jueves, 22 de febrero de 2018

PINTURAS RUPESTRES EN EL RODENO: ABRIGOS DEL PRADO DE TORMÓN.


Recorrido por los abrigos del Prado de Tormón, 
correspondientes al Parque Cultural de Albarracín.



“El arte levantino español
es el legado más vivo que el hombre prehistórico
ha transmitido a las sociedades modernas”
-Antonio Beltrán Martínez
en El arte rupestre en la provincia de Teruel (1989)-.












A modo de introducción.
La entrada se refiere en exclusiva a las Pinturas rupestres del Rodeno de Tormón, conjunto de abrigos de arte rupestre prehistórico que forman parte del Parque Cultural de Albarracín. El parque se halla al este de la provincia de Teruel, siendo su principal característica los densos pinares que crecen al amparo de los rodenales, un paraje excepcional donde el paisaje se convierte en patrimonio.

Regulado por la Ley 12/1997, de 3 de diciembre, de Parques Culturales de Aragón, el Parque Cultural de Albarracín fue declarado como tal el 22 de mayo de 2001 (Decreto 107/2001). Ocupa una extensión de 62.020 hectáreas y se extiende por cinco términos: Albarracín, Bezas, Pozondón, Ródenas y Tormón, municipios pertenecientes a las comarcas Sierra de Albarracín y Comunidad de Teruel.

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Sendero por el arte rupestre de Tormón, Guía didáctica editada por el Ayuntamiento de Tormón en colaboración con la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón (2017).

Resumidamente, además de los valores medioambientales que comparten, los principales réditos del Parque Cultural de Albarracín incluyen otros particulares como los citados Abrigos rupestres prehistóricos, el Conjunto histórico-artístico de Albarracín, el Acueducto romano entre Cella y Albarracín, el casco histórico de Ródenas y Pozondón, los Estrechos del Ebrón en Tormón y la Laguna de Bezas.

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Mapa del Parque Cultural de Albarracín con reseña de los municipios que lo forman: Pinturas rupestres, Grabados rupestres, Yacimientos arqueológicos, Iglesias y ermitas, Castillos y Espacios naturales [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 7]..

Para nuestra exposición nos centraremos en los Abrigos rupestres prehistóricos de Tormón -el recorrido puede hacerse siguiendo dos rutas distintas-: una corta limitada al Prado de Tormón (incluye cuatro abrigos) y otra más larga, descendiendo por el barranco de la Casa Forestal (incluye seis abrigos). La muestra de hoy se refiere a la ruta corta, en el entorno de la mencionada Casa forestal, y supone los siguientes abrigos –por orden alfabético-: Cabras BlancasCeja de PiezarrodillaCerrada del Tío Jorge y Paridera de Tormón. Para su descripción, sin embargo, seguiremos el orden de su ubicación en la trayecto, partiendo de la Casa Forestal de Tormón.


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Mapa de distribución del arte rupestre levantino [Tomado de Beltrán Martínez (1986), p. 7].

La importancia de las muestras de arte rupestre levantino que se exponen radica, además de en su evidente antigüedad (más de cinco mil años antes del presente), en que nos acercan a la cultura artística, espiritual y cultural del hombre prehistórico, y ello merced a las escenas (de caza, guerra, bailes, ritos...) que dejó grabadas en los resguardos de los rodenales. El conocimiento (estudio, interpretación) de tan antiguas expresiones plásticas pueden ayudarnos a comprender la sociedad (mentalidad, creencias...) del hombre del neolítico que habitó en este mismo paisaje. Como dice el profesor Antonio Beltrán Martínez citando al suizo Hans-George Bandi (1920-2016), “el arte levantino español es el legado más vivo que el hombre prehistórico ha transmitido a las sociedades modernas”.[1]


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Acceso al monte El Rodeno nº 40 de Tormón (Teruel), por la VF-TE-13, dirección Tormón-Teruel (2018).

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Detalle de cartel a la entrada de la Casa Forestal de Tormón (Teruel), con indicaciones relativas a los albergues de las pinturas rupestres del Prado de Tormón (2018).


En busca de las pinturas rupestres del Rodeno de Tormón.
Si pretendemos subir a Tormón en coche, desde el Rincón de Ademuz, podemos seguir dos rutas principales: una por el carril, vía Castielfabib, siguiendo la CV-479 y desviándonos después por la CV-482 hasta Cuesta del Rato. Desde la aldea de Castiel la vía continúa por una pista asfaltada en buen estado que discurre por El Rato hasta el empalme con la carretera de Teruel a Tormón (VF-TE-13). Otra, por la carretera nacional de Cuenca-Teruel (CN-420). Poco más arriba de la fuente del Hontanar la nacional tiene un desvío a la derecha (se trata de la CN-420a), de la que nace la CV-483 que lleva a Arroyo Cerezo. Desde El Royo cabe continuar en dirección norte, hasta Veguillas de la Sierra. Sobrepasada Veguillas la carreterita se convierte en la VF-TE-13, y como tal llega a Alobras y Tormón. En el punto donde la CV-483 se convierte en VF-TE-13 se le agrega la TE-V-9101, una pista de tierra en regular estado que sube desde El Cuervo.

Siguiendo uno u otro camino, ya sea por Castielfabib y Cuesta del Rato o por El Hontanar, vía Arroyo Cerezo, Veguillas de la Sierra, Alobras y Tormón, confluiremos en la VF-TE-13, una pista asfaltada que nos lleva a los montes del Rodeno y Teruel -vía Rubiales, El Campillo y San Blas-. Un antiguo cartel al pie de la carreterita nos informa de que nos hallamos en el Monte Público nº 40 del Rodeno, propiedad del Ayuntamiento de Tormón: en este punto el paisaje cambia bruscamente, lo que se hace evidente por el bosque de pinos y los rojizos rodenales.

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Panel a la entrada de la Casa Forestal del Rodeno, con información relativa a las rutas del arte rupestre.

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Detalle de panel a la entrada de la Casa Forestal del Rodeno, con información relativa a las rutas del arte rupestre (2018).

