A la vecindad en general y a
quien se sienta aludido en particular.
“Soy belleza en
el paisaje,
maravilla en la
huerta,
señal en la
montaña,
lindero en la
senda...”
-De El árbol,
de Rabindranath Tagore (1861-1941)-.
Escribo desde el convencimiento de que los
lugareños, con nuestros propios medios, no podemos resolver los mayores problemas que afectan al Rincón de Ademuz –envejecimiento de la población,
despoblación progresiva, crisis agraria, descapitalización, desaparición de
servicios bancarios y de otro tipo, falta de iniciativas...-; sin embargo, como
sucede en el caso de las grandes cuestiones que afectan al planeta tierra
(superpoblación humana, desigualdad de recursos, contaminación, calentamiento global, desertización...), cada cual podemos poner nuestro granito de arena para resolver la dificultad, como lo ponemos para acrecentarla.
Por ejemplo, ¿si ciertos tipos de plástico y
otras sustancias empleadas como envoltorio y/o transporte son tan perniciosos
para el medio como se dice, por qué no se prohíben a nivel estatal o
comunitario? ¿Acaso los todopoderosos Estados de la Unión Europea no tienen
capacidad para prohibir aquello que es o puede ser potencialmente peligrosos
para la vida animal y vegetal? Cuando en muchos supermercados (grandes
superficies) dejaron de proporcionar a los cliente bolsas de plástico de forma
gratuita no pasó nada, y cada cual se las apañó como pudo. Tampoco sucedió nada
cuando se prohibió fumar en lugares públicos y cerrados. Entonces, ¿por qué no
se restringen las bolsas y botellas de plástico y se vuelve al cristal, al
papel, al cartón reciclable...? Supongo que porque los plásticos son más
baratos; que sean o no contaminantes es lo de menos. No importa que acabemos
con la salubridad y la vida del planeta, emigraremos a otro. Porque realmente
los humanos somos a la tierra que nos sustenta lo que los pulgones a la planta
que parasitan.
A modo de escaparate, con esta entrada
pretendo abrir una ventana a las reflexiones y propuestas que se me ocurran
relativas al Rincón de Ademuz, la comarca donde resido. Porque tengo la
convicción de que si somos incapaces de mejorar y acrecentar lo que hemos
heredado, lo mínimo que podemos hacer es transmitirlo a las siguientes
generaciones en las mejores condiciones. Quizá los que nos sucedan en este
paisaje puedan hacerlo mejor, bien porque tengan nuevas ideas, dispongan de más
medios o sean otras sus circunstancias. Para lo cual, sin embargo, resulta
imperioso no maltratar demasiado lo que tenemos.
Vista parcial de Torrebaja (Valencia), desde el camino del Rento (2018). |
Desconozco si esta sección tendrá
continuidad, y no lo digo como amenaza; pero vaya por delante que el contenido
de estas páginas son simples meditaciones escritas, dirigidas a la comunidad en
general, y a los que se sientan aludidos en particular. Si alguien, alguno o
alguna piensa que tiene otra finalidad que no sea mejorar lo existente,
advertirle de antemano que se equivoca. Soy consciente, sin embargo, de que
nadie es profeta en su tierra; pero que no sea por decir.
Repoblación forestal en los
Llanos de la Masadica.
En los años cuarenta, en los cincuenta y hasta los primeros
sesenta del pasado siglo XX se llevaron a cabo actuaciones de reforestación con pinos en
distintos puntos de la comarca. La Dehesa de los Terreros fue una las zonas
repobladas. El vecino Agustín Chicharro Navarro (Ademuz, 1944) trabajó como
aguador de las cuadrillas de Ademuz, su testimonio resulta de
gran interés al respecto.[1]
El resultado de aquellos trabajos puede observarse hoy día en forma de bosque
de pinos negrales cubriendo las laderas de dicho monte, desde la rambla de
Riodeva hasta el barranco del Charcal y la Umbría de la Sagra. De no haberse reforestado la zona
entonces hoy veríamos un monte pelado, con el consiguiente deterioro y la
pérdida de tierra que ello habría supuesto para el suelo.
Prueba de ello es que desde la explanada de la
Ermita de San Roque en Torrebaja puede observarse una magnífica vista del valle
del Turia a su paso por el término, con las laderas de Los Molares densamente pobladas de pinos. Sin reforestación el panorama sería hoy
muy distinto. El mismo argumento podría esgrimirse hoy para reforestar la cota
media de los Llanos de la Masadica, desde Torrebaja hasta Mas de los Mudos
(Castielfabib). Cierto que ya se intentó una reforestación en los años noventa,
pero la fuerte sequía de aquellos años impidió que la actuación fructificara,
ya que la mayoría de los pinos se secó. Ello no es óbice para que no vuelva a intentarse, replantando la variedad de pinos que los técnicos
consideren más adecuada a las características climáticas de la zona, y del suelo.
Que resistan a las procesionarias y a la sequía, dos calamidades que darán que
decir en el futuro. Dentro de unas décadas, nuestros herederos sobre este paisaje podrán gozar de un panorama similar al que hoy disfrutamos nosotros
cuando miramos hacia la Dehesa de los Terreros.[2]
Será nuestra pequeña contribución a la lucha contra la desertificación y el
cambio climático.
Vista parcial de Torrebaja (Valencia), con detalle de los Llanos de la Masadica al fondo (2018). |
A propósito de la Dehesa de los Terreros, cabe decir
que el bosque precisa actuaciones de clareo de los pinos y limpieza del sotobosque,
para favorecer su crecimiento y evitar incendios.
