De la limpieza de cauces y riberas, una cuestión controvertida.
Una demanda recurrente:
«Cada vez que asistimos a la crecida de un río emergen las voces de los habitantes ribereños
−alcaldes, agricultores y cualquier persona de la calle−
reclamando la “limpieza” del cauce y asegurando, además sin ningún género de duda por su parte,
que la inundación está siendo grave “por culpa de que el río no está limpio”».
Palabras previas, a modo de introducción.
Dice el dicho que “lo evidente no precisa demostración”; pero hay cosas no tan evidentes que sí la precisan. Por ejemplo, lo relativo a la limpieza de los cauces y riberas de los ríos. Nuestra zona, me refiero al Rincón de Ademuz, y más particularmente a los términos y poblaciones por donde discurre el río Turia (Mas de Jacinto, Torrealta, Torrebaja, Ademuz, Casas Altas y Casas Bajas), son propensos a inundaciones cuando el río crece por causa de tormentas y lluvias intensas o persistentes aguas arriba.
Las riadas o avenidas del río Turia están documentadas desde antiguo, quizá la más conocida sea la citada por el botánico Antonio José de Cavanilles (1745-1804) durante su estancia en la zona, que fue en los primeros días de septiembre de 1792. En su trayecto de Torrebaja a Ademuz, el naturalista escribe:
A muy corta distancia de Torre baxa se vadea el Ebrón, y se entra de nuevo en el camino de Ademuz, que sigue por la derecha del Turia atravesando lomas y cerros arcillosos. […] Veianse al paso las huertas de Ademúz, que ocupan las riberas del Turia hasta la villa, y se descubrian con freqüencia monumentos de grave daño causado en la última riada, que arrancó arbustos, barrió sembrados, derribó el puente, y cargó con quanto se presentó á sus furias. Es lástima que el rio sirva solamente para destruir aquellos campos pingües, principalmente los inmediatos á sus aguas, que son como el primer escalón de las graderías que todos ellos forman.1
Históricamente, las grandes riadas han causado siempre inundaciones y graves daños en campos y poblaciones. En Libros, localidad turolense situada aguas arriba del Rincón de Ademuz, las avenidas han llegado a encharcar la iglesia parroquial, llegando el agua hasta las mismas gradas del altar; en Torrebaja se han inundado muchas veces las viviendas y corrales de las Casas de la Venta y parte baja de la calle Cantón; y en Casas Bajas, el agua ha llegado en ocasiones a ocultar la Peña del Azarollo, lo que implica mucho caudal anegando campos y viviendas.
El propósito de esta entrada es reflexionar respecto a la necesidad o conveniencia de limpiar o no las riberas de los ríos Turia y Ebrón a su paso por estos términos, pues tenemos dos hermosos ríos que sabemos de su existencia por la geografía y la experiencia del sonido del agua, pero que en muchos tramos no vemos, por causa de la maleza acumulada en sus riberas. La pregunta es, ¿conviene o no limpiar las riberas de los ríos?; la limpieza, ¿es buena o perjudica? Además, resulta incuestionable que el cuidado y el mantenimiento de los ríos deberían servir como fuente de riqueza para la maltrecha economía local, una cuestión nada despreciable.
Vista parcial de la huerta de Torrebaja (Valencia), tras la penúltima avenida del río Turia (2023). |
De la limpieza del río a su conservación y mantenimiento.
Buscando información al respecto, encontré un artículo firmado por Toni Herrera Grao,2 que me pareció de gran interés para dilucidar el dilema planteado: limpiar los ríos o conservarlos, mantenerlos y restaurarlos.3 La cuestión no es baladí, pues ambas proposiciones son antagónicas e implican consecuencias distintas.