Consideraciones generales: geología y paisaje, flora y fauna.
El paisaje está dominado por las típicas rocas areniscas rojizas de la facies Buntsandstein, basadas en sedimentos detríticos depositados entre el Lopingiense y el Anisiense, características del final del Paleozoico y comienzos del Mesozoico. El terreno responde a la peculiar morfología turricular, originada por el desprendimiento de rocas con caras verticales y angulosas, voladizos sobre abrigos y repisas de superficie pulida sobresaliendo de los farallones. En las rocas pueden verse también los típicos alvéolos y tafonis, anillos de Liesegang y Pilancones (Gnammas), fenómenos resultantes de la meteorización.

La especie arbórea más importante –con notable diferencia- es el pino rodeno (Pinus pinaster), pueden verse también pino laricio o negral (Pinus nigra) en las zonas calizas y el pino albar (Pinus sylvestris), éste menos abundante. Existen también notables ejemplares de sabina: albar (Juniperus thurifera) y negral (Juniperus phoenicea), esta última más escasa.

Entre las especies frondosas destacan los quercus: carrasca o encina (Quercus rotundifolia), el rebollo o quejigo (Quercus faginea) y el melojo (Querqus pyrenaica). Como es sabido, la encina es árbol de hoja perenne, mientras que el quejigo y el melojo son de hoja caduca marcescente (en el otoño, sus hojas pierden la capacidad vegetativa, aunque permanecen en las ramas con su peculiar colorido invernal).

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Paisaje del Rodeno de Tormón (Teruel), con detalle de un pino rodeno (Pinus pinaster), 2018.

El monte bajo (estrato arbustivo) está formado básicamente por jara (Cistus laurifolius), brezo (Erica arborea), biércol (Calluna vulgaris), gayuba o uva de oso (Arctostaphylos uva-ursi). Es también frecuente el romero (Rosmarinus officinalis) y en ciertas zonas puede verse el madroño (Arbatus unedo), aunque escaso. Otras especies vegetales identificables son la fresa silvestre (Fragaria vesca), variedad de orquídeas en las zonas húmedas, la belladona (Atropa belladona), la dedalera (Digitalis purpurea), etc.

Respecto de la fauna, entre los grandes mamíferos destacan las especies cinegéticas: cabra montés, ciervo, corzo, gamo, jabalí, zorro. Y no cinegéticas: ardilla, garduña, gato montés, tejón. Entre las aves destacan las vinculadas al boque (paseriformes), pícidos (pájaros carpinteros), rapaces diurnas (gavilán, águilas calzada y culebrera), alcotán, y rapaces nocturnas (autillos, cárabos). Entre los reptiles destacan la lagartijas comunes, el lagarto ocelado y las sierpes; y entre los anfibios, la rana y el sapo común.


Aprovechamientos tradicionales del Rodeno de Tormón.
Tormón se halla en el extremo meridional de la provincia de Teruel, pertenece a la comarca de Teruel, su término municipal posee una extensión de 29 km2, su altitud media de 1.051 metros sobre el nivel del mar, censa una treintena de habitantes y dista 40 km de la capital. La mayor parte de su territorio está ocupado por “El Rodeno”, monte de utilidad pública nº 40 perteneciente al Ayuntamiento.

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Panel informativo relativo a la explotación tradicional del monte del Rodeno [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 10].


En el contexto de las leyes desamortizadoras de mediados del siglo XIX, los montes de Tormón quedaron excluidos de la desamortización, lo que supuso una fuente primordial de recursos para sus habitantes. La ordenación del Rodeno data de principios del siglo XX (1906), siendo su principal producción la resina, la madera, los pastos y la caza. Durante la primera mitad del siglo, la extracción de resina ocupó a muchos de los habitantes de Tormón, esta industria se practicó hasta finales de los años setenta. Prueba de la actividad resinera son las caras de resinación que presentan muchos pinos, así como los restos de recipientes de barro utilizados para la recogida de la resina. La explotación resinera del monte se hacía por tramos periódicos permanentes, para lo cual se dividió el monte en cuarteles, tramos y tranzones. Dispersos por el monte, todavía pueden verse las hitas que delimitaban las calles, piedras talladas a modo de pequeños obeliscos con letras, números romanos y árabes grabados en una de sus caras. Los mojones estaban encalados, con los signos alfanuméricos pintados en negro.

Un aprovechamiento singular del monte era el de los cándanos, recogidos por los lugareños. Los cándanos son las ramas secas de los pinos, que se arrancaban mediante un gancho atado en el extremo distal de una vara larga. Al desprenderlos del pino se producía un sonido singular, identificable a kilómetros de distancia. Con los palos secos se hacían brazados que se cargaban sobre los animales para su transporte. Era frecuente ver a los de Tormón bajar a los pueblos del valle con cargas de leña, para venderlas o intercambiarlas por productos que no se producían en el pueblo, particularmente vino, acarreado en pellejos de cabra.


Abrigos de la ruta del Prado de Tormón.
Los abrigos de la ruta del Prado de Tormón se hallan en las proximidades de la Casa Forestal, notable edificio construido en los años veinte como morada para los forestales y sus familias. El paraje es muy agradable, circundado de pinos, posee una fuente, área de descanso con mesas de asiento, zona de quemadores para encender fuego y aparcamiento.

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Mapa topográfico de las rutas rupestres del Rodeno de Tormón (Teruel), Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 5].


La Casa Forestal de Tormón se halla a la cabecera del Prado, un paraje formado por antiguos campos de cultivo circundado de pinares, a unos 4,5 km de la villa, en posición septentrional respecto de la misma.

Levantada en piedra arenisca roja de la zona –basada en mampostería encarada tomada con mortero-, se orienta en sentido norte-sur. Su construcción data de principios del siglo XX:  en marzo de 1926 -cuando Breuil y Obermaier visitaron el lugar-, ya estaba construida. Posee planta cuadrangular, tres alturas y esquinas de ladrillo cocido formando cenefa. Tiene un cuerpo central más elevado cubierto con teja árabe a dos aguas. Anejo al cuerpo central hay otros laterales de dos alturas, vertiendo a una agua.