Torrebaja, entre Cullera y Hollywood.
Cabría pensar que es un extraterrestre quien no conozca el famoso cartel que anuncia HOLLYWOOD, distrito de la
ciudad de Los Ángeles, California (USA). La meca del cine se reconoce desde hace
décadas por un inmenso cartel situado en la cota media-alta de la montaña a cuyos pies se halla la ciudad. En
nuestras latitudes tenemos también una ciudad de la Ribera Baja valenciana que
también se divulga mediante un cartel similar: CULLERA, sus letras encaladas
destacan sobre el lomo occidental de la Montaña de los Zorros.
Yendo por la variante de la CN-330 de Manzaneruela a
Torrebaja, antes de cruzar el viaducto sobre la vega del Turia frente a
Torrebaja, hay una zona de monte denominada los Llanos de la Masadica –por
encima del Cementerio Municipal y del Parque Artesanal, y que se extiende septentrionalmente hasta Mas de
los Mudos (Castielfabib)-. Por la cima de dicho monte discurre el camino del
Carril, que lleva de Torrebaja a Tormón y el Rodeno –con accesos a Los Santos,
Castielfabib, Cuesta del Rato y El Cuervo-. La ladera del monte desciende en
suave pendiente en el punto indicado, resultando un lugar propicio para colocar allí un gran cartel similar a los mencionados de Hollywood o Cullera en el que
pudiera leerse TORREBAJA. Sería una estupenda propaganda para el pueblo en
particular y para la zona en general. Ya que no podemos hacer otra cosa,
hagamos que los viajeros que pasan por la carretera nacional sepan que entre
Cuenca y Teruel existe un municipio con este nombre, perteneciente a la
comarca valenciana del Rincón de Ademuz.
Soterramiento de los
contenedores de basura doméstica.
En los años cincuenta del pasado siglo no había
contenedores de basura en ninguno de los pueblos comarcanos, los residuos
orgánicos que no podían aprovecharse de otra forma iban directamente al corral,
donde se formaba el estiércol con la paja y los excrementos animales. Bien en
cierto, sin embargo, que entonces no había los envases de plásticos que hay
hoy, el papel y el cartón existente se utilizaba para encender y otros usos, y
el cristal de las botellas de leche condensada, gaseosa y cerveza se reciclaba.
Este estado de cosas duró hasta los primeros años
sesenta, en que un carro de varas tirado por un animal pasaba a recoger los
residuos sólidos domiciliarios, que se abocaban directamente a la caja
del carro. Las bolsas de basura no existían todavía. Posteriormente, los carros
de la recogida de basuras fueron sustituidos por tractores, echándose la basura
en los remolques. Al menos esto es lo que ocurría en Torrebaja. Tanto los
carros como los tractores depositaban las basuras en un lugar del Otro
Lado, donde antaño existió una aguardentería. Las basuras se abocaba en los pozos de los cubos existentes, había varios. Aquel vertedero permaneció
activo durante muchos años; una vez llenos los cubos, la basura se
acumulaba en las inmediaciones. Hoy aquel vertedero está clausurado. Si dentro
de algunos cientos de años los arqueólogos encuentran este vertedero de La Dehesa podrán averiguar
cómo vivíamos los lugareños de mediados del siglo XX, especulando sobre sus hábitos alimenticios y de otro tipo.
En la actualidad, la recogida de residuos sólidos
urbanos (domiciliarios) la realiza una empresa con camiones especiales para
dicha función, pasan por las calles de los pueblos y de forma mecánica abocan
los contenedores directamente a la caja del camión de la basura, comprimiéndola
hidráulicamente para aumentar la capacidad. Los vecinos sólo tienen que sacar
la basura de sus casas en bolsas de plástico cerradas y echarlas en el
contenedor. Bueno, no todos; porque algunos abocan directamente la basura en el
contenedor sin embolsarla, lo que propicia malos olores y otras molestias a
los residentes. El problema se incrementa durante el verano, cuando aumenta la
vecindad y los camiones de la recogida se retrasan porque no dan abasto, ya que
suelen tener el mismo personal durante todo el año.
Además de un problema de insalubridad ciudadana
(huelen mal, chorrean líquidos putrefactos, crían gusanos...), los contenedores de
basura doméstica constituyen un problema estético. Por los inconvenientes
citados, nadie, ningún vecino quiere tener un contenedor cerca de su casa.
Conozco bien el problema, porque frente a mi domicilio, situado en la plaza del
Ayuntamiento de Torrebaja, hay uno de estos contenedores, cuya pestilencia es
insoportable en verano. El problema existe en
otros pueblos comarcanos, pero sirve de poco quejarse. El caso citado tiene el agravante de hallarse en el
centro del pueblo, por donde todos pasan en uno u otro momento del día, donde
se celebran los mercados semanales, las fiestas patronales y otras actividades
públicas, lúdicas y culturales.
En Casasbajas solucionaron el problema de forma
sencilla y rápida, soterrando los contenedores de la plaza de la Iglesia. Los
vecinos introducen las basuras embolsadas por una especie de buzón, de forma que las
bolsas van a parar a unos contenedores soterrados en un foso, sólo queda visible la abertura del depósito. Hay varios sistemas
de soterramiento, todos ellos compatibles con los sistemas tradiciones de
recogida de residuos. De esta forma, los contenedores permanecen
ocultos a la vista, elevándose mediante una plataforma para la recogida o limpieza. La
ventaja principal del soterramiento de los contenedores de basura domiciliaria está en
que los depósitos quedan ocultos a la vista, mejorándose el entorno y
facilitándose la accesibilidad de los usuarios, que no tienen que elevar la
basura para echarla dentro, todo lo cual redunda en comodidad e higiene. Otra cuestión es la de centralizar la ubicación -y soterramiento- de los contenedores de una zona, para favorecer su recogida por los camiones.
