ENTRADAS 2022

martes, 25 de enero de 2022

EL YACIMIENTO ÍBERO DE LA MOLATILLA EN CASAS BAJAS (VALENCIA).

Artículo de divulgación, 

a propósito de una visita al lugar arqueológico de la casa-torre ibérica.


«Se llama Iberia a la parte que cae sobre Nuestro Mar (Mediterráneo),

a partir de las columnas de Heracles»

-Polibio (200-118 a.C.), Historias.


«La mayor parte de los autores refieren que los íberos se llaman así justo por este río

[Hiber (Hiberus flumen)],

pero no por aquel río que baña a los revoltosos vascones.

Pues a toda la zona de este pueblo que se encuentra junto a tal río,

en dirección occidente, se la denomina Iberia»

-Festo Avieno (siglo IV d.C.), Ora marítima.


«[...] los íberos,

amantes de la libertad, que no aceptaban un jefe,

sino a lo sumo en caso de guerra y por corto tiempo, […]»

-Schulten, Adolf. Tartesos (1979).




Palabras previas, a modo de introducción.

Hace tiempo, al cruzar el puente sobre el Turia en Casas Bajas (Valencia), vi un cartel al otro lado del río, señalando el Yacimiento arqueológico de La Molatilla. Me llamó la atención, porque desconocía su existencia, y porque siempre me han atraído estos asuntos, el pasado en general y la historia en particular.

Buscando en internet no encontré ninguna referencia al citado lugar arqueológico, más allá de una breve nota en facebook relativa a una visita guiada al yacimiento -prevista para el 3 de noviembre de 2018-, a la que asistirían los arqueólogos responsables de la excavación, y en la que se incluían talleres y actividades para niños. Lamentablemente, la nota la hallé tiempo después de la fecha citada, así que no pude apuntarme a aquella excursión, pues hubiera sido un momento excepcional para conocer a los técnicos que habían dirigido la excavación y escuchar sus explicaciones.

Me hubiera gustado preguntar a los arqueólogos acerca de las circunstancias del descubrimiento, cómo se halló el lugar, si era conocida por los lugareños la existencia de ruinas o estructuras antigua en el lugar, si se descubrió por los restos de cerámica de superficie... y en general las particularidades técnicas de la excavación. Dejo pues el artículo abierto a nuevos datos, a la espera de encontrar respuesta a estas incógnitas para añadirlas a la entrada.

No obstante, perseveré en mi búsqueda, con la esperanza de hallar alguna publicación, académica (Memoria científica) o de divulgación relativa al lugar arqueológico, aunque nunca hallé nada, como si no existiera. Ya conocen la sentencia: ¡Si algo no está en internet, no existe!

En cuanto pude subí a La Molatilla, para ver in situ el resultado de la excavación y tomar algunas fotografía del lugar y su entorno. Lo que observé en aquella primera visita me gustó enormemente, el lugar arqueológico, la presentación de los hallazgos así como la incomparable panorámica de su paisaje, hasta el punto de haber subido varias veces desde entonces -en ocasiones solo, otras en compañía.

El Rincón de Ademuz debió estar rebosante de vida en tiempo de los íberos -cuanto menos no estaba inhabitado-; basta ver los vestigios de poblamiento que esta civilización dejó en la comarca. De los presuntos poblados existentes hasta el momento solo se han excavado tres: la necrópolis de La Nava en Castielfabib,[1] el poblado de La Celadilla en Ademuz y la casa-torre de La Molatilla en Casas Bajas.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
detalle del acceso desde el Camino del Carvo (2019)

La cuestión resulta doblemente interesante, toda vez que el territorio del actual Rincón de Ademuz, a tenor de los expertos constituye una frontera difusa entre el espacio geográfico de los pueblos íberos (que habitaban la franja mediterránea de la península) y el de los pueblos celtas (que habitaban más hacia el interior), ello en el contexto de las lenguas paleohispánicas (prerromanas). A propósito, el nombre de ibero/íberos es el que desde el siglo VI a.C. los autores griegos (Hecateo de Mileto, Herodoto, Estrabón, Festo Avieno, Diodoro Sículo...) dieron a los pueblos que habitaban la cuenca del “río Iber” -así denominaban los griegos al río Ebro. El gentilicio hizo fortuna, extendiéndose posteriormente a todos los pueblos de la zona nor-oriental y sur-oriental de la península, y finalmente a toda la península Ibérica, según la nombra Estrabón (64-63 aC-19-24 d.C.) en su Geografía y Apiano (95-165 d.C.) en su Historia romana.