Su volumetría es proporcionada, con el porche de acceso en la planta baja y balcón o mirador en la alta, protegido por baranda de tablas con pasamano de madera. En la línea del hastial hay una estrecha abertura vertical con el borde superior arqueado. En los cuadrángulos laterales, delimitados por bandas de ladrillo en las zonas estructurales, se abren cuatro vanos enmarcados en ladrillo con alfeizar recto, marco superior redondeado y contraventanas, a juego con los portalones de entrada y de la galería. La fachada del edificio principal se abre a una plazoleta elevada, soportada por un muro de mampostería circular a modo de barbacana sobre el Prado, sencilla solución arquitectónica para salvar el desnivel.

Anexos al edificio principal hay otros edificios menores de fábrica posterior, destinados a distintos usos, albergues, almacenes, cuadras, etc. En las inmediaciones hay una fuente y un espacio de recreo sombreado por viejas acacias, con mesas, bancos, asadores y aparcamiento.

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Vista frontal (meridional) de la Casa Forestal del Rodeno, una construcción de principios del siglo XX (2018).

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Detalle de quemadores en la Casa Forestal del Rodeno de Tormón (Teruel), 2018.


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Poste de señalización en la ruta rupestre de los abrigos del Prado de Tormón -Cerrada del tío Jorge y Ceja de Piezarrodilla-, Parque Cultural de Albarracín (2018).


Para visitar los abrigos del Prado de Tormón hay que pasar por delante de la Casa Forestal, en dirección noroeste. El camino discurre por el borde del prado hasta unos postes de madera con el icono del Parque Cultural de Albarracín. Uno de los postes señala un camino por la derecha, las palas indicadoras señalizan dos abrigos: la Cerrada del tío Jorge y el abrigo de Piezarrodilla. Para ver las pinturas de estos abrigos seguiremos la senda de la derecha, internándonos en el bosque. El camino atraviesa un calvero, y continúa entre pinos. Enseguida arribaremos al primer abrigo, denominado Cerrada del tío Jorge. Por delante de la verja metálica, una señalización de soporte metálico con un panel dice:

  • Historia: Fue descubierto en 1924 por H. Breuil y estudiado en 1927, por éste y H. Obermaier./ Descripción: En el abrigo únicamente se conserva la parte delantera de la representación de un bóvido, en color rojo oscuro. Conserva el arranque de las patas delanteras, la mitad proximal del cuerpo, el cuello y la cabeza (coronada con grandes cuernos semicirculares, en perspectiva torcida). El uro está representado en disposición oblicua. La figura mide 20 cm de altura por 19 cm de anchura./ Técnicas: La figura ha sido realizada en tintas planas./ Cronología: Es atribuible al Neolítico (7.000-4.500 años antes del presente). No perderse...: La figura del bóvido, la única representada en el abrigo, de gran fuerza expresiva, y que aparece captada en un momento de gran tensión.

El abrigo es una oquedad circundada por una tapia de piedra y protegida por grandes viseras de piedra. A este tipo de cuevas protegidas por una valla de piedra en su parte anterior se las denomina “cerradas”, pues antaño sirvieron como aprisco. Las dimensiones del recinto suponen la existencia de un pequeño rebaño de explotación familiar. En la actualidad, la cerrada está protegida por una verja a modo de jaula de hierro pintada acorde al color del rodenal. Dentro hay instrumentos de medición meteorológica, alimentados por placa solar.

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Detalle del panel informativo y verja de protección en la Cerrada del tío Jorge, ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).


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Detalle de astado en el abrigo rupestre de la Cerrada del tío Jorge [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 28].

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Calco relativo al astado del abrigo rupestre de la Cerrada del tío Jorge [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 28].


Propiamente, la única pintura de este abrigo fue descubierta por el naturalista, arqueólogo y prehistoriador francés Henri Breuil (1877-1961), más conocido como abate Breuil, y estudiada por éste y por el geólogo y paleontólogo español de origen alemán Hugo Obermaier (1877-1943): ambos estudiosos estuvieron en Tormón la última semana de marzo de 1926.[2] La descripción del panel responde al contexto, pero el visitante puede sentirse defraudado ante la realidad, ya que lo más seguro es que tenga dificultad para encontrar y visualizar la diminuta pintura (de apenas un palmo). Obviamente, no nos encontramos ante figuras semejantes a las existentes en Altamira (Cantabria). Lo maravilloso es que habiendo estado expuestas a la intemperie y a los elementos, todavía se conserve algo de pinturas tan antiguas. Hay que fijarse bien y buscarla inmediatamente por encima del dibujo que figura en un panel al pie de la misma. En realidad sólo se conserva la parte anterior del animal, la posterior ha desaparecido por el descascarillado del soporte. Llama la atención, sin embargo, que para tan diminuta figura se haya construido semejante jaula metálica, lo que tal vez permita deducir al espectador la importancia de la pintura. Cuando se dice que los cuernos del bóvido están pintados en “perspectiva torcida”, debemos pensar que se trata de una representación desde otro ángulo a la del resto de la pintura, de ahí que se denomine también “perspectiva biangular”. Dentro de la tradición del arte rupestre, esta perspectiva la veremos aplicada siempre a motivos zoomórficos. Cuando dice de “tinta plana” se refiere a que la figura del toro tiene una aplicación uniforme del color. Respecto de la datación, se ha establecido una cronología en el Neolígico (entre los siete mil y los cuatro mil quinientos años antes del presente); esto es, entre el Epipaleólitico (10.000 años) y el Eneolítico (2.500 años). La expresión “antes del presente” (AP) -también BP, del inglés Before Present- se utiliza en distintas disciplinas (geología, arqueología...), para especificar el momento en que tuvo lugar un fenómeno o suceso del pasado en relación con el presente. En esta escala temporal se utilizó como base de la datación por radiocarbono el año 1950 del calendario gregoriano, usando como muestras ácido óxalico de ese año. Esto es, para traducir la escala Antes del Presente a la Era Cristiana, a la fecha en cuestión habría que restarle 1950.

Respecto de la Cerrada del tío Jorge también escribió Beltrán Martínez (1986):
  • <En las cercanías de este pueblo (Tormón) aparecen varios abrigos, algunos de ellos con una sola pintura como la Cerrada del Tío José o Tío Jorge, descubierta por el abate Breuil en 1924, con un toro muy mal conservado en color rojo castaño y tinta plana, del cual se conserva sólo la mitad anterior, con los cuernos en perspectiva torcida y semilunares, parado y bajando la cabeza en actitud de embestir, posición anómala en la sierra de Albarracín; en lo conservado mide 0,38 m.>[3]


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Poste de dirección en la ruta rupestre del Prado de Tormón, con detalle del logotipo del Parque Cultural de Albarracín (2018).


