre la entrada (ca.1960).

Entre los componentes de las “fuerzas vivas” el autor incluye a distintos personajes, al señor alcalde, al señor cura del pueblo, al médico y al señor maestro... Para los nacidos en los años cincuenta del pasado siglo dichas figuras son perfectamente identificables, al menos en el ámbito rural. En la actualidad, sin embargo, no lo son tanto. Parte de dichas fuerzas eran también el boticario, el veterinario y el secretario de la oficina municipal, entre otros. Dichos personajes compondrían la misma tertulia, junto a algún ricohombre, empresario o persona notable del pueblo, aunque no necesariamente.

Respecto del “señor alcalde” cabe decir que en los primeros años cincuenta había en la provincia de Valencia 264 municipios -entre ellos los siete que forman la comarca del Rincón de Ademuz-, cada uno con su representante municipal, el citado señor alcalde. Sería interesante saber a cuántos de estos alcaldes conoció personalmente el ponente para establecer semejante generalización. Propiamente, en una dictadura como la franquista, el alcalde era elegido a dedo, siendo nombrado por el Gobernador, máxima autoridad política en la provincia en representación del Estado. En cualquier dictadura que se precie, cualquiera sea su signo o color, no puede ser de otra forma. El poder elige a sus representantes en base a criterios de distinto orden, aunque no tenía por qué ser “de familia pudiente”, tampoco “amigote de un gerifalte de alto rango”. Obviamente, habría que estudiar cada caso concreto, ya que resulta poco creíble que cada alcalde de entonces tuviera un avalista semejante, quiero decir que tendría que haber habido doscientos sesenta y cuatro gerifaltes de alto rango, a no ser que fuera el mismo para todos. Lo razonable es pensar que la propia gente representativa del pueblo, digamos los adictos al Régimen, propusieran a la autoridad gubernativa a la persona que creían más adecuada. Incluso cabe deducir que el propio Gobernador inquiriría entre las instituciones del pueblo quién podía ser la persona adecuada para el cargo. Afirma el autor del libelo que “para regocijo de sus herederos, su nombre (el del señor alcalde) quedará ligado (después), por los siglos de los siglos, a una bonita calle del pueblo”. No sé lo que sucedería en los demás pueblos de la provincia de Valencia, pero en ninguno de los municipios del Rincón de Ademuz –Ademuz, Casasaltas, Casasbajas, Castielfabib, Puebla de San Miguel, Torrebaja y Vallanca-, en ninguno de ellos, digo, ha quedado el nombre de algún alcalde vinculado a calle o plaza del pueblo. Únicamente en Torrebaja se ha dedicado a un edil –me refiero a don Armando León Valero (Vallanca, 1924)- un puente. El señor León Valero fue alcalde en el tardofranquismo (1970-79) y en la democracia (1995-1999), esta última vez por el Partido Popular (PP). La concesión de tal distinción corrió a cargo del Ayuntamiento de la presente legislatura municipal, siendo alcalde don Manuel Enrique Tortajada Matos (2015-), del Partido Popular (PP).

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Paisaje humano de Torrebaja (Valencia), con detalle de una informal merienda en el campo, comiendo sandía -de izquierda a derecha-: don Antonio Martínez Gabalda (1915-76), ecónomo de Santa Marina Virgen, don Avelino Esparza Gómez, alcalde-presidente del Ayuntamiento (1956-70), Justiniano Hernández García, concejal, Octavio Valentín Lahuerta (1916-74), secretario-interventor y Cesáreo Hernández Rubio, hijo de Justiniano (ca.1956-58).

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Vista de un grupo de niñas pertenecientes a las Escuelas Nacionales de Torrebaja (Valencia), con el párroco -don Antonio Martínez Gabalda (1815-76), en el centro- y la señora maestra -doña Isabel Marqués Ibáñez (1891-1977), al fondo izquierda-, durante algún acto festivo-religioso (ca.1953-58).


