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sábado, 25 de febrero de 2017

ALOBRAS, PUEBLO DE TERUEL (y II).


Aproximación al conocimiento de Alobras -a través de sus edificios más emblemáticos-: 
iglesia de San Fabián y San Sebastián y ermita de San Roque.




“Instituyo por el alma del dicho señor Dn. Juan Valero,
una Memoria de quatro misas rezadas cada semana
 en la villa de Alobras del dicho Reyno de Aragón, obispado de Albarracín,
en la Iglesia parroquial de San Fabián y San Sebastián...”.
-César Tomás Laguia, Las iglesias de la diócesis de Albarracín (1964)-.




Viene de:

A tenor de lo dicho, la nueva iglesia debía tener una distribución similar a la iglesia vieja "con boveda de madera so invocacion del glorioso San Sebastián cuyo retablo es de pincel con la figura del Santo y de San Fabián", según describe Utienes a principios del siglo XVII (1618), que ya poseía un altar dedicado a Nuestra Señora al evangelio del Altar Mayor, y una capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario. Asimismo, a la epístola tenía otro altar, dedicado al Señor San Gregorio, con retablo de pincel y la figura del santo. Pero, ¿cómo era realmente la nueva iglesia? Juan Monterde y Antillón, que escribe unos quince años después de acaba su fábrica (1665-1670), la describe sucintamente, aunque sin dar detalles del interior ni de la advocación de sus altares -con la excepción del mayor-:
  • <la Iglesia parroquial (de Alobras) es de una nabada labrada a lo moderno so inbocacion del glorioso san Sebastian cuyo retablo es de pintura con colubnas de maçoneria y esta dorado y tiene sagrario, torre, campanas, pila baptismal y sacristia con medianos ornamentos que ellos y la Iglesia hizo a sus expensas el Sr. Dn. Juan Valero Diaz, secretario del Supremo de Aragon. Tienen el patronato de ellas los descendientes de su hermano don Pedro Valero y aora lo es el Sr. Dn. Pedro Valero, Justicia de Aragon. Tienen entierro en la capilla mayor y silla en el primer banco que esta azia la sacristia>[1]

Como se dice en la primera parte de esta entrada, Pedro Valero Díaz II, sobrino del señor Secretario (Juan Valero Díaz), fue Justicia de Aragón a finales del siglo XVII (1687-1700). 

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Vista general (meridional) de la parroquial de Alobras (Teruel), con detalle del olmo en primavera (2016).

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Vista general (occidental) del olmo de Alobras (Teruel) en primavera, con el templo a la izquierda y el cementerio al fondo, junto a la casa abadía (2016).


Volviendo a la cronología histórica vemos que, según consta en escritura datada en Alobras "a veynte y siete dias del mes de junio del año contado del nacimiento de nuestro Señor Jesuchisto de mil seyscientos cinquenta y cinco", el visitador general "Francisco Xarque, canónigo Penitenciario" de la "Chatedral de la ciudad de Santa Maria de Albarrazin, comisario del Santo Oficio y dean electo", estando la sede vacante por fallecimiento de su titular Martín de Funes Lafiguera (1645-1653), dio posesión a Pedro Valero Diaz de su patronato en la Iglesia de Alobras (1655):
  • <Y dicho señor Visitador despues de haber dicho la missa mayor en presencia y con asistencia del licenciado Francisco Matheo rector de dicha villa y del Justicia, jurados y otras muchas personas que alli se hallaron, vezinos y avitadores de dicha villa, tomando de la mano derecha a dicho Pedro Valero Diaz lo entro en dicha capilla y andubo por ella y luego se sento en el banco donde tiene asiento, al lado de la espistola y andubo en donde tiene entierro y hizo las demas cosas que en semejantes actos y posesiones se acostumbran hacer, con lo qual dicho señor Visitador le dio la posesion pacifica de dicha capilla, asiento y entierro, sin contradiccion de personas alguna, antes bien con aplauso de todos los que alli se hallaron presentes y en ello interpusieron su auctoridad y decreto judicial y ordinario en juicio de Visita tal qual de derecho vel alias se requiere y es necesario>.[2]

Tras el fallecimiento del obispo Martín de Funes (en 1653), la sede de Albarracín estuvo vacante hasta el nombramiento del caminrealino Jerónimo Salas Malo de Esplugas, el 26 de mayo de 1654, que no tomó posesión hasta un año después, el 17 de septiembre de 1655, ocupando la sede hasta su fallecimiento en 1664. Continuando con el comentario del texto citado vemos que, a requisitoria de Pedro Valero Díaz I, del referido acto de toma de posesión se levantó acta notarial, actuando como testigos los presentes: mosén Antonio Pérez y Christobal Nabarro, habitantes de la ciudad de Albarracín. Signa el notario público, Diego López de Sepulbeda, asimismo residente en Albarracín, y el doctor Francisco Xarque, Visitador General, rubricado, con el sello del Cabildo de Albarracín.

Cuando el Visitador General de la diócesis da la posesión de sus derechos en la iglesia de Alobras (en 1655) a Pedro Valero Díaz I, éste ya había otorgado testamento (lo había dispuesto el 7 de noviembre de 1654). Entre las mandas testamentarias vemos que el matrimonio (formado por Pedro Valero y su esposa Juana Asensio) ordenaba su supultura en la iglesia de Alobras, “y si muriesen antes de terminar la construcción de dicha iglesia serán depositados en la de Terriente (donde moraban) para ser trasladados a aquella” posteriormente. Ello permite saber que a la fecha del testamento (1654) la iglesia de Alobras todavía estaba construyéndose. Asimismo, “dejan una cantidad para velas que han de arder en el traslado del Santísimo (de la vieja) a la nueva iglesia”, disponiendo “que sean trasladados a la capilla de san Juan Bautista del nuevo templo los restos de Francisco Valero Díaz y María Valero, padres del fundador de la nueva iglesia y de otros ascendientes”.[3]

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Vista general (occidental) del olmo de Alobras (Teruel) en primavera, con detalle de la casa abadía al fondo (2016).