Desde el abrigo de la Cerrada del tío Jorge, el camino prosigue ascendente por la derecha, internándose en la pinada. La senda está bien delimitada, a lo largo de la ascensión veremos también alguna señal en forma de poste del Parque Cultural de Albarracín. Nos dirigimos al siguiente abrigo de la ruta rupestre del Prado de Tormón. La ascensión se hace más ardua hacia el final, pues el abrigo se halla a considerable altura respecto del primero. Al final de la senda que venimos siguiendo, entre pinos y monte bajo hallaremos otra gran jaula metálica bajo el roquedo, se trata de la Ceja de Piezarrodilla. El abrigo contiene dos pinturas, el panel ilustrativo dice:

  • Historia: Fue descubierto en 1924 por H. Breil y estudiado en 1927 por éste y por H. Obermaier. Hace unos años, Julián Sáez (guía de los abrigos rupestres de Albarracín halló una representación pictórica no vista por los descubridores./ Descripción: En el yacimiento se han hallado dos figuras. La primera, situada en la parte izquierda del abrigo, es de reducido tamaño y se ha realizado en pintura roja. Representa a un tosco jabalí. La segunda, conocida desde 1924 y situada en la parte derecha del abrigo, es muy compleja y representa a un gran bóvido de gran naturalismo, seguramente repintado en tres ocasiones y con distintas tonalidades./ Técnicas: En el abrigo se ha empleado la tinta plana, completada, en el caso del bóvido, por una fina línea grabada que lo delimita perimetralmente./ Cronología: Las pinturas son atribuibles al Neolítico (7.000-4.500 años antes del presente)./ No perderse...: La figura del bóvido, que ha sido repintada en tres momentos: en origen parece que se pintó en color blanco-amarillento (visible actualmente en la cuerna, en el hocico y en gran parte del pecho), en un segundo momento, en color blanco-anaranjado (además de delimitarse la figura con un fino grabado), y finalmente con empastes negruzcos, ocultado prácticamente los colores anteriores.



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Vista general del abrigo de la Ceja de Piezarrodilla, correspondiente a la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018). 


La pintura del bóvido fue descubierta y estudiada por los mismos autores que la de la Cerrada del tío Jorge (Breuil y Obermaier, 1927), y está a la derecha del abrigo. La de la izquierda es la más recientemente descubierta, es de pequeño tamaño y parece representar a un suido (jabalí), aunque sus finas patas corresponden más bien a las de un cérvido. Respecto de la figura del bóvido, de mayor tamaño y situada a la derecha (fácilmente identificable), cabe decir que es impresionante. Por desgracia está afecta por alguna colonia de microorganismo (líquenes, bacterias) que amenazan su permanencia. Se está a la espera de que se le aplique algún tratamiento que detenga el proceso de colonización. Desde la ingenuidad del neófito uno piensa que sería estupendo que a las figuras rupestres de estos abrigos se les pudiera aplicar algún tipo de producto que las conservara y protejiera de los efectos de la intemperie, y de los microorganismos. Según los especialistas, el toro ha fue repintado en varias ocasiones, lo que se hace evidente por la aplicación de distintos colores (blanco-amarillo inicial, seguido del blanco-anaranjado, aplicándole finalmente empastes negruzcos) y delimitaciones. En las pinturas del arte rupestre levantino es frecuente el repintado de figuras, aunque sin modificar las originales. En este caso la cronología de los colores va del blanco-amarillo al blanco-anaranjado con empasten negros finales.

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Detalle de panel con la representación de un cuadrúpedo en el albergue de la Ceja de Piezarrodilla, en la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).

Calco relativo al cuadrúpedo del albergue de la Ceja de Piezarrodilla, en la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 29].

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Detalle de panel con la representación de un astado en el albergue de la Ceja de Piezarrodilla, en la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).

Detalle de astado en el albergue de la Ceja de Piezarrodilla, en la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).

El repintado de figuras se explica de distintos modos, por exigencias del propio deterioro físico, “por el debilitamiento de sus valores espirituales”, por “cambios y renovaciones exigidas”, y otros motivos. Paradigma de estos repintados es precisamente el toro (inicialmente blanco) de la Ceja de Piezarrodilla que estamos viendo, “que tenía los cuernos casi cerrados en óvalo y recibió la superposición de un toro negro que cambió los cuernos por otros en forma de lira que respetaron los de la figura original entre ellos”. Este mismo fenómeno puede observarse “en los ciervos rojos del cercano Prado de las Olivanas (Albarracín) repintados en negro, a los que se añadieron pequeños cuernos semilunares conservando las características del cuerpo de los cérvidos”.[4] En ambos casos, la cronología de los colores es semejante, del blanco al negro, con una fase intermedia de rojo. El blanco y el rojo, sin embargo, podrían ser coetáneos.

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Detalle de astado en el albergue de la Ceja de Piezarrodilla, en la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de Beltrán Martínez (1986), p. 45].
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Calco relativo al astado del albergue de la Ceja de Piezarrodilla, en la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 30).


