ENTRADAS 2022

jueves, 26 de agosto de 2021

EL SANTUARIO DE FÁTIMA Y LA CRUZ DE PEÑA BLANCA EN EL CUERVO, TERUEL.

 Visita al santuario mariano,

en el vigésimo sexto aniversario de su fundación.




«En el tercer secreto (de Fátima) se predice, entre otras cosas,

que la gran apostasía en la Iglesia empezará en lo alto»

-Cardenal Mario Ciappi, teólogo papal con Pablo VI y Juan Pablo II-.


«Fátima no es un conjunto de emociones tranquilizadoras 

que lleven al cristiano a encerrarse en sí mismo.

En 1917, surgió como un mensaje de esperanza frente a la fatalidad y banalidad del mal,

representado entonces por las emergentes ideologías totalitarias

[comunismo y fascismo] que triunfaron a lo largo del siglo XX,

y podemos también interpretarlo como una llamada de atención a una visión del mundo

impregnada de cientifismo, positivismo y otros ismos, que siguen vigentes

en su creencia ciega de que la razón humana es suficiente 

para construir sociedades supuestamente perfectas.

Fátima es un mensaje para todos los tiempos, incluidos los actuales,

en los que muchos cristianos se resignan o entristecen ante una marea social o política que

pretende anegar toda presencia externa del cristianismo, 

recluido en un "invernadero" en el que se esconda y languidezca poco a poco»

-Antonio R. Rubio Plo, en El mensaje de Fátima es también para el siglo XXI (2017)-.





Palabras previas, a modo de introducción.

El santuario de «Nuestra Señora del Rosario de Fátima» es un lugar de culto de hiperdulía (culto a la Virgen María, la madre de Jesús de Nazaret) se halla en la Cueva de doña María (hoy Cueva de la Virgen), una cavidad natural de roca caliza situada en el término municipal de El Cuervo, en posición septentrional respecto a la población.

Fue construido por iniciativa vecinal, del señor Francisco Javier Domingo Alonso (1959-2014), mediados los años noventa del pasado siglo (1995). Según consta en unos ladrillos cerámicos, el santuario fue inaugurado y bendecido el 24 de junio de 1995; el señor obispo de Teruel-Albarracín (monseñor Antonio Algora) visitó el lugar el 2 de junio de 1996.[1]

Está ubicado en pleno monte -inmediatamente por debajo del emplazamiento de la Cruz de Peña Blanca-, un lugar de agreste belleza desde donde puede observarse un espléndido panorama, con el caserío de El Cuervo en un segundo plano, al otro lado del río Ebrón, entre el cerro de san Pedro (donde la ruinosa ermita de su nombre) y el tormo del castillo. Al fondo izquierda, aguas abajo del Ebrón se halla Castielfabib, de cuya villa destacan la Torreta y la iglesia-fortaleza, con las ruinas del castillo en la parte alta.

El magnífico paisaje observable desde el Santuario y la Cruz de Peña Blanca incrementa notablemente su belleza en otoño, cuando los álamos que bordean el Ebrón se tintan con los colores de la estación, iluminando el valle de bronce bruñido y oro viejo.


Vista general del Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel), 2021.


Vista general del caserío de El Cuervo (Teruel) y valle del Ebrón, desde el Santuario de Fátima (2021)

Camino del Santuario de Fátima.

Para visitar el santo lugar (santo es lo que dedicamos a la divinidad y sus intercesores) hay que salir de la población por el puente que salva el río Ebrón frente al merendero de Los Chorros, donde el polideportivo local. El camino que lleva al Santuario discurre por la partida de la Quinchuela (también Cinchuela: franja de terreno estrecha), una zona de feraz huerta parcialmente abandonada.

Unos cientos de metros más arriba del puente arribaremos a un cruce de caminos. En la intersección hay un poste de madera con señalización de pala que indica el Sendero Botánico, por la izquierda. Este camino constituye la vía principal de la partida, discurre entre la margen izquierda del Ebrón y la ladera del monte y lleva hasta el manantial de Las Pozas. Para subir al Santuario, sin embargo, deberemos seguir el camino que continúa al frente, que antiguamente llevaba hasta la partida de El Rato y que discurre por la parte baja de Los Picarzos, farallón de picachos rojizos que se alza imponente cerrando el horizonte al noreste.