En busca del yacimiento íbero de La Molatilla.

El camino que yo he seguido siempre para subir a La Molatilla es el del camino del Carvo, que parte del complejo polideportivo de La Moncloa en Casas Bajas, margen izquierda del Turia. Esta es la única vía mediante la que se puede acceder con vehículos: coche, bicicleta, moto. Pero hay otros caminos, como el que mencionaba aquella reseña de facebook arriba citada, a la que asistieron los arqueólogos (2018). En aquella ocasión quedaron en el camino del Puente y la subida se hizo por el camino de la Rambla, siguiendo después por una senda recién recuperada, que pasa al lado de una fuente -todo ello en el paraje de la Umbría de la Vaca: esta vía es solo para subir caminando.

Decía que en mi ascensión a La Molatilla tomé el camino del Carvo, crucé la Rambla (aquí hay otra señal del Yacimiento arqueológico de La Molatilla) y seguí por una pista cementada que asciende por la ladera. Poco más adelante la pista hace una brusca revuelta (aquí hay otra señal del Yacimiento Arqueológico) y continúa por la izquierda. La pista cementada prosigue durante unos cientos de metros. Poco más adelante, con la pista ya de tierra, puede verse a la derecha del camino un antiguo vertedero-escombrera clausurado, separado de la pista por balizas de cemento. A la izquierda del camino hay una caseta con un simpático grafito en su fachada occidental. El camino continúa su ascensión por la ladera, conforme ascendemos el panorama se amplía considerablemente, en particular por la izquierda, ofreciendo una perspectiva cuasi aérea del valle del Turia en toda su magnificencia. El horizonte más lejano lo cierran al norte-noroeste los montes del Rodeno (Sierra del Rubial) y el cerro Javalón (1.692 m), y al suroeste la Sierra de Santerón y su pico cimero el Pico Talayón (1.602 m). Durante todo el trayecto el paisaje será el principal componente en nuestra ascensión, verdadero protagonista del relato naturalístico. Sin embargo, será durante la bajada cuando podamos disfrutar de tan excepcional panorama, con el caserío de distintos pueblos de la comarca en la perspectiva: Casas Bajas, Casas Altas, Ademuz, Castielfabib...


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
detalle en el camino de acceso al yacimiento (2019).

El camino del Carvo (Carretera del Carvo) es aceptable, en bastante buen estado, no obstante algunos tramos en que el piso se ve labrado por grandes arroyadas. Para ascender por la empinada ladera la vía se ve obligada a hacer continuas revueltas, algunas casi en ángulo recto, lo que nos permitirá ver y comprender mejor la orografía del paisaje y el uso que los casasbajenses hicieron del territorio. La prueba se halla en los abundantes paredones que sujetan los abancalamiento de la montaña, donde proliferaron minúsculas fincas de cultivo en las que un burro se las vería para arar y dar la vuelta al surco. Hasta los años cincuenta del pasado siglo todas estas minúsculas fincas, y otras mayores, estuvieron cultivadas, una muestra del máximo aprovechamiento del terreno. En nuestra ascensión se hará evidente por momentos el barranco de Sesga, que queda a nuestra mano izquierda y discurre de este a oeste, desde la aldea ademuceña hasta desaguar en el Turia, frente a Casas Bajas.

Finalmente el camino hace una amplia curva en suave pendiente, circundando la base del cerrito sobre el que asienta el yacimiento arqueológico que vamos buscando. En un punto del camino, a la mano derecha del mismo, veremos una última señal indicando la dirección a seguir para visitar la casa-torre ibérica de La Molatilla. Hay que dejar el camino principal y continuar por otro de sirga entre pinos, encinas y monte bajo, que hace una somera costanilla, hasta arribar al lugar del yacimiento. A los pies del recinto arqueológico hay un panel informativo, y otro a la derecha, mirando hacia el barranco de Sesga, que queda en posición nororiental.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista de la casa-torre desde el camino de acceso (2019).