Respecto del clérigo, miembro eminente de las “fuerzas vivas”, escribe: “Otro actor importante era el cura del pueblo, siempre apoyando a los poderosos desde el púlpito, aleccionando a las mujeres para ser las perfectas esposas y madres ejemplares, vendiendo sus secretos de confesión al mejor postor [...]”. En la cultura occidental, de tradición judeo-cristiana, el sacerdote ha tenido -y sigue teniendo- una misión básica, difundir la palabra del evangelio. No me extenderé sobre ello, doctores tiene la Iglesia. El autor sabrá de qué forma apoyaban “desde el púlpito” los curas de entonces “a los poderosos”. Argumentos debe tener para sostener dicha afirmación, aunque no los expone. Ignoro si conoce las palabras del evangelio respecto de las obligaciones de las esposas y esposos, y de la cualidad maternal de las mujeres. Pero no me parece mal consejo que los esposos se subordinen mutuamente, que se amen, se respeten y guarden fidelidad. Podremos estar de acuerdo o no con lo que dice la Biblia o el Evangelio, y somos libres de aceptar y practicar estas creencias, por mucho que lo digan los curas; pero difícilmente podremos demostrar que el Evangelio contiene recomendaciones inicuas, espurias. Lo de vender “sus secretos de confesión al mejor postor” es sencillamente una majadería, una sandez típicamente anticlerical. Desconozco a cuántos sacerdotes habrá conocido el autor que hayan vendido sus secretos de confesión, suponiendo que haya conocido a algún sacerdote. Aunque es posible que haya habido clérigos indignos que hayan violado el sacramento... –como también ha habido curas barraganes-; pero ni la barraganería ni la falta de sigilo sacramental es ni ha sido nunca la norma. Me viene a la memoria aquella magnífica película de Pilar Miró -El crimen de Cuenca (1979)-, en la que aparece un cura necio y un cacique con desasosiegos de conciencia en el trance de la muerte. ¿Debemos colegir de ahí que todos los curas miembros de las “fuerzas vivas” de cualquier época han vendido sus secretos de confesión al mejor licitador? La película de la Miró resulta una acerba crítica contra ciertos estamentos de la sociedad de la Restauración, comenzando por la justicia y terminando por la clerecía, pasando por políticos, caciques y todo lo demás. Allí no se salva nadie, ni el Cepa, al que le dio un barrunto y se marchó de Osa de la Vega sin decir nada a nadie, ni a su madre... De hecho mostraba cierto retraso mental.

Respecto del médico, “encargado de velar por la salud de sus vecinos, desarrollaba una labor fundamental, por que la salud es lo primero [...]” –escribe el ponente-. Vaya por delante que el médico no es el encargado –ni el responsable- de vigilar por la salud de nadie, más allá de la suya propia. Tampoco el Estado. Los responsables de nuestra salud somos o debemos ser nosotros mismos. Aunque en los años cincuenta la labor fundamental del médico era la asistencial, con escaso desarrollo de la medicina preventiva, tampoco de la promoción de la salud, como entendemos hoy la medicina familiar y comunitaria. Y la salud, obviamente, es importante -no sé si lo primero, eso debe valorarlo cada cual-, pero muy importante. Porque sin salud, entendiendo ésta como estado de bienestar físico, síquico y social, todo lo demás se desvanece, pasa a segundo plano…

Respecto del maestro, escribe: “y por último, pero no en importancia, estaba el señor maestro, que educaba a los niños en los principios del nacional catolicismo, cantando las heroicidades del salvador de la patria y aquello de que éramos la reserva espiritual, y no espiritosa, de Europa”. Diciendo de la educación primaria en la época franquista es fácil verla comparada con el mismo grado de educación en la II República: a la primera se la denuesta, a la segunda se la ensalza e idealiza. ¡Gran error!, diría el clásico. Como contrapunto del período histórico no estaría de más dar a conocer algunos datos relacionados: “Estadísticas históricas de España: siglos XIX-XX/ edición en tres volúmenes coordinada por Xavier Tafunell Sambola, Albert Carreras i Odriozola, Barcelona, 2005.

CONCEPTO
AÑOS 30
AÑOS 50
Esperanza de vida al nacer
50 años
62 años (1950)
Mortalidad infantil
34,7 por mil (1935)
12,5 por mil (1950)
Estatura media reclutas
165 cm (1935)
168 cm (1950)
Número de maestros
52.000 (1934)
78.000 (1950)
Número de alumnos
por maestro
64,7 (1934)
41 (1950)
Enseñanza secundaria
124.000 alumnos (1934)
[34.000 alumnas]
215.000 alumnos (1950)
[75.000 alumnas]
Tomado de Tafunell y Carreras (2005).