Un puente japonés sobre el
Ebrón en Las Ajuntas de Torrebaja.
De haber podido elegir alguna de las escuelas
filosóficas de la antigua Grecia, me hubiera decantado por la escuela
peripatética fundada por Aristóteles; porque me gusta el pensamiento y la
reflexión sobre las cosas de la vida, al tiempo que pasear. La cuestión está en saber si me hubieran admitido. Deambular
tranquilamente por los caminos del campo -de las riberas del Turia y del Ebrón- es uno de mis entretenimientos preferidos. Paseaba cuando estaba
profesionalmente activo, y lo sigo haciendo ahora como jubilado -a partir de cierta edad caminar con cierto brío es el ejercicio más recomendable-; casi siempre voy acompañado de mi mujer, que comparte mi afición. Los lugareños, sin embargo, no
son muy paseadores que digamos; es más, cuando me encuentro a alguien paseando
suele ser un forastero con perro.
Mi pasión por los paseos me viene de niño, durante
mi infancia en Torrebaja acompañaba a mis padres en sus recorridos. Mi padre,
un hombre de campo, y mi madre, una ama de casa, solían pasear los domingos por
el campo. Después de comer mi padre se iba al bar a tomar su café y a jugar al
guiñote. Tomar café y jugar a las cartas han sido los sencillos placeres de los humildes agricultores de la zona. El café lo pagaba quien perdía la partida. El guiñote es un juego de
cartas en el que media la suerte y la inteligencia –aunque cualquiera puede
cantar las cuarenta-: uno debe llevar de cuenta sus propias cartas, al tiempo
que las de su pareja y las de los demás jugadores, pues suele jugarse entre
cuatro, dos a dos. Es importante descartarse a tiempo y estar preparado para el arrastre.
Todos pueden aprender los rudimentos del juego, pero para jugar bien hace falta
astucia, como en la vida. Tras la partida de cartas mi padre regresaba a casa
donde ya le esperaba mi madre para el paseo dominical. Iban por los caminos de
entonces, recorriendo sus fincas del Reguero, los Iriazos, la Rambla Villana, los Albares... viendo la labor realizada en los campos durante la semana, el progreso de las
hortalizas y frutales.
La concentración parcelaria ha supuesto grandes cambios en la huerta, reagrupando fincas, trazando caminos y acequias. Si los padres y abuelos pudieran ver el paisaje resultante no lo reconocerían. Sin embargo, incluso en los días más luminosos, pasear por la huerta de Torrebaja produce cierta tristeza en el ánimo, viendo el poco aprovechamiento que han tenido las obras de concentración parcelaria: amplios caminos, acequias de cemento rebosantes de agua... para regar a manta grandes fincas con cultivos de escaso rendimiento, alfalfa, chopos, maíz... Muchas fincas está abandonadas, lo que es peror. No obstante, los recuerdos de aquellos lejanos días de mi infancia me resultan altamente evocadores. En aquellos paseos vespertinos con mis padres íbamos mi hermano pequeño y yo. Intuyo que mi amor por esta tierra, por los campos y riberas circundantes proviene de aquella época, y lo aprendí de mi padre. Al fin, la mayoría de las cosas que sabemos las aprendemos en la infancia y duran toda la vida. La historia nos enseña que en su devenir, el ser humano, desde que salió de África, no ha parado de emigrar de un lugar a otro, en busca de sustento o huyendo de calamidades, guerras o hambrunas. Pero hay personas que quedan atrapadas en un paisaje...
La concentración parcelaria ha supuesto grandes cambios en la huerta, reagrupando fincas, trazando caminos y acequias. Si los padres y abuelos pudieran ver el paisaje resultante no lo reconocerían. Sin embargo, incluso en los días más luminosos, pasear por la huerta de Torrebaja produce cierta tristeza en el ánimo, viendo el poco aprovechamiento que han tenido las obras de concentración parcelaria: amplios caminos, acequias de cemento rebosantes de agua... para regar a manta grandes fincas con cultivos de escaso rendimiento, alfalfa, chopos, maíz... Muchas fincas está abandonadas, lo que es peror. No obstante, los recuerdos de aquellos lejanos días de mi infancia me resultan altamente evocadores. En aquellos paseos vespertinos con mis padres íbamos mi hermano pequeño y yo. Intuyo que mi amor por esta tierra, por los campos y riberas circundantes proviene de aquella época, y lo aprendí de mi padre. Al fin, la mayoría de las cosas que sabemos las aprendemos en la infancia y duran toda la vida. La historia nos enseña que en su devenir, el ser humano, desde que salió de África, no ha parado de emigrar de un lugar a otro, en busca de sustento o huyendo de calamidades, guerras o hambrunas. Pero hay personas que quedan atrapadas en un paisaje...