El río Ebrón a la altura del Merendero de los Chorros,
desde el puente que lleva al Santuario de Fátima de El Cuervo (Teruel), 2021.

El camino que lleva al Santuario lo han limpiado recientemente, no sé si devotos del Santuario o personal del Ayuntamiento; la vía discurre entre fincas de cultivo, siguiendo el trazado de un antiguo terraplén artificial, los muros que sujetan el paso se hallan parcialmente desmoronados. Al dejar el tramo elevado continuaremos por el camino de la izquierda, que se hace más agreste y quebrado conforme ascendemos. Propiamente se trata de un camino de herradura en bastante buen estado.

Durante el trayecto de subida observaremos un gran pedrusco a la derecha del camino, su parte superior es plana y contiene un amontonamiento triangular de piedras; las suelen colocar los devotos que suben al Santuario. Cada vez que subo al Santuario también yo coloco mi piedra a modo de ofrecimiento a la divinidad, para arribar más liviano y limpio de espíritu. No en vano el simple acto de agacharse y coger una piedra del camino para depositarla sobre el ara de piedra simboliza un acto de desprendimiento y contrición. En un lado del peñasco hay pintada una flecha de dirección en color azul. La trocha continúa entre arbustos de romero y matorros de encina, hasta un punto en que observaremos otro amontonamiento de piedras a ras del suelo, también con una flecha azul pintada sobre los cantos, invitándonos a continuar por la mano izquierda, dejando el camino del Rato a la derecha.


Camino de Quinchuelas, en dirección al Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel),
 con la Peña de los Picarzos al fondo (2021).

Camino de  Quinchuelas, en dirección al Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel),
con la Peña de los Picarzos al fondo (2021).

En este punto el sendero que debemos seguir para llegar al Santuario se estrecha, constituyendo propiamente un camino de sirga. Este discurre por la ladera meridional del monte, posee tramos llanos y otros de bajada y subida para acomodar el trazado a las vertientes de los barrancos. Durante todo el ascenso tendremos a nuestra mano derecha la ladera del monte con los restos de antiguos portillos que sujetaban los abancalamientos, mientras que por la izquierda podremos observar el panorama del valle del Ebrón, el caserío de El Cuervo y los cerros fronteros que cierran el horizonte al suroeste.


Bifurcación del camino de Quinchuelas,
el que continúa al frente (camino del Rato) lleva al Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel), 2021.


Vista parcial de El Cuervo (Teruel) y vega del Ebrón,
desde el camino del Santuario de Fátima (2021).


Subida al Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel),
con el caserío al fondo izquierda (2021).

El penúltimo tramo del camino es de ascenso continuado y pedregoso, discurriendo siempre entre romeros y otros arbustos de secano: aliagas, coscojas, chaparros, enebros, alguna sabina. No obstante, el tramo final es llano hasta la misma entrada del Santuario.


Tramo final del camino que lleva al Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel), 2021.

Entrada al Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel),
con detalle del peñasco que antecede a la cueva (2021)

El Santuario de Fátima, una cueva natural.

La entrada al lugar del Santuario se halla franqueada por un enorme peñasco a la derecha, bajo el que crecen en toscas jardineras de piedra varias plantas de pita, con matojos de encina a la izquierda. Una higuera loca ha crecido inverosímilmente entre las rendijas del muro meridional. La cueva donde se aloja la imagen de la Virgen se halla al fondo, en un plano ligeramente elevado sobre el resto del espacio, al resguardo de una amplia visera rocosa basada en una cornisa de gran potencia. La parte anterior del sagrado lugar está protegida por una verja de hierro en ángulo, con la puerta de acceso en el lado que mira a la entrada.

Junto a la entrada hay un par de bancos de hierro colado, con lajas de madera en el asiento y el respaldo. Frente a la cueva, un somero rellano ligeramente inclinado y pedregoso, en un plano inferior con respecto a la capilla, con un muro bajo de piedra en la parte que da al barranco.