Ideológicamente, la época franquista sería lo que fuese, pero las cifras relativas a los conceptos reseñados son incontestables, sorprendentes quizá para los que tienen un concepto prejuicioso y estereotipado del momento histórico. Cuando se estudia la época de forma seria, la cabeza fría, los pies calientes, puede uno llevarse muchas sorpresas. Por edad, sin embargo, yo no viví la época republicana (1931-36), pero sí la escuela del primer franquismo. Quiero decir que conocí aquella época, nadie me lo ha contado. Tuve tres maestros en mi infancia –don Luis Perpiñán Aguilar, don Lisinio Aliaga Gimeno y don Eladio Arnalte Vicente-, a cuál más distinto en carácter y formación. Don Luis era el más joven, natural de Tuéjar (Valencia), persona alegre y vividora, enamorada del dibujo, que acabó siendo catedrático de Enseñanza Media. Don Lisinio, natural de Torrebaja, hombre serio, mayor, formado en el Magisterio de la República, represaliado en la posguerra inmediata, y al que no recuerdo ninguna afición: se ocupaba de las clases y de sus cosas. Y don Eladio, natural de Casasbajas, paradigma del maestro de primaria de entonces, circunspecto, meticuloso, ordenado, tal vez demasiado serio. Cabe conjeturar que estos maestros nos imbuirían los principios del nacional-catolicismo imperante, entre otras cosas, pero los niños de aquel tiempo –al menos la mayoría de los de Torrebaja- estábamos demasiado embrutecidos como para que nos calara aquella ideología, ni ninguna otra, ¡propiamente estábamos por desasnar! Al menos yo no recuerdo que dicha doctrina hiciera en mi ánimo la menor mella. No sé en la de los demás, imagino que tampoco. En cualquier caso, no me traumatizaron aquellos principios. Empecé la escuela primaria a los 6 años (en 1958), los dos primeros años estuve en las escuelas del Ayuntamiento viejo, pero a partir del curso 1960-61 ya fui a nuevo edificio de las Escuelas Nacionales, sito en el camino del río Ebrón, hoy Avenida de la Diputación, un estupendo edificio de dos plantas, con cuatro grandes aulas bien iluminadas, todo el material mueble y didáctico por estrenar.[4] Se ha achacado al franquismo que gastó poco en educación; habría que ver las cifras y compararlas con las de otros países en el mismo nivel de desarrollo, pero en el caso de Torrebaja el sistema se prodigó largamente… Y si yo puede estudiar el bachillerato (en Barcelona) y hacer una carrera universitaria (en Valencia) fue porque la situación social, económica y política del país me lo permitieron, en lo que colaboraron también las circunstancias familiares. Pero poco después de marcharme del pueblo abrieron el instituto "Virgen de la Huerta" en Ademuz (Valencia), merced a la estrecha colaboración del Ayuntamiento de la Villa, siendo alcalde don Andrés Soriano Pescador (Ademuz-Valencia, 1930-2008), y del párroco, don Carmelo Ciganda Nevado (Puente la Reina, Navarra, 1923-2004), clérigo vinculado al Opus Dei. Las "Fuerzas Vivas" locales hicieron posible que cientos de niños del Rincón de Ademuz y pueblos del entorno comarcal de Cuenca y Teruel pudieran hacer su bachillerato sin salir de su casa, de allí surgieron también los futuros universitarios de la zona, niños y jóvenes que de otra forma nunca hubieran podido soñar con alcanzar una licenciatura. El Ayuntamiento y la Iglesia Católica hicieron una labor impagable, aunque escasamente reconocida. En recuerdo y homenaje del que fuera mentor y alma mater del instituto de Ademuz, valga la necrológica que apareció tras su fallecimiento:
  • <En su pueblo natal, Puente la Reina (Navarra), el día 1 de septiembre de 2004 falleció el sacerdote Rvdo. D. Carmelo Ciganda Nevado. Nació el 24 de febrero de 1923 y fue ordenado sacerdote, en Roma, el 15 de mayo de 1955. Ejerció su ministerio, en esta diócesis, como Párroco de Chulilla hasta 1960 y posterior y sucesivamente como Vicario Parroquial de Carcaixent y Párroco de Ademuz. En 1970 fue encargado de la parroquia de San Bartolomé Apóstol, de Godella, y a partir de 1974, adscrito a la parroquia La Milagrosa, de Valencia. En 1986 ejerció como profesor del I.F.P. de Cheste, Valencia, y, al año siguiente, en la Escuela de Magisterio, también de Cheste. Siguiendo en la enseñanza, en 1988 fue director del Colegio San Roque, de Benicalap-Valencia y en 1989 adscrito a la parroquia Nuestra Señora del Pilar y San Lorenzo Mártir, de Valencia; a partir de mayo de 1998 y hasta mayo de 2002, adscrito primero y capellán después, en la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, de Valencia. No encontrándose bien de salud, marchó a su tierra donde vivió los últimos años de su vida. Tras la misa exequial celebrada en Puente la Reina (Navarra), sus restos mortales, en espera de la resurrección, recibieron cristiana sepultura. Descanse en paz>.[*]

[*]  Tomado del Boletín Oficial de la Archidiócesis de Valencia: ÉPOCA IV  - VOL.17, 2004, AGOSTO-SEPTIEMBRE - Nº 3.271. (Consultado el 26 de mayo de 2016)

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Escuela Nacional sita en el antiguo Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), siendo maestro don Luis Perpiñán Aguilar, ca.1953 [Tomada de BADÍA MARÍN, Torrebaja, mi pueblo, Valencia, 1953].

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Alumnos de la antiguas Escuelas Nacionales de Torrebaja (Valencia), siendo maestro don Luis Perpiñán Aguilar, ca.1950-55.
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Alumnos de las Escuelas Nacionales de Torrebaja (Valencia), siendo maestro don Eladio Arnalte Vicente, ca.1950-55.
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Alumnos de las Escuelas Nacionales de Torrebaja (Valencia), años 1965-70, siendo maestros don Lisinio y doña Isabel.
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El autor -Alfredo Sánchez Garzón (Torrebaja, 1952)-, posando para una foto escolar en las Escuelas Nacionales de Torrebaja (Valencia), ca.1961-64.