Detalle del camino de la Depuradora, ribera izquierda del Ebrón en Torrebaja (Valencia), con Las Ajuntas al fondo (2018). |
En nuestros paseos actuales mi esposa y yo solemos
hacer tres rutas, la “vuelta corta”, la “vuelta media” y la “vuelta larga”, así
denominadas por el tipo de recorrido y el tiempo empleado. Hacer una u otra
vuelta depende del tiempo de que dispongamos y de la climatología. La “vuelta
corta” la realizamos por las inmediaciones del pueblo, preferentemente por la
vega del Turia, entre El Cau y Las Ajuntas. Para realizar este trayecto pueden
hacerse distintos recorridos. De la plaza del
Ayuntamiento salimos hacia la calle Cantón, pasamos bajo la barbacana de La Replaceta y continuamos
en dirección al pilón de san Antonio de Padua. Este trayecto corresponde al
camino viejo de Ademuz a Teruel que realizaba la diligencia a principios del
siglo XX. En la fachada de la última casa de la calle Cantón hay un ladrillo
cerámico similar al de otros pueblos de la comarca: Pueblo de Torrebaja,
provincia de Valencia, partido judicial de Chelva. El cartel demuestra que esta era la entrada del pueblo por el sureste.
Frente al pilón de san Antonio, al que nunca falta un ramito de flores, se hallaba el viejo
pontón que vadeaba el Ebrón en este punto. Al otro lado de río se alza hoy el
frontón cubierto, que forma parte del Polideportivo Municipal. Desde el pilón
pueden seguirse por la derecha en dirección a la Avenida de la Diputación
Provincial, que comunica el sector suroriental del pueblo con el Polideportivo.
En nuestro paseo solemos tomar el camino de la izquierda, que se bifurca
en dos ramales, uno por la ribera izquierda del nuevo cauce del Ebrón, vía la
Depuradora y Las Ajuntas, y otro que sigue en dirección al Rento. Ambos
caminos, sin embargo, confluyen poco más adelante. Yendo por el camino de la ribera del Ebrón
se pasa por el área de servicio de las autocaravanas, el trayecto discurre por la ribera izquierda del río. A medio camino está la Depuradora y
al final Las Ajuntas. El camino es muy agradable, sombreado y tranquilo, a excepción del ruido de la Depuradora, que emite un extraño silbido de
vez en cuando. El progreso tiene su servidumbre. Poco más adelante están Las
Ajuntas, allí el Ebrón rinde sus aguas al Turia. El Ebrón es un río de poco estiaje, nace en Tormón, pasa por El Cuervo, Cuesta del Rato, Castielfabib, Los Santos
y Torrebaja, recorriendo una veintena de kilómetros. Sus aguas son limpias y frescas, enriqueciendo la calidad de las del Turia.
Detalle de Las Ajuntas de Torrebaja (Valencia), donde el Ebrón rinde sus aguas al Turia, desde la ribera izquierda del Turia (2018). |
Las Ajuntas tienen su encanto, pero defraudan a mucha
gente; esperan ver cómo el Ebrón vierte sus aguas al padre Turia, pero el
ramaje de las sargas y chopos se lo impide. Antaño, las riberas estaban limpias de maleza; hoy son una
selva. Decía que la maleza -chopos, sargas, carrizos, eneas...- impide disfrutar del lugar, como
si sólo los topos y las ratas de agua tuvieran derechos. Lo propio sería que el
paraje fuera acondicionado para disfrute de los vecinos y paseantes; hoy son pocos, pero
podrían ser más si se diera a conocer el lugar. Lo cierto es que disponemos de
dos ríos en el término, y no sabemos aprovecharlos. En este tramo final del
Ebrón debería construirse un pasadero entre ambas riberas, me lo imagino como
un puente japonés al estilo de los que pintaba Claude Monet (1899). Tampoco
estarían de más unos bancos en ambas riberas, y algún panel explicando la singularidad del lugar. Desde el puente podría
disfrutarse de una estupenda vista del Turia recibiendo las aguas del Ebrón.
Cruzando dicho puente podría continuarse el paseo por la ribera derecha del
Turia hasta el puente de Guerrero y el Molino del Señor, vía Sangrandonero.
Para nuestro recorrido de hoy, desde Las Ajuntas
continuaremos por el camino que lleva a la canal de Bolsa y Las Carreteras,
aguas arriba del Turia. La Canal de Bolsa transporta el agua de la acequia de
la Hoya a las fincas de la margen izquierda, ya en término de Ademuz. El camino
prosigue en dirección noroeste hasta unirse al camino del Rento que lleva hasta
la partida del Reguero, donde se le une la vía pecuaria de la Bajada del
Pasillo. Juntos continúan por la ribera derecha del Turia hasta el puente de La
Palanca. El camino prosigue hacia el norte, discurre bajo el viaducto de la
variante de la CN-330 de Manzaneruela (Landete) a Torrebaja, y siempre aguas
arriba del Turia continúa hasta la Canal del Tetuán, que pasa el agua de la
acequia de La Masada al Otro Lado, ya en término de Ademuz.