Hay que saber que la Directiva Marco del Agua europea (DMA, 2000), supone un antes y un después en lo referente a la gestión de los ríos, que hoy se concibe como “integrada y ecosistémica”.4 Propiamente, las Confederaciones Hidrográficas de España, últimas responsables de los ríos, entendían su función como simples gestores de “un recurso” (el agua), no como administradores de “un sistema” (el río). El cambio en la mentalidad implica admitir que antaño se preocupaban con preferencia de captar la mayor cantidad de agua del río (para los aprovechamientos humanos), vigilar que esta pudiera estar disponible y controlada “y velar para que los cauces mantuviesen la máxima capacidad de desagüe de las crecidas cuando estas se producían”. Las prioridades de la antigua concepción hoy han cambiado, aunque todavía quedan influencias del pasado:
Una de estas inercias en la gestión, […] han sido las limpiezas de cauces sin criterios ecológicos (dejando el curso del río como un canal desprovisto de cualquier tipo de vegetación) y la construcción de escolleras, canalizaciones y motas para la defensa frente a la erosión y las inundaciones.5
Tras la directiva europea (DMA), el cambio de mentalidad resulta evidente, imponiéndose “una gestión ecosistémica” y priorizando “la conservación real como una garantía de disponibilidad del recurso en el futuro”. Para que el cambio en el paradigma sea posible hace falta concienciar a la población (muy particularmente a la población rural), al tiempo que se incorporan nuevos profesionales a la administración de las cuencas fluviales y del agua: biólogos, ambientalistas, ingenieros agrónomos y de montes, etc. Sin estos profesionales será difícil el cambio de la mentalidad antigua (limpieza de cauces) a la moderna (conservación y mantenimiento de ríos).
Detalle del Turia a su paso por Torrebaja (Valencia), aguas arriba del puente de la Palanca: corresponde al lugar donde hubo el emboce que causó la última salida del río (2023). |
Detalle del Turia a su paso por Torrebaja (Valencia), aguas arriba del puente de la Palanca: corresponde al lugar donde hubo el emboce que causó la última salida del río (2023). |
Una pregunta obligada: ¿Por qué no hay que limpiar los ríos?
Cada vez que el río Turia se sale de madre en Torrebaja se inunda gran parte de la huerta, particularmente El Reguero, El Rento, Las Carreteras, Sargandonero, las partidas del Molino de Abajo... Como el antiguo Canal de drenaje, una obra de los años cuarenta del pasado siglo que recorre la huerta (desde prácticamente el Mas de los Mudos hasta la Canal de Guerrero) está parcialmente obstruido, y los nuevos drenajes superficiales labrados con la Concentración Parcelaria no poseen los niveles adecuados en algunos tramos, el agua de los campos puede tardar semanas en evacuarse. En estos casos nunca faltan voces contra los políticos y responsables administrativos, “argumentando que la culpa de esos fenómenos es la falta de limpieza de los ríos”, y contra los "ecologistas", que presuntamente impiden la limpieza de cauces y riberas. Decimos de los "ecologistas", aunque no sabemos muy bien quienes son estos, si grupos de personas o entidades administrativas, como la Consejería de Medio Ambiente. Este razonamiento lo hemos escuchado y manifestado mil veces; pero contra todo pronóstico parece que estamos equivocados:
En primer lugar, porque los ríos se limpian solos, pues tienen la capacidad con las crecidas de eliminar la vegetación que sobra y plantar la que el río necesita. El sistema fluvial diseña su propia morfología, transportando agua, sedimentos, nutrientes y elementos vegetales. Con estas funciones, conforma además todo un complejo conjunto de ecosistemas, necesario para la conservación de las funciones ecológicas y el mantenimiento de los servicios ecosistémicos de los que nos proveen los ríos a los seres humanos.6
¿Será posible que “los ríos se limpian solos”, sin necesidad de intervención humana? Para responder a esta pregunta hay que entender que el río es una entidad viva, capaz de llevarse en las avenidas la vegetación sobrante, y, sorprendentemente, “plantar la que el río necesita”. Como digo, semejantes afirmaciones se enfrentan a la mentalidad reinante, y costará tiempo aceptarlas. Acertadamente, sin embargo, el río esboza su propia forma, lleva consigo distintos elementos (agua, sedimentos, nutrientes, desechos vegetales…), y conforma una serie de ecosistemas precisos para la vida humana y del propio río.