Paneles informativos: texto y comentarios.

Los paneles informativos son esenciales para ayudar al visitante a situarse en el lugar, y en el momento histórico que se pretende mostrar. En el yacimiento arqueológico de La Molatilla hay dos -uno a la derecha, en un plano inferior y otro más elevado, a los pies de la casa-torre-, están patrocinados por *ValènciaTurisme y el Ayuntamiento de Casas Bajas. Ambos, sin embargo, carecen de referencias bibliográficas o de autoría; tampoco poseen código QR ni se hace mención en ellos a la altitud ni a las coordenadas UTM: Universal Transverse Mercator.

El cartel situado a la derecha mira al barranco de Sesga (noreste) y nos ilustra acerca de la cultura y ibérica en la comarca. Dice el texto:

  • La cultura ibérica en el Rincón de Ademuz. La cultura ibérica se desarrolla entre los siglos VI y II-I a.C. a partir de las influencias recibidas por las comunidades indígenas a través del contacto con otros pueblos mediterráneos como griegos y púnicos./ Los íberos son la primera cultura peninsular autóctona en tener escritura, moneda, en usar el torno de alfarero, practicar la metalurgia del hierro, etc./ Su economía era principalmente de tipo agrario (agricultora y ganadera), aunque también tenían un papel económico importante la artesanía, el comercio y la práctica de la guerra./ Socialmente se trataba de sociedades jerarquizadas, divididas en diferentes tribus sin tener una conciencia de pertenecer a un mismo pueblo./ El ritual funerario era la incineración, tras la cual las cenizas eran enterradas dentro de urnas cerámicas en necrópolis fuera de los poblados, muchas veces acompañadas de ajuar (armas, objetos de adorno, recipientes cerámicos, etc.).

El segmento temporal de desarrollo de la cultura ibérica se extiende a lo largo de cinco siglos, un largo período en el que la cultura y la civilización a que dio origen debieron evolucionar. Valga el punto para hacer un inciso. Entendemos por cultura el conjunto de ideas, creencias, conocimientos, tradiciones, costumbres… que definen y caracterizan a un pueblo o conjunto de ellos. Por el contrario, civilización es cultura material, esto es, el resultado práctico de aplicar tales ideas, creencias, conocimientos, por ejemplo objetos, cerámicas, armas, indumentaria, edificios, etc. En este sentido, la casa-torre de La Molatilla es una muestra de civilización íbera.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista del barranco y camino de Sesga (Ademuz), desde el yacimiento (2019).

Según interpretación actual, el conjunto de tribus íberas de un territorio evolucionó en función de los otros pueblos con los que tomaron contacto. Así podría decirse que los íberos del noreste tuvieron influencias de los griegos, mientras que los del sureste recibieron sus influencias de los fenicios y tartesios. Asimismo cabría deducir que los pueblos de las zonas litorales recibirían menos influencias mediterráneas que los del interior. Atendiendo a este esquema, las tribus de las zona del Rincón de Ademuz y limítrofes se hallarían en una zona intermedia, entre los íberos del noreste y los del sureste, y más hacia el interior que las tribus costeras, por lo que consecuentemente la influencia mediterránea recibida debió ser menor. El contacto de los íberos con los demás pueblos introdujo cambios en su organización y sistema de vida, como mejoras en los cultivos, en la artesanía y en el comercio, con la introducción de la moneda, que permitía el intercambio de productos más allá del trueque.

Los íberos tuvieron escritura gráfica incluida entre las lenguas paleohispánicas (prerromanas): las más antiguas datan del siglo V a.C. y las más modernas del siglo II d.C. Se consideran tres variantes en la lengua íbera: escritura del suroeste, meridional e ibérica levantina -la última es la mejor conocida, habiendo sido descifrada en los años veinte del pasado siglo por el arqueólogo Manuel Gómez Moreno (1870-1970).