Como destaca Tomás Laguía, hay una circunstancia que cabe tener en cuenta, y es el hecho de que la villa de Alobras se hallaba en el condado de Fuentes. La construcción de una iglesia en una de sus villas constituía un asunto trascendente, del que el conde de Fuentes no podía dejar de tener conocimiento, “premiando un rasgo de tanta generosidad como el practicado por la ilustre familia” de los Valero Díaz. Ello explica la existencia de un documento datado en Teruel -de fecha 9 de marzo de 1657- mediante el que Pedro Dolz de Espejo y Arnal, gobernador del condado en tierras de Teruel y Albarracín concede ciertas exenciones al fundador de la iglesia y a sus descendientes, porque “hayan hecho y acabado de edificar dicha Iglesia con todos sus cumplimientos y haver hecho y cumplido todo lo que a ellos tocava”, señalando:
  • <[…] que de hoy en adelante sean libres, exentos de pechas, sisas, alcabalas, imposiciones, servidumbres real ni vecinal, ni puedan contribuyr en otros derechos ni cobranzas real ni vecinal que los ombres de condicion de digno servicio de dicha villa de Alobras suelen contribuyr, antes bien puedan gozar y gozen de dicha villa de Las Alobras de todos y cada unos privilegios, libertades, inmunidades que los caballeros e hijos de Algo y Infanzones pueden y devan gozar. Y asimismo damos por libre e inmune al dicho Iltes. Don Pedro Valero Diaz y a sus sucesores de qualisquiere cargos, oficios, assi los honoríficos como los de carga y servidumbre, assi concegiles como particulares en que dicha villa de Las Alobras les pueda nombrar. Y assi mesmo atendido que los despojos de la Iglesia vieja me haya constado se han empleado en la Iglesia nueva y no seria justo que al dicho Don Pedro Valero Diaz ni a los que le hayan asistido en haberla despojado les venga por dicha accion mal ni daño alguno, por el presente quiero, consiento y me plaze que no se les pueda pedir de dichos despojos de dicha Iglesia vieja quenta alguna al dicho Iltre. Don Pedro Valero ni a los que en dicha action los hubieren asistido>.[4]

Más adelante, en el mismo documento se insta a las autoridades de la villa que respeten las exenciones concedidas a los herederos de los fundadores de la iglesia de Alobras, y no las contravengan “so pena de mil sueldos jaqueases a cada uno de dichos Justicia, jurado y consejeros aplicaderos a los cofres del dicho Iltre. Sr. Conde de Fuentes”, “amas de incurrir en nuestra hira e indignación y de ser castigados a nuestro arbitrio”.

Por lo demás, lo habitual entonces era que los poseedores de una capilla la dotaran con una fundación. Esta es la razón de que Pedro Valero Díaz II, sobrino del fundador comisionara al capellán del rey para instituir una capellanía en la capilla de San Juan Bautista de Alobras (situada a la epístola del altar mayor). Dice la escritura fundacional:
  • <Instituyo por el alma del dicho señor Dn Juan Valero (Díaz), una Memoria de quatro misas rezadas cada semana en la villa de Alobras del dicho Reyno de Aragon, obispado de Albarracin, en la Iglesia parroquial de San Favian y San Sebastián de ella… y las dichas misas se han de decir por el alma del dicho señor Secretario y de sus padres y hauelos y demas parientes en la capilla particular que en dicha Iglesia se ha hecho por la que tenian en la Iglesia antigua de dicha villa los padres de dicho señor Secretario para sus herederos y subcesores>[5]

El documento aportado por Tomás Laguía no trae fecha, pero podría datarse a finales del siglo XVII, siendo ya Pedro Valero Díaz II, el sobrino del fundador, Justicia de Aragón (1687-1700). Además del número de misas a decir cada semana en la capilla de los Valero de la iglesia parroquial de San Fabián y San Sebastián, el texto revela que los padres del fundador de la iglesia nueva de Alobras ya tenían una capilla en el viejo templo, “para sus herederos y subcesores”. Como puede observarse, la preocupación por la salvación del alma era una constante en la mentalidad de cierto sector de la sociedad del Seiscientos; el número de misas a decir por los difuntos evidencia, al tiempo que su preocupación por la salvación, su estatus y poder económico. Las misas testamentarias, como las capellanías, con el paso del tiempo resultaban onerosas de mantener, pues las circunstancias económicas familiares eran cambiantes, hasta el punto que los herederos dejaban de sufragarlas. La Iglesia, sin embargo, presionaba para que se mantuvieran, amenazando a los legatarios que incumplían el mandato testamentario, incluso con la excomunión: el último de los Quinque libri (Excomunión), solía referirse casi en exclusiva a este tipo de incumplimientos.

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Vista parcial (suroccidental) de los pies de la parroquial de Alobras (Teruel), con detalle de la entrada al recinto bajo el alto-coro, y el campanario detrás, lado del evangelio (2016).

La fundación de los Valero Díaz fue seguida de otras, así vemos que a finales del mismo siglo XVII (1698), el doctor José Asensio de Ocón, canónigo de Albarracín, fundó la "capellanía del Rosario" en la capilla de este nombre de la iglesia de Alobras: dicha capilla se hallaba al evangelio, siendo la primera de este lado, frente por frente a la de San Juan Bautista, que era la de los Valero Díaz en el lado de la epístola. Dicha capellanía se denominó “de mosén Jorge de Ligros”, dado que fue instituida por mandato testamentario de su titular.[6] Más adelante, en la segunda década del siglo XVIII (1721), mosén Francisco Martínez, a la sazón rector de la iglesia parroquial de Alobras, fundó la capellanía de "Nuestra Señora de los Dolores", en el altar del Smo. Christo de la Buena Muerte.[7]

Sumariamente, la capilla de San Juan Bautista de la Iglesia de Alobras quedó como derecho familiar de los Valero Díaz –más concretamente de los descendientes de Pedro Valero Díaz I, toda vez que su hermano Juan Valero Díaz (el señor Secretario) falleció sin descendientes-: sucedió que con el paso del tiempo otros familiares de esta progenie pretendieron derechos de enterramiento en esta iglesia, lo que originó diversos pleitos. El más conocido fue el denominado “proceso de los Azcuitia”, incoado en el oficialato de la Curia de Albarracín -el 1 de abril de 1765-: el proceso duró varios años, provocando varios incidentes, hasta que el 26 de octubre de 1772, el provisor y vicario general de Albarracín (Antonio Lasala Gil), sentenció: “que los Azcuitia no tenían derecho a sepultura en la capilla de los Valero por no ser descendientes del hermano de don Juan Valero Díaz y por tanto con la mayor piedad han de ser exhumados los restos de los sepultados en la misma que no sean descendientes [...], trasladándoles al cuerpo de la Iglesia”.[8] Dicha sentencia no conformó sin embargo a los Azcuitia, que continuaron apelando...