Detalle de Las Ajuntas de Torrebaja (Valencia), donde el Ebrón rinde sus aguas al Turia, desde la ribera izquierda del Turia (2018). |
El camino se alarga hasta El Cau, partida situada
inmediatamente por debajo de la aldea de Mas de los Mudos (Castielfabib). En la
zona del Cau, de este nombre porque hasta finales del siglo XIX (1887) el cauce
del Turia discurría por esta parte, en un plano inferior de la actual CN-330
(entonces CN-420 de Cuenca a Teruel). En una parcela situada entre la carretera
y el camino puede verse un pilón trifinio datado a principios del siglo XX
(1913), allí confluyen los términos de Ademuz, Castielfabib y Torrebaja. Es una
lástima que esté todo tan abandonado, el pilón y la zona donde se ubica podrían
destacarse, incluyendo algún panel informativo que ilustrara acerca del lugar y del histórico desvío del río Turia.[3]
En la partida de El Cau concluye nuestro paseo de la
“vuelta corta”, volviendo por el mismo camino hasta encontrar el primero que
surge a la derecha, que discurre paralelo al drenaje que pasa bajo del viaducto
de la variante de la CN-330, y que continúa por el sur hasta dar con el camino
de la Bajada del Pasillo. En la confluencia de ambos caminos continuamos por la
derecha hasta el pilón de la Virgen del Pilar. Desde este punto continuamos
hacia las Casas de la Venta y por la calle Fuentecillas subimos hasta el pueblo
pasando frente a la nueva fuente de los Pobres, que queda a nuestra izquierda,
adosada a la baranda del Rento. El nombre de la fuente le viene de la casa de
transeúntes que había junto a la misma. Pero la Fuente de los Pobres ya no es
lo que era, antaño se hallaba enfrente de donde hoy la vemos, al otro lado del
camino. En el cambio de ubicación ha perdido el abrevadero, quizá porque hoy ya
no hay caballerías que vayan a beber del hontanar, de la misma forma que
anteriormente perdió el frontal de los caños, donde se tomaba el agua para la
bebida y el aseo.
El antiguo cauce del Ebrón.
La concentración parcelaria de Torrebaja
incluía el desvío del cauce del río Ebrón en su tramo final, desde el Merendero
y Polideportivo Municipal hasta su desembocadura en el Turia. El punto donde el
Ebrón vierte sus aguas al Turia se ha denominado tradicionalmente Las Ajuntas.
La primera mención bibliográfica a esta singular partida del término la hace
Badía Marín (1953):
- <Desde la Ermita (de san Roque) se divisa un soberbio panorama: los montes que circundan nuestro pueblo, las riquísimas vegas del Turia y del Ebrón y el lugar donde se unen, esto es, “Las Ajuntas”>.[4]
Según los técnicos, el desvío del cauce del Ebrón
era imprescindible para el saneamiento de las huerta, ya que la confluencia de
ambos ríos tenía lugar en un ángulo demasiado perpendicular, lo que dificultaba
el abocamiento del agua en el Turia. En la actualidad, la confluencia de ambas
corrientes se produce en un ángulo más cerrado, lo que favorece la
desembocadura. Tanto el lecho como las riberas del nuevo cauce son de piedra,
lo que debería beneficiar el paso del agua. En la práctica, sin embargo, el
lecho del río se ha elevado por causa de los arrastres de grava, y las riberas
aparecen llenas de maleza, los arbustos que se plantaron en su momento han
crecido desmesuradamente y nadie responde de su mantenimiento. Pasear por ambas
riberas del nuevo cauce del Ebrón es muy agradable, se oye el alegre canto del
agua, pero ésta no puede verse correr por la maraña de arbustos que crece en sus márgenes.
Detalle del viejo cauce del río Ebrón en Torrebaja (Valencia), 2018. |
Existe otro problema en relación a lo anterior, cual
es el destino del viejo cauce. En la parte superior, entre el viejo puente y la
antigua ribera derecha del Ebrón –justo por encima del Merendero La Ribera- se
construyó una especie de jardín botánico (Aula de la Naturaleza). La idea
podría parecer original, y probablemente lo sea. Sin embargo, su utilidad
práctica es nula, nunca he visto a nadie pasear por el recinto ni interesarse
por los árboles y plantas que allí proliferan, aunque nunca es tarde; más hubiera valido construir en
su lugar un buen aparcamiento para el conjunto del Polideportivo Municipal,
amparado por árboles de sombra. Porque de los coches no podemos librarnos y hay que aparcarlos en algún sitio. No resulta razonable, sin embargo, la masiva utilización del coche, y menos en un pueblo como el nuestro, donde todo queda cerca. Pero lo cierto es que hay quien lo coge incluso para ir a mear, con perdón.
La parte inferior del viejo cauce del Ebrón, entre
la confluencia del camino del Rento y el de la ribera izquierda del río,
discurre el mencionado camino del Rento, para perderse después entre las
fincas, en dirección a la ribera derecha del Turia; en total menos de un
kilómetro. Dicho cauce es hoy una selva, en cuyas antiguas riberas proliferan
sin control cañares, chopos, zarzales. Nadie sabe con certeza quién o quienes
son los responsables del viejo cauce, unos dicen que pertenece a la
Confederación Hidrográfica, otros que al ayuntamiento de Torrebaja. Lo propio
sería que fuera de la masa común de la concentración, esto es, del municipio,
pues a la Confederación ya se le cedió en su momento el nuevo cauce, precisamente
a expensas de las tierras de la concentración.
Detalle del viejo cauce del río Ebrón en Torrebaja (Valencia), con el camino del Rento a la izquierda (2018). |
Detalle del viejo cauce del río Ebrón en Torrebaja (Valencia), con el camino del Rento a la izquierda (2018). |
En cualquier caso, debería determinarse a quién
incumbe restaurar el hábitat, ya que rellenando la cuenca y limpiando las
viejas riberas podría construirse un magnífico paseo en el lugar: piso de tierra,
asientos en cada tramo y árboles en los laterales. No tiene que hacerse
forzosamente un paseo, pueden proponerse otros usos. Lo que no puede tolerarse
es el abandono y la desidia del espacio: si pertenece a la confederación, que
lo restaure la confederación; si pertenece al ayuntamiento, que lo recupere el
ayuntamiento.