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
detalle del panel inferior del yacimiento en el que se dice de las características generales de la cultura ibérica en el Rincón de Ademuz (2019).

Como se dice en el texto, además de lenguaje escrito los íberos tenían su moneda para los intercambios comerciales, usaban el torno para fabricar objetos de cerámica y practicaban la metalurgia del hierro. Su economía se basaba principalmente en la agricultura y la ganadería, además de la artesanía, el comercio y la práctica de la guerra. De esta forma, la actividad laboral reflejaba el prestigio social.

Los íberos vivían en sociedades jerarquizadas, divididas en castas, con funciones bien definidas de cara al funcionamiento social. La casta de más prestigio y poderosa era la guerrera, poseer armas y caballo era signo de nobleza. La sacerdotal, era también muy importante, constituyendo las mujeres de esta casta el vínculo entre la vida y la muerte. El prestigio de las sacerdotisas provenía de su contacto con el mundo de los muertos y los dioses. Los varones también desempeñaban funciones sacerdotales: los sacerdotes lusitanos leían el futuro en los intestinos de los guerreros enemigos muertos. La casta de los artesanos era también clave, en tanto conocían la técnica y el arte de fabricar tejidos (con los que se vestían), cerámicas (en las que guardar alimentos, bebidas, urnas cinerarias para los enterramientos), y las armas y armaduras. Estaba también el “pueblo llano”, casta de gentes de variados oficios que desempeñaban los trabajos más rudos. Según distintos autores entre los íberos había también esclavos o siervos, cautivos de guerra. Se trataba, pues, de sociedades muy jerarquizadas, formadas por diferentes tribus, aunque sin conciencia de formar parte de un mismo pueblo. De ahí su estructura política fuera “polinuclear”, esto es, organizada en torno a varios centros urbanos controlando un territorio más o menos amplio, pero sin dirigentes únicos, más allá del jefe de poblado, excepto en caso de guerra: "[...] los íberos, amantes de la libertad, que no aceptaban un jefe, sino a lo sumo en caso de guerra y por corto tiempo, […]" -refiere el arqueólogo alemán Adolf Schulten (1870-1960)-.[2]


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
fotografía procedente del panel inferior en el que se señala la ubicación del yacimiento de La Molatilla y el del poblado de La Celadilla (Ademuz), 2019.

Respecto de los usos funerarios, se basaban en la incineración de los difuntos, cuyas cenizas se colocaban en urnas de cerámica y se enterraban fuera de los lugares habitados, en las necrópolis. Con frecuencia las urnas cinerarias se enterraban junto con el ajuar del difunto: armas en caso de guerreros, objetos de adorno, recipientes de cerámica...

Debajo del texto del panel hay una fotografía tomada desde una posición elevada, donde puede observarse una panorámica noroccidental del montículo sobre el que asienta el yacimiento de La Molatilla; la vista se extiende por el valle del Turia hasta Ademuz, allí se señala La Celadilla, otro yacimiento ibérico con el que podría haber comunicación visual, mediante llamas o humo de hogueras. La parte derecha del cartel está encabezada por una fotografía de satélite de la zona en la que se ha dibujado la silueta del Rincón de Ademuz, en su interior se han señalado mediante puntos negros varios yacimiento de época ibérica, la mayoría sin escavar. Entre ellos podrían mencionarse: el castro celtíbero de Sesga (Ademuz), el castro del cerro Morrita (Castielfabib), el castro del Cerillo del Plano (Vallanca), etc.  El lugar del yacimiento de La Molatilla se señala en el mapa mediante una estrella roja. El texto dice lo que sigue:

  • En el Rincón de Ademuz existen numerosos y variados ejemplos de asentamientos de época ibérica, con aldeas como La Celadilla de Ademuz, torres como La Molatilla de Casas Bajas o necrópolis como La Nava de Castielfabib./ Estos asentamientos se distribuyen en el territorio comarcal en relación principalmente a dos factores: por un lado el control de las principales rutas naturales de comunicación a través de las vegas de los ríos y de los barrancos, y por otro la explotación agraria del medio inmediato que los rodea./ El Rincón de Ademuz se sitúa en una zona considerada como fronteriza entras las tribus íberas y celtíberas, sin que por el momento podamos precisar si se situó en uno u otro lado, o si este cambió a lo largo del tiempo.