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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde los pies del templo, con detalle de la nave central y capillas laterales, y el presbiterio al fondo (2017).

Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde los pies del templo, con detalle de la nave central y capillas laterales, y el presbiterio al fondo (2017).

La iglesia de Alobras a mediados del siglo XIX.
La siguiente descripción de la iglesia parroquial de Alobras la hallamos a mediados del siglo XIX (1845), de la pluma de Pascual Madoz (1806-1870), al que ya citamos en relación con otros datos relativos a la villa. Madoz dice de una iglesia parroquial puesta bajo la advocación de San Fabián y San Sebastián, atendida por un cura y un sacristán, cuyo curato es “de segundo ascenso”, provisto por el rey o el obispo, “según los meses en que vaca”, esto es, según cuando queda vacante, sin detallar los meses destinados a cada uno. En cualquier caso, se cubre “por oposición en concurso general” –anota-.

En relación con la construcción, explica que el edificio se reedificó en 1651 –lo cierto es que se construyó de novo-, “á espensar de D. Juan Valero Diaz, secretario de S.M. é hijo de Alobras”, personaje ya conocido por el lector. Como cantero o maestro de obras actuó “Pedro Palacios y otros arquitectos”. Como dato curioso merece la pena anotar que existe otro Pedro Palacios, cuyo nombre aparece grabado en la campana “Pequeña” de la parroquial de Tormón, aunque éste es de finales de1 siglo XIX (1880).[9] Del exterior de la iglesia de Alobras, destaca “la portada de piedra sillería” y 10 estribos de 10,5 varas de de alto (8,35 m), y “un pórtico cubierto con 18 palmos de fondo”, con dos estatuas labradas en piedra de los santos titulares, “y la torre que contiene el relox”. No dice qué tipo de reloj posee la torre, aunque hoy puede verse uno de sol en la fachada meridional, a la derecha del pórtico.

Tocante al estilo del templo, define su arquitectura como “de orden toscano”. El denominado “orden toscano” se halla fuera de los órdenes arquitectónicos clásicos (dórico, iónico, corintio), aunque se le hace derivar del dórico, del que se entiende como una reducción. Su interior lo describe dividido en tres naves:
- una central de 33 varas de longitud, 10,5 de ancho y 12 de alto.
- dos laterales de 19 varas de largo, 4,5 de ancho y 7 de alto.

Medidas de la iglesia parroquial de Alobras, según Madoz (1845).

Largo
Ancho
Alto
Nave central
33 varas= 27,55 m
10,5 varas= 8,76 m
12 varas= 10,02 m
Naves laterales
19 varas= 15,86 m
4,5 varas= 3,75 m
7 varas= 5,84 m
Elaboración propia (2017). Nota: para el cálculo, 1 vara equivale a 0,835 m.

Mediado el siglo XIX, el templo poseía diez altares, el mayor de orden corintio, arreglado “con muy buenas pinturas”. El corintio es el más peripuesto de los órdenes arquitectónicos clásicos, similar al jónico, del que se distingue por el tamaño y la forma del capitel. Refiere también la existencia de coro y sacristía, ambos espacios “muy capaces”, amplios, y “un órgano de octava corta”.[10] Menciona también la existencia de reliquias de los santos patronos (san Fabián y san Sebastián), a más de otras, veneradas desde principios del siglo XVIII (1726).


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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle de las capillas laterales del evangelio (2017).


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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle de las capillas laterales de la epístola (2017).

La iglesia de Alobras durante la Revolución Española de 1936.
La iglesia parroquial de Alobras, como tantos otros municipios de la zona, tampoco se libró de los efectos de la Revolución Española de 1936. El Estado Número 3 de la Causa General, ramo de Alobras, Partido judicial de Albarracín, recoge los hechos relativos al asunto en un escueto texto:
  • <Fecha en que se cometió el delito/ Sucinta relación del hecho delictivo: 21 de agosto de 1936, a la llegada de las/ fuerzas rojas a esta población, procedieron a/ la destrucción de objetos de la Iglesia Pa-/rroquial de este pueblo (intacta hasta dicha fecha)/ No se tiene noticia de otros hechos.// Nombre y domicilio del perjudicado: El Culto o Clero.// Personas sospechosas de participación en el delito: Sus nombres o apellidos/ Su paradero actual: Se ignora por/ ser personas des-/conocidas>[11]

El documento lo firman en Alobras, a 16 de diciembre de 1940, el Alcalde: José Murciano y el Secretario: Rafael Mora. Como puede observarse, el registro es escueto, se limita a decir que en tal fecha, a la llegada de las fuerzas republicanas a la población, procedieron a destruir los objetos de la iglesia parroquial (no menciona la ermita de San Roque), sin entrar en el detalle de los objetos (altares, imágenes, retablos, objetos de culto, ornamentos...), ni si se vieron afectadas las campanas, tampoco dice nada respecto al uso posterior del templo.

Cronograma de hechos irreligiosos en otros pueblos próximos: Alobras, Tormón y Veguillas (1936).
Municipio
Fecha
Descripción del hecho
Veguillas
1936/08/18
<a la llegada de las fuerzas/ rojas a este pueblo, procedieron éstas a la/ profanación y quema de los objetos/ que había en la Iglesia>

Alobras

1936/08/21
<a la llegada de las/ fuerzas rojas a esta población, procedieron a/ la y destrucción de objetos de la Iglesia Pa-/rroquial de este pueblo>
Tormón
1936/08/30
<Obedeciendo a una orden di-/manante del Cuartel General/ de fuerzas rojas, instalado/ en Torrebaja (Valencia), fue des-/truida la Iglesia, en cuyo hecho/ viéronse obligados a participar/ casi la totalidad de los vecinos>
Elaboración propia (2017).