La plaza del Ayuntamiento de
Torrebaja, un espacio mejorable.
La plaza del Ayuntamiento de Torrebaja, antiguamente
denominada “plaza del Señor” y posteriormente “plaza de Ramón y Cajal”, es una
de las más amplias, luminosas y espléndidas del Rincón de Ademuz, junto con la
de Casasbajas. Quiero decir que es una de las que más posibilidades
urbanísticas tiene. Lamentablemente, sin embargo, es de las menos agraciadas. En estos "tiempos líquidos" parece que todo es opinable; pero lo evidente no necesita demostración.
Los gestores municipales de la primera mitad del
siglo XX, no obstante ser más pobres y disponer de menos recursos que en la
actualidad, tuvieron más sentido estético a la hora de organizar su urbanismo.
La imagen más antigua que conocemos de la plaza mayor de Torrebaja corresponde
a una fotografía de Joaquín Sanchis (a) Finezas realizada en plena guerra civil
(1936-1939), relativa al acto de entrega de una bandera del XIX Cuerpo de
Ejército. La foto muestra una formación militar, los soldados republicanos
portan casco y fusil con la bayoneta calada, están el posición de firmes, la
mayoría miran a la cámara, otros al frente; el segundo de la fila por la
izquierda porta una bandera con escudo bordado. El piso de la plaza es de
tierra, al frente se ve la fachada de una casa con balcones llenos de gente, se
trata de la Casa Roja, así se denominaba el edificio por el color de su
fachada, antigua vivienda del administrador de los Ruiz de Castellblanque en la
Torrebaja señorial. Por detrás de la formación militar sobresale el ramaje de
un ailanto (Ailanthus altissima), árbol de rugoso tronco que entonces ya era viejo.[5]
Vista occidental de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), con detalle de los ailantos (Ailanthus altissima) y bancos de obra, las calles todavía de tierra (años cincuenta, mediados). |
Cronológicamente, las siguientes fotografías de la
plaza mayor de Torrebaja corresponden a los finales años cincuenta, muestran el
piso todavía de tierra y los mismos árboles, con la particularidad de que entre
los ailantos se han colocado varios bancos de doble asiento con respaldo.
Dichos bancos eran anatómicamente perfectos, los hizo un artesano catalán que
pasó por la zona en los primeros años cuarenta:
- <El que viene a Torre Baja, a poco que observe, advertirá un pequeño detalle. Hacia 1944 pasó por el pueblo un constructor catalán, que dejó de su estancia entre nosotros pequeños e imborrables recuerdos. Hizo las pilas bautismales de Santa Marina y la Virgen del Remedio (en Torrealta); las pilas de agua bendita de las ermitas de San José y San Roque; la pila de la fuente o bomba del Molino Viejo; los bancos de la plaza y la Cruz de los Caídos, todo ello con gusto exquisito, en cemento, imitando madera natural>.[6]
Detalle de vecinos sentados en uno de los antiguos bancos de obra de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), junto al tronco de un ailanto (años cincuenta, finales). |
Con la idea de modernizar la plaza, en el decenio de
1965-1975 se talaron los seculares árboles y se retiraron los bancos de obra de
la posguerra. La tala de los añosos adelantos estaba justificada, su ramaje
seco podía constituir un peligro para los viandantes. Lo que no puede
justificarse es la retirada de los bancos. Cierto que algunos presentaban algún
deterioro, pero hubieran podido restaurarse. Ignoro si se puso algún cuidado en
la retirada; lo cierto es que sólo se conservó uno, y parcialmente. Parte de
uno de aquellos bancos está en la calle Fuente, sobre las
antiguas Escuelas Nacionales. La nobleza de sus materiales y la belleza de su
diseño todavía puede constatarse.
En sustitución de la hilera de árboles y bancos de obra de la posguerra se labró una especie de seto con bancos de hierro y madera. Mediados los años setenta (ca.1976), en la parte alta de la plaza, pegado al seto se dispuso a modo de jardincillo con fuente central simulando el contorno de una manzana, con palmeras y arbustos de adorno en las esquinas. El borde del huertito se delimitó con piedras labradas formando escalera, restos de una monumental fuente que hubo en la parte superior de la explanada, construida en los años sesenta (principios), con motivo de la traída del agua potable a la población. Su colocación constituyó un hito en la historia local, hasta entonces el vecindario se había servido para su consumo del agua del Ebrón, de la fuente de los Pobres y otros manantiales de poca calidad. Aquella fuente hubiera podido fomentar el urbanismo de la plaza, pero no dio el resultado apetecido y hubo que retirarla. Se dijo que era demasiado grande, lo cierto es que se estropeó y no hubo manera de arreglarla. La colocó un artesano local (Constantino Aparicio y su hijo Daniel), las piedras de travertino fueron labradas en Teruel (Mármoles Llorens). Cuando se desmontó la fuente sus piedras abujardadas fueron a parar a distintos lugares, al jardincillo de la plaza, a la fuente de La Replaceta, al puente de La Palanca... pero nadie sabe dónde se colocaron las bolas que adornaban las esquinas, ni la gran bola que culminaba el pilón central. La base, una gran losa de cemento armado, se llevó al Cantón, para tapar la boca oriental del antiguo refugio de la guerra civil (1936-39) excavado bajo la iglesia parroquial.