Aquí se destaca la cantidad y variedad de asentamientos de época ibérica en el Rincón de Ademuz, con reseña de los tres que hasta la fecha han sido excavados: la aldea de La Celadilla (Ademuz), la casa-torre de La Molatilla (Casas Bajas) y la necrópolis de La Nava (Castielfabib). Respecto a los asentamientos mencionados, el texto subraya que su distribución geográfica está sujeta a dos factores principales: “el control de las principales rutas naturales de comunicación a través de las vegas de los ríos y de los barrancos”, y “la explotación agraria del medio inmediato que los rodea”.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
mapa de satélite en el que se ha dibujado el contorno del Rincón de Ademuz: los puntos negros indican la ubicación de otros yacimientos en la comarca, la estrella roja indica el lugar donde nos encontramos (2019).

Los yacimientos íberos demuestran que los núcleos de población se distribuyen básicamente en dos tipos: los de mayor tamaño, fortificados, situados en posición elevada y fáciles de defender, y otros de menor tamaño, situados en zonas llanas, y sin fortificar. Los fortificados ejercerían funciones de protección y control sobre los segundos, próximos a las zonas de cultivo y cuya población se dedicaría a los trabajos propiamente agrícolas y ganaderos.

La agricultura entre los íberos era básicamente de secano: cereal, olivo, vid… cuyo excedente vendían. También cultivaron leguminosas: garbanzos, guisantes, habas, lentejas. Y distintos frutales: higueras, granados, manzanos. En ciertas zonas tuvieron cultivos industriales, como el lino, destinado a cordajes de todo tipo, en particular para la navegación. En cuanto a la ganadería, parece que tuvo una importancia relativa, como una actividad económica complementaria de la agricultura, excepto en algunos lugares en que pudo ser decisiva por las condiciones del terreno. Entre los animales que criaban los pueblos íberos, destaca el caballo, destinado a la caza y a la guerra, al tiempo que símbolo de estatus social. El caballo puede considerarse el animal más emblemático de los pueblos íberos. Estimaban también al buey y tuvieron abundancia de ganado bobino, como lo prueba la importancia de los mantos de lana (segum) con los que se protegían de las inclemencias meteorológicas, mencionados con admiración por los romanos.

Finalmente, del texto del panel se deduce la importancia que podría tener el estudio de los yacimientos íberos del Rincón de Ademuz, toda vez que la comarca “se sitúa en una zona considerada fronteriza entre las tribus íberas y celtíberas”, para averiguar “si se situó en uno u otro lado, o si este cambió a lo largo del tiempo”. Esta misma cuestión se plantea en yacimientos íberos y celtíberos próximos, como el Santuario de Peñalba (Villastar) y el Poblado Alto Chacón (Teruel).[3]


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista meridional de la casa-torre íbera descubierta en las excavaciones (2019).  

El otro panel, ubicado a los pies el yacimiento, esto es, situado en un plano superior con respecto al anterior, explica con detalle lo relativo al mismo:

  • La casa-torre ibérica de La Molatilla de Casas Bajas./ La casa-torre de La Molatilla de Casas Bajas se sitúa controlando la confluencia de la principal ruta natural que atraviesa la comarca, el río Turia, y una secundaria como es el Barranco de Sesga que permite internarse en dirección a la Sierra de Javalambre, lo que evidencia una clara voluntad de control del territorio/ Se trata de un edificio monumental con unos muros de 1,4 m de grosor, que presenta una planta rectangular con unas medidas de 9,9 m. de longitud por 5,8 m. anchura, resultando un espacio interior útil de 21 m². Estas medidas constructivas reflejan una intención defensiva, a la vez que la voluntad de alcanzar una altura considerable./ El interior se subdivide en dos espacios por un muro transversal, formando una antesala más pequeña y una habitación más amplia./ El sitio donde hacían el fuego para calentarse y cocinar (el hogar) se situaba en la esquina este de la habitación grande, directamente sobre el pavimento de tierra./ Alineados longitudinalmente a lo largo del eje central, dos agujeros de poste destinados a sostener la techumbre de la planta baja, y sobre la que con toda seguridad habría un piso superior.