El piso de la capilla está empedrado de lajas calizas, en el centro se alza la imagen de la Virgen de Fátima sobre un tronco de rústica sabina a modo de pedestal; la imagen está protegida por una urna de cristal, similar a la que existe en la Cova de Iria de la ciudad de Fátima, Portugal. La figura se representa en estilo tradicional, vestida de blanco, con una túnica que le cubre de la cabeza a los pies y una corona sobre la cabeza, las manos juntas en oración y con un rosario pendiente. Según el santoral católico, su onomástica se conmemora el 13 de mayo, fecha que alude a la primera aparición en 1917. La Virgen de Fátima se apareció en una cueva a tres pastores portugueses (Lucía dos Santos y sus primos Jacinta y Francisco Marto), siguiendo la tradición de tantas otras apariciones marianas.


Detalle de la imagen de la Virgen de Fátima en el Santuario de su advocación
 en El Cuervo (Teruel), 2021.



Detalle de la imagen de la Virgen de Fátima en una urna de cristal,
sobre un pedestal de sabina (2021).


A los pies de la sagrada imagen, junto al tronco de sabina lucen ramos de flores artificiales dispuestas en jarros y macetas. Por detrás hay una caja de madera encristalada con la representación de san José (estas cajas se utilizaban para pasarlas entre los vecinos de casa en casa: una tradición franciscana con finalidad devocional y petitoria), y multitud de cirios encendidos dispuestos en las repisas de piedra que forma el muro posterior de la cueva.

En la parte distal de la gruta, a la izquierda de la imagen, según la miramos de frente, hay dispuesto otro banco de hechura similar a los de la entrada. El techo y las paredes  aparecen enhollinados, como si en tiempos anteriores se hubiera encendido algún fuego dentro.

En su conjunto, el recinto es muy sencillo, todo él dispuesto de forma rústica y natural, invitando al recogimiento y la oración -un lugar propicio para meditar y rezar el Santo Rosario-: no en vano la imagen de la titular del Santuario lleva por nombre “Nuestra Señora del Rosario de Fátima”, y porta un rosario entre sus manos. A muchas personas la naturaleza les motiva a orar, tal vez porque Dios se revela en su creación, lo que entendemos por "revelación general". En los libros sapienciales del Tanaj judío y el Antiguo Testamento cristiano encontramos: "Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento despliega la destreza de sus manos" (Salmo 19). Metafóricamente podría decirse que las personas que se acercan a Cristo Jesús "son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto a su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen" (Salmo 1:2-3). Si les soy sincero, rezar en plena naturaleza me sabe como un bocadillo en el campo.


Placas conmemorativas en el  Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel), 2021.

Por detrás de los bancos situados a la entrada del Santuario, junto a la verja, hay un par de placas de cerámica en la parte alta. La de la izquierda dice:

AVE MARIA

SANTUARIO DE

Ntra. Sra. de FÁTIMA

Inaugurado y Bendecido

EL 24 de JUNIO de 1995


En la de la derecha, puede leerse:

En recuerdo de la visita

de D. Antonio Algora

obispo de Teruel-Albarracín

a este lugar de culto Mariano

Ntra. Sra. de FÁTIMA

El Cuervo 2 Junio 1996

Sentados sobre los bancos de la entrada podremos disfrutar de una estupenda vista de El Cuervo, situado en un segundo plano del panorama, al otro lado del Ebrón, entre el Cerro de San Pedro (donde las ruinas de la ermita de su nombre) y la eminencia del Castillo: el castillo de El Cuervo se halla en la línea visual del de Castielfabib. El caserío lo centra la peculiar torre-campanario de la iglesia parroquial (Nuestra Señora de la Asunción), con los montes fronteros cerrando el horizonte al meridión.

El magnífico panorama se ve enaltecido por la fronda de los árboles que pueblan la vega del Ebrón, su feraz huerta contrasta con las laderas montañosas pobladas de arbustos que conforman las márgenes del valle. En el extremo occidental del Santuario, frente a la cueva, hay unas rugosas carrascas, mientras que a la izquierda, próximo a la entrada, crecen dos jóvenes pinos negrales. Junto al muro semiderruido que sostiene el abancalamiento de la placeta lucen algunos lirios de pequeño tamaño.