Fragmento de uno de los bancos de obra que hubo en la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), año 1944, actualmente en la calle Fuente (2018). |
Fragmento de uno de los bancos de obra que hubo en la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), año 1944, actualmente en la calle Fuente (2018). |
En sustitución de la hilera de árboles y bancos de obra de la posguerra se labró una especie de seto con bancos de hierro y madera. Mediados los años setenta (ca.1976), en la parte alta de la plaza, pegado al seto se dispuso a modo de jardincillo con fuente central simulando el contorno de una manzana, con palmeras y arbustos de adorno en las esquinas. El borde del huertito se delimitó con piedras labradas formando escalera, restos de una monumental fuente que hubo en la parte superior de la explanada, construida en los años sesenta (principios), con motivo de la traída del agua potable a la población. Su colocación constituyó un hito en la historia local, hasta entonces el vecindario se había servido para su consumo del agua del Ebrón, de la fuente de los Pobres y otros manantiales de poca calidad. Aquella fuente hubiera podido fomentar el urbanismo de la plaza, pero no dio el resultado apetecido y hubo que retirarla. Se dijo que era demasiado grande, lo cierto es que se estropeó y no hubo manera de arreglarla. La colocó un artesano local (Constantino Aparicio y su hijo Daniel), las piedras de travertino fueron labradas en Teruel (Mármoles Llorens). Cuando se desmontó la fuente sus piedras abujardadas fueron a parar a distintos lugares, al jardincillo de la plaza, a la fuente de La Replaceta, al puente de La Palanca... pero nadie sabe dónde se colocaron las bolas que adornaban las esquinas, ni la gran bola que culminaba el pilón central. La base, una gran losa de cemento armado, se llevó al Cantón, para tapar la boca oriental del antiguo refugio de la guerra civil (1936-39) excavado bajo la iglesia parroquial.
Vista de la antigua fuente de la Plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), el piso todavía de tierra (años sesenta, principios). |
En la segunda mitad de los años noventa la plaza se
remodeló de nuevo, organizando la zona tal como puede verse en la actualidad:
piso de cemento simulando losas de piedra, jardincito elevado con seto a modo de separación
entre la prolongación de la calle san Roque y la plaza. A efectos prácticos,
calle y plaza forman un solo espacio urbano, con numeración de policía propia.
La remodelación del espacio urbano se planteo en la legislatura municipal de
1991-95, financiándose con el plan provincial de 1994-95. Por distintas
razones, sin embargo, las obras se llevaron a cabo en la siguiente legislatura,
incorporando algunos cambios en el proyecto original. El jardín elevado posee
acacias de bola en el centro, todo él circundado por un banco corrido en todo
su perímetro, excepto en la parte baja (este), que tiene adosada una fuente monumental de base redondeada con un pilón central. El pilón posee un ensanchamiento
circular en su tercio inferior para la caída del agua, la parte alta la culmina
una farola de hierro con cinco fanales. La fuente de adorno posee un
circuito cerrado alimentado por una bomba, habitualmente estropeada. La
iluminación sólo funciona en las fiestas patronales, y no siempre. Parece que
las lámparas son caras de reponer, además de consumir mucha electricidad. Una
vez más, estamos pagando la presunción de querer imitar en los pueblos el
ambiente urbano, construyendo fuentes y jardines ornamentales que luego no
podemos mantener.
Vista general (occidental) de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), con detalle del jardín y fuente ornamental con farola (2018). |
En mi ideario, la plaza de un pueblo debe poseer
tres elementos esenciales: agua, sombra y asiento. Agua para beber, sombra para
protegerse del sol y bancos en los que sentarse para descansar, charlar y
observar. Porque la plaza es el centro anímico y vital de una comunidad, donde
suelen hallarse la Casa Consistorial (Casa Lugar) y otros edificios
representativos. En las plazas se han celebrado tradicionalmente los mercados
semanales, los festejos locales, las reuniones del común, etc. No en vano los
Reyes Católicos establecieron la normativa de plantar olmos en las plazas de
los pueblos de España, con el doble sentido (práctico y simbólico) de
representar la unión que debiera reinar entre los miembros de toda comunidad
rural, además de dar sombra y cobijo a los ciudadanos.
Detalle de la fuente ornamental con farola existente en la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), 2018. |
Vista general (oriental) de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), con detalle del jardín y fuente ornamental con farola (2018). |
Torrebaja no ha conseguido dar todavía con la
organización urbanística adecuada para su plaza mayor, no obstante haber tenido
su paradigma en la primera mitad del siglo XX. Los antiguos moradores supieron
sacarle el mejor partido a la plaza; pero nosotros, creyéndonos más instruidos
y modernos no hemos podido sin embargo superarles. Remodelar la plaza será
difícil en el corto plazo, porque no hay aparente necesidad de ello; tampoco
sobra el dinero. Falta quizá la ilusión por mejorar, y una pizca de buen gusto.
Habrá que esperar a las nuevas generaciones para una remodelación integral, si
antes no hemos desaparecido. Sin embargo, todavía podría optimizarse su estado
actual, restaurando el piso en sus partes más dañadas, colocando contenedores
soterrados (véase los existentes en Casasbajas) y recubriendo el poyo corrido
que circunda el jardincillo con ladrillos troceados, tipo trencadis. De
acertar con el color el efecto podría ser sorprendente, por ejemplo, con un
degradado ocre a juego con las líneas del piso y la fachada del Ayuntamiento, por cierto, demasiado oscura.