Atendiendo a la cronología temporal, observamos que los hechos ocurridos en los tres pueblos reseñados son similares, primero en Veguillas de la Sierra, después en Alobras y finalmente en Tormón, evidenciando que las “fuerzas rojas” iconoclastas llegaron vía Arroyo Cerezo, aldea de Castielfabib (Valencia), y fueron avanzando en sentido sur-norte. En el Royo se produjeron hechos similares, constando abundantes testimonios en este sentido; aunque desconocemos las fechas, cabe pensar que tuvieron lugar a la vez que en Veguillas o pocos días antes.[12]


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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle de la segunda capilla de la epístola (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle del púlpito de obra, sin tornavoz, situado entre la primera y la segunda capilla de la epístola (2017).

Visita guiada a la parroquial de Alobras.
Al llegar a Alobras procedentes de Veguillas de la Sierra, lo primero que llamará la atención del visitante es un copudo olmo negrillo circundado por un poyo circular de piedra con una fuente delante, y junto al árbol –en posición septentrional del mismo- una grandiosa iglesia con pórtico y campanario. Sorprende que en lugar tan humilde puede encontrarse templo tan espacioso –y magnífico-; aunque el hecho dejará de sorprendernos conforme visitemos otros lugares de la Sierra de Albarracín, tal el caso del vecino Jabaloyas, otro pueblito minúsculo con grandioso templo (realmente, iglesia-fortaleza).

El templo de Alobras es un edificio exento, al que se le adosan las tapias del cementerio por la parte de la cabecera, de forma que el recinto cementerial cierra el perímetro oriental de la plaza donde se ubican templo y olmo. En las capitulaciones firmadas entre los representantes del fundador y el Concejo de Alobras de 1651 se alude a una iglesia vieja, cuyo solar –al construirse la nueva iglesia- debería destinarse a cementerio –dice el texto-: “que hecha y acabada que fuera la dicha Iglesia y trasladado el Santísimo de la vieja a la nueva se deshiciere y derribare la vieja para universal cimenterio”. Ello permite aventurar que el actual camposanto de Alobras fue el solar de la iglesia anterior, la cual estuvo vigente hasta la construcción de la nueva, momento en que se trasladó el Santísimo a la nueva fábrica, derribándose la vieja. Hipotéticamente podemos pensar que el anterior cementerio se hallaría junto a los muros del viejo templo, de forma similar a lo que sucede con la actual Ermita de San Marcos (antigua ermita de la Sma. Trinidad) en Veguillas de la Sierra, siguiendo la antigua tradición medieval: inhumatio ad sanctos.[13]

La fábrica del templo impresiona por su solidez y buena factura, posee planta alargada, orientada al estilo antiguo –este (cabecera), oeste (pies)-, con torre campanario cuadrangular a los pies, lado del evangelio y entrada abierta en el muro meridional, ligeramente descentrada hacia los pies, luciendo un admirable pórtico, “con dos estatuas labradas en piedra de los santos titulares” –refiere Madoz-. En la actualidad, sin embargo, dentro del pórtico, sobre el arco de medio punto de la entrada, puede verse una hornacina renacentista con cúpula avenerada y la imagen de san Sebastián atado a un tronco de árbol, flanqueada por dos grandes escudos labrados. Los escudos muestran en un cuartel un campo de gules con castillo de plata y tres torres, de la del homenaje emerge un brazo armado con espada. En la parte cimera de cada escudo luce una celada con penacho de plumas, mirando hacia dentro. El escudo o blasón tiene una leyenda: VALER O MORIR.

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Vista de la hornacina avenerada con la imagen de san Sebastián atado a un tronco de árbol, con detalle le los escudos de armas de los Valero Díaz sobre la entrada, en el atrio exterior del templo (2015).

En la renovación de las Capitulaciones de 1655, se alude a estos escudos de armas: “Item que dicho señor Secretario como patron y fundador de dicha Iglesia pueda poner y fixar sus armas en el Altar Mayor que se ha de hacer y en su capilla y en las puertas de dicha Iglesia y en las demás partes de aquella que gustare ponerlas”.

Antes de entrar en el templo merece la pena observar con atención su exterior, apercibiéndose de que se halla rodeado en todo su perímetro por un grueso zócalo de piedra. posee además dos grandes machones en las esquinas (noroccidental y suroccidental) como refuerzo, y otros cuatro en las fachadas septentrional y meridional, sirviendo su concurso en la distribución de las capillas laterales. Probablemente se trata de los "10 estribos" a los que alude Madoz en su descripción del templo.

Para poder ver el templo por dentro tuve que hace cuatro viajes a Alobras, ya que en el pueblo nadie parecía saber quién tenía la llave, hasta que una vecina me comunicó que la mayoría de domingos se celebraba la misa, sobre las 11:00 horas. Así que como tenía gran interés en la visita, el 19 de febrero de 2017 subí de nuevo a Alobras. Llegué media hora antes del comienzo de la celebración religiosa, pero la iglesia ya estaba abierta, a la puerta había un señor de mediana edad con barba, que supuse el sacerdote. Saludé y me presenté, no me había equivocado, se trataba del cura párroco que venía a celebrar, desde Teruel. Cuando le expuse al cura el motivo de mi visita no me puso impedimento, amablemente me acompañó durante unos minutos, dejándome en libertad para hacer las fotografías que deseara.

La mañana del domingo era espectacular -alegre, primaveral-, el cielo azul pálido fue tornándose azul intenso conforme el día avanzaba. A estas fechas de febrero las yemas del olmo comenzaban a hincharse; si el tiempo no empeora, en pocas semanas se iniciará la floración, y las nuevas hojas del centenario árbol renovarán su esplendor. Mientras hablaba con el clérigo se fueron acercando algunas mujeres a la iglesia; tras saludarse se quedaron charlando en el pórtico, procedían de los distintos barrios del pueblo. El pórtico es amplio, alto y bien labrado, en el frontis luce una hornacina con la imagen asaeteada de san Sebastián atado a la columna; los escudos del fundador le flanquean por ambos lados. La entrada en arco de medio punto enmarca un portón de dos hojas de vieja madera chapada con clavos. En algunos puntos aparecen orificios circulares, según me explicaron corresponden a disparos de fusil, cuando la guerra.