Respecto de la Ceja de Piezarrodilla también escribió Beltrán Martínez (1986):
  • <[En la misma zona], pero a unos cien metros sobre el nivel del valle, en la Ceja de Piezarrodilla hay una importante pintura descubierta también por Breuil, de 0,74 m de longitud, cuerpo alargado y estilo naturalista, patas cortas y poderosos cuernos liriformes en su versión negra, color en el que fue repintada la primitiva pintura blanca sobre la que se superpuso cuidadosamente la tinta negra, salvo en los cuernos, que se dejaron con su forma oval entre los negros de la segunda fase. Esta superposición de figuras idénticas denuncian la sucesión blanco-negro, pero conservando el mismo estilo del toro arcaico>[5]

Concluida la visita al abrigo de Piezarrodilla, no podemos iniciar el camino de regreso sin ascender antes al Mirador de Piezarrodilla, situado justamente por encima del abrigo. Para subir al mirador cabe continuar la senda principal, que bordea el roquedo por detrás. Una parte del piso del mirador constituye la visera de la Ceja de Piezarrodilla. La parte distal del mirador está protegida por una valla circular de madera, dispuesta sobre la piedra desnuda. Desde el mirador la vista es extraordinaria, en la parte baja puede verse hacia la izquierda la Casa Forestal, con la plazuela delantera. En un plano inferior, en posición meridional respecto de la casa se halla el antiguo prado de Tormón, amplio calvero en suave declive hacia el suroeste, una estimada zona de cultivo para los vecinos de Tormón. Al frente, el panorama se ensancha en un vasto mar de pinares, batidos por el suave oleaje de la brisa de montaña. El horizonte lejano lo cierran las estribaciones de la Sierra de Tortajada, en la vertiente oriental del Rincón de Ademuz, y Serranía de Cuenca. Hacia el norte y noroeste el horizonte cercano lo cierran unos impresionantes roquedos turriformes circundados de pinos.

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Vista del Mirador de Piezarrodilla, en la ruta rupestre del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).

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Vista noreste desde el Mirador de Piezarrodilla, en la ruta rupestre del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).

Sobre este panorama de pinares y rodenales podemos imaginar a las gentes que habitaron estos lugares en el Neolítico (en la Era de la Piedra Nueva), gentes como nosotros, de economías cazadoras y recolectoras que por circunstancias diversas se vieron confinadas a estos territorios montañosos del interior del levante peninsular, seres humanos con rudimentaria tecnología pero idéntica inteligencia que los humanos actuales, gentes que plasmaron su visión del mundo (mitos, sueños, ritos...) en los muros de los abrigos que hoy todavía podemos ver. Pintaron a los animales que moraban entonces en estos mismos parajes (bóvidos, óvidos, facóqueros...), a los que cazaban en grupo con lanzas, arcos, flechas. Los protagonistas de las pinturas del Paleolítico son los animales en estilo naturalista, pero en el Neolítico el protagonista es el ser humano, hombres y mujeres, aunque estilizados.

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Vista meridional desde el Mirador de Piezarrodilla, en la ruta rupestre del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).

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Vista septentrional desde el Mirador de Piezarrodilla, en la ruta rupestre del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018).

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Poste de señalización en la ruta rupestre de los abrigos del Prado de Tormón -Cabras Blancas y Paridera de Tormón-, Parque Cultural de Albarracín (2018).


Descendemos del Mirador de Piezarrodilla, desandando el camino que hemos seguido en la subida, hasta el borde del Prado de Tormón, donde se hallaban los postes de dirección de los Abrigos vistos al comienzo del recorrido. El segundo poste posee una inscripción con dos nuevos abrigos: Cabras Blancas y Paridera de Tormón –la flecha indica el camino de la izquierda. Siguiendo las indicaciones del camino arribaremos hasta un punto en el que la senda se interna ladera arriba. Hay que estar atento para seguir las indicaciones; aunque el lugar no tiene pérdida, podría estar mejor señalizado. Una vez en la media ladera la senda continúa hacia occidente. Siempre rodeados de pinos, enseguida veremos las peculiares jaulas metálicas de los abrigos, la primera a la derecha y la segunda un poco más adelante, en posición más elevada. El panel ilustrativo que hay junto a la  Paridera de Tormón, dice:

  • Historia: Fue estudiado y publicado en 1994 por A. Beltrán en la revista “Arqueología aragonesa”./ Descripción: Las pinturas aparecen en un panel de 15 cm de altura por 30 cm de anchura, que quizá fue alisado para preparar el espacio a decorar. En el extremo izquierdo del panel se conserva la parte delantera de un cáprido negro con el cuello erguido y los cuernos ligeramente curvados y paralelos. Inmediatamente a su derecha, y yuxtapuesta a la cabra, hay una figura femenina de color blanco con un objeto rectilíneo en el brazo izquierdo, que se bifurca en el extremo superior, mientras que el brazo derecho se prolonga en una extraña curva que pasa por delante del cuerpo. A la derecha de la figura anterior se observan los restos mal conservados de otra figura humana, también en blanco, de la que únicamente se conserva la parte superior./ Técnicas: En las pinturas se ha empleado el trazo lineal y las tintas planas./ Cronología: Las pinturas podrían ser atribuibles al Neolítico (7000-4500 años antes del presente)./ No perderse...: La figura femenina que se encuentra junto al cáprido negro. Se trata de una representación casi lineal, donde se aprecia únicamente un ensanchamiento de los hombros. Tiene marcados los senos y está vestida con una falda, según interpretación de A. Beltrán. La mujer lleva en las manos objetos de difícil interpretación.

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Vista general del abrigo de la Paridera, correspondiente a la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018). 

El abrigo fue descubierto por Julián Sáez, guardia-guía del Parque Cultural de Albarracín. Catalogado y documentado por los servicios técnicos de la Dirección General de Cultura y Patrimonio de Aragón. El estudio y análisis de las pinturas de este abrigo fueron dirigidas por Antonio Beltrán Martínez (1994),[6] estando declaradas Patrimonio Mundial de la UNESCO (1998). Orientado en posición meridional, el recinto posee forma alargada, cerrado por delante por una tapia de mampostería en seco, la parte superior posee una amplia visera. El lugar fue usado como redil y/o paridera de ganado. Dada la pequeñez de las figuras, apenas un palmo de anchura por la mitad de altura, resulta difícil de localizar. Las figuras hay que buscarlas inmediatamente por encima del panel que hay a los pies con la representación del cáprido negro y de la figura humana. La cabra pudo estar pintada de blanco (como la figura humana), muy bien perfilada, posteriormente fue repintada en negro, lo que demuestra una secuencia cronológica. La figura humana se ha identificado como una mujer, por los pechos y la falda (aunque no deja de ser una interpretación), porta objetos no identificados en ambas manos, quizá relacionados con la caza (bumerán). De forma genérica, se trata de un diseño figurativo antropo-zoomorfo formando escena, compatible con el arte naturalista-esquemático cuya cronología se ha establecido en el Neolítico: periodo de la Edad de Piedra en el que surgen las tradiciones de cultivo, la domesticación de los animales, la cerámica y las herramientas de piedra pulida.