En cualquier caso, el lugar del Santuario y el panorama que desde él puede disfrutarse  posee un encanto indudable, al menos para mí. Y no sólo porque El Cuervo sea el solar de mis abuelos maternos, que también, sino porque en la clasificación de mis lugares predilectos ocupa uno de los primeros puestos. Hay quien colecciona libros, sellos, chapas de botella, piezas de cerámica... yo no colecciono objetos, y cada día tengo menos apego a las cosas. En su peculiar novela "Sefarad" (2001), Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) confiesa que él colecciona "lugares en los que ha conocido la misteriosa exaltación de lo mejor de mí mismo, la plenitud de mis deseos y de mis afinidades". A mí me pasa algo parecido, es por ello que en la selección de mis lugares y paisajes preferidos el Santuario de Fátima -y el panorama que desde allí se observa- ocupa un puesto preferente.     


Devota en el Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel), 2021.

Detalle de la urna de cristal donde se halla la imagen de la Virgen de Fátima
 en el Santuario de su advocación en El Cuervo (Teruel), 2021.

De la Virgen de Fátima me han llamado siempre la atención sus misterios (Misterios de Fátima): el primero es una visión del infierno, el segundo alude a la salvación de las almas y la reconversión del mundo a la cristiandad, el tercero concierne solo a la fe de los cristianos. El cardenal Joseph Ratzinger (futuro papa Benedicto XVI) dijo que el tercer misterio pertenecía a “los peligros que amenazan la fe y la vida del cristiano, y por lo tanto al mundo”. En este sentido, ya el cardenal Mario Luigi Ciappi (teólogo de la Casa Pontificia con Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II) escribió estas premonitorias palabras: En el tercer secreto (de Fátima) se predice, entre otras cosas, que la gran apostasía en la iglesia empezará en lo alto. ¿Acaso este príncipe de la Iglesia se refiere a la alta jerarquía eclesiástica? Para muchos creyentes el tercer secreto de Fátima ya se está cumpliendo. ¿Cabe la posibilidad de que la Iglesia Católica se esté desviando del mensaje evangélico por los caminos de la política y los fastos mundanos, que no esté cumpliendo con su función de unir a los cristianos, difundir las palabras de Jesús de Nazaret, enseñar el perdón y la fraternidad entre los hombres, luchar contra la injusticia, la pobreza, la desigualdad entre los seres humanos... haciendo posible la instauración del Reino de Dios en la tierra? Juan Pablo II proponía un remedio no sé si infalible contra ese mal: Rezar, rezar y rezar, sin pedir nada. En tanto creyente creo en la eficacia de la oración, al tiempo que soy un devoto de nuestro popular refrán: ¡A Dios rogando y con el mazo dando! Porque sería irresponsable dejarlo todo en manos de la Providencia, limitándonos a rezar.

En relación con lo anterior, el Caballero del Pilar, Antonio R. Rubio Plo, en un artículo escrito con ocasión del centenario de las apariciones de Fátima (2017), escribe: "Fátima nos enseña que el mal no se vece con el mero triunfo de unas ideologías sobre otras. Antes bien, el mensaje supone una llamada a una conversión personal, en la que no deben faltar la oración y la penitencia". Porque "Rezar ayuda a cambiar el propio corazón, lo que a su vez, contribuye a ir cambiando el mundo".[2]

Contra la pared del fondo, en una somera repisa de piedra hay una tablilla de madera con un texto: Este es un lugar de culto y oración. En tan singular lugar, inmerso en tan hermoso paisaje es fácil sentirse transportado por el sentimiento religioso. El sentimiento religioso inserto en todo ser humano se caracteriza por su disposición al reconocimiento y la sumisión ante una realidad que le supera: ello le lleva a la entrega confiada a esa realidad, con el propósito de conseguir la salvación -lo que podríamos expresar como el bien total y definitivo. Con estas o similares palabras lo expresa Esteban Escudero Torres en Creer es razonable (2002). 

Es cierto que para acercarse al fenómeno religioso hay que tener cierta predisposición; al menos no dejarse influir por los prejuicios ideológicos o de otra índole que suelen contaminarnos. Lo más fácil es ignorar -incluso rechazar- el hecho religioso, pensando que probablemente Dios no existe. Sin embargo, por muy obtusa que sea la sensibilidad religiosa de un individuo resulta difícil sustraerse a esa sensación de "mysterirum tremendum et fascinans" con que el teólogo alemán Rudolf Otto (1869-1937) expresó la experiencia religiosa del ser humano ante lo sagrado. La obra de Otto es imprescindible a la hora de acercarse a estas cuestiones, de hecho influyó decisivamente en el pensamiento de autores tan importantes como el estadounidense Paul Tillich (1886-1965), el rumano Mircea Eliade (1907-1986) o nuestra María Zambrano (1904-1991).