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle de la primera capilla de la epístola (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la primera capilla de la epístola, con detalle del púlpito y un antiguo confesonario (2017).

El interior del templo es agradable, su amplio espacio iluminado por tres altos ventanales encristalados, a cuyo través pentran suaves rayos de sol procedentes del sureste; las ventanas septentrionales aparecen cegadas. Sobre el alto coro, situado a los pies, hay también un ventanal alumbrando el recinto. En la difusión de la luz colaboran los verdes claro y pastel en que está pintado el templo. El piso se halla enlosado por baldosas bermellones, en las que otras blancas trazan figuras geométricas. En mi primera visita al lugar, hace de estos una veintena de años, el piso era similar al que todavía luce la iglesia parroquial de Tormón, basado en ladrillos de barro cocido separados por estructuras rectangulares de madera. Se trataba del piso antiguo del templo, reservado para enterramientos (inhumatio apud ecclesiam).

Los bancos de madera están distribuidos en dos grupos, dejando un pasillo central hasta el presbiterio. Posee una amplia nave central con cúpula de cañón y lunetos, y dos laterales con cúpula de arista. El presbiterio, cuadrangular, se halla a la cabecera, un escalón por encima del piso del templo. El recinto posee cornisa alta en los muros laterales, dejando libre el testero, luce altar exento en la parte anterior -sin retablo-: en su lugar hay un crucifijo y bajo éste una hornacina con una imagen de la Virgen. A ambos lados de la concavidad, por debajo de ésta y a distinta altura dos ménsulas, la superior (derecha) soporta una imagen y la inferior (izquierda), un libro abierto sobre atril. El resto del espacio está vacío, con la excepción de algunos cuadros –entre los que destaca un óleo del siglo XVII con la presunta imagen del Secretario-, el ambón o atril de lectura y algunos otros objetos litúrgicos. Al fondo derecha hay una puertita que lleva a una pequeña capilla, tras el testero, donde se celebra la misa dominical cuando hay poca gente, que es la mayoría de veces.

El espacio del templo avanza de los pies a la cabecera mediante cuatro grandes arcos soportados sobre pilastras adosadas a las columnas que conforman las capillas laterales. Las pilastras poseen somera cornisilla alta en el arranque de los arcos de la nave, como las columnas, éstas más bajas, dispuestas en el nacimiento de las arcadas de las capillas: formadas éstas por amplios arcos de medio punto abiertos a la nave, comunicándose entre ellas mediante otros del mismo estilo, pero menores, que conforma un pasillo a cada lado. Hay cinco capillas, dos a la epístola y tres al evangelio. La tercera de la epístola la ocupa el atrio interior de la entrada.

Entre la primera y la segunda capilla de la epístola hay un púlpito de obra sin tornavoz, en el frontis de la caja luce el monograma de Cristo –JHS: Iesus Hominum Salvator- sobre fondo rojo. La etimología popular (paretología) explica el criptograma con distintos significados: Jesús Hombre y Salvador/ Iesus Hierusalem Salvator/ Jesús Hijo y Señor. La primera capilla del lado de la epístola posee altar adosado de obra con retablo, formado por columnas de madera dorada (enmarcando un cuadro encristalado de la Virgen) procedente de algún otro retablo anterior barroco. En la parte alta luce un triángulo equilátero en yeso coronado con una cruz. En la segunda capilla de ese lado hay un altar de obra adosado, con retablo de obra y distintas imágenes.


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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle del presbiterio (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle de la hornacina con la imagen de la Virgen en el testero, bajo en crucifijo (2017).

El alto coro se halla a los pies, sobre amplio arco rebajado, actualmente tapiado para conformar un recinto bajo el coro, al que también puede accederse desde el exterior, a modo de centro parroquial. Lo más destacable es una magnífica baranda de hierro forjado con grueso pasamano de madera, probablemente el que originariamente tuvo el templo. La baranda está formada por tres semicírculos, mayor el central, en cuya base lucen unas estupendas veneras de yeso de dieciséis estrías: la venera es un motivo ornamental-decorativo en forma de concha, relacionado con ritos de iniciación, fecundación y peregrinación, muy utilizado en arquitectura, cúpulas de hornacinas, pechinas y trompas de cúpula.

La primera capilla del evangelio posee altar de obra adosado con la imagen de san Roque, la segunda de ese mismo lado posee altar de obra adosado con hornacina, enmarcada ésta por arco y pilastras, con la imagen de un santo varón barbado que porta como atributos una canastilla con dos palomas en su mano izquierda, y un bastón en la derecha. La tercera capilla de ese lado posee altar de obra adosado con imágenes del Sagrado Corazón.

En el centro de la cúpula de cada tramo de la nave -y capillas laterales- hay un florón de yeso, con la excepción del presbiterio que parece haberlo perdido.

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle del alto-coro situado a los pies del templo (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle del alto-coro situado a los pies del templo (2017).

Al alto coro -y al campanario- se accede por una puerta bajo el coro situada al lado el evangelio. El coro, iluminado por una ventada cuadrangular encristalada abierta en el muro occidental, es un espacio amplio en el que destaca la baranda de hierro con grueso pasamano de madera, poseía también una sillería, actualmente desaparecida. Desde el alto coro puede admirarse una estupenda vista de la nave, y las capillas laterales. La misma escalera continúa hasta el piso de campanas, se trata de una escalera de yeso tipo castellano, con atoques de madera en algunos tramos. La parte superior es más estrecha, y oscura. Al piso de campanas se accede por una puertita de madera en regular estado. Posee dos campanas, una grande en el hueco que mira a poniente, vaciada en 1769, con epigrafía y cruz, y otra pequeña, tipo “campanico”, en el hueco septentrional bajo el titulo de "san Roque", fechada en 1787. Desde los distintos vanos se observan estupendas vistas del caserío, con la excepción del oriental, parcialmente cegado. Las palomas siguen siendo el problema principal de los campanarios; para protegerlos hay que colocar por dentro de los vanos tela metálica u otro elemento similar que impida su acceso a las aves; de lo contrario se llenan de palomina, con los peligros que conlleva.