En cuanto a cantar “las heroicidades del salvador de la patria”, puedo decir que mis libros de texto fueron los tres grados de la “Enciclopedia Álvarez”. No recuerdo a mis maestros hablando de Franco, sí de don Pelayo, de Wifredo el Velloso o de los Reyes Católicos, entro otros muchos personajes, pero no de Franco. Todo lo que supe del Caudillo entonces se hallaba en aquellos textos, y a decir verdad no era mucho. Eso sí, su retrato se hallaba en el frontis de la clase, junto al de José Antonio Primo de Rivera: en medio o al lado había también un santo Cristo. Tampoco esto es de extrañar, ya que el culto a la personalidad del dirigente político es común en las dictaduras. Trato de explicar, no de justificar nada. En un viaje en coche que hice por algunos países de Europa del Este mediados los años setenta, de España a Turquía, pasé por Yugoslavia, allí el retrato de Tito estaba por todas partes, en los supermercados, en el taller de un zapatero remendón en el que entré, incluso en las carnicerías... No seré yo quien rompa una lanza a favor del franquismo, ni de la dictadura –de cualquier dictadura marxista o fascista-. Debemos entender que el Régimen hizo lo que le correspondía como sistema autoritario que era. Cabe hacer, sin embargo, una distinción entre autoritarismo y totalitarismo: el hitlerismo y el estalinismo fueron regímenes totalitarios,[5] el franquismo autoritario.[6] En la Rusia soviética y países de su órbita, en la China de Mao, en la Cuba de Castro, en la actual República Democrática Popular de Corea del Norte de Kim Jong-li, y en cualquier país con régimen totalitario –menos en el autoritario- sucede lo mismo, la enseñanza se utiliza como instrumento de formación y adoctrinamiento. Hecho de por sí condenable, ya que la función de la escuela nunca debiera ser adoctrinar. En la última o penúltima legislatura socialista se intentó con la célebre asignatura “Educación para la ciudadanía”. Al respecto surge una pregunta, ¿cómo es posible que en los treinta y tantos años que llevamos de democracia en España los dos partidos mayoritarios no se hayan puesto de acuerdo en una Ley General de Educación que sirva al menos durante una generación? La respuesta es porque les importa más la ideología –su ideología, la de su partido- que el bien común de los alumnos españoles y el futuro del país, me refiero a España. No debemos olvidar, con todo, que los partidos marxistas que componían el Frente Popular español perseguían la implantación de la dictadura del proletariado en España. De haber ganado la guerra el bando de Negrín, con la mayoría de mandos del ejército en manos de comunistas, lo último que se hubiera instalado en nuestro país hubiera sido una democracia.[7] Así que entre la dictadura del proletariado y la dictadura franquista, me quedo con la de Franco. Más vale malo conocido que peor por conocer... Porque durante la Guerra Civil española (1936-39) ya se sabía lo que sucedía en el paraíso soviético, patria del proletariado.[8] Según Robert Conquest, durante el período de “La Gran Purga” (1936-38), las hambrunas y purgas de Stalin llevaron a la muerte a trece-quince millones de personas…[9]

Lo de que la España del nacional catolicismo era la “reserva espiritual” de Europa nunca me quedó muy claro, no sé si no me lo explicaron bien o es que aquél día hice novillos; aunque hay que reconocer que la frasecita ha tenido su rédito. Hoy es una expresioncita carente de contenido, de significado, si alguna vez tuvo alguno. En cuanto al nacional-catolicismo, “doctrina política que surgió en la España franquista y que se caracterizaba por una estrecha relación entre la Iglesia católica y el Estado”, lo mejor que se puede decir es que fue nefasta para la Iglesia (aunque aparentemente la beneficiara en un primer momento: incremento del poder temporal, material...), si bien la perjudicó en su misión espiritual y apostólica. Prueba de ello es que en cuanto comenzaron a soplar los nuevos vientos de modernidad con el Concilio Vaticano II (1962-65), la Iglesia fue alejándose del Estado, y los sufridos ciudadanos dejamos de ver aquellas penosísimas fotos del Jefe del Estado bajo palio y a los obispos con el brazo en alto, ¡vade retro, Satanás! En cualquier caso, la efervescencia religiosa que tuvo lugar en el primer franquismo se fue diluyendo rápidamente a partir de los años sesenta, tal vez porque era algo forzado, artificial, entrando en crisis mucho antes del advenimiento de la democracia.[10] Al mismo tiempo que se iban produciendo estos cambios en la sociedad española, comenzando por una saludable secularización, la generación de los cincuenta nos apercibimos de que, contrariamente a lo que nos habían dicho, el cuerpo no era el peor enemigo del alma...