Desde antiguo, los teólogos han querido ver a Dios en el Logos de Heráclito de Éfeso (540-480 a.C), aunque el filósofo presocrático parece haber utilizado el término en sentido general. Debemos entender, sin embargo, que el Logos (razón, discurso...) se encuentra en el alma de cada individuo, y que todos tienen -tenemos- la posibilidad de despertar, de escucharlo y volvernos sabios. Viene a cuento mencionar a Heráclito porque al cruzar el puente de Quinchuelas sobre el Ebrón, viendo discurrir sus frías y transparentes aguas me ha venido a la mente la célebre frase del filósofo griego: En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]. Lo que podemos traducir al lenguaje coloquial como "no podemos bañarnos dos veces en el mismo río" -porque todo cambia continuamente, nosotros mismos los primeros, como también la Naturaleza, siempre en perpetuo cambio. No obstante, al bajar del Santuario de Fátima todo me parecerá lo mismo, el paisaje, el río, el puente... aunque quizá nada sea ya lo mismo, pues todo está sujeto a un devenir. Paradójicamente, para Heráclito los opuestos no se contradicen, sino que forman una unidad armónica, aunque no estática. Este filósofo griego era conocido entre sus contemporáneos como "el Oscuro", y no les faltaba razón. Prueba de ello son las citas que se le atribuyen: El bien y el mal son uno; El sol es nuevo cada día; En la circunferencia, el principio y el fin coinciden; La armonía invisible es mayor que la armonía visible; Ni aun recorriendo todo camino llegarás a encontrar los límites del alma; tan profundo Logos tiene... Una de sus frases lapidarias me parece, sin embargo, muy clara: Los cerdos gozan más con el fango que con el agua limpia.


Vista parcial del caserío de El Cuervo (Teruel), desde el interior del Santuario de Fátima (2021).


Vista general del caserío de El Cuervo (Teruel), desde la placeta del Santuario de Fátima (2021).

Vista frontal (suroccidental) del Santuario de Fátima de El Cuervo (Teruel), 2021.

La Cruz de Peña Blanca.

La Cruz de Peña Blanca (de la Peña Blanca) se halla en las inmediaciones del Santuario de Fátima, en un plano superior y al poniente del mismo. Para acceder al lugar de la Cruz desde el Santuario no hay un camino establecido, hay que circundar la cueva por detrás y seguir monte a través, por entre antiguos campos de cultivo abandonados.

En algunos momentos de la subida puede parecernos que estamos sobre una antigua senda, y que probablemente fue el primitivo acceso a estas partidas del término, pero el camino es muy irregular, aparece y desaparece conforme ascendemos.


Cruz de Peña Blanca en El Cuervo (Teruel), con el caserío al fondo (2021).

Detalle de la Cruz de Peña Blanca en El Cuervo (Teruel), con el caserío al fondo (2021).

El lugar donde se emplaza la Cruz es un paraje elevado sobre los cantiles de Peña Blanca, zona de enorme valor paisajístico absolutamente desaprovechada. La Cruz se halla sobre un afloramiento rocoso, está labrada en cemento armado (300x230 cm) y conforma una cruz latina con los extremos apuntados: 15 cm de profundidad x 20 de anchura . Carece de fecha u otros signos relativos a su construcción y significado. Podría pensarse que se construyó en la posguerra inmediata, a modo de Cruz de los Caídos o como forma de simbolizar la recristianización del municipio después de los años de la Revolución y Guerra Civil Española (1936-1939), tiempo de intolerancia y persecución de la Iglesia Católica en que se trató de destruir todo vestigio religioso en la zona republicanaSin embargo, se levantó en los primeros años sesenta -al menos eso me hace saber la señora Inmaculada Egido Villalba, de El Cuervo, que me proporcionó una foto en la que aparecen los vecinos que participaron en su construcción.

Vecinos de El Cuervo (Teruel) posando junto a la Cruz de la Peña Blanca,
tras su construcción (ca.1960)
[Foto cedida por la señora Inmaculada Egido Villalba, de El Cuervo].