En segundo lugar, porque cuando se habla de limpiar los ríos no hay matices que valgan, se pide y se actúa eliminando la vegetación, como si toda esa vegetación que ocupa las riberas fluviales fuese problemática, cumpliera las mismas funciones o tuviese el mismo interés para los ecosistemas o para el propio ser humano.7
En este punto el autor señala dañinas especies invasoras, tal “la caña común o caña de los huertos (Arondo donax)”,8 la que utilizamos en nuestro medio para enramar tomateras, causante en la práctica de muchos daños: en las crecidas de los ríos es fácilmente arrancada por la furia de las aguas, generando problemas en distintas estructuras modernas mal diseñadas, y que curiosamente no se producen en los puentes y otras construcciones antiguas. Frente al problema que ocasionan estas especies invasoras hay otras beneficiosas, “que deben estar presentes en las márgenes y riberas fluviales para evitar la erosión y mantener los ecosistemas y funciones ecológicas”, como las sargas, chopos, etc. Paradójicamente es en los ríos regulados donde más problemas aparecen: porque la regulación impide que los ríos se auto-limpien, favoreciendo la implantación de especies intrusas: invasoras y dañinas. Cabe admitir que la Naturaleza actúa sabiamente, pues “las crecidas distribuyen y clasifican los sedimentos y ordenan la vegetación, manteniendo la dinámica natural, es decir, manteniendo vivos a los ríos”. Obviamente, el río no está vivo solo porque lleve agua... ni las plantas son seres estúpidos e inertes, porque poseen cierto tipo de inteligencia de la que todavía se sabe poco; una inteligencia no basada en un cerebro, sino en redes hiperconectadas que existen por todas partes.(*)
En tercer lugar, porque la principales causas de muchos fenómenos de inundaciones vienen derivados por actuaciones humanas de defensa e infraestructuras principalmente, que quizás se hicieron para solucionar problemas en un tramo determinado, pero que lo único que han hecho es trasladar el problema aguas abajo o aguas arriba de esa zona de actuación.9
El autor se refiere a que la actuación humana en los ríos, “encauzando, construyendo motas y escolleras”, altera su “dinámica natural”. A lo largo de la historia han existido varias modificaciones del curso de los ríos: del Turia en el siglo XVIII (1769), en el siglo XIX (1887), y del tramo final del Ebrón, en el siglo XXI (2005), con motivo de la Concentración Parcelaria.(**)
En cuarto lugar, porque muchos de los problemas de daños y riesgos a causa de las crecidas e inundaciones de los ríos, tiene su origen en una mala ordenación territorial y una pésima planificación urbanística.10
En nuestro caso, las inundaciones en las casas del barrio del Cantón en Torrebaja se venían produciendo desde tiempos inmemoriales, porque se construyeron en terreno bajos. Este barrio, que comienza en el pilón de san Antonio de Padua y concluye bajo la Casa Consistorial, constituía la primitiva entrada al pueblo por el sur, siguiendo el Camino Viejo de Ademuz a Teruel vía Torrebaja.
Finalmente, porque las limpiezas, tal y como se realizan, suponen sobre todo el uso de maquinaria pesada y la eliminación abusiva y poco selectiva de la vegetación, con un impacto ambiental muy elevado sobre todo el ecosistema fluvial, que puede tener en muchas ocasiones consecuencias irreversibles.11
Para colmo, concluye que las tareas citadas “generan muy poca mano de obra, son puntuales […], muy costosas y conllevan la emisión de grandes cantidades de CO2 a la atmósfera (huella de carbono muy elevada)”.
Detalle de restos de troncos de árboles sacados del Turia tras la última avenida del río en La Palanca, término de Ademuz (Valencia), 2023. |
Bajo el siguiente epígrafe, “la conservación y el mantenimiento de los ríos”, el autor reconoce que “la tarea es muy compleja, que abarca el entendimiento entre diferentes disciplinas y profesionales, y que debe incorporar en todo momento mecanismos de información y participación pública”. En este punto se alude a los “Principales servicios ecosistémicos de los ríos identificados y valorados por el proyecto para la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en España (EME)”, exponiendo distintos servicios ecosistémicos (Abastecimiento, Regulación, Culturales). En el marco cultural encontramos: el conocimiento científico, la educación ambiental, las actividades recreativas, la identidad cultural, el disfrute estético, el conocimiento ecológico local y el disfrute espiritual y religioso.
Cabe preguntarse también acerca de las tareas de conservación y mantenimiento de cauces, que, según Herrera Grao (2014). comprenden algunos de los siguientes trabajos:
• Movimientos de tierra (Dragados, recogida de fangos generados por vertidos, actuaciones estructurales puntuales, etc.).
• Eliminación de restos vegetales acumulados.
• Podas y otros tratamientos selvícolas.
• Eliminación de macrófitas (vegetación acuática).
• Eliminación de especies alóctonas (foráneas) invasoras.
• Recogida de basuras.
• Actuaciones de Restauración Fluvial basadas principalmente en la eliminación de impactos y presiones (contaminación, infraestructuras obsoletas, encauzamientos, etc.), ampliación del espacio fluvial e implantación de regímenes de caudales ambientales.