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Paisaje humano de Torrebaja (Valencia), con detalle de personas identificadas como "Fuerzas Vivas" en 1953 -primera fila, de izquierda a derecha-: Severo Martínez Gimillo (1867-1956), labrador ; don Juan García Pardo, maestro nacional; doña Concepción Herrero Prats, maestra nacional; don Eladio Arnalte Vicente, maestro nacional, Delegado del Frente de Juventudes; don Alfredo Sánchez Esparza (1905-1984), alcalde-presidente del Ayuntamiento; sacerdote (desconocido), don Valentín Alegre Martín (1884-1956), cura-párroco de Torrealta; Guardia Civil (desconocido); don Nicolás Tortajada Blasco, labrador, posando en la calle Carretera de Cuenca, frente a la posada de José Gómez, ca.1945 [Nota: en planos posteriores hay otros vecinos, perfectamente identificables: Francisco Aliaga Miguel (1899-1987), concejal, entre ambos sacerdotes]. [Tomada de SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2011). Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, p. 399].



Las Fuerzas Vivas de Torrebaja (Valencia) en 1953.
Se expone a continuación una tabla de doble entrada con los nombres y apellidos de cada uno de los miembros de las denominadas Fuerzas Vivas en la localidad de Torrebaja (Valencia), a principios de los años cincuenta, y la institución a la que cada uno perteneció.

Fuerzas Vivas de Torrebaja (Valencia), año 1953.

CARGO

NOMBRE Y APELLIDOS
SEGMENTO VITAL
CLÉRIGOS
Párroco de Torrebaja
Antonio Martínez Gabalda
1915-1976 [61]
Párroco de Torrealta
Valentín Alegre Martín
1884-1956 [72]

SEÑORES DEL AYUNTAMIENTO
Alcalde-Presidente
Alfredo Sánchez Esparza
1905-1984 [79]
Concejales
Juan Francisco
Manzano Soriano
1907-1993 [86]
Francisco Aliaga Miguel
1899-1987 [88]
Vidal Gimeno Sánchez
1900-1988 [88]
Justiniano Hernández García
1914-1990 [76]
Heliodoro Provencio Mañas
1893-1967 [74]
Jerónimo Rubio Camañas
1914-1973 [59]
Secretario-interventor
Octavio Valentín Lahuerta
1916-1974 [58]
Alcalde
Pedáneo de Torrealta
Ramón Gimeno Valero
1920-2007 [87]

JUZGADO DE PAZ
Juez de Paz
Evaristo Gómez Sánchez
1881-1976 [95]
Secretario Juzgado
Octavio Valentín Lahuerta
1916-1974 [58]

COMANDANCIA MILITAR

Comandante del Puesto
Esteban Martínez Cuesta


JEFATURA LOCAL DEL MOVIMIENTO
Jefe Local
Alfredo Sánchez Esparza
1905-1984 [79]
Secretario
Octavio Valentín Lahuerta
1916-1974 [58]
Delegado
Frente de Juventudes
Eladio Arnalte Vicente

Delegada Sección Femenina
Pilar Aliaga Gimeno
1934-1991 [58]
Tesorero
Adelín Cortés Pérez
1913-1991 [88]

CONSEJO LOCAL

Consejeros natos
Alfredo Sánchez Esparza
1905-1984 [79]
Francisco Pinazo Casino
1922-2000 [78]
Eladio Arnalte Vicente

Pilar Aliaga Gimeno
1934-1991 [58]
Octavio Valentín Lahueta
1916-1974 [58]
Adelín Cortés Pérez
1913-1991 [88]


Consejeros
Concejales natos
Juan Francisco
Manzano Soriano
1907-1993 [86]
Francisco Aliaga Miguel
1899-1987 [88]
Vidal Gimeno Sánchez
1900-1988 [88]
Justiniano Hernández Mañas
1914-1990 [76]
Jerónimo Rubio Camañas
1914-1973 [59]
Consejeros
libre nombramiento
Ramón Alegre Mínguez

Constantino Aparicio Aparicio
1907-1992 [85]
Antonio Blasco Almazán
1883-1974 [91]
Ernesto Blasco Lozano
1907-1996 [89]
Elpídeo Cañizares Gómez
1909-1996 [87]
Modesto Cortés Pérez
1893-1978 [85]



DELEGACIÓN LOCAL SINDICAL
Delegado Local
Francisco Pinazo Casino
1922-2000 [78]
Secretario
Antonio Gimeno Cortés
1899-1981 [82]
Jefe de la Hermandad
Vidal Gimeno Sánchez
1900-1988 [88]
Secretario
Octavio Valentín Lahuerta
1916-1974 [58]



SANIDAD, EDUCACIÓN, CRONISTA
Señor Médico
Antonio Navarro Fuertes

Señor Farmacéutico
Antonio Villanueva Garrido
1913-1965 [52]
Señores Maestros
Eladio Arnalte Vicente

Luis Perpiñán Aguilar
1918-
Isabel Marqués Ibáñez
1891-1977 [86]
Cronista Oficial
Vicente Badía Marín
1919-1995 [76]
Modificado de Badía Marín y Pérez Tarín, 1953, 91-92.