Valga el punto para decir que durante la revolución española de 1936 la iglesia parroquial fue saqueada, destruyéndose todo el material ornamental y mueble, incluido el archivo parroquial y los libros sacramentales (Quinque libri). Asimismo sucedió con las antiguas ermitas locales de san Roque y san Pedro.[3] La Ermita de san Roque, situada en el Trascastillo ya no se recuperó después de la guerra y la de san Pedro, ubicada en la cima del cerro de su nombre, al poniente de la población, incomprensiblemente fue vendida a un particular en los años sesenta del pasado siglo, hallándose hoy en estado ruinoso.[4]

Vista general de El Cuervo (Teruel), desde la Cruz de la Peña Blanca (2021).


Palabras finales, a modo de epílogo.

El Santuario de Fátima de El Cuervo (Teruel) es un lugar de culto mariano ubicado en una cueva del monte (Cueva de doña María), situada al noroeste de la población. Fue erigido en tan agreste lugar a instancias de devotos locales, mediados los años noventa del pasado siglo (1995).

El recinto sagrado (inaugurado y bendecido el 24 de junio de 1995) se halla protegido por una verja metálica, con la entrada en el lado de levante. El piso del santuario está embaldosado de lajas de piedra, sobre elevado por encima del nivel del piso de la gruta.

La imagen de la Virgen centra el lugar, protegida en una urna de cristal, sobre un pedestal basado en un grueso tronco de sabina. Por detrás hay ofrendas de luz (velas y cirios) dispuestas sobre la repisa natural que forma la propia roca del monte. Junto al pedestal de la Virgen hay siempre ramos de flores artificiales, y una caja encristalada con una representación de san José.

Dado el emplazamiento del santuario mariano y su singular ubicación, no estaría de más sugerir a quien corresponda una mejora del espacio que conforma la placeta: nivelando el piso y levantando un somero muro de piedra en el abancalamiento, entre el pino y la carrasca.

Al poniente del Santuario, en un plano superior se halla la Cruz de Peña Blanca, su estructura está labrada en cemento armado, y fue erigida en los primeros años sesenta del pasado siglo XX. Sería de agradecer que la autoridad municipal se interesara por hacer accesible el lugar de la Cruz desde el Santuario, pues ambos forman parte del patrimonio religioso local, poniendo en valor el magnífico panorama que desde este paraje puede observarse.

Propiamente, desde el Santuario de Fátima y la Cruz de Peña Blanca se disfruta de una estupenda vista, con la vega del Ebrón a los pies y el caserío de El Cuervo en segundo plano, en la margen derecha del río, entre el cerro de san Pedro y el tormo  del castillo. Vale.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN

De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).



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[1] Monseñor Antonio Ángel Algora Hernando (1940-2020) fue obispo de la diócesis de Teruel-Albarracín (1985-2003) y de Ciudad Real (2003-2016), natural de Vilueña (Zaragoza), falleció en Madrid en 2020, a consecuencia de la Covid-19. Cf. Wikipedia, voz Antonio Ángel Algora.

[2] RUBIO PLO, Antonio R. El mensaje de Fátima es también para el siglo XXI, en revista El Pilar, mayo 2017, p. 8.

[3] ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (Madrid). Causa General de Teruel, Pieza principal, Ramo separado Nº 44, El Cuervo, Partido Judicial de Albarracín. Estado Número 3: <15-8-1936. En esta población no ha habido ningún incendio ni saqueos, solamente hubo destruc-/ción de las imágenes y altares de la Yglesia Parroquial y Hermitas de San Pedro y San/ Roque, pero fueron las tropas rojas ignorando quienes fueron por ser milicianos/ desconocidos>. Archivo Histórico Nacional, FC-Causa_General, 1416, Exp. 48.

[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La Ermita de San Pedro en El Cuervo, Teruel en Desde el Rincón de Ademuz, del domingo 2 de septiembre de 2012.


GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Entrada al Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel),
con detalle del peñasco que antecede a la cueva (2021)


Vista general del Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel), 2021.


Vista frontal del Santuario de Fátima en El Cuervo (Teruel), 2021.


Devota en el Santuario de Fátima de El Cuervo (Teruel), 2021.


Vista del valle del Ebrón, desde el Santuario de Fátima  de El Cuervo (Teruel), 2021.

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