La patochada de la fuente de adorno tiene peor arreglo, aunque no faltarán
expertos que aporten soluciones al disparate. Los políticos, mejor que no
opinen y se dejen asesorar por los entendidos. Las acacias de bola que posee el jardín sobran,
hubiera bastado con un árbol de sombra adaptado a la climatología local
señoreando el espacio, un castaño de indias, un olmo con pie resistente a la
grafiosis, un tilo.
Vista general (a vuelo de pájaro) de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), con detalle del jardín y fuente ornamental con farola (2018). |
Vista parcial (oriental) de la plaza del Ayuntamiento, en la que se hace evidente el deterioro del mobiliario urbano, con la Casa Consistorial y el Torreón de los Picos al fondo (2018). |
Otro problema de peliaguda solución son los coches,
ya que la plaza mayor de Torrebaja, como otras del Rincón de Ademuz, se ha
convertido en un aparcamiento al aire libre. Los vehículos ocupan el espacio público,
usurpándoselo a las personas. Está vedado aparcar el viernes, día del mercado
semanal, pero tampoco no se hace el menor caso de la prohibición. Sucede también una paradoja, que antes del mercado un empleado del Ayuntamiento barre la plaza para beneficio de todos, pero cuando termina el mercado nadie retira los restos dejados por los vendedores: cajas de cartón, papeles, perchas rotas, bolsas de plástico... Me recuerda una película de Santiago Segura -Torrente, el brazo tonto de la ley (1998)-: Sí, una en la que el repelente personaje entra en un urinario y se lava las manos meticulosamente antes de mear, pero sale del servicio sin lavárselas: algo por lo demás muy propio de los españoles, de algunos españoles. Otro problema en relación con la vía pública es el de los coches
viejos que pierden aceite y ensucian de grasa el suelo, un suelo que nadie limpia. A lo anterior cabe añadir la actitud de algunos vecinos, que con la mejor voluntad echan de comer a los gatos en la calle; sucede que la comida atrae a los animales, que lo ensucian todo. A algunos vecinos el espectáculo les parece simpático -incluso enternecedor-; a mi me cabrea y deprime. Sucede lo que con los perros, pues la moda de las mascotas también ha llegado a los pueblos de la comarca. Los animales tienen que hacer sus necesidades -ello es comprensible- y sus dueños los sacan a la calle para que se alivien. Yo no tengo nada contra los perros -tampoco contra los gatos: felinos más ariscos e independientes que los cánidos-; en general, me parecen seres muy simpáticos, en ocasiones más inteligentes y sensatos que sus dueños; lo que no soporto son sus meadas y cagadas por las fachadas y aceras. Pero no se les ocurra llamar la atención a sus dueños, porque les pondrán morro o les soltarán alguna inconveniencia. La relación de algunos perros con sus amos puede llegar a ser muy intensa, hasta parecerse físicamente; sucede lo que con algunos matrimonios de larga duración. Por lo demás, la limpieza de las calles de un pueblo -como el estado de la cocina y el cuarto de baño de una casa-, dicen mucho de sus moradores. En general, el incivismo se achaca a la falta de educación; sin embargo, tiendo a creer que se trata también de falta de amor a la tierra, al lugar donde vivimos, ya que cuando amamos a alguien tendemos a preocuparnos de él, a respetarlo y cuidarlo. Falta quizá el arraigo, el sentimiento de pertenencia a la tierra. Mi idea es que el cuidado del entorno rural o urbano en el que desarrollamos nuestras pequeñas vidas repercute favorablemente en nuestra felicidad, y por extensión en el bienestar de la comunidad.
En suma: con tantas necesidades como hay en el pueblo, mis
reflexiones y propuestas han de parecerles a algunos simples ocurrencias, por no decir una membrillada, y
seguramente lo son. Pero ahí quedan... Vale.
De la Real Academia de Cultura Valenciana
(RACV).
[1] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. Agustín Chicharro Navarro, Guardia Civil retirado,
del domingo 10 de febrero de 2013.
[2] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo. La Dehesa de Torrebaja en Ademuz (Valencia), del sábado 24 de octubre de 2015.
[3] SÁNCHEZ
GARZÓN, Alfredo (2008). Desviación de un trozo del río Turia frente al pueblo de Torrebaja, en Desde el Rincón de Ademuz, Valencia,
vol. II, pp. 299-303.
[4] BADÍA MARÍN,
Vicente y PÉREZ TARÍN, José Alejandro (1953). Torre Baja, mi pueblo,
edita Ayuntamiento de Torrebaja, Valencia, p. 21.
[5] Joaquín
Sanchis “Finezas”. Fotografía de Guerra (Valencia, 1937-1938).
Pentagrafeditorial, Biblioteca Valenciana, Valencia, 2005, p. 191.
[6] BADÍA MARÍN
y PÉREZ TARÍN (1953), p. 18.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
Detalle de la antigua fuente de la plaza de Torrebaja (Valencia), años sesenta (ca.1964-65). |
Vista parcial de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), con detalle de la antigua fuente (años sesenta, mediados). |
Vista parcial de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), durante las fiestas patronales, con detalle del jardín existente en la parte superior (años setenta, mediados). |
Vista general (occidental) de la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja (Valencia), con detalle de acacias y bancos de madera, y la fachada del nuevo Ayuntamiento al fondo (años setenta, finales). |
Vista general (oriental) de la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), con detalle del jardín y fuente ornamental con farola (2018). |
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