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Detalle de la visita del Gobernador Civil de Valencia al Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia) -de izquierda a derecha-: don Ramón Laporta Girón (1899-1965), sentado; don Alfredo Sánchez Esparza (1905-1983), Alcalde, Francisco Aliaga Miguel (1899-1987), don Valentín Alegre Martín (1884-1956), párroco de Torrealta-Torrebaja, Adelín Cortés Pérez (1913-1991), Concejal (detrás del sacerdote); Evaristo Tortajada Martínez, Concejal; Evaristo Sánchez Gómez (1881-1976), en la oficina municipal (ca.1943-45) [Tomada de SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2011). Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, p. 398]. 

Respecto del Gobernador Civil, Laporta Girón:

  • <Ramón Laporta Girón (Garciahernández-Salamanca, 1899-Madrid, 1965), nació en esta localidad salmantina donde su padre ejercía como médico, desde donde se trasladó a Cantalapiedra (Salamanca). Estudió Ciencias Químicas en la Universidad de Salamanca, pero a cuenta de ejercer como químico se dedicó a los negocios que poseía su padre: "Electra de Cantalapiedra", la tahona y el molino. Metido en política, llegó a ser Gobernador de Albacete y Valencia, y en 1948, Comisario General del Paro. Posteriormente fue Consejero Provincial por Salamanca en las Cortes, falleciendo en Madrid, el 10 de octubre de 1965; sus restos se hallan inhumados en el cementerio de la Villa. Las Escuelas Centrales, el Barrio Girón, el Matadero, y el Barrio de la Misericordia fueron obras realizadas en Cantalapiedra por mediación suya>.[*]

[*] Tomado de ALMEIDA CUESTA, Hilario (1991). Historia de Cantalapiedra, Editado por la Diputación Provincial, Salamanca. Acerca de este personaje, puede verse también: ALCALDE FERNÁNDEZ, Ángel. Cultura de guerra y excombatientes para la implantación del franquismo en Albacete (1939-45), Edita Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel", Al-Basic 57 (2012) 37-69.


torrebaja-valencia-fuerzas-vivas-franquismo

Paisaje humano de Torrebaja (Valencia), con detalle de personas identificadas como "Fuerzas Vivas" en 1953 –primera fila, de izquierda a derecha-: Octavio Valentín Lahuerta (1916-1974), secretario-interventor del Ayuntamiento; don Alfredo Sánchez Esparza (1905-1984), alcalde-presidente del Ayuntamiento; sacerdote (desconocido); don Valentín Alegre Martín (1884-1956), párroco de Torrealta; don Pedro-Manuel Miguel Benedicto (1892-1975), sacerdote; Trinitario Adalid Rodríguez, alguacil del Ayuntamiento; Guardia Civil (desconocido); Guardia Civil (desconocido); Eusebio Gómez Soriano (1905-1994), labrador; Francisco Aliaga Miguel (1899-1987), concejal; Guardia Civil (desconocido); -segunda y tercera fila, de izquierda a derecha-: Antonio Gimeno Cortés (1899-1981), secretario de la Delegación Local Sindical; Adelín Cortés Pérez (1903-1991), del Consejo Local; Juan Francisco Manzano Soriano (1907-1993), concejal; y desconocido, posando en la plaza Ramón y Cajal (actual plaza Ayuntamiento), con la puerta de la antigua Casa Consistorial al fondo (ca.1950-55) [Tomada de SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2011). Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, p. 399].


En función de su cargo, la persona más representativa del grupo es don Alfredo Sánchez Esparza (1905-84), natural y vecino de Torrebaja, hijo de Román y de Vicenta, él de Torrebaja y ella de Castielfabib, que ejerció como alcalde-presidente del Ayuntamiento durante trece años (1943-56), período difícil de la historia local y de España. De profesión labrador y tratante de caballerías, fue un hombre respetable y respetado. Casado en 1951 con Francisca Garzón Casino (1914-99), natural de Madrid, hija de José y de Dominica, ambos de El Cuervo (Teruel), el matrimonio tuvo dos hijos: mi hermano José Mª Sánchez Garzón (1956) y yo, que soy el mayor (1952). Cuando mi padre asumió la alcaldía yo no había nacido, y cuando la dejó tenía yo cuatro años. Aunque estaba muy orgulloso de haber servido a su pueblo con pasión y dedicación -él era un enamorado de su pueblo, de sus gentes y de su paisaje-, pocas veces le oí yo hablar de política. Hacer un listado de sus actuaciones y logros al frente del Ayuntamiento sería largo y trabajoso -tal vez lo haga algún día, aunque sólo fuera para demostrar que la historia de los pueblos no comienza en la última legislatura-. Lo que me importa ahora era destacar el talante de su personalidad, y creo que hay una anécdota contada por él mismo y por otros que la refrendaron, que le define, así como al período histórico en que le tocó administrar los intereses municipales. Al parecer recibió quejas de que el secretario del Ayuntamiento (señor Octavio Valentín Lahuerta) trataba de forma desigual a ciertos vecinos, digamos que peor a los que habían pertenecido al bando republicano durante la guerra y no eran afectos al Régimen. El alcalde se encaró con el funcionario en la Secretaría y le dijo: Octavio, aquí en Torrebaja no hay rojos ni azules; cuando atiendas a alguien por esta ventanilla piensa que todos son iguales... –desde ese momento cesaron las quejas-.