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Detalle de la "campaña grande" (1769) de la parroquial de Alobras (Teruel), situada en el hueco occidental (2017).

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Detalle del "campanico" (1787) de la parroquial de Alobras (Teruel), situado en el hueco septentrional (2017).

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Detalle de la estructura de madera que soporta la cobertura piramidal (a cuatro aguas) del campanario de Alobras (Teruel), 2017.


Del campanario llaman la atención su solidez, basado en piedra sillera en los vanos y la estructura interior de la cobertura de madera, que soporta una cúpula piramidal de teja a cuatro aguas, coronada por cruz de forja con veleta.


Ermita de San Roque.
La ermita de San Roque, patrón de Alobras, se halla sobre un montículo al poniente del lugar, en la margen derecha del camino de Javaloyas. Se trata de un edificio de planta alargada, orientado según la viga cimera de este (cabecera) a oeste (pies), basado en mampostería ordinaria, con sillares en las esquinas.

Tras la última rehabilitación (1989), los muros han sido remozados. La cobertura es a dos aguas, tipo par hilera con tabicas, y alero de doble hilada basado en ladrillo y teja. Posee una entrada abierta en el muro meridional, descentrada hacia los pies, basada en arcada de medio punto con dovelas labradas, y una ventana de culto en el muro occidental, cerrada.
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Vista general (suroccidental) de la Ermita de San Roque en Alobras (Teruel), fábrica del siglo XVIII, con detalle de la ventana de culto a los pies (2017).

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Vista parcial (meridional) de la Ermita de San Roque en Alobras (Teruel), con detalle de la entrada, basada en dovelas labradas formando arco de medio punto (2017).
En uno de los sillares del ángulo suroccidental, bajo el alero, puede verse una cruz labrada y bajo ésta una fecha –AÑO 1785-: que podría corresponder a la data de construcción del edificio. Sobre la dovela central de la entrada hay otra cartela: REPARADO/EN 1989. A falta de mejor opinión, dicha cartela podría haberse labrado con mejor grafía, o haberla colocado en lugar menos visible.

El interior de la ermita muestra una sola nave, en la actualidad vacía de objetos de culto: el 16 de agosto de cada año se celebra una procesión desde la iglesia, con la imagen del santo patrón, que está en la parroquial.


La toponimia en el paisaje alobreño.
Como tantos otros municipios del entorno comarcal, Alobras posee una rica toponimia, que de no recogerse de inmediato se perderá para las próximas generaciones: buen ejemplo a seguir es el trabajo de Faustino Archilaga Valero y Lourdes Ortiz Giménez, autores de “Los nombres en el paisaje de Tormón”, con ocho rutas para conocer el entorno. La compilación corrió a cargo de la Asociación Cultural de Tormón, patrocinada por el Ayuntamiento de la villa y financiada por la Diputación de Teruel.

Entre los lugares de interés en Alobras destaca la denominada “Ruta del Barranco de las Tejadas”, un trayecto de apenas cinco kilómetros que comunica la localidad con el río Ebrón. El sendero discurre paralelo a la Rambla de Alobras en su marcha por el sinuoso barranco de la Tejadas, atravesando la vega del arroyo hasta la desembocadura del barranco en el Ebrón. El recorrido puede empalmarse con la ruta de los Estrechos del Ebrón.[14]

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Vista general (occidental) del monumental "Pino Ramudo", ya extinto, situado al poniente de la villa de Alobras (Teruel), 2017.

Existen también varios veneros: la fuente del Berro, la fuente del Peral, la fuente de los Casamientos... La de los Casamientos posee pilón y abrevadero, se halla en un cruce de caminos del término, donde se reunían tradicionalmente los vecinos para beber, descansar y charlar, y cuenta la leyenda que allí se concertaban acuerdos matrimoniales entre los jóvenes de la zona, fechas de cortejo, bodas y dotes.

Pero hay algo que el visitante que acuda a Alobras no debe perderse de ninguna manera, y son sus monumentales árboles: la Carrasca de las Raboseras, el Olmo de la Plaza, el Pino Ramudo (lamentablemente extinto), el Quejigo de la Molinera, el Quejigo del prado del Hontanar, la Sabina de las Cejillas, etc., árboles todos ellos centenarios que han conocido el paso de generaciones de alobreños por este paisaje.


Palabras finales, a modo de epílogo.
Observando la iglesia de San Fabián y San Sebastián de Alobras, y el olmo centenario plantado en el centro de la plazuela, el visitante podrá concluir conmigo que sin el templo ni el árbol la villa es bien poco, apenas un pueblito medio deshabitado perdido entre las montañas del extremo meridional de la Sierra de Albarracín, y que no se halla en el mejor momento de su larga historia.

La primitiva vicaría del lugar data de mediados del siglo XVI (1553), teniendo ya pila bautismal y cementerio. Pero la primera descripción de su iglesia data, sin embargo, de principios del siglo XVII, la conocemos merced a la descripción de Sebastián de Utienes (1618). Debía tratarse de una iglesia sencilla, de una sola nave con cubierta de madera, el altar mayor de pincel -con una imagen del titular (San Sebatián) y otra de San Fabián-: en aquella época todavía no compartían titularidad estos santos mártires. Como en la mayoría de los casos, desconocemos el motivo por el que el templo fue puesto bajo la invocación de dichos titulares, y no de otros.