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Detalle de panel en el abrigo de la Paridera, correspondiente a la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018). 

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Detalle de escena antropo-zoomórfica en el albergue de la Paridera, ruta rupestre del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 34]


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Calco de escena antropo-zoomórfica en el albergue de la Paridera, ruta rupestre del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 34]

Para visitar el siguiente abrigo de la ruta rupestre que estamos siguiendo cabe descender un trecho para buscar el camino principal, que continúa en dirección nor-occidental. Enseguida veremos, a la mano derecha y en alto, la jaula correspondiente al último abrigo de la ruta rupestre del Prado de Tormón. El panel ilustrativo existente junto al abrigo de las Cabras Blancas, dice:

  • Historia: Las pinturas fueron localizadas por Manfrec y Katjia Bader, en 1981. El estudio del mismo fue publicado por un equipo coordinado por O. Collado./ Descripción: Sin duda alguna, es la estación rupestre más importante de la zona de Tormón. Presenta dos frisos decorados –muy ennegrecidos-, con pinturas blancas de reducido tamaño, el superior de 52 cm por 48 cm, y el inferior, situado a unos 50 cm por debajo, de poco más de 10 cm. En el panel superior, el principal, aparece una escena de cápridos, formada por 5 antropomorfos (algunos de los cuales porta arco), 7 cabras (varias de ellas atravesadas por flechas), 1 cierva y 1 cuadrúpedo indeterminado. En el panel inferior únicamente se conserva un arquero de color rojizo en actitud dinámica, un antropomorfo blanco y restos de pinturas rojas./ Técnicas: Las pinturas han sido realizadas en trazo lineal y en tintas planas./ Cronología: Las pinturas son atribuibles al Neolítico (7000-4500 años antes del presente)./ No perderse...: La escena de caza de cápridos del panel superior, cuyas figuras han sido trazadas con un marcado naturalista y cuyas actitudes captan el dinamismo y fuerza de la escena, una de las más impresionantes del arte levantino.

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Vista general del abrigo de las Cabras Blancas, correspondiente a la ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín (2018). 


Las pinturas fueron halladas por los investigadores Manfred y Katjia Bader a principios de los años ochenta (1981).[7] Cuando dice “O. Collado” se refiere a Octavio Collado Villalba, Agente de Protección del Patrimonio Cultural de Aragón, arqueólogo director de la publicación de referencia, un trabajo realizado por el equipo formado por Raúl Ibáñez Hervás, Emilio Nieto Soriano y Fernando Cotino Villa (1991-1992).[8] El abrigo tiene forma cuadrangular, forma una cueva que se estrecha hacia el fondo, orientada en sentido meridional, con una amplia visera en la parte superior. La jaula del abrigo posee en su interior instrumentos de medición meteorológica alimentados por placa solar. No obstante haber sido definido el abrigo como “la estación rupestre más importante de la zona de Tormón”, el abrigo puede defraudar al visitante, en particular por la dificultad en la visión de las pinturas. Los frisos que contienen las figuras hay que buscarlos en la parte superior, inmediatamente por encima del panel con su representación existente en piso de la cueva. La situación de las pinturas, el fondo oscuro de los franjas que las contienen y su pequeño tamaño dificulta su visualización. Es lo que hay. Deberemos conformarnos con los calcos del panel que las representan y el texto que las ilustra. La importancia de las pinturas del abrigo de la Cabras Blancas es incuestionable, prueba de ello es que aparecen en todos los manuales de arte rupestre aragonés desde su publicación, ostentando además el título de Patrimonio Mundial de la UNESCO (1998).

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Detalle del panel general (superior) en el abrigo de las Cabras Blancas, ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 31].


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Calco del panel general (superior) correspondiente a una escena de caza en el abrigo de las Cabras Blancas, ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 32].


Detalle del panel general (representación en relieve) correspondiente a una escena de caza en el abrigo de las Cabras Blancas, ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 32].

Detalle del panel general (representación en negativo) correspondiente a una escena de caza en el abrigo de las Cabras Blancas, ruta del Prado de Tormón, Parque Cultural de Albarracín [Tomado de la Guía didáctica (2017), p. 32].



Relación de abrigos del Prado de Tormón (Teruel).
Abrigo
Motivo decorativo principal
Estilo
Datación

Cerrada del Tío Jorge

Parte delantera de bóvido en color rojo oscuro
Levantino muy naturalista
Neolítico (7.000-5.000 años AP)
Ceja de Piezarrodilla
Jabalí en color rojo/ Bóvido repintado
Levantino muy naturalista
Neolítico (7.000-5.000 años AP)
Paridera de Tormón
Cáprido negro orientado a la derecha y figura antropomorfa femenina en color blanco
Arte levantino naturalista
Neolítico (7.000-5.000 años AP)
Cabras Blancas
Escena de caza de cápridos: cinco antropomorfos, algunos con arco, siete cabras (varias atravesadas por flechas), cierva y cuadrúpedo indeterminado
Levantino muy naturalista
(motivos blancos sobre soporte negro)
Neolítico (7.000-5.000 años AP)
Elaboración propia (2018).


A modo de conclusión.
El recorrido por la ruta rupestre del Prado de Tormón supone la visita a cuatro abrigos, el orden propuesto corresponde a la situación geográfica real de los mismos, partiendo de la Casa Forestal del Rodeno. Observando el “Mapa topográfico de las rutas”,[9] la del Prado de Tormón corresponde al trazado azul.

Cabe destacar el toro repintado de la Ceja de Piezarrodilla, una muestra de carácter naturalista y estilo levantino. La figura es muy notable, bien delimitada con un trazo fino, resulta fácil de localizar en el soporte. Es de lamentar, sin embargo, la colonia de microorganismos que la afecta en casi toda su superficie, amenazando su permanencia. Visitado el abrigo, sería inexcusable no subir al Mirador de Piezarrodilla, situado por encima del abrigo, desde donde puede admirarse un estupendo panorama.