Líneas familiares de Alfredo Sánchez Esparza, de Torrebaja-Valencia (1905-1984).
Nombre y apellidos
padres
Abuelos
Paternos
Maternos
Alfredo
Sánchez Esparza
(Torrebaja, 1905-Torrebaja, 1984)
Román Sánchez Garrido (de Torrebaja)
Vicenta Esparza Esparza
(de Castielfabib)
Manuel Sánchez Muñoz
(de Torrebaja)
Carmen Garrido Gimeno
(de Torrebaja)
Gerónimo Esparza
(de Castielfabib)
Manuela Esparza
(de Castielfabib)
Archivo Municipal de Torrebaja (Valencia), Libro de Bautismos, año 1905. Elaboración propia (2016).


Respecto del escritor y periodista valenciano, Vicente Badía Marín (1919-1995), que fue cronista oficial de Torrebaja, vid De crónicas y cronistas,[11] Respecto de doña Isabel Marqués Ibáñez (1891-1977), maestra nacional de niñas, vid Acerca del asesinato de Ángel Tortajada Gea, comerciante de Torrebaja en Las Minas de Libros (Teruel).[12]


torrealta-torrebaja-valencia-escuelas-nacionales
Detalle de los alumnos de las Escuelas Nacionales de Torrealta-Torrebaja (Valencia), realizando una tabla de gimnasia con su maestro (ca.1960).

Palabras finales, a modo de conclusión.

Partiendo de un libro de lecturas con destino a las Escuelas Nacionales –Torrebaja, mi pueblo (1953)-, obra de Badía Marín y Pérez Tarín, hemos obtenido el nombre y cargo de los vecinos que constituyeron las “Fuerzas Vivas” de Torrebaja a comienzos de los cincuenta, decenio bisagra entre la Autarquía y el Desarrollismo español. El franquismo es un largo período histórico (1939-75), que tuvo etapas distintas y se desarrolló en un contexto nacional e internacional muy complejo. Tuvo sus claroscuros –luces y sombras-, pero de ninguna manera puede descalificarse en bloque, sería injusto, además de falso. Desconocemos cómo será valorada en el futuro la actual etapa democrática –la de la transición, la del pelotazo, la de la burbuja inmobiliaria, la de la crisis...-; mas a poco que nos fijemos advertiremos que la escopeta de Berlanga, aun sin Franco sigue disparando. Porque parece que sigue habiendo gente dispuesta a mantener vivo el espíritu de odio que llevó a los españoles a enfrentarse y matarse con saña en la pasada incivil contienda. Con el clásico, podríamos preguntarnos: Cui prodest, Cui bono...

Más allá de consideraciones personales e ideológicas, las personas reseñadas en la tabla arriba expuesta fueron ante todo hijos del tiempo que les tocó vivir, una época difícil en lo social y en lo económico, tras una dramática Guerra Civil y una posguerra no menos dificultosa. Cada cuál podría contar su historia, el motivo o los motivos que le llevaron a formar parte de ese grupo denominado “Fuerzas Vivas”, que existió en todos los pueblos de la comarca del Rincón de Ademuz, de la provincia de Valencia y de España durante el lapso histórico. Además de ocuparse de sus asuntos personales, fueran aquellos los que fuesen -la familia, el campo, los animales, la botica, la escuela, la Iglesia...- se emplearon además en los asuntos del común. En la traída del agua potable a las localidades, en el alcantarillado y cementado de calles en los pueblos, en la construcción de iglesias, puentes, escuelas, institutos, Casas del Médico, etc. Si esto fue colaboración con el franquismo, bendita colaboración. Decía que no sabemos las motivaciones íntimas que les llevaron a ello, tal vez su participación fue circunstancial, pero es seguro que ninguno de ellos se enriqueció con su actividad pública; además, en estos pueblos había poco que saquear y mucho que mejorar. Lo habitual era que ser alcaldes de sus pueblos -entonces y después- les costara tiempo y dinero, tiempo de su negocio y dinero de su bolsillo -al menos eso fue lo que les ocurrió a la mayoría, a mi padre entre ellos-. Aunque imagino que algún necio dirá -o pensará al menos-: Si estaban de alcaldes por algo sería, algo sacarían... -lo digo porque la necedad es intemporal-.