A la hora de renovar su templo, los alobreños tuvieron suerte, pues en la villa habia nacido un personaje que adquirió cierto renombre en su tiempo –Juan Valero Díaz, hijo del notario local que acabó siendo secretario del Conde de Lemos, posteriormente Secretario del Rey en el Consejo Supremo de la Corona de Aragón-: sus cargos debieron reportarle influencia y una gran fortuna, parte de ella la invirtió sin embargo en la construcción de la nueva iglesia parroquial de Alobras, la misma que todavía podemos ver y admirar. ¿Qué impulsó al señor Secretario a costear la construcción de tan majestuoso templo? Tomás Laguía responde que fue el “amor a su pueblo natal”, digamos la querencia por su tierra, lo cual es perfectamente creíble. Sus padres ya poseían capilla en el viejo templo, y él quiso ampliar sus prerrogativas construyendo un nuevo templo con el propósito de tener también allí capilla (la de San Juan Bautista, primera de la epístola), al tiempo que derecho de asiento en el primer banco, amén de enterramiento para él y sus descendientes.

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Vista parcial del caserío de Alobras (Teruel), desde las eras, barrio de Abajo (2017).

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Detalle de escudo nobiliario en la dovela central de un arco de medio punto situado en una vivienda del barrio de la Iglesia en Alobras (Teruel), 2017.
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Detalle de construcción tradicional (vernacular) en el barrio de Abajo de Alobras (Teruel), con detalle de muro de piedra en seco (2017).

Más allá de las concepciones historicistas, materialistas de la historia, en toda interpretación histórica hay cuestiones inaprensibles. Ello me hace suponer que lo que realmente llevó a Juan Valero Díaz a construir el nuevo templo de Alobras fue su fe –debió ser una fe inmensa-, quizá manifestación y reflejo de la gran preocupación de las gentes de su tiempo y condición por la salvación de su alma, como lo revelan las Capitulaciones de 1651, por las que la villa le dio el “Jure Patronatus de dicha Iglesia, como fundador de ella”. Su principal condición para la construcción fue la reserva de una capilla a la epístola “para dicho señor Secretario, hermano y sobrinos de aquel y sus descendientes, teniendo en ella asiento y entierro, assi por linea maculina como femenina, sin pagar derecho alguno de entierro, ansi a la Mitra episcopal como a la fabrica de dicha Iglesia”. En el siglo XVII eran habituales los entierros dentro de las iglesias (inhumatio apud ecclesiam), y cuanto más cerca del Altar Mayor, mejor. Juan Valero Díaz, el Secretario del rey y patrón de la nueva iglesia falleció antes de concluir las obras, siendo enterrado en Madrid, donde residía. Pero su hermano Pedro Valero Díaz I y la esposa de éste (Juana Asensio de Pradas), en su testamento (1654), estiman conveniente “dejar una cantidad para las velas que han de arder en el traslado del Santísimo a la nueva iglesia”, disponiendo al mismo tiempo “que sean trasladados a la capilla de san Juan Bautista del nuevo templo los restos de Francisco Valero Díaz y María Valero, padres del fundador de la nueva iglesia y de otros ascendientes”.

Viendo el magnífico templo de Alobras no podemos dejar de pensar en la admiración que su construcción causaría a los vecinos del lugar y pueblos aledaños, al ver cómo la construcción iba creciendo en altura y belleza. Es de pensar que la mayoría de obreros serían de la villa, aunque también vendrían canteros y especialistas de otros lugares. El edificio lo diseñó un tal Pedro Palacios, y otros arquitectos (Madoz, 1845). Con un pequeño esfuerzo podremos imaginar cómo fue la construcción y las novedades y expectativas que produciría en el pueblo, merced a la gente foránea que entablaría relaciones con los lugareños, ya que vivirían entre ellos. La construcción duró unos cinco años, y algunos forasteros es posible que incluso se quedaran a vivir en la villa, bien por matrimonio u otras razones. Durante la construcción del nuevo templo se conservó el viejo. A la finalización tuvo lugar el traslado del Santísimo al nuevo recinto, momento en que el viejo templo fue demolido: su solar fue destinado a "universal cimenterio" y “los despojos de aquella assi de madera como de texa, Altar Mayor, sagrario y otras cossas” quedaron como propias del señor Secretario, con la condición de emplearlo en benéfico del nuevo templo, “y si fuere a propósito el retablo mayor de dicha iglesia vieja para la capilla de dicho señor Secretario, lo pueda fixar y poner en ella o en cualquier otro lugar y parte de dicha Iglesia nueva, pues en ella a de poner y hacer nuevo Altar y sagrario”. Desconocemos si el Altar Mayor y sagrario de vieja iglesia fue puesto en la capilla de San Juan Bautista, es de pensar que aprovecharía todo lo que valiera.

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Vista general (septentrional) de la parroquial de Alobras (Teruel) desde las eras del barrio de Abajo, con detalle del cementerio a la cabecera (2017).

Concluida la iglesia fue entregada a los oficiales de la villa y al Rector, siendo estos responsables de su mantenimiento, “assi en los texados como en todo lo demas”, con la excepción de la capilla de San Juan Bautista, cuya conservación quedaría por cuenta de su patrono y sucesores. La cláusula incluye un detalle de interés, y es que los herederos del señor Secretario en el Patronato de la iglesia “sean parte legitima para hacer se hagan los reparos necesarios” para la conservación del templo.

La iglesia de Alobras y la de Tormón permanecieron como una sola parroquia durante siglos, la cabecera se hallaba en Tormón, pero los párrocos solían vivir en Alobras –quizá en razón de mejores comunicaciones, o tener casa Abadía más cómoda-. Esta situación permaneció hasta los años cuarenta del siglo XVII (1641), fecha en que ambas parroquias se establecieron de modo independiente. Diez años después de esta segregación tuvo lugar la Concordia entre los representantes del señor Secretario y el Concejo de Alobras, que dio inicio a las obras del nuevo templo (1651).

Con el correr del tiempo, aunque antes de finalizar el siglo XVII, un Valero Díaz instituyó en la capilla familiar una “Memoria de quatro misas rezadas cada semana”, “por el alma del señor Secretario y de sus padres y hauelos y demas parientes”. La capellanía y memoria creada viene a confirmar la gran preocupación de las gentes del Seiscientos por la salvación de su alma, de ahí las misas perpetuas en altares privilegiados, como lo era el de la capilla de San Juan Bautista en la parroquial de Alobras.