El texto hace una interpretación estratégica respecto de la casa-torre de La Molatilla, arguyendo que “se sitúa controlando la confluencia de la principal ruta natural que atraviesa la comarca”, esto es, el valle del Turia con una ruta secundaria como es el barranco de Sesga, “que permite internarse en dirección a la Sierra de Javalambre”. De ahí que en buena lógica los arqueólogos deduzcan la “clara voluntad de control del territorio” que se pretendió con la construcción de la casa-torre.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista de la casa-torre íbera desde el panel superior (2019).

La observación de los restos arqueológicos muestra que debió tratarse de una construcción de buen tamaño (monumental) pues nos hallamos ante unos muros de 1,4 metros de grosor conformando una estructura rectangular (9,9 m de largo x 5,8 m de ancho), con un espacio interior útil de 21 m². De las medidas expuestas se deduce que los constructores tuvieron “una intención defensiva”, a tiempo que conseguir “una altura considerable”, con al menos un piso alto. Los muros son de mampostería basados en piedra caliza de la zona, de tamaño y forma irregular. Cabe la posibilidad de que la parte descubierta constituyeran solo los cimientos y que los muros de la parte superior fueran de tapial. ¿Sería más fácil de erigir una torre toda ella de mampostería o una base de piedra y los muros altos de tapial? Sería interesante haber podido discutir con los arqueólogos este y otros muchos detalles de la excavación.

El interior de la estructura está dividido “en dos espacios por un muro transversal” dando como resultado “una antesala más pequeña y una habitación más amplia”. Se alude también al lugar donde pudo estar el hogar donde encender fuego para calentarse y cocinar. El texto lo ubica “en la esquina este de la habitación grande, directamente sobre el pavimento de tierra”. No parece estar muy clara la ubicación, pues en el interior de la habitación grande hay dos esquinas, una nororiental y otra suroriental. Dice también de “dos agujeros de poste destinados a sostener la techumbre de la planta baja”, que aparecieron “alineados a lo largo del eje central”. De ello deducen los técnicos que la torre tendría probablemente un apartamento superior. Nada se dice de la cobertura de la torre, tal vez poseía una techumbre basada en vigas de madera y ramaje, o tal vez se cubría mediante una terraza desde la que otear el horizonte, con la posibilidad de poder encender fuego como sistema de comunicación. Otra cuestión que me hubiera gustado plantear a los arqueólogos de haber asistido a aquella excursión del 3 de noviembre de 2018.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
detalle del panel superior en el que se describen las características del yacimiento (2019).


Inmediatamente por debajo del texto hay dos recuadros con sendas fotografía, de las que solo es visible la de la derecha que muestra una vista en escorzo del yacimiento. El sector derecho del mismo panel muestra en la parte superior una fotografía elevada (suroccidental) del yacimiento. El texto de la parte inferior ofrece nuevos detalles del hallazgo arqueológico:

  • El edificio se encuentra situado sobre un montículo delimitado por un muro perimetral, con unas medidas de 15 m. de longitud por 8 m. de anchura, que en sus partes norte y este permitiría la circulación en torno a la torre a modo de pasillo./ El período de tiempo en que el edificio estuvo en uso fue relativamente corto, ya que solo se ha encontrado un único nivel de pavimentación./ El abandono de la casas-torre se realizó de forma organizada, por lo que los materiales recuperados en su interior son escasos. Mas abundantes resultan en las laderas exteriores como fruto del vertido de los residuos generados (basureros). Se trata sobre todo de recipientes cerámicos (tinajas, platos, tapaderas, orzas, etc.), aunque también se han encontrado instrumentos de piedra (molinos de vaivén y afiladoras de rodeno) y algunos pequeños fragmentos de objetos de bronce.