Respecto de los clérigos, no quiero dejar pasar la ocasión de nombrar a don Antonio Martínez Gabalda (1915-76), natural o descendiente de Los Santos (Castielfabib), ordenado de presbítero en Ademuz (1947), cura de Puebla de San Miguel y ecónomo de nuestra parroquia (1952-58), que participó activamente en la construcción de la nueva iglesia de Santa Marina Virgen, cuyo edificio se halla íntimamente vinculado a su persona. Algunos vecinos todavía le recuerdan con la sotana arremangada hasta la cintura, acarreando arena y grava, repartiendo tabaco entre los trabajadores de la concejada. Don Antonio fue un hombre singular -humilde y de pocos latines, pero de gran fe-, del que sabemos que no todas las noches se acostaba con el estómago satisfecho...[13] Poseía una sindactilia, ello se hacía evidente al alzar a Dios, durante la consagración, tal vez ello le ocasionaba cierto complejo, ya que habitualmente tendía a ocultar la mano afectada. De Torrebaja pasó a la parroquia de Loriguilla (Valencia), compartiendo con los vecinos el penoso momento de abandonar el pueblo por causa del pantano que se hizo en el término, camino del nuevo asentamiento. De esta época data su libro Loriguilla: éste es mi pueblo (1968), allí expresa su identificación con los vecinos y apego al pueblo.

Sería imprudente por nuestra parte poner la mano en el fuego por alguien –yo sólo la pondría por mi padre, y en último extremo-, ya que desconocemos todo lo que cada cual ha hecho en su vida. Podremos estar orgullosos o avergonzados de nuestros ascendientes, pero en ningún caso somos responsables de sus actuaciones. No obstante, me atrevo a decir que si alguien conoce, entre las personas reseñadas en el ejercicio de su cargo, algún acto o hecho impropio –prevaricación, favoritismo, arbitrariedad, abuso de poder, corrupción...-, me refiero a casos concretos y demostrables, éste es buen momento para hacerlo; es más, creo tiene la obligación moral de manifestarlo. Lo que no podemos hacer es generalizar comportamientos, ni ensuciar impunemente la memoria de nadie. Vale.





[1] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, edición tricentenario (Consultada el 26 de mayo de 2016). 
[2] DE MIGUEL, Amando (1975). Sociología del Franquismo. Análisis ideológico de los Ministros del Régimen, Editorial Euros, Colección “España: Punto y Aparte”, Barcelona, pp. 29-40. 
[3] ZENTOLOS: Perlas inquietas para mentes heterogéneas, del 24 de mayo de 2007 (Consultada el 03 de junio de 2016). 
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. De las escuelas y maestros del Rincón de Ademuz en otro tiempo, del miércoles 15 de febrero de 2012.
[5] ARENT, Hannah (2004). Los orígenes del totalitarismo, Editorial Taurus, México, p. 560. 
[6] BISCARETTI DI RUFFIA, Paolo (1975). Introducción al Derecho Constitucional Comparado, Fondo de Cultura Económica, México, p. 262. 
[7] <En los países en que triunfaron los correligionarios de los frentepopulistas españoles, la población perdió cualquier libertad y derecho, sometida al poder omnímodo de una casta burocrática dueña de un estado policial> Vid MOA, Pío (2009). El derrumbe de la segunda república y la guerra civil, Ediciones Encuentro, Madrid, p. 674.
[8] <El conocido líder anarcosindicalista Ángel Pestaña (1886-1937) viajó a la URSS en 1920, allí conoció a los principales líderes bolcheviques y se mostró contrario a las tesis de la "dictadura del proletariado": He dicho que me repugnan las dictaduras porque creo que todo movimiento de transformación ha de dirigirse a conquistar más libertad para los pueblos y no una tiranía mayor –dice en sus libros -Setenta días en Rusia, lo que yo vi (1924)- y -Setenta días en Rusia, lo que yo pienso (1929)-, escritos a raíz de aquel viaje->. Vid SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Los guerrilleros del maquis antifranquista, ¿héroes ovillanos?, del sábado 26 de abril de 2014. (Consultada el 10 de junio de 2016) 
[9] CONQUEST, Robert (1968). El Gran Terror: las purgas stalinianas de los años treinta, Edita Luis de Caralt, Versión de Joaquín Adsuar, Barcelona, 1974. 
[10] PERÉZ-AGOTE, Alfonso. Sociología histórica del nacional-catolicismo español, Historia contemporánea 26, 2003. 207·237. 
[11] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. De crónicas y cronistas,  del jueves 5 de julio de 2012. Y Vicent Badia i Marín. (2016, 27 de maig). Viquipèdia, l'Enciclopèdia Lliure. Data de consulta: 12:32, maig 27, 2016. 
[12] ID. Acerca del asesinato de Ángel Tortajada Gea, comerciante de Torrebaja en Las Minas de Libros (Teruel), del martes 19 de febrero de 2013. 
[13] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2000). Don Antonio Martínez Gabalda, un cura que montaba en bicicleta, en Desde el Rincón de Ademuz, Valencia, pp. 215-221.

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