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Vista general (meridional) de la parroquial de Alobras (Teruel), con detalle del cementerio a la derecha y el olmo en primer plano (2016).

En suma: visitar Alobras constituye un viaje en el tiempo, viendo sus antiguas casas de piedra con escudos nobiliarios sobre arcos de piedra adovelados, rectos o en medio punto. Todavía quedan restos de su arquitectura tradicional (vernacular) en algunas viviendas, corrales y pajares de eras enlosadas. Algunas casas han sido restauradas al gusto rural, tratando de recupera el sabor antiguo, en definitiva perdido. Lamentablemente, otras han visto enlucidas sus fachadas, ocultando la piedra de su mampostería ordinaria, desperdiciando así la idiosincrasia constructiva del lugar –memoria estética de épocas no necesariamente peores-, signo por lo demás de tiempos triviales, en los que el pasado ha sido rechazado en aras de una presunta modernidad. La toponimia de sus calles y barrios -sin embargo-, conserva el destello de la vida antigua, cuando sus calles de tierra soportaban el trajín de gentes y animales, con la escuela repleta de críos, el lavadero lleno de mujeres y los campos todos cultivados. Permanece -no obstante- el paisaje de montes ondulados, en los que abundan los árboles centenarios (pinos, quejigos, sabinas), las agrestes ramblas y barrancos, los amables campos sembrados –o en barbecho-, y algunos ganados.

Con todo, la esencia del paisaje alobreño se resume en la estampa del secular olmo negrillo recortándose contra la mole pétrea de la parroquial de San Fabián y San Sebastián, cuya notable fábrica se alza majestuosa sobre el caserío de ambos barrios, y en el simbolismo del emblema de los Valero Díaz aplicado a la villa, “Valer o Morir” –aguantar o desaparecer, en espera de tiempos mejores-: no hay más remedio. Vale.


 
Véase también:
* ALOBRAS, PUEBLO DE TERUEL (I), del viernes 24 de febrero de 2017.
* ALOBRAS, PUEBLO DE TERUEL (y II), del viernes 24 de febrero de 2017.
* LIBROS, PUEBLO DE TERUEL (I), del martes 16 de mayo de 2017.
* LIBROS, PUEBLO DE TERUEL (y II), del martes 16 de mayo de 2017.
* TORMÓN, PUEBLO DE TERUEL (I), del miércoles 1 de febrero de 2017.
* TORMÓN, PUEBLO DE TERUEL (y II), del miércoles 1 de febrero de 2017.
* TRAMACASTIEL, PUEBLO DE TERUEL (I), del viernes 14 de abril de 2017.
* TRAMACASTIEL, PUEBLO DE TERUEL (y II), del viernes 14 de abril de 2017.
* VEGUILLAS DE LA SIERRA, PUEBLO DE TERUEL, del viernes 20 de enero de 2017.
* VISITA GUIADA A LOS ESTRECHOS DEL EBRÓN (I), del viernes 13 de enero de 2017.
* VISITA GUIADA A LOS ESTRECHOS DEL EBRÓN (y II), del viernes 13 de enero de 2017.



[1] Relación Sumaria, II, fol. 313. Ms. del Archivo Diocesano Albarracín [ADA]. Citado por TOMÁS LAGUÍA (1964), p. 12. 
[2] [ADA], Procesos civiles, 2ª serie, núm. 62, fol. 173. Citado por TOMÁS LAGUÍA (1964), pp. 13-14. 
[3] Id, Ibídem, fol. 231. Citado por TOMÁS LAGUÍA (1964), p. 14.
[4] TOMÁS LAGUÍA (1965), p. 16.
[5] [ADA], Libro de las Capellanías, fol. 42. Citado por TOMÁS LAGUÍA (1964), pp. 17-18. 
[6] Id, Ibídem, fol. 44 y Relación Sumaria II, p. 314. Citado por TOMÁS LAGUÍA (1964), p. 18. 
[7] Id, Ibídem, fol. 46. 
[8] Id, Procesos civiles, 2ª Serie, número 62, fol. 133. Citado por TOMÁS LAGUÍA (1964), p. 19. 
[9] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Tormón, pueblo de Teruel (y II), del miércoles 1 de febrero de 2017. 
[10] <Hasta principios del s. XIX se construían órganos con menos notas en la primera octava - octava corta -. De esta manera la octava más grave del teclado presentaba una distribución distinta de los tonos, desapareciendo las notas DO# - RE# - FA# y SOL#.> Vid Delegación de liturgia, Diócesis de San Cristóbal de La Laguna: Consola de órgano: teclados y registros (Consultado el 15 de febrero de 2017) 
[11] Archivo Histórico Nacional [AHN], FC-Causa General, 1416, Exp. 42,10/12. 
[12] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009). Aurora Sánchez Fortea, la persistencia de la memoria, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, p. 61. ID (2011). El expolio de las iglesias y ermitas de Castielfabib durante la revolución, con detalle de los daños, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, p. 320.
[13] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Veguillas de la Sierra, pueblo de Teruel, del viernes 20 de enero de 2017. 
[14] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Visita guiada a los Estrechos del Ebrón, entre El Cuervo y Tormón (I y II), del viernes 13 de enero de 2017.



ARCHIVO FOTOGRÁFICO:
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Detalle la venera de dieciséis estrías situada a los pies de la baranda del alto-coro de la parroquial de Alobras (Teruel), 2017.
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Detalle de florón de yeso situado en la cúpula de la nave central de la parroquial de Alobras (Teruel), 2017.
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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde el alto-coro, con detalle de la barranda y nave central (2017).
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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde el alto-coro, con detalle de la  nave central, capillas laterales y presbiterio (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde el alto-coro, con detalle de la  nave central, capillas laterales y presbiterio (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde el alto-coro, con detalle de la  nave central, capillas laterales de la epístola y presbiterio (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde el alto-coro, con detalle de la  nave central, capillas laterales del evangelio y presbiterio (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde el alto-coro, con detalle de la  cúpula de cañón con lunetos y florones (2017).

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Vista interior de la parroquial de Alobras (Teruel) desde la nave central, con detalle de la  baranda del alto-coro, basada en hierro forjado y pasamano de madera (2017).


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