• Actuaciones con técnicas y materiales de bioingeniería para la aceleración de procesos de restauración y consecución de objetivos estructurales con mínimo impacto ambiental. También para la integración de encauzamientos que no puedan ser evitados o eliminados y de otras infraestructuras.
• Seguimiento de las actuaciones para tener en cuenta sus resultados y conclusiones en el diseño de las futuras tareas.
• Acciones de formación, educación ambiental y sensibilización ciudadana.
Vista de La Presa del Ebrón en Torrebaja (Valencia), desde el puente: uno de los pocos lugares donde es visible el río a su paso por el término (2023). |
Detalle del cauces y riberas del río Ebrón, aguas abajo del puente de La Presa en Torrebaja (Valencia), 2023. |
De la restauración de los ríos.
La restauración de los ríos es una tarea añadida a su conservación y mantenimiento, que hace a “un mejor estado de las masas de agua”, y cuya tendencia actual en la gestión se orienta a “conservar lo que esté en buen estado y (en) recuperar lo que esté deteriorado”. Para lograr este objetivo a medio-largo plazo propone diseñar Planes de Restauración adaptados a cada cuenca.
Las actuaciones de restauración no “eluden las limpiezas de vegetación”, pero estas deben entenderse “como tareas diversificadas, incorporadas a una gestión integral que incluye otros muchos aspectos, y siempre de forma selectiva”. En estas tareas pueden producirse impactos ambientales negativos; para evitarlos se precisan operarios cualificados que actúen bajo una adecuada dirección. Su diseño debe realizarse “con criterios conservacionistas”. Asimismo, la conservación del río incluye “la sensibilización y educación ambiental” de la población, en particular de “los pobladores ribereños”. Ello requiere de mecanismos tales como “la participación ciudadana”, esto es, “de formación, educación y sensibilización social”.
Los ríos como fuente de empleo: la conservación y el mantenimiento.
Los ríos, que forman parte de nuestro paisaje y de nuestra identidad histórica y cultural, deberían aprovecharse como fuentes de empleo verde para los lugareños. La afirmación resulta más que obvia:
[...], la conservación de nuestros ríos, además de prevenir riesgos y perjuicios económicos y de todos los beneficios ecológicos y socioeconómicos ya descritos, puede ser una acción generadora de empleo, sobre todo en el medio rural, ya sea por acuerdos para que parte de las tareas las asuman los propios ribereños mediante la correspondiente compensación económica, por la incorporación de personal a la administración en los organismos gestores de las cuencas, o por la contratación de empresas externas.12
Ciertamente, las limpiezas de los ríos también genera, empleo, pero “lo hacen con mucha menor intensidad y de forma puntual”. La ventaja de las actuaciones de conservación y mantenimiento de los ríos sobre las de limpieza es que aquellas no usan tanta maquinaria pesada, pues predominan los trabajos manuales sobre los mecánicos, y ello “sin que se incrementen los costes y con una menor huella de carbono”. Para que estas tareas tengan continuidad temporal, cabe su planificación en cada cuenca. El autor concluye que la creación de empleo verde “es uno de los retos para este siglo XXI”; en su génesis pueden contribuir mucho los gestores de las cuencas fluviales.
Detalle del río Turia, agua arriba del puente de La Palanca en Torrebaja (Valencia), 2023. |
Detalle del cauce y riberas del Ebrón: aguas abajo desde el puente del polideportivo en Torrebaja (Valencia), 2023. |
Palabras finales, a modo de conclusión.
Contrariamente a la creencia popular, debemos admitir que de lo expuesto se deduce que las avenidas y salidas de madre de las aguas de los ríos no son achacables a la falta de limpieza de cauces y riberas. En ello influyen otros muchos factores. Sin embargo, ello concuerda con la observación histórica, pues antaño se solían limpiar regularmente las riberas, aunque en nuestro medio los daños por causa de las riadas no dejaban de producirse.
Ante la pregunta de ¿por qué no hay que limpiar los ríos?, la respuesta es contundente: Porque estos se limpian solos, toda vez que son entidades vivas capaces de arrastrar en las avenidas lo sobrante y de replantar lo que precisan. Sabiamente, el río es también capaz de diseñar su forma y contiene variedad de elementos (agua, sedimentos, nutrientes, desechos vegetales…), conformando un complejo ecosistema beneficioso para la vida humana.