La casa-torre de La Molatilla se asienta sobre un afloramiento de roca caliza, el edificio está orientado de norte a sur, con la entrada en la zona meridional, y se halla circundado por un murete (15 m de largo x 8 m de ancho), “que en sus partes norte y este permitiría la circulación en torno a la torre a modo de pasillo”.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
espacios interiores de la casa-torre con detalle del muro que separa ambas estancias de la planta inferior (2019).


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista longitudinal del yacimiento con detalle de los espacios interiores de la planta baja de la casa-torre (2019)

Los técnicos afirman que el edificio debió estar poco tiempo en uso, “ya que solo se ha encontrado un único nivel de pavimentación”. De haber sido utilizado durante mucho tiempo o en diferentes épocas lo esperable sería varios niveles de sedimentos en el piso.

Asimismo, refieren que el edificio se abandonó “de forma organizada”, no por causa de alguna acción violenta o accidental, toda vez que “los materiales recuperados en su interior son escasos”. Por el contrario, en las vertientes laterales sí que se han encontrado restos cerámicos: tinajas, platos, tapaderas, orzas…, resultado del vertido de los residuos en basureros. Junto a los restos de cerámicas se hallaron otros instrumentos de piedra (molinos de vaivén,[4] piedras rodenas de afilar) y pequeños fragmentos de bronce, correspondientes a objetos de este material.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista del espacio mayor (norte) de la casa-torre íbera con detalle del grosos de los muros (2019).


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista del espacio mayor de la casa-torre con detalle del grosos de los muros (2019).


Consideraciones históricas.

Los íberos persistieron durante varios siglos más tras la caída de los tartesios, su civilización se hundió cuando las colonias griegas y fenicias de la Península se vieron aisladas de sus metrópolis con el ascenso de Cartago en el panorama histórico.

Inicialmente, los cartagineses establecieron políticas de alianza con los pueblos íberos, ello les permitía comerciar con sus excedentes agrícolas y minerales. Sin embargo, la situación cambió drásticamente tras la primera guerra púnica (264-241 a.C.), que enfrentó a Cartago con Roma -las dos principales potencias del Mediterráneo occidental a principios del siglo III a.C. La enorme indemnización de guerra que los romanos impusieron a cartagineses llevó a estos a la conquista del territorio de los íberos, con el propósito de explotar directamente sus recursos minerales, particularmente la plata. Ello provocó a su vez la conquista romana de la península ibérica, que ellos denominaron Hispania.

En tanto imperio en expansión, los romanos pretendían también su propio desarrollo, al tiempo que apropiarse de los abundantes recursos que observaron en Hispania, para alimentar a la creciente población de Roma y sus provincias. Además, les interesaban los guerreros íberos, que habían servido con las tropas griegas y cartaginesas, y que tras la caída de Cartago servirían en las legiones romanas.


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista parcial del espacio mayor de la casa-torre con detalle del muro de separación interior (2019).


Lugar arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas),
vista  postero-lateral (occidental) del muro de la casa-torre íbera (2019).

Palabras finales, a modo de conclusión.

Dejé el lugar arqueológico de la casa-torre ibérica de La Molatilla en Casas Bajas (Valencia) embargado de emoción y con el ánimo predispuesto a buscar respuesta a las múltiples preguntas que me suscitaba. Descendí por el sendero hasta el camino principal donde había dejado el vehículo y me dirigí a un montículo sito al otro lado de la vía, en posición meridional, con la idea de obtener alguna fotografía del cerrito donde se asienta el yacimiento.

Hechas las fotos que pretendía me dirigí camino adelante, hasta unas fincas valladas donde observé una plantación de encinas o carrascas micorrizadas, en un margen de la propiedad hay una notable barraca de piedra en seco con falsa cúpula y cobertura térrea. Desde este punto tomé el camino de regreso a Casas Bajas, dejando ahora a la mano izquierda el acceso al yacimiento arqueológico. La bajada constituye una experiencia estética y emotiva a la vez, como lo fue la visita al lugar arqueológico; durante el descenso puede disfrutarse de una panorámica incomparable del sector septentrional del valle del Turia, de las poblaciones que pueden verse desde las alturas -Castielfabib, Ademuz, Casas Altas, Casas Bajas- y las eminencias montañosas que lo enmarcan.