Asimismo, hay que enfatizar en las pinturas del abrigo de las Cabras Blancas, allí se halla una magnífica escena de caza, singular muestra del arte levantino, cuyas imágenes (blancas sobre fondo negro) manifiestan gran fuerza y dinamismo. La ubicación de las imágenes, sin embargo, dificulta enormemente su visualización.

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Detalle de hita de piedra rodena tallada correspondiente a la antigua división del monte del Rodeno (cuarteles, tramos y tranzones), Tormón (Teruel), 2018.


En general, el recorrido por los santuarios del arte rupestre descritos no ofrece ningún peligro aparente, más allá de los percances a los que nos exponemos en toda excursión a la montaña; aunque el sendero está bien trazado, debería mejorarse y mantenerse, reponiendo las señales deterioradas y despejando el camino. Vale.




[1] BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio (1986). El arte rupestre en la provincia de Teruel, Cartillas turolenses nº 5, Instituto de Estudios Turolenses/Diputación Provincial de Teruel, Zaragoza, p. 5. ISBN: 84-86982-07-3
[2] BREUIL, Henri y OBERMAIER, Hugo. Las pinturas rupestres de los alrededores de Tormón (Teruel), en Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo XC (1927) 511-531.
[3] BELTRÁN MARTÍNEZ (1986), pp. 44-45.
[4] BELTRÁN MARTÍNEZ (1986), p. 7.
[5] BELTRÁN MARTÍNEZ (1986), p. 45.
[6] BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio (1997). Las pinturas prehistóricas de la Paridera de Tormón, en Revista de Arqueología Aragonesa 1994, Gobierno de Aragón, Zaragoza, pp. 45-49.
[7] BADER, Manfred et al. Noticias sobre una nueva estación de Arte Rupestre en Albarracín (Teruel), en Cuadernos de Prehistoria y Arqueología castellonense, Nº 8 (1981), 307-310.
[8] COLLADO VILLALBA, Octavio et al, Revisión del abrigo de “Las Cabras Blancas”, en Revista del seminario de arqueología y etnología turolense Kalathos, Nº 11-12 (1991-1992) 25-42.  BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio (1993). Arte prehistórico en Aragón, Edita Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza y la Rioja, Zaragoza. ISBN: 84-88793-03-0. UTRILLA MIRANDA, Mª del Pilar (2000). El arte rupestre en Aragón, Edita Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón (CAI). ISBN: 84-95306-32-8. MARTÍNEZ UTRILLAS, Javier et al (2012). El Parque Cultural de Albarracín: arte rupestre patrimonio mundial, Dobleuve Comunicación, Teruel. ISBN: 978-84-938724-4-1
[9] SENDERO POR EL ARTE RUPESTRE DE TORMÓN (2017), Guía didáctica editada por el Ayuntamiento de Tormón, en colaboración con la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, Coordinador de publicación: José Ignacio Royo Guillén, Coordinador trabajos de campo: Clara Villalba Montaner, Textos: José Ignacio Royo Guillén, Ricardo Forcadell Pérez y Faustino Archilaga Valero (Introducción), p. 5.


BIBLIOGRAFÍA GENERAL RECOMENDADA:
* GÓMEZ LECUMBERRI, Fabiola y ROYO GUILLÉN, José Ignacio (2008). El Arte Rupestre en la Sierra de Albarracín, en Comarca de la Sierra de Albarracín: Javier Martínez González (Coordinador), Edita Gobierno de Aragón, Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior, Zaragoza, pp. 159-174. ISBN: 978-84-8380-095-9
* BEA, Manuel y ANGÁS, Jorge (2015). Las pinturas rupestres de Bezas y Tormón (Teruel), Coordinadores: Manuel Bea y Jorge Angás, Edita: Parque Cultural de Albarracín. Financia: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y Comarca de la Sierra de Albarracín. Colabora: Parque Cultural de Albarracín. Ayuntamiento de Bezas y Ayuntamiento de Tormón, Teruel. ISBN: 978-84-608-3978-1


ANEXO:
Respecto de los abrigos de la Cerrada del tío Jorge o tío José y Ceja de Piezarrodilla, creo de interés reproducir aquí el texto literal de Breuil y Obermaier relativo a las circunstancias del hallazgo y primera descripción de las pinturas –Las pinturas rupestres de los alrededores de Tormón (Teruel), en Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo XC, Madrid, Tipografía de la “Revista de Arch., Bibliot., y Museos”, Olórzaga, nún. 1, 1927, pp. 511-531.

  • <A fines de enero de 1926, uno de nosotros (H. Obermaier) recibió una carta muy grata del padre Lorenzo Sierra (Madrid), amigo nuestro y colaborador desde muchos años, al que se deben las primeras investigaciones sistemáticas relativas a la Prehistoria de la provincia de Santander, y que tanto ha contribuido, en unión del señor H. Alcalde del Río, al descubrimiento del arte rupestre de la zona cantábrica. Le comunicó que el padre Prudencio García, del Colegio de San Vicente de Paúl, en Teruel, había sido informado de la existencia de pinturas rupestres a poca distancia del pueblo de Tormón./ Acompañado del párroco de la localidad, el padre García comprobó que, en efecto, había en aquel lugar una serie de pinturas de evidente antigüedad que podrían tener un interés científico./ Desistiendo los padres Sierra y García de hacer el estudio, se lo ofrecían amablemente. Aceptó gustoso, y tuvo la gran satisfacción de que se asociase al viaje su amigo el profesor H. Breuil, del Instituto de Paleontología Humana de París, la primera autoridad en las cuestiones del arte cuaternario./ Durante la última semana del mes de marzo de 1926, verificamos nuestra excursión y estudio, siéndonos muy grato de expresar nuestro mayor agradecimiento, en primer lugar, a los padres citados y a los padres Manuel Fuertes e Ignacio Pano, de Teruel, por la amabilidad con que prepararon nuestra excursión; a don Francisco Musulén y Artigot, cura párroco de Tormón, que con las autoridades del mismo pueblo, nos ayudó tan eficazmente durante nuestra estancia, y a don Teodoro Marín, guarda forestal del Estado, en cuya casa hemos encontrado hospitalidad y toda clase de facilidades para el buen éxito de nuestra tarea>.
  • <Las rocas que muestran pinturas rupestres son tres, y están situadas en las cercanías de la Casa Forestal del Prado de Tormón, la que se halla en los Montes Universales, a unos cuatro kilómetros al Norte de Tormón (partido judicial de Albarracín), y no lejos del límite meridional de la provincia de Teruel con el Rincón de Adamuz (Valencia), sic. (Lámina I; a)./ Para llegar a aquellos lugares, que son muy pintorescos, se puede tomar el automóvil de la línea de Teruel a Adamuz (sic) y bajar en el pueblo de Libros; desde aquí a la citada casa forestal hay unas cuatro horas de camino de herradura. Más cómodo resulta para el visitante alquilar un auto, el que en hora y media puede conducirle desde Teruel a las Minas del Collado de la Plata, pasando por (El) Campillo. Desde éstas hasta la casa forestal se invierte aproximadamente hora y media de camino de herradura>.
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Vista general (oriental) de la Casa Forestal del Rodeno (Tormón), señalando la ubicación de los abrigos rupestres, en 1927.

  • <Antes de comenzar el estudio detallado de los nuevos descubrimientos, diremos que las pinturas rupestres de Tormón son de estilo naturalista y pertenecen, bajo todos los conceptos, a la zona artística de Levante de la Península Ibérica, que comprende las parte oriental y el SE de España, o sea las provincias de Lérida, Tarragona, Teruel, Castellón, Cuenca, Valencia, Albacete, Murcia, Jaén y Almería./ Fueron confeccionadas estas manifestaciones artísticas por los cazadores nómadas que vivieron en dichas comarcas al final de la época cuaternaria, fecha admitida por todos los especialistas, y perpetúan probablemente ideas de magia.[I]>
  • <En la provincia de Teruel se conocían hasta la fecha cuatro localidades de arte rupestre. Tres de ellas están en el NE., y son: Calapatá (tres abrigos), cerca de Cretas (partido judicial de Valderrobres); Mazaleón (abrigo dels Secans) y Alcañiz (agrigo del Val del Charco del Agua Amarga), ambas del partido judicial de Alcañiz. La cuarta localidad, situada en el SW de la provincia, son los tres abrigos del S de Albarracín.>
  • <Los nuevos abrigos de Tormón, por su situación geográfica y su carácter artístico, se relacionan estrechamente con los de los alrededores inmediatos de Albarracín. La ejecución esmerada y finísima, especialmente de las figuras animales, les da un altísimo valor estético y las coloca muy por encima de la mayoría de las pinturas levantinas, garantizándoles un sitio de honor entres las obras del arte cuaternario español>.

A continuación describe los tres abrigos objeto de la publicación:
I.                   El Abrigo de “Los Toros”.
II.                 El Abrigo de La Cerrada del Tío José.
III.              El Abrigo de La Ceja de Piezarrodilla.

Al objeto de nuestro propósito, transcribimos el texto correspondiente al II y III abrigos –dejando El Abrigo de “Los Toros” del barranco de las Olivanas (Albarracín), para cuando digamos de estas pinturas-.

II. El Abrigo de La Cerrad del Tío José.
  • <Este abrigo, pequeño y poco profundo, está situado en el mismo “Prado de Tormón”, a unos 150 metros al W., de la Casa Forestal, y pertenece al término municipal de Tormón. (Véase lámina I; a)./ En él se encuentra una sola figura, de color rojo-pardo, que fue descubierta por el profesor H. Breuil. Sólo se ha conservado la mitad anterior, que mide unos 38 cm., de largo por 25 cm., de alto. Representa un toro de constitución ligera, con cuernos en forma de media luna; el animal está parado y lleva la cabeza bastante baja. Una línea delgada y derecha parece representar una azagaya clavada en el pecho. La figura puede pertenecer, por su color, a la quinta serie del abrigo principal. (Lámina XIII.)> 
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Detalle de la pintura del toro en el abrigo de la Cerrada del tío Jorge o tío José del Prado de Tormón, según Breuil y Obermaier (1927).


III. El Abrigo de La Ceja de Piezarrodilla.
  • <Se halla este abrigo en el mismo acantilado gigantesco en cuya base se encuentra “La Cerrada del Tío José”, antes descrita. Esta covacha, situada a unos 100 metros sobre el nivel del valle, se abre también hacia el E., y domina el Prado de Tormón. Su acceso es bastante difícil, y encierra la figura de un toro, cuyo descubrimiento se debe igualmente al profesor H. Breuil. (Véase la lámina I; a)/ La pintura tiene 74 cm de largo, y es parecida a los toros de Albarracín y a la pintura núm. 23 del abrigo de “Los Toros”, pues su cuerpo es alargado, las patas bastante bajas, el hocico corto y los cuernos largos y en forma de lira. Está pintado en negro, siendo éste más intenso en la cabeza y en los bordes de la silueta. (Lámina XIV)/ Es curioso que haya sido pintado sobre otra figura blanca mucha más pequeña, que representaba también un toro, de la que solamente vemos su cornamenta de forma de media luna en el interior de la otra, que es de mayores dimensiones. La técnica del toro negro es comprable a las del núm. 23 del abrigo principal, que pertenece a la 8ª serie del mismo, y a la 10ª de Minateda. Como en esta localidad faltan las figuras blancas, que constituyen aquí la 7ª serie, tenemos, por tanto, comprobado un detalle importante por lo que se refiere a la evolución de la técnica pictórica de los abrigos paleolíticos de la Sierra de Albarracín>.

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Detalle de la pintura del toro en el abrigo de la Ceja de Piezarrodilla del Prado de Tormón, según Breuil y Obermaier (1927).

Firman el texto: Hugo Obermaier (Madrid) y Henri Breuil (París).

______________________________________

[I] Véase para más detalle la obra de H. OBERMAIER: El Hombre fósil, 2ª edición. Madrid, 1926, capítulo VII, “El Arte Cuaternario” (páginas 243-301). Con bibliografía completa. Consúltese además: H. OBERMAIER y P. WENERT, Las pinturas rupestres del Barranco de Valltorta (Castellón). Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (Junta para Ampliación de Estudios). Memoria número. 23, Madrid, 1919. Capítulos III (La edad paleolítica de las pinturas naturalistas de España oriental] y V [Significación psicológica del arte rupestre]

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