La Directiva Marco del Agua europea (DMA, 2000) supuso un cambio en la mentalidad, proponiendo pasar de la gestión del agua como recurso a la gestión integrada de los ríos. El nuevo modelo plantea concebir los ríos como unidades ecosistémicas de forma que la prioridad esté en la preservación del recurso como garantía para el futuro, no en su limpieza sistemática.
La clave para que el nuevo paradigma sea posible (pasar del concepto de limpieza de cauces y riberas a la conservación, mantenimiento y restauración de los ríos) pasa por concienciar a la población rural, y por la incorporación de nuevos profesionales (biólogos, ambientalistas, ingenieros agrónomos y de montes, etc.) a la administración del agua y las cuencas fluviales.
Otro concepto necesario para la comprensión del ecosistema del río es el de su restauración, idea que va unida a la de su conservación y mantenimiento: lo razonable es conservar lo que se halla en buen estado y recuperar lo deteriorado. En este punto no se rechaza la limpieza de vegetación en los cauces y riberas, pero siempre de forma selectiva. Para llevar a cabo actuaciones de restauración se precisan operarios cualificados y una dirección adecuada, así como el diseño de Planes de Restauración adaptados a las necesidades de la cuenca.
En ultima instancia, en la restauración del río deben primar los criterios conservacionistas y para que sus efectos permanezcan en el tiempo deben ir acompañados de una adecuada sensibilización y educación medioambiental, particularmente de los lugareños. Ello implica la participación ciudadana, esto es, la formación, la educación y la sensibilización social.
Propiamente, los ríos forman parte de nuestro paisaje y de nuestra identidad, y deberían aprovecharse como fuentes de empleo verde para los que residen en las zonas rurales: los ayuntamientos y la Mancomunidad de Municipios deberían poder acceder a las subvenciones necesarias para gestionar lo relativo a la conservación y mantenimiento de los ríos, así como a las actuaciones de restauración.
En suma: lo prioritario es la comprensión del río como una unidad ecosistémica, primando su conservación y mantenimiento, con posibles actuaciones puntuales de restauración, pero nunca la limpieza sistemática de cauces y riberas. La nueva mentalidad supone aceptar que las infraestructuras agrarias (caminos, acequias, fincas…), incluso los cultivos, son cuestiones secundarias. Así están las cosas. Vale.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).
Véase:
* McKENNA, Dennis (2019). Lo que las plantas nos están diciendo. "En su charla en AYA2019, McKenna exploró la noción de la inteligencia vegetal, describiendo cómo las plantas se comunican a través de moléculas mensajeras, y cómo las redes hiperconectadas entre organismos constituyen la base de la vida en la Tierra".
** SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). El puente de Guerrero, un pasadero secular y Referente a la Concentración Parcelaria de Torrebaja ( I y II), en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz (I), Valencia, pp. 353-354 y pp. 363-368. ID (2008). Desviación de un trozo del río Turia frente al pueblo de Torrebaja, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz (II), Valencia, pp. 299-302.
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1 CAVANILLES, Antonio José (1797). Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reino de Valencia, por don Antonio Josef Cavanilles, de Orden Superior. En Madrid en la imprenta real, siendo regente don Pedro Julian Pereyra, impresor de cámara de S.M., Año de 1797, tomo II, párrafo 107, p. 77.
2 Toni HERRERA GRAO es Consultor y Director-Gerente de MEDIODES, Consultoría Ambiental y Paisajismo, S.L. Miembro Fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) y del Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF).
3 HERRERA GRAO, Toni (2014). De las “limpiezas de ríos” a la “conservación y mantenimiento de ríos”: Prevención de riesgos, conservación y empleo pueden darse la mano, en Boletín especial Día Mundial del Agua, marzo 2014.
4 «Un ecosistema es un sistema biológico constituido por una comunidad de organismos vivos (biocenosis) y el medio físico donde se relacionan (biotopo)». Cf. Wikipedia, voz Ecosistema.
5 HERRERA GRAO (2014).
6 Ibídem.
7 Ibídem.
8 «Es una planta semejante al bambú, del que se diferencia porque de cada nudo sale una única hoja que envaina el tallo. Está incluida en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza». Cf. Wikipedia, voz Arundo donax.
9 HERRERA GRAO (2014).
10 Ibídem.
11 Ibídem.
12 Ibídem.
Explorar Ademuz en caravana es una aventura única. Entre paisajes pintorescos y calles llenas de historia, cada rincón revela una historia fascinante. Es una forma mágica de descubrir tesoros ocultos de España
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