Panorámica del valle del Turia desde las inmediaciones del yacimiento arqueológico de La Molatilla (Casas Bajas) con el pico Javalón (izquierda) y la Sierra del Rubial (derecha) cerrando el horizonte (2019).

La casa-torre ibérica de La Molatilla en Casas Bajas (Valencia), es uno de los tres lugares arqueológicos excavados hasta el presente en el Rincón de Ademuz -junto con la aldea de La Celadilla en Ademuz y la necrópolis de La Nava en Castielfabib. Sin embargo, existen bastantes más lugares con evidencia de restos ibéricos todavía no escavados en la zona.

Asimismo, desde el punto de vista cultural, la visita al lugar arqueológico resulta altamente recomendable, toda vez que nos permite conocer in situ algo más acerca de la civilización íbera en el Rincón de Ademuz.

Arqueológicamente, el Rincón de Ademuz constituye un espacio limítrofe entre lo que fue la cultura de las tribus íberas y las celtíberas: el estudio de los restos de estas civilizaciones en la comarca podría aportar importantes datos al respecto, para poder especificar en que punto se estableció la divisoria, si esta cambió con el devenir histórico, incluso las influencias mutuas entre los distintos pueblos de la zona oriental de la Península.

Desde que subí por primera vez al lugar arqueológico íbero de La Molatilla (en 2018) hasta la última vez (invierno de 2021) he observado que los paneles que ilustran acerca del lugar se han deteriorado bastante, pronto los textos serán ilegibles. Lo cierto es que los materiales de que están hechos son mejores respecto a los de otros lugares, pero no dejan de ser sensibles a los efectos de la intemperie.

Respecto a los paneles y su contenido (texto, esquemas, fotografías…) creo que están bien traídos, relatan lo esencial, y lo hacen de forma amena y didáctica. Les faltan, sin embargo, algunos detalles, como el nombre de los arqueólogos responsables de la excavación, la fecha de la actuación, la altitud del yacimiento y las coordenadas UTM del mismo; y también un código de respuesta rápida (código QR) mediante el que poder acceder a una información más exhaustiva del yacimiento -por ejemplo a la Memoria científica.

En suma, cabe agradecer su esfuerzo y dedicación a las personas e instituciones que han hecho posible la excavación arqueológica de la casa-torre íbera de La Molatilla en Casas Bajas (Valencia), así como su exposición pública, ello redundará en el mejor conocimiento del Rincón de Ademuz en particular y de historia en general. Vale.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN

De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).



Véase también:

_____________________________________________________

[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La Nava de Castielfabib (Valencia): lugar de interés arqueológico y paisajístico, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles, 1 de octubre de 2014. 

[2] SCHULTEN, Adolf (1979). Tartessos. Contribución a la historia más antigua de occidente, Colección Austral, Madrid, p. 212.

[3] Santuario de Peñalba (Villastar)  Poblado Alto Chacón (Teruel), en Celtiberia Histórica (Consultado el 25 de enero de 2022).

[4] Los “molinos de vaivén” son típicos del Neolítico, están basados en piedras cóncavas o planas sobre las que se frota un mortero o piedra redondeada para moler el cereal.


BIBLIO y WEBGRAFÍA RECOMENDADA:

COSTA, Joaquín (1891-1895). Estudios ibéricos, por Joaquín Costa, de la Real Academia de Ciencias Morales Políticas, Tipografía de Francisco de Sales, Madrid. [Texto descargable en pdf.]

Enlaces a sitios web relacionados con los iberos: Universidad de Jaén (Consultada el 25 de enero de 2022) 

* Epigrafía ibérica: por Jesús Rodríguez Ramos (Consultada el 25 de enero de 2022)

La cultura ibérica en el Museu de Prehistòria de València/ La cultura ibérica en el Museo de Prehistoria de Valencia (Consultada el 25 de enero de 2022)

* Los iberos: La España prerromana (Consultada el 25 de enero de 2022)

*  Mapa con la distribución de lenguas en Iberia (ca. 250 a.C (Consultada el 25 de enero de 2022) 

Revista de Estudios Ibéricos (Consultada el 25 de enero de